Capítulo dos: La mansión Martinson

El lujoso vehículo se pone en marcha por la única avenida del pueblo, sorteando postes y árboles caídos junto a algunas obstrucciones poco usuales, como por ejemplo un piano, una pila de libros incendiados junto a un poste, carritos de bebe y enormes grietas en el asfalto.

Por ende la velocidad es pobre junto a la espesa niebla que al menor despiste puede provocar una colisión contra algún obstáculo. Tal situación permite a los antiguos pacientes del hospital de Bar Harbor tomar nota sobre la inusual construcción y arquitectura de las edificaciones del pueblo isleño ya que además hasta el momento el único coche que han visto ha sido el de Krebs.

Mientras el coche abandona el pueblo, la carretera (que hasta ahora no estaba mal) se vuelve menos lisa y peor señalizada. Los baches y agujeros ponen a prueba la suspensión del Vauxhall. Mientras Krebs lucha por mantener el coche en ruta, los Despertados ven unas cuantas casas aisladas, casi pegadas a ambos lados de la carretera, reunidas en grupos de tres o cuatro. En torno a las casas hay tierras de cultivo. Debido al pequeño tamaño de estos terrenos, parece que se usan sólo para producir alimento para cubrir las necesidades de la familia.

Al menos aquí la niebla no parece ser tan espesa, a contrario del pueblo…

Mientras continúan en el coche, parece haber poca diferencia en la elevación del terreno en los quince minutos que lleva alcanzar la Mansión de Roger Martinson. La razón de que el viaje dure tanto es la pobre condición de la carretera. La casa de Martinson es mucho más grande que cualquier otra, aunque es de  estilo colonial americano. Se sitúa lejos de las otras residencias más pequeñas y está oculta tras unas arboledas. También se encuentra a mayor altura con respecto a las demás casas.

Krebs detiene el coche y se baja para abrir las puertas de madera que bloquean la carretera que sube a la Mansion. Después avanza y vuelve a detenerse (para salir a cerrar la puerta), y los demás pueden observar el lugar, cuyas tierras están bien cuidadas cerca de la casa, y se van mostrando más descuidadas cuando están a mayor distancia de ésta. La mansión en sí tiene es una estructura de piedra de dos plantas en buenas condiciones con tejado de pizarra (aunque no le vendría mal una mano de pintura en los elementos de madera, curtidos por años a la intemperie). Tras detener el coche frente a la puerta delantera, Krebs hace un gesto para que le sigan. Camina hasta la puerta, la abre y finalmente vuelve a hablar  - Vamos que no tengo todo el día. Regreso por sus compañeros, si todavía viven desde luego. -  

Johan estaría realmente asombrado y maravillado sino fuera por las oscuras y tétricas circunstancias en las que se encontraban. Aquel lugar parecía sacado de una novela de misterio donde se celebraban grandes banquetes con el asesinato de algún invitado. Su localización parecía gritar al aire que era un sitio al que uno no debía acercarse sin una invitación y el chofer que los estaba llevando lo confirmaba con aquellas pintas de mafioso ya pasando de moda.

Cuanto se bajaron, miró con recelo a aquella enorme casa que perdía su grandiosidad cuanto mas se acercaban. Al bajarse del coche, tuvo bastantes preguntas en mente para el trabajador del alcalde, pero se lo ahorró pensando en la actitud que estaba teniendo hacia ellos. Posiblemente, su jefe tendría mas ganas de hablar. 

Durante el trayecto permanezco callado, y observando todo, me quedo con el nombre de las calles, los giros que hacemos, todo. Por supuesto también me fijo en las propias calles, en lo que hay... y en lo que no.

Al llegar la casa me da un mal presentimiento, no me gusta nada, algo en ella ya era tétrico antes de que todo esto pasase.

-Buen viaje- Digo, aunque el tono parece indicar que le trae sin cuidado.

Avanzo con tranquilidad hacia la casa, observándola, mirando el jardín, en guardia, como esperando que algo apareciese de repente para intentar matarlo.

Durante el viaje permanecí en silencio junto a mi hermana y aquel joven que ni recordaba el nombre. El estado general de la isla llamaba ponderosamente mi atención, parecía que estaba todo desolado y la poca vida "humana" que allí se encontraba se las apañaba demasiado bien para sobrevivir con un clima bastante extraño ya que ni el sol perpetraba siquiera. 

