Partida Rol por web

El coronel entrecierra los ojos, claramente no está acostumbrado a que le lleven la contraria. Claro mucho mejor ir a un sitio que podría no existir, que podría ser una trampa, que no sabemos cómo está... pero que tácticas de mierda le han enseñado...

Aaron observa los movimientos de todos sin decir una palabra, intentando comprender que mueve a cada uno, y lo que va aprendiendo no le gusta nada.

Observa el pasillo y se queda helado, hay campos de batalla menos devastados ¿Que ha ocurrido aquí? Se acerca al cuadro, por pura curiosidad, está intacto, un acto deliberado ¿Pero cómo? O esto ha sido hecho por un solo grupo, o es imposible que siga intacto aunque una persona se dedicase solo a "protegerlo"

Lee la inscripción y una profunda sensación de asco recorre el cuerpo de Aaron. Que puta blasfemia.

Escucha el grito del teniente y se gira a mirar. 

Otros putos zombies. ¿Será mi mente de nuevo? ¿Más gases alucinógenos? Pienso mientras mi pulso sube, sólo un poco. Me la pela... si han sido ellos los que han provocado este caos aquí hay algo que no han destruido, quizás sea porque...

Agarro el cuadro y se lo lanzo . -Mira, lo pintó Hitler- Digo, haciendo referencia al hobby de Adolf Hitler por la pintura, quizás nos de unos segundos, pienso mientras me acerco a la puerta que se abre hacia fuera, así que la cierro de un portazo. Observo y veo que justo a su lado hay un mueble de aspecto muy pesado, parece el típico armario de medicinas, aunque está vacío. Intento tirarlo pero es muy pesado. Me impulso, poniendo de ayuda mi peso. Entre la fuerza y mi abultado peso lo consigo tumbar, aunque tuve que apartarme muy rápido porque casi se me cae encima.

-Eso nos dará algo de...- Escucho un sonido metálico al otro lado, puede que no conozca las armas nazis, pero desde luego ese sonido es casi igual para todas las armas, es el chasquido que hace una metralleta al ser amartillada para disparar. -Todos fuera- Digo mientras me aparto de la puerta, dirección a las escaleras. -Todo el que se quede en este pasillo va a parecer un colador en unos segundos, rápido.-

El pasillo al que llegaron estaba hecho mierda. Era como entrar en un escenario barrido por la guerra. Que coño ha pasado aquí?

Estaba todo desolado, las cosas dejadas como si la gente hubiese marchado deprisa, gaviotas muertas contra las ventanas... Pero había algo que preocupaba más a Harry. Según el medico, tenia que atender a más pacientes...pero donde estaba todo el mundo? No había ni pacientes, ni trabajadores...ni nadie. EL medico había dicho algo de reunirse en la capilla, pero suponía que la gente mal herida tumbada en su cama seguirían allí. O se llevaban a todos? No pudo darle más vueltas al tema. Porqué de repente el nivel de absurdidad subió. Escucho gritar al soldado que corrieran, y luego vio al otro militar tirar el extraño cuadro a...Unos zombies nazis!?!?!!? No había una película sobre eso? Durante unos segundos cerro los ojos, pensando que eso era un sueño...

...pero no, seguian allí. El general, o lo que fuese, atranco la puerta. Entonces se escucho el amartillar de un arma. Los Zombies Nazis iban a abrir fuego...

-Vamonos!-

Harry empezó a correr hacia atrás, cuando en una de las habitaciones consiguió ver con su vista experta algo que sobresalía de debajo de una cama. Entro en la habitación, eran unas botas. Tiro de ellas y se encontró con medio cuerpo de un nazi. Solo tenia la cintura y las piernas, el resto del cuerpo no estaba. Llevaba unas botas, un pantalón...y lo más importante, una cartuchera con una luger.

Harry rápidamente saco la luger y comprobó el cargador. Cinco balas, bueno, mejor que nada. Se calzo las botas militares y se quedo aguardando tras la pared, con la luger en la mano.

Caminaba junto a mi hermana, alerta y sin dejar nada atrás. Observaba como mis compañeros se atreven a explorar y hago lo mismo hasta entrar en una habitación con Julie. Allí encontramos unas camisetas todas manchadas, unos pantalones largos y calzado para las dos, ni lentas ni perezosas nos pusimos la ropa para luego regresar al pasillo con el resto. 

