Partida Rol por web

Siempre nos quedará Paris

4. La resistencia

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30/07/2013, 08:58
Master

En un primero momento, cuando echaste mano de tu bolsillo, los soldados se pusieron tensos. Y aunque no te apuntaron bajaron las armas a la altura de la cintura. Pero pronto se relajaron al ver que lo que tratabas de señalar eran monedas y billetes.

- Aber was? * - Dijeron frunciendo el ceño. Desde luego que no estabas en sus planes de una guardia tranquila, pero el efecto de parecer patosa parecía estar funcionando. Uno de los solados se apiadó de ti y se agachó a recoger tu dinero, quizás con la intención de que te largaras cuanto antes.

Entonces lo percibiste, unos pasos apresurados, con todas tus fuerzas trataste de no mirar hacía allí, pero sabías de sobra quien era. Edouard interpretó que el momento en el que se agachó uno de los soldados era una oportunidad, el problema era que aún estaba lejos - ¡Tirad las armas!

Pero era algo demasiado repentino, el soldado que estaba de pié comenzó a rotar sobre si mismo para apuntar con su fusil a Edouard, no vio más opción. Un par de detonaciones silenciadas como unos golpes de aire a presión se escucharon. Parecía como si no hubiese sucedido nada, todo parecía muy irreal. Pero las piernas del soldado se doblaron como si no fuesen capaces de soportar tu peso y cayó ligeramente hacia atrás, en una rara postura que debía de ser molesta para las piernas, pero su cuerpo ya no se movió.

El otro soldado, el que se había agachado a tu lado para recoger tu dinero tuvo más tiempo de reacción, en vez de tratar de levantarse, de cuclillas tal y como estaba se llevó la culata del fusil al hombro con la inmediata intención de apuntar a Edouard. A Edouard también le dio el tiempo justo para apuntarlo, parecía que todo se iba a decidir en la fracción de un segundo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

* - ¿Pero que hace?

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30/07/2013, 10:03
Dominique Durreaux

Dos silbidos ahogados, dos detonaciones, dos balas… y una muerte. Con un beso fugaz y silencioso, la Parca se había llevado otra vida en esta guerra atroz. Una entre millones… ¿Qué le importaba a la Lúgubre Segadora? Me quedé petrificada viendo al guardia girar y desplomarse como un muñeco desarticulado.

Muerto.

…Y un escalofrío recorrió mi espalda.

Trabajaba en un hospital y me enfrentaba a diario con la muerte; la percibía en los ojos de los ancianos desahuciados por el mundo, en la mueca de un obrero aplastado por una máquina, en las manos crispadas como garras que se aferraba a las sábanas en el vacuo intento de retrasar lo inevitable... Pero nunca había visto morir a nadie. Casualidad o no, jamás estuve presente ante el último estertor de una vida que se escapa y se diluye en un invisible aleteo. Y menos aún imaginé que ese momento ocurriría por obra de Edouard.

Era extraño e inquietante.

Era como si él tomara mi mano y me condujera suavemente hacia el borde del abismo y me susurrara: “Abre los ojos, Dominique.”

Y abrí los ojos, pero no volteé mi mirada hacia él (No quería, no podía hacerlo…), sino que me volví hacia el otro guardia, el que se había agachado para ayudarme a recoger las monedas. (¿Tenía el mismo color de ojos que Pierre…?) Su fusil se alzaba apuntando hacia Edouard.

Entonces todo se hizo oscuro, más oscuro que la más lúgubre de las noches y no vi nada más. Tampoco pensé en las consecuencias de mis actos. Sencillamente lo hice.

Silenciosa y veloz, las pupilas clavadas en el guardia, arrojé el cuchillo que llevaba conmigo contra la espalda del hombre. Era imposible que le acertara, pero quizá lo distrajera, quizá…

Edouard herido, su sangre escapando a borbotones, no. Eso no podía ocurrir. ¿Y si…?

¡No!

Me negué a pensarlo siquiera.

Eso no podía ocurrir.

