Partida Rol por web

Sonrió cuando la miro a la cara y metió la mano entre su melena, una mezcla entre timidez y pudor, se sorprende cuando le dice de probar aquello que anteriormente se estremeció cuando su cola cambio a piernas y ahora había algo ahí que desconocía, cuando sin previo aviso introdujo la punta de sus dedos, su espalda se arqueo, soltando un gemido de placer, sintió un placer que no tenia mucho que ver con lo que sintió cuando ella sintió curiosidad y examino, esto era diferente, el placer le recorrió todo el cuerpo, hasta hacerla arquearse y clavar las uñas en los hombro de Orien.

Poco a poco voy notando como se humedece donde voy tocando aparte de que la reacción de Nayade me hace querer ir a más por lo que no dudo en introducir los dedos más adentro y moverlos con más velocidad. Sin embargo con mi mano libre la fuerzo a mirarme y vuelvo a besarla ahogando sus gemidos. Acto seguido bajo la mano acariciando su piel hasta llegar a uno de sus pechos, el cual empiezo a masajear.

Por otro lado empiezo a notar como algo se endurece y palpita cada vez más entre mis piernas dándome pequeñas punzadas de placer cada vez que roza a Nayade.

En el momento que introduce más sus dedos, las rodillas de Nayade se apoyan en el suelo para darle sujeción, y a la vez que él mueve los dedos ella comienza a mover la cadera al mismo son, y estaría gritando literalmente si no fuese por que tenía los labios pegados a los de Orien, era una sensación que le gustaba y mucho, pero se notaba perder el control de su cuerpo, cosa que nunca le había ocurrido. Las uñas empezaban a clavarse en los hombros de Orien, cuando la intensidad iba aumentando, sin poder controlarlas.

La notaba temblar de placer y como sus caderas pedían cada vez más de mi mano a la vez que el pequeño pinchazo de sus uñas en mis hombros me hacía una idea de lo que se estaba conteniendo, sin embargo empezaba a notar cierta molestia con cierto miembro palpitante. Guiado completamente por el deseo e instinto muevo ambas manos hacia donde empezaban sus piernas y la levanto mientras sonrío ante su cara de sorpresa a la vez que vuelvo a bajarla lentamente mientras que la voy penetrando, sintiendo un placer que nunca había creído posible, y rozando nuestros cuerpos mientras la voy besando por todo su cuerpo.

Cuando puso sus mano en las caderas de ella, soltó un largo suspiro, pues cogió aire, para dejar de gemir un momento, momento que duro muy poco, pues abrió desmesuradamente los ojos, cuando él se introdujo en ella, y soltó un gemido, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos y solo alcanzo a susurrar -Orien...- cuando sus caderas empezaron nuevamente a moverse

- Shhh, no hace falta decir nada. Tan solo disfruta...- le susurro al oído entre jadeo y jadeo antes de darle un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja y bajar suavemente mis labios por todo su cuello embriagándome por completo de ella. A su vez acompaño sus movimientos de cintura con los míos al principio de manera desordenada pero poco a poco nos vamos acompasando consiguiendo un ritmo acorde que no para de ir a crescendo hasta que al final me giro con delicadeza para tumbarla contra la arena y me quedo mirándola por unos segundos como nunca me había atrevido a mirarla- Eres preciosa.- digo sin más antes de besarla y continuar con mi intención de darle el máximo placer posible.

Siguió la sugerencia de Orien y no hablo, aunque realmente no lo pretendía, simplemente su cuerpo le pidió decir su nombre, nada más. No sabía si todo esto había sido producido por ese cambio de colas a piernas, pues nunca había visto a Orien de aquella manera, nunca se había dado cuenta que él era un hombre (tritón) y ella una mujer (sirena), nunca lo había visto de esa forma, siempre había sido su compañero, su casi hermano y ahora.... prefería dejar de pensar, nada de lo que hacían requería que pensara, todo era puro instinto.

Cuando Orien se giro para estar ella bajo él, lo miro a los ojos y sonrió ampliamente, cómodamente tumbada sobre la arena suave y blanca de Su cala, abrío las piernas dejándolo a él en medio y las cerro en torno a la cintura de él, cuando él volvió a mover su cintura, y solo se dejo llevar por lo que él le hacia sentir, entre jadeos y gemidos, mientras acariciaba el rostro de Orien mientras se besaban.

Esa sonrisa y esa mirada, que siempre me habían traído calma y seguridad, ahora despertaban algo muy distinto en mí. No era malo sino más bien lo contrarío, era algo diferente y maravilloso y estaba seguro de que ella sentía lo mismo. Siempre me había parecido guapa pero es que ahora era simplemente hermosa.

Al principio bajo el ritmo disfrutando cada segundo  y alargando la sensación al máximo. Notarla alrededor mía con las piernas enlazadas y respondiendo a cada movimiento pidiendo más me hacía entregarme cada vez más por escuchar cada gemido que tenía. Según sigo voy aumentando el ritmo hasta que lo único que hay en mi mente es ella y la pasión del momento.

