Partida Rol por web

El baño y todo lo que había a mí alrededor se fue difuminando entre las nubes de vapor, aislándome, como si me encontrase en un lugar apartado del mundo donde el paso del tiempo carecía de significado, donde casi podía olvidarme de las sensaciones provenientes de mi cansado y magullado cuerpo, un lugar donde mi mente empezó a vagar… hasta que algo me trajo de nuevo al mundo real.

Tal vez había pensado en salir e ir a buscar a mi madre para sacarla de allí, o tal vez simplemente había intentado apoyarme inconscientemente en el borde de la bañera, aunque el motivo no importaba, lo que importaba era el hecho de que al hacerlo, mi mano había sido incapaz de aferrarse, resbalándose por el borde y haciéndome caer al fondo de la bañera mientras mi mente apenas expresaba un “oh” a causa de la sorpresa… hasta que al intentar respirar, en lugar de aire, encontré agua. Entonces me inundó el pánico. Esta vez sí, de forma plenamente consciente, volví a intentar aferrarme a los bordes de la bañera, pero de nuevo, me fue imposible, pues con cada intento parecían más resbaladizos. El pecho empezaba a arderme, mis pulmones exigían aire, y mis intentos por conseguirlo eran cada vez más frenéticos.

¡No! ¡Esto no puede ser verdad!- gritaba en mi mente, presa del pánico por la situación… situación que empeoró cuando escuché como la tubería empezaba a expulsar cada vez más agua, un agua negra que no solo parecía empujarme hacia el fondo, sino que me privó de la escasa luz llevándome a la oscuridad -Todo es culpa de ella- alcancé a pensar, maldiciendo a mi supuesta hermana en medio del terror que dominaba mi mente. La universidad, el poner en peligro a su madre, el traerla a esta maldita casa, todo era culpa suya -Si logro... salir…- fue lo último que fui consciente de pensar mientras la oscuridad engullía mi mente.

Mientras el dolor en mis pulmones ardía cada vez más fuerte a causa de la extrema necesidad de aire, mi mente, se iba sumiendo cada vez más y más en la oscuridad. No había ninguna luz, tampoco imágenes de mi vida reproduciéndose una tras otra como en una película, tan solo había un terror y una impotencia absolutos, los cuales inundaban por completo mi mente, apagando cualquier tipo de pensamiento mínimamente consciente en ella.

Por ello, aunque escuché el ruido que se produjo en el exterior, ni siquiera pude procesar su significado, por lo que el movimiento de mi mano no fue ningún tipo de respuesta o petición de auxilio a las voces en el exterior, sino más bien un último esfuerzo inconsciente de intentar salir de aquel ataúd de esmalte, metal y agua en el que se había convertido la bañera, practicamente un espasmo, uno que carecía de la fuerza necesaria para levantarme, y que aunque la hubiese tenido, acabó como todos los demás intentos, con mi mano incapaz de aferrarse al resbaladizo borde que había hecho de la bañera una trampa mortal.

Partiendo de la base de conocimientos n la isla Harry puede asumir que el culto intentará reproducir el ritual. Otra posibilidad es dejar un punto de reunión en el pueblo ahora que Harry sabe que no regreso de allí.
Será más seguro para ellas que repitan el sendero de James y Harry a lugar de ir por otro sitio, como por ejemplo el sótano de la mansión.
Adicionalmente puedes agregar lo que creas conveniente de lo investigado hasta ahora.

...pero de repente una sensación de terror le recorrió el cuerpo al decir lo de la entrada del sótano. Harry intento mantenerse todo lo posible en esta realidad antes de volver donde realmente estaba.

-Dejad el sótano, no se por que pero me parece más peligroso. Si queréis reuniros con nosotros será mejor que reproduzcáis el camino que estamos haciendo James y yo.

Entonces miro hacia Jules.

