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Tenebris diebus - El ladrón de humo

XII — ¿?

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21/10/2019, 23:35
Narradora

XII — Las ladronas de humo

Aberfeldy, 12 de Breaside Park

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21/10/2019, 23:35
Narradora

Los labios de Evelyn se acercaron a su oído para susurrarle «Extranjero, la noche es fría y busco refugio» y ante sus ojos, en aquel hueco entre dos parcelas donde Rosier había aparecido, emergió una tercera. Fue como si el terreno se abriera ante él, montando ladrillo a ladrillo, tablón a tablón, una casa idéntica a las demás excepto porque no lo era. Uno podía decir con facilidad que era el hogar de un mago, con sus escobas apostadas en la entrada y una variedad de hortalizas la mar de coloridas desbordando el jardín. Y entonces, como si un recuerdo borrado regresara a él, supo que aquella era la casa de Evelyn, de los Selwyn. Había estado allí hacía muchos, muchos años, durante unas vacaciones en las que el padre de su amiga había accedido a acoger a los cuatro inseparables: Liz, Tom, Eve y Daire. Recordaba aquel hogar lleno de peculiares olores, de plantas e ingredientes atrapados en botes de cristal, y también la inmensa cantidad de curiosidades que el señor Selwyn traía de todas las partes del mundo. No era de extrañar que Evelyn hubiese terminado lejos de allí, siguiendo aquel instinto ambicioso que volvía ebria a su familia.

Daire se había jurado no olvidar jamás las cosas que había visto en aquella casa, cosas que hubiese preferido no saber jamás. Y aun así, las había olvidado, y no le cabía duda de que era cosa de magia, magia poderosa. ¿De verdad había sido Evelyn? La miraba, a ella y a Rosier, y a uno jamás se le habría ocurrido pensar que aquellas dos mujeres habían sido capaces de tanto. ¿Lo habían sido?

Las preguntas no dejaron de acosarlo conforme atravesaba el jardín, sintiéndose un extraño en un lugar donde instintivamente sabía que no debía serlo, flanqueado por ellas. Rosier abrió la puerta con un golpe de varita, pronunciando unas palabras que Daire no llegó a escuchar, y se hizo a un lado para dejarle pasar. Un dulce olor a menta y melocotón llenaba el ambiente, como si alguien acabase de preparar té. Fue algo que chocó con él, con sus expectativas de algo más… sospechoso, quizás. Recordó el camino hacia la cocina por el que le guiaron, los ojos de Evelyn fijos en él como cuchillas. No era ella, pero sí lo era. Sabía que en el fondo, donde residía la verdadera naturaleza de las personas, no podía haber cambiado tanto. Sencillamente no podía.

Encontró el lugar fragmentado entre recuerdos y cosas novedosas. Para empezar, le fue imposible encontrar una sola foto familiar, y recordaba haberlos visto a montones en otra época. Nunca le habían parecido especialmente familiares; Evelyn siempre parecía inmensamente triste. Y a raíz de ello, se respiraba algo similar a la soledad con una extraña quietud que estremecía el alma. Había también cosas nuevas, cosas que no pertenecían al norte de inglaterra ni a europa, y de vez en cuando su fino oído captó el sonido de algún que otro animal que debía estar escondiéndose de su presencia. Pero a nadie más.

Las mujeres intercambiaron una mirada llena de dudas al llegar a la cocina, separándose ligeramente de él. Parecía que su campamento estaba allí: había libros, mantas y pergaminos ocupando la enorme mesa central, además de una ristra de platos apilados en el fregadero. Allí, en aquella habitación, se respiraba vida en contraposición al silencio sepulcral del resto.

¿Quieres… tomar algo? —preguntó Rosier finalmente, ligeramente encogida, como si aquella fuese una visita de cortesía en la que no sabía muy bien cómo comportarse.

Evelyn, en cambio, dejó ambas varitas sobre la encimera y apoyó las manos sobre la misma, suspirando y escondiendo el rostro de Daire. Aun así, podía apreciar la tensión en sus hombros, en la forma queda de respirar. La conocía, lo sentía.