Todo iba tranquilo, demasiado para mi gusto, hasta que el soldado grita y al mirar hacia aquella dirección descubro a tres soldados muertos que caminaban. Esbozando una sonrisa me dedico a mirarlos con detenimiento, era la primera vez que encontraba algo así y me resultaba gracioso porque debían estar haciendo experimentos con las personas que se encontraban aquí y yo ni loca permitiría que Julie o yo nos convirtamos en eso. 

Por esa razón al avanzar tropiezo con un cuchillo, lo agarro y se lo lanzo directo hacia la cabeza, al menos quería saber como podían eliminarse esas cosas en vez de salir corriendo como ratas. Al ver que seguía en pie con eso clavado, salgo corriendo de allí analizando a mi enemigo, si un cuchillo no era suficiente tenía que volarle la tapa de los sesos podridos o cortar su cuello... Todas opciones viable, si señor. 

Johan recorría el pasillo junto al resto. Todo estaba derruido como todo el hospital suponía. Parecía que había sufrido los horrores de la guerra o algun tipo de calamidad dejando incomunicados al resto. Un cuadro chocó con todos los que estaban allí. Parecía que alguien había interpretado el cuadro a su modo mientras estaba en el hospital. Con los reportes de ataques de locura que le había comunicado el doctor no era mas extraño que el resto de sucesos que les estaba pasando. 

Una voz extraña llamó la atención de johan que miraba el cuadro con curiosidad y la escena le chocó totalmente. Eran como unos actores de una mala pelicula. Pero estos posiblemente eran reales ya que portaban armas y hablaban. No tardó mas de 2 segundos en darse cuenta del peligro ante las palabras del militar y huir junto al resto.

James estaba acomodando sus cosas en el bolsillo cuando escuchó un ruido gutural proveniente del pasillo. Volvió a coger el tubo que había cogido en la sala común y salió al pasillo. Lo que vio le sorprendió sobremanera. Hasta el punto que retrodeció un paso, temeroso, pero consiguió reponerse en seguida. Viendo la actitud amenazadora de aquellos seres buscó una vía de escape y viendo que sus compañeros hacían lo mismo, echó a correr. 

Todo el lugar estaba igual de abandonado. El Doctor podía decir lo que quisiera pero todo esto era muy extraño. Demasiado diría yo.

Al fondo veo el faro del que había hablado.

Bueno al menos algunas cosas son verdad.

Al ir por el pasillo me fije en la sangre y las escrituras de las paredes.

Hermanita. Creo que esto es un jodido psiquiatrico. Me recuerda a nuestra juventud. Ya sabes.

Los mensajes religiosos estaba por doquier. Lo que era bastante extraño la verdad. Pero me llamo la atención el cuadro que estaba en perfecto estado.

¿Y esto por que esta tan bien conservado?

Mientras observaba por las habitaciones encontré un par de botas de pie pequeño. Me puse unas y les pase las otras a mi hermana.

Al menos el pisar los cristales no seria un problema.

Entonces me gire a ver cuando el soldado grito. Y lo que vi me dejo terriblemente conmocionada. Era como volver estar en ese maldito orfanato. Había algo terriblemente familiar. Pero cuando vi aquellas tropas nazis putrefactas fue demasiado.

Jules rápida lanzo un cuchillo contra una de esas criaturas. Yo por primera vez en mucho tiempo me quede detrás de ella muerta de miedo.

Esto no puede ser verdad.

La Decimotercera hora había mutado, cambiando su intensidad y frecuencia para siempre ahora que los Despertados se encontraban libres de la protección de Hipnos. A partir de este momento podrían caer bajo las fauces de la oscuridad para sufrir en carne propia el castigo por sus pecados.

El infierno es la repetición…

El escenario estaba preparado pero aguardó por la llegada de los pecadores hasta su despertar, luego los primeros indicios de conciencia atrajeron algunos vasallos espectrales cuando la cercanía del umbral, en la hora maldita, tan solo sirvió de puente para encarnar los terrores ocultos de los Despertados. La oscuridad daría forma a cada uno de sus temores…

Los fanáticos del Tercer Reich - abatidos en la ofensiva de las Ardenas bajo el arma de “Germanfaust” - sufrieron un destino un tanto peor que el resto de sus compañeros caídos. La temible unidad SS anteriormente dedicada a cazar judíos encontró la muerte en una emboscada planeada por el teniente, luego de ello su sufrimiento perduró por la eternidad hasta este momento que “ellos” les ofrecieron una oportunidad de venganza. Ahora disponían de tan solo una hora cuando el equilibrio natural era quebrantado y bastaría para localizar al soldado americano, donde pagaría cada gota de sangre derramada.

