Partida Rol por web

No te permite hablar, besar, o gestos humanos. Y si los haces, ¿te castigaría sin sus atenciones? No quieres eso.
Está siendo una sesión de las más extremas entre vosotras hasta ahora. Claro que hay mucho más, pero es otro nivel. El que tienes en mente con aquel tío. ¿Será necesario? ¿Es posible que Frisbee te lo pueda dar? 

Tu ama se abre paso dentro de ti. Te desgarra. Tres empujones imparables y "la sientes por completo en tu interior". Poseída, sometida, sodomizada por tu Ama. 

Arañas y muerdes y lames ahora sí, absolutamente ida, a la gatita. Clavas tus uñas en sus muslos, tu lengua se enreda en la de ella, y sus dedos estiran de tus pezones sin ninguna compasión. Mientras, tu ama sostiene la cadena e inicia un ritmo vigoroso de penetración sostenida. 

Y tú ladras, cayendo en el vértigo del placentero dolor, físico y mental. Ni siquiera eres consciente de que Frisbee le ordena algo a Gatita.

Tú solo deseas que aumente el ritmo y te folle hasta el amanecer. Que te rompa en mil pedazos, te vuelva a reconstruir y te vuelva a follar. 

Y pueda que eso suceda cuando recibes una contundente bofetada. Y otra. Y un revés. Y llueven tortazos en tus mejillas, no demasiado potentes, pero cada vez más fuertes. Tortas y lametazos. Es la gatita por orden de tu ama. Así que está bien.

Muy bien.

Todo lo hace para tu goce y tu deleite. Te quiere. Te desea. Te cuida y te mima.

Y todo eso mientras tu ama te arranca aullidos como jamás antes lo hizo.

A punto está de dejar que se le doblen los codos, tan intensas son las acometidas que siente que va a dejar sus brazos atrás pero se agarra a lo que puede, bien el colchón o bien el cuerpo de gatita para no caer. Lo que sea. Su cerebro estalla, sus pulmones se inflan de aire para luego quedarse minúsculos a cada exhalación. Trata de mover su cadera el ritmo impuesto por su ama pero no es posible, es demasiado frenético y ella ya no es capaz de dominar su cuerpo...

Las bofetadas la pillan desprevenida, abre los ojos entre una y otra, intentando ver al responsable porque su cerebro no es capaz de asimilar de quién podía tratarse. Para su mente, era perfectamente plausible que Frisbee hubiera desarrollado unos largos brazos que le permitieran llegar a su cara desde esa posición. Algo imposible claro, pero Alice no estaba como para distinguir la realidad de lo que no lo es. Ah por supuesto, era la gatita, obviamente. Llega a sonreírle animada, retadora, al finalizar la primera lluvia de tortazos. La boca le sabe a sangre, no sabe si se le ha vuelto a partir el labio, irrelevante, ese sabor sólo era gasolina para ella.

Y entonces entre aullidos, ladridos y gemidos bestiales, llega el climax, un brutal orgasmo que arrasa con la posición de Alice quien, temblando, se deja caer echa un ovillo en la cama, quedándose vacía de su ama por lo violento de su cambio de posición. Boquea como si todo el aire del mundo no fuera suficiente, la sonrisa permanente dibujada en su boca, Alice esta en el séptimo cielo y sin prisa por volver, su cara estaba llena de lágrimas de placer, y se abrazaba los brazos contra sí misma como si pudiera así controlar su convulsiones.

No flotas en el subespace como aquella otra vez, pero sí que estás totalmente drogada por el placer alcanzado. Pilla por sorpresa a Frisbee por la rapidez en alcanzar tu orgasmo, aunque si pudieras verla, verías como sonríe, satisfecha. Por ella, por ti, por ambas...

La que no duda nada en sus acciones es la gatita, que, maullando, se dedica como hasta ahora a lamerte el cuerpo, la cara, hasta que se escurre entre tus piernas para beber ávida del néctar que nace de tu manantial imparable y mimar de paso a tu flor oculta liberada del dildo. A la chica le va esto, tanto, que, mientras lo hace, mientras lame de tu sexo, ella misma se corre entre maullidos, formando un coro con tus aullidos, gemidos y ladridos. 