No.

La huesuda mano enarboló unas tijeras mientras la rueca giraba con un chirrido atroz que resonaba en la solitaria noche como un sombrío carcajeo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

No tiro ataque porque ni idea sobre qué tengo que tirar, ni cuáles son los bonificadores o penalizadores del caso.

Dominique se suicida un poco más a cada instante. =)

PD: No puedo eliminar el posteo en blanco.

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31/07/2013, 09:42
Master

Días fructíferos para la señora de la guadaña, y hoy no iba a ser una excepción. Las piezas estaban sobre el tablero, un tablero que se balanceaba en una y otra dirección ¿De que lado caerían las piezas? En esta noche Edouard te parecía una sombra, quizás su vida o la tuya se apagara en un instante, los dados estaban echados.

Edouard movió su brazo que mantenía firme para apuntar a su siguiente objetivo, tú levantaste tu mano para lanzar el cuchillo, quizás eso despistó alemán o quizás Eduard simplemente fue más rápido “Zum” “Zum” Se escucharon dos nuevas detonaciones sordas, solo impactó la primera, pero lo hizo de forma certera en la cabeza. Tu cuchillo salió volando e impactó por la parte del mango en la espalda del soldado. La nueva alma que partió veloz.

A lo lejos escuchaste un coche que arrancaba, debía de ser el Padre.

- Tiradas (3)
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31/07/2013, 18:41
Justine Girard

Por su tono cortante y autoritario, supe que hablar más solo podría poner peor las cosas. Dejé que me condujese a mi encierro, y escuchar lo de hacer las necesidades en un rincón fue como un bofetón que me recordó a donde iba.

Sólo me quedaba esperar que mis padres corroborasen mi versión. Si no lo hacían.. Esperaba que al menos el padre André ya supiese lo que había sucedido.

Tenía miedo. Miedo de verdad. Miedo de que me hiciesen daño, miedo de fallar, miedo de morir.. De momento me contenía, pero.. ¿por cuánto tiempo?

El sótano estaba oscuro, y el guarda me instó a entrar con rapidez. Olía un poco a humedad, y era frío y lúgubre.

Me quedé parada, sin saber qué hacer. Me abracé, llevando mis manos a los hombros, intentando mantener el poco calor corporal que aún podía quedarme. Sin querer, pensé que eso realmente era un sótano, y que peor aún sería una celda, y retiré inmediatamente ese pensamiento de mi cabeza.

No podía acabar todo así, no podía.. Algo pasaría, alguien me ayudaría..

Cerré los ojos, y me acurruqué en una esquina, esperando no sabía el qué.

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01/08/2013, 02:17
Dominique Durreaux

Y la guadaña cayó y otra vida fue segada.

Caí de rodillas, temblando. El rostro hundido entre las manos, casi sin resuello, pálida y aterrada. No tenía palabras para explicar lo que sentía en aquel momento. Dos hombres habían muerto ante mis ojos. Dos ratas alemanas, diría Clara, y quizá hasta se daría el gusto de escupirles en el rostro. Pero yo no. ¿Era cobarde? ¿Sensiblera? ¿Una mojigata? No lo sabía, ni me importaba entonces. Quizá sí, quizá era una mojigata. Dos alemanes no eran más que los miles y miles de polacos que habían muerto bajo el yugo nazi, pero eso no atenuaba mi espanto. Yo había colaborado con esas muertes. Y Edouard

Apreté aún más el rostro contra mis manos y me agité en un sollozo sin lágrimas (repentinamente mis ojos se habían secado) mientras intentaba recuperar un poco de calma y de cordura. Aún percibía el ahogado silbido de las detonaciones, los guardias muertos, mi mano alzando el cuchillo (¿qué pretendía hacer?), Edouard…

A lo lejos, un coche arrancaba…Pero no lo escuché.

Una tormenta atronaba en mi cabeza.

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01/08/2013, 09:07
Master

Te derrumbaste, pero al menos fue con el trabajo ya hecho, de rodillas con el rostro cubierto, tras la tensión de momento y quizás no sólo por la muerte de los alemanes.