La agonía interminable solo seria saciada tras consumir la carne del culpable. Pronto la venganza tendría su momento…

Harry rápidamente saco la luger y comprobó el cargador. Cinco balas, bueno, mejor que nada. Se calzo las botas militares y se quedo aguardando tras la pared, con la luger en la mano.

Las botas le apretaron como mil demonios aunque Harry no tenía otra opción por el momento. Al menos podría caminar pero correr le era prácticamente imposible. Allí espero el ataque de los muertos andantes, una embestida que nunca llego porque antes el dueño de las botas reclamaba sus posesiones. El torso del soldado nazi emergió por debajo de la cama y aferró con sus garras una pierna del policía e inmediatamente chasqueo sus dientes en el aire al fallar su mordida. La carne de Harry era su meta y no volvería a fallar. En respuesta el oficial le agujereo el cráneo de un balazo y escapó de allí.

Por esa razón al avanzar tropiezo con un cuchillo, lo agarro y se lo lanzo directo hacia la cabeza, al menos quería saber cómo podían eliminarse esas cosas en vez de salir corriendo como ratas.

El cuchillo da en el blanco, entre el cuello y el mentón del soldado que porta la metralleta. El filo casi pasa de lado a lado el putrefacto cuerpo del nazi pero nada detiene su temible sed de venganza. Entonces el arma comienza a escupir su fuego mortal en dirección a la mujer atacante, pero un cuadro arrojado en el último momento por Aaron desvía la puntería del zombie ocasionando que falle por centímetros.

Agarro el cuadro y se lo lanzo . -Mira, lo pintó Hitler- Digo, haciendo referencia al hobby de Adolf Hitler por la pintura,quizás nos de unos segundos...

Aaron no lo notó pero detrás de la obra de arte había un símbolo de color rojo sobre la pared. Con la aparición de los muertos caminantes el extraño dibujo apenas pasó desapercibido y luego de la balacera mucho menos porque el coronel ya había tomado distancia a toda prisa. 

El resto tenia mejores planes que plantar lucha a un montón de muertos vivientes con ganas de acribillar a todos los que se encontrasen allí. Simplemente echaron a correr escaleras abajo.

Aunque los Despertados pensaban que eran los únicos residentes en aquel piso aquello no era cierto. Un pequeño grupo rezagado de pacientes abandona su escondite para ir detrás del grupo escaleras abajo pero son atrapados en la balacera y caen heridos de gravedad. La sangre inunda las baldosas de ese piso hasta que los soldados zombies les dan caza devorándolos vivos.

El grupo desciende  a toda prisa en medio de la penumbra hacia el piso inferior con los aullidos de agonía de las personas que son devoradas por las almas en pena.

Los gritos de los pacientes asesinados junto al posterior sonido de carne desgarrada y cartílago arrancado habían quedado atrás por ahora. El grupo avanzó por las escaleras hasta salir al pasillo del nivel inferior, el cual se encontraba en iguales condiciones que el de arriba.

Tras caminar algunos metros el sonido de una sirena los sorprende con su poderoso ulular.

Lo cual significó el inicio de un camino sin retorno…

La sirena aumentaba en intensidad obligando a los presentes a cubrir sus oídos o ser víctimas del mareo sobrenatural. Los Despertados solo sufrían los síntomas de La Decimotercera hora…

A medida que la sirena infernal aumentaba en decibeles, la oscuridad consumía todo como una criatura voraz que no tenía saciedad. Los pocos faroles que aun funcionaban simplemente perdían su brillo e intensidad ante el avance de las sombras que cubrian todo lo presente…

James juntando toda su voluntad utiliza en ese momento su mechero de gasolina con una mano mientras cubre sin éxito sus oídos del torturante sonido y lo que todos descubren resulta ser peor que el sonido y la oscuridad. El hospital literalmente transmuta su apariencia en algo más. Lo hace como una serpiente que cambia su piel o un árbol que pierde sus hojas durante el otoño…

Las paredes, el piso y el trecho se desprenden de su cubierta de yeso y pintura como sucede con un cadáver putrefacto quedando solo los huesos. Todo se desgarra, cae y desaparece  hasta llegar al metal oxidado. Ahora el hospital es un esqueleto infernal de hierro decadente, donde la hedor a muerte y ceniza es evidente…

La Decimotercera hora ha llegado, abriendo las entrañas del Otro mundo…

En su escapada, James tan solo tuvo un segundo para fijarse en aquella mancha que había aparecido debajo del cuadro. ¿Qué querría decir?¿Y si el cuadro tan solo estaba allí para ocultarla? Pero ocultarla...¿de qué?¿De ellos?. 

