Partida Rol por web

El aullido de un lobo... ¿Siquiera era un lobo? ¿Y si era uno de Ellos? Era difícil saber si los animales podrían haberse salvado de la barbarie o si habían sido tan víctimas de Ellos como la humanidad. Aunque podrían conocer esa respuesta, Michael siguió conduciendo, tratando de concentrar toda su energía y atención en ello, mientras todos podían ver cómo dejaban atrás el pueblo y el fuego de las poderosas llamas. No había llama perpetua, y sin combustible, no podría seguir ardiendo, así que al menos del humo habían escapado.

A la lejanía notaron la luz de la torre de vigilancia alumbrar su faro dando vueltas. ¿Quién habría activado el faro? Esa era la real pregunta. William parecía seguir en shock, Rémy podía sentir el ardor de su herida pero que se encontraba mejor gracias a Donna, y todos parecían callar sobre el tema de Lisa. ¿Qué había pasado? ¿Alguien lo preguntaría? Y no solo perdieron a la pequeña, sino también a Brendan. Fue el último en unirse al grupo, pero el primero en marcharse.

El camino parecía más tranquilo que en otras ocasiones, aunque aún podían apreciarse las figuras moviéndose en la oscuridad. Haciendo acopio de toda su entereza posible, Mara revisaba el mapa que Donna había encontrado y pudo ver que aquella torre de vigilancia era cercana a uno de los lugares marcados como seguros. Tal vez sí darían con otras personas y podrían tratar la herida de Rémy más adecuadamente, además de tomar un pequeño descanso, que hacía falta a todos en verdad. ¿A dónde ir?

A medida que se alejaban del pueblo, la respiración de Will comenzó a normalizarse, y la palidez que parecía haberse instalado permanentemente en su rostro comenzó lentamente a retirarse. Fue entonces cuando, al escucharse el aullido del lobo atravesando la noche, el hombre dio un respingo en su asiento y pareció volver completamente en sí.

Lentamente, volvió la cabeza a uno y otro lado, mirando sin ver, en aquel coche en el que de pronto ya no faltaba sitio, pero sí respiraciones. El olor del humo, impregnado en sus ropas, se mezclaba con el sudor y la sangre. La expresión de su rostro, entre preocupada y confusa, sugería que probablemente no hubiera sido muy consciente de qué era lo que había sucedido en los últimos momentos de la confusa escapada del pueblo.

-No podemos usar el puente para ir a la autopista. -Murmuró de pronto en voz baja, respondiendo a una pregunta que nadie había hecho. -Pero si hay animales...

No acabó la frase, tal vez temeroso de equivocarse. Si había animales, entonces Ellos no lo habrían devastado todo. De hecho, era la primera señal de vida animal que habían notado en días. Suspiró, tratando de alejar sus fantasmas, e hizo la pregunta que todos debían haber estado haciéndose.

-¿A dónde vamos?

Una vez el coche estuvo encaminado en la dirección correcta Mara se permitió respirar, pues parecía que había aguantado el aliento hasta ese momento. William preguntó por su destino. Esa era una buena pregunta, dónde iban... sentía que empezaba a quedarse sin respuestas.

- Donna encontró un mapa hay una fecha y lugar de evacuación -su voz temblaba.

Al mirar el mapa de nuevo advirtió que sus manos estaban manchadas de sangre, seguramente de Lyssa o de Rèmy, no era muy consciente de todo lo que había ocurrido en las últimas horas. Con manos temblorosas abrió la guantera buscando un pañuelo con el que limpiarse...

- ¿Qué puente Will? -trató de distraerse de su cometido, pero lo que encontró en la guantera la noqueó más que la sangre seca sobre su piel. El móvil de Brendan; lo sacó conteniendo un sollozo.

El teléfono tenía un único archivo en la pantalla inicial, apretó para reproducirlo, sin saber muy bien porqué, solo sintiendo que quizás así Brendan no estaría tan lejos de ellos en ese momento. Escuchó con manos temblorosas y unas lágrimas silenciosas empezaron a dibujar líneas en la suciedad de sus mejillas.

