Partida Rol por web

-¡Sí! ¡Ahora mismo! y te deberé una de las gordas, Jack -dijo la hacker desesperada. Sabía que era un salto al vacío; pero tenía que hacer algo para sacar a sus compañeros de allí- una de las gordas de verdad; pero tienen que salir de allí, sino será una de las gordas normales.

Tenía que tener un incentivo para cumplir de verdad.

Angelo está a punto de lanzarse de cabeza hacia la ventana que lo llevará a la escalera de incendios cuando su cabeza procesa la idea en un milisegundo y le muestra que aquello sería un completo error. No podrá salir dejando al guardia en pie, en cuanto pase junto a él, le disparará y lo dejará hecho un colador. Tiene que acabarlo. Pero ¿cómo?

Lechuguino, los guardias están armados pero no son más que humanos comunes y corrientes. La Corpo no confía en los cyberimplantes para proteger sus secretos, tienen miedo de que puedan ser hackeados o que la tentación corrompa al personal.

Las palabras de la peliverde vuelven a él desde un rincón oculto de su cerebro. Mientras R-D-X le ha pasado los planos, no ha dejado de parlotear, algo a lo que Angelo está acostumbrado y que casi todo el tiempo ignora. Menos mal que esta vez, el dato ha quedado retenido.

No eres nada para mis reflejos aumentados, piensa el asesino mirando al guardia que queda. Luego se lanza por él, dispuesto a golpearlo rápido y certero para dejarlo KO antes de que el tipo llegue a pestañear.

El tipo sonríe y deja su cerveza en la barra.

- ¡Jaja! Y tan gorda... Tal y como están las cosas ahora mismo en esa calle, meterse ahí va a ser como ir a la guerra... ¡Me encanta! Sobre todo sabiendo lo desesperado de vuestra situación... - Sonríe con la mirada perdida, mientras busca algo en la malla en vez de centrarse en vuestra conversación. - De acuerdo, además de la tarifa habitual, con plus de urgencia y peligrosidad, voy a necesitar un juguetito para mi buga... Os mando las especificaciones.

La imagen de un lanzacohetes integrable en un vehículo, uno de los últimos modelos de Raven, aparece en el terminal de RDX junto a un mapa de la ciudad en el que señala un almacen donde parece que se guardan algunas unidades. Desde luego, Jack parece que va a cobrar bien el trabajo, pero si todos conseguís salir de ahí, tal vez merezca la pena.

Corres hacia la puerta más rápido de lo que el guardia puede reaccionar y la empujas de una patada, desequilibrándole para lanzarle junto a la pared. Antes de que se levante, golpeas rápidamente. Un puñetazo bien colocado en el pómulo rompe su nariz y deja al tipo inconsciente en el suelo.

Abres la puerta de la escalera de incendios y miras por encima del hombro con cierta melancolía. Missy ha sido tu pistola desde que empezaste a trabajar en esto y le tienes un cariño especial. Sin embargo, algo te dice que no volveras a dispararla. Claro que tu vida es más importante en estos momentos.

Inspiras el contaminado aire de la ciudad y empiezas a bajar a toda velocidad las escaleras de incendios. Seguramente el sonido metálico esté llamando la atención de algún sistema de seguridad, pero confías en tu velocidad para salir de aquí antes de que lleguen más guardias.

El último tramo de la escalera está elevado para no poder acceder desde el exterior. De una patada, sueltas la sujección y subes a la escalera incluso antes de que termine de desprenderse para caer con ella. Te dislizas hasta la calle cuando ves que, a unos metros de distancia, se empieza a abrir una puerta.

La alarma de incendios atrae a los guardias hacia el armario y Mr. L, guiado por RDX consigue esquivarlos sin dificultad. Ahora mismo no tiene muchas más opciones, así que sale a la calle por la puerta trasera a toda velocidad, pues sabe que los guardias no tardarán en llegar allí.