No escuchaste el coche, pero no tardaste en sentir unos brazos que te rodeaban, tras el silencio, tras evadir las miradas, Edouard arrodillado junto a ti te estrechaba con fuerza. No hizo falta hablar, sus manos alisaban tu pelo y su cuerpo se pegaba al tuyo.

El coche frenó y se detuvo junto al inicio del camino de tierra - ¿Estáis bien? – Dijo el padre al bajar del coche. No olvidéis esconder los cadáveres por si alguien viene ahora. Y decidieron no molestaros con más asuntos, siguieron a pié hasta la puerta de la mansión.

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01/08/2013, 09:07
Master

Te sentías sola, además impotente, no parecía haber nada en tus manos y no sabías que iba a pasar.

Te quedaste adormilada en el rincón, perdiste la noción del tiempo en un duermevela en el que no sólo no conseguiste descansar sino que cada vez estabas más entumecida. Hasta que...

La cerradura giró y se entreabrió la puerta, la claridad del exterior solo te dejó percibir una silueta ¿quién...?

- ¿Justine? – Esa voz la conocías ¡Era la voz del padre! ¿Pero como? – Vamos sal de ahí antes de que nos sorprendan... – Su voz era exclamativa pero susurrante a la vez.

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02/08/2013, 10:11
Justine Girard
Sólo para el director

La apertura de la puerta me sacó de mi trance, ese patético duermevela en el que estaba sumida, y mi corazón volvió a latir de puro miedo.

Creí que sería algún militar, que me habían descubierto.. Mil posibilidades me rondaron por la cabeza.

Entorné los ojos ante la repentina claridad, que, aunque no era mucha, en mi oscuridad tan cerrada me deslumbraba, y de pronto.. ¡La voz del padre André!

Creo que jamás me alegré tanto de oír a alguien.. Confusa, traté de levantarme, sin decir una palabra. Estaba entumecida, por haber pasado tanto rato en esa bodega.. O eso, al menos me había parecido. Perdí la noción del tiempo, no sabría decir si fueron minutos, u horas.. Tal vez el día entero.

Daba lo mismo. La voz que deseaba oír había venido a por mí. Caminé hacia él, lo más deprisa posible, y le tendí la mano, aún cegada al salir de la tenebrosa bodega.

Supuse que no era tiempo de explicaciones, y sólo apreté levemente su mano al tomarla, susurrando:

-Gracias.. Vayámonos ya.

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02/08/2013, 18:59
Dominique Durreaux

Las ruedas de un coche frenando, unos pasos apresurados, la voz del padre André. Ruidos, solo ruidos.

Unos brazos envolviéndome, unos dedos acariciando mi cabello. Sin palabras. Él no necesitaba palabras para mí. Lentamente la calma regresó, como siempre después de una tormenta. Retiré las manos de mi rostro, me giré hacia Edouard y lo abracé también. Podría haberme quedado en ese refugio, ese nido que formaban sus brazos toda la vida, sin importarme nada más...

Solo ese abrazo.

Porque ni la guerra, ni los dos cadáveres que yacían a unos metros de nosotros, ni la muchacha a la que vinimos a rescatar, nada ni nadie valía para mí lo que ese instante. Edouard, y el bálsamo cicatrizante de su abrazo. Solo eso necesitaba. Cerré los ojos y aspiré su olor, tan cercano, tan él. Y si

En algunas cuestiones éramos como el agua y el aceite. Para él siempre había una batalla que librar, siempre había injusticias que combatir, siempre había cadenas que romper. Como antes en España, como ahora en Francia. El mundo era su hogar. Y para mí… Yo no necesitaba tanta justicia y mis horizontes eran más acotados, concéntricos. Primero mi familia, y en ella incluía a todos mis afectos: mis padres, mis hermanos —¿qué sería de ellos ahora?—, mis amigos y compañeros y a Edouard. Después estaba París, como el “gran hogar” que me vio nacer y crecer; Francia, la tierra de mi lengua y mis raíces; Polonia, la tierra de mi madre… Y después todo era lejano y difuso. En verdad, no necesitaba tanta justicia. No era como Edouard, ciudadano del mundo. Podía indignarme por las injusticias y atrocidades del mundo, pero de forma racional, despojada de emociones.

