Partida Rol por web

@Nova: —Consulta la posibilidad de una reserva —le pido a la IA—. Si hace falta, adelanta los neocréditos, pero que no nos roben el Slurm. 

Cortana procesa la solicitud de Nova en cuestión de unos pocos segundos.

—No puedo completar tu petición, [NOVA ERIS]. Según los últimos datos de mercado, los refrescos Slurm han incrementado su valor un 3000% en pocos minutos tras el lanzamiento de la campaña Slurmy Summer. Y siguen subiendo. El propietario de la estación StarCo a la que nos aproximamos ha enviado un aviso por el canal de comunicaciones de la compañía a todos los clientes interesados en adquirir un refresco.

>> Lo reproduzco para ti.

*Clic*

El trídeo reprodujo un mensaje general enviado por un huraño brontox llamado Nasty, a buen seguro el dueño de la estación de servicio que pertenecía a la franquicia StarCo.

Algo en el duro rostro equino de Nasty auguraba que conseguir aquellos slurms iba a costar a la tripulación una auténtica fortuna.

—Tengo noticias para vosotros, adictos a ese fango radioactivo llamado Slurm —dijo con una voz ronca y hostil mientras esbozaba una sonrisa comercialmente tildable de usurera.

—Como seguramente sabréis, el refresco está volando con esa promoción de Slurmy Summer. Si queréis pillar las últimas existencias de ese refresco de mierda e iros de vacaciones a las playas de Honolululandia con un par de titis que os bailen el aloha-hula-hop, vais a tener que tratar el asunto con el bueno del tío Nasty. Oh, sí, nenes. Soy el único cabronazo con suficientes Slurms para enterrar a la Flota Estelar. Oferta y demanda, chavalotes. Oferta. Y demanda.

>> Y más os vale traer la cartera llena de neocréditos a gogó con vosotros, capice?

A Nasty se le veía todo un cosmopolita y mezclaba idiomas y jerga callejera con la misma facilidad que Huxley plantaba pepinos y melocotoneros hidropónicos.

—Tengo cincuenta contenedores de Slurm en el hangar y mi olfato hiperdesarrollado me dice que una lata del lote tiene premio. Ya sabéis mi segundo nombre, ¿no? LUCKYSTRIKE, mamones. Así es, soy el puto LUCKYSTRIKE. ¿Oléis eso en el ambiente? —El brontox olfatea con sus ollares con compulsión, con cierto aire dramático. —Es vuestro dinero escapándose de vuestros bolsillos, volando como aves del paraíso hacia Daddy Nasty... Gruaaaaahahahahaaaaa... —Risa equina. Como si un caballo tuviese flema mucosa en el pecho tras correr un kilómetro a todo trapo, oiga.

—Este es el bisnes, chavales. Al loro: abro durante media hora una subasta cainita y despiadada en mi canal de Twitch. La puja más alta se lleva el lote. Así de sencillo. Retransmito en directo las pujas para que os dé un puto infarto, así me echo unas risas a vuestra costa mientras me quitan el jodido Slurm de las manos. Joder, adoro mi puto trabajo. Quién es el jodido jefe, ¿eh? ¿¡QUIÉN!? Gruaaaaaaahahahahahaaaaaaa...

Nasty regala una mirada de perfil a la cámara mientras rebusca entre su dentadura con un mondadientes.

—¿A qué diablos estáis esperando, nenas? ¡DADLE CAÑA A LAS PUJAS, MAMONAZOS!

La subasta daba comienzo.

Conseguir el Slurm se iba a convertir en una batalla desesperada.

El puto Tharkan por la línea roja para el Capi Huxley.

MAIN QUEST INCOMIIIIIIIIING.

—Huxley.

Esa voz surgida de alguna gruta en una isla desierta en algún inhóspito planeta ártico.

Esa suave, meliflua incluso, melodía de barítono infiltrándose por el pabellón auditivo, rumbo a la trompa de Eustaquio.

Esa magia vocal que impele a cuadrarse y a dedicar el saludo más marcial que uno pueda concebir, seco pero elegante, de esos que deja perlitas de sudor en la fina línea que separa el antebrazo del bíceps.

Esa voz.

—Descanse, hijo.

Los ojos de un glauco estelar del Jefe Tharkan quedan fijos en Huxley.

—¿Eso que veo en mi apabullante rango de visión de francotirador de élite es un jodido HeroQuest de importación, soldado? ¿Acaso ha vuelto a recaer en la ludopatía? ¿Por casualidad necesita un recordatorio de lo puñeteramente serios y profesionales que son mis jodidos hombres en la Flota Estelar, Huxley?

Peligro. CAUTION. Riesgo de auditoría preventiva.

—Por esta vez lo dejaré pasar. Por esta vez.

>> Sus órdenes, Capitán: La campaña veraniega de cierto refresco alienígena de dudosa procedencia se ha convertido en un infierno para la seguridad intergaláctica. La baja oferta de productos suscritos a la promoción ha sumido a los consumidores en un episodio de histeria colectiva con connotaciones armadas. Ha habido disturbios alrededor de toda Delta Green. Necesito que usted y sus muchachos confisquen los alijos más cercanos de ESA MIERDA RUSA^TM. ¿Estoy hablando cristalino, Huxley?