Luego de dedicarla una mirada cómplice a mi hermana, más que todo para memorizar el camino las dos, previniendo cualquier infortunio que nos termine dejando en la calle, susurro algunas palabras. -Julie... ¿No te resulta familiar el lugar?-  en tantas misiones que fuimos encomendadas a realizar por separado tal vez encontró un lugar similar. De mi parte quedaba claro que jamás había pisado aquella tierra. 

Una vez al llegar, descendemos del auto y ante mis ojos una mansión bastante derruida se encontraba delante nuestro. En este caso una enorme sonrisa se dibujó en mis labios, recordando nuestras épocas de entrenamiento en la madre tierra, justamente en lugares como estos, al que nosotras llamábamos laberintos de pequeñas a modo de juego, cuando en verdad nos estaban entrenando para lo peor. Es que en aquellos tiempos, seguíamos siendo inocentes. 

- Laberinto. - expreso con cierto brillo en los ojos, dejando en claro que mi hermana comprendería la parábola al mencionar esa palabra. Y mientras Julie portaba su hacha, allí quedamos junto al Coronel y el muchacho esperando al resto del grupo. - Hola Aaron, de nuevo juntos. - expreso con cierta picardía siendo consciente de que nos querría bien lejos considerando lo que pasó en el ascensor. 

La arquitectura y la construcción de los edificios y del pueblo en general son de comienzos del siglo XVIII. Hay que decir que los edificios que han sido recientemente construidos no sólo parecen tener el mismo estilo, sino que las técnicas de construcción parecen igual de antiguas (es como si nadie en la isla ha aprendido nuevos métodos de construcción en los últimos 250 años).

Poco antes de llegar a los terrenos de la mansión Martinson algo escrito en el camino llamó la atención.

_{(cadáveres por delante)}

La arquitectura y la construcción de los edificios y del pueblo en general son de comienzos del siglo XVIII. Hay que decir que los edificios que han sido recientemente construidos no sólo parecen tener el mismo estilo, sino que las técnicas de construcción parecen igual de antiguas (es como si nadie en la isla ha aprendido nuevos métodos de construcción en los últimos 250 años).

Poco antes de llegar a los terrenos de la mansión Martinson algo escrito en el camino llamó la atención.

(cadáveres por delante)

La arquitectura y la construcción de los edificios y del pueblo en general son de comienzos del siglo XVIII. Hay que decir que los edificios que han sido recientemente construidos no sólo parecen tener el mismo estilo, sino que las técnicas de construcción parecen igual de antiguas (es como si nadie en la isla ha aprendido nuevos métodos de construcción en los últimos 250 años).

Poco antes de llegar a los terrenos de la mansión Martinson algo escrito en el camino llamó la atención.

(cadáveres por delante)

Me pongo a andar hacia la casa, mientras la observo. Que poca imaginación gastan por aquí.

Escucho a una de las gemelas, que sigo sin distinguir cual es cual, saludarme de forma... peculiar. La miro con una ceja levantada. Sigue teniendo un buen meneo, pero el tema demoníaco ya no me termina de convencer...

Al final suspiro y sin decir nada me dirijo hacia la casa, cuando solo he dado dos pasos, me fijo en que hay algo escrito en el suelo, me paro un segundo a leerlo y luego de mal humor saco la espada. 

-Genial.- Digo con sarcasmo. -Como hayamos caído de la sartén al fuego va a ser genial.- Y continuo andando, alerta a todo.

Durante el viaje me mantuve cerca de mi hermana y sin soltar el hacha en ningún momento mientras seguía pensando en la muñeca durante todo el trayecto. No se me habia pasado el comentario sobre que éramos peligrosas. Y tenia razón. 

Al llegar a la Mansión no me sorprendió para nada el estado que tenia. La verdad era que no esperaba para nada otra cosa.

Si.Esto es el infierno. Es igual en todas partes. Pero no , no he estado en este lugar antes. 

Si laberintos. comento a mi hermana con una tímida sonrisa. ​General siempre se va de la sartén a las brasas.

Me giro hacia el Chofer cuando dice que volverá a por nuestros compañeros si es que siguen vivos.

