Partida Rol por web

Sokkie Heroes

La fortuna favorece al audaz (Escena II)

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06/10/2016, 01:59
Director

"Tengo aquí para hacer de cenar, trae algo de beber solo". Y eso hizo. A pesar de que iba vestido con su ropa de calle, y no el mono del trabajo, pronto sintió que se notaba a la legua que no era un pijo como los que vivían en aquella clase de sitios. Aunque seguían en el nivel 2, colonia Rockefeller era una urbanización con una comisaría de policía dedicada a su protección. Eso quería decir que aunque la cosa no llegaba al snobismo de los ricos del nivel 3, con su seguridad privada, si era cierto que los patrulleros invitaban "amablemente" a los elementos de peor calaña si decidían "poner un pie en éste barrio tranquilo".

El nodo de transporte en el que se bajó era limpio y moderno, a diferencia de la zona donde él vivía. Las calles estaban más ajardinadas y tenían un diseño más cuidado, no tan funcional en ocasiones. Se cruzó con un par de patrulleros en uniforme de combate, pero no le dijeron nada. Uno de ellos le miró, pero apenas un momento. Se relajó, al parecer no desentonaba tanto con el ambiente...

Pudo ver gente de clase media alta saliendo a hacer footing, paseando al perro o volviendo con sus hijos de las actividades extraescolares de la tarde y cosas así. También había jóvenes jugando en los parques, por que las zonas verdes abundaban allí, algunas de ellas con aquellas máquinas para que los abuelos hicieran ejercicio cuando salían a darse un paseo. Sin embargo, el frío les disuadía en ésta época del año, y los pocos que salían fuera lo hacían con pesados abrigos.

Su piso estaba dentro de un megabloque llamado "Aeon Flats". Como otros megabloques del estilo contaba con servicios como portería exterior, reparto personalizado*, piscina comunitaria (ahora cerrada), gimnasio (a veces incluído en el precio de la comunidad y otras como suplemento) y pistas deportivas (idem). Algunas franquicias de comida rápida y marcas de bebidas mantenían dentro de la comunidad máquinas autovending o establecimientos "self-service" con horario. de apertura programado. A él todo le parecía muy impersonal, como si la vida de la gente de allí fuera un mero "yo, yo, yo" y prácticamente sin interactuar con otra persona sin una clara finalidad social.

Tomó el ascensor junto a una tierna anciana que se bajó tres plantas por debajo de él, y finalmente llegó a la décima planta, sección D. Aquello era un pequeño laberinto, así que se orientó siguiendo el mapa que se podía consultar de forma gratuita (no descargar) una vez que estabas dentro del complejo. Finalmente, llegó a la puerta del piso, se arregló la ropa y picó.

La puerta hizo un escaneo de ID para él, y se abrió sin más, pues tenía "permiso" para entrar. Olía a que estaban cocinando algo... El interior era algo retro, lo que le llamó la atención, y no muy grande. Se pagaba por metro cuadrado, pero también por las comodidades que venían con él. La gente que vivía en el nivel 1 a veces tenía más espacio que la del 3, pero era un espacio de peor calidad.

Notas de juego

*El reparto personalizado consiste en que por motivos de comodidad o seguridad el portero firma los paquetes entrantes. Posteriormente, introduce el paquete en el sistema de envío y montacargas automatizado, de forma que llega a tu casa sin necesidad de que estés allí para recibir al mensajero. Por motivos de seguridad (y legislación) éstos paquetes pasan un escaneo en la portería.

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06/10/2016, 02:01
Kristal Lamm

Al entrar en el salón, un perro salió de su cama y se fue a olerlo. A ladrarle un poco, a apoyar sus patas delanteras sobre sus piernas. Era una de esas razas de reciente creación en ingeniería génetica: los beneficios de un perro de raza y el tamaño de un caniche, sin la molesta locura o el comportamiento psicopático de esas tradicionales "razas de bolsillo". En éste caso se trataba de un "pastor de bolsillo", una versión pequeña del pastor alemán, con algunos genes de otros perros dóciles y caseros.

-Jackie, ven aquí, déjalo en paz.

El perro la miró a ella, pero siguió meneando el rabo y dando saltitos mientras la puerta se cerraba magnéticamente y él se acercaba a la cocina de isla donde ella estaba. Dejó las bebidas allí y la miró un momento. Ella sonreía. Estaba vestida de estar por casa, lo cual podía ser tanto un halago para él como la indicación de que aquello era un encuentro la mar de informal. Sin embargo, ella era una chica muy atrevida en el vestir, por lo que el concepto "ropa de estar por casa" era simplemente un top deportivo y unos leggins estampados, aparentemente sin nada debajo. La calefacción estaba más alta de lo normal, para compensar la escasez de ropa. Él sintió calor casi enseguida, así que se quitó la chaqueta. Ella lo miraba con una sonrisa mientras sostenía la sartén donde estaba cocinando algo parecido a un risotto o arroz con carne y setas.