Queda Frisbee. Más controladora, dominando la situación, fatigada y sudorosa, pero también muy excitada, se arranca de forma salvaje el strap on, y, como otras veces, se monta sobre ti, se frota, rabiosa, feroz, bestial, pero esta vez no te deja tomar aliento, se sostiene de tu cabellera, tirando de ti, o clavando sus uñas en tus hombros, profundamente, hasta que se corre igualmente, gritando.

Ha sido todo muy...muy brutal. Tu ama sigue sobre ti, sacudiéndose contigo en tus convulsiones. Luego, la sientes moverse encima tuyo, ascendiendo por tu cuerpo, marcando tu piel con su húmedo coño. 

Marcándote como su propiedad.

La morena va dejando que su orgasmo termine mientras afloran los de sus compañeras que, en un idílico canon, van llegando a sus climax, cada una a su manera, en su propia intensidad y sabor. Alice se abraza a las piernas de Frisbee, reposando la cabeza en ellas aunque tenga en contorsionarse para lograrlo, y las cubre de tiernos besos allí donde llega, agradecida, mimosa, dulce, embriagada por las sensaciones y el límite de sus fuerzas también. Aunque aún no decía nada, no estaba permitido, pero, para no dejar fuera de la ecuación a la gatita, Alice echa la mano hacia ella para estrecharla también en su abrazo desesperado y afectuoso y así quedar las tres enredadas.

Alice. Alice. Una voz en tu cabeza...Alice...despierta...¿duermes?  Recuerdas tus besos cariñosos a Frisbee, la caricia de su mano en tus cabellos, la mimosa lengua de la gatita...

Despiertas de un sueño ligero y...¿largo?¿corto? ¿Dónde estás? Afuera ha oscurecido, la noche y sus luces fantasmales se distorsionan a través de los cristales del ventanal y de la lluvia que cae. Si te incorporas un poco ves, a la luz de una mesita de noche, una manta doble en el suelo, al lado un cuenco de agua. Pero tú estás sobre la cama, llevas puesta una camiseta de Frisbee. Ella está sentada a tu lado, casi en posición de loto, dibujando en un cuaderno. Su ropa sigue siendo el top negro y las bragas del mismo color. 

Ya estás libre del collar. ¿Libre? Si casi que te gusta llevarlo...Tu ama nota que te remueves, alza la cabeza y te observa. Su mirada es clara, cristalina, neutra. Media sonrisa te saluda. Te ofrece una mano, sus dedos cerca de tu boca.

-Hola, Muñequita.

La morena se despierta levemente entre gemiditos y sonrisas con los ojos cerrados, hasta que siente los dedos de Frisbee en su boca y entonces los besa, como por instinto, incluso mordisqueándolos con ternura un poquito.

-Hola...-susurra con los ojos entornados, incorporándose un poco sobre el codo- Estás preciosa.- le dice, aún con un tono medio drogado por la ensoñación y los placenteros orgasmos. Pero no por ello menos sincera.

-¿Y nuestra amiga?- pregunta, un poco extrañada de no verla allí cerca.

Un dedo en vertical sobre tus labios, varios gestos de negación con la cabeza, te señalaron que sigue sin permitirte hablar. Comprendes que Frisbee quiere alargar el juego de ama-mascota, lo mismo que aquel otro finde. Aunque subiendo un peldaño, en el sentido de que solo puedes ladrar o gesticular. 

Y de que hay una segunda mascota. O tu juguete. 

Besas y, tal vez, lames un poco ese dedito. Notas que llevas una muy pequeña tira o lámina sobre el labio, cubierto de una fina capa de crema curativa. También sientes una refrescante sensación de alivio en la espalda y las nalgas. 

Frisbee coge un canuto del cenicero, le da una intensa calada, te lo pasa.

-¿Quieres que se quede con nosotras? -responde con una pregunta a la tuya.

Alice comprende que el juego no ha terminado a pesar de no llevar el collar, supone entonces que Frisbee se lo quitó para dejarla descansar un poco. Ahora lo echaba un poco en falta pero asume que ya volverá. Se queda callada cuando se lo pide y se pasa los dedos por la tirita sobre el labio, sí debía de haberse partido más para que la tatuadora hubiese preferido poner un apósito. Mucho no le duraría, o eso intuía la morena.