Así que esto es el final. Ya poco importa. no queda nadie a quien conozca por su nombre y la mayoría de las personas en mi vida estaban ya en el otro lado de la laguna Estigia. Nadie próximo. Ningún amor. Solo resquemor por el tiempo perdido. Gracias, padre. Si hay otro lugar, espero que no nos veamos en él.

Mara sollozó solo para echar un vistazo a William por el espejo retrovisor.

- Donna, guía a Michael por favor -le suplicó dejando el papel sobre el salpicadero, mientras se trasladaba al asiento de atrás situándose junto al hombre.

Se acurrucó contra él y empezó a llorar. Pero en aquel fin del mundo no había mucho tiempo para mirar atrás, así que hubo de reponerse al poco cuando vio por el espejo del cristal la luz del faro en medio de la noche eterna. Frunció el ceño, no sabía si aquella luz sería una buena o mala señal. La última vez que encontraron una luz fue una trampa.

- ¿Deberíamos acercarnos? -preguntó con un hilo de voz-. La última vez, en la gasolinera, no nos salió muy bien, pero... Rèmy necesita descansar -"Todos realmente".

Will había estado raro desde que salieron del refugio. Michael estaría afectado por la pérdida de Lysa. Y ella y Donna a pesar de haber sobrevivido a un derrumbe, estaban magulladas.

"Todos realmente" pues sabía que la muerte de Lyssa y el sacrificio de Brendan aumentarían el lastre que pendía de sus corazones.

Estaba preocupada. Como el resto.

A algunos se nos notaba más y a otros... quizá lo ocultaban su manera, como Will, que parecía más ausente de lo normal. Como si estuviera entrando y saliendo de un trance. Y la muerte de Brendan y Lisa no ayudaba. Ninguna muerte ayudaba. Yo andaba aun asumiendo la muerte de mis padres,  ahora la muerte de la pequeña Lisa era como un recordatorio sobre la nevera de que "No se te olvide comprar... muerte".

-Parece que quieres llamar mi atención, Remy.- Masculle por lo bajo a la rubia para intentar distraerla del dolor de su herida. En enfermería era una de las cosas que eran bastante más útiles, a nivel psicológico, de lo que pudiera solucionar un ansiolítico. - Si quieres que te toque más a menudo solo tienes que decirlo.

Y aunque me hubiera gustado que dijera que si, en otras circunstancias, con las manos llenas de sangre de su herida, prefería otro lugar con luz.

-Si, claro.- respondí a Mara cambiándome el sitio y buscando en una dirección en el plano para indicar el camino al Padre Michael. ¿Qué dirección seguir? Dependía de - ¿Cuánta gasolina queda? Si tenemos suficiente podríamos ir del tirón a la dirección. Si no... habrá que parar.- Y descansar.

Aquello no parecía tener un final feliz. Seguían presenciando muerte y desolación a su alrededor, sin poder hacer nada por evitarlo; desgraciadamente, huir estaba a la orden del día en sus rutinarias vidas. En esa última parada se habían quedado sin Brendan y sin una pobre niña, quien, al igual que nadie, merecía habitar en un mundo resquebrajado en el que el mal había ocupado cada rincón, haciendo que la simpleza de vivir, fuera una tarea casi imposible. ¿Cómo explicarle a alguien que algo que antes fue maravilloso ahora era insostenible por culpa de... quién? ¿De Dios? ¿De un experimento fallido por parte del Gobierno? La respuesta a esa cuestión tal vez no llegase jamás.

Rémy, atendida de la fea herida de su pierna, rio con desgana ante los comentarios de Donna, a pesar de que al menos esta consiguió aliviar un poco la tensión generalizada. Por su cabeza se le pasó una idea similar a la que se le podría haber pasado a la chica, pero no eran ni el momento ni el lugar idóneos. Estaba, además, muy cansada; demasiadas emociones padecidas en un lapso de tiempo muy reducido.