-Holaaaa.. veo que eres un hombre de palabra, y eso me gusta.

Hacía referencia a que hubiera ido a verla. Ella tampoco sabía muy bien que esperar, por que había salido recientemente de una larga relación con su ex. Ellos habían sido una de esas "parejas históricas" que todo el mundo cree irrompibles. Pero hasta el Titanic puede hundirse. Le quitó hierro al comentario asomándose a mirar la bolsa de lo que traía.

-Gracias por comprarlo. Bebo un montón, soy un poco tragona para eso. Los tés helados, por cajas, tío...

Sonrió por su propio comentario. De vez en cuando le miraba con una pequeña sonrisa. Le gustaba ese chico, debía admitirlo. Tenía un puntito dulce, de chico de barrio, formal y trabajador, que hacía muy buen contrapunto con su personalidad extrovertida.

-Siéntate, ponte cómodo.

El perro se sentó a su lado, en el sofá, y se hizo un rosco. Tenía una pantalla grande que servía como televisión, pero también como cristal que daba al resto de la arcología. Era uno de esos cristales regulables por secciones: opaco, proyección, ver sin ser visto y cosas así.

-He comprado una cosilla -dijo.

Trasteó en el armario, cerca de la tele. Se agachó para abrirlo y él tuvo un estupendo plano del culo que tanta caña le había dado aquel fin de semana. Así que apartó la mirada... cuando ella se giró. Tenía el habitáculo lleno de pequeñas excentricidades como un maniquí de costura, unos peluches de gatitos negros algo inquietantes, arte nazzadi y cosas por el estilo.

-Mira...

Desplegó en el suelo una de esas alfombrillas enrollables. Las había de varios tipos, la más famosa tenía césped sintético, pero aquella era una pista de sokkie, de unos metros de ancho por otros de largo. Compacta, funcional, lo bastante grande como para convertir el salón de tu casa en una pequeña pista de baile.

-¿Mola, eh? Estaba de oferta, no me pude resistir.

Se lo quedó mirando en esa postura. Estaba a gatas sobre la alfombrilla. Luego se giró, sentándose con las manos apoyadas hacia atrás. Parecía una niña con unos zapatos nuevos.

-Así no tenemos que gastarnos la pasta en academias. Jijijiji.

Golpeó la superficie de la alfombrilla, entusiasmada. Luego se lo quedó mirando en busca de una reacción, pero se quedó como pillada un momento. En su mirada podían leerse más cosas. Pasión, atracción... quizá algo más. La sartén dió un pitido, y ella parpadeó.

-Uy, que se me quema el arroz. Que cabeza tengo.

Se levantó deprisa a atender los fogones, él la siguió con la mirada, luego miró al perro que estaba quedándose frito por momentos, ajeno a toda aquella escena. ¿Estaba nerviosa? Aquello solo podía significar una cosa, y es que él la ponía nervioso. Era como un halago, como si un general de brigada llegara montado en un vehículo de Módulo-A y le colgara una Medalla de Honor del NGT, dándole un cachete en la mejilla antes de irse al cuartel general. Phillipe Marquand, currito de la arcología, poniendo nerviosa una chica de la Colonia Rockefeller.

-Ahí tienes la tele. Tenemos que vernos el piloto de Galática, ¿Mmm? Mientras cenamos. Luego si quieres bailamos, si el estómago nos deja. Pero es que no he comido desde las 12 y estoy que desfallezco.

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06/10/2016, 02:36
Director

Volver a trabajar como un zombie. Pensar en él, obsesionarle por él. Despertar recordando el día anterior, los cadenciosos e insistentes movimientos de su cadera contra él, bajo el árbol, teniéndolo dentro de ella. Reprimió las ganas de comenzar el día con energía, masturbándose. Sabía que le vería a la noche, o eso habían hablado, y quería reservarse para él. Allí estaba ella, una chica pija de la colonia Rockefeller en el tren especial internivel de las 7 y media de la mañana, pensando en un chico que tenía un permiso de trabajo en la arcología, alguien que vivía extramuros. Pensando en el resto de su vida junto a él, con él... y en él.

Cuando bajó del transporte lo hizo con una sonrisa en el rostro. Iba contenta a trabajar, por primera vez en mucho tiempo. De hecho, le dejó un donut de regalo al guardia de seguridad en la entrada y fue a su cubículo con una sonrisa.

-Veo que te ha sentado bien el día libre, Maxwell -dijo la jefa, antes de comenzar el turno.

Se aplicó a la tarea, consciente de que cuanto antes lo hiciera, antes pasarían las horas hasta que le viera. Sin embargo, el tiempo ésta vez pasó despacio como una tortura. Era lo que tenía el tiempo: cuanto más rápido quieres que pase, más despacio parece hacerlo.

Fin del turno y típica charla de revisión. Estaba nerviosa, tenía prisa, pero la jefa se tomó su tiempo ésta vez. Echó la bronca a un par de funcionarios, y cuando se iban a marchar la retuvo en un aparte.