Sonríe continuando aquel juego, besa el dedo, lo lame y lo chupetea con devoción, como si estuviera untado en mermelada. Se piensa la pregunta de Frisbee y...lamenta no poder hablar porque entonces le había dicho que decidiera ella. A Alice le resultaba muy difícil. La chica nueva le gustaba, pero estar con ella...¿implicaba seguir jugando todo el tiempo al juego de las mascotas? ¿y si se iba...ya pasarían a otra cosa? ¿O era lo que Frisbee tenía pensado para todo el finde? Añoraba un tanto otras prácticas...las cadenas y las cuerdas, las esposas...Pero...en cualquier caso este no era el momento de hablarlo, su ama había pedido una respuesta y Alice...no estaba segura de qué responder. Da una calada al canuto, rápida, seguida de otra más intensa y lenta. Un ladrido si y dos no ¿cierto?

Termina ladrando. Una vez sólo. Tenía la sensación de que a Frisbee le gustaba aquello, así que debía esforzarse tanto como la tatuadora se esforzaba por complacerla a ella.

Decides que sí, que se quede la gatita. Bueno, decir que tú lo decides es mucho decir. Sabes perfectamente que es tu dómina la que tiene ese poder. Un ladrido.  A ver qué pasa, el fin de semana es largo y las bofetadas han sido un punto de inflexión en vuestra relación, en tu devoción a ella. 

Frisbee lee la duda en tus ojos, quizás interprete que tu inquietud es debida a que crees que vas a compartir a tu ama, algo que no deseas. Sonríe, te enseña su dibujo a carboncillo, eres tú, desnuda, durmiendo. Se pone luego en movimiento, para demostrarte que eres su única chica.

Te empuja y te tumba en la cama. Unas cachetadas y te folla de nuevo. No te lo esperas, lo quieras o no, visto y no visto, la tienes detrás sobre ti. Te penetra como antes, y al final te acabas corriendo una vez más, solo por tenerla dentro, encima tuyo el peso y el calor de su cuerpo, embriagada por su olor, embrujada por sentirte poseída y dominada por tu Ama. Frisbee se recuesta en tu espalda, sin salirse de ti. Besándote el cuello, los hombros, esperando a que recuperes el aliento para continuar. 

Te está drogando. A su manera. Esta vez no es coca. Es ella misma la droga. Tirada sobre la cama, su cabeza apoyada en tu espalda, las dos respiraciones se unen, al unísono.- Escucho tu corazón, Muñequita...bom...bom...bom...

Este polvo es tan imprevisto como satisfactorio, casi una violación consentida, una lucha en que Alice se sabía perdedora, capitula incluso antes de iniciarla. Y adora perder, perderse entre la piel de Frisbee, hundirse en esos pozos oscuros y no volver a emerger...Se gira en la cama para mirarla, para acogerla en sus brazos, para unir sus frentes y respirar una el aliento de la otra, la cubre de lametones toda la cara, algún suave mordisquito en la puntita de la nariz y luego...solo se abraza a ella y se hunde en su cuello, cerrando los ojos, disfrutando del tacto piel con piel...le aúlla un poquito, hace otros ruiditos de conformidad, se acomoda debajo de ella y respira su aroma, su sudor, su piel. No podía hablar...pero le transmitía su amor, su devoción, su ternura...a su manera y tan bien como sabía. Esperaba que su ama se diera por enterada.

Frisbee se da por enterada. Te devuelve los lametones, los mordiscos, te recoge entre sus pechos, y tú encogida en ella, una muñequita completamente dedicada y entregada a tu ama. Y entre esas caricias, y con ellas, y naufragando la una en brazos de la otra, te vuelves a dormir, como si el olor de su piel fuese un narcótico potente y demoledor.

No sueñas. ¿O sí? Y despiertas, oyendo el repiqueteo furioso de la lluvia en el exterior. Tienes la vaga sensación de despertarte durante la noche y sentir a tu ama al lado, Frisbee en medio de las dos mascotas, en la cama. El lejano recuerdo de que gatita te ha vuelto a comer el coño y has gemido y jadeado en sueños...De que las tres habéis danzado desnudas, lujuriosas, lascivas, cuerpos sobre cuerpos, piel con piel...Te encuentras sumida en los vapores del opio del dormitorio de la tatuadora, solo que en esta ocasión es la fragancia persistente de su sexualidad la que te mantiene drogada y con ganas de más.