Ahora una guerra infame me había arrebatado parte de mi familia: a mi abuela y mi tía maternas en Polonia, a mis hermanos en la Línea Maginot y amenazaba con tragarse a lo que quedaba de ella. A mis padres, a mis amigos, a Edouard. Y sí…

Me aferré con fuerza a él y le susurré al oído eso que tanto temía:

—¿Y si algo malo te hubiera ocurrido…?

Ni siquiera me atrevía a decirlo en palabras, quizá por el oscuro temor de trocarlo en realidad. ¿Y si fuera Edouard el que hubiera muerto esta noche? Si él hubiera muerto se detendrían los relojes, enmudecerían los pianos, las palomas estarían de luto y hasta mis huesos comprenderían las palabras del poeta: “No precisamos estrellas ahora... / Apáguenlas todas / Envuelvan la luna / desarmen el sol / Desagüen el océano y / talen el bosque / porque de ahora en adelante / nada servirá.” Porque ¿qué sentido tenía este mundo si no había en él gente como Edouard? Gente imprescindible.

Eso era Edouard para mí: imprescindible. O como dijo el poeta: “Él era mi norte mi sur / mi este y oeste / mi semana de trabajo y mi / domingo de descanso / mi mediodía, mi medianoche / mi conversación, mi canción.” Me separé lentamente de su abrazo y volví mis ojos hacia los suyos, quería hundirme en su mirada.

Dime, ¿qué haría yo si no estás tú aquí para ordenar mi desorden? ¿Quién ordenaría las piezas de este confuso rompecabezas que es la vida y le daría un sentido, un significado? Dime…

Notas de juego

Cita: Funeral blues de W. H. Auden.

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03/08/2013, 10:35
Padre André

Tras el susto te inundó la alegría pero sabias que el peligro no podía haber pasado y más por el todo de voz del padre. También se te arremolinaban varias preguntas ¿Cómo había conseguido llegar hasta ti?

André tomó tu mano y además te abrazó, aunque no había tiempo para largos gestos – Me lo has quitado de los labios – Estabas un poco entumecida pero no lo suficiente como para no poder salir de allí. En el salón pudiste ver la respuesta a parte de los interrogantes. A parte del padre, Clara y Juliette se encontraba una mujer del servicio con un manojo de llaves en la mano, sin duda si colaboración, aunque intuías que no había sido la única, había sido clave para esta operación de rescate.

Apenas te dio tiempo a reconocerlos a todos cuando bajando por las escaleras pudiste intensificar las botas y los pantalones del general ¡Qué os vería de un momento a otro!

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03/08/2013, 10:47
Edouard

Abrazos que expresan sentimientos,
o que hacen volar la imaginación,
abrazos que detienen el tiempo
y aceleran el corazón.

Edouard no sabía que responder a tus palabras, se tomó su tiempo para finalmente decir – Pero no ocurrió – Tras esa larga mirada y sin dudar tanto esta vez, fundió sus labios con los tuyos y su lengua salió al encuentro de la tuya, mientras sus brazos te seguían estrechando, en un largo beso de los que privan del aire.

