Partida Rol por web

Elung sigue los pasos de Karl mientras el silencio la acompaña durante todo el trayecto, ahora mismo su mente es una secuencia analítica de todos los errores cometidos hasta el momento y tras descartar una teoría que ofendería a más de uno, se limita a caminar por aquel pasillo entre luces y sombras. 

Consciente de esos errores, de la urgencia con la que se ha resuelto la situación, le dedica una mirada significativa a Karl mientras espera que esta vez la Capitana ponga en línea recta a su tripulación, que en definitiva es la que ha líado con creces todo el plan, la misión y la confianza del capitán de la nave en la que viajan. 

No obstante una vez llegar al punto de encuentro, se mantuvo atenta a todo el movimiento en general. Hasta descubrir que el médico de la Franklin se encuentra herido, cuestión que le permite a Elung acercarse para revisar las heridas de su compañero mientras el otro científico contempla la piedra anonadado. 

Si bien su intención había sido volver a intentar incorporarse, lo cierto es que lo que Griffin consiguió fue completamente lo opuesto, aunque en realidad no fue a causa de su intento, sino del maldito veneno de la maldita espada del maldito gorn unido a la importante pérdida de sangre que había sufrido. Lo primero que sintió fue como si sus piernas y brazos dejasen de existir, sin sentirlos en absoluto, y luego una sensación de caer mientras todo giraba a su alrededor, a pesar de que seguía tumbado y sin moverse.

Mientras la oscuridad se iba cerniendo sobre él, llegó a escuchar como alguien, no recordaba quien, advertía al inútil de Daniel de lo que le estaba pasando… y luego como este respondía ordenándome que no me moviese.

¿Moverme? ¡Ni siquiera siento mi maldito cuerpo!- pensó el doctor, aunque supuso por sus palabras que había empezado a convulsionar -¡Estoy teniendo un jodido ataque, estúpido!- le gritó en su cabeza, aunque poco más podía hacer, tan solo rezar por que el maldito inútil remedo de aspirante a curandero con ínfulas que era Daniel no terminase de matarle mientras se hundía cada vez más en la oscuridad.

Cuantas más voces, más caos. Sólo se tendría que escuchar al mando. El resto, cuanto más charren, más caos causan.

No había duda. Era un tanto más disciplinada que todo el batiburrillo de navales que se jactaban de ser lo mejor. Por suerte, ahora mismo nadie hablaba. La tensión era patente, pero la Señora de Alba había ordenado lo que ella esperaba: - Evacuar.

Esa es la orden patente. Esa es la que cumpliría.

Además, como MACO, no dejaba a nadie atrás, si lo podía evitar, así que ayudó a los que se sentían peor que ella. Ya fuera por los nervios, por el miedo, o porque su cuerpo tampoco era muy disciplinado, obediente o su estado de salud no lo permitiera.

- Blandengues.

Cristina al ver embobamiento de Daniel con su nueva amiga... La piedra de colores, se acercó a él y le posó una mano en el hombro acompañado de un zarandeo.

- Daniel, es muy bonita pero tenemos que irnos, ya la estudiarás después, venga- tiró de él para levantarlo y ponerlo a caminar, la capitana se haría cargo personalmente de él, aferrándolo del brazo sin soltarlo, no podía permitir que se perdiera durante la evacuación.

Llegaron corriendo a la bodega de carga, el doctor parecido malherido y Daniel completamente ausente examinando una piedra. Se quedó de pie junto a la capitán esperando alguna orden. Dado que el tiempo apremiaba se puso en marcha.

-Capitán, con su permiso podría ayudar al doctor, los MACO serán más útiles abriéndonos paso si nos encontramos alguna sorpresa inesperada.

No hizo nada hasta tener el visto bueno de la capitana.

Mientras ayudaba a Daniel a volver al mundo para salir por patas, escuchó al primero... Cristina no cayó en la cuenta de que el hindú debía poseer más información que ella y si sugería que podía haber un problema debía de ser por algo, además cuando giró la cabeza para mirar a si primero recordó las habitaciones cerradas de la nave y los ruidos y sangre que habían visto Lightman y ella unos horas antes.