No había tiempo ahora para pensar en ello. Algunos valientes se habían quedado para hacer frente a aquella abominación. Era de locos. Debían llegar a la capilla, donde quiera que estuviesen. Aquello le sobrepasaba por completo y a poco que supiesen de ello, el Doctor y sus hombres ya sabrían más que ellos. Aunque la historia del doctor tenía fisuras insalvables, al menos una cosa estaba clara y era que el mundo había cambiado en este tiempo. 

¿Tiempo?¿Cuanto había pasado?¿Dos semanas?¿Un mes? El suficiente...el suficiente para que algo sucediese que lo cambiase todo. 

El estrés causado por la situación hacía que el corazón le palpitase rápida y violentamente mientras su cabeza se veía golpeada por un montón de incóngnitas sin solución aparente. Y sus pulmones luchaban por coger aire para seguir corriendo, pero en seguida James se vio sofocado. Se detuvo un momento a coger resuello y de pronto, algo pasó. Esa sirena. Parecía una de esas sirenas que anunciaban un bombardeo y que sin duda, señalaba la llegada de la temida hora 13. ¿Trece horas?¿Qué disparate era aquel?¿Tanto había cambiado el mundo hasta el concepto del tiempo había cambiado?

Y como si tuviera poco con todo esto, de pronto, todo a su alrededor comenzó a cambiar. La oscuridad parecía comérselo todo. 

-¿Pero que...?¿Qué está sucediendo?-.

James encendió el mechero, pero incluso su débil, aunque constante llama parecía que languidecía. 

Con todo su tenue luz le permitió atisbar en la oscuridad y ver lo que estaba sucediendo a su alrededor. Todo...absolutamente todo estaba cambiando. Las paredes se desmoronaban y lo que aparecía debajo de ellas era algo sobrecogedor, tétrico y maligno. Y entonces James se vino abajo. Empezó a temblar y el mechero se le cayó de las manos e incluso él mismo cayó de rodillas y se quedó allí temblando en posición fetal, incapaz de controlar su propio cuerpo. Con su mano derecha, intentaba recuperar el mechero, que seguía encendido pero su cuerpo simplemente, no le obedecía. 

El símbolo corresponde al medallon que tienes. Es el mismo grabado.

Harry estaba esperando detrás de la pared el envite de los zombies nazis, cuando algo le agarro la pierna. Rápidamente giro la cabeza mientras movía la pierna instintivamente y esquivaba el mordisco que el otro medio cuerpo del zombi intento propinarle. Se ve que no le gustaba que le hubiera robado las botas y la pistola. Entonces vio como volvía a la carga, con la boca llena de sangre...ni lo sueñes amigo... apunto y le voló la cabeza, ya de por si era un experto tirador. A esa distancia era imposible que fallase.

Cuatro balas, me quedan cuatro balas... Salio corriendo al pasillo y vio como el resto de compañeros huían en desbandada. 

Entonces se fijo en que detrás del cuadro había una mancha roja, aunque no tubo tiempo de fijarse en ella demasiado. Los zombies abrieron fuego, y algunos de los pacientes rezagados cayeron al suelo.

Empezó a correr con el resto de sus amigos, cuando de repente suena una campana con un llanto tétrico. Entonces se fija en que las paredes del hospital empiezan a perder el yeso, la pintura...quedandose en en un esqueleto de metal oxidado. Era como el gusano que se vuelve mariposa, pero en este caso de bonito no tenia nada...

Solo cuatro balas...

-Que coño!?!?!-

En ese momento, Harry tiene un cortocircuito en las conexiones de sus neuronas, quedándose estático, observando fijamente la pared.