-Si, tu padre sigue vivo. No se como explicarlo, pero creo que nunca volvimos del viaje a Silent Hill, creo... que aún estamos allí, no hemos vuelto de ese viaje. Y una fuerza nos esta arrastrando hacía esa realidad, cada vez es más difícil resistirse...

Harry empezó a desaparecer mientras divagaba, pero entonces se acordó que tenía más cosas que explicar, así que volvió a hacer un esfuerzo.

-Id hacía Silent Hill. Pasareis por una estación gasolinera donde la interestatal conecta con la 73, junto a la reserva forestal de Maine. El valle Saratoga es el punto de unión con la cadena de montañas que abraza los acantilados conocidos como Devils Pit. Y más allá del accidente geográfico y las montañas se encuentra el lago Toluca. Junto a ese lago se encuentra Silent Hill. Ahí nos encontrareis. En la gasolinera podéis preguntar por nosotros, cuidado que es un hombre muy arisco, James apagó su radio. Seguro que se acuerda de nosotros. -¡centrate Harry!- No se si es importante, pero llegaréis a un punto pasada esa gasolinera donde el camino sigue por un túnel o rodea el bosque circundante. Nosotros rodeamos el bosque. Finalmente llegareis a un camino sin fin, y tendréis que escoger canoa o un teleférico. Nosotros vamos a coger la canoa ahora... si se que suena raro. Así que quizá solo os quede el teleférico. Que más...

Harry vio a un hombre en silla de ruedas, un veterano. ¿Pero estaba aquí o en el otro lado?

-Podríamos quedar en el edificio más alto, el que destaque más y se vea de lejos. Una iglesia o algo así... Quedaremos allí, y si alguno pasa y no estamos, intentemos dejarnos una nota escrita en el edificio para indicar a donde vamos. Intentaremos pasar cada vez que volvamos de algún sitio para ver si os encontramos.

Cada vez la fuerza que le atraía hacia Silent Hill era más fuerte.

-Cuidado Jules, el culto lo más probable es que intente reproducir el mismo ritual que en la isla. Mucho cuidado.

Acarició la mejilla de su mujer.

-Te quiero mi amor. Nos encontraremos, no te dejaré. Te amo.

-¡Jane!-el grito de Sara al ver la mano de su hija tratando de escapar de aquella trampa embarrada en la que se encontraba, debió de resonar por toda la casona. 

Sintió cómo Harry la abrazaba y comenzaba a acercarse con ella hacia la bañera, sin embargo, Sara no lo dudó un instante, dio un tirón y corrió hacia donde estaba su hija en el centro de la sala, huelga decir que arrastrando a su marido -al que tenía aún esposado a ella- consigo; agarró con firmeza la mano que aún le quedaba fuera de aquel cieno inmundo y tiró con fuerza de Jane para sacarla de ahí*. 

Sin embargo, en ese instante algo dentro de la pastelera le dijo que no andaba nada bien. Harry trastabilló, y cayó de rodillas al lado de la bañera. Su cuerpo empezó a titilar ligeramente. 

-¡No! -volvió a exclamar la mujer, arrodillándose también y abrazando a Harry, sin dejar aún que Jane se volviera a hundir en el barro.

De pronto, sentía un gran vacío en su corazón. Sentía que las esposas no habían servido de nada, que no había logrado ser el ancla para su marido que quería haber sido. Sentía que el mundo entero giraba a su alrededor, como si estuviera muy mareada, y la persona que amaba se iba convirtiendo poco a poco en nada más que un efímero jirón de bruma... 

Quiso decirle que no podía irse, que lo necesitaba, que no sabía qué hacer sin él. Quiso darle las gracias por rescatarla de aquel otro lado una vez, hacía mucho tiempo, quiso gritar, llorar, suplicar, maldecir... Pero nada de aquello salió de sus labios. 

En su lugar, una mirada de determinación se clavó en los ojos de Harry y de sus labios sólo escapó un rotundo:

-Te encontraré. Nos encontraremos -añadió después, confirmando la frase de su marido. 

