Partida Rol por web

Se dio cuenta cuánto le gustaba esa sensación de estar acompañada en casa y con un chico tan guapo además de bailarín y buen amante. Se sentó a su lado apenas rozándolo con las piernas, luego lo despertaría para ir a la cama, no lo iba a dejar ahí. Tomó el PCPU y comenzó a responder.

-Hola Cyn, estoy en casa, algo cansada... Hoy tuve mucho sexo, aunque ante fuera un día de mierda. Hazme un favor, las invito a comer el sábado y les cuento con quién estoy.
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-Kristal, si el chico te gusta hazlo y ya que vida sólo hay una. ¿Nos vemos el sábado? Tengo algo que contarte... El chico duerme en mi sillón ;).

Dora sonrió, sonaba muy bien eso de que el chico dormía en su sillón. Iba a ser una lucha por el trabajo pero él lo valía.

Despedirse de esa forma de Emily había sido como echarle un cubo de agua fría por la cabeza. Sin embargo, tenía que hacerlo, y mejor antes que después, cuando su relación se hubiera enredado demasiado y ella llegara a conclusiones erróneas. Una chica tan joven, liada con un tío tan bajo como él... Eso no podía funcionar. Y menos si él tenía que escaquearse cada noche para hacerle servicios a otras personas.

Precisamente, mientras pensaba en esto, recibió una llamada multimedia del trabajo. La abrió con recelo, ya que estaba en su día libre y en teoría no tenía por qué atender a nada, pero su jefa era una buena mujer, dentro de lo que cabía, y cuando no lo era, se encargaba de vengarse sutilmente. Así pues, la escuchó y leyó rápidamente el mensaje sobre la ricachona Rawlings.

No estaba nada mal y además, era una divorciada reciente. Eso significaba que estaba despechada y que, o bien quería desmelenarse, o bien quería contarle sus penas a otro tío. Si había acompañado a un acompañante, quizá sería una mezcla de ambas cosas. Trabajar con gente rica siempre era curioso, cuanto menos. Al menos ésta estaba de buen ver y no pedía cosas muy raras... de momento.

- Bien, puedo hacerlo.- respondió a su jefa.- Asegúrate de hacerme llegar el pase. Voy para allá en seguida.- se levantó y buscó la forma más rápida de llegar al nivel 3. Esa noche podía cobrar una buena pasta si se esforzaba.

-Me parece bien. He estado poniendo planchas de metal todo el día en el exterior de la arcología. algo de hambre también tengo. Bueno, nos ayudan las plataformas-D y alguna grúa, pero igualmente cansa.

No la había visto desde el fin de semana y parecía que hubieran sido dos siglos. Posiblemente con tanto sexo no había tenido oportunidad de verla con detenimiento, o quizás era que ahora estaban en su casa y no era lo mismo. El caso es que la miraba como embobado, contestando con frases innecesarias, ni siquiera había prestado demasiada atención a la pista de sokkie. Era guapa, aparentemente le gustaba lo mismo que a él y encima hacía tiempo que no tenía algo parecido a una relación. Estaba una mezcla de nervioso y anonadado.

Tras comer, se tranquilizó más, sobre todo porque la conversación en la comida era bastante natural. Y también ayudó a quedarse menos embobado. Entonces le vino a la mente la pista casera de sokkie.

-Muy chula pista. Habrá que probarla. Lo perfecto sería tener el techo más alto, así no puedo pasarte por encima del hombro en volandas.

Sonrió, pues pretendía comentarlo como en tono de broma. Parecía que se lo tomaba bien.

Cuando acabaron de comer se fueron al sofá a ver el piloto de battlestar galáctica. El perro se les subió encima. No le molestaba. Es cierto que nunca había tenido necesidad de animales, pero no le importaba que hubiera.

-Venga, después del piloto bailamos un poco, ¿vale? Tengo ganas de probar la pista.