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06/10/2016, 02:57
Cassandra Blair

Faltaban unos minutos para que llegara el nuevo turno, pero ella le llevó hasta el pequeño espacio que era su despacho. El cubículo cerrado donde ella solía sentarse a mitad del turno, desde donde controlaba lo que lo hacían sus trabajadores. Cerró la puerta y parpadeó, mirándola.

-Ha salido de la arcología, ayer.

Eso era cierto, pero no veía que tenía de ilegal. En teoría, nada. Pero ella la miraba con cierta preocupación. Se acercó a un ordenador y proyectó la grabación de seguridad del casco del soldado que se acercó al coche de Lambert.

-Está todo perfecto, mi novio y yo vamos a ver a su madre.

La cámara enfocó el rostro del Lambert y su ID. Figuraba como trabajador de una subcontrata en el edificio.

-Ya sabe que desaconsejamos las relaciones entre compañeros de trabajo en el Ministerio, por motivos de seguridad. Sin embargo... él no es un técnico, solo es el chico de los recados.

Se apartó el pelo como si estuviera cabreada con ella.

-Pero, eso no me preocupa. Un calentón lo tiene cualquiera. Lo que me preocupa es que vaya a frecuentar Melb Town y el exterior de la arcología. ¿En qué piensa, Maxwell?, ¿No sabe que la mano negra opera allí? Ellos están deseando dar con funcionarios con un alto nivel de seguridad para obtener información mediante un trasvase mental, o convertirla en una vacua para que haga atentados al servicio del mejor postor... Un postor alienígena, normalmente.

Se cruzó de brazos, muy seria.

-Ahora me va a decir lo que quiero oír. Que ésto no se va a repetir, que va a vigilar su propia seguridad y no comprometer el trabajo de ésta oficina por... la polla sucia de un chico que limpia retretes.

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06/10/2016, 03:34
Dora Maxwell
Sólo para el director

El día pasaba tan lento que no parecía que pudiera empeorar pero lo hizo, claro que lo hizo y en un ítem que realmente no tenía contemplado porque la estupidez del amor hizo que se olvidara de todo y no pensara en que siempre la tendrían vigilada. Así que cuando el día parecía haber terminado, pronto se dio cuenta que no era así, que la jefa se lo iba a poner difícil.

Escuchó en total silencio, sin parpadear, su vida era su vida... No, realmente sabía que no era así. Miró también en total silencio y luego respiró profundamente antes de responder y mandarla al diablo de una manera épica porque lamentablemente no podía darse ese lujo y no lo hacía por ella sino por Lambert. No le gustaba en absoluto cómo se refería a él y en ese preciso momento, Dora Maxwell estaba pensando seriamente en lo que debía hacer a futuro y nunca antes lo había hecho.

-No volveré a Melb Town, jefa.

Si eso era lo que quería oír, eso era lo que diría. No iba a decirle que no vería a Lambert porque eso no lo iba a hacer y sabía que volverían a verla, además, no quebrantaba ninguna ley. Ya iba tarde a ver al chico y su polla sucia, ese era tiempo valioso perdido por lo que significaba para ambos.

-Si eso es todo, ¿puedo retirarme?

Tampoco quería que la hicieran prisionera así que sí o sí tenía que hablar con Lambert sobre el tema. Se mantenía tranquila de todos modos, algo aprendido allá en su hogar y que su padre le había inculcado, mostrar ansiedad era darles armas a los enemigos. Aguardó a que le diera permiso para salir del maldito trabajo en el que ahora se sentía más esclava que nunca.

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06/10/2016, 04:08
Cassandra Blair

La miró fijamente. La respuesta dejaba interrogantes, pero así era la vida. Ella no podía despedir a nadie por estar follando o tener una relación con un limpiador de oficinas, por más que le hubiera gustado que hubiera legislación en ese sentido. Afortunadamente, una de las cosas que el NGT había ganado a nivel global eran las conquistas sociales para los trabajadores que normalmente se disfrutaban en la Europa de finales del siglo XX. Unas conquistas sociales que ahora molestaban a muchos viejos norteamericanos para los que las palabras "despido improcedente" pasaron de no existir a ser una dolorosa realidad. No podía hacerle un expediente, no basada en aquello, por que ella podría denunciarla. Tendría que vigilar más estrechamente el trabajo de Dora, por que estaba prohibido hacer seguimiento activo de los trabajadores del ministerio sin una causa justificada. Y para tenerla tenía que convencer a un superior de que aquella relación era peligrosa.

