Partida Rol por web

El reciente caos generado por el tirador encapuchado no pasa desapercibido para Mojho, quien de inmediato suspende la transmisión aparentando fallas técnicas. También un par de docenas de enfurecidos guardias comienzan a subir por entre las tribunas hasta la posición del tirador desconocido. De todas formas es difícil que ellos le den caza pronto por el simple hecho de tener que avanzar entre cientos y cientos de espectadores sorprendidos y aterrorizados.

- ¡La edición especial de “Mojhoverso” regresa enzeguida, luego de una pequeña pausa! ¡Mientras tanto podrán disfrutar de la tanda de comerciales de nuestroz aujspiciantes! ¡No kambien la sintonia ke ya volvemos al “Especial de Mojhoverso”!- anuncia Mojho para luego abandonar su palco especial. En realidad como todo buen líder que saber huir cuando el descontrol se apodera del espectáculo.

La Hydra con habilidades de Dragón contempla la libertad al caer el escudo que separaba la arena del resto del sitio y por un momento intenta huir. Solo que no sucede porque es atacada por los gladiadores y sus lanzas.

En respuesta a ello el monstruo ataca con todas sus cabezas, intentando morder a sus oponentes. El cambio en el ambiente, los gritos de la tribuna y el caos general juegan a favor de los gladiadores porque el monstruo falla en casi todos sus ataques con la excepción de tres ataques.

William y Hans son alzados en el aire por las fauces del monstruo y posteriormente arrojados lejos. El brutal ataque los deja fuera de combate con profundas heridas, pero otro tripulante lo lleva mucho peor al ser masticado y engullido por una de las cabezas del monstruo.

Sin embargo la bestia recibe algunos cortes por parte de alguna que otra lanza y arma de filo. Pero no es suficiente para detener ni hacer retroceder al monstruo...

Muk se acerca a la bestia en zig zag para ponerle más difícil que le alcance. A lo lejos escucha las voces de sus compañeros pero ya es tarde para rectificar y volver atrás.

Aakesh está centrado en su objetivo, escucha a lo lejos el griterío de la gente y lo que parecen ser unas explosiones pero las ignora. Logra esquivar una cabeza, también otra, hasta que se coloca junto a la bestia y golpea con todas sus fuerzas, y aunque si bien le hiere, la bestia no parece verse afectada.

En un segundo todo se desarrolla muy rápido. Aakesh se percata que los escudos han caído, pero la bestia, hydra, dragón, lo que sea, les sigue atacando, a pesar de que algunas cabezas se dirigen hacia el público. En su ataque alcanza a varios miembros de la tripulación.

-¡Ollander, corra, aléjese de ella, el público la tendrá entretenida!

Corrió de nuevo en zig zag hacia sus compañeros

-¡Que hacen todos juntos!, ¡dispersense o la hydra lo tendrá fácil para acabar con ustedes!

Sigue corriendo y grita

-¡Corran en zig zag, en zig zag!

De nuevo mira hacia la grada, guardias intentan llegar a un punto en concreto pero ignora el motivo, la gente parece asustada

¡Que la hydra acabe con ellos por disfrutar de nuestro sufrimiento!

-¡Capitán!, ¡los escudos de la grada han caído!, ¡ahora o nunca!

- ¡OLLANDER!-gritó Cristina al ver como el muy loco se iba a lo macho a ¿morder al bicho? así no iban a conseguir vencerlo

Entonces el resto de sus hombres comenzó a organizarse, pidiendo calma y coordinación, se sintió orgullosa por eso puesto que, efectivamente sus posibilidades de supervivencia radicaban en la unidad.

Miró a la capitana y a otros tripulantes. Venga, cojan una lanza y un escudo y pongámonos en formación, ¡la unión hace la fuerza señores!.

Vio como Jan lanzaba la lanza como todo un guerrero griego, un ligero rubor coloreó sus mejillas, entre tanto músculo y gestos épicos a la pobre Cristina le iba a dar un algo... pero, el peligro era tan grande que volvió rápidamente en sí.

Entonces algo ocurrió en la grada, parecía que algo o alguien había deshabilitado los escudos ¡Aquella era la oportunidad de escapar!