Bueno pues que tengan suerte.

Krebs escuchó las palabras de los recién llegados antes de entrar a la enorme mansión. No respondió a la dialetica de los presentes y tan solo se digno a que todos sigan sus pasos al interior, solo que al ingresar sonrió con malicia. Era asombroso que con tan sólo un par de pasos se había esfumado. Parecía que la casa se lo hubiera tragado.

Entonces los cuatro acompañantes avanzaron hacia la imponente estructura…

En cuanto a la residencia, dos chapiteles góticos de altura desigual dominaban la silueta asimétrica que estaba situada en uno de los puntos más altos de la isla. En otros tiempos y con buen clima se podía ver toda la isla y el mar circundante.

Su construcción se había completado en el curso de los siglos, en muchos estilos de ladrillo y piedra; había senderos en el jardín, torrecillas y torres, muchas deterioradas al grado de estar derruidas.

Vitrales los miraban bajo cejas de ladrillo arqueado. La mansión Martinson parecía, al mismo tiempo, una construcción inconclusa y demasiado cansada para seguir, como si estuviera viva, pero muriendo lentamente.  Daba el último aliento mientras la niebla pudre su estructura reseca por cientos de antiguos soles.

Si bien la mansión puede llegar a impresionar, enfrentarse a una propiedad que alguna vez fue magnífica y que ahora se encontraba en ruinas, también causa un dejo de tristeza.  Casi trasmitiendo transmitía una dignidad desesperada por tiempos pasados de una vida que había comenzado con refinamiento y elegancia, pero que se había quedado sin medios para sobrevivir. Hablaba de pérdida.

Su imagen daba la impresión de que la estructura se mantenía en pie únicamente por alguna extraña fuerza de voluntad, que si su propietario fuera un hombre común, habría desparecido en la niebla como un espejismo.

Los cuatro invitados cruzan el umbral cuando el viento azoto la puerta de entrada hasta cerrarla con fuerza. Todo era tan inesperado e inusual, como el sorpresivo aire que surcaba el hall con fuerza, casi succionando a los visitantes hacia el interior de la mansión. Hacia sus entrañas…

Con la puerta cerrada, el amplio vestíbulo se sumió aún más en la penumbra, impidiendo ver los detalles arquitectónicos. La estancia era enorme y una extraña sensación abrazo a los presentes. Mil ojos se posaban en ellos desde la oscuridad y nada podrían hacer sin ser vistos porque el presentimiento de fatalidad era casi palpable, tanto como el aire viciado y mohoso del interior de la mansión.

Desde la puerta hacia el interior, a un metro aproximadamente, un cuervo yace en el suelo con sus patas hacia arriba. El moribundo animal tenía sus alas quebradas y una antigua herida ahora servía de nido para muchos gusanos que escapaban por el suelo de la estancia en búsqueda de un nuevo hogar.

El interior del hall se trata de una gran sala rectangular con un techo tan alto como dos chapiteles góticos que se podían apreciar desde afuera. Dos sendas escaleras ascendían zigzagueantes en el medio de la estancia y conectaban los niveles superiores con una balconada en cada nivel. Del otro lado un pasillo conduce a otra habitación enorme y a la parte trasera de la mansión.

Esta habitación está parcialmente amueblada con un banco de madera en una pared y un sofá muy viejo contra las escaleras. Hay mesas cerca del banco y del sofá y cada una soporta un candelabro. Colgando del techo (conectados mediante cuerdas a las esquinas de la habitación) hay candelabros de dos brazos. Pueden bajarse con las cuerdas. Cada candelabro soporta seis velas.

Hacia el final, dos puertas dobles dejan entrever una biblioteca y una habitación oscura.

En el suelo del Hall una inscripción grabada en mármol cita lo siguiente:

Ahora vemos por espejo, veladamente; pero después veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

Corintios 13:12 

Mientras los invitados contemplan el interior de la mansión, un hombre y dos muchachas aparecen por las escaleras. El hombre por sus ropas elegantes debe ser el Barón de la casa ya que Krebs saluda con un gesto, el mejor gesto que podría hacer el misterioso mayordomo.

Martinson es un hombre que pisa los cuarenta años, tal vez un poco más. Posee una abultada cabellera grisácea y facciones europeas, igual que Vannacutt.