—Me estoy malacostumbrando a que seas mi enfermera particular —comentó, agriando su expresión al sentir una punzada de dolor—. Tendré que agradecerte otro día todos estos cuidados... —añadió, esbozando una leve sonrisa mientras le apretaba el hombro con cierto cariño.

Los párpados le comenzaban a pesar. Como a todos, en realidad. Necesitaban descansar de verdad y a ser posible establecerse pronto en una zona segura, si es que quedaba alguna en el mundo.

—No creo que nos quede suficiente gasolina para seguir avanzando muchos kilómetros más —apuntó de pasada, observando con intriga la luz de la torre de vigilancia. ¿Otros supervivientes?—. Yo iría allí. Está en una zona alta y podemos pasar unas horas antes de continuar nuestro camino.

Durante lo que le pareció un largo tiempo, se dedicó a conducir. Lo hizo porque de no haberse ocupado no habría podido soportar quedarse a solas con su pensamientos. Cuando su fe había empezado a titubear, se había volcado en responsabilizarse de aquella pequeña niña que tantas ganas tenía de vivir a pesar del terror sufrido. Ahora ya no la tenía. Y su rosario, el que siempre había soportado todos sus nervios, había quedado atrás con el cuerpo de la pequeña. Decir que se sentía perdido era poco.

Pero, ¿con quién podía compartirlo? William parecía algo ido y Mara se veía claramente destrozada tras escuchar el mensaje de Brendan, a pesar de que siempre había sido el espíritu vital de aquel grupo. Rémy evidentemente no estaba en su mejor momento y suficiente tenía con no intentar desfallecer. Y Donna. ¿Cómo cargar en ella lo destrozado que se sentía cuando la joven había visto en directo la muerte de sus padres?

Así que siguió en silencio, sumido en su propio dolor y confusión, cada vez más encerrado en sí mismo mientras aquel faro de luz ya ni siquiera hacía de foco de esperanza. Aún así, no pudo menos que salir de su ostracismo para aportar algo.

- No pudimos conseguir la gasolina, nos queda poca - se mantuvo un momento en silencio, mirando a la rubia por el retrovisor antes de añadir -. Pero sí, creo que deberíamos acercarnos. Sea para descansar o no, es nuestra mejor opción.

La conversación, aunque entrecortada y llena de silencios, terminó por disipar de Will los últimos restos de su extraño trance, convirtiéndolo poco a poco en un mal recuerdo. En otro de tantos malos recuerdos que guardar de aquel descarnado apocalipsis. Pero de alguna forma, encontraba la forma de consolarse en los que quedaban vivos. Donna y Rémy hablaban entre ellas, intentando y casi consiguiendo que su herida pareciera menos grave, y hasta el sacerdote intervino.

-No estoy completamente seguro. -Se obligó a contestar cuando Mara preguntó a qué puente se refería. -Pero creo que es el puente de acceso a la autopista, unos kilómetros por delante. Cruza el barranco del río.

Pero después, el mensaje que había dejado Brendan en su móvil hizo que se olvidara incluso de eso. Unos momentos después, Mara estaba en el asiento trasero, aovillada a su lado, y su cuerpo comenzó a estremecerse entre apagados sollozos.

Will la abrazó sin pararse a pensarlo. Rodeó su espalda con su brazo, y dejó que ella se apoyara en su hombro. No dijo nada. Simplemente, dejó que se desahogara mientras se inclinaba para apoyar sus labios entre los oscuros rizos de ella. Él mismo ya casi se había ahogado con el olor de la sangre y la muerte… y ni siquiera había visto lo que ella. La escena de horror que sólo podría imaginar.

Pero, pasados unos minutos, no fue capaz de contenerse. Había algo que llevaba quemándole por dentro desde que habían escapado, y si quería encontrar algo de paz, antes tenía que saber si se estaba volviendo loco o no.