Escuchó lo que seguramente serían las últimas palabras de su marido en un tiempo y respondió, con la voz mucho más clara y serena de lo que ella estaba por dentro:

-Encuentra a Jane. Yo os encontraré a vosotros. Os encontraremos, te lo juro. 

Entonces aceptó el beso que Harry le daba, cerró los ojos y sintió sobre sus labios lo que podría haber sido el ligero roce del viento. Cuando abrió los ojos de nuevo, Harry aún tuvo unos instantes para añadir las últimas indicaciones. Sara escuchó todo atentamente y memorizó sus indicaciones paso a paso. Su marido hablaba atropelladamente y cada vez se volvía más transparente, pero ella le miraba a los ojos y escuchaba todo lo que estaba diciendo con suma cautela y atención, atenta a todos los detalles. 

Cuando terminó asintió con la cabeza. Sonrió, sabía que su marido no quería que fueran a buscarlos al otro lado, pero también sabía que él tenía muy claro que irían, sí o sí, por eso les estaba contando todo aquello. Estaba claro que iban a ir a buscarlos. No conocía mucho a Jules, pero estaba convencida de que por su cabeza en ese momento estaba pasando lo mismo que por la suya propia. 

-El edificio más alto o el que más se vea -repitió-, de acuerdo. Cuida de Jane, yo cuidaré de Jules -añadió, cuando su marido habló de aquella horrible secta.

Sintió la caricia de Harry como una leve brisa rozando su mejilla, gélida, aterradora por la distancia a la que comprendía que ya se encontraba él. Un escalofrío recorrió el espinazo de Sara, pero aún sacó fuerzas para, antes de que él desapareciera del todo, responder: 

-Te encontraré, os encontraremos... Nos encontraremos. Te amo... -justo a tiempo, en el último instante antes de que él desapareciera por completo. 

La experiencia en Bar Harbor ayudo a Harry a soltar algunos detalles del pueblo infame antes de su desaparición, pudiendo hallar un camino hacia Silent Hill y con algo de suerte reencontrar a James y Harry.

Ahora todo dependía de Sara, siendo ella la mayor en edad y experiencia sobre la maldición que los aqueja. Afortunadamente Sara pudo rescatar a Jane, que con auxilio de Jules lograron reanimar el terrible estado de la joven de cabello corto y carácter volátil.

Instantes después las tres mujeres se encontraron en la habitación contigua, luego que Jane termino su aseo personal, para idear el viaje y los correspondientes detalles.

 - Entonces mi padre y Harry viven. Debemos ir de inmediato pero temo por nuestra seguridad aunque William puede guiarnos y protegernos. Es un hombre peligroso cuando se lo propone. -

Jules es quien reanuda la conversación al mencionar al guardaespaldas personal de James y Jules. El mismo hombre que conduce la limusina de los Bartlevy.

- Y por esa gente, ese culto o lo que sean. William sabe usar armas. - agrega la joven mientras observa el parque circundante a la mansión desde la ventana de la habitación.

De pronto, cuando ya casi me había dado por vencida, algo tiró de mí, agarrando mi mano con fuerza, sacándome de aquella mortífera bañera y permitiéndome sentir de nuevo el aire en mi piel, lo que provocó que respirase con ansia intentando apagar el fuego que sentía en mis pulmones… y provocando que inevitablemente aspirase buena parte del barro que aun cubría mi boca. Por suerte para mi, tanto mi madre como mi maldita supuesta hermana se encontraban allí, claro que en mi estado ni siquiera fui consciente de ello mientras lograban reanimarme.

¡Mamá!- grité en cuanto me recobré y la vi junto a mí, abalanzándome sobre ella y abrazándola cual niña asustada, al menos hasta que pude recomponerme… algo a lo que ciertamente ayudó el darme cuenta de quien más había en aquel baño infernal en el que había estado a punto de morir.

