Partida Rol por web

Johan se recomponía desde la esquina de su cama levantándose apresuradamente. Parecía que la gente peleaba entre ella pero era todo fruto de la confusión del momento, por lo que era totalmente comprensible. Además, parecían que estaban resolviendo el conflicto tranquilamente y eso lo alivió un poco, era gente civilizada al fin y al cabo. Buscando con la mirada alrededor de la habitación, pudo apreciar que mucho de los hombres aun estaban amarrados total o parcialmente. Por lo que fué cama por cama intentando liberarlos lo mas tranquila y serenamente posible para no asustar a nadie, la situación ya estaba jodida de por si.

-Me llamo Johan Mathews, Parece que nadie recuerda porque estamos aqui... 

Mientras ayudaba a los pobres diablos como el, una enfermera hizo aparición aparentemente conmocionada y asustada. Por lo visto, no estábamos invitados a liberarnos y lo dejó claro de primeras. Cuando iba a intentar hablar con aquella enfermera para que se tranquilizase, una de las 2 chicas gemelas que no había prestado mucha atención, demostró porque probablemente no habíamos sido liberados. Apretó los dientes y se acercó un poco para hablar con la enfermera y la gemela agresiva intentando parecer lo menos amenazador posible, lo cual no era muy dificil teniendo en cuenta su entorno.

-¡Tranquilas! No hay necesidad de ponerse así. Estamos un poco nerviosos porque alguien ha venido y ha matado a uno de los pacientes de aquí. ¿Porque estamos aquí? Parece que nadie lo sabe y todos tenemos la misma opinión y recuerdos. Por muy locos que podamos parecer por estar aquí, eso es algo imposible. 

Mientras intenta desatarse, ve que un chico llega hasta allí y le ayuda. Por lo que ha dicho se llama Johan.

-Gracias Johan gracias. Mi nombre es Harry.- De momento, hasta estar seguro de donde estaban y quienes eran aquellos, no iba a proporcionar el apellido. Con Harry bastaba. Una vez desatado, ve a una de las dos mujeres que son iguales amenazando a la doctora.

-Tranquila...Julie?- Ese era el nombre? -No vayan a pensar que estamos locos o algo así, porqué no lo estamos no?-

Luego se acuerda del grito, se suponía que alguien había muerto allí, así que se pone a buscar si encuentra el cadáver, para descubrir quien a muerto y como.

Harry estaba forcejeando con Aaron cuando de repente se hizo la luz. Parpadeó un poco y cuando abrió los ojos, miró a aquella figura, con un terror en la mirada que aquellos ojos no habían expresado desde 1943, allá en África, huyendo como podía con sus soldados de un trío de Tigers que se empeñaba en matar a su pelotón en aquél pueblucho de adobe. 

Desde entonces, nunca más tuvo un miedo semejante, hasta hoy.

Se separó de Aaron y tragó saliva, siguió mirando, pero aquella figura ya no estaba. Cuando se giró de nuevo al objetivo de su ataque. Su expresión volvió a cambiar, si antes fue de la rabia al terror, ahora fue del terror a la sorpresa.

¿Michalson? ¿¡Coronel Michalson!? Preguntó incrédulo. En febrero de 1943, ese hombre lo ascendió a Cabo, al tiempo que le entregaba el Corazón Púrpura por sus heridas en una patrulla.

Se cuadró un momento ante aquél hombre que estaba atacando hacía un momento, y se presentó, pues Michalson parecía dudar.

Harry Wood... usted me ascendió a Cabo en Guadalcanal, terminé la guerra como Teniente. Iba a preguntar que dónde estaban, pero estaba claro que nadie lo sabía. La sala de hospital estaba hecha un absoluto desastre. Le recordaba a cómo se veía el Hospital Saint Thomas, en Londres, después de haber sufrido bombardeos. A pesar de quedar destruida su cara norte, aún se utilizaban sus subterráneos como punto médico de urgencia de vez en cuando. Fue a visitar a un compañero en una ocasión... Lo mantenian limpio y ordenado, no como éste, pero la sensación de que era un lugar frágil, vacío y peligroso, era la misma.