Ella puso cara de "parece que sólo me quieres para bailar", aunque probablemente era una broma, porque se le arrimó y estuvieron muy juntos durante todo el capítulo. Era muy cómodo. Mientras veían el capítulo, no pudo evitar echarle unos cuantos vistazos al PCPU. Le costaba no mirarlo más de quince minutos cuando estaba tranquilo. Tenía un mensaje de un amigo: "Oye, que todavía no sé de ti". Le contestó: "Mañana te llamo que ahora estoy ocupado". Normalmente, una vez que se ponía a hablar por PCPU no paraba y solo quería revirsar mensajes y volver a la serie. Había llegado el boletín mensual de noticias de la revista del ejército (cómo no, estaba suscrito), lo leería luego.

Desde luego se estaba muy cómodo. Al final vieron dos capítulos.

Cuando acabó el segundo le dijo a Krys, que estaba tan cómoda amodorrada como él:

-Venga, ¿practicamos un poco? Si no, ya se hará muy tarde...

("y sólo dará tiempo a dormir", pensó).

Krys se animó, desplegaron la pista y pusieron música.

-¿Alguna especial que quieras probar?

        " Tal vez puedas creer que al invitarte con mis padres pueda estar intentando tener una relación mas estable y profunda contigo Jerome, posiblemente después de que los conozcas puedas pensar que planeaba todo lo contrario asustando te, pero sinceramente no es lo uno ni lo otro ... así que te pido por favor guapo que no te achiques ni pierdas el control por todo aquello que vayas a escuchar hacia ti o hacia mi, aunque no necesitamos dar explicaciones ni detalles acerca de nosotros te dejo en libertad de que respondas lo que gustes acerca de ti y de nuestra amistad "    

        Le susurró Coljay con cierta dureza antes de darle una nalgada, abrazar y dar le un beso al señor Bennet a la vista de los vecinos de sus padres solo para que hicieran mas comentarios con provecho y después de descolgarse de sus hombros le cerró el ojo para llegar de su mano a saludar a su madre con un beso en la mejilla antes de responder le:

         " Hola mamá! Que gusto verte!  ¿Como han estado? Por cierto te presento al señor Bennet, esta bella dama es mi madre Jerome ... hemos traído una botella de vino Nazzadi para la ocasión ... ¿donde la dejamos? "   

         Con el buen vino que le había elegido el vendedor la Nazzadi esperaba complacer el gusto refinado de su madre Entonces la chica ingreso a la casa Marcano, llena de arte, de recuerdos de la familia y símbolos del clan como la recordaba y aunque le molestaba un poco la diferencia que hacían entre su hermano y ella, a él no le guardaba gran rencor, de manera que soltó un momento a Jerome para correr a abrazar a su hermano, que ya llevaba tiempo sin ver y a quien le dijo cuando le soltaba:

         " Hola hermaaanitoooo!!  Que gusto me da volver a verte, cada vez mas guapo y con mas estilo, ese que no te da ni el uniforme ni las medallas al valor .. jajajaa!!!    Por lo visto tu si que inviertes bien tus genes ... mira que chica mas linda has traido .. ya veo como quieres que me arregle para la próxima ... quien sabe tal vez hasta le pida consejos ... pero por favor antes de cuestionar el vino que he traído tómense la oportunidad de probarlo ... "  

         El comentario tuvo un segundo sentido no relativo realmente con el vino sino con el chico humano y después de sonreír educada a Yari se acercó a su padre para abrazarlo con cariño pero cierto respeto, tal vez mas que al resto y cuando 

          "  Tienes toda la razón papá, presenta me a tu linda novia Shava y yo haré lo mismo con el guapo que me acompaña, él se llama Jerome Bennet y el resto él mismo lo puede decir porque para eso tiene una boca que sabe usar muy bien "    

          Por un momento Coljay penso que se había extralimitado con su ultimo comentario acompletando ligeramente sonrojada:

          " Con lo que quiero decir que es un excelente conversador "   

La verdad es que de buena gana no se habría puesto a bailar en ese momento. Allí, calentitos, juntitos en el sofá, tenía ganas de otras cosas... más íntimas. No obstante, como buena mujer comenzó a rallarse un poco por el hecho de que él estuviera revisando el PCPU tanto. ¿Tenía prisa?, ¿Estaría hablando con otra petarda? Demonios, no era ni su novio y ya pensaba esas cosas... Si que estaba pillada.