-Mara… Donna… antes… en el centro comercial… -Preguntó con voz apagada, como si temiera incluso hacer la pregunta que se arrastraba por su garganta. -¿Vosotras escuchasteis algo? Los… ¿los escuchasteis a Ellos?

Mara levantó el rostro hacia Will y le miró con gesto interrogante.

- ¿A qué te refieres Will? 

No le venía de nuevo, llevaba un tiempo sospechando que a William le pasaba algo extraño. La propia Lisa dio a entender que había hablado con la oscuridad, pero jamás tuvo la oportunidad de preguntarle a la pequeña al respecto. Y... por otro lado ¿cómo supo Will por dónde ir en el centro comercial? Supuso que captó antes el ruido de los inminentes derrumbes, pero también podía ser que les hubiera oído como decía. Eso o estaban empezando a perder la cabeza.

- Yo no escuché nada Will, aparte de sus gruñidos -la mujer se giró hacia Donna, para corroborar si ella tampoco lo había hecho.

Mara limpió las lágrimas de su rostro con el dorso de la mano derecha y se incorporó un poco mientras sentía como los latidos de su corazón se aceleraban. La lingüista de su interior se removía ansiosa y aterrada a la vez, "Hablan, maldita sea, hablan. Lo sabía". 

- ¿Qué dijeron? -preguntó con voz temblorosa sosteniendo la mano del hombre con delicadeza- ¿Qué escuchaste?

No podía imaginar lo aterrado que estaría y más si solo él había sido capaz de oírlos.

- Will estoy aquí -le dijo tranquilizadora mientras posaba su mano en su mejilla.

La acarició con dulzura, esperando que se recompusiera y reuniera el valor para seguir.

El trayecto parecía ir con calma, aunque ya no sabían con seguridad si los seguían o eran solo sus mentes perdiendo poco a poco su calma para mostrarles imágenes que podrían suceder. La oscuridad parecía tragarse hasta los últimos rayos de luz restantes, siendo solo una cuestión de tiempo cuando todo fuera nada más que oscuridad. Incluso los comentarios de Donna o las fuerzas de Mara para permanecer parecían ser insuficientes.

Michael siguió conduciendo como si su cordura dependiera de ello, por lo cual no tardaron sino unos diez minutos en acercarse al faro. Al llegar, el olor férreo de la sangre se hizo presente una vez más, aunque casi podrían decir que se estaba volviendo algo usual. Vieron entonces que en la base del faro había una edificación que lo protegía. Parecía una especie de bodega y la luz que lo recubría era tenue, aunque la puerta estaba ensangrentada. Tal vez otros habían tenido la misma idea y habían intentado protegerse allí, pero no lo consiguieron. Todo parecía calmado, aunque eso no siempre era algo positivo, y menos en aquellos días de total incertidumbre.

Mara no había escuchado nada. En el fondo, ya lo suponía. Ni ella ni Donna habían reaccionado a las trampas. Ninguna había acabado paralizada por el frío que parecía haberse instalado en su cuerpo. Sólo él.

La voz de Mara hizo que sus pensamientos se enfocaran de nuevo en tratar de responder a su pregunta.

-Decían… -El ceño de Will se frunció de nuevo mientras trataba de recordar, y el temblor que lo había abandonado se insinuó de nuevo en sus manos. Lo cierto era que, a pesar de que unos momentos antes lo tenía claro, el recuerdo se difuminaba demasiado rápidamente, como si su memoria no estuviese completamente preparada para retener algo así. -No sé si “decían” es lo correcto… Recuerdo algunas cosas, pero no exactamente palabras. Más… conceptos.

El calor de su mano sobre la suya mantenía a raya el frío del recuerdo, como un salvavidas en mitad de un mar hambriento.