¿De qué narices estás hablando?- le espeté a mi supuesta hermana cuando empezó a hablar de ir a algún sitio de noseque secta para buscar a Harry y a su padre. En cuanto me recuperé más o menos por completo y pude pararme por mi misma, me había medio-limpié el barro que me cubría y vestido con las mismas sucias y destrozadas ropas con las que había llegado a la mansión, para así poder salir de aquel maldito lugar con mi madre cuanto antes… y ahora, esa… cosa… intentaba meternos a mi y a mi madre en un viaje con ella.

Eso ni pensarlo- me dije.

Mamá, tenemos que irnos, tenemos que alejarnos de ella- le dije a mi madre, intentando que entrase en razón -Desde que me la encontré todo ha sido un infierno, no sé qué te ha dicho ni que ha pasado mientras…- fui diciendo, cortándome al llegar a esa parte.

Mientras estaba muriendo- pensé sin poder evitarlo, notando como un escalofrió recorría mi cuerpo y como parecía que me costase más respirar al recordar lo sucedido en la bañera.

Tenemos que marcharnos- dije, intentando tirar de ella.

Sara se detuvo un instante, sopesando todas las opciones que tenían. Cerró los ojos, inspiró hondo, se aisló de todo a su alrededor, como Harry le había enseñado. Las voces de Jane y Jules sonaron como un lejano eco en su cabeza, un eco ininteligible que apenas perturbaba su tranquilidad. Allí, en ese limbo eterno que en realidad apenas había durado el transcurso de un suspiro, Sara pensó. Pensó en todas las opciones que tenían, en lo que podrían hacer; pensó en lo que debía y en lo que quería hacer. Debatió consigo misma y, al final, tomó una decisión. 

Expulsó todo el aire de sus pulmones, despacio, calmándose, y entonces abrió los ojos. Miró alternativamente a Jules y a Jane y comenzó a hablar, con voz calmada, serena, marcando cada palabra para que lo que tenía que decirles les quedara a ambas bien claro: 

-Jane -empezó, poniendo una mano en el hombro de cada una de las chicas-; sé que Harry y tú habéis tenido vuestras diferencias y lo entiendo; sin embargo, debes escucharme bien: cuando hemos escuchado tu grito en el baño, ha sido el primero que ha salido corriendo y se ha lanzado contra la puerta para salvarte. Puedes pensar lo que quieras, pero él te quiere; por eso te sacó de Bar Harbour hace treinta años y por eso ha estado cuidando de ti hasta ahora. Todas las mudanzas, todas sus salidas inexplicables, todo eso, ha sido por protegerte. 

Miró fijamente a su hija, tratando de que asimilara lo que le estaba diciendo. 

-Te salvó a ti y también me salvó a mí y, por eso, no podemos dejarle ahí tirado... Además -añadió, levantando la mano cuando su hija abrió la boca para protestar, haciéndole ver que no había terminado aún-, tú estás íntimamente ligada a ese lugar y a lo que en él sucede. Te reclaman, te buscan y no cesarán hasta que te arrebaten de nuestros brazos o muramos en el intento. Tanto tú como Jules -miró entonces a ambas-; las dos formasteis parte de un ritual de niñas, del que os salvamos y os sacamos justo a tiempo. Pero ellos claman sangre, aún os buscan, aún os quieren coger y cuanto más huyamos, más nos buscarán. Cuanto más nos alejemos, más tiempo nos perseguirán, más nos dividiremos y, al final, os acabarán cogiendo a las dos. 

Hizo una pausa, unos segundos apenas, dejando que las dos jóvenes asimilaran lo que les estaba contando. Luego prosiguió:

 -Jules, tranquilízate, vamos a ir a buscarlos, pero antes debemos prepararnos y hay algo que debe quedaros claro a ambas: os buscan a vosotras. Por nada del mundo debemos separarnos nosotras tres. Ya hemos visto que intentar quedarnos en este mundo no funciona -recapituló, alzando la muñeca a la que aún había esposada una cadena, vacío ahora el otro extremo-, nos va arrastrando allí, poco a poco, uno a uno. Y no podemos consentir eso. Separados podrán con nosotros, unidos, aún tenemos una oportunidad. Yo... 

