Partida Rol por web

La pequeña Lisa se sobresaltaba de tanto en tanto mientras avanzaban por el pútrido lugar. Era cierto que era inevitable que viera cadáveres y a pesar de las palabras de Mara, sus manitas sudaban frías, haciéndolas resbalosas. La pequeña estaba muerta de miedo y de seguro no podría soportar una emoción demasiado fuerte.

Fue con Donna, pero se alteraba ante cualquier movimiento, teniendo miedo incluso por tomar cosas para guardarlas en su mochila. Entonces, escucharon un fuerte estruendo. Al parecer, algo metálico y muy pesado se había caído. El suelo tembló ante esto y Lisa gritó con toda su fuerza. En una rápida reacción, salió corriendo hacia afuera del local y se adentró en alguna parte del centro comercial, dejando su mochila atrás. ¿Ella llevaba una linterna? Sus pasos se alejaban en la penumbra hasta perderse en la inmundicia. Esquivaba los cadáveres y su vista solo hacía que apresurara el paso, marcando cada encuentro con un gritito desconcertado.

Otro objeto cayó y con este, un estruendo de metal y vidrio chocando contra el suelo. La estancia no tembló, pero se escuchó nuevamente otro estruendo y un grito. Un grito fuerte y chillón... Luego silencio.

Tal vez solo Will podría haber escuchado las garras golpear contra el suelo, las respiraciones agitadas y el movimiento de las sombras. ¿Quién más sería si no ellos?

Avanzaban por la tienda en silencio, mientras Mara y Donna tomaban de tanto en cuando algo de las casi vacías estanterías que pudiera servirles en el futuro. Agarrado de la mano de Mara, Will comenzaba a preguntarse si había sido buena idea que él acudiera. Su idea inicial de encontrar aquel taller parecía lejana, y para casi cualquier otra cosa casi era más un estorbo que una ayuda.

Aguzó el oído. Al menos, podía escuchar. Sus débiles pasos contra las baldosas… algún crujido de cristal ocasional cuando pisaban restos de los vidrios de los escaparates… las respiraciones tensas de sus compañeras…  y algo más.

No era un sonido. A decir verdad, era casi más un silencio. Pero tantos años solo en la oscuridad le habían permitido distinguir tonalidades incluso en el silencio. Especialmente, en aquellos que había sentido antes. Estaba a punto de susurrar algo al respecto cuando de pronto, un estruendo sacudió el lugar cuando algo pesado cayendo hizo temblar toda la estructura, y los pasos de Lisa se perdieron en la distancia junto a sus gritos.

-¡Id a por ella! –Dijo Will sin pensarlo. Su cuerpo se había tensado como si fuese a salir corriendo, pero era consciente de que sólo lograría caerse. -Puedo escuchar algo moviéndose no muy lejos. No estamos solos aquí.

-Puedo oíros perfectamente, hacéis mucho ruido, no voy a perderme. –Insistió, al sentir la vacilación en sus compañeras. Cada segundo era precioso si querían dar con la niña a tiempo.-Os seguiré, vamos. ¡Corred!

Mara vio con terror cómo Lisa se alejaba corriendo en la oscuridad. Su primer instinto fue gritar, llamarla, pero llevaban tanto tiempo en silencio que la voz se ahogó en su garganta. Sus pies, involuntariamente se movieron para seguirla, pero la mano de Will le recordaba que él también las necesitaba. Dudó, mirando a Donna con un profundo terror en su mirada. Esa fue la primera vez que la estudiante pudo verla realmente asustada, mientras su fortaleza se desmoronaba.

El voz de Will la sacó de su estupor, pero debían pensar con frialdad. No serviría de nada correr a por Lisa y dejar a Will solo en la oscuridad. Se templó y ordenó las ideas.

- ¡Donna, corre, síguela! Te seguimos de cerca -se giró hacia a Will-. No se trata de que nos escuches a nosotras sino a ellos. No pienso dejarte ¿confías en mí?

Mara cogió la mochila de Lisa y sosteniendo la mano de Will empezó a correr en la dirección donde la pequeña había desaparecido, obligándole a seguir su paso. Llevándole por dónde no hubiera obstáculos con los que pudiera tropezar. No iba a abandonar a nadie, esa había sido su firme decisión desde el principio, si no mantenían la humanidad en esa pesadilla entonces es cuando estaría todo perdido.

- Will a cuatro pasos hay una barra en el suelo, 20 centímetros, ¡salta! -le indicaba los pequeños obstáculos que no podían evitar.

Mara sentía su corazón golpear rítmica y velozmente su pecho. Miraba todas las tiendas, esperando verlos salir de cualquiera de ellas. Era una trampa para ratas... ¿sabrían que los humanos necesitarían lo que había en aquel sitio?