¿Tal vez...? Harry pensaba, no era su punto fuerte, pero quizá había habido otra guerra. Una contra los rusos, que empezaban a buscarle las cosquillas al presidente Truman. Tal vez estaban en una especie de psiquiátrico que se mantenía a duras penas en pie, y... habían olvidado parte de su pasado a causa del shock. A alguna gente le pasaba, tras un grave accidente de tráfico, o a algunos soldados tras alguna vivencia horrible... su mente simplemente lo borraba.

Harry no era psicólogo, pero eso concordaría con el hecho de que todos parecían ver cosas raras, y estar desquiciados.

Señorita, cálmese. Dijo a Julie, aunque no sabía si aquélla era Jules o Julie. Si quisieran matarnos estaríamos muertos..... El joven no pudo evitar poner su mirada sobre las curvas de la gemela, que dejaban ver demasiado a través de aquella bata de hospital. ¿Qué es lo último que recuerdan? Yo estaba en mi habitación... en Brooklyn. Había tenido una pesadilla horrible, pero eso es todo.

¿Tal vez es una pesadilla? ¿De donde han salido todos estos, entonces? Salvo Michalson, y esa mujer "sin copia" que me suena... No creo haberlos visto nunca. Eso podría explicar que haya vuelto a aparecer Él...

Como era de esperar, mi hermana al ver que estaba allí sale corriendo como una leona hacia su presa. No me sorprendió tan solo la dejé, ella se ocuparía de la enfermera y yo de quien vaya a cruzar la puerta o de cualquier entrometido que tenga la tonta ocurrencia de frenar sus acciones. -Sobre mi cadáver.- murmuro.

Ante la escena y ver como los hombres comenzaban a rodear a mi hermana buscando respuestas o intentando detenerla, aprieto mis dientes con fuerza y en cuestión de segundos me planto detrás del que dice ser un "teniente", ya que no se me escapó el detalle de como miraba a Julie. 

Una vez detrás de su espalda, mis dedos caminan por la misma hasta que acercándome a su oído susurro unas palabras, mientras le hago señas a mi hermana sobre el resto de los caballeros. Para que estuviera alerta y que no soltara a la enfermera por más que se le tiren encima, ella sabía tanto como yo que torturar era una especialidad. Era abría la boca o se la abriríamos con la tijera, mucho para elegir no tenía. 

Luego de dejar al teniente, paso por al lado del chico más joven (Johan) y susurro también algo, solo que mi gesto se oscureció transformándose. Hasta que sigo caminando como si de un gato me tratara, pasando por al lado del Detective, al cual lo observo midiendo su actitud y finalmente, llego a donde se encontraba mi hermana. - Si es necesario le abres la boca con la tijera. Vigilaré la puerta, tengo muchas ganas de recibir al "Doctor". - afirmo tras darle un beso en la mejilla y quedar escondida en la puerta con el caño de hospital en la mano. 

La idea era simple, un paso y se lo clavaba en la espalda. 

-Ten cuidado a donde miras, tal vez te pierdas en la oscuridad y no sepas como salir de ella. - susurro en su oído y me alejo. 

- Ni se te ocurra meterte en los planes de mi hermana porque terminarás como la enfermera. - amenazo en un tono dulce pero muy siniestro. 

- Si es necesario corta la cabeza de la enfermera delante de estos, ten cuidado... Uno parece bastante desequilibrado. Vigilo la puerta. - susurro a mi hermana mientras le daba aquel beso en la mejilla, lo fácil que era engañar visualmente a todos sin que noten lo que en verdad una hace. 

Sonreí a lo que dijo el tal Johan.

Claro alguien a venido a matado a otra persona y no es para ponerse así. ¿Queráis alegrarme el día? ¿ O es que siempre sois así de gilipollas por las mañanas?

¿Esto tiene pinta de Hospital? Usad la cabeza para algo. Si estamos aquí no a sido por nuestra voluntad. Si estamos aquí es por que nos han obligado. Esto no es un Hospital al uso. Parece un lugar abandonado. ¿Esto es una enfermera? Habéis ido a pocos hospitales.

En serio no podía creer lo poco analítica que podía llegar a ser la gente.

Mire al soldado.

Eso díselo al que esta muerto ahí al fondo. Para ser soldado poco sabes de estar encarcelado. La muerte no es lo peor que te pueden hacer en cautiverio.