- ¡Los escudos han caído!- exclamó tan sorprendida como esperanzada

Pero el dragón atacó, Cristina sólo fue consciente de que al ver como movía sus cabezas corrió por su vida, consiguiendo escapar de sus garras y sus colmillos con una voltereta que la llevó a rodar por el suelo, sin embargo tres de sus hombres no tuvieron tanta suerte, la capitana asistió impotente a la muerte de otro de sus miembros de su tripulación y vio como dos fornidos y valerosos hombres, como William y Hans eran arrojados cual muñecos de trapo a un lado del circo.

- Ninguno más...- comenzó a murmurar para sí al tiempo que aferraba la lanza empezando a consumirse por la ira, no se podía hacer más daño... no se podía ser más villano, más rastrero, más asqueroso... ¿Quién le daba permiso a aquel repugnante ser llamado Mhojo, de hacerle eso a sus hombres?- ¡¡MALDITO SEAS MHOJO!!- grito preparando la lanza para lanzarla, quería sangre... la de aquella asquerosa rata de cloaca

Pero entonces las palabras de Muk volvieron a traerla, antes tenían que escapar.

-¡Capitán!, ¡los escudos de la grada han caído!, ¡ahora o nunca!

- ¡¡CIERTO MUK!! ¡¡VAMOS!! ¡¡ALÉJENSE DEL DRAGÓN!! ¡¡CORRAN A LAS GRADAS!!- exclamó mientras se aferraba a la lanza dispuesta a defender a sus hombres, corriendo hacia los caídos para tratar de asistirlos y acceder a las gradas sin quitar el ojo a la Hydra para atacar en caso necesario.

Ishant frotó ligeramente sus antenas frente a él, divertido ante la reacción de los klingon. El oficial de comunicaciones había dado en donde más les dolía a los frente-arrugada y estaba convencido de que la tripulación de la patrulla se había reducido significativamente, lo cual no hacía más que mejorar el número de idiotas que habitaban la galaxia.

Tan animado estaba que no se dio cuenta de que su manipulación del sistema vital se le había ido un poco de las manos y la temperatura de la nave empezó a descender notablemente. El andoriano miró alrededor con culpabilidad y, para empeorar las cosas, vio como el campo de fuerza que impedía que saliesen despedidos al espacio parpadeaba ominosamente.

- Siento decir que vais a tener un una pequeña demostración del clima veraniego de Andoria, esta chatarra no ha soportado bien tanto vapuleo.- se intentó disculpar. Lo cierto es que, por primera vez en meses se sentía confortable con la temperatura ambiente. Diez grados bajo cero, según estandares humanos, era una temperatura idea, ligeramente templada y notaba como su sangre se movía con más agilidad en sus venas. No era consciente de lo que había echado de menos una temperatura fresca, muy diferente al bochorno al que estaban acostumbrados los humanos y, peor aún, la que había sido su compañera de habitación.

Al pensar en ella (y sus discusiones iniciales alrededor del termostato) la miró, ladeando la cabeza. Frente a su comodidad ante las bajas temperaturas propias de los planetas helados, la vulcana venía de un clima desértico y, seguramente, sería la que más sufriría el descenso del termómetro. Sin pensarlo demasiado, se quitó la pesada chaqueta de cuero negro que llevaba y se la pasó a la sangre-verde sin mediar palabra. No podía hacer demasiado por el soporte vital, pero las prendas andorianas estaban preparadas para el frío, así que al menos podría aliviar ligeramente su malestar.

Además, estar en manga corta le resultaba más cómodo para trabajar.... y ya fuese ahora o cuando atracasen de una maldita vez iba a tener mucho trabajo por delante.

Ni se alegraba ni se apenaba por el artillero, fuera cual fuera su destino, aunque si se alegraba de haber podido ayudar a los suyos, aunque fuera a las malas avanzaban un poco más en su misión. Aunque de momento parecía que su siguiente problema era no quedarse ahí congelados, esperaba que el andoriano no estuviera haciendo una especie de broma.

Señaló a Stevenson la comunicación de la flota y los datos que proporcionaba y se dispuso a ayudarle a pilotar ese cacharro lo más rapidamente posible a puerto. Si ya tenían que pensar en agenciarse en otra nave para salir de allí ahora parecía más necesario. Si la nave no fuera una chatarra tan pequeña y no llevaran el día con tantos problemas acumulados, le diría a Ishant que probara con una fuga controlada de plasma, pero probablemente aunque hiciera un trabajo perfecto todos arderían o algo así, así que mantuvo la boca cerrada.
 