Se dejo llevar totalmente por lo que los instintos le marcaban, dejando su razón a un lado, dejando todo de lado, entregándose al placer que le producía aquello que estaban teniendo. Cuando Orien aumento la intensidad de sus movimientos, un escalofrío recorrió su espalda haciéndola dar un espasmo, mordiéndose en labio inferior y soltando un gemido más fuertes que los demás, pareciéndose más a un grito. Perdiendo las fuerzas después, sintiendo que la presa de sus piernas en la cintura de él se aflojaba irremediablemente y sus manos acariciaban el pecho de él, como con vida propia. Cerrando los ojos para intentar respirar con normalidad.

Cada movimiento era como un latigazo eléctrico que me recorría todo el cuerpo llenándome de placer y obligándome a continuar cada vez con más intensidad. Poco a poco iba notando como Nayade no paraba de subir el tono de su voz y como su cuerpo temblaba más  y más hasta que empezó a gritar a la vez que yo notaba como perdía fuerzas en la cadera y algo cálido salía de mí.

Una parte de mí quería continuar pero simplemente no podía, paré de moverme mientras recuperaba el aliento y al notar que sus piernas habían aflojado me dejo caer a su lado con una sonrisa agarrando y apretando con cariño una de las manos con las que me acaricia.

- Quizás nos hemos dejado llevar un poco... ¿no te parece? - le susurro en un tono intimo que deja claro que realmente no es lo que pienso, cosa que demuestro volviendo a besarla para acto seguido quedarme mirándola con una sonrisa esperando su respuesta.

Se puso de lado cuando Orien salio de entre sus piernas, y por fin pudo cerrarlas, no es que le molestase que él estuviese en medio, no lo habría cambiado por nada, pero necesitaba reposarlas un poco, pues ahora mismo no la sostendrían, le temblaban demasiado.

Lo miro y se dejo besar, mientras con sus manos acariciaba la nuca de él, fundiéndose una vez más en un eterno beso -¿te arrepientes?- le dijo sonriendo, aunque muy bajito, realmente no sabía que pasaría ahora que habían llegado hasta ahí, no sabía exactamente que quería decir haber llegado ahí, no sabia que significaba ese acto, pero si sabía lo que implicaban los besos.

Se me escapa un ligera risa ante su pregunta.- En absoluto.- le contesto sonriente mientras le acaricio suavemente la mejilla. Mantengo el mismo tono bajo que ella a pesar de que es obvio de que nadie nos oye, pero era algo nuestro y como tal sentía que era mejor así.- Está claro que hay cosas que no serán iguales pero aún así es todo lo contrario a arrepentimiento, ¿acaso tú sí tienes dudas?- esto último lo pregunto con seguridad y calma, a pesar que en cierta medida era el único temor que estropeaba el momento.

Se acurruco a su lado,como si encajase perfectamente en él -No, no me arrepiento para nada, y no, no creo que todo sea igual que antes, ni mejor, ni peor, solo... distinto, pero confío en que sea un cambio para bien par ambos- sonrió y suspiro -¿y ahora que? ¿que pasa con lo del liderazgo de tu hermano?- empezando a preocuparse por los problemas que tenían antes de la transformación.

Le beso en la frente y la rodeo con mis brazos de manera instintiva cuando se acurruca a mi lado. Al escucharla aún sonrío más tranquilizando por completo esos pequeños miedos que tenía. Sin embargo cambio de tema me hace fruncir el ceño por unos segundos y termino por suspirar.

- No lo sé, literalmente nos ha dejado atrás para andar con los humanos y sinceramente sus decisiones no estaban convenciendo a nadie. Supongo que hasta que el resto no nos digan si al final hablaron con mi madre u otro anciano sobre ello, poco podemos hacer.  Aunque digan lo que digan dudo que tengamos un líder de verdad entre nosotros. Estamos demasiado enfrentados entre nosotros y hay cosas en las que no pienso ceder porque sí.- mientras voy ablando mi tono de voz pasa a ser algo triste.- Me da que la realidad ha vuelto y nos toca volver a saber que ha sido de todo el mundo. La verdad es que les estaba empezando a coger algo el gusto.- digo señalando mis piernas e intentando volver a un ambiente más ameno.- Y la verdad es que las tuyas son preciosas, nada comparado con tu cola por supuesto. ¿Vamos?- realmente estaba muy a gusto con ella allí pero ya llevábamos bastante tiempo y no podía alejarme siempre que algo no iba bien. Por lo que una vez Naya me confirma me termino por levantar y la ayudo a ella hacer lo mismo.- Voy yo primero como ayer.- y sin más empiezo adentrarme en el agua preparado para otra sesión de dolor.

Eressëa os guía hasta la cala en la que estuvo el día anterior.Vais muy rápido por lo que en unos minutos llegáis a vuestro destino y con cuidado la hermosa sirena asoma la cabeza para comprobar que no hay ningún humano por el lugar.Una vez hecho esto indica a los demás que pueden asomarse también.Semienterrados en la arena ven los dos tridentes que Eressëa portaba la noche anterior

Orien se está levantando de la arena para volver al agua cuando de repente del agua emerge Eneas y se dirige hacia la orilla dispuesto a salir junto a ellos,como si aquello fuera algo normal para él

Una vez llegaron arriba, Amelia se quedó observando la playa un rato, casi memorizando todos los detalles que hubiese en ella, visibilidad de la zona, los caminos por los que podrían llegar humanos... Al ver los tridentes tan cerca de la costa, la sirena puso los ojos en blanco y frunció los labios.