No obstante, no era tan mala como pretendía ser. La bruja mala del cuento sentía cierta "debilidad" por ella. Es decir, le parecía similar a cuando ella trabajaba en ese puesto. De hecho, ella no quería ser supervisora para siempre. Le tenía echado el ojo a una buena plaza con un ascenso en Chicago, en el corazón del NGT. Volver a casa, a su continente, abandonar aquella tierra de dingos y koalas. Y hasta ese momento había pensado que Dora sería una buena propuesta para un ascenso a su puesto. En cierto sentido, quería que siguiera siéndolo. Se fiaba de ella, por así decirlo. Por eso la había avisado. Con otro trabajador hubiera comenzado a tramitar ese expediente, a hablar con el jefe o buscar que la degradaran a mera oficinista. Un halago de un ser viperino como ella venía en aquel formato deleznable.

-Si, es todo. Gracias por ser tan razonable.

Dejó que se fuera, mientras la miraba con aire reflexivo. Volvió a ver el video una vez que se marchó, y sintió una punzada. La de la envidia. Ella no tenía una pareja, ni era posible que la tuviera. No si no encontraba a un tipo lo suficientemente calzonazos como para soportarla. Y al mismo tiempo, no es eso lo que quería. Lo que su oscuro corazón ansiaba.

Procuró no pensar en eso. Como siempre, la amargura, la decepción, la procastinación las afrontaba de la misma manera: con soberbia. Pero aquello era un veneno que la estaba matando lentamente. A veces, simplemente, no podía más. Se drogaba, se emborrachaba, se iba a un OP y dejaba que la naturaleza siguiera su curso. Todos tienen sus secretos, y el suyo era ser una usuaria empedernida de ese tipo de locales. Hasta las serpientes necesitan aparearse.

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06/10/2016, 04:22
Director

Salió de allí algo molesta, casi triste. Maldita puta de mierda... ¿Que demonios tenía contra ella, contra su vida? Pero ella era así, trataba lo mismo a todos los trabajadores. Era una carcelera asquerosa en un trabajo consistente en mantener bien bonita la cárcel para todos los demás. El gran hermano que a todos les vigilaba. Nunca se había planteado demasiado la moralidad de su trabajo, siempre pensó que era "por el bien común". Pero ahora ese "bien común" amenazaba con interponerse entre ella y sus sueños. Y eso le provocaba un intenso hastío.

Sabía que Lambert salía de trabajar después de ella. Se fue para su casa, por que hacía frío y no quería quedarse en el nivel 3. Quería estar en un lugar seguro, calentito, acogedor. Sabía que esos lugares no existían, al menos no del todo, solo la sensación de privacidad, la sensación de seguridad. Estaba madurando a grandes zancadas aquel día. Se daba cuenta de lo que la madre de su novio había dicho: ellos eran prisioneros en una jaula dorada. Afuera, a pesar de la radiación, vivían vidas más auténticas.

El tiempo ahora pasó deprisa, casi demasiado. Llegó a casa, y sin desvestirse se descalzó, tirándose en la cama y mirando el techo. Pensó en cancelar la cita, pero lo cierto es que enseguida se arrepintió. ¿Que sentido tenían todas aquellas preocupaciones y sacrificios si no era la de disfrutar y vivir intensamente su amor con él? La verdad es que ninguna. Ellos querían que viviera acomplejada, obediente, con miedo. Sabía que era una funcionaria, y no se puede despedir a un funcionario así como así. Técnicamente, es casi imposible despedirlo, por que aprobó un examen federal. Incluso si la echaran del Ministerio de Información, ese examen la facultaba para cualquier puesto modesto de una administración, incluso para trabajar en una empresa multinacional. ¡Que demonios! Que se fueran al cuerno, maldita sea. Pensaba usar aquella adorable "polla sucia" hasta que la gastara. Pensaba hacerla feliz. Hasta podría verse en un futuro casada con ella, teniendo hijos con ella. Si eso suponía dejar esa mierda de trabajo y pasarse la vida frente a una CPU básica haciendo trabajo de oficina, quizá sería un alivio, un descargo. No podría comprar cosas tan caras ni vivir en un sitio exclusivo. Pero tendría lo más importante: amor. El que no tiene amor, no tiene nada.

Cerró los ojos, se relajó. El tiempo pasó, no supo muy bien como. Quizá se quedó dormida. Pero cuando despertó él estaba allí, junto a ella, mirándola. Jarvis le había dejado pasar. Sentía ese cosquilleo propio de cuando uno se queda dormido sin querer, lo que los latinos llamaban "siesta". Parpadeó, quiso mirar la hora, saber si había dormido mucho, saber cuanto tiempo le quedaba con él.

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06/10/2016, 04:34
Lambert Walker

La notó contrariada, preocupada por no ubicarse. Eso le hizo algo de gracia. Se había quedado dormida, y así estaba cuando llegó. ¿La tensión, el trabajo? Él sabía donde trabajaba, con quién. Había visto a aquella mala zorra en los baños, y le había tratado mal. Pero estaba acostumbrado a que le dijeran de todo y pasar. Esa gente del nivel 3 es, simplemente, asquerosa. Snobs, ricachones y funcionarios que se creen dioses. Viviendo sus vidas falsas en su mundo falso y sobreprotegido. Le daban hasta lástima.