- Will voy a tirar de ti -la mujer tiró de él, pegándole a su cuerpo, para que esquivara una maceta con una planta podrida y , para inmediatamente volver a alejarlo con un suave pero firme movimiento.

Esperaba que Lisa no se hubiera adentrado mucho en aquel lugar... porque conforme más se adentraban, era más consciente del peligro al que todos se estaban sometiendo.

En su carrera, pegó una patada a una pierna que había amputada en el suelo, contuvo una arcada y apretó la mano de Will. No se había percatado, pero las lágrimas estaban resbalando por sus mejillas, tenían que haberse quedado todos juntos, se lamentó por no haber insistido en ello; pero era tarde para lamentarse, ya no servía de nada.

Tenía que sacarlos de allí a todos, a Donna, a Will y a Lisa; a todos.

Rémy se apoyó en sus compañeros con toda la fuerza que tenía para no ir a caer y saltó para alcanzar la ventana. Tal vez podría ser riesgoso, pero lo logró. Solo faltaba un poco de fuerza para subirse, aunque las esquirlas de vidrio se enterraron en sus palmas, mas la rubia no se rindió. Soportó el dolor y terminó de subir. Estaba por fin en el borde de la ventana y lista para entrar, pero no contaba con que un pedazo de vidrio se le enterraría en su rodilla haciéndola hacer un sencillo movimiento que se desencadenaría en ella perdiendo el equilibrio y cayendo al lugar. Residuos de vidrio colgantes cayeron sobre Brendan y Michael y, aunque estos se cubrieron con sus brazos para evitar que sus rostros fueran dañados, la piel de sus brazos fue cercenada por aquella peligrosa lluvia. La sangre ahora cubría sus ropas, pero no era algo por lo cual sus vidas estuvieran en peligro... Aunque tal vez la de Rémy sí.

Por su parte, esta reaccionó pronto al impacto, notando que se había golpeado con algo la cabeza y que sangraba por ello, pero parecía estar lo suficientemente consciente para verse a sí misma dentro del oscuro lugar. Unos rugidos y unas respiraciones se hacían sentir mientras la linterna estaba un poco más lejos de lo que resultaría conveniente. Tal vez a unos tres metros del alcance de su dueña. Su luz rebotaba contra un auto viejo que parecía haber sido entregado para restauración, ya que no era común ver modelos como ese en esos días.

¿Podría alcanzarla a tiempo antes de que algo peor le sucediera?

Will, Donna y Mara no parecían estar teniendo una mejor racha. Tras las indicaciones de la morena, salieron a buscar a Lisa, quien había corrido hacia la oscuridad presa del pánico. ¿Era algo sabio permitir que una niña inocente como ella pudiera presenciar la devastación que la oscuridad había causado? En realidad nadie estaría preparado para ello.

Con cada paso que daban, el suelo crujía bajo sus pies, mostrando que aquello que había caído, o habían tumbado, no era solo un objeto pesado. Aquel accionar fue bien pensado.

Mara y Donna siguieron avanzando, pero Will pareció escuchar algo que lo hizo detenerse. El hombre dudo entre continuar o no hacerlo, pero a la final se quedó unos cinco pasos atrás. Justo cuando las dos mujeres se acercaban al límite de donde se podían ver las escaleras eléctricas que tiempo antes podrían funcionar, el suelo empezó a desmoronarse sobre ellas. Corrieron buscando escapar del derrumbe, pero no fue suficiente. El concreto cedió y cayeron al primer piso mientras Will seguía a salvo en el segundo.

Las dos mujeres, aturdidas por la caída, miraron alrededor confusas de encontrarse en la planta baja donde se podía divisar lo que en algún momento fue una fuente y una enorme lámpara estrellada contra el suelo junto con un enorme charco de sangre debajo suyo. La sangre fluía como si estuviera fresca... y es que lo estaba. Casi como si se tratara de una broma de Ellos, una de las linternas de las mujeres empezó a rodar hasta apuntar en dirección a la lámpara, chocando con una vista que tal vez no esperaban ver tan pronto: una pequeña manito estirada aferrándose a algo con toda su fuerza, unos rizos dorados ahora manchados por aquel líquido carmesí, unos ojos que de seguro estuvieron plagados de lágrimas al inicio, pero que luego fueron secados a la fuerza y que ahora miraban sin vida a la nada... Sus ropas, su figura... La lámpara atravesaba su pecho y las piedras aplastaban la parte baja de su torso. Las múltiples mordidas en sus brazos... Sin duda esa era Lisa. Su Lisa.