El resto de la gente ya había llegado a la casa y aquí estábais algo expuestos, no era agradable romper el momento mágico, pero el beso acabó y notaste como sus brazos facilitaban que te incorporases hasta quedar de pie – Deja los cuerpos si quieres de mi cuenta, con ocultarlos tras aquellos matorrales bastará

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05/08/2013, 00:15
Dominique Durreaux

Primero fue un breve roce de labios y creí que solo sería eso, pero fue mucho más… Fue un momento irreal, disparatado e ilógico, como de película. La muerte nos roía los talones y el peligro acechaba, sin embargo, Edouard se sumergió en un beso hambriento, y yo tras él. Nos hundimos en una locura ajena al horror que nos rodeaba, un inasible instante de locura. ¿Cuánto tiempo transcurrió? Lo ignoro. Apenas un puñado de segundos en los que pasé del frío glaciar que calaba mis huesos al cálido cosquilleo de mi piel; del horror de la muerte a la dulce locura de un beso, para caer otra vez en la cruda realidad en apenas unos pocos minutos.

Si aún no perdí la cordura, pronto lo haré

En silencio, asentí a las palabras de Edouard y nos separamos. Dejé en sus manos lo de ocultar los cadáveres mientras me dedicaba a recoger los objetos esparcidos por el lugar: billetes y monedas, el cuchillo y los fusiles. No sabía qué hacer con los últimos. ¿Los dejábamos allí? ¿Los cargábamos en el coche? Me volví hacia Edouard e inquirí, señalando los fusiles:

—¿Qué hacemos con esto?

Mientras, inquieta, escudriñaba los caminos y, de tanto en tanto, hacia la mansión.

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05/08/2013, 14:56
Justine Girard
Sólo para el director

No quería permanecer ni un minuto más allí, y aunque tuviese que arrastrarme, creo que lo haría. El entumecimiento fue desapareciendo cuanto más me movía, y en poco tiempo me noté ágil como siempre.

Ví a la señora del manojo de llaves, y atravesando el salón, y comprendiendo lo mucho que habían arriesgado por sacarme, incliné la cabeza a modo de agradecimiento, sin detenerme y en silencio.

Y finalmente.. esas botas. Brillantes, altas, esbeltas. Esas botas, que significaban la muerte o algo peor, ahora que me había fugado..

Me detuve en seco, y se las señalé al padre. Teníamos que retroceder en silencio y escondernos, o estábamos perdidos.

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06/08/2013, 09:10
Edouard

Edouard asió a uno de los cadáveres de los brazos y comenzó a tirar, arrastrándolo hacía afuera del camino de tierra hasta dejarlo detrás de uno de los matorrales. Luego volvió a por el otro cuando le hiciste aquella pregunta.

- La verdad que no se que es lo que el padre... – En ese momento se escuchó la detonación de un disparo seguido de dos más. El origen de los disparos era la mansión. Pudiste ver como salían corriendo por la puerta. El pelo rubio platino delató que una de las personas era Juliette, pero estaban demasiado lejos como para poder identificarlos a todos.

Edouard dejó el cuerpo del segundo soldado – Ahora ya no importa ¡Vamos, sube al coche!

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06/08/2013, 09:11
Padre André

Demasiado tarde, las botas no se detuvieron, los malditos bastardos solían tener un sexto sentido o simplemente la pura suerte a su favor.

- ¡Alta! – Dijo a la vez que desenfundaba su Luger. La más rápida en reaccionar fue la española, pero aún así no lo suficiente. Sonó un disparo. Luego dos más de una pistola que portaba Clara.

Se te hizo un nudo en la garganta y la sangre te subió a la cabeza ¿Estabas bien? Si, aparentemente. Pero se desplomaron un par de cuerpos. El general alemán y alguien de los vuestros. La mujer que portaba las llaves. - ¡Salid, corred! – Gritó el padre que se apresuró a comprobar el estado de la mujer – Vamos, no hay tiempo – Juliette y los demás comenzaron a salir por la puerta. Ahora pudiste ver que ya era de noche.

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07/08/2013, 01:11
Dominique Durreaux

Uno, dos, tres detonaciones. Los pelos de la nuca se me erizaron mientras que mis ojos se clavaron en la mansión intentando atisbar algo bajo los sombríos velos de la noche. Tres disparos. Eso solo auguraba muerte…

Edouard me instó a subir al coche, volví la mirada hacia él y asentí. Sí, teníamos que huir de allí. Corrí hacia el auto y arrojé los fusiles dentro. Tres disparos, alguien había muerto. ¿Alguien había muerto? Lo ignoraba. Había visto centellear la platinada cabellera de Juliette en medio de la oscuridad, como tentando a la suerte… Si no recibía un tiro en la cabeza sería muy afortunada. Aún no se oían voces ni pasos, pero en instantes sabríamos algo más.