>> El fracaso no es una opción. Quiero mis refrescos radioactivos para anteayer, soldado. La libre competencia del mercado intergaláctico está en sus manos, hijo. Si tiene que hacer una OPA hostil contra algún comercio para confiscar el alijo, tiene autorización para emplear proyectiles de gominol y armas aturdidoras de ser necesario. No me la emprendan a tiros y cañonazos que salimos en las noticias, Huxley. Y el Ministro Intergaláctico Udina nos la tiene jurada, ¿me ha entendido?

>> ¿Alguna duda, ruego o plegaria?

La mirada de Tharkan incita a negar con la cabeza.

Despacio.

Muuuuuuy despacio.

—Lo suponía. Me explico como un puto libro abierto. McMurdoch, enciéndame un puro, coño.

>> Manténgame informado, Huxley. Tharkan, corto y cierro.

Podría haber sido peor.

Las constelaciones se alinean y la tripulación conoce su destino al instante.

No solo deben llegar a esa estación de servicio StarCo antes que nadie, sino que deben impedir de algún modo que alguien se haga con el Slurm en la subasta.

La operación Por un puñado de Slurms acaba de comenzar. Y dos segundos antes de la señal del Capitán Huxley, Nova Eris, con la inquina aún fresca contra el funkotroniano, activa los turbopropulsores de la Serendipiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin piedaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaad...

Huxley & Drev during the phase jump!

El Slurm. Mi destino.

Una sonrisa se tuerce en mis labios al escuchar al capi. «Puede pisarle un poco». Menos mal que él no puede verla, porque esa sonrisa no es una sonrisa cualquiera, esa sonrisa es una declaración de intenciones. 

—Claro, capi. Un poco. Abrochaos bien los cinturones, nenes. 

Cojo los mandos, pulso los turbopropulsores y… ¡vámonos!

Las estrellas se deslizan a nuestro alrededor, convirtiéndose en largas estelas blancas primero, en borrones después. Se me dilatan las pupilas por la simple excitación de la aceleración. La hipervelocidad puede revolver el estómago de cualquier debilucho poco preparado. No es mi caso; yo soy su amante más fiel.

Conseguir ese alijo de Slurm ya es algo personal. Por las buenas o por las malas, eso es lo de menos. Trastocar la subasta y requisar el material, órdenes de arriba. No las tengo todas conmigo con eso de entregarle el Slurm a Tharkan, la verdad. Yo creo que nos está intentando utilizar para poder ir él a la fábrica de refresco. Pero lidiar con Tharkan no es mi función. Lo mío es pilotar y es lo que hago cojonudamente, como diría el capi. 

La sonrisilla se acentúa, se afila, se hace más maliciosa. Con la mirada fija en el frente y la atención centrada en esquivar cualquier meteorito despistado, pulso un par de botones y le meto más gas.

—¡Vamos, Tibusmiley! ¡A por ese Slurm! 

En el día a día de una tripulación como la del Serendipia, había sobradas ocasiones para que la calma chicha se tornara conflicto y descontrol. Huxley trataba de hacer que las cosas no se desmadraran,  sintiéndose como una fea niñera mal afeitada y con una insana predilección por el tabaco en ayunas, en vez de un oficial de la Flota Estelar, que eran los que le pagaban la nómina. Los muchachos necesitaban acción, más de la que una sesión de diverjuegos les podía proporcionar. Aquellos chicos cojonudos y aguerridos necesitaban sentir los octanos de su propia adrenalina abofeteándoles las sienes, o los latiguillos de fluído laterales en el caso de Epsi, o los urétranos superiores de Drev; como todo el mundo sabe, los funkotronianos no tienen riñones, sino glándulas wah-wah repartidas por su esbelta anatomía que se ocupan de suministrar los humores vitales a cada rincón del cuerpo elástico y bailongo a demanda y con eficiencia slap-bass perfect rythm x-pulse. 

A Huxley le gustaba la discrección. Su idea era que, cuanto menos llamase uno la atención, menos explicaciones le tocaría dar, y por lo tanto sería un poco más libre, un poco más feliz, y tendría que atender menos papeleo. Porque al final, en su trabajo, la mayoría de las cuestiones conllevaban la consabida charla de tu superior de turno y papeleo; siempre papeleo. Mucho papeleo, poca diversión. 

Desde el principio Huxley tuvo claro que en este asunto del Slurm la diplomacia y la prudencia no servirían, no había tiempo material. Qué curiosa expresión, tiempo material, qué incongruencia más deliciosa. Este año los pimientos de Padrón vienen carnosos, sin pellejo. Muy buenos. Pero no pica ni uno. Qué contrariedad. Las guindillas, muchacho, mejor no las meta en su boca si no tiene un buen seguro dental, hijo, ¡Son explosivas! Las auténticas Sudoroso Joe para bocas de cuero endurecido. Sin más. En fin, ¿Qué estaba diciendo?. Me voy por las ramas, lo cual no le estaba pasando al buen Huxley en esta ocasión. El Capi pensaba que debían llegar haciendo todo el ruido posible, rápido y al mentón, a ver si con el golpe de efecto lograban cumplir su misión antes de que cualquier ejército privado les metiera en un aprieto.

Nova ya sabía lo que tenía que hacer. Llegar allí lo antes posible, y sacarlos del infierno que iban a provocar. Diablos, las cosas podían ponerse feas de cojones. Y muy rápido.