- Tiene razón... No había caído en la tripulación de esta nave... Señor Chandler, señor McTagger dejen al doctor y prepárense para el combate... Señor Kemp ayude al señor Mukherjee a llevar al doctor. Vamos

- No necesito estudiarla... es una sencilla fluorita tallada en punta ... - Respondí a aquella voz que me llamó por mi nombre antes de alzar la cabeza, siguiendo a aquel brazo que me agarraba el hombro. - Capitán de Alba... ¿cuándo ha...? - En ese instante vi a los demás que la acompañaban. - ¿... han regresado? - Me dejé ayudar por Cristina para levantarme del suelo, soltando el mineral, el cual quedó colgando de mi cuello por medio de su cordón de cuero.

- ¿Irnos? - Pregunté con serias dudas. - No, no podemos irnos... aún no... Doc tuvo una crisis hace unos instantes y me ha costado estabilizarle de nuevo... Hay que moverle con ... - Vi como los hombres se acercaban para cogerle. - ... con cuidado! - Exclamé, girándome lo que pude mientras que de Alba me tenía agarrado por el brazo. - Sus heridas pueden volver a sangrar si se le manipula mal... o podría ahogarse si el tubo por el que respira se descoloca... ¿Nadie ha encontrado ninguna manta ni nada para transportarle? - Pregunté a todos los presentes, recordando en ese momento que, cuando encontré la fluorita, precisamente estaba buscando eso: algo para llevar a Doc.

Pero de Alba parecía no querer soltarme, entonces miré su brazo... y su guantelete. - ¿Aún sigue con él puesto? Tengo algunas ideas... pero creo que primero debería saber más de su estado, capitán... una de ellas bastante ridícula... pero... ¿ha intentado ducharse? O quizás agua con sal... Si eso tiene vida, el agua o mejor aún, el agua salada, seran sus más... enemigos más poderosos... sobre todo el óxido que genera el agua salada... - Olvidé nuevamente al doctor, a quienes nos acompañaban y a donde íbamos, mientras explicaba a mi capitán algo sencillo de probar contra aquella cosa que parecía no querer separarse de ella...

...Y no, no me refería a mí.

La atención medica de Daniel es sobresaliente, logrando reanimar al doctor y por el momento detener el mortal avance del veneno por su cuerpo, el cual se niega a desaparecer del sistema de Griffin. Este despierta nuevamente entre terribles dolores musculares y entumecimiento de todos sus músculos. Su sistema nervioso exterior prácticamente acaba de reiniciar como una computadora en mal estado.

 - ¡Hey, mira. Lo has salvado! - festeja Hans luego de ayudar a Daniel con su maravillosa idea.

Su acción acaba de rescatar al malhumorado doctor de las fauces de la muerte.

Inmediatamente llega toda la comitiva destinada al puente, con el informe de desalojo inmediato y bajo la presión del Golem que custodia el puente de mando de la Zeshkan. Cuando ellos arriban a la bahía de carga el monstruo regresa por donde llego con intención de volver al puente.

El reencuentro trae cambios en las acciones y asignaturas de la mayoría. Siendo Aakesh y Hans quienes acaban llevando a Griffin en la improvisada camilla. Mientras tanto Elung al llegar realiza un control en el doctor y estima que la medicación bastará para mantener estable al paciente un par de horas. Harry Burgundy es quien carga con todo el equipamiento medico.

Por el costado del grupo William y Josh toman la iniciativa del grupo al custodiar el acceso a la escotilla de acople, donde esperan las lanzaderas de la Franklin. Diana protege la retaguardia.

Entonces un mamparo de mantenimiento, ubicado en un costado de la pared del fondo de la bahía, es empujado desde su interior hasta caer pesadamente al suelo. El mamparo manchado de sangre en su interior sirve de rampa para los cinco “tripulantes” que salen de allí, del túnel de mantenimiento.

Llamar "tripulantes" a esas horripilantes aberraciones es conceder un punto de gracia que realmente no tienen. Los horrores caminantes son principalmente cadáveres reanimados y mutados al punto de la locura inimaginable. Las criaturas supuran un líquido negruzco por sus heridas abiertas y múltiples fauces. Algunas de ellas tienen extremidades de más, pese a ser especies humanoides típicas, y otras incluso parece que son dos entidades fusionadas en una sola. Restos de vestimenta, uniformes y hasta trajes EV perduran en sus nuevas y aberrantes formas. Sus manos acaban en filosas garras y sus bocas acaban en deformaciones que recuerdan a un tiburón y sus múltiples hileras de dientes.