-Si, si. Tenemos que escoger alguna canción. Practicarla para la primera ronda. Ya sabes, llevarlo machacado.

Se levantó y se quitó las zapatillas de estar por casa. Si Mahoma no iba a la montaña le tocaría a ella acercarlo. Un poco de baile y quizá, solo quizá, no durmiera sola esa noche. Él se levantó, apartaron los muebles, se descalzó.

-A ver eso que has aprendido -dijo, sonriente.

Todas las miradas habían caído sobre él. En vaya marrón le había metido, la verdad. En esa casa las dagas dialécticas volaban desde uno y otro lado del salón. Tendría que hacer acopio de todas sus tragaderas y don de gentes. Quizá no se los ganaría, pero capearía el temporal.

-Creo que te hemos entendido -dijo a Coljay- Bueno, no quiero importunar ni nada de eso, pero he oído hablar mucho de ustedes y estoy todos los días trabajando con su hija. Es una muy buena amiga. No se la de veces ya que ha terminado en mi casa, tomándose un café con mi novia -recalcó lo de novia- Y hablando de cualquier tontería que se nos ocurriera.

Sonrieron brevemente, incluso su padre. Entonces se acercó a él y le estrechó la mano.

-Es un placer conocer a veteranos. Mi abuelo peleó en Marte, pero nunca les guardó rencor. "Es un enemigo digno, honorable", decía.

Eso hizo parpadear a su padre, se relajó. A nadie amarga un cumplido.

-Y su hijo sigue sus pasos. Es de esos que nos dan mucho trabajo. Ya sabe, reparando mechas todo el día. Algunos llegan hechos jirones, pero es lo que tiene la guerra.

Parpadeó. Había hablado muchas veces de su novia con su hermana pero era cierto, no la había visto. Miles de kilómetros les solían separar normalmente. Además, el humano había dejado bien claro que solo era su amigo, que tenía una pareja humana. Por muy arrogante que fuera incluso él sabía cuando debía dejar de hacer gracietas.

-Si, claro. Ésta es Yary, mi novia, te he hablado mucho de ella. De hecho, en fin. Ya que estamos aquí quisiera anunciar que recientemente le pedí a su padre su mano, y me dió su aprobación. No tenemos fecha todavía para la ceremonia, pero estamos mirando que sea en torno a septiembre.

-Bien dicho, Bennet.

Asintió, despacio. La noticia le había complacido. Además, el humano había dicho palabras muy sensatas y no parecía que tuviera que estar preocupado por su hija. Simplemente, un amigo. Se puede ser amigo de un humano, no hay nada malo en ello. Él mismo tenía algunos.

-Eso es una estupenda noticia. Imagino que lo celebraréis en Japón. ¿No?

Miró a su novio y luego a su familia. Parecía que debía dejar de hacer gracias sobre el humano, por que había caído bien. A ella le molestaba cuando le quitaban "sus juguetes".

-Cuando quieras, cielo. Shava dice que te gusta mucho salir de fiesta, bailar. Una noche tenemos que salir juntos y me enseñas los locales de por aquí. Yo te hago la peluquería y lo que quieras.

Luego contestó a su futuro suegro.

-No descartamos la posibilidad de hacerlo aquí o incluso en Nazza-Duhni, donde será la luna de miel. La comunidad nazzadi en Tokyo es pequeña, y además siempre hay problemas con el transporte debido a los ataques. De hecho, Shava estaba pensando en pedir un traslado aquí. Para estar más cerca de la familia.