La voz se le quebró en ese instante, recordando. Tragó saliva, se armó de valor y continuó hablando.

-Debéis saber algo más, algo que sólo sabe Harry: yo soy quien más miedo tiene, en el fondo, de volver a ese sitio. Sólo tengo treinta años de recuerdos. Mi primer recuerdo es ese lugar, cuando Harry me encontró y me sacó de ahí, cuando os sacamos a ambas de allí. Antes que eso, mi memoria sólo es oscuridad. No recuerdo nada, no sé quién soy, ni de dónde vengo... ni siquiera sé si soy de aquí o de allí... y eso me aterroriza. Pero voy a luchar contra ello -subió la mano del hombro de Jane a su rostro, la acarició con cariño, luego hizo lo mismo con Jules-, por vosotras y por Harry. Por mis treinta únicos años de recuerdos maravillosos con vosotros, mi familia, Jane, voy a entrar ahí y voy a luchar contra mis demonios...

La voz se le volvió a quebrar, se notaba a primera vista que estaba haciendo de tripas corazón para decir lo que estaba diciendo, para hacer acopio de valor y decidir entrar voluntariamente en ese otro lado... 

-Me da igual quién fuera antes -terminó rotundamente-, sé quién soy ahora. Soy tu madre, soy la mujer de Harry -luego miró a Jules-, y aunque no sea tu madre, es como si lo fuera también. Y no voy a dejar que os pase nada. Ni a Harry, ni a James. Vamos a acabar con todo esto de una vez por todas, para que no nos vuelvan a molestar, para que podamos vivir una vida tranquila, aquí, en este mundo, en este lado. Todos. 

Entonces las soltó y se irguió frente a las dos jóvenes. Inspiró hondo y las miró, con la determinación reflejada en sus ojos. 

-Vamos a encontrar a Harry y a James, no nos vamos a volver a separar, sobre todo, no vamos a permitir que os cojan a ninguna de vosotras dos -enumeró, remarcando esta última condición- y vamos a vencer de una vez por todas a esa oscuridad y a todo lo que viene con ella. Y para ello debemos armarnos y debemos entrar. Seguiremos la ruta que hicieron ellos. Pero primero, Jules, conociendo a tu padre, debía de tener una armería, un lugar donde guardaba sus cosas, por si acaso; él era precavido, así que imagino que habrá algo así en esta casa, ¿es así?

Y, sin mediar más palabra, indicó a la joven que las llevara a ese lugar. Sí, irían tras ellos. Sí, seguirían sus pasos. Los encontrarían, pero si iban, lo harían preparadas. 

Todo resultó ser una vorágine de eventos que eran difíciles de darle un sentido, por un lado estaba Jane y por el otro lado Harry. En ese instante, con su corazón convertido en un nudo de puro nervios, intentó comprender lo que decía aquel hombre, memorizarlo a rajatabla ya que la llevaría a encontrar a su Padre. Jules estaba desesperada, no le importaba su hermana, ella quería enfrentar aquello y hacer lo que sea necesario con tal de salvarlo. 

- Tenemos que irnos, ellos no pueden esperar. -  afirmó segura. 

No quería perder tiempo y sentía que allí mismo se aletargaba muchísimo, siendo incapaz de salir hacia donde en teoría debía ser su destino. Las cartas estaban echadas de tal manera que ahora sólo queda una dirección a la cual seguir, todo el resto parecía restar importancia, siendo tan efímero como el rocío de una flor. 

- Si, podemos ir a su Despacho... Allí tiene un cuarto secreto dónde guarda todas las armas. Vamos. -  respondió ya decidida a salir. 

Por esa razón, inundada por el afán de recuperar a su Padre y devolverle a Sara la felicidad de tener a su marido consigo, avanzó a paso firme con la intención de salir hacia el pasillo. 