 Miraba hacia todos los lados. No me fiaba de nadie salvo de mi hermana. Para mi el resto eran meros desconocidos. Y la importancia que podía dar a su vida dependía de lo útiles que podían sernos.

Aunque algo inteligente había dicho.

Estaba en New York en mi piso. No recuerdo mas.

Como esperaba mi hermana me cubría las espaldas. Al menos esperaba que eso les disuadiera de hacer el estupido.

Respondí a su comentario con un rápido susurro.

No lo mates. Lo necesito vivo y respondiendo a preguntas desde el primer momento. 

Comente seria mientras apretaba mi presa sobre la enfermera. 

Como si tenemos que matar a todos para salir de aquí... Había matado a mucha gente en mi vida. Y estos seguirían ese camino si se interponían en el nuestro.

Harry habría respondido a Jules con una disculpa y sonrojándose, pero la tensión del momento solo le dio para un serio asentimiento.

Cuando Julie habló, a Harry se le ensombreció la mirada.

Oh, señorita... Le aseguro que sé muy bien lo que le puede pasar a uno cuando es capturado por el enemigo.
Y también he estado en hospitales poco mejores que éste, y a pesar de lo que pueda pensar, ahí curaban gente. No sé a qué clínicas va usted, pero en hospitales con escasez de medicamentos, a los heridos los han de atar para poder 'trabajar', si se quedan sin anestesia. Es preferible hacerlo así a no hacerlo.

Aquella mirada era lóbrega y siniestra. Daba a entender muchisimo, diciendo poco.

No deje que el miedo le haga atacar al primero que se le ponga a tiro. Habia alguien más en la sala, todos lo hemos visto, mientras que ella acaba de llegar... Piénselo dos veces.

En su empeño por liberarse, James era ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, pero todos sus esfuerzos por liberarse habían sido inútiles. Entre que no era muy fuerte, que le dolía todo y que tenía una herida en un hombro cuya gravedad desconocía, no era de extrañar que no fuese capaz de vencer las ataduras que lo aferraban a la cama. Volvió a desistir en su empeño. Entendió que no lo iba a lograr y que lo único que iba a conseguir era hacerse más daño en el hombro. Era un juego que no podría ganar. Pero de pronto, aquel tipo que decía llamarse Johan, se acercó y lo desató. 

John se incorporó y se frotó los hombros, allí donde sus ataduras le habían mordido la carne dejándole unas marcas que ahora más que antes, le dolían. 

-Gracias-dijo sonriendo a Johan mientras le tendía la mano-Soy James. 

Johan se giró hacia su espalda sin llegar a darse cuenta siquiera el gesto amistoso de James y éste se inclinó hacia su derecha para ver qué era lo que pasaba más allá. La enfermera había salido corriendo dando un portazo. Julie había intentado atacarla detenerla sin éxito. Se levantó y se acercó al resto.

-Me llamo James. Lo último que recuerdo es estar tirado en un callejón luego de una noche de juerga, después de que unos maleantes me propinaran una paliza y me robaran la cartera. No sé cómo llegué aquí, pero no fue por mi propio pie, ni sé quien me trajo, ni porqué. Obviamente esto es un hospital, pero por su estado de abandono lleva muchos años sin usarse como tal. Probablemente ese sea el motivo por el que esta gente lo cogió para mantenernos cautivos. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que llegué aquí, pero no pudo ser mucho. Y dado que la señora enfermera parece ser estadounidense pues no he percibido ningún acento extraño, deduzco que debemos estar en algún lugar de Estados Unidos, probablemente no muy lejos de Nueva York, pues es donde yo vivo...y no soy el único de los presentes que es de allí, por lo que he escuchado. Creo que será mejor que pongamos nuestras historias en común ¿De dónde son ustedes?¿Qué es lo último que recuerdan?¿Hay alguien que pudiera desearles mal por algún motivo concreto? Es posible que entre nosotros exista un nexo común. Hallarlo podría ser de ayuda. 

Mientras esperaba la respuesta, James utilizó su propia reflexión para intentar identificar qué sitio podía ser aquel. ¿Hospitales abandonados en los alrededores de Nueva York? Tampoco debería haber tantos. 