Entendido, Atártica fuera

El primer round había acabado y la nave klingon parecía más interesada en revisar otras posibilidades de pillaje que seguir dando la lata al pequeño carguero.

No obstante parecía que no todo estaba acabado, por suerte la transmisión de la flota proporcionó los datos del contacto así como los códigos necesarios para moverse por la atalaya.

Esta bien, será mejor que tomemos tierra cuanto antes

James giró los controles para dirijir la nave al muelle asignado mientras tomaba órbita.

Señor Newton, borre la comunicación codificada y cualquier registro de su llegada. Prepárense tomaremos tierra en unos minutos.

Como es de esperar Elung se mantiene atenta a las conversaciones mientras controla los datos que reflejan en su consola, hasta que de repente la temperatura comienza a descender, generando un escalofrío en la piel de la Vulcana y algunos espasmos, situación que no le agrada demasiado. Pero como si rictus se mantiene impenetrable al igual que una pared de roca sólida, simplemente gira sobre sí misma para dedicarle una mirada al manitas y espera que no sea una de sus provocaciones como en la habitación. 

Así que tras ver que le ofrece su abrigo, capta al segundo de que pudo haber sido un fallo general y tras colocarse sobre sus hombros algo que le queda gigante, regresa a lo suyo mientras esboza una cuasi invisible sonrisa de agradecimiento. No es propio de su raza, ya se lo había aclarado momentos atrás con el arreglo del pad, pero al menos intenta crear algún gesto que no sobresalga demasiado y quede lógicamente coherente. Un gran paso. 

- Los cañones siguen activos, pero no apuntan hacia aquí. Es un momento idóneo para ir hacia el destino indicado. - agrega centrada en su computadora. 

Eramos varios apuñalando la gruesa piel de la criatura, y con algo de suerte, ninguna de las cabezas logró darme alcance. Lamentablemente, Hans y William fueron víctimas de las increibles fauces y volaron unos cuantos metros más allá, arrojados por la bestia.

En ese momento el escudo que separaba la arena de las tribunas fue desactivado y era nuestra oportunidad. Intentar matar a la hydra sería una tontería, por lo letal de esta y por el hecho de perder una oportunidad de escape que nos estaba dando. Aquel bicho era ahora nuestra distracción, y si lo aprovechábamos bien podríamos sacarle rédito.

Retrocedí a toda velocidad hasta el lugar donde se encontraran los heridos para comprobar su estado de salud. No quería dejar a nadie atrás.

-¡A las tribunas! -vociferé, mientras escuchaba las órdenes de la capitana y del primer oficial, azuzando a mis compañeros- ¡Que alguien me ayude con Williams y Hans!

Con desasosiego Johnny comprobó que no quedaban lanzas en el armero, por lo que desdeñó su plan de ataque a distancia.

Se empezó a encaminar hacía el dragón de fuego, con su hacha en mano, dispuesto a propinar un golpe certero cuando oyó a Ollander pedir ayuda con los heridos. Johnny detuvo su marcha y vio a los heridos tumbados en el suelo, sin ninguna posibilidad de hacer frente a la criatura. Chasqueó la lengua en señal de desaprobación. No iba a dejar a esos hombres allí tirados, tenía que ayudar a ponerlos a salvo. Al percibir que los escudos que protegían a la grada habían sido neutralizados, vio que se les habría otra posibilidad en su nefasto escenario. Ahora tenían más posibilidades de salir de esta.

- No dejaremos a nadie atrás - dijo para sí mientras corría a recoger a Williams.

La hidra seguía causando bajas entre la tripulación superviviente y la capitana estaba a punto de perder el contro. Pero en un instante la situación dió un giro inesperado, y ¡bendito giro!. 

- ¡Creo que nos están ayudando capitana!. Llévese al resto de tripulantes, tenemos que hacer que esa bestia deje de interesarse por nosotros.

Jankowsky tenía la idea clara, hacer de cebo para que la hidra le persiguiese pero no era un suicida, quería llevarla hasta el público donde se podría dar un buen festín de capullos. Para ello cogió diversas armas y comenzó a lanzarlas a lo loco.

- ¡¡CIERTO MUK!! ¡¡VAMOS!! ¡¡ALÉJENSE DEL DRAGÓN!! ¡¡CORRAN A LAS GRADAS!!- exclamó 

-Vayan hacia allí.- Jankowsky señaló al lugar donde parecía encontrarse el saboteador a quién ahora acosaban los guardias.- Ayuden a ese hombre, yo me encargo de la bestia.