La madre estaba poniendo la mesa. La comida ya casi estaba, y de hecho su padre tendría que retirarse pronto para sacarla de las placas de inducción.

-Eso estaría muy bien. Así os tendríamos al niño de nuevo en la ciudad. Cariño... ve a mirar la comida, que no se te queme.

El marido asintió y fue a la cocina. Ella les invitó a sentarse en la mesa y descorcharon la botella de vino.

-Malvasía. Es uno de los mejores. Yo y tu padre solíamos beber mucho.

Examinó el líquido en la copa, nostálgica.

-Antes salíamos mucho a bailar. Ahora casi nada. ¿Sigues bailando, Coljay?

La actividad del día había terminado. Solo quedaba dormir. Le despertó lo justo para llevarlo a la cama, donde se tumbaron juntos y relajados. No tardó mucho en conciliar el sueño, y las horas pasaron sin siquiera soñar. Quizá no hacía falta, por que ya estaba viviendo un sueño.

Cuando el despertador sonó, él se dió la vuelta en la cama, perezoso. En teoría entraba a trabajar dos horas después que ella. Pero accedió a que desayunaran juntos y hablaron de las cosas del torneo. Tenían que practicar algunas canciones y pasos de baile. Además, ella seguía dando vueltas al tema de la academia. Tenían motivos para querer ganar, ya que ésto mejoraría la vida de él y su madre.

El trabajo era una jodienda, pero había que ganarse el pan. Se vistió sin muchas ganas y salió de casa dándole un beso. Caminó por las calles abarrotadas de transeuntes, de nuevo hacia el nodo de transportes. Un día cualquiera, de camino al trabajo, medio dormida. Se montó en el tren, en uno de los vagones traseros, cerró los ojos. Estaba rodeada de personas normales, trabajadores, estudiantes, incluso algún anciano. El tren cremallera comenzó a ascender desde el nivel 2 hacia el intersticio.

Entonces, unos gritos en los vagones de más adelante. Abrió los ojos, extrañada. Un gran traqueteo, un ruido ensordecedor, luz.

Todo sucedió muy deprisa, no supo muy bien que pasaba. Objetos rebotaron contra ella, regeros de metal convertidos en metralla que hacían pedazos a la gente a su alrededor. Un hombre corpulento cayó sobre ella, la empujó al suelo. El vagón traqueteó, descarrilando, la gente y sus pertenencias salían de un lado para otro, chocaban entre si. Accidentes, lesiones, muertes.

El tren se estabilizó tras aquella ordalía, o parecía hacerlo. Había quedado anclado al final de la vía que no existía, gracias a los frenos de seguridad. Le pitaban los oídos, todo estaba lleno de humo. Tosió, mientras la alarma sonaba. ¿Que demonios había pasado?

Trató de moverse, pero se dió cuenta de que el hombre que tenía sobre ella era un peso muerto. La metralla le había hecho pedazos y se había desangrado sobre ella hasta morir. La suerte, sin embargo, había querido que aquella caída, aunque le había provocado contusiones, le salvara la vida al quitarle de encima toda la metralla que sin duda la habría matado.

Una chica lloraba a unos metros de ella, aunque no podía verla, y alguien se lamentaba, herido. De fondo, el rumor de más explosiones, bajo sus pies. Otros vagones habían caído al vacío o explotado. Aquello no era un accidente, era un atentado.

Pasó por casa, se duchó y se vistió bien. Su cuerpo era más que un templo: era su herramienta de trabajo. Debía estar bien tonificado, moldeado, afeitado e hidratado. La vida de acompañante era dura, como comprendía con cosas como aquella. No era una vida normal, de un trabajo de 8 a 5 con casa, perro y familia. Y sin embargo, era una vida con fecha de caducidad. Nadie quiere a un acompañante madurito o viejo, excepto a la gente que le van esos rollos raros. Los acompañantes viejos siempre tienen que compaginar entrando al mercado laboral con un oficio más "decente". Él conocía a algunos, de hecho, el barman del "In" era uno de ellos.