-Escuchaba las trampas. -Se obligó a continuar. -Los sitios donde las habían puesto. Como si fueran avisos. Pero no tenía la sensación de que hablaran conmigo exactamente. Era sólo… sólo… -Tembló de nuevo mientras sus palabras se entrecortaban, y tragó saliva. -Ni siquiera sé si era un sonido… También escuchaba sus gruñidos… Era más una ausencia de ruido. Como si pudiera ver algo más negro que la oscuridad.

-Hablaron de sacrificios. -Añadió pasados unos momentos, en voz baja. -Y de un puente. Eso lo recuerdo. Una trampa en el puente.

-No sabía si me lo estaba imaginando. -La voz de Will tembló ligeramente, revelando su inquietud. No parecía haberse dado cuenta de que el coche se había detenido. -Es… es la primera vez que he entendido algo.

Aquel olor de sangre seca (o fresca) empezaba a resultar muy familiar, porque no solo provenía de sus heridas. Y eso daba mucho miedo. Acostumbrarse a que a cualquier lugar al que fueran pudiese haber un río de líquido carmesí, parecía lo más normal en esos momentos. 

—No me gustan esos restos de la puerta. Tal vez alguien intentó acceder y no pudo... O le mataron —musitó, en un tono un tanto pesimista. Pero es que era lo habitual últimamente...—. ¿Alguien se va a asomar para ver mejor que hay fuera? —preguntó, sin mirar a nadie en concreto del grupo.

Ella podría intentarlo, aunque tampoco es que estuviera en las mejores condiciones físicas como para aventurarse a ir hacia allá si luego surgían problemas en el camino. En su actual estado, solo retrasaría cualquier plan de huida posible. Lo último que quería era ser un estorbo para sus compañeros.

—Nosotros cuando huimos hacia el coche vimos una especie de símbolo en sus cabezas... Era similar a una runa. No sé qué significará, pero era algo muy extraño —comentó, tras haber estado escuchando atentamente las palabras de Will, las cuales por muy surrealistas que pudieran parecer, no le terminaban de sorprender. Todo carecía de lógica desde hacía mucho tiempo.

Mara sostenía con firmeza la mano de Will mientras éste hablaba, trataba de transmitirle el valor y la entereza que necesitaba para contar lo que había atenazado su corazón. Le escuchó atentamente "Conceptos", conocía de varios idiomas que utilizaban conceptos en vez de palabras en sí, tenía cierta lógica. Aunque lo que realmente le causaba una curiosidad incontrolable era cómo se comunicaban, ni ella ni Donna los habían oído, así que debía tratarse de un idioma telepático o quizás un tono auditivo que no captara el oído humano... aunque der ser así Will tampoco lo habría escuchado. Las miles de posibilidades empezaron a dar vueltas en su cabeza, formando conexiones, ideas, analizando estructuras y simetrías... pero el temblor de la mano de Will la devolvió a aquel coche.

- Tampoco creo que hablaran contigo Will, no creo que quisieran advertirnos de las trampas.Sería una posibilidad aunque otra sería que sí lo supieran, que les oyes, y nos hubieran guiado a donde ellos querían -Mara tuvo un escalofrío al recordar cómo habían escapado solo por el sacrificio de Bredan-. También había un puente en el centro comercial, sobre lo que un día fue un bosque de árboles o jardín, y lo cruzamos y nos llevó a la puerta que no abrimos. Quizás se referían a ese puente, aunque por si acaso, evitaría el de la carretera que mencionaste.

Will parecía aterrorizado y Mara sostuvo su rostro entre las manos para intentar que se calmara.

- Will no ha pasado nada, estamos a salvo, conseguimos salir. Estamos aquí contigo, estoy aquí contigo -dijo en un susurro más dulce, posando su frente contra la de él.

Cuando Rèmy llamó la atención sobre la puerta, Mara abrió los ojos para echar un vistazo. La verdad es que el panorama no pintaba bien, pero... dentro del coche las cosas estaban empeorando por segundos. Necesitaban un alto en el camino. Si se les acababa la gasolina con Rèmy así, no podrían avanzar con facilidad. Necesitaban reponerse un par de días, maldijo el momento en que abrieron la puerta del refugio de los padres de Donna y más maldijo a aquel ser por haberse dejado atrapar allí. Podrían haber... no valía la pena lamentarse.