Cierra la puerta y un movimiento le hace girarse justo cuando alguien se lanza sobre él. Pero Angelo reconoce a su marido antes de golpearlo y, rápidamente, transforma su puñetazo en un abrazo. Pero no hay tiempo para más, y en seguida acuerdan que tienen que largarse de aquí. Las escaleras de incendios, ahora bajadas hasta el suelo por Angelo, empiezan a retumbar con los pasos de unos guardias sobre los pasos metálicos y también en el interior se escuchan voces que se acercan hacia vosotros.

El chirrido de unos neumáticos girando a toda velocidad desde un callejón os hace volveros en su dirección. Un enorme todo terreno negro frena de golpe junto a vosotros y se abre una puerta.

- ¿Alguien ha pedido un taxi? - pregunta un tipo barbudo y desaliñado. - ¡Vamos, coño, que no tenemos todo el día!

Corréis hacia el interior y Jack acelera antes incluso de que cerréis la puerta. Se escuchan un par de disparos, que rebotan en la carrocería blindada del SUV. - Mierda - dice el conductor. - Al menos voy a tener que llevarlo al taller cuando me consigáis ese juguetito...

RDX, por el comunicador, le recuerda a su contacto que Daanel sigue en la parte delantera.

- ¡Joder! ¿Aún falta otro? Y esa calle está plagada de polis, me cago en la puta... - Dice girando bruscamente mientras tira del freno de mano para bloquear las ruedas traseras. - Vale, agarraos, tortolitos - le grita a sus pasajeros. - Y, si queréis echar una mano, hay unos subfusiles bajo vuestros asientos.

El todo terreno llega a la puerta delantera y se baja la ventana del copiloto. Jack coge un fusil de asalto militar con una sola mano y empieza a disparar a lo loco hacia los guardias que han acorralado a Daanel entre dos coches.

- ¡Vamos, soldadito! - grita mientras proporciona algo de fuego de cobertura. - ¡Sube al coche si quieres salir de aquí!

Varios vehículos de la policía se acercan y empiezan a rodear al coche negro de Jack.

Dioses, ¿un lanzacohetes? ¿En serio? ¡Y porque no un tanque, joder! reniego mentalmente. En fin. Suspiro con resignación. Mejor eso que muertos. Dejo el incendio donde lo he provocado y salgo del edificio, con ayuda de RDX, esperando que sirva de algo la puñetera distracción creada.

Cuando me giro y veo de reojo la sombra cerniéndose sobre mí casi me da un infarto. Si no fuera por el abrazo de mi adorable y terrible marido, me habría quedado tieso ahí mismo, en un puto callejón, vestido de Armani y arruinado hasta las cejas.

-Me alegro de que estés bien. Casi me muero del susto... Te prometo que encontraré un modo de recuperar tu arma- le digo en tono cariñoso. Entonces me giro al oír la voz seca y ronca de nuestro salvavidas.

-Nuestro conductor de hoy está aquí. ¡Vamos!- insto a Angelo a salir de allí por patas. Hay cosas que hay que dejar para otro día. Como se suele decir: vive hoy para continuar peleando mañana.

Una vez dentro del vehiculo, acomodado, palpo los bajos del asiento donde indica Jack, en busca del supuesto sub-fusil. No tengo una gran puntería pero para hacer ruido tampoco se precisa mucha... Bajo la ventanilla y saco el cañón del arma, dispuesto a disparar a saco, no podemos permitir que nos rodeen o estamos muertos.

Daanel se queda finalmente sin munición disparando a los guardias, más para generar un fuego de cobertura que como intento real de acabar con ellos. La llegada del SUV de Jack le da su última oportunidad de escapar, así que, guardando su pistola, intenta correr agachado hacia la puerta del copiloto.

Las balas silban a su alrededor en ambas direcciones y el ex-soldado se agazapa un poco más. Está a punto de llegar a la puerta cuando un par de guardias se asoman, tomándose su tiempo para apuntar. Parece que no lo va a conseguir.