Tomó el tranvía hasta un intercambiador de transportes, y de ahí a un montacargas de lanzadera con el nivel 3. El nivel 3, también llamado "El Olimpo", era donde estaban los edificios gubernamentales, las sedes de las grandes empresas, los enormes parques botánicos y las residencias de la clase adinerada. Un sitio seguro, exclusivo, por cuyos barrios no podía pasear cualquier hijo de vecino. De hecho, en urbanizaciones como a las que se dirigía no se podía entrar sin una invitación como la que había llegado a su PCPU antes de salir. Un pase provisional para un día o unas horas concretas.

Tomó un elegante tranvía de levitación magnética que le llevó hasta aquel barrio. Una parada muy limpia y bien equipada, poca gente se bajó allí. Pasando el torniquete de seguridad, dos policías de guardia que comprobaban en sus pantallas la identidad de los que cruzaban ese umbral hacia las grandes avenidas ajardinadas. Le detuvieron un momento, comprobaron su pase y le dejaron en paz.

Allí la gente tenía coches, de hecho la mayoría de los que vivían allí los tenían. Había poca gente caminando, y los peatones cogían pequeños taxis automatizados o hacían uso del servicio de segway. Pero él caminó, por que iba con tiempo y tenía ganas de ver el barrio. Enormes mansiones, gente paseando perros de raza, jardines delanteros, incluso piscinas. Las comparativas eran odiosas, pero en una sociedad donde el precio del suelo es elevado, aquellas monstruosidades hablaban a las claras: nosotros somos la élite.

Finalmente, llegó al lugar. En la verja exterior, un guardia de seguridad privada, parecía un escolta. Le dejó pasar, y él picó a la puerta tras cruzar el gran jardín. Se sentía pequeño, pero no debía. Debía llevar aquella actitud desenvuelta que tanto apreciaban sus clientas. Finalmente, la puerta se abrió.

Una chica abrió. Era joven, tendría unos veintipocos. No era quien esperaba, pero no sabía si la jueza tenía una hija, una sobrina o algo similar. Ella le miró con una breve sonrisa, examinándole de arriba a abajo con una rápida ojeada.

-Llegas a tiempo. Pasa.

Le dejó acceder al interior de la lujosa mansión. Las grandes estancias, los cuadros caros, de artistas de renombre de ayer y hoy. Le pareció incluso reconocer un Picasso firmado. Subieron las escaleras mientras ella hablaba, girándose de cuando en cuando para mirarle de una forma un tanto picante.

-Te estábamos esperando. Yo me llamo Alexia, creo que tu Jason. ¿No? Eso nos dijeron.

Picó a una puerta cerrada y se asomó antes de dejarle pasar.

-El chico que pediste ha llegado.
-Bien, hazle pasar.

Le abrió la puerta, y accedió a una sala de aire arcaico y elegante, con muebles de auténtica madera. Maderas nobles que costarían una fortuna. La gran lámpara estaba apagada, solo habían pequeñas luces y la que daba la chimenea.

Estaba sentada en una elegante butaca. Su ropa distaba mucho de la ser la propia de una mujer de fama tan recatada, pero posiblemente fuera solo una fachada. Él sabía que las más dignas eran las que se entregaban a las prácticas y placeres más viles que uno se podía imaginar.

-Ya veo... -dijo, con un acento elegante y neutro de clase alta.

Alexia cerró la puerta, pero ella se quedó dentro. De hecho, tomó asiento en una silla cerca de la jueza. Compartieron una mirada de aprobación. Parecía que estaban "muy unidas".

-Acércate, chico. Sírvete una copa.