-¡Bienvenidos! – exclama alegremente el alcalde de Bar Harbor mientras baja por las escaleras.

Sus dos acompañantes son dos muchachas que apenas rozan los veinte años. Una joven de cabellos dorados y otra de color azabache siguen los pasos de Martinson. Las dos llevan amplios vestidos que ocultan sus delicadas curvas.

Johan se adentró en las puertas de la mansión, pasando su estado de ánimo de ser asombrado a profundamente deprimido y algo asustado. El mensaje que había visto en el suelo no le había alertado en exceso teniendo en cuenta el estado del hospital. El recibimiento de aquella ave muerta parecía representar con poética exactitud la situación que estábamos viviendo, la fragilidad del cuerpo y del alma, de como aquel sitio te destrozaba, y la espalda del joven muchacho era una prueba de esos horrores.

Un hombre acompañado de 2 jóvenes les dieron la bienvenida, parecía estar demasiado alegre para las situaciones en las que todos se encontraban, en el improbable caso de que no tuviera conocimiento de lo sobrenatural, su casa en ruinas y el estado de todo el pueblo debería ser mas que suficiente para quitarle la mas leve de las sonrisas al mas positivo de los hombre.

Johan agachó un poco la cabeza en señal de respeto y se atrevió a hablar el primero, normalmente, tendría su sonrisa natural,pero la profunda depresión en la que se encontraba solo le permitía soltar palabras sin alma ninguna.

-Gracias por recibirnos señor Martinson, me llamo Johan Mathews, creo que todos tenemos ganas de hablar con usted  y preguntarle muchísimas cosas...Pero me atreveré a decir lo que creo que todos nos preguntamos. ¿Porque nos ha querido recibir? 

La mansión parecía sacada de las peores pesadillas de un loco. Desde luego era muy siniestra. Como toda esta maldita realidad en la que habíamos despertado. Pero este sitio no seria diferentes de cualquier infierno en el que hubiéramos estado mi hermana y yo. Siempre habríamos sobrevivido juntas a lo peor que el destino nos había deparado y desde luego este lugar no seria diferente.

Al entrar me fije en el cuervo tumbado boca arriba con las alas quebradas y sirviendo de casa para un sin fin de gusanos.

Trágico final para una hermosa criatura. Y es que me gustaban los cuervos. Y ver el triste final de este me hacia sentir empatía por el. Algo bastante extraño todo fuera dicho.

Mientras seguimos andando vi la inscripción del suelo. A mi esa cita no me decía nada pero no es que fuera tan estudiosa como Jules.

Y de pronto por las enormes escaleras aparecen un hombres y dos hermosas doncellas.

Bien hallados. Respondí a su bienvenidos. Soy Julie y ella es mi hermana Jules Hawk.

Mientras avanzo a paso firme voy recreando la vista por el interior de la derruida Mansión, parecía a simple vista que el tiempo se había adueñado de sus belleza dejando aquel vestigio de historia, decadencia y falta de cuidado. Sin dudas, nada de esto me sorprendía, podía ser de películas pero nada que provoque en mi una actitud de estupefacción. 

Este lugar sería un buen escondite para filtrar información, la mayoría de los espías de mis tierras usaban estos lugares como centros de operaciones por la facilidad de camuflarse en antiguos castillos o Mansiones que ya dejaron de formar parte de la historia. 

Por esa razón, al llegar directamente al Hall intercambio unas miradas con mi hermana mientras observo detenidamente al dueño de la estancia y sus mujeres. - Señor... - hago una pequeña reverencia, esto parecía del siglo XIV por ende actuaba acorde, no vaya a ser que falte el respeto ante tanta magnificencia. 

Así que sin perder de vista y atenta a las respuesta sobre las preguntas que realizó el chico, me mantengo en modo alerta junto a Julie, cualquier desbarajuste o algo que no me caía del todo bien, le saltaría en la yugular. 