- Cortana, protocolo antidisturbios cuando lleguemos a destino. Prepare medidas de protección del casco y control de multitudes. 

- Artillero Spike, ocupe la torreta con fuego de contención. Por si las cosas se ponen feas. Cortana le dará acceso a los controles de fuego y fuego auxiliar si llega el momento. Prepare su equipo individual de asalto, hijo. Los ojos bien abiertos, soldado, no sabemos lo que nos vamos a encontrar. 

- Epsilon-091, tenemos que hacernos con ese cargamento de la manera más rápida posible. Tendremos que cargarlo nosotros. ¿Qué sugiere, soldado? ¿Puede acceder a la información disponible de la Star-Co?

- Tecnomédico Aponi, protocolo policial, no necesita que le recuerde lo que eso significa, ¿verdad?. Equípese y prepárese. 

- Drevlin, muchacho. Necesitaremos una triquiñuela, un gancho, una distracción. Algo que nos dé el tiempo suficiente para entrar y salir. El maldito golpe de efecto  definitivo que nos permita hacernos con el Slurm delante de sus propias narices. ¿Qué tenemos para eso, muchachos?

- ¿Qué sugerís, muchachos?, técnicamente, vamos a requisar el cargamento de Slurm más codiciado y valioso del sector. No creo que nos lo vayan a poner fácil, muchachos, ¿Tenéis alguna idea que nos pueda servir?... Vamos cojones, tenemos quince gárgolas cabronas y poco predispuestas a dejar que nos llevemos su valioso, bien custodiado, delicioso, apenas radiactivo Slurm. ¿Me seguís, soldados?. Vamos, coño, toca pensar. Y rápido.

Mientras esperaba la respuesta de la tripulación, activó el montacargas del Capitán. Con un sonido neumático, directamente desde el almacén, la armadura de combate de Huxley hizo su aparición en la plataforma de suministros. El corazón del viejo soldado no pudo evitar revolverse en su caja torácica ante la perspectiva de entrar en acción otra vez.

Esto no era una simulación chustera.

Tampoco una épica partida cojonuda a un juego infravalorado y genial, de valiosas figuritas, de las que más tarde su celoso propietario haría minucioso inventario...

Esto era una Misión Espacial.

Acojonante.

¡Misión Espacial total y Psycho! Go go go
 

—Esos cabrones nos quieren joder. Nos quieren follar el culo con una enorme polla sintética. No, no: esos tíos quieren practicar el medievo con nuestros putos culos, joder.

Mientras dejo claro lo que pienso de ese comerciante intergaláctico y del jefe Tharkan, me pongo la camiseta del uniforme. Darme cuenta de que mi propuesta de visitar el sistema Tripi ha caído en saco roto me está tocando los cojones, ¿me entiendes? Ni puto caso. Bueno. Seguro que ese bicho con cara derretida tiene también polvo de estrellas en su mercancía. Ningún contrabandista que se precie viaja sin un poco de eso.

—Vamos a confiscar esa mierda y todo lo que tenga el bicho ese. Yo me encargo de registrar la mercancía. Ya sé cómo se las gastan los contrabandistas, ¿me entiende, capi? Ley y orden, coño, ley y orden. —Le pego un puñetazo al asiento.

Me siento y me pongo el cinturón un segundo antes de que la Eris meta el turbo. Todavía me sigue excitando esa sensación de hipervelocidad que hace que mi tripa se revuelva un poco.

—¡Wuhuuuuuuuu! —exclamo mientras aceleramos.

Mientras nuestros intrépidos héroes viajan a la velocidad de la luz rumbo a la estación StarCo en misión de confiscar y precintar ese condiciado puñado de fresquitos y altamente radioactivos refrescos Slurms, activamos un poco de saludable e ilustrativa publicidad para los niños.

En efecto, esta partida tiene publicidad repulsiva, jugadores de medio pelo. Si queréis ahorrárosla, sacaos el carné umbriaaaaaa... No, lo lamento. Eso tampoco os salvará de la publicidad.

*El Amo de la Galaxia exhibe su risa comercialmente maníaca*

Y ahora, tomad un poco de anuncios didácticos promocionados por WARMARS^TM, vuetras beligerante e intergaláctica compañía armamentística amiga. 

¿Quién si no?

* * *

ONCE AND FOR AAAAALL!!!

* * *

Bordeando la velocidad terminal, la Serendipia, AKA Tibusmiley, surca la galaxia aproximándose inexorable a su destino.

El objetivo de la tripulación del Capitán Huxley está muy claro, pero... ¿Serán capaces un puñado de valientes pero incompetentes aventureros espaciales sobreponerse a las leyes de la oferta y la demanda?

Eisid toma su puesto en la cabina del artillero. Como buen soldado equilibrado anda pensando en la ley marcial con sus manos a los mandos de varios cañones de protones. Solo le faltan un par de objetivos para darles una lección de jodida democracia parlamentaria.

Nova, esa auténtica maverick, está pasándoselo de verdadero miedo poniendo a la nave a pleno rendimiento. No le vale con llegar rápido a la estación StarCo. Debe llegar la primera. The Eris Way.