-No te preocupes, es pronto -dijo, apenas con un susurro.

En realidad había llegado hacía diez minutos. Tras pasar por el baño, se había tumbado en la cama para hacerle compañía. Se había duchado en los vestuarios de la empresa donde trabajaba, cuando fichó para salir y dejó la ropa de trabajo. Así que olía bien. La había visto allí, durmiendo plácidamente, y como no tenía nada mejor que hacer, y también su día había sido duro, le hizo compañía.

Le acarició el rostro, la besó. Ella sonrió, sintiendo las mariposas en el corazón. No hacían falta las palabras, no de momento. Afuera, hacía frío, pero allí, en esa cama, estaba calentita. Él la miró muy cerca, con una sonrisa que le supo a gloria.

-Me gusta como vistes. Es muy elegante, tienes estilo.

Sin decir ni hacer nada más, sintió que su mano... su mano le tocaba... le tocaba su sexo sobre la ropa interior. Ella reaccionó casi al instante, jadeó. Él la excitaba mucho, y a pesar de su mal día, aquello era un imperativo físico que había pospuesto desde esa misma mañana. Comenzó el vértigo, el cosquilleo, se mojó. Estaba recién despierta, algo torpe, y aunque también le acarició y le besó, él tomó la voz cantante. Necesitaba que la mimaran, que la hicieran olvidar.

-Pareces tensa, habrá que arreglar eso... -susurró.

Dijo ésto con una sonrisa, y sin perderla, se deslizó hacia abajo, acariciando su torso, sus pechos sobre la ropa, su vientre, las piernas... se deshizo de sus bonitas (y caras) bragas.

-Mmmm... que apetecible.

Ella sintió que se le iba a salir del corazón del pecho, justo en el momento que agachó la cabeza y recorrió su sexo con la lengua, lo atrapó con la boca, succionó como si disfrutara tanto como ella. Ella abrió los ojos de par en par, sus enormes y bonitos ojos, y sintió que la estaban transportando a un universo de placer hasta entonces desconocido. Allí estaba, en su casa, sin necesidad siquiera de quitarse la ropa, de arreglarse para él, tumbada en su cama, con la cabeza de su novio entre las piernas y todo el tiempo del mundo para trabajar en su placer. Y él quería trabajar en él, sin prisa pero sin pausa, para darle el mayor orgasmo del que posiblemente había disfrutado en su vida.

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06/10/2016, 04:58
Dora Maxwell
Sólo para el director

Cuando abrió los ojos parecía que había pasado mucho tiempo y casi se odió por ello pero él, su Lambert, se encargaba muy bien en tranquilizarla en todos los sentidos y además lo coronaba con sexo y no cualquiera sino del bueno. Se estiró como un gato hasta que él comenzó a bajar por su cuerpo.

-Te extrañaba tanto...

Estiró las manos cuando sintió que retiraba sus bragas y se afianzó en ella esa decisión de seguir con él a pesar de su puta jefa, a pesar de todo. Acarició su cabeza y sonrió, jadeó al sentir sus labios, su lengua, como se aferraba a ella y se preocupaba realmente por hacerla sentir placer, un placer que con él se acrecentaba al máximo y tanto que no podía evitar sentir que la intensidad crecía y con ello sus gemidos que acompañaban aquella preciosa boca.

-¡Por todos los cielos, Lambert!

Sabía que aquello era demasiado, que su cuerpo estaba en el límite, que lo sentía allí abajo y pronto no podría controlar nada de nada pero tampoco era que quisera. Cerró los ojos en un nuevo encontronazo de aquellos labios y se estiró temblando y dándole a él todo lo que era capaz, dejándose llevar por el fuego que él encendía con tal facilidad, si, había demasiado entre ellos dos. Los gritos de Dora eran tan intensos como su orgasmo que sin darse cuenta estaba empujando al pobre Lambert contra sí y aquello era la gloria.

Una gloria a la que no iba a renunciar.

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06/10/2016, 05:19
Lambert Walker

La había llevado al cielo y eso era como colgarse una medalla. Todavía se estaban conociendo. Tenían que "pillarse el punto" en temas sexuales. Saber donde estaba el límite, como respondía el otro ante diferentes estímulos. Se limpió la barbilla, y ella se dió cuenta de que había manchado la cama. Eso la hizo sonreír.

Parecía que su Lam iba a hacer todo el trabajo hoy, pero... Demonios. A ella también le gustaba así. Ayer ella se lo había guisado y se lo había comido. Ahora él subió hasta ella, desnudándose de cintura para abajo con dos o tres sencillos pasos. De su bolsillo fue a sacar un profiláctico, pero ella negó. Había tomado precauciones, con uno de esos tratamientos en formato pastilla que tan de moda estaban ahora: la ventaja de las hormonas sin sus molestos efectos secundarios. Bendito futuro... Quería sentirlo así, tal cual. Es más, quería sentirlo piel con piel, así que trató de desnudarse, y él le ayudó. Salió la blusa, salió la falda. El sujetador podía esperar, por que tenía prisa. Ambos la tenían. Le recibió sobre ella, le guió con una mano y él entró como cuchillo caliente en mantequilla. Una sensación ciertamente deliciosa.