Veo a Daanel correr como si le persiguiera el mismo Diablo pero pronto las cosas se desvían y esos dos policías aparecen de la nada. No puedo permitir que alcancen a nuestro soldadito veterano, es de la familia y por ello hago lo que hago. Disparo una ráfaga de balas, sin tirar a matar, sólo para crear suficiente confusión y disparos para que los dos policías se vean obligados a buscar cobertura e impedirles que puedan disparar. Eso debería darle tiempo suficiente a Daanel para recorrer la distancia que le queda hasta nuestro vehículo sin recibir un disparo en el culo.

Angelo está con el amor de su vida y es lo único que cuenta para él. Ve como L intenta ayudar al soldado, pero la cosa se complica más y más y si siguen aguardando mucho más, ninguno saldrá de allí en una pieza.

-Amor, deberíamos estar huyendo -le dice al tiempo que baja el vidrio de su ventanilla y comienza a disparar hacia la policía-. Esto no pinta nada bien...

- ¡Joder, joder! - Los disparos volaron alrededor del soldado, que tuvo que retrasar su avance. Jack se vio obligado a cerrar la puerta del copiloto y agacharse ligeramente para seguir disparando a lo loco y sin mirar con su fusil de asalto.

Angelo y Mr. L cubren a Daanel como pueden y, en el último momento, el hombre salta directamente para entrar por la ventanilla trasera. La pareja tira de él para ayudarle a entrar en el vehículo y, en cuanto recoje los pies, el conductor cierra las ventanillas blindadas. Varios proyectiles impactan en los cristales, haciendo saltar pequeñas esquirlas de las capas exteriores.

- ¡Jaja! - Exclama Jack lanzando el fusil de asalto sin munición sobre el asiento del copiloto. El resto de las armas del grupo parecen estar también sin balas. - Ahora vais a ver por qué yo era el hombre adecuado para este trabajo.

Los coches de policía empiezan a colocarse a vuestro alrededor, intentando bloquear la salida del todo terreno. Jack pulsa un botón y una compuerta se abre en el capó, activando un mecanismo que hace salir una ametralladora de gran calibre. El conductor aprieta un pequeño botón junto al volante y empieza a disparar salvajemente hacia una de las patrullas. - ¡Esto será mucho más divertido con un lazacohetes! - dice acelerando como un loco. Cuando pasa junto al coche que ha destrozado con su arma le hace un corte de manga a los policías y se aleja a toda velocidad.

Un par de coches consiguen acelerar a tiempo y mantener el ritmo del conductor, aunque en cuanto llega a la autopista y empieza a esquivar al resto de los vehículos que circulan por allí, parece que consigue alejarse lo suficiente.

- Bueno, esto casi está... - dice con una sonrisa mientras le da a un botón en el salpicadero del coche, que activa una llamada telefónica. - Joder, me vais a dejar los asientos pringados de sangre - comenta mirando por el retrovisor a Daanel y Angelo, que han recibido lo suyo en el edificio. No ha terminado de hablar cuando la conexión telefónica se activa.

- ¿RDX? - pregunta a la hacker. - ¿Dónde quieres que te deje el paquete? Están un poco ensangrentados, pero parece que sobrevivirán para hacer la siguiente estupidez - dice guiñando un ojo para que los tres pasajeros lo puedan ver por el retrovisor. Los claxon de los vehículos a vuestro alrededor no dejan de pitar, apartándose mientras Jack conduce entre ellos a toda velocidad.

R-D-X miraba todo lo que ocurría desde todas las cámaras posibles como si fuera un reportaje de una persecución; pero los que estaban allí eran sus compañeros y entendía por qué Jack quería un lanzacohetes, y si lo tenía podrían salir mejor la próxima vez que necesitaran a un conductor.

-Déjalos en cualquier sitio fuera de peligro y donde puedan esconderse. Si L tiene un punto de encuentro conocido que lo diga, sino déjales en la Avenida Sullivan con la 76*. Allí les podré indicar. Me quedo aquí un poco para comprobar que las cosas se calmen antes de salir. Gracias, Jack, te debo un lanzacohetes.

Intento salvar a nuestro viejo soldado, aunque por los pelos no lo conseguimos.