Huxley necesita un plan y pide un plan a su hombre más indicado para trazar estrategias impredecibles y surrealistas, pero siempre eficaces. Su hombre no es otro que su experto en telecomunicaciones Drevlin, el funkotroniano que susurraba a las miniaturas élficas del HeroQuest. El tipo que siempre anda bailoteando y al que parece que le han estrellado dos cucuruchos de helado en la testa de Rives con sabor a Blue Tropic.

—Siempre tengo un plan, Capi —Lo cual es rigurosamente cierto.

El funkotroniano oprime el botón del Space Wardrobe secreto, un compartimento ubicado en la cabina de mando para camuflarse con el entorno más apropiado a bordo de la Serendipia. En el citado compartimento pueden encontrarse todo tipo de psicodélicas prendas que Drevlin ha ido coleccionando para cultivar su insaciable apetito por el disfraz y la infiltración más desopilante.

De un brinco, Drev entra en el Space Wardrobe y saca dos camisas hawaianas tácticas, una Azul Polinesia y otra Rojo Waikiki.

—Somos dos inspectores de aduanas que vamos a hacer una auditoría sorpresa a esa estación de StarCo. Usted es el agente especial Skywalker, nombre en clave Teddy Taxman, y yo el agente especial Elvis Costello Abdul-Jabbar —dice, probándole a ojo de sastre a Huxley la camisa Rojo Waikiki.

—Un impuesto de sucesiones traicionero acabó con la vida de su padre de un disgusto y desde entonces juró VENGANSAAAAA. Entró en el Fisco Intergaláctico para cambiar el sistema, pero se volvió un adicto al impuesto por plusvalía municipal. Ahí comenzó su leyenda negrata. Necesita algún guiño para su personaje... ¿Qué tal si hace la auditoría mientras simula hablar por commlink con su vetusta madre? —preguntó Drevlin muy animado con la construcción del personaje de Huxley.

—En lo que a mí respecta, seré su intelectual pero hipocondríaco sidekick. Llevaré gafas. Haré chistes rústicos sobre lechugas. Y en algún momento puede decirme: Costello, al tejado. 

>> Oh, y mi nombre en clave serááááá...

Drevlin se llevó sus largos dedos a sus cuernecitos y frunció el ceño mientras exprimía su fábrica de identidades alternativas.

Abrió desmesuradamente sus ojazos mientras sufría un mindblown.

—Velvet... THUNDEEEERRRRRRRRRRRR...

Drevlin activó su playlist en su omniherramienta, escupiendo un obsceno guitarreo que evocaba a un puñado de flamencos correteando por la Vía Láctea.

Visiones de corrupción a la Hacienda Pública Intergaláctica asolaron la Serendipia.

Cortana emitió para Nova una alerta color pistacho, que en código de la Flota Estelar significaba: Manifestantes cabreados en las inmediaciones.

En efecto, la IA estaba pasándole por el monitor una verdadera algarabía de mensajes. La subasta propuesta por ese mercachifle de Nasty estaba captando muchísima atención en los alrededores y se estaba convirtiendo por momentos en un campo de batalla dialéctica terrorífico, lo cual iba a complicar las cosas para los chicos de la Serendipia.

He aquí algunos fragmentos de las conversaciones mantenidas por los diferentes postores:

@Capitán Grishnak Krazyeye, de la nave Azaltante Nokturna:

—¡Kiero que zepáiz una koza antez de que oz dé por pujar por mi Zlurm, kanijoz! ¡Zi no ez el viejo Grizhnak el que ze lleva el pakete de Zlurmz, patearé vueztroz trazeroz kon alegría y profuzión hazta quedarme kon todoz elloz igualmente! ¡EZ MÁZ! ¡PUJAD! ¡PUJAD, MALDITOZ! ¡AZÍ ME DIVERTIRÉ PATEANDO TRAZEROZ Y LUEGO KOGERÉ EL ZLURM DE VUEZTROS KADÁVEREZ EN PERFECTO EZTADO DE DEZKOMPOZIZIÓN! ¡JAJA! ¿¡Verdad, muchachoz!?

*Coro de alaridos ininteligibles pero presumiblemente aguerridos*

@Capitana Beatrixx Zorbäss, de la nave Fortaleza Negra:

—¡Sigue soñando, simiesco pielverde! ¡Pujad todo lo que queráis! ¡Tengo a mis francotiradores aguardando al último minuto de la subasta y un cheque en blanco conectado a los ilimitados fondos de mi fundación que evangeliza sobre las bondades de los coches eléctricos y las placas solares! ¡ESE CARGAMENTO DE SLURM SERÁ MÍO! ¿¡ME OÍS!? ¡¡¡MÍÍÍÍÍÍOOOOOO!!!

@Capitán Ernst Kelvin Lo-Celsius, alias Ernie el Enjuto, de la nave Hombre No Euclidiano:

—Seguid soltando bravatas de pirata aeroespacial todos vosotros. Esos Slurms pertenecen al Capitán Lo-Celsium, aunque aún no lo sabéis, mis estúpidos compañeros gremiales. 

—Lo-Celsium siempre tiene un plan...

@Gary, el Autónomo espontáneo, de la Tuercebotas Errante:

—Y digo yo... ¿No podemos ser amigos y compartir ese refrescante cieno?

@Todos:

—¡CÁLLATE, GARY!