- Bajemos -dijo de repente decidida-. Alumbraremos la puerta con las luces del coche e... iremos con cuidado.

Estaba aterrorizada, aunque intentara ocultarlo. Abrió la puerta del coche, acarició la mejilla de Will y bajó dispuesta a bucar un lugar seguro para sus amigos.

Para muchos, Will podría sonar a lo más parecido a un lunático, pero ¿era posible que fuera él el único? En las circunstancias en las que estaban, cualquiera habría sido tachado de loco. ¿Apagarse el firmamento un día? ¿Seres de las sombras persiguiéndolos? Todo era una locura. ¿Telepatía? Y si era así, ¿por qué Will era el único que parecía poder comprenderlo?

Michael asintió a las indicaciones de Mara y acomodó el auto para que las luces delanteras estuvieran apuntando a la puerta. La lumbre rebotaba contra el acero generando reflejos ligeramente molestos, pero que podrían simbolizar lo más cercano a su salvación. El sacerdote se veía aún abstraído y recitaba salmos y pasajes bíblicos para mantener la calma... O tal vez recuperarla.

Mara decidió bajar y Rémy podía sentir cómo su herida empezaba a molestarle. Si bien Donna había hecho lo que le había sido posible, era difícil atender de manera correcta una herida en un vehículo en movimiento, así que tal vez necesitaría algún tipo de retoque de su trabajo.

La sombra de los puestos vacíos de Lisa y Brendan aún pesaban en sus mentes mientras la morena se acercaba a la puerta ensangrentada, notando que no se abría fácilmente. Parecía tener llave o un candado. ¿Cuál sería? O tal vez había sido forzada para que nada en el mundo la abriera... O se pegó con la sangre. Lo que sí era seguro era el ruido de movimiento tras esta. Conversaciones que se acallaban poco a poco mientras se acercaban. ¿Era un refugio?

- ¿Así que puedes sintonizar Radio-bicho, Will?- pregunte de forma distendida.- Quizá... escuches cosas mejor que nosotros. O sus pensamientos.- Estaba loca y trastornada, fijo. O poco me faltaba ya.- Piénsalo un momento.- Sonaba a comic ochentero, pero...- Oscuridad total, bichos asesinos que odian la luz en general... puede que no sea tan raro después de todo.

Joder, si esto era verdad era como dar veracidad a todas esas cosas que creíamos como mágicas o imposibles. Por mi parte, mi esperanza de que me llegara la carta de ingreso en Howards, se incrementó un poquitín.

-Runas en sus cabezas... ¿Un ritual?- Dije justo antes de que el coche parara en aquel sitio.- Espero que las puertas del infierno sigan cerradas y no las hay abierto un metalero seguidor de Craddle of Filth

Lo que faltaba ya.

Suspiré profundamente mirando a Remy y su estado mientras hablaba. El ruido de la puerta del coche abrirse me saco de mis pensamientos y quizá actué sin pensar. Pero no podíamos estar allí para siempre.

- Voy contigo.- respondí a Mara acompañándola hasta aquella puerta cerrada tras la que se oían voces.

Miré a todos lados, lo que mi vista alcanzaba bajo la luz de los faros. Y golpeé con los nudillos la puerta metálica marcada por aquellas marcas de sangre.

- ¿Hola? ¿Hay alguien?- Esperaba una voz humana al menos que me respondiera. - Somos amigos.- Creo

- ¿Hola? Por favor, necesitamos ayuda -dijo Mara hablando en dirección a la puerta-. Tenemos a una chica herida, solo necesitamos descansar unas horas para vendarla en condiciones y nos marcharemos. Por favor -les suplicó, 

La chica miró las marcas de sangre con una mueca, se escuchaban voces desde el interior, problamente gente muy asustada o loca como los de la gasolinera. Cerró los ojos rogando que fuera lo primero. Necesitaban mínimo curar a Rèmy, luego se marcharían. Sabía que debía humanizar el problema, en situaciones como aquella la gente veía tanta muerte y violencia que veían ajenos cualquier problema evitando ayudar incluso en la más nímia de las cosas.