—¡Enciende el coche y prepárate! Quizá debas conducirlo, yo no sé… —le grité a Edouard mientras me aseguraba de que las puertas se mantuvieran abiertas.

Tres disparos que aún resonaban en mi cabeza. Si no había muertos, sin duda había heridos. La náusea me mareó, la sola idea de la sangre me enfermaba. Maldita sea. Las cosas no podían ir peor...

Qué ilusa.

Aún tenía mucho que aprender.

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07/08/2013, 22:50
Justine Girard
Sólo para el director

No quería irme dejando así a la señora que me había ayudado, pero tampoco quería quedarme.

Estaba confusa, todo había sucedido demasiado rápido para mí. Desarmada, no pude hacer más que agacharme y encongerme mientras las balas silbaban y los cuerpos caían.

Tuve miedo. Muchísimo. No quería morir, y cerré los ojos, consciente de que iba a hacerlo. La voz del padre gritando que nos fuésemos me sacó de mi trance, y fue cuando la ví caída, sangrando.. por mi culpa. El corazón se me encogió.

El sacerdote acudió de inmediato junto a ella, sin duda él sabría qué hacer, o al menos asistirla. Yo no podría hacer más que estorbar..

Busqué con la mirada a los demás, y ví que ya estaban saliendo.

-Padre, ¿cómo está? ¿le ayudo a trnasportarla? Sino.. ¡vámonos ya de aquí!

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08/08/2013, 08:55
Padre André

El padre, que por cierto iba vestido de paisano y sin el alzacuellos, comprobó en pocos segundos que la herida era mortal de necesidad - ¡Corre! – Gritó en tu dirección, lo último que viste fue al padre murmurando unas palabras y colocando su mano en la frente de la mujer.

Ya no te detuviste más, en frente de la mansión comenzaba un camino de tierra, los demás corrían a toda velocidad hacía el final del camino que desembocaba en la carretera de asfalto, allí viste un cuerpo más en el suelo y un coche que encendía su motor.

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08/08/2013, 09:15
Edouard

Aún pensaste que los fusiles podían resultar de utilidad y los metiste en el auto. A Edouard no le hicieron ni falta tus indicaciones pues ya estaba camino de la puerta del conductor cuando le gritaste aquello.

- Lo último que conduje fue un Hispano-Suiza hace un par de años, espero acordarme... – No dijo más por el momento. Se sentó y no tardó en encontrar la forma de darle al contacto, el motor del coche rugió suavemente.

Cuando miraste de nuevo en dirección a la casa conseguiste identificar a más gente, todos venían corriendo, Juliette primero, luego Clara, tras ella... Justine, parecía que habían dado con ella, pero... ¿Y el Padre? Alguien salió el último, tenía que ser él. Los primero llegarían de forma inmediata al coche, y fue una buena idea lo de mantener las puertas que daban a ese lado abiertas.

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08/08/2013, 11:44
Justine Girard
Sólo para el director

Corrí.. corrí con todas mis fuerzas, hasta notar que el corazón iba a estallarme, y aún así no me detuve. Volaba, detrás de mis compañeros, hasta casi adelantar a algunos de ellos. Miraba hacia atrás por si nos perseguían, esperaba ver al padre André seguirnos, estaba preocupadísima por él..

El motor del coche sonó a música en mis oídos. Miré si los demás se dirigían a él, o era una trampa, pero no había mucho tiempo para pensar. Lo que los demás hacían, eso haría yo. Seguro que tenían un plan de fuga, y no iban a perder tiempo explicándomelo.

Me arrojé hacia las puertas del coche, metiéndome dentro, y recuperando el aliento atropelladamente.