Epsilon-091 estaba conforme con la positiva recepción de su figurilla de la elfa recreada por sus propias habilidades y dedicación, suficiente incluso para aceptar la petición de Drevlin sin problema mientras se preparaba a medida que avanzaban por el tiempo-espacio y el vacío del espacio, que posiblemente eran los tres uno solo, pero era mejor no ponerse a pensar en cosas así, sobretodo si era un ser como él. Ante la distorsión y el avance a "FTL" como se le decía, él solo se quedaba quieto, como si mirara aquello sin sentir una particular necesidad de actuar, parpadeando como si existiese isolado enteramente del desplazamiento de la realidad a su alrededor.

A medida que se aproximaban y llegaban al sector objetivo el droide respondió a las palabras de su Capitán, quizá algo tardío pero necesitaba procesar, o algo semejante.

- Epsilon-091, tenemos que hacernos con ese cargamento de la manera más rápida posible. Tendremos que cargarlo nosotros. ¿Qué sugiere, soldado? ¿Puede acceder a la información disponible de la Star-Co?

"Parpadeó" con sus luces y respondió con sinceridad en base a sus conocimientos.

- Epsilon-091 no se especializa en exceso en aquella area, señor, eso suele ser experticia del oficial de comunicaciones Drevlin Thaal Jaalin. Lo que podría hacer es crear con tiempo un dispositivo que permita hacer una única función al implantarlo en la estación-plataforma donde se organice la subasta: Causar un apagón, un quiebre de dispositivos a escala media o grande por un breve instante, etc.

Y hablando de Thaal Jaalin cuyo colorido apellido parecía hacer jugarretas con los neurotransistores quantocromados del droide, este le pasó a su figurilla de elfa especializada, una vez más no hecha, se teme, por WARMARS^TM, ¿quién si no? Pero con el espíritu del mismo, más o menos, bueno, tampoco, es un sacrilegio, lo sabía, pero de desafiar a los dioses se hacen los humanos, y el droide este quería ser má' humano' po'. Sí, eso.

- Thaal Jaalin, tenga.

Se lo entrego sin más, pero con un caveat.

- Téngalo consigo, no queremos que se repitan accidentes, Epsilon opina.

Inmediatamente escuchó como el mismo oficial de comms soltaba su idea. Analizando, E-091 consideraba que en el pasado en la simulación, seguir las directrices de Drevlin habría resultado en un 98,79% de chances de éxito más fácil, si bien sí, ganaron de forma super épica, fue una mezcla de... Muchos factores. Este plan era sólido, incluyendo todas las jugarretas del Funkotroniano que parecía existir en |>|> FF, por decirlo de algún modo.

- Señor, Epsilon-091 aguarda instrucciones. Protocolo antipolicial en espera, creación de dispositivos y trabajo especialista en curso... Oficial de ingeniería y tecnología mecánica Epsilon-091 activo.

Al decir eso, se puso su armadura, que en su caso particular era como una chaqueta de oficial a la vez que mecánico, pero sobrepuesta en su propio torso metálico, contrastante con el uniforme, menos cabeza humana, obviamente que había estado llevando hasta ahora, lo clásico para uno de su oficio puesto encima como ropa irónica encima de un ser al que estar "desnudo" no le hacía diferencia alguna, y que se sacó en este proceso de vuelo y transporte.

Ya era hora.

La Serendipia completa con éxito el salto de fase y alcanza las proximidades de la estación espacial StarCo en cuestión de unos segundos de viaje astral. Es solo otro día en la oficina para The Ace of Aces, Nova Eris. Pero cuando la nave de la Flota Estelar llega a su destino, ni las más de 2.500 horas invertidas por el sagaz Drevlin Thaal Jhalinn en el simulador Premium Deluxe STARFARER^TM, -con todos los DLC's disponibles en el mercado cibernético Nébula-, permiten imaginarse el terrible caos que azota el perímetro en torno a la estación de servicio que regenta ese mezquino brontox conocido como Nasty.

Aquello es una batalla espacial de las catalogadas por el manual de la Flota Estelar como Battle Royale.

Las favoritas de Tharkan.

Cortana arroja sobre la interfaz del monitor del piloto un preocupante informe de situación que reproduce en el cuadro de mando del Capitán Huxley. Están a punto de entrar en el fuego cruzado que mantienen la Azaltante Nokturna y la Fortaleza Negra, ambas naves dos cruceros de batalla, mastodontes tecnológicos bien equipados para un combate encarnizado en el espacio.

La más escurridiza, el Hombre No Euclidiano, ataca desde la distancia usando sus torpedos de protones y su tecnología de camuflaje óptico para tratar de imponerse a sus adversarios, debilitándolos antes de asestarles el golpe de gracia, Lo-Celsius' Style.

Ese cargamento de Slurm ha hecho perder la cabeza a algunos de los piratas espaciales más peligrosos del sector. ¡En cualquier momento podrían unirse más a la fiesta!

La Azaltante Nokturna está capitaneada por el temible Kapitán Grishnak Mandíbula de 'Ierro, un descomunal y carismático speiss ork que solo vive para el saqueo y el pillaje. A buen seguro no se retirará de esta batalla hasta haber conseguido el Slurm. Su nave puede que no tenga los mejores artilleros, pero sí cuenta con el mayor número de tripulantes y los orks destacan por una sola cosa, una que hacen de maravilla: AZALTAR A LO BEZTIA. Cuentan con tecnología avanzada de abordaje por teleportación. Y créeme cuando te digo que lo último que quieres ver es a una pandilla de treinta bárbaros verdes aparecer por la cocina con ganas de machacar cráneos.