Estás sola. ¿Qué hora es? Casi las doce. Afuera la tormenta ruge. Hay mensajes de voz en tu móvil, de Frisbee. "Voy a regalarte un nuevo strap on. Uno que se merece tu precioso y tragón trasero. Tienes el desayuno en la cocina. Come algo, dúchate, coge fuerzas...vas a necesitarlas... No he tenido mi puto despertar y lo quiero a la vuelta, jajaja. Ah, ponte el collar. Y sigue desnuda." 

Pasan un numero incalculable de horas, o de minutos, Alice agotada y arrastrada por la pasión se vuelve a dormir, o no tal vez estuvieron follando hasta caer todas de nuevo en plácido trance. No importaba, tan sólo estaban disfrutando, sin una gota de droga en sus cuerpos, las hormonas eran suficiente, la necesidad de contacto, de amor sensual...todo quedaba satisfecho en aquel dormitorio. 

Alice ¿despierta? de su ensoñación y revisa sus mensajes, envuelta aún en su capullo de sábanas, no se había dado cuenta de que ya sólo quedaba ella en la habitación. No le preocupa descubrir, por contexto, que Frisbee ha salido, seguramente a comprar comida o...¿un dildo? todo podía ser. Se ríe como una tonta escuchándola y suspira, logra hallar fuerzas para levantarse, encuentra una camiseta que imagina será de Frisbee para ponerse y se va a la cocina donde encuentra el delicioso desayuno.

Joder qué hambre... ¿cuántas horas llevaba sin comer? Ni recordaba lo último que había comido, se abalanza sobre aquellos manjares con ansia, casi sin sentarse. Mientras sigue revisando el teléfono, auque recuerda muy bien las órdenes de su ama, por supuesto las iba a satisfacer. Si no había nada interesante en su bandeja de entrada, terminaría de desayunar y se encaminaría al baño, pensaba quedarse en remojo al menos veinte minutos, su cuerpo pedía que el agua caliente distendiera sus músculos y pronto.

Desayunas de forma voraz impulsada por el hambre, casi sin darte cuenta en tu papel de animalito doméstico. Te duchas, o te bañas, te embadurnas de crema, y un perfume...Frisbee no usa perfumes, te pones el tuyo propio. El collar, estás lista. Afuera la lluvia cede un poco y apenas chispea. Tu bandeja de entrada y tu mensajería no echan humo, un poco lo de siempre, bromas o saludos de alguna amiga, de tu familia, algún mensaje normal de Brenda, un corazón de Michelle. Poca cosa. 

Te toca esperar, a solas, la gatita no está. ¿Repetirías? Apenas has podido conversar con ella, conocerla un poco. Puedes pedirle sus datos a Frisbee. ¿O sería mejor no tener relación con ella más allá de estas sesiones? No sabes...dependerá de lo que quiera tu ama. Tu ama...la moto ruge en el parking. Corres para allá. Cuando llegas, la tatuadora se está quitando la ropa empapada. A la derecha, sobre una mesa hay una gran caja envuelta. 

Pero tu atención va a ella. Te sonríe, con esa manera suya tan de chica mala. Y esta vez eres tú la que la besa a su estilo, devorando su boca igual que si quisieras poseer su alma.

Alice la devora con la misma ferocidad que ha utilizado contra su desayuno y es que la espera la había puesto hambrienta...hambrienta de ella, de su piel, de su aroma...

Se cuelga de su nuca con los brazos al besarla e incluso levanta un pie un poco hasta que el talón casi choca con su propio trasero, así de colgada se sentía. Ni siquiera miró para la caja. ahora todo lo que quería era saborearla, que Frisbee viera lo guapa que se había puesto para ella, bien duchadita, limpita y con su collar, lista para des usada, consumida, humillada, follada, besada, pisada...todo lo que su ama requiriese.

Y como muestra de todo ello, sin usar palabras porque aún estaría vigente la norma de no hablar, Alice se propone demostrarlo tras el largo beso pues empieza a doblar sus rodillas despacio. Muy muy despacio recorre su cuerpo hacia abajo con besos y caricias por su ropa y piel hasta quedarse arrodillada a sus pies, con la cara pegada a sus rodillas, la mirada alzada en fervorosa actitud, esperando órdenes o deseos que satisfacer.