-Si nos sacas de esta vivos y enteros, no sólo te consigo ese lanzacohetes si no que te regalo munición y todo si es necesario...- gruño, mientras trato de acomodar a nuestro veterano en donde estamos los tres apretados y mal sentados, sin que se desangre en el proceso.

-¿Cómo estás A? ¿Alguna herida que deba conocer?- le pregunto muy seriamente. Necesito saber cómo está, encontrar un modo de afincar y estancar tanto desastre continuo. Sentir algún tipo de alivio…

Jack realmente está valiendo su peso en oro, parece que los espíritus están con él y va esquivando con suma pericia todos los obstáculos que nos vamos encontrando.

-Esa dirección está bien. Desde allí podemos retomar el camino hacia el siguiente punto- respondo con firmeza a las indicaciones que RDX le da a nuestro conductor. Desde allí no sería difícil encontrar un sitio tranquilo donde esconderse en el Mercado de la Carne y de ahí a por el nuevo manco.

-Estoy bien -responde Angelo con una sonrisa torcida. Sin embargo, una inspección un poco más detallada de L, le hace ver que su marido está mintiendo descaradamente. Un ojo morado, cortes en la cara y los brazos, la ropa sucia y rasgada, una mueca casi imperceptible cada vez que respira, un inconsciente frotar de su zona abdominal, las piernas que cada tanto tiemblan... Angelo ha recibido una buena tunda (tal vez dos) y casi no la cuenta. Pero allí está, junto al amor de su vida, que es lo único que necesita su existencia para saber que lo malo ha pasado.

-Perdí a Missy -es hombre de pocas palabras, esa será su única expresión de tristeza por la pérdida, aunque no olvidará a su arma favorita. Esa espina se ha clavado muy dentro de su alma y, tarde o temprano, se infectará y provocará una reacción desquiciada, aunque para ello todavía falta. En este momento, la prioridad del asesino es llegar a un lugar seguro con Legba y Daanel, para emparcharse un poco y terminar la misión. Tiene tiempo para cobrarles a los jodidos de BlueSun, lo que le han hecho al robarle su bien más preciado.

De repente, una ventanilla entre la posición del conductor y los asientos traseros se cierra de golpe mientras esucháis cómo todas las puertas del vehículo se bloquean.

- Sí, el lanzacohetes habría molado... - escucháis a Jack a través de la megafonía. - Pero me ofrecieron un juguete mucho más divertido por vosotros. No es nada personal, pero los negocios son los negocios.

Instintivamente, intentáis buscar una forma de abrir las puertas o reventar el cristal blindado que os separa de la parte delentera del vehículo, pero parece que estáis completamente encerrados. Tratáis de hablar con RDX a través del comunicador, pero al cerrarse la compuerta de seguridad habéis quedado completamente aislados, como si estuviérais en el interior de una jaula de Faraday.

Veis por el retrovisor cómo Jack niega con la cabeza. - Es inútil, chicos. Mi buga está hecho a prueba de balas. Una vez encerré a un tío con un brazo mecánico que acabó rompiendo sus nudillos de metal mientras golpeaba este cristal... Aprovechad para descansar un poco durante el viaje, los asientos son cómodos - añade con una carcajada.

El todo terreno gira en una calle y acelera mientras se incorpora a una de las varias autopistas que cruzan la ciudad mientras se dirige hacia el sur.

- Sullivan con la 76, copy - dice Jack por el commlink mientras conduce.

De repente, algo llama tu atención. Hay un pequeño corte en las comunicaciones y, a penas unas décimas de segundo después, todas las alarmas de tu sistema saltan a la vez. VRA parece que quema en tus manos y casi podrías decir que notas cómo vibra cuando algo se choca contra su firewall, como si un ariete estuviera tratando de derribar la puerta de tu casa.

Esto no es ningún Hielo, ni siquiera negro. Es un hacker profesional que viene a por ti.

Al mismo tiempo que empiezas a reforzar tu cortafuegos, ves cómo se activa una subrutina de rastreo y maldices. Las redes en las que has estado han conseguido triangular tu posición hasta cierto punto y, si no bloqueas ese programa, es probable que localicen tu casa en pocos segundos.