La Fortaleza Negra es una sofisticada nave de combate capitaneada por la Almirante Beatrixx Zorbäas, ex integrante de la Flota Estelar, ahora convertida en una renegada peligrosísima y buscada en varios sistemas solares. Su tecnología bélica es exquisita, aunque no tanto como su afilado y sensual diseño. Innumerables pilotos han muerto emitiendo un suspiro de felicidad al ser abatidos por That Sexy Spaceship. En un combate a larga distancia no tendría problema en abatir a la Azaltante Nokturna con sus lanzas de materia oscura, pero ese astuto Grishnak dirige su acorazado contra ella y si tengo que apostar quién ganará en un combate cuerpo a cuerpo, apuesto por el verde por la sencilla razón de que... GREEN IZ BEZT.

Y finalmente, esa psicodélica nave acechante en el infinito silencio del espacio, El Hombre No Euclidiano. La nave en la que el criminal intergaláctico Lo-Celsius, alias Ernie el Enjuto, regresó tras perderse en un vórtice de disformidad en el espacio profundo en el que se le dio por muerto por la Flota. Quién sabe qué estrellas ha visto morir esa belleza junto al sol rojo de Radahn. Algunos insinúan que ha cruzado las puertas de Tannhaüser. Sea como sea, Lo-Celsius es un taimado truhan que posee la nave rapaz más sibilina del sector: una goleta tipo Spektr con tecnología alienígena implementada. Un fantasma acechante en un mar de estrellas.

Nuestra Serendipia interviene entre una barahúnda de explosiones y trazas de torpedos de protones. Ahí afuera solo hay guerra abierta por un puñado de Slurms. Y aunque las campañas publicitarias estivales atraen la sed, esta no parece que pueda apagarse con otra cosa que no sea sangre.

Drevlin ya se ha ajustado su camisa hawaiana táctica Rojo Waikiki y ha puesto su miniatura recién esculpida de Nova La Bárbara junto a su consola de telecomunicaciones tras darle un three-hit-kissy-combo en sus orejas picudas.

Por el momento sigue respondiendo al nombre de Drevlin, pero falta poco para que haga oídos sordos a todo lo que no comience por Costello, al tejado.

—¡Esto se está poniendo más tenso que jiñar sin pestillo, Capi! ¡Uh! DAAAAAAAAAMN! 

>> Capi, puedo interceptar las comunicaciones de las naves implicadas en la refriega, pero a juzgar por los antecedentes penales que figuran en la base de datos de Cortana, dudo que podamos negociar con ellos. Son tipos muy... muuuy chungos. ¡Puede que más que Eisid! HIT ME IN TE PROTON, BAAAAAAAAABY!

Drevlin pega un brinco de repente:

—HEAAAAVY SHEEEEEEIT! ¡Capi! ¡Capto dos señales de emergencia! ¡Una proviene de la propia estación de servicio! ¡La otra de una pequeña nave comercial que está ardiendo en mitad del vacío! 

Dentro, mensaje número uno:

—¡Se os está yendo la olla, 'oño yaaaa! ¡Dejad de tirotearos alrededor de mi estación, jodidos psicópatas! ¡Esto está lleno de materia oscura! ¿¡Acaso queréis volar en mil pedazos!?

>> ¡La puja ya se ha cerrado y los slurms no van a ser para ninguno de vosotros! ¡Daros el piro y reventaros el culo bien lejos de mi estación!

—Kreo que no haz komprendío na, kanijo. 

>> Grizhnak no ha venío a pujar. Ezo ez de nenazaz. 

>> Grizhnak va a zaquear ezoz Zlurmzzz, ¿verdad, chicoz?

*Coro ensordecedor*

—WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHHH!!!

—¡ALLÁ VAMOZ!

—¡¡ALLÁ VAMOZ!!

—¡¡¡ALLÁ VAMOOOOZ!!!

Drevlin está a todas luces nervioso, excitado, emocionado.

LO ESTÁ FLIPANDO MUY FUERTE.

A él le encantan las misiones de alta tensión.

—Esto es como Asalto al Distrito 13... Jeje... _{TOOOOOOMAAA YAAAAAAAA...}

El funkotroniano carraspea, recobrando la profesionalidad.

—Capi, aquí va el segundo mensaje:

—¡Soco***! ¡Soy Gary, el aut***mo! ¡Me h*n dado! ¡Repito! ¡Me *** ****! ¡Tengo a las gallinasaurias sueltas por toda la nave y están mu' locas! ¡He perdido todo mi ********** de ****! ¡Necesito ***** o enloquecerán! ¡Por favor! ¡*****! ¿Alguien puede ********? ¡Soy un **** contribuyente! ¡Argh! ¡Manolita, en los ****** no! ¡En los ****** noooorrrrgh! ¡So**rro!

Drevlin se gira lentamente hacia Huxley. En sus ojos se palpa una incontenible emoción por pasar a la acción más desenfrenada.