Los deseos de Frisbee son claros, sus ojos brillan como dos soles por el deseo de lo que admira frente a sí: tú. Que beses y mimes sus pies, sus piernas, sus rodillas...la zona de sus muslos interiores...su sexo…Queda desnuda, en esta ocasión el top y las bragas negras las ha cambiado por otros de un blanco níveo. Acaricia tus cabellos y te tiene entre sus piernas un tiempo eterno. Uno...dos orgasmos le proporciones, continuas devorando sus ingles, tu diosa te ofrece su esencia, su más profunda e íntima fragancia, como si quisiera dejarte ahíta y a la vez necesitada de su licor. 

Finalmente apoyas la mejilla en su pubis, te da a lamer de sus dedos...a su mascota golosa y feliz de servir a su ama, su diosa...hasta que recupera el aliento, tira de la cadena y, a cuatro patas, te sube por las escaleras a su dormitorio una vez más. Allí, antes de entrar, te estira de los cabellos para que te pongas en pie.

-Muñequita, ya puedes hablar. Te has ganado ese maldito derecho. Si me disgusta lo que dices o tu comportamiento, te quedarás sin él.

En su habitación cae la primera bofetada imprevista. Seguida de otra. Ya te empieza a gustar cada vez más el asunto cuando te esposa las muñecas a la espalda y las sujeta a la cadena del techo, obligándote a arrodillarte y, debido a la posición, inclinar mucho la cabeza hacia el suelo. Todo lo hace despacio, intercalando mordiscos dolorosos y, ahora, usando un lengua muy ofensivo y sucio cuajado de insultos contra ti. 

-Eso es, sucia hija de puta. Abre bien las piernas, así, que vea bien abierto tu jodido culo de zorra, te gusta que te lo rompan, eh?, perra insaciable. Te lo tienes que ganar.

Se agacha enfrente, te quita el collar y te enseña y coloca otro.

-Quiero que no te lo quites, esclava. Es un lujo para lo guarra que eres. *

El cambio fue brutal. En lo que le parecía que había sido un momento, Alice había pasado de perrita mimada, a dulce amante...y ahora sucia esclava, un objeto sexual para su satisfacción, un deshecho humano que no se merecía ni el aire que respiraba. 

Entonces la forzó a aquella postura tan dulce como dolorosa, el cuerpo doblado en ángulo recto y los brazos estirados tras la espalda, sentía toda la tensión de los hombros...era increíble como ese malestar era transformado en un calambre que recorría su espalda...y anidaba en su vientre, revolviéndose, mordiéndola, consumiéndola hasta canalizarse en suaves lágrimas de flujo que se vertían por sus muslos como el hielo de una escultura que se deshace lentamente en su pedestal. 

Se muerde el labio inferior y gime cuando la muerde o la abofetea, intenta contener su sonrisa para que no resulte descarada, pero la piel se le ha puesto de gallina ante el placer desconocido de la humillación crítica. Sabía, no tenía ninguna duda al respecto de que Frisbee no le decía todo aquello por herirla, al contrario, estaba experimentando...e...igual que con las bofetadas, había dado en el clavo. Los insultos, por desagradables que fueran no hacían más que acrecentar su sentimiento de vulnerabilidad, su entrega, su devoción por ella.

-Ama no merezco que vuestras manos toquen mi suciedad, os agradezco que tan sólo pongas tu vista en mi...gracias por este collar mi ama, es una joya que no merezco...-habla suave, con la voz tomada por el placer, pero sometida, trémula y casi temblorosa por la emoción de no saber qué vendrá después.

El collar muestra, y demuestra, que eres su esclava, la prueba física de vuestra nueva relación ama-esclava. El objeto, de acero con incrustaciones de oro, cinco pequeñas cabezas de clavo, determina qué representa la una para la otra.

-Yo decido lo que mereces, puta. Yo decido TODO. ¿Cómo te atreves a suponer lo que tengo que hacer? ¿Lo haces buscando un castigo? Eres una maldita desgraciada. Una idiota subnormal, desagradecida y  ¿Así usas el regalo de poder hablar?

El tortazo que llega arde en tu mejilla. -Esto es lo que te gusta. ¡¡Eres un animal que se arrastra en la inmundicia de sus propios escrementos!! ¡Ladra, ladra, muñequita, no puedes hablar!