Las aberraciones de pesadilla insisten en avanzar hacia los uniformados de la Flota Estelar pero algo los detiene e impide que carguen sin remedio contra todos. Al no poder ir hacia Aakesh y los demás nerviosamente comienzan a dar vueltas por el lugar impacientes, deseando que se acabe pronto la detención. En su desesperación y ansias de sangre los monstruos desagotan sus frustraciones aullando y midiendo las oportunidades contra el grupo.

Aunque no es el fin para el grupo de rescate y los tripulantes de la Excalibur, porque el panel de la escotilla se ilumina cuando la primer lanzadera se acopla con éxito. Rápidamente la compuerta se abre para dar paso a la lanzadera que es pilotada por solo un hombre.

 - Rápido gente, que no tenemos todo el día. Los primeros seis de ustedes. Prioridad, heridos y mujeres – saluda de mala gana un tripulante de mediana edad de rasgos asiáticos.

Su uniforme pertenece a Operaciones. El color característico de Ingeniería.

Cristina se había quedado mirando a Daniel con sorpresa, siempre se las arreglaba para pillarla desprevenida... ¿Ducharse con agua salada?

- ¿Me está diciendo usted que huelo mal?- le dijo con una ceja elevada mirándolo de hito en hito, que no es que no tuviera razón pero decirlo eso a ella, con lo que se esforzaba siempre en ir digna había sido un golpe bajo, sólo que siendo Daniel se lo perdonaba todo.

De todas formas la capitana no tuvo tiempo de decirle nada más puesto que los golpes y el estrépito de la pared cayendo al suelo paralizó a la española que miró a la "tripulación" de la Zeshkan con horror, ¿Así sería como terminarían todos después de por donde habían pasado? de manera inconsciente dio un tirón de Daniel para echarlo atrás como queriendo protegerlo mientras evaluaba posibles escapatorias, sólo que algo detuvo a la horda y la lanzadera llegó justo a tiempo.

- ¿Seis, solamente?- dijo desesperada, a sabiendas de que aquellas abominaciones atacarían en cualquier momento, pero tampoco tenían tiempo para discutir así que decidió con rapidez- El herido en primer lugar, Muk, con él, Daniel, tu también- lo empujó a la lanzadera para que no se le ocurriera perderse, miró a Elung- mujeres y usted lo es... arriba- restaban dos. 

- ¡No! - Exclamé ante la pregunta de Cristina. - Bueno, ahora que lo dice... atufa un poco, capitán... - Me huelo la axila sin levantar demasiado el brazo poniendo cara de asco a continuación. - Y veo que no es la única... pero me refería al guantelete. - Regresé al tema que me interesaba de golpe. - El agua salada ayuda a una rápida oxidación de los metales y quizás... por evitar oxidarse...  - La miré elevando las cejas esperando que ella misma concluyese la frase. - Quizás se lo esté poniendo muy difícil. - Pensé para mí mientras esperaba su respuesta.

Pero la conversación no dio para mucho más. Un golpe seco de metal con metal me hizo girarme, al igual que a todos y contemplar la sorpresa que se ocultaba tras los paneles de la nave. - Alucinante... - dije viendo a esas criaturas de aspecto aterrador, salir de la mismísima pared. Traté de dar un paso al frente hacia ellas, para verlas mejor, pero de Alba me tenía demasiado bien sujeto para que me moviese de mi sitio. - Son... increibles... - Añadí sin salirme de mi asombro. - ¿Podría hacerles algunas pruebas con el escáner, capitán? No parece que nos quieran hacer daño... - Pregunté a Cristina señalando los botiquines donde sin duda encontraría otro escaner médico.

En ese instante un nuevo golpe y el sonido de una compuerta abriéndose me hacen mirar hacia otro lado. Un tipo seto y malhumorado, nos da las instrucciones pertinentes. - Vaya, hace mucho que no va a evacuar, ¿verdad? Se le nota... Solo hay que mirarle a los ojos, los tiene así de tanto esforzarse... debería ver a un médico. - Le dije tras el empujón de Cristina que me hizo entrar en la lanzadera.