- Si al final iba a ser verdad... Si se ven desde aquí cualquier humano podría encontrarlos. - suspiró, mirando a su amiga - A todo esto... ¿Eneas volvió al mar? ¿O también se ha quedado en la superficie? - después de oír la respuesta, volvió a observar la costa, pensativa - Si cambiasteis aquí y nadie os vio, puede ser un buen lugar para probarlo... - miró a Enna esta vez, esperando su confirmación. 

Luego de nadar hacia aquel lugar que tantos recuerdos le trae a la mente, Eressëa deja escapar un suspiro de alivio al encontrar ambos tridentes allí, dejando en claro que nada había pasado de momento. Y mientras les indica que pueden acercarse, la sirena decide ir más allá y aventurarse a la transformación que ya había transitado, no sólo por una cuestión de demostrar a sus compañeros lo que era capaz de hacer, sino para que vivan esta experiencia como ella. 

- Continúen avanzando, a medida que vayan alejándose del agua, sentirán un dolor extenuante. Resistan, que la transformación es sumamente dolorosa, pero descubran lo que es. -  comenta un tanto entusiasmada, ya exponiéndose al dolor que termina siendo incluso agradable. - Eneas se fue cuando regresamos al mar, no tengo idea sobre su paradero. - responde a Amelia y tras asentir, la rubia sirena continúa avanzando por la arena hasta que de repente al estar lejos del mar, es la misma conversión lo que acusa en su acción. 

Un dolor muy intenso comienza a colarse por su cuerpo cuando abandonando su condición animal, va adquiriendo la humana, cuando esas largas piernas aparecen de repente y su sexo expuesto ahora es totalmente diferente a lo que se acostumbra a ver. De momento la rubia no lo controla lo suficiente, pero de forma gradual logra sentarse en la arena para mover sus piernas, adaptarse a ello y los alienta a que lo prueben. 

La transformación siempre era dolorosa, pero cada vez que se repetía parecía que el cuerpo se acostumbraba un poco más al dolor del cambio. Tal vez también se debía a que esta vez Eneas avanzaba con una misión que le habían encomendado. Ni siquiera pareció que se hubiera desplazado nadando por el mar. Simplemente surgió de repente de entre las mareas, sosteniéndose en ese par de piernas humanas apoyándose sobre la tierra.

Nada más salir de las aguas se encontró cara a cara con dos de sus compañeros, Naya y Orien, y no pudo evitar sonreírles a pesar de que la última vez que se habían visto fue durante el enfrentamiento entre Orien y Azariel. En la naturaleza de Eneas no estaba el rencor, sino la simpatía y la empatía. "¿Donde estarían el resto? ¿Estarían bien Eressëa y Azariel?", pensó para sí, tal vez ellos supieran algo.

Tal como le había dicho la anciana Ryna, estaban en aquella cala. Y era importante para el tritón cumplir con la tarea que ella le había encomendado.

-Naya, Orien- dijo el tritón mientras se aproximaba hacia ellos y les saludaba con una sonrisa-. Me alegro de que volvamos a encontrarnos. Tengo noticias de las profundidades. La anciana Ryna, vuestra madre, Orien, me ha enviado para daros nuevas instrucciones. Cree conveniente un acercamiento a los humanos que llegaron ayer a la isla. Y si ello implica pasar la tierra, como estamos haciendo, según sus palabras hemos de hacerlo. Piensa que lo más sensato para conocer la situación y los planes de los humanos es mezclarnos con ellos.

Los ojos de Eneas se volvieron de Orien, al que miraba más fijamente mientras decía estás palabras, a Naya. Esperaba que ellos, al igual que él, vieran que ahora mismo pocas más opciones les quedaban.

-Por ello estoy aquí. He venido a avisaros y a invitaros a acompañarme dentro de poco al interior de la tierra, donde creo que ya están Azariel y Ligeia. ¿Que sabéis del resto? ¿Habéis visto a Eressëa?

Cuando vio a Eneas salir ya con sus piernas se paro y sonrió, saludo con la mano, muy contenta, siempre sonriendo, con esa sonrisa tan infantil que la caracterizaba. Escucho las nuevas noticias que traía Eneas y se quedo un poco pensativa, luego miro a Orien, aunque no quisiese, ella lo veía como líder, mas ahora, que Azariel no había actuado, en absoluto, como tal -¿tu que opinas? yo no se hablar su idioma y sus costumbres tampoco- miro a Eneas -tu sabes mas de ellos ¿verdad?- lo miro curiosa.

Negó con la cabeza -Eressea no se donde esta, pero suele ir por libre, yo no me preocuparía mucho por ella, sabe defenderse sola, y los demás... Enna y Amelia se fueron juntos, también a ver a Ryna, creo, y Azariel... en fin, con la mujer de la cara rara y que habla con los pájaros- se encogió de hombros.