—Y ahora esto cobra tintes de Chicken, el Octavo Pasajero Avícola... _{JOJOJOOOOO...}

Tal avalancha de acontecimientos e información sumieron al Capitán Huxley en un momento de estupor algo más denso de lo habitual. Diablos, ¿todos esos capullos espaciales se habían puesto de acuerdo con su propia tripulación para joderle el día?. ¿Acaso se había equivocado de profesión, y el viejo soldado debería estar en su rancia Tierra natal cultivando pimientos del padrón nucleares y transgénicos y piñas-vórtice para metérselas por el culo a un clon de Hitler en el Wacken Festival?

¡Nada de eso, demonios!. Huxley lo tenía claro, lo que allí estaba pasando es que los muchachos se aburrían. Aquellos soldados cojonudos y fuera de serie necesitaban un poco de Rock'n'Roll del bueno y esos palurdos espaciales les estaban sirviendo en bandeja de plata la ocasión de soltarse un poco. Todo consistía en lograr que los chicos aguantaran los caballos, hacer el trabajo, volver todos de una pieza* y conseguir no cagarla esta vez.

La sombra de la duda sobrevolaba la testa del Capitán cuando pensaba en toda esa materia oscura esperando a que algún zoquete hiciera volar todo el cuadrante pero, qué cojones, con todo el Slurm que podían requisar, merecía la pena, y en el peor de los casos sería una muerte apenas radioactiva y sabrosa, ahora con un 15% más de lata.

No dejaba de resultar curioso que Tharkan se hubiera interesado de una manera tan personal por el alijo; ¿acaso tendría Acid razón y alguien de arriba se la estaba jugando a él y a los muchachos?. Estaría atento como un ratón.

Sin embargo, la nueva reedición de la impresión quinto centenario de la novena expansión de su juego de cartas favorito estaba a punto de salir, y prefería no forzar una nueva auditoría lúdica de Tharkan, que solía terminar con severas restricciones sobre el uso y disfrute de los juegos de rol del Capitán, especialmente los tentaculares, apoyadas ocasionalmente por la prescripción médica de Aponi, esa acojonante y diligente médico zorra soldado que opinaba que "tanto juego no puede ser bueno".

Todo hombre alberga deseos en su interior, a veces inconfesables, y el deseo de Huxley era participar en una misión que le permitiera hacerse pasar por un estirado e incorruptible crítico culinario, un bombero, un chino o lo que fuera. Esta parecía la ocasión perfecta; Drev, es decir, Velvet Thunder, tenía una idea fresca, acojonante y a todas luces infalible. Nasty no tenía pinta de ser de los que se dejan amedrentar fácilmente, pero, qué cojones, ¿Inspectores de Aduanas?. Drevlin, muchacho, eres un puto primogenial™.

- Muy bien, muchachos - dijo Huxley al fin- Drevlin y yo nos infiltraremos, para operar desde dentro. Necesitaremos un sistema de comunicación adecuado. Hay que ganar tiempo ahí fuera, y tratar de controlar las cosas el tiempo suficiente. Hay que cargar el Slurm. Y hay que salir cagando leches. 

- Ahí fuera tenemos a La Nokturna, mucho ojito y manteniendo la distancia, no vaya a ser. Sé cómo se las gastan esos sudorosos hijos de perra y os lo aseguro, chicos, no queréis saberlo. Spike, empiece por ellos. No nos interesa que se teleporten. Mande a esos pieles verdes al infierno. Es una orden. Directo y al mentón, chico.

- Beatrixx Zorbäas y su Fortaleza Negra es la única ahí fuera que se puede dar a razones, y parece estar en apuros, si conseguimos establecer contacto con ella quizá podríamos equilibrar las cosas. Pero no os confiéis, muchachos, esa renegada se las sabe todas. 

- Ernie el Enjuto... bueno, ése es harina de otro costal, Nova, no lo pierda de vista.

- Sólo me falta saber lo que tiene que decirme nuestro acojonante y sintético Tech-Wizard en base a los datos que tenemos.

- ¿Qué coño vamos a hacer con Ernie y su puta nave llena de chifánfanos alienígenas descatalogados? ¿Alguna sugerencia?¿Podrás guiarnos a través de los mapas disponibles de la Star-Co al sitio más probable de almacenaje de nuestro alijo objetivo?. _{Y, además, ¿podría imprimirme un falso mostacho de Inspector de Hacienda?}

Cuando aparecemos frente a esa tormenta perfecta… ¡me cago en la puta! ¡Qué jodida maravilla! ¿Me entiendes? Pim pam pum. Esto es lo mío. No lo puedo evitar, cuando veo las detonaciones, las explosiones, los disparos, siento una adrenalina que me hace soltar un grito desde mi asiento de artillero.

—¡¡¡YIIIIIIIIHAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Antes incluso de que empiecen a entrar las comunicaciones —no entiendo una mierda, tío, no entiendo un carajo, qué cojones dicen todos esos friquis de mierda—, ya he agarrado los controles del cañoncito. Incluso, me acerco al cañón y le doy un beso, sonoro, antes de soltar una más sonora carcajada.

—¡¡JA, JA!! Me los voy a follar vivos, joder —digo, con los dientes apretados.

No entiendo los mensajes, no los entiendo, esa mierda rusa no es para mí, ¿me entiendes? Yo pim pam pum, toma Lacasitos. Por eso, cuando escucho la orden del capi, mi mano se va marcial a la sien y grito como un maldito hijo de mil putas juntas metidas en un vagón de tren:

—¡¡SEÑOR, SÍ, SEÑOR!! ¡¡LES REVIENTO EL OJETE, SEÑOR!!