Había un mueble bar ahí cerca, con toda clase de licores. Ella había abierto una botella de Grand Cru francés, tinto, y bebía en una copa grande. Su mirada le desnudaba, casi sin compasión, le siguió en su camino hacia el mueble bar, aunque todavía no se levantó. De momento se limitaba a ser una mera espectadora de su figura.

-Me han dicho que bailas bien...

Todo lo que había imaginado del nivel 3 distaba mucho de la realidad. No pudo creer lo que encontró allí: el estilo de vida de los ricos llegaba a unos lujos increíbles. Las mansiones enormes, los jardines perfectamente cuidados, las piscinas privadas... Seguro que cada uno de los habitantes de ese nivel tenía a todo un equipo de seguridad y servicios privados. Allí, Jason se sentía desplazado, fuera de lugar. Su sitio estaba entre los ciudadanos de clase media, los que llevaban una vida mediocre con trabajos cutres. La clase de gente que se presentaba algunos viernes y sábados al Host Club para pedir "uno rapidito". Lo que ahora veía no tenía punto de comparación.

Mientras caminaba, pensó en la razón que habría llevado a una mujer tan importante a contratar a un acompañante, y además en un Club de los niveles inferiores. Quizá los ricos aún eran demasiado estirados como para tener casas rojas en su propio nivel y tenían que contratar sus servicios mediante intermediarios. Sea como fuere, ahí estaba Jason, andando con las manos en los bolsillos y sintiéndose pequeño entre tanta riqueza.

Llegó a su destino, donde le acompañaron hasta la puerta principal. Allí, una chica joven y atractiva le dio la bienvenida. Según la información que le había dado su jefa, no era ella a quien debía "acompañar", sin embargo recibía unas miradas extrañas. Asintió para confirmar su nombre y la siguió de cerca, temiendo perderse por los pasillos lujosos de la mansión. No podía dejar de mirar asombrado las piezas de arte que había por todas partes.

Finalmente se encontró con la jueza. Arqueó una ceja cuando le ofreció una bebida; lo que había en ese mueble bar no era precisamente el tipo de licor al que él estaba acostumbrado. Aun así, buscó algo suave y se sirvió intentando aparentar tranquilidad y control. Las miradas que se echaban entre Alexia y la jueza le provocaban incertidumbre. ¿Qué hacía la chica allí? Nadie le había hablado de un trío, o de una voyeur... No es que le molestara, claro, pero la falta de información nunca le había gustado.

- Salgo a bailar todas las semanas.- respondió girándose poco a poco y disfrutando de un sorbo de la copa.- He podido aprender una gran variedad de bailes...- añadió con todo sugerente. Miró a la jueza directamente y sonrió con picardía.

En verdad, no tenía ni idea de lo que iba a ocurrir.

      " Claro que me habías platicado mucho acerca de la señorita Hyundai hermanito, pero no la habíamos visto y menos platicado con ella.   Vaya ... Vaya! Osea que ya están comprometidos ... muy bien!! Por favor permitan nos felicitarles ... claro que para mi sería un verdadero placer ... salir de fiesta para bailar.  Tal vez una noche de la próxima semana salgamos juntos dependiendo cuanto tiempo tengan pensado estar con nosotros y por supuesto que en esa ocasión nos encantaría enseñar les los mejores locales de la ciudad.   Osea que eres estilista? Siendo así me agradará antes de esa ocasión permitir que mejore mi look, o que te parece a ti Jerome? "   

      La chica Nazzadi dejo por un momento de centrarse en el humano por su propio interés por saber del compromiso con su hermano y también para alejar un poco la atención de Jerome, a pesar de que sinceramente le pareció muy buena su presentación con la familia, aunque no le agrado por completo que hubiese aclarado lo de su novia ... pero cuando Yary y su madre retomaron el tema del baile Coljay se relajó un poco, respondiendo alegre y con cierto orgullo:

       " A mi ... a nosotros nos encanta el Sokkie y bailamos de vez en cuando para desahogar la tensión y el cansancio de la semana después de reparar o modificar los Mechas que valientes héroes como Shava ocupan y dejan destrozados o con algunos ... 'raspones' para volver a dejarse los listos para la batalla y modestia aparte me parece que no solo nos divertimos mucho, sino que además somos muy buenos "     

Le observó con atención. Como respondía, como se movía, si parecía estar nervioso o no. Todo eso eran datos que necesitaba. Desde hacía tiempo buscaba "un chico" para aquel tipo de visitas, pero nunca daba en el clavo. Siempre eran demasiado... asustadizos.