- Me llamo Mara Jones, era profesora en la universidad, antes de que pasara todo esto. Conmigo está Donna, es una enfermera maravillosa que podría incluso atenderos si estáis enfermos o heridos. Con nosotras está el padre Reston, y nuestros amigos heridos. Os lo ruego, por favor, necesitamos un alto en el camino.

La tensión podía cortarse en el aire. ¿Quién en su sano juicio abriría sin más? El "click" de un arma de fuego siendo cargada sonó como un enorme eco en aquella enorme oscuridad... aunque no hubo disparos. Al menos no aún. ¿Estaban escuchándoles?

La voz de un hombre mayor se escuchó a través de la enorme puerta que los separaba - ¿Y cómo sabemos que no están con Ellos? Hay traidores... personas que les ayudan a conseguir presas. ¿Cómo sabemos que no fingen estar heridos para cazarnos a nosotros? Ya hemos perdido a muchos - y otros dos o tres "click" se escucharon, aunque aún no disparaban. Tal vez dudaban.

Algunas discusiones internas se escuchaban no muy cerca, como si estuvieran teniéndolas en el tono más bajo posible para que no escucharan. Después de deliberar un poco, parecieron acercarse de nuevo - Inspeccionaremos primero - y el sonido de cadenas siendo retiradas chocando contra la puerta los aturdió, como si el mundo entero hubiera podido escuchar eso y Ellos hubieran sido alertados de su presencia allí.

Michael continuaba vigilante desde el asiento del conductor y subió las luces para que pudieran ver mejor quiénes estaban allí. Fue entonces que abrió la puerta un hombre mayor con el arma apuntándoles con la seguridad que solo un veterano podría tener. Los vigilaba de cerca a cada uno, respaldado por otros cinco rifles tras de sí. Algo les decía que, un movimiento en falso y estarían llenos de agujeros en cuestión de segundos.

El hombre miró de arriba a abajo a Donna y a Mara, para luego mirar hacia el auto, aunque no es que lograra ver gran cosa - ¿Quién más hay en el auto? - seguía manteniendo una distancia prudencial.

Lo poco que lograba iluminar el auto les mostraba grupos de niños y de algunos soldados y mujeres que los protegían. Tenían algo de comida y parecían tener una enfermería improvisada. El lugar no era más que una bodega donde seguramente se estacionaron autos de los trabajadores de ese lugar porque no parecía tener ningún otro artículo de interés.

Rémy se removía incómoda en el asiento trasero del coche, tiritando. Sentía mucho frío de repente, quizá por la pérdida de sangre que provocaba que sus fuerzas desfallecieran y se le nublara la visión. Focalizando la mirada en la puerta donde habían ido sus dos compañeras, comprobó gracias a los faros del coche el grupo de personas que custodiaban el lugar al que pretendían acceder. Eran otros supervivientes que probablemente no querrían problemas, pero que tampoco dudarían en darlos si las cosas se torcían por cualquier motivo.

Al notar que quien parecía el líder miraba hacia el vehículo,  ella alzó las palmas de las manos con debilidad apoyándolas contra la ventanilla, en señal de tregua y paz. 

—Alzad las manos, deprisa. Que vean que no somos gente peligrosa... —musitó a sus dos compañeros que restaban en el coche.

Así que William escuchaba voces. En otro momento igual se hubiera santiguado ante lo que podría definirse como un símbolo demoníaco, siempre y cuando considerara que aquellas criaturas eran el símbolo del infierno en la tierra. Pero en aquellos instantes, simplemente siguió mirando la carretera, aceptando aquella verdad como como si de algo normal se tratara. Incluso Donna parecía estar normalizándolo. Claro, ¿entender a monstruos de oscuridad que nadie más entendía? Si el tal Harry Potter entendía a las serpientes en su mundo mágico de no hablantes de idioma serpentil, ¿por qué no iba a ser posible en la vida real?