Ya empiezo a preparar el cañón y a buscar la jodida Nokturna esa.

—¡Os voy a teleportar el ojete al sistema Dildo-Gigante-En-Tu-Ano-4000! ¡¡Cabroneeeeeeees!! ¡¡JA, JA, JAAAA!!

El festival explosivo que nos recibe al llegar al cuadrante de la estación de servicio hace que me brillen los ojos. Ya tenía la adrenalina galopando en mi sangre por la carrera, retumbando ratatatapam en mis venas, pero si hay algo más emocionante que una carrera entre meteoritos detonantes, eso es volar esquivando putas balas de cañones láser. Joder, por una vez estoy de acuerdo con el tarado de Acid, esta mierda del Slurm se ha puesto interesante de repente.

Me río a carcajadas al escuchar a los otros tarados, los de las naves que se están peleando entre sí. No tienen ni puta idea de con quién se las van a ver. Una sonrisa afilada se ladea en mis labios y me paso la lengua por ellos. Ya me estoy relamiendo solo de pensarlo. 

Pesto más atención cuando el capi se pone a explicar el plan. La cosa se va a complicar, seguro, segurísimo. Nunca es nada tan fácil como parece en esta vida. Pero se me da bien improvisar. Por si acaso, aprovecho este momento de planificar para pulsar el botón que abre una escotilla en el suelo por la que aparece mi armadura. No tengo ninguna intención de dejar a Tibusmiley solo, pero nunca está mal prevenir con una armadura cortesía de la Tropa Estelar. 

—Pues venga, vamos, ¿no? ¿O qué? ¿A qué esperamos? Capi, yo estoy lista, vamos a meternos en la jarana. 

Meto un poco de prisa, porque están ahí charlando y charlando y esto hay que moverlo ya, joder, que si nos dormimos nos van a cazar esos cabrones y no. 

—Cortana, pasamos al modo manual, yo piloto. 

Me siento otra vez en mi puesto, ahora blindada con la armadura, y agarro los mandos. 

—Venga, os metéis en el caza y pasáis ahora que están distraídos. Yo os espero con la nave lista para salir pitando a hipervelocidad. Y el capullo de Spike los va friendo mientras tanto. Y un ojo en la Hombre No Euclidiano. Está chupado, jefe, lo vamos a petar. Vamos ya.

Todo en lugar, datos concretados en su mayoría, un intervalo de 88.0% a 92.56% al menos, lo cual para bolsacarnes que no podían calcular perfectamente cada estadística, era "bueno, optimista incluso", citando los datos de sus propias bases. Epsilon brilló sus ojos un par de veces y otra pose militar, brazo arriba y frente a su propia "frente" robótica y neoaceropolímerocromada, denotando que seguía a Huxley y sus directrices. Y hasta a un agujero negro le seguiría, sentía. Cojonudo...

De todos modos, el droide declaró sus propias intenciones y aportes para que pudiesen empezar. Esta vez se separarían de forma eficiente, no como el intento de separarse, pero luego unirse tarde que terminó haciéndole a él carnaza (¿Cromaza?) para Tofu Banzai en la Simulación del Exámen de Prueba y a los otros desesperadamente bajándolo de modo temporal. No se repetiría, lo harían bien, lo mejor posible. En nombre de Stellaris, de Artemisa y Delta-Green.

- Señor, Epsilon-091 se ofrece para el rescate del objetivo Gary. Además de eso...

Y entonces, generó un HUD sencillo pero funcional y además pidió una conexión.

- Cortana, solicito conexión con el Caza de la Serendipia. Epsilon agradece.

Con esto, buscaría permitir un manejo remoto, pero no por él mismo, no, porque esto sería dejado para que la mismísima Nova Eris, la piloto de la Serendipia hiciese lo suyo. El HUD si bien no mostraba la nave completa mostraba un mapa preciso en tres dimensiones holográficamente para que ella pudiese manejarlo a distancia. Sin exagerar, sin faltar nada.

- Capitán Huxley, Epsilon en camino.

Otra vez la pose militar con el brazo y una dedicada más breve hacia el lagarto espacial en el póster puesto en su propia estación de ingeniero-mecánico. Asintió entonces y se preparó. Miró a Tala, y si bien él tenía que ir en esta misión por su cuenta, ella entendería por qué, le decía con la mirada (Robótica, bueno, ella le entendería) que se cuidara, y alguna que otra cosa, considerando cosas y otras cosas más cosas entre cosas.

- E-091 declara: A por ello.

Con esto, confiaba en los planes, Drevfunk y el Capitán en las negociaciones, falsas, verdaderas, mixtas o puramente a modo de "stalling" como decían los orgánicos respecto a la actividad llamada "apostar", o incluso en jerga táctica, de un modo u otro. Confiaba en la piloto, la As de Ases y su aptitud para multi-manejar dos naves, era cosa poca para ella, era algo dado, recordó cómo lo hizo entonces en el Exámen con aquel carrito y estaba claro. Y el sujeto Spike con su caótica personalidad considerada se notaba capaz, no podía darle consejos ni pretendía decirle cómo hacerlo pero imaginaba que, motivado, podría hacer lo suyo.

Serían un equipo.

Él estaba en camino, cuando dijeran.