-Mi niña... -susurró.

Comenzó a moverse, a bombear hacia delante y hacia atrás, recreándose en aquella sensación caliente, húmeda, increíblemente placentera. Él estaba excitado, ella lo notaba, duro como una roca, ardiendo. Sintió como sus músculos se tensaban, su respiración fuerte, su urgencia. Disfrutó de las embestidas, jadeó, jadearon. Se miraron, casi ojo contra ojo, se besaron. Pero ella quería más. Quería que él diera rienda suelta a la pasión.

-Espera...

Él no sabía muy bien a que debía esperar. Ella quería cambiar de postura, y se puso en aquella semejante a la de la fauna animal, la que comunmente se conocía como "en cuatro", aprovechando para quitarse el sujetador. Él hizo lo mismo con el jersey y la camiseta, todo junto. Se besaron una última vez y ella se colocó en posición. Cuando entró en ella, sintió que se le erizaba el vello de la espalda. Le animó a seguir, le dijo cosas un tanto deshonestas, y él comenzó a martillear sus nalgas con aquel movimiento que la derritió. Incluso clavó el rostro en la almohada, bajando una mano, buscando la parte alta de su propio sexo. La frotó, volvió a correrse, por segunda vez, y él no paró. Si alguien les escuchara desde fuera, un niño, pensaría que estaban haciendo palmas. Pero nada más lejos de la realidad.

Él siguió y siguió durante largos, para ella larguísimos minutos. Hasta que avisó, se venía. Ella le animó, quería sentirlo, quería notar eso. Lambert estalló dentro de ella, con un cremoso y abundante resultado tras la consiguiente "exposión" interna del vigoroso aparato. Se quedó algo KO, jadeando, le dió un cachete en el culo, ella rió. Finalmente se separaron, aunque no por mucho tiempo, se tumbaron juntos. Ella tenía que limpiarse poco, antes de que todo aquello se secara dentro, sensación bastante molesta. Pero tampoco quería dejar la cama. Quizá pudiera convencerle para que se ducharan juntos. Tampoco habían cenado. Habían ido directamente a los postres.

Él todavía resoplaba, complacido, ahora más relajado. Esperaba que no fuera de esos que se quedan dormidos enseguida.

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06/10/2016, 05:56
Dora Maxwell
Sólo para el director

La verdad era que no tenía idea de cómo lo hacía Lambert pero conseguía en ella una combustión imposible de parar. Se volvía desinhibida y más audaz de lo que hubiera sido nunca; cuando entró en ella así, caliente, lisa y llanamente abriendo su cuerpo a esa sensación de estar completa t llena de él al mismo tiempo, notándolo tan duro y ardiente como estaba ella en ese sitio que lo recibía.

Sus gemidos no se calmaron por el contrario, pedía más entre ellos, exigía y disfrutaba del rendimiento de su amante que no era poco. Con las piernas enredadas en él sentía cómo la martillaba provocándole más y más humedad. Su nombre escapaba de sus labios cuando podía hablar. Entonces ella decidió otra cosa y lo tuvo de otro modo y ese modo los hizo estallar a ambos de placer y por primera vez se sintió feliz de recibir aquella explosión dentro de sí, lo gozó al máximo, se estremeció, lo apresó dentro suyo y finalmente se tumbó a su lado intentando recuperar el aliento. Tras algunos minutos de descanso para ambos, tumbados juntos, ella buscó sus labios y lo miró directamente, casi había olvidado a su jefa.

-¿Te gustaría tomar un baño conmigo o estás muy cansado?

Con que no se durmiera ya se sentía satisfecha pero ella si necesitaba un baño. Le dio más besos y aguardó por su respuesta mientras jugaba un poco con su delicada mano entre los muslos de su amante y sonreía juguetonamente.

-Tal vez Jarvis nos haga algo rico de cenar... ¿Quieres?

No quería pensar en otra cosa que no fueran ellos pero sabía que tendría que hacerlo y luego hizo otra pregunta.

-¿Te puedes quedar hoy?

Sus enormes ojos no parpadeaban ni se apartaban de los suyos.

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07/10/2016, 00:16
Director

"¿Te vienes a cenar con mis padres?". Quizá una de las preguntas más raras que había hecho en su vida. Para cualquier otra persona que no fuera tan buen amigo aquello más que un plan hubiera resultado un "antiplan". Al decir que "si" ya tenía Jerome el cielo ganado. Un día de éstos se lo tendría que compensar, quizá de esa manera que sabía que él estaba deseando.