Fue entonces cuando algo distrajo su atención: unos grandes ojos dorados como galeones, rodeados por un espeso pelo de color blanco nieve. El demiguise salió de detrás de la mesa, observándolo con cautela para acercarse a Rosier y tomar su mano como lo haría un bebé con una madre. Era una criatura preciosa, un adulto cuyas cicatrices de maltrato contaban historias pasadas que Daire había visto en muchas de las criaturas de El Santuario. También vio la venda que cubría su torso. Aquella era una herida nueva, una que se había producido aquella misma madrugada.

Habían sido ellas.

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22/10/2019, 19:48
Daire O'Connor

Aunque a él mismo le costaría realizarlo, Daire sabía reconocer el encantamiento Fidelio cuando lo veía. Era magia muy avanzada, y no se formulaba a la ligera: solo los paranoicos, los fugitivos y algún que otro individuo en necesidad de un plan de protección por parte del Ministerio hacían uso de él. Pero por muchas sospechas que este y otros muchos factores le causaran sobre las dos mujeres, había un hecho innegable que le obligaba a mantener la esperanza: seguía vivo.

Que no le hubieran matado, o encarcelado de forma brusca, o transformado en algún bicho inofensivo era una muy buena señal. Alguien capaz de asesinar a sangre fría a una mujer indefensa no pestañearía al hacer lo propio con un empleado del Ministerio fisgón. Quizás no habían sido ellas. Quizás sí, pero habían tenido algún motivo, por retorcido que fuera. No es que eso lo hiciera justificable, pero al menos hacía que dejaran de ser monstruos capaces de cualquier cosa para volver a ser... Personas. Su compañera del curro y su amiga. No las conocía, en realidad: no a las mujeres que estaban frente a él. Pero tampoco eran completamente distintas. Era un buen punto por donde empezar. Quizás había una salida para todo aquel entuerto.

La visión del Demiguise le arrancó una sonrisa. Se puso de cuclillas frente a él, a una distancia prudencial, pues sabía lo tímidos que podían llegar a ser.

-Ey, mira quién está aquí -dijo, en tono jocoso-. Parece que por fin te he encontrado. Tienes a todo el Santuario patas arriba, colega.

En realidad, no era él sino Rosier la que había puesto el Santuario patas arriba. Lo cuál tenía cierto sentido: tanto papeleo, y resulta que al final tenía toque para los bichos. La había visto en el Santuario alguna vez, pero no llegó a conectar esos dos puntos en su cabeza. Ahora, como era costumbre en los últimos días, ya era demasiado tarde. Pero le habían hecho una pregunta, y sería de muy mala educación ignorarla.

-Sí, gracias. Algo fuerte, si tienes.

Lo que fuera que le ayudara a digerir esa situación.

Notas de juego

Lo de no dejar claro si Daire se refiere a fuerte en plan alcohol o fuerte en plan sabor es intencional.

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24/10/2019, 11:36
Helena Rosier

La criatura se escondió tras las piernas de Helena cuando Daire dirigió sus comentarios hacia él, igual que un niño pequeño tras las faldas de su madre, como si fuese capaz de comprender más allá de sus palabras. Aquel gesto fue suficiente para dejarle claro que mujer y criatura tenían un vínculo mucho más estrecho que una mera casualidad. Era bastante probable que incluso fuese la cuidadora del demiguise, lo que hacía el golpe mucho más efectivo. Con un leve tirón, el demiguise se subió con algo de ayuda sobre ella, abrazándola, todavía sin apartar aquellos ojos mágicos del irlandés.

Claro. Creo que hay algo…

Ya lo cojo yo —intervino Evelyn, desapareciendo por el pasillo por el que habían venido en dirección al salón.

Rosier se quedó mirándolo en silencio, quizás evaluando su amenaza. Tal vez sencillamente esperando a que todo se fuese al garete en un instante. Era una bruja de lo más común y anodina, con el cabello oscuro y el rostro ligeramente alargado, estatura media y nada que dijese "aquí estoy", lo que acompasaba ligeramente al estereotipo de su casa. Siempre había pensado que usaba demasiado maquillaje, y uno no podía evitar preguntarse cómo había terminado involucrada con los Lestrange, al menos hasta que recordaba que el apellido Rosier era de los de "clase alta".

Con el brazo diestro sostenía el peso del animal, mientras con la mano libre le acariciaba el pelaje tan codiciado por sus propiedades de invisibilidad.

No sé qué pensarás de mí —arrancó finalmente con un hilo de voz tembloroso — pero no era mi intención que saliese herido. Deroff es más que una mera mascota o un refugiado. Llevo cuidando de él desde que tenía poco más de dos años.