Bueno, quizá un poco suicida si que era, pero no podía andarse con remilgos. 

-¡Vamos bichito, ven conmigo!- Jankowsky gritaba a al hidra mientras corría en sentido contrario al de sus compañeros, debía alejarla de ellos y confiaba en que el público le pareciera más apetitoso que él.

Cristina llegó junto a los heridos, dado que John se había hecho cargo de William, ella decidió ayudar a Hans. No tenía ni idea de medicina y no podía saber el alcance de sus heridas, pero no pensaba dejarlo tirado. 

- Hans- le dijo a su lado, entonces escuchó a Jan... el muy capullo quería hacerse el héroe, ¡acababa de lanzar su lanza y encima pretendía hacer de señuelo! Si quería que su oficial de seguridad y aspirante a amigo con roce... sobreviviera, tenía que armarlo y la mejor arma, era la lanza.

- ¡¡EDUARD!!- gritó- ¡TOMA MI LANZA!- le dijo lanzándosela a Jan- Y SOBREVIVE ¡¡COÑO!!

Jankowsky atrapó la lanza al vuelo.

-¡Gracias Cristina!, ¡y ahora salid de aquí cagando leches!.

Janwosky corría hacia la hydra tratando de captar su atención. Ahora con la lanza de Cristina no necesítaría acercarse tanto.

-¡Hey! ¡Bichitooo!- Gritaba con todas sus fuerzas alentando a la bestia a seguirle y corrió hacia las gradas confiado en despistarla entre el público.

 Aribeth, busca a tu amigo Breen y ir a por las tripulantes que están con los oriones. Cuantos más rescatemos, más cobrareis. Yo iré a por Mojho.

La mujer antes de desaparecer entre el populacho responde a Gaheris. - ¡No tardes mucho! Esperaremos por ti en los muelles – y sonríe antes de esfumarse entre la gente. Luego de la destrucción de los generadores el caos reina por doquier y no es posible seguir la pisada a todos por igual. Menos a ella, una especialista en subterfugio. 

- Raptar, ayuda a los prisioneros... Cuantos más rescatemos, más cobrareis.

 El gigante reptiliano se aleja también de Gaheris empujando literalmente al publico de la tribuna que se interpone en su camino. Desciende directo a la arena con su lanza granadas para derribar la muralla y acceder a los tripulantes. - Y zzzi alguno muere lo reclamare como mi zzzena. Tengo hambre… - susurra con su tono serpenteo para luego alejarse.

La idea general de todos en la arena era de escapar del dragon-hidra, sea huyendo por el túnel de acceso del monstruo o por las gradas. El único inconveniente era la elevacion de la muralla que rodea la arena.

Una muralla de tres metros de alto hace imposible cualquier intento de escapatoria, mas aun cuando el escudo deflector se encuentra activo. La muralla es de piedra recubierta por una delgada capa de duranio, lo cual hace del muro algo imposible de destruir con armas de gladiador.

Lo que no han tenido en cuenta los malvados arquitectos de la arena fue la protección desde el sitio opuesto. ¿Quien pensaría en destruir el muro desde su interior? Mucho menos desde la sección del publico.

Una serie de explosiones sacuden un costado de la arena, lejos de la hidra y de los gladiadores pero cerca de los heridos Hans y William.

Y desde una columna de fuego, cascotes y humo entra a la arena un Gorn de dos metros de altura y formidable musculatura. El reptil posee una armadura ligera de combate y porta una especie de rifle lanza granadas con un enorme tambor circular.

Al ingresar se dirige a los heridos, casi anticipando las palabras de Ollander. Entonces el mercenario se dirige a aquellos que se encuentran cerca, hablando directamente a Jack, Johnny y Cristina.

 - ¡Humanozzz! ¡Por aquí, rapidddo! - sisea lo mas alto que puede Raptar a los humanos en la arena.

Con su mano libre se ofrece para cargar a los heridos en su amplia espalda, y mientras los demás deciden aceptar o rechazar la ayuda del Gorn este saca de su bolsillo un pequeño objeto metálico con un botón y se lo arroja a los pies de los tres.