El coronel observa con frialdad la escena, no se puede creer que en medio de un apocalípsis estemos en algo que empieza a parecer una ridícula fiesta. Niega con la cabeza y empieza ha hablar. -Señor soy Aaron Michalson, coronel de la marina de los Estados Unidos, dígame... ¿Qué está pasando? y Lo que más me gustaría saber ¿Se ha intentado parar... o por lo menos contactar con el exterior para pararlo?- La voz era grave y pausada, pasaría por tranquila pero hay suficiente fuerza en las palabras para, que sin llegar a parecen una orden u amenaza, dejase claro que requería de una respuesta clara.

El coronel observa ahora las reacciones de la gente, no solo el alcalde, sino también de sus hijas y del mayordomo.

Martinson se adelanta dejando a las dos muchachas atrás. El alcalde de Bar Harbor se acerca al grupo con energías, incluso parece muy contento de la llegada de todos. Hasta tal vez un dejo de curiosidad irradia de su mirada excitada por el acontecimiento.

- ¡Buen día señoras y señores! Soy Roger Martinson, el Alcalde y terrateniente de Bar Harbor. – se presenta mientras da vueltas alrededor del grupo que lo observa intrigado.
- Ellas son mis criadas Ángela y Brandy. ¡Saluden muchachas! – agrega Martinson mientras regresa al pie de la escalera para recibir a sus acompañantes con una amplia sonrisa.

   - H…hola.. – responden las jóvenes a la orden del amo de la casa saludando a todos.

Ellas hablan titubeantes al unísono para luego permanecer junto a Martinson. Ahora que el grupo puede observar desde cerca pueden ver sus facciones un poco demacradas y sus miradas algo perdidas.

- ¡Ohh pero que irrespetuoso! Mis disculpas. Permítanme que acompañarlos a un sitio donde desayunar y hablar. ¡Hay mucho que hablar! – entonces Martinson y sus acompañantes conducen al grupo hacia la puerta de la derecha que permite el paso al Comedor de la mansión.

Se trata de una habitación espaciosa con una mesa alargada, ocho sillas y una chimenea en la pared este. Hay una mesa para el servicio en la pared norte y un armario con porcelana china y cubertería de plata contra la pared sur. Otra lámpara, de dieciséis velas, se encuentra suspendida en el centro del techo. La cubertería de plata y la porcelana china están muy ornamentadas. La habitación también posee varias obras de arte, como por ejemplo pinturas. Hay un par de puertas abatibles en la pared norte que llevan a la cocina.

Tal vez el cuadro más llamativo es uno similar al que se encuentra en el Hospital de Bar Harbor.

El cuadro tiene una tabla de bronce debajo, en la tabla se puede leer lo siguiente:

Dios creó el tiempo y lo dividió
entre el día y la noche.
Dios ordeno medir el tiempo 
Y fraccionarlo en trece horas.
Dios mostró el camino a la
salvación y le dio dicha a la gente.
Y Dios se separó durante un
tiempo infinito de la gente.

Martinson toma asiento en la punta de la mesa dejando que el grupo decida donde ubicarse. Ángela y Brandy toman asiento en las sillas más cercanas a él, ubicándose una a la derecha y otra a la izquierda. Krebs se aleja por las puertas abatibles hacia la cocina en búsqueda de aperitivos para los presentes. Antes de abandonar el Comedor Krebs pone a funcionar un fonógrafo. El antiguo aparato comienza a reproducir música bastante inadecuada para la reunión, casi perdiendo toda objetividad y causando confusión entre los invitados.

- ¡Muy bien, ahora si podemos comenzar! Es difícil charlar con el estomago vacio. – Agrega Martinson para romper la pequeña pausa que se había creado al ingresar al enorme comedor de la mansión. – Para empezar todos los visitantes de la isla son mis invitados honoríficos, en especial ustedes por “lo que ya saben” y todo lo demás… - mientras habla Martinson gesticula las olas y una especie de barco hundiéndose con las manos - … esperaba enviar por ustedes la semana entrante pero la situación es inminente. Tengo una propuesta para ustedes pero deberá esperar hasta que el resto de sus amigos lleguen. Luego que Alan sirva el desayuno ira a por ellos. Debe ser horrible la situación del pueblo… ohh mi querido pueblo… - Por un momento el hombre se ve agobiado por la situación actual ya que al mirar por un ventanal en dirección al pueblo lleva sus manos a su rostro pero luego algo llega a su mente y pregunta con energías – Pero díganme una cosa ¿Cómo esta la situación allí? ¿Hubo alguna mejoría? –
Martinson aguarda las respuestas con gran intriga…