Parecía que se iba a quedar allí, con la mirada fija en la pared, como petrificado. Cuando en el hierro le pareció ver un numero...el 47. La...la matricula del jodido sedan...no me puedo quedar aquí...he de encontrar a los cabrones que causaron la muerte de mi mujer...

Con ese pensamiento, Harry consigue activarse y dejar de mirar fijamente la pared. El numero ya no esta ahí...se lo habrá imaginado?

-Vamos!-

Empieza a correr, y ve como James se tumba en el suelo en posición fetal. Cuando Harry pasa por su lado, intenta levantarlo.

-Vamos amigo! Movámonos!- Le levanta y le ayuda a caminar.

Estaba feliz. Por fin se sentía ella misma. El espejo le devolvia una imagen radiante. Por fin el largo pelo enmarañado habia vuelto a ser esa suave y sedosa melena, con volumen y las puntas curvadas hacia el interior, enmarcando su delicado rostro de porcelana. Palido, sin imperfecciones visibles. Los ojos azules resaltaban entre las negras pestañas, y sus pomulos y cuencas oculares parecian perfectamente en su sitio gracias a los sombreados adecuados. El labial sin embargo, era un toque completamente necesario. Y dificil de elegir. Rara vez abandonaba la gama de rojos, pero aun dentro de esta, era muy dificil elegir. Estaba dudando entre un tono rojo sangre, un tono vino, algo mas violaceo y por ultimo, un rojo claro, brillante. Finalmente se habia decantado por el rojo sangre, ya que iba mejor con un vestido delicado rojo con cuello plisado. 

Cuando lo alzó frente al espejo, se quedó congelada en el sitio. Jamas hubiera imaginado encontrarse a su pequeña hijita, mirandola. No grito, no al menos hasta que no vio el reflejo de las anaranjadas luces en el metal del cuchillo. Pero tampoco lo hizo. No hubo tiempo. En cuanto iba a abrir la boca, con los ojos llorosos, para decirle que se detuviera, el filo acaricio la garganta y la piel. Cada vez que intentaba coger aire, notaba como si estuviera en el mar, el liquido borboteaba y bajaba hacia el pecho. Era angustioso. Sentia la sangre calida entre los dedos, y los ojos de su hija seguian clavados en su mente, hasta el alma. Justo cuando el cuerpo desfalleció hacia un lado del taburete, un sonido metálico la sobresaltó. 

Abrio los ojos, contemplando el tapón del carmin en el suelo, aun rodando delicadamente. Estaba sentada en la misma posicion, intacta. El pintalabios seguia en su mano, quizas apretado con mucha fuerza en la base. Todo habia sido algun tipo de alucinacion que, sin duda alguna, revelaba que no se encontraba en el mejor de sus momentos. Intentó reaccionar, salir corriendo. Pero solamente tenia la imagen incompleta del reflejo, una imagen que le devolvia la mirada, sabiendo que faltaba algo. Mas palida de lo que ningun maquillaje podia lograr, volvio a inclinarse sobre el espejo, intentando controlar los temblores de la mano que sujetaba el rojo carmin, para empezar a teñir sus labios del rojo que no hace mucho, empapaba sus manos. 

Eso era todo cuanto Evelyn sabia hacer, ahogar las penas convirtiendo su imagen en algo puro y bello, como si eso expiase su alma de los pecados, como si con capas de polvos pudiera blanquearla otra vez, purificarla. Volver a ser inocente. Pero sabia que jamas lo seria, que su hija y los recuerdos siempre la perseguirian, asi como sus temores. Nunca estaria en paz. 

Harry reconoció muy bien a aquellos soldados mientras corría a ponerse a salvo: El símbolo era fácilmente reconocible para él, y para docenas de pueblos en el Frente Oriental y en Francia: Era la 2ª División Panzer Das Reich. La División de la Muerte de Hitler.

En su haber se encontraban docenas de pueblos 'limpiados', o 'expiados', como lo llamaban. Cuando la Resistencia era muy fuerte en una región, aquellos hombres marchaban sobre el pueblo, sacaban a hombres, mujeres y niños de sus casas. Colgaban o ametrallaban a los hombres en la plaza, y a continuación encerraban y sellaban a niños y mujeres en la iglesia, prendiéndole luego fuego. Después, saqueaban el pueblo, ponían bombas en los edificios y los derrumbaban. Si tenían tiempo, luego retiraban las ruinas y todo rastro del pueblo desaparecía. Eso hicieron en Rusia...