- ¡Uzzar ahora prezzzionando el botón. Tiene el cargadorr lleno. - agrega señalando el objeto metálico. Luego retrocede al hueco en la muralla que abrió poco antes sin alejarse de los heridos y de la posibilidad de cargar con ellos.

Una de las armas arrojadas por Jankowsky es atrapada en pleno vuelo por una de las fauces solo para convertirse en astillas, logrando distraer esa cabeza y con ello evitando que ataque en esta ocasión.

Las demás cabezas del monstruo se enfocan en el y en algunos tripulantes que deciden distraer la hidra para que el resto pueda escapar en dirección a las gradas. Y aunque la bestia no logra herir a nadie porque los defensores unicamente se dedican a esquivar sus ataques es Eduard quien es ferozmente embestido por cuatro cabezas de la hidra. ¿Logrará evitar los afilados dientes del monstruo?

El resto de las cabezas se dedican a examinar el panorama y evaluar las opciones ahora que la barrera no existe más, aunque el boquete producido por el Gorn es una distracción importante también lo es el publico de las gradas y el fácil acceso para la Hidra.

De todas formas las heridas menores ocasionadas por los gladiadores representan un obstáculo para los intereses del monstruo. Posiblemente no quiera dejar impunes a sus agresores...

Con Una Pequeña Ayuda De Mis Amigos

Gracias al código de seguridad el carguero puede atracar en el muelle de la estación Ultimate Arena y en la sección más alejada del ajetreo comercial de carga y descarga. También es la ruta mas corta hacia la arena, por calles de la zona comercial con un mínimo de agentes de seguridad de Mojho.

La bahía designada al carguero Brazaniano es la ultima de una larga hilera, donde las comodidades son mínimas y el mantenimiento de esa sección es nula. Por ejemplo solo la rampa de acceso a la nave es lo único que funciona. Ni siquiera los brazos de agarre existen.

Luego que la rampa y la puerta se encuentran conectadas dos extraños aguardan junto a la rampa del lado del muelle, esperando el descenso del equipo de rescate de la USS Franklin.

Uno de ellos es una hermosa mujer betazoide, ataviada con vestimentas de color negro y rematado por un amplio sobretodo de cuero. Ella espera junto a su compañero cruzada de brazos y parece bastante impaciente.

Su compañía es un Breen en todo sentido. Un alienigena cubierto por una armadura refrigerante de color gris y un casco con luces verdes. El temible Breen parece una estatua junto a la mujer.

Cabe destacar que ambos no poseen armas a la vista y que un examen más detallado revela que media docena de guardias yace en el suelo del muelle, apilados contra un rincón poco iluminado.

Aparte de ellos dos nadie más anda por la zona.

Algunos guardias de Mojho alcanzan la posición del tirador encapuchado y comienzan a disparar sobre el sin importar el publico que aun se encuentra cerca de su objetivo. Pese a herir y matar a muchos inocentes algunos disparos llegan hasta el sujeto que destruyo el generador del campo de fuerza.

En poco tiempo el encapuchado será rodeado, imposibilitando su escapatoria.

Karl fue corriendo la esclusa en cuanto atracaron y la abrió para que el soporte vital de la estación compensara el del carguero. Estaba tiritando, frotando sus brazos y tratando de recuperar algo de calor. Casi suelta algún improperio solo para soltar tensión pero se contuvo. En otro momento se hubiera esperado a las órdenes de Stevenson, pero cuando comenzaba a dejar de sentir las manos no pudo esperar más y tuvo que actuar.

Respiró aliviado al sentir el calor y el aire reciclado de la estación. Frotó sus manos, miró hacia el exterior y vió a los dos alienígenas que les esperaban. No pudo evitar ver al enorme tipo con aquel traje ambiental, le pareció un soporte más del hangar más que una persona, luego la vió a ella. Se sorprendió un poco al ver una humana en aquel lugar, pero luego vió sus ojos, en los que en su color negro no se distinguía la pupila del iris. Su cara de sorpresa se tornó en miedo. -Si me disculpan un segundo. -Les dijo con una sonrisa un poco forzada justo antes de desaparecer de nuevo al frio de la nave.

Fue hacia Stevenson mientras en su cabeza trataba de repetir una y otra vez la letra de Mary tenía un corderito. Era solo un rumor pero una vez oyó que servía para evitar lecturas superficiales, repetir una y otra vez alguna tonadilla o poema, o lo que fuera. -Hay una betazoide ahí fuera, una telepáta.