- Y usted también es mujer, capitán. - Repliqué a de Alba tirando de ella hacia la lanzadera. - Si yo no me puedo quedar a investigar esas... cosas... usted tampoco. Además, su médico dice que debe guardar reposo y estar bajo observación. ¿Verdad, Doc? - No sabía ni para que le preguntaba. Estaba sedado y con la traqueotomía poco podría hablar, por no decir que nada. Al menos el transporte hacia la lanzadera fue más seguro en aquella improvisada camilla que llevarlo en volandas.

- Coincido con el Científico, usted también es mujer, Capitana. -  afirma en ese tono neutral mientras medita sobre las acciones a llevar por delante. - Iré por ellos, soy experta en Artes Marciales Vulcanas y tengo un Phaser. -  agrega sin un ápice de duda, emoción o algo similar, simplemente bajo una determinación que su raza suele ostentar desde la lógica y ese halo propio de una raza que opera desde la inteligencia. 

- Vayan subiendo, iré a facilitar la salida del Oficial Stevenson y Th´Talesh. - responde ya al quitar el arma de su cinturón, lugar que lo mantenía oculto de las miradas ajenas, al llevar una chaqueta bastante larga y cerrada. Al menos dará batalla, no por lealtad, sino por creer que es lo apropiado en esta situación. 

Poco a poco, la oscuridad fue remitiendo de la mente del doctor, permitiéndole recobrar lentamente la consciencia… y con ello, ser consciente de todos y cada uno de los músculos de su cuerpo, los cuales le recordaban su existencia con continuas descargas por espasmos musculares incluso a pesar de que el entumecimiento de estos no había remitido en absoluto, sino más bien lo contrario.

Al... menos... vuelvo a estar... consciente- pensé, dando gracias por el hecho de que, por algún extraño milagro, el coctel de medicamentos que el inútil de Daniel le había inyectado no solo no le había hecho empeorar, sino que incluso le había ayudado… aunque no es que estuviese mucho mejor que antes, claro.

Al menos, por lo que notaba, debían de estar llevándole a algún sitio, y dado que era imposible un lugar peor que el basurero que había tenido que usar de enfermería, supuso que eso significaba una mejora, aunque al principio no fuese consciente de a donde lo llevaban, puesto que a pesar de escuchar voces a su alrededor, tardó un tiempo en estar lo suficientemente consciente como para poder entenderlas.

Ya era hora- pensó Griffin en cuanto comprendió que estaban en la lanzadera, lo que quería decir que saldrían de una vez de aquella maldita nave, aunque hubo algo que le obligó a tener que moverse como buenamente pudo.

Ghhgghg- dijo, incapaz de lograr nada más por culpa de la jodida traqueotomía, pero levantando todo lo que podía uno de los brazos, lo cual no eran sino apenas unos centímetros, para señalar por un instante a de Alba antes de que el esfuerzo le obligase a dejarlo caer. Lo tenía claro la capitana si pensaba que el doctor dejaría que su paciente se quedase en un lugar como ese un segundo más de lo necesario.

De Alba angustiada por lo que podía pasar a quienes no subieran a la lanzadera, consciente de que alguien o algo estaba reteniendo el ataque de los zombies se giró mientras trataba de subir a Daniel a la lanzadera.

- Stevenson tiene una lanzadera en ingeniería, hay que dirigirse allí para tratar de escapar- les dijo a los MACO con intención de ir ella también, sin embargo fue arrastrada por Daniel dentro- ¡Son mis hombres, no puedo dejarlos!- miró desesperada a los MACO en especial a Chadler tratando de liberarse sin éxito, al fin y al cabo Cristina era una mujer menuda y había perdido mucho peso.

- Coincido con el Científico, usted también es mujer, Capitana. -  afirma en ese tono neutral mientras medita sobre las acciones a llevar por delante. - Iré por ellos, soy experta en Artes Marciales Vulcanas y tengo un Phaser. 

Desarmada tanto física como verbalmente, aún así la capitana volvió a rechistar.

- Lo mismo usted también es útil en la lanzadera señora vulcana, hay un paciente medio comatoso que no hace más que señalarme con el dedo- miró al doctor de reojo casi le daba miedo- y el señor Winwood posee capacidades limitadas, necesito a alguien más que sea capaz de estabilizarlo, a este paso no llega a la Frankling- miró además de a Elung a Hans, invitando a la vulcana pero dejando que decidiese y requiriendo además a uno de sus hombres, el que menos capacidad de lucha tenía.