A esto siguen una multitud de insultos y humillaciones verbales, mientras tus "lágrimas" humedecen tu sexo y riegan tu pubis. Frisbee camina en derredor tuyo, sin tocarte esta vez, limitándose a gritarte en un idioma tan sucio hasta ahora desconocido incluso para la habitual deslenguada de tu ama.

Lo disfrutas. Comienzas a sentirte una vez más como drogada. Asustada en ese juego que sube y sube de nivel. Temblorosa y mojada.

Canalizaba todas sus palabras como si de latigazos se tratasen, sintiendo como se estremecía su vientre ante su duro lenguaje, los tortazos la dejaban temblando, meciéndose un poco colgada de aquella cadena, ya casi no sentía los brazos pero tampoco le importaba. 

Ladra, una dos, tres veces...como si le diera la razón a cada palabra, a cada insulto, lo agradecía y los corroboraba, las lagrimas se le saltaban de sus mejillas por las bofetadas, pero también fluía su placer por sus pantorrillas. Casi estaba segura de que se estaba mojando hasta las plantas de los pies aunque era también bastante probable que fuera fruto de su calambre que le bajaba por las piernas. Tampoco es que le importara mucho.

Otro ladrido, un aullido...una súplica. Alice ya casi no estaba aquí, transportada por esa sensación de bajada de defensas, de entrega...ausencia de voluntad, ausencia de preocupación. Todo lo que Frisbee le hiciera era por ella, por su bien, por su placer.

Tu Ama da vueltas alrededor de tu persona, entretanto es ella la que "ladra" palabrejas humillantes, sucias, denigrantes hacia su mascota, su perrita, su muñequita. Frases insultantes, adjetivos ofensivos, degradantes, su lengua una catarata de desprecios y burlas. Y a ti todo te "sabe" a un rico elixir alcohólico que se cuela por tus oídos impregnando y abotargando tu cerebro, un potente alucinógeno sensorial, sensual, sexual, que te mantiene narcotizada.

Su voz y sus palabras vejatorias te sumergen en un nuevo descubrimiento de tu ser interior, de la criatura que anidaba agazapada y latente por salir a la superficie. Frisbee ni siquiera necesita usar la violencia física, con el lenguaje te doblega una vez más y tú ansiosa de que lo haga, de que siga así. Y no tienes idea de cómo, pero sientes que te llegan esas olas que preceden al tsunami del placer total.

Todavía no.

-¡¡Separa más las piernas, cerda!! ¡Levanta tu puto culo de perra en celo! ¡Alza la jodida cabeza y mírame! ¡Tienes permiso para hablar y si me gusta lo que dices te follaré duro! 

Ella se mueve y te observa, igual que una depredadora, no temiendo que le quiten a su presa o que esta huya, sino decidiendo el momento y el lugar donde va a clavar sus colmillos en la tentadora y trémula carne. Es cuando cae un fustazo en tus nalgas...Y después llueven más insultos...De pronto el sonoro tortazo que no ves venir...Y otra vuelta...Y la fusta muerde en tu espalda...

Y al fin, te bastan unos pocos insultos más...y tu cuerpo se transforma en un tremendo movimiento de tierra...

La esclava está en el punto perfecto, bañada de cintura para abajo de su dulce almíbar, su cara regada en lágrimas saladas y el resto de su cuerpo perlado de sudor, Alice temblaba de excitación y su mirada buscaba una y otra vez a su ama, con una mezcla de ansiosa curiosidad y un medido temor a lo que vendría. No era miedo, era incertidumbre...lo bastante inquietante como para provocar que su corazón bombeara sangre con fuertes impulsos, pero tan excitante que apenas podía impedir que su agitada respiración no se convirtiera en gemiditos necesitados.

Alza definitivamente la cabeza tanto como puede sin olvidarse de mantener el trasero bien dispuesto y sugerente.

¿Qué decir? No podía pensar, el bombeo de su corazón era demasiado ensordecedor, delirante, estaba segura de que no oiría el sonido de su propia voz. ¿Qué decir? No había palabras correctas...sólo tenía que agradarle.

-Te deseo ama...te necesito ama... por favor...-suplica con un tono lastimero, provocativo a su sumisa manera, dócil como un trozo de cuero que se ha golpeado hasta lograr su perfecta flexibilidad.