Todos deambulan libres de ataduras pero la situación no ha cambiado mucho. Cubiertos por una bata de hospital que ha visto tiempos mejores los “despertados” andan por la sala descalzos y acosados por el frio que se cuela por las ventanas, en su mayoría rotas.

Una mujer se oculta detrás de un montón de colchones sucios y hediondos con la esperanza de pasar desapercibida. Un hombre en cambio con aire profesional examina la sala y las camas intentando encontrar la presunta muerte...

Las preguntas van y vienen, surge un reencuentro pero todo cambia cuando una de las gemelas sujeta a la enfermera y la amenaza con enterrar las tijeras en su cuello a cambio de información.

La otra luego de avanzar cual gato se oculta detrás de la puerta doble que da el acceso a la sala. Allí espera por su victima con un improvisado garrote en mano...

Entretanto James, ya libre de sus ataduras gracias a un joven voluntarioso contempla pensativo el sitio en búsqueda de alguna pista que le sirva.

La desgarbada enfermera al ser amenazada por Julie comienza a temblar como una hoja al viento pero no tarda en recordar el entrenamiento de la ultima semana administrado por la policía local.

Después de todo había sido ella quien ha cuidado de las heridas de estos pacientes durante su extraño coma. Y ahora le pagaban con amenazas de muerte.

Midiendo el trayecto de su codo la enfermera propina un corto y veloz golpe en la herida de Julia, la gemela suelta un alarido ahogado de dolor que viaja por todo su cuerpo dejándola momentáneamente indefensa. Su hermana preocupada por ella acude al instante evitando que Julia golpee su cabeza en el pequeño desmayo.

 Julia luego al recobrar sus fuerzas se daría cuenta de la gravedad de la herida porque después de todo ellos todavía se encuentran bajo atención medica.

Cuando Jules se prepara para recapturar a la enfermera, la mujer había desaparecido por la puerta, entonces la rubia rechinando los dientes se arrepiente de no haber atado las manos de la enfermera o de no contar con la ayuda de los demás en la sala.

Algo que todos notan en sus cuerpos es una herida recientemente suturada. Todavía presenta el tinte de la piel irritada ante la intervención para cerrarla y evitar el desangramiento. El tacto fuerte provoca ráfagas de dolor.

Entretanto James, ya libre de sus ataduras gracias a un joven voluntarioso contempla pensativo el sitio en búsqueda de alguna pista que le sirva.

Sin respuestas James toma asiento sobre su cama a la altura de los pies y allí siente algo crujiente debajo del colchón. Al mirar con disimulo descubre un trozo de periódico que contiene una noticia sobre un naufragio y una mención al puerto de “Bar Harbor”... La novedad no acaba porque junto al recorte de periódico James encuentra un colgante de oro puro con un medallón finamente tallado.

El medallón despierta el pavor en el joven magnate, porque es el mismo amuleto que vio en su perturbador sueño... el pavor se hubiera transformado en algo más pero el contacto con aquel objeto tan valioso en cierto grado le reconforta. ¿Pero como hará para ocultar tan preciado collar de la vista de todos los presentes? James siente que debe poseerlo a toda costa porque de algún modo cree que existe una unión con el objeto. 

Midiendo el trayecto de su codo la enfermera propina un corto y veloz golpe en la herida de Julia, la gemela suelta un alarido ahogado de dolor que viaja por todo su cuerpo dejándola momentáneamente indefensa.

Julia momentos antes queda impresionada por el contacto físico con la enfermera al apresarla para amenazarla. El cuerpo de la enfermera es un trozo de hielo andante, su temperatura corporal es nula, al punto de ser incomprensible discernir como aquella mujer no ha muerto de hipotermia o algo similar.

Las puertas casi escapan de sus goznes por la fuerza que utilizan los acompañantes del “Doctor”. Cuatro sujetos portando antiguas mascaras de gas y cascos militares de la época de la primera guerra mundial entran pateando las puertas con sendos garrotes en mano. Su extraño aspecto es una mezcla de antiguos uniformes militares y vestimentas de cuero grueso que recuerdan a las armaduras medievales.