Observo a las jóvenes, que parecen más esclavas que sirvientas, precen totalmente idas, como drogadas o en estado de shock, he visto esto muchas veces después de una batalla, soldados ardientes durante el fuego enemigo, verdaderos guerreros que después de que la adrenalina pase, son conscientes de lo que acaban de pasar... matar, ver morir amigos... Verdaderas almas en pena hasta que vuelven a ser ellos. Algo parecía pasar a esas dos jóvenes.
Después observo con verdadera repugnancia el cuadro y su herética inscripción. Demasiadas coincidencias con el hospital
Una vez pasamos al salón todo se desvanece por un rato al pensar en comida... Estoy hambriento, quiero comer, beber, fumar hasta reventar, olvidarlo todo mientras disfruto del placer que es degustar manjares exquisitos propios de gente pudiente, me pierdo durante unos instantes hasta que vuelvo a escuchar la voz del alcalde, hablando de las muertes y su pueblo y me centro de nuevo.
Su pueblo esta muerto, no hemos visto a nadie de camino aqui, el hospital es más un matadero que otra cosa, seres pululan por él... Así que voy a repetir mi pregunta una vez más, ¿Qué se ha intentado para parar esto o para contactar con el exterior? Mi voz ahora es muy dura y seca aumentando un grado la presión del alcalde que me parece que, o no es consciente de la situación o no parece estar en absoluto preocupado por ella... Por alguna oscura razón.

Todo era demasiado absurdo para mi, desde aquel sujeto acompañado de sus doncellas que parecían en estado de hipnosis extrema, portando unos modales dignos de la realeza y aquella elegancia tan medieval propio de los libros antiguos, resonaban en mi interior como si se tratase de una alarma que chillaba sin parar. Esto era una locura o en verdad estaba soñando. 

Como era una mujer mental toda aquella pantomima carecía de sentido y sustancialidad. Sin embargo, acompaño al grupo mientras le dedicaba una mirada a mi hermana, ella sabía que desconfiaba y jamás sería capaz de creer en las palabras de un sujeto tan estrafalario. Ese hombre me generaba mala espina y no pararía hasta quitarle la máscara a golpes.

Una vez sentada en la mesa, recorro con la mirada el decorado de la mesa, la disposición de los platos y el hambre infernal del Coronel. -Mierda, ya todos sabemos porque está tan gordo. -murmuro entre dientes mientras examino la comida, no vaya a ser que estuviera envenenada. Así que esperaría que Aaron se atore y ver que tal le caía. 

- Muchas gracias por su hospitalidad y como dice mi compañero, el panorama no es para nada alentador.- respondo ante su pregunta tras dedicarle otra mirada a mi hermana para que tuviera cuidado con la comida y me advirtiera de algo extraño. 

Johan se sentó junto al resto de sus compañeros, el dolor estaba quitándole todo el apetito que podía tener, además claro de los cadaveres amontonados en el hospital, el cuervo muerto y la sensación de ahogo y peligro.

No había que ser un lince para darse cuenta de que toda la decoración entorno a aquella mansión era muy semejante a la del hospital. ¿Era una idea global o solo del alcalde? Tenía que salir de dudas.

-Ellos tienen razón, venimos del hospital y es un sitio cuanto menos desolador y peligroso, en el hemos visto mucha muerte y yo mismo la he esquivado por los pelos. Tras una breve pausa, casi sin pensarlo, el joven intenta salir de dudas respecto al tema de la decoración religiosa. -Hemos visto unos cuadros muy semejantes en el hospital. ¿Fueron idea suya ponerlos? También tenían citas grabadas

Mientras esperaba que el hombre les contestara, observó a los presentes. Aquellas 2 chicas habían captado su atención, sentía lástima por ellas puesto que parecía que no quisieran estar allí. El general seguía siendo el de siempre y eso era siempre bueno, alguien directo y que pusiera las cosas en la mesa.Pero las gemelas estaban comportándose de manera muy distinta a la que conoció por primera vez. ¿Cual era la auténtica? Aun no había sacado tiempo para hablar con ellas de aquel asunto, pero suponía que lo mejor era dejarlo correr por ahora