Aunque abrí la boca para empezar a protestar en cuanto empezó a hablar y a decirme cuanto me quería Harry y todo lo que se preocupaba por mí y lo que hacía por protegerme, lo cual, por cierto, seguía sin creerme, el gesto y la mirada de Sara para que no la interrumpiese hizo que las palabras murieran antes de que pudiesen salir de mi boca, así que seguí escuchando mientras mi expresión se ensombrecía cada vez más.

El que todas esas mudanzas y demás eran por culpa suya, era algo que aunque no lo admitiese ni ante si misma, siempre había sabido en el fondo, pero aun así, escucharlo seguía doliendo. Y el impacto de lo que dijo sobre ella misma fue incluso mayor.

¿Arrastrando?- pregunté -¿Cómo que arrastrando?- dije, mirando las esposas en su muñeca sin comprender su significado -¿Y qué es eso de que Harry y el viejo ese están en Bar comosellame?- pregunté, pues al fin y al cabo, lo único que sabía era que al salir de la bañera tanto Harry como el padre viejales de la tipeja de Jules no estaban allí, y que al parecer habían acabado en aquel sitio de alguna forma -Si tanto se preocupa como dices debería estar aquí, no allí… y si lo que intentan quienes sean los locos esos es llevarnos a ese sitio, tendríamos que correr en la dirección contraria, no ir allí- les dije. Iba a añadir algo bastante poco agradable al escuchar a mi supuesta hermana insistir en que nos fuéramos cuanto antes, pero luego dijo lo que debía ser la primera cosa útil que había salido de su boca desde que la encontré.

¿Has dicho armas?- pregunté. No sabía lo que estaba pasando, pero si en aquella casa había armas, al menos podría defender a su madre.

La interrogante de Jane solo iría en aumento al visitar el tercer piso, allí donde una ala de la enorme mansión se encuentra dedicada a la colección ancestral de la familia Bartlevy.

En ese piso se encuentra uno de los tantos despachos personales de James, y es donde precisamente guarda sus objetos de defensa en una recamara privada.

La entrada principal es idéntica a un museo europeo de armas de todos los tiempos, llegando a dudar cual de las dos salas fue la primera en existir.

Una docena de armaduras medievales de todas partes del mundo, con pequeñas armas de asedio acompañadas de un centenar de armas de la época. Desde espadas orientales, arcos, ballestas, lanzas y hasta martillos centroamericanos y cerbatanas envenenadas del Borneo.

En la antesala se exponen armas de esgrima y primitivas armas de fuego, siendo estos objetos de colección por su autenticidad e historia adjunta. Sables de la caballería de Napoleón, Floretes Españoles de Pons y Pedrós Torres, Trabucos del Imperio Otomano del siglo XVIII, etc.

La valuación general de la antesala es igual al ingreso bruto de un país pequeño, según palabras del mayordomo.

Finalmente, detrás de un par de puertas con grandes cerraduras, se encuentra la habitación privada de James con las armas de fuego modernas. Todas ellas en perfecto estado y por ello no menos funcionales que cualquier arma de tienda. En esta sala se guardan armas de fuego de la ultima centuria, siendo principalmente armas no tan modernas pero igual de mortíferas.

Sara siguió a Jules hasta la sala de armas de su padre y se tomó unos segundos, apenas un momento, para echar un vistazo alrededor. 

-Jane -iba explicando mientras tanto-, tu padre y James han desaparecido uno tras otro y "el otro lado", sea lo que sea eso, ha tirado de ellos hacia allí y los ha encerrado. No podemos hacer otra cosa más que ir a buscarlos.

En ese momento, la mujer comenzó a evaluar las armas de tiro y escogió una sobaquera doble que se colocó con precisión bajo la chaqueta, tal y como Harry le había enseñado, guardando en ella dos Sig Sauer p320, de calibre 45. Después cogió dos cargadores más y los guardó en una bolsa, dispuesta a atárselos a los muslos cuando llegaran a Silent Hill. 