Los agresivos hombres enmascarados ahuyentan con sus armas a todos lo que se encuentran cerca de la puerta para dar paso al “Doctor” que entra muy campante en la sala.

El medico es un hombre alto, de pelo oscuro y penetrantes ojos negros, su aspecto europeo esta rematado con un bigote muy cuidado y además sus ropas profesionales están impolutas a diferencia del resto del personal. Sus gafas son de carácter especial también.

Pese a su intención el doctor no sale de su circulo de protección proporcionado por los guardias. Con aires de superioridad el hombre demanda orden en la sala. - ¡Por las siete las divinidades! ¿Que sucede aquí? - La mirada del “Doctor” no pierde ningún detalle de los allí presentes.

Tras examinar a todos los presentes el semblante del hombre casi se asemeja a lastima por los presentes.

James cogió el medallón y se quedó paralizado por un segundo. Lo miró con disimulo, ocultándolo debajo del periódico mientras recordaba las palabras de su padre.

El medallón vendrá a ti cuando el momento sea propicio.

¿El momento propicio es ahora?¿Qué tiene que ver todo esto contigo, padre?

Lo cierto es que estaba aterrorizado. El ver de nuevo ese medallón después de tanto tiempo...¿tanto tiempo?¿Cuánto James?¿Cuánto ha pasado?¿Un día?¿cinco años?¿Qué mas da?El "tiempo propicio" ha llegado.

Haría lo que tuviese que hacer si eso aseguraba la prosperidad del apellido Bartlevy, no importaba cual fuera el coste. Pero no podía llevar el medallón consigo. No podía arriesgarse a que se lo quitasen.

De pronto se abrieron las puertas y esos tipos entraron. Se temió que les dieran una paliza a todos para pacificar la situación. Pero en realidad, la confusión que causó su entrada, le vino muy bien pues le dió el tiempo suficiente para esconder el medallón sin que nadie se percatase de su existencia. ¿Donde? Debajo de un colchón, detrás de un mueble...cualquier sitio donde quedase fuera de la vista y al que pudiese volver más tarde para recuperarlo.

James se levantó. Se había sentado en una cama y estaba hojeando un periódico cuando de pronto esos tipos entraron por la puerta. El corazón le dió un vuelco debido a lo inesperado pero consiguió mantener la compostura.Tiró el periódico encima de una de las camas contiguas y se levantó. Por un momento pensó que los tipos esos les propinarían una paliza a modo de correctivo, pero se quedaron quietos, preparados para actuar en caso de necesidad. Tras ellos apareció ese tipo. Al parecer, "El Doctor" al que se había dirigido "La Enfermera" tan solo un instante antes.

James se acercó lentamente, sin prisa y aunque estaba al borde de un ataque de nervios, sonrió levantando la mano con la palma abierta, como pidiendo calma. No parecía que tuviesen muchas posibilidades contra aquellos tipos, así que intentó razonar con aquel tipo por las buenas.

-Verá Doctor-dijo deteniéndose a unos dos metros de él-sucede que los aquí presentes no sabemos donde estamos, no sabemos qué hacemos aquí, ni porque se nos ha practicado una operación quirúrgica sin nuestro consentimiento...Bueno, lo que ha pasado lo sabe usted mejor que yo, pero comprenderá que algo así pone a prueba el temperamento de cualquier persona. Supongo que en nuestra situación, no nos culpara porque intentásemos hacer lo que esté en nuestra mano para liberarnos e intentar buscar una escapatoria y porque no, una explicación a todo esto. Aunque es obvio que no tiene la menor intención de dejarnos marchar, quizá usted nos pueda ayudar al menos en esta última cuestión. Dígame ¿qué hacemos aquí y porqué se nos ha operado?¿Nos han extraído algún órgano acaso?¿Con qué objeto?

La voz de James sonaba tranquila, conciliadora y sincera. Si funcionaba quizá obtuviesen alguna respuesta y si no al menos, podía ser que distrajese al doctor durante el tiempo suficiente para que Jules le pusiese una tijera en la garganta.

El recorte del periódico.

Falta la parte de la fecha pero dentro de la nota cita "durante la primer luna de noviembre".

Una pregunta: si quiero atacar al médico,  cual es la dificultad en la tirada?

La dificultad es media. Entre 15 a 18.