Así que salieron del trabajo, ya cambiados, y cogieron el transporte público hasta el nivel 2, donde hicieron transbordo con una línea de tranvía hacia Seddon, al sur de la ciudad y casi límite con El Muro. Era una zona donde vivían algunos oficiales del ejército y desde donde se ofrecían servicios para los soldados que habitaban en El Muro. "Marcano Heights", el restaurante de su padre, servía en parte para eso: comida étnica nazzadi para todos esos soldados de la raza que estaban allí defendiendo la ciudad.

La ciudad no tenía barrios nazzadi, pero las Torres Nazza-Duhni eran un edificio comunitario donde a los humanos que querían comprar un piso les sonreían y les cerraban la puerta con educación. Era un bloque de pisos grandes, con más de 12 alturas, y el espacio interior, el comunitario, imitaba los jardines frontales de las casas unifamiliares nazzadi. Algunos pequeños negocios de corte nazzadi, como peluquerías especializadas, el restaurante familiar (que tenía acceso por dentro de la comunidad también) o zonas de autovending. El edificio tenía sabor étnico. Incluso tenían una de esas "guardias de protección vecinal", que justificaban que los hombres de familia tuvieran en su casa una pistola y salieran de vez en cuando con un táser en la cadera para acompañar al visitante ocasional fuera del bloque.

De hecho, fuera de los horarios de apertura de aquellas tiendas, ningún humano que no estuviera invitado por alguien que vivía allí se paseaba por aquellos pasillos. Por eso, cuando saludó al portero del turno nocturno, éste miró a Jerome y ella dijo "es un amigo que viene a cenar con mis padres" y él volvió a leer el periódico, aunque sin dejar de mirarle a cada poco. Los vecinos que paseaban por la zona ajardinada también la miraron raro, e incluso cuchichearon. Comenzaba a tener fama de "demasiado apegada a los humanos".

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07/10/2016, 00:41
Hely Marcano

La puerta de casa se abrió. Era mamá, sonriendo. Dentro olía muy bien, a la cocina de papá, que era excelente. No en vano, era su trabajo (el de cocinero) y dominaba los siete principios de la cocina nazzadi.

-Acaba de venir tu hermano con la novia.

Le dió un beso en la mejilla, cual era su costumbre, y sonrió. Luego vió al "misterioso acompañante", ese compañero de trabajo del que ella había hablado. Parpadeó, por que se esperaba... Bueno, se esperaba que fuera de otra raza, en realidad. Pero a diferencia de otros miembros de su familia, ella no iba a juzgar a nadie por aquel tipo de cuestiones. Coljay hizo las presentaciones y ella sonrió mostrando sin querer sus viejos colmillos afilados.

-Pasad al salón.

Entraron. Era la típica casa nazzadi, llena de arte, de recuerdos de la familia, símbolos del clan. La antigua espada curva de su padre, que llevaba en batalla, sus fotos de la graduación del instituto, la foto oficial de su hermano con uniforme de gala. Todo eso que ella conocía tan bien.

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07/10/2016, 00:48
Shava Marcano

Allí estaba él, de pie, tomando una cerveza con papá. La petarda sentada en el sofá. Con su puto uniforme de paseo, para fardar de medallitas. Se giró a mirarla, se acercó y la abrazó levantándola en el aire.

-Hermanitaaaaaaaa -dijo en nazzadi- Tan guapa como siempre, pero te tienes que arreglar más. Para que te favorezca esos genes buenos que tienes.

Miró a su acompañante por encima del hombro, extrañado.

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07/10/2016, 00:50
Yary Hyundai

La pija estaba allí, con su ropa pija y su actitud de pija. Dios, que paquete que le tenía a esa mujer. Siempre tan estirada y snob, con ese gesto de estar aburrida, como si todo lo conociera y nada fuera nuevo para ella. Pero ésta vez si abrió sus ojos como si no se creyera lo que estaba viendo.

-Mira lo que ha traído tu hermana a la mesa de tu padre...

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07/10/2016, 00:52
Kyra Marcano

Se acercó a dar un beso a su hija, pero la presencia del "amigo humano" le dejó bastante frío. ¿Traía un amigo humano a una reunión familiar?, ¿Que quería decir aquello? Esperaba que aquel humano no estuviera... encamándose con su hija. Lo esperaba sinceramente. Pero no debía ser hostil, no demasiado, si no quería enfadar a su hija.

-Preséntanos a tu amigo, hija mía.

Al menos podría hacerle pasar vergüenza. Aunque imaginaba que si el tipo no era tonto, a éstas alturas debería tener los huevos de corbata.

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07/10/2016, 02:15
Lambert Walker

Muchas preguntas para un hombre recién corrido. Eso los volvía lentos y algo predecibles. Pero él trataba de sobreponerse, a su manera. Así tumbado en la cama como una pintura clásica, solo tapado por sus sábanas de algodón egipcio... de pubis para abajo. Sin embargo, empezó a contestar en orden inverso.

-Creo que la mochila que está encima de tu sofá responde a la pregunta -sonrió.