-Tampoco podemos alejarnos de quien os persigue a vosotras -continuó, caminando por la habitación-, ya que nunca se cansarán de buscaros... Y yo estoy cansada de correr -se dio la vuelta y clavó sus ojos jade en Jane-; es hora de tomar la ofensiva: voy a matarlos a todos -aclaró, con una sonrisa congelada en su rostro. 

Entonces cogió dos machetes, que llevaría a las caderas, y los metió en la bolsa. No lo había pensado, pero pasó por al lado del resto de armas de filo y cogió dos katanas también, por precaución; podía llevarlas a la espalda, al fin y al cabo, era muy probable que fueran perdiendo, rompiendo o extraviando armas a medida que se enfrentaran a los horrores del otro lado y, si encontraban a James y Harry... no, cuando encontraran a James y Harry, se corrigió a sí misma, ellos también necesitarían armas y Sara no sabía cuáles les gustaría utilizar. 

Seguidamente cogió dos puñales y se los escondió bajo las mangas de la blusa, atados a las muñecas y también escogió cuidadosamente un par de cuchillos grandes de caza que cupieran en sus botas. Finalmente, se giró hacia Jules:

-El arsenal de tu padre es increíble... ¿sabes si tiene algún tipo de granada o dinamita, o cualquier cosa que pueda provocar explosiones? -preguntó, mientras escogía también algún rifle, pensando en dárselo a Harry, quien seguro que sabría usarlo, cuando llegaran. 

-Bueno, yo ya tengo mis cosas, ¿vosotras estáis preparadas?

Luego de avanzar a paso firme por los diversos pasillos, dieron justamente con aquella mítica sala de su Padre, momento en el cual tras vislumbrarse por su colección de armas, les permitió que tomen lo necesario para protegerse. 

Estaba claro que Jules había aprendido muy bien el arte del Kung Fu y llevaría a su vez, espadas de todo tipo. Una katana, dos Wakizashi, además de unos cuchillos arrojadizos que le permitirán atacar a distancia. No sólo eso, un arco con su carcaj, además de cantimploras y algo de comida que se dispondrá a juntar antes de salir.

- Además de las armas, es importante llevar alimento. - aclaró Jules en un tono serio. 

La rubia no podía dejar de vislumbrarse ante la actitud y las palabras de Sara. Ella estaba dispuesta a todo al igual que Jules, la vida de su Padre estaba en juego y obviamente la sensación de que ese lugar llegue a quitarle la vida, la mataba por dentro.

- Si, en aquel cajón. Son bombas Molotov caseras, es decir, mi padre se divertía creando esas cosas. - dijo al señalar. - Estaba preparado para esto y si... Estoy lista. 

¿Desaparecido?- le pregunté a mi madre al escucharla -¿Cómo que desaparecido?- pregunté de nuevo mientras seguíamos a mi supuesta hermana hasta la armería, con un tono que evidenciaba lo que me asustaba aquello. Una cosa era que nos atacasen o persiguiesen, pues al fin y al cabo, siempre podíamos luchar o escapar… pero no si simplemente nos hacían desaparecer uno a uno.

No pienso dejar que me arrastren a ningún sitio…- pensé -Y mucho menos dejar que se lleven a mi madre- me dije, pues por su tono, estaba tan decidida a ir como yo lo estaba a impedir que le pasase algo. Por suerte, la armería a donde nos llevó mi supuesta hermana no estaba precisamente mal abastecida, por lo que empecé a abastecerme. Si la única opción era ir al lugar aquel que habían dicho, no pensaba hacerlo indefensa, especialmente si habían más cosas como las de la universidad esperándolas.

Lo primero que llamó mi atención fue un arma que ya había visto en numerosas ocasiones, aunque nunca en vivo. Una Thompson con cargador de tambor, modelo M1928A1 según ponía en el estante, la favorita de los gánsters en las películas que no tardé en agenciarme, así como el par de cargadores normales que había junto a ella, los cuales guardé en un cinturón con portacargadores.