El fuego crepitaba en el hogar mientras ella bebía de su copa de vino, pensativa. Ahora venía la parte fea, aburrida. Hablar de negocios, antes de que llegara el placer. Sabía muy bien que los trabajadores del gremio no se quedan tranquilos hasta que la tasa ha sido fijada: normas de la empresa o gajes del oficio.

-Bien, bailarás. Quizá no hoy no mucho, pero otro día... si te gusta el trabajo, te llamaremos para salir.

Carraspeó, mirando a Alexia con una pequeña sonrisa.

-Negocié una tarifa básica de 700 terranotes con el "In". Baile privado y atención personal. Sin embargo, estoy dispuesta a ofrecerte mucho más. 2.000 terranotes si nos atiendes a ambas. 5.000 si sigues mis instrucciones al pie de la letra.

Sonrió, sofisticada y algo cruel.

-Tranquilo, no te pediré nada que se salga de tu trabajo. Nada siniestro ni excesivamente cerdo. Sin embargo, tenemos nuestros gustos. Pedí específicamente a alguien "dominante", y tu tienes una mirada muy interesante...

Se levantó, despacio, y se acercó a él con una sonrisa. Parecía una mujer de hielo con una coraza impenetrable, pero algo en sus ojos le decía que solo había que calentarla lo suficiente para que cogerla del pelo y hacerla suya con cierta violencia. Cuanta más alta la torre, más dura la caída. Su acompañante también se levantó, y se acercó al mueble bar por el otro lado, pícara.

-¿Que me dices...?, ¿Eres un chico valiente?, ¿Quieres ir a por los cinco mil?

Quería comenzar a calentarle. A lanzar dardos de tensión sexual en su dirección. Estaba claro que ellas dos formaban una pareja... especial. Posiblemente fueran lesbianas, por la forma en la que compartían miradas. Debían ser bisexuales, por motivos lógicos. La jueza había estado casada y ambas estaban dispuestas a "compartirle".

Apoyó una mano en su hombro, delicadamente, y acercó los labios a su oído para susurrar éstas palabras, que eran como un torpedo directo a la línea de flotación.

-¿Te la han chupado alguna vez dos chicas del nivel 3... a la vez?

-Los mejores -dijo, con una sonrisa.

La conversación tiraba por otros derroteros y él sentía como la presión hacia su persona disminuía. El patriarca del clan llegó y su mujer le ayudó a servir las viandas. Primero, los entrantes: huevos de gallina nazzadi con salsa fina y atún, delicias fritas rellenas de queso, pimientos rellenos y una selección de embutidos y patés.

-Además, nos hemos apuntado al campeonato mundial de Sokkie.

Inmediatamente, les miraron todos con cierta atención e interés.

-Dan muy buenos premios en metálico. 150.000 para las parejas seleccionadas para las finales, más 500.000 para los ganadores. Con ese dinero, hasta podríamos montar nuestra propia fábrica. O lo que sea.

Estaba usando el abridor para la botella de vino que habían traído cuando escuchó eso. Ahora le encajaba todo, y el por qué de que estuviera cenando con ellos. Saldrían en la prensa, quizá en la tele si iban ganando competiciones. Obviamente, eran algo más que compañeros de trabajo, además bailaban juntos y podían ganar un buen dinero, que mejoraría el estatus de su hija.

-Es una excelente noticia. Aunque es un baile muy enérgico para mi gusto, demasiado... descocado.