Aquel asomo de humor cínico, aunque fuera en la privacidad de sus pensamientos, no era una buena señal. Era un signo de alguien que empezaba a desquiciarse, un inicio de un descenso a la locura, imposible de saber si seguiría en caída libre o frenaría.

Como tampoco era buena señal aquella puerta manchada en sangre hacia la que se dirigieron Donna y Mara ni aquella desconfianza en forma de armas encañonando a sus compañeras cuando elevó los faros del coche para ver mejor.

- Dios aprieta pero no ahoga... - murmuró para sí, otro indicio de humor negro pues hacía ya horas si no días que habían empezado a asfixiarse. Sin embargo, no obedeció las palabras de la rubia, aunque no porque le faltara razón sino porque le parecía imprudente apartar las manos del volante, al igual que apagar el motor.

- ¿Quién en su sano juicio daría de comer a esas cosas?- respondí algo molesta.

Tragué saliva al ver que nos estaban encañonando. Podía ser un viejo con una escopeta, un cayado luminiscente o un casco rojo y morado. Daba igual. Acojonaba por igual cuando alguien te apunta con algo. Porque cuando alguien lo hace, sea con lo que sea, es que está dispuesto a usarlo contra ti.

- Soy Donna. Enfermera. Holaaa...- Me presenté alzando las manos levemente, sobre todo para que viera las manchas de sangre en mi sudadera, fruto del remiendo a Remy. Aunque en aquellas circunstancias, quién no estaría salpicado por la sangre.- Y allí en el coche están ... ¿Ve esas manos en el cristal? Es mi amiga Remy. Esta herida. El padre Michael es quien está al volante. Católico, creo. No protestante. Y en otro asiento esta Will, es invidente. Si quiere puede ir a comprobarlo, pero... piense un poco. En estas circunstancias, si tuviéramos un arma que usar, ¿no cree que habríamos salido Mara y yo con ella en la mano en vez de ir a la aventura a tocar en una puerta con marcas de garras?

Hice un gesto con la cabeza y con las manos para que estuvieran tranquilos en el coche.

-Creo que deberíamos ayudarnos un poco todos.- hice un gesto hacia el interior de la estancia donde el viejo- ¿O es que ninguno de sus Hoobits ahí dentro necesita de una enfermera? Además tenemos una radio que funciona aunque lo que retransmite no se oiga muy bien. ¿Qué tal si baja el arma y...somos amigos?

Mara levantó las manos para dejar claras sus buenas intenciones. Necesitaban aquel alto en el camino y se negaba a aceptar que la gente hubiera perdido por completo su humanidad; ese pensamiento le llevó de nuevo a Brendan y el gesto de su rostro mientras se alejaba de ellos internándose en el centro comercial.

- Es lo de menos si nos vais a dejar descansar entre vosotros -le contestó a la voz mientras se abrían las cadenas. Sonrió a Donna confirmando que pensaba lo mismo que ella sobre los locos que ayudaban a las bestias.

Cuando la puerta se abrió, la mujer echó un rápido vistazo al interior, niños... si Lysa hubiera llegado con ellos allí... Miró a los soldados intentando ver si tenían algún distintivo que le dijera a qué ejército o rama del ejército pertenecían, quizás tuvieran alguna respuesta o supieran algo de punto de recogida; estaban en uno de los refugios del mapa, podían saber algo.

Dejó hablar a su compañera.

- Católico -confirmó ante la duda sobre la fe de Michael.

Donna dijo todo lo que hubiera dicho ella, así que se mantuvo en silencio y calmada, esperando que comprobaran lo que necesitasen para dejarlos entrar y poder bajar la guardia aunque fuera unas horas.