Las palabras de Cristina hicieron mella en la lógica de Elung, cambiando su decisión a favor de abordar la lanzadera y cuidar a Griffin ante otra posible descompensación. El estado del doctor es crítico, aun pudiendo entrar en coma en cualquier momento de no ser por el batallón de drogas en su cuerpo.

- Aguardaremos aquí. Custodiando la salida hasta que Stevenson y los demás regresen. –respondió William al hacerse con un rifle la lanzadera y una pistola que entrega a su compañero Josh.

Chandler y los demás optan por no decir nada y mantenerse firmes en su posición con tal de que los oficiales superiores suban a la lanzadera y con ello puedan sobrevivir.

Karl, al igual que Kendra, opta por esperar a la segunda lanzadera y también acompañar a los dos MACOs y el ingeniero Harry Burgundy.  Los cinco entonces despiden a sus compañeros con determinación antes que la escotilla se cierre para que la lanzadera pueda despegar.

Se estaban organizando entre ellos y parecía que dejaban a la MACO de lado. No podía permitirlo y se dirigió directamente a la comandante: - ¿Y yo donde voy Señora Comandante?

No era el mejor con armas y aquellas cosas le asustaban casi tanto como su familia, pero un oficial de la Flota Estelar con una misión clara, rescatar a los tripulantes de la Flota Estelar que tenían como esclavos y haría lo posible por conseguirlo. Antes de que cerrara la puerta se dirigió al primer oficial de la Excalibur. -Muk, le agradecería que me devolviera el phaser de mano, el capitán Edison puede ser rudo pero no creo que lo necesite en la Franklin. -Le pidió con amabilidad el phaser que le dio en su momento el Dr. Griffin. Aunque no les vendría mal tampoco usar el rifle phaser del mal educado doctor, aunque no sabía que habían hecho con él.

Y justo antes de cerrar la compuerta miró al oficial de la Franklin. -Deme un escáner de mano, rápido, por favor. -A pesar de la situación extrema el alférez trataba de no perder la compostura y menos con un compañero.

En cuanto estuvo reequipado, se dirigió al oficial al mando en aquella sala la teniente Kendra.

-Su ayuda para salir vivos de aquí será inestimable, más si tratamos de ayudar a Stevenson e Ishant. -La había visto actuar y no podía pensar en mejor compañía en una situación así, así que trató de facilitarla el trabajo.

Muk miró a Newton. Parecía algo desorientado pero fue capaz de reconocer la voz del oficial de la Flota y lo que le pedía. Sacó el arma y se la dió

-Buena suerte, espero que nos volvamos a ver pronto

Y subió rápidamente a la lanzadera

Luego que la lanzadera partió, y faltando algunos minutos para el arribo de la segunda, los hombres allí presentes decidieron coordinar sus acciones ante la posibilidad del ataque de las criaturas.

- ¿Alguna sugerencia? Estamos escasos de armas si pretendemos ir por Stevenson. – pregunta William al observar los monstruos detenidos en la otra esquina de la bahía.

- A puño limpio no tenemos oportunidad alguna. Necesitamos un cañón de pulso al menos. – agrega Josh al mirar las jaulas cercanas.

 - A mí no me miren. Solo reparo maquinas. – reprocha Harry, encogiéndose de hombros.

Miró a Harry un tanto enfadada.

- Tu eres primordial. Eres el que nos abrirá puertas y cerrará otras. Le estaba intentando subir los ánimos, pero pasaría por encima de él como una apisonadora. - No seas derrotista y vamos. Tenemos trabajo que hacer. Luego se giró hacia los soldados. - Tú. Señaló a Johs. - ¿Tú no eras tirador? Y le acercó el fusil que portaba colgado a la espalda. - Te tendrás que conformar con esto. Suspiró: - Y vosotros, (Se refería tanto al ingeniero como al otro maco) lo que encontréis puede ser un arma. Da igual una herramienta, una barra o una silla. Lo que sea.

Tras encarar lo último le comentó. Era un oficial y no podía ordenarle así como así, pero cuando llegase el momento, seguro lo tendría que hacer: - Señor Newton, ¿Nos va a guiar?