Se rascó el pelo y se levantó con algo de desgana, caminando desnudo como su madre lo trajo a éste mundo.

-Venga, vamos a darnos un agua.

Sobre lo de la cena no le importaba cocinar él o que hiciera algo el robot de cocina. Lo único es que debido a su sueldo modesto no podía estar todos los días pidiendo comida a domicilio ni yendo a restaurantes.

Se metieron bajo la alcachofa de la ducha, enjabonándose y jugando como dos chiquillos. A veces le tiraba agua a los ojos y ella chillaba de un modo muy gracioso que le hacía reírse a él. Estaba descubriendo que tener pareja sentaba muy bien al corazón.

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07/10/2016, 02:42
Dora Maxwell
Sólo para el director

Estaba segura de que estaba cansado y no era para menos. Si en su trabajo, la mente era la afectada, en el de él lo era el cuerpo y además tuvo que dar más haciéndole el amor de todas las formas o bueno, todas las que pudieron. Se alegró de que pudiera quedarse, me gustaba la idea de despertar con él mucho más de lo que se atrevía a aceptar pero ya habría tiempo para preocuparse por ello. Antes de entrar a la ducha con él le pidió a Jarvis que hiciera pasta para ellos, necesitaban reponer carbohidratos y mientras ella podía deleitarse con su hombre bajo la ducha.

Jugueteó con él, se dejó mojar y que él la hiciera chillar. No todo era sexo pero si lo tenía tan cerca era difícil mantenerse al margen, además, así lo observaba mejor y le sonrió maliciosa mientras comenzaba a besarlo y tocarlo de una manera suave pero al mismo tiempo firme.

-Tal vez yo cene primero...

Se fue escurriendo, besando su hombro, su cuello, su pecho, su ombligo, hasta quedar en cuclillas frente a él o más bien frente a su sexo. Dora no demoró mucho el trámite comenzó lamiendo un poco, casi con timidez pero no era eso, siguió relamiendo la forma, de la base a la punta, aprovechando la posición, aunque cerraba los ojos por el agua de la ducha y cuando se dio cuenta que la lengua no era suficiente, dejó que aquel conocido miembro navegara en la tibieza de su boca succionando, apresando disfrutando su forma, su sabor e incrementando la fuerza de succión según los ruidos que hiciera Lambert. Aquella de polla sucia no tenía nada, se estaba haciendo adicta a él.

Siguió sin detenerse, sin apurarlo pero siendo firme, haciendo uso de labios, mejillas, lengua y garganta hasta que él no pudiera más. Y tan dedicada estaba en aquella tarea que cuando él se tensó no se dio cuenta de inmediato pero tampoco importaba mucho porque cuando sintió aquel latigazo espeso y caliente, cuando se encontró con su premio, la pelirroja comenzó a succionar con más ahínco hasta obtener todo y beber aquel néctar de su Dios. La sensación de tener su sexo dentro y disparando contra sus papilas gustativas la excitó al máximo, lo devoró literalmente y se alimento de él hasta la última gota sin que se derramara nada. Al final, una o dos secciones más dejando a Lambert tan limpio como antes de empezar. Se levantó sonriendo y pasando su lengua por los sexys labios que él conocía tan bien.

-Ahora la cena puede esperar...

Bromeó un poco abrazándolo y recargando su cabeza en su pecho bajo el agua tibia que los cubría a los dos. Las preocupaciones las dejaba atrás, al menos por un rato.

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07/10/2016, 04:01
Lambert Walker

Una chica así no se encuentra en todas las arcologías. Eso pensó él mientras ella salía de la ducha y se secaba, muy alegre. El robot de cocina estaba trabajando y pronto les haría disfrutar de la cena. Se puso una ropa de estar por casa, y él algo que se había traído como "pijama". Se sentaron en el sofá y comieron como la típica pareja de solteros, sin mucha ceremonia, viendo tonterías en la tele (un programa de monólogos cómicos), se rieron, juntos. Física y emocionalmente.

-Tenemos que practicar para el torneo -dijo él, recordándole un gran tema.

Ella tuvo que pasar por el baño a hacer aguas mayores, y tardó un rato. Cuando volvió vió que a pesar de la televisión se había quedado frito en el sofá, como un bebé. Se sentó cerca pero con cuidado, por que no quería despertarle. Era más o menos la hora a la que ella se acostaba, aunque a veces aguantaba un poco más para ver algún programa favorito o chateando con sus amigas por el PCPU.

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07/10/2016, 04:08
PCPU

Cynthia: Estás muy callada, tía.
Cynthia: Desde el finde no me dices nada.
Cynthia: ¿Todavía sigues con el marine o qué?


Krystal (hace unas horas): Jo, estoy super nerviosa.
Krystal: El chico del visor va a venir ésta noche a cenar.
Krystal: Y no quiero parecer muy fresca, pero me mola.
Krystal: Es decir, creo que no solo para echar un polvo.
Krystal: Uy, creo que ya está llegando. Deséame suerte.