¿Espadas?- le pregunté a mi madre al verla equiparse... sin mencionar llo que opinaba del arco y las flechas que había cogido Jules -Es demasiado arriesgado, mama- le dije mientras me dirigía a otra estantería para coger un par de pistolas, dos  Colt M1991A de calibre 45 con sendas fundas de pistola que me coloqué en la parte de atrás de la cintura, así como un pequeño revolver Colt Detective Special en una pistolera especial para el tobillo -Mejor armas de fuego- dije, a pesar de lo cual, también era consciente que tenía que tener algo para defenderme de cerca, solo que en lugar de un machete o una espada, me decanté por algo más contundente y manejable a mi entender, en concreto una pequeña hacha etiquetada como LaGana VTAC Tomahawk que iba con una funda para poder llevarla en un costado.

Yo también…- empecé a decir, aunque me detuve a mitad de la frase -Espera- dije mientras me dirigía a otra estantería donde había una escopeta militar, una Mossberg 500 con una bolsa para llevarla, la cual aproveché para meter cuantos cartuchos y munición pude.

Por si acaso- pensé, pues mejor llevar cuantas armas pudiésemos meter en el coche.

Estoy lista- le dije a mi madre, muy a mi pesar, eso sí. Al fin y al cabo, que me hubiese resignado respecto a lo de huir y que hubiese empezado a armarme como si estuviese de acuerdo no significaba que estuviese ansiosa por ir, pues en realidad intentaba pensar en ello lo menos posible -Aunque deberíamos llevar vendas o algo por el estilo también- añadí.

En un momento dado, podría ser desde el principio sin diferencia alguna, las mujeres se dieron cuenta que estaban acompañadas en silencio desde una esquina del salón de James.

- Soy el responsable del mantenimiento y cuidado de esos “objetos” que han tomado; y solamente el señor Bartlevy es quien otorga el permiso para su uso. ¿Cual es vuestra historia? - advierte William desde la comodidad de un sillón y la penumbra que camufla su posición.

El hombre ahora viste una chaqueta de cuero entreabierta que deja ver una bandolera cruzada y quizás una arma si la imaginación lo permite. Aparte de sus jeans clásicos y sus botas, un sombrero tejano remata su apariencia.

- Las vendas son importantes, si. - respondió a su hermana. - Soy médico, eso no va a faltar. 

Y ya cuando estaban dispuestas a salir, es Williams el que se interpone en su camino. Momento en el cual, Jules les hace un gesto de que ella sería la que hable con aquel hombre, la conocía de pequeña y podía ver en la mirada de la rubia que las cosas estaban muy mal. 

-Lamentablemente mi Padre y el esposo de ella se han ido en secreto al lugar que ya sabes, el tema es que quedaron atrapados allí y su vida corre peligro. Si no vamos nosotras, los perdemos, por eso las armas y todos los recaudos que estamos tomando. Espero que puedas entender Williams... -  se explicó seria. 

Aquel hombre conocía a Jules y confiaba en que ese conocimiento ayudará para que todas puedan salir de allí a buscarlos. 

A punto estuve de disparar al chofer, mayordomo, guardaespaldas o lo que quiera que fuese aquel tipo cuando me percaté de su presencia, puesto que ni siquiera le había oído llegar.

¿¡Cuando narices ha llegado!?- pensé, intentando calmarme sin demasiado éxito.

¿Mi historia?- pregunté, entre atónita y sorprendida tanto por la pregunta, como por el tono calmado con el que había hablado -Mi historia es que esta maldita casa ha intentado matarme y que algo nos persigue a mí y a mi madre desde que tuvimos la mala suerte de cruzarnos con ella- le dije, sustituyendo por ira la sorpresa anterior -Y si esto me sirve para defenderla, cogeré cuanto pueda- añadí, refiriéndome a las armas.