Y aunque no tuvieron tiempo de retirar las ruinas, eso hicieron el 10 de Junio de 1944 en un pueblo francés llamado Oradour-sur-Glane. Desde que se enteró de aquello, y de los otros cincuentaytantos pueblos más en rusia, antes y después de la batalla de Kursk, Harry se propuso ir a por esa división de las Waffen SS siempre que le fuera posible. Y el día de vengar a Oradour llegó en la Contraofensiva nazi en las Ardenas.

Coordinó varios equipos, puso un anzuelo, y los nazis lo mordieron. Luego mordieron el polvo. Y luego los supervivientes pagaron carísimos sus crímenes, nunca lo suficiente, pero sí carísimo. 

Y ahora estaban detrás de él otra vez. No podía ser, pero así era. La misma furia que demostró entonces volvió a poseerle. Entretuvo a uno de ellos mientras el resto se ponía a salvo, y cuando bajaron, todo empezó a... ¿Desmoronarse? No, no exactamente al menos. Estaba transmutando en algo más horrible y horroroso. Como si el mismo edificio quisiera matarlos y volverlos locos. Y luego todo se volvió oscuro en aquél ambiente aterrador.

Pero la Oscuridad no era miedo para Harry. Al contrario. En los últimos años había sido una aliada, se había acomodado a la Oscuridad.

Rápidamente se quitó la camisa y la enrolló en la barra, acercándose a aquél hombre que llevaba un mechero.

Enciende la camisa y conserva la gasolina. Buscad objetos inflamables, iremos utilizándolos en lugar del mechero, o se acabará pronto. 

Organicémonos y tratemos de poner algo de cordura en esta locura. Dijo con una calma que al resto podría sonarles extraordinaria. Manteneos cerca y en silencio. Sobretodo en silencio. Hace que nos puedan oír, y nos impide oír a nosotros. Enseñó varios gestos militares con la mano y les explicó su significado. A partir de ahora... silencio.

La Decimotercera hora había mutado, cambiando su intensidad y frecuencia para siempre ahora que los Despertados se encontraban libres de la protección de Hipnos. A partir de este momento podrían caer bajo las fauces de la oscuridad para sufrir en carne propia el castigo por sus pecados.

El infierno es la repetición…

El escenario estaba preparado pero aguardó por la llegada de los pecadores hasta su despertar, luego los primeros indicios de conciencia atrajeron algunos vasallos espectrales cuando la cercanía del umbral, en la hora maldita, tan solo sirvió de puente para encarnar los terrores ocultos de los Despertados. La oscuridad daría forma a cada uno de sus temores…

La reciente aparición solo fue el vaticinio del comienzo de la pesadilla. Ahora los sucesos tendrían permanencia y no solo serian una visión espectral de un destino incierto...

Las capas de polvo blanqueador no ayudarían a Evelyn a cubrir su pecado a flor de piel y la redención se encontraba al final de un sendero muy distante que aun debía transitar.

Tras continuar como si nada hubiese sucedido el sonido de una sirena sorprende a la mujer con su poderoso ulular.

Era el inicio de un camino sin retorno…

La sirena aumentaba en intensidad obligando a Eve a cubrir sus oídos o ser víctima del mareo sobrenatural. Los Despertados donde sea que se encontrasen solo sufrían los síntomas de La Decimotercera hora…

A medida que la sirena infernal aumentaba en decibeles, la oscuridad consumía todo como una criatura voraz que no tenía saciedad. Los pocos faroles que adornan el gigantesco espejo simplemente perdían su brillo e intensidad ante el avance de las sombras que cubrían todo lo presente…

Eve juntando toda su voluntad utiliza en ese momento un mechero de gasolina que hay en la mesa junto a una caja de cigarrillos importados, y con una mano mientras cubre sin éxito sus oídos del torturante sonido pero lo que descubre a continuación resulta ser peor que el sonido y la oscuridad. El camerino literalmente transmuta su apariencia en algo más. Lo hace como una serpiente que cambia su piel o un árbol que pierde sus hojas durante el otoño…

Las paredes, el piso y el trecho se desprenden de su cubierta de yeso y pintura como sucede con un cadáver putrefacto quedando solo los huesos. Todo se desgarra, cae y desaparece  hasta llegar al metal oxidado. Ahora el camerino es un esqueleto infernal de hierro decadente, donde la hedor a muerte y ceniza es evidente…

La Decimotercera hora ha llegado, abriendo las entrañas del Otro mundo…

Lo que antes era un camerino ahora es una celda de hierro y sangre, apenas decorada con percudidas baldosas y algunos elementos del hospital, como por ejemplo una camilla que cumple las funciones de la anterior mesa del camerino.

El mechero de gasolina sirve para encender las velas sobre la camilla y a su vez iluminar pobremente la reducida estancia que no tiene techo, al menos uno visible.

Un par de tapices cuelgan sobre las paredes laterales y los mismos tienen extraños dibujos donde lo mas llamativo es un símbolo redondo lleno de garabatos y extrañas figuras geométricas.

Debajo del símbolo un párrafo contiene algunas frases inconexas y poco coherentes...

por fuera el tiempo devora todo...

hasta las constelaciones pierden su significado...

la balanza de la equidad será alterada...

por dentro “el dios que todo lo ve” juzgará tus pecados...

y la serpiente engullirá su propia cola...

dando a luz al no nacido...

en el centro aglaofotis unirá todo...

la resurrección sera posible sin falsos dioses...

y el pasado, presente y futuro serán uno...

croatoan, croatoan, croatoan...

La pared donde antes albergaba el enorme espejo ahora es una delgada reja metálica que muestra un vació imposible en el cual las sombras se retuercen y cobran vida. Horribles sonidos imposibles de describir se cuelan desde el abismo insondable, tal vez aullidos o música infernal. Es difícil separa un sonido de otro...

Evelyn voltea y encuentra la puerta en su sitio, al menos no se encuentra prisionera, eso alivia su nerviosismo pero un sonido metálico nuevamente llama su atención a la mesa-camilla.

La figura de sus pesadillas se encuentra del otro lado de la reja, aferra un cuchillo de cocina ensangrentado y su mirada de odio no escapa a los ojos de Evelyn. Dos carbones al rojo vivo la contemplan con ira donde deberían estar los ojos del Hombre de goma.

Eve retrocede atemorizada ante la fuerza descomunal del visitante, que con sus manos y el cuchillo comienza a rasgar la delgada separación metálica que existe entre ella y el abismo...

Aaron no lo notó pero detrás de la obra de arte había un símbolo de color rojo sobre la pared. Con la aparición de los muertos caminantes el extraño dibujo apenas pasó desapercibido y luego de la balacera mucho menos porque el coronel ya había tomado distancia a toda prisa. 

El resto tenia mejores planes que plantar lucha a un montón de muertos vivientes con ganas de acribillar a todos los que se encontrasen allí. Simplemente echaron a correr escaleras abajo.

El símbolo tiene la apariencia de una circunferencia con un aro y un círculo interno, todo el grabado es de color rojo carmesí. En el círculo interior hay un diseño triangular con marcas curvas, mientras que en el aro hay caracteres extraños, de diferente tamaño y profundidad.

La mera visión del símbolo – por fugaz que sea – queda grabada a fuego de todo aquel que tiene la oportunidad, o la maldición, de contemplarla. Durante el tiempo que el observador contempla el símbolo, el tiempo no avanza y los recuerdos de un tiempo olvidado fluyen en la mente del espectador… 

Aaron no lo notó pero detrás de la obra de arte había un símbolo de color rojo sobre la pared. Con la aparición de los muertos caminantes el extraño dibujo apenas pasó desapercibido y luego de la balacera mucho menos porque el coronel ya había tomado distancia a toda prisa. 

El resto tenia mejores planes que plantar lucha a un montón de muertos vivientes con ganas de acribillar a todos los que se encontrasen allí. Simplemente echaron a correr escaleras abajo.

El símbolo tiene la apariencia de una circunferencia con un aro y un círculo interno, todo el grabado es de color rojo carmesí. En el círculo interior hay un diseño triangular con marcas curvas, mientras que en el aro hay caracteres extraños, de diferente tamaño y profundidad.

La mera visión del símbolo – por fugaz que sea – queda grabada a fuego de todo aquel que tiene la oportunidad, o la maldición, de contemplarla. Durante el tiempo que el observador contempla el símbolo, el tiempo no avanza y los recuerdos de un tiempo olvidado fluyen en la mente del espectador… 

croatoan, croatoan, croatoan...

Esas palabras llegaron a Harry al ver el símbolo...