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24/10/2019, 11:43
Evelyn Jackeline Selwyn

Los pasos de su amiga, si es que podía seguir considerándola como tal, sonaron de nuevo acolchados sobre la moqueta. Traía varias botellas: whisky del de emborracharse rápido y brandy más caro que su propio apartamento, a elección del consumidor. Sacó tres vasos, a lo que Rosier musitó un leve «no, gracias». Después se sirvió para llevárselo a los labios sin esperar a nada.

Hizo un gesto amargo, una mueca ciertamente divertida. Evelyn nunca había sabido beber con estilo ni gracia, algo que Daire siempre había querido remediar a su manera. Dejó el vaso a un lado sin llegar a soltarlo, y aquellos ojos tan fascinantes lo miraron como queriendo ver su alma. Podía ver claramente que tenía preguntas, más de una, y que no sabía muy bien por cuál empezar. También se dio cuenta de que había algo en ella enteramente diferente a la Evelyn que recordaba, a la muchachita callada y sabelotodo que solía dejarle copiar los deberes con una mueca enfurruñada.

¿Cómo has llegado hasta aquí, Daire?

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24/10/2019, 12:53
Daire O'Connor

Daire eligió el whisky, por si había cabido alguna duda. "¿Cómo he llegado hasta aquí?", se preguntó a sí mismo, al escuchar la pregunta de Evelyn. Desearía saber la respuesta.

-Me gustaría preguntarte lo mismo, creo -dijo, sirviéndose el whisky generosamente-. Pero tienes dos varitas más que yo, así que me toca contestar.

No pudo evitar darse cuenta, en un breve momento de autocontemplación, de que incluso en un momento así intentaba hacerse el gracioso. Quizás era su mecanismo de defensa. A pesar de la mala idea que suponía hacer bromas en un momento así.

-Leí una nota. En el despacho de Pawl -sintió una punzada de culpabilidad, al compartir información clasificada como aquella con dos sospechosas tan sospechosas-, con el nombre de este lugar. No decía nada más, pero ya me conoces: yo y mis corazonadas.

Esa sensación, ese escalofrío que le había recorrido la nuca al leerlo. Quizás había sido Evelyn, en retrospectiva. Sus visiones tendían a jugar con él de aquella manera. Y quien sabe, quizás no era la única que se había hecho realidad. Se internaba entre los nudos y raíces, y el árbol de aspecto amenazante cada vez era menos un sueño, y más una realidad...

Decidió anticiparse a la siguiente pregunta, para agilizar, pero no sin antes vaciar el vaso de un trago. El whisky le quemó la garganta, pero le supo a gloria. Otras personas hubieran acusado el patadón en su cabeza, pero en el irlandés tuvo el efecto contrario: aclaró su mente. A corto plazo, el whisky siempre le ayudaba a calmarse. A largo plazo, iniciaba historias dignas de contar... Pero aquel no era el momento para ese tipo de historias. Por ahora, decidió no servirse otro.

-Y estaba en el despacho de Pawl porque me han asignado al caso. Porque tu querido Deroff -miró a Helena-, al que llevas cuidando desde que tenía dos años, tiene un bonito tajo en el torso -no lo dijo con tono acusador, sino más bien jocoso, aunque no sería difícil interpretarlo de otra manera-. Se encontró su sangre en el Departamento de Misterios, y algún idiota pensó que yo era el candidato ideal para investigar -al pensar en dicha persona, clavó sus ojos en Evelyn y ensanchó su sonrisa-. A Liz, para ser más exactos. Menuda sorpresa se va a llevar.

Luego recordó que posiblemente no llegaría a enterarse, porque posiblemente él no volvería a verla para contárselo. Decidió servirse un segundo vaso de whisky.

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24/10/2019, 17:37
Narradora

Una nota —repitió Evelyn, y sus ojos se deslizaron lentamente como dagas hacia Helena, quien se limitó a mirar hacia otro lado evidenciando una tensión no hablada entre ambas. 

No había que ser muy espabilado para imaginar que los ánimos estaban caldeados tras semejante golpe, pero aquello tenía una naturaleza diferente, de desacuerdo. Ninguna de las dos dijo nada más, pero su amiga terminó de rellenar el vaso, vaciándolo casi con la misma rapidez mientras escuchaba lo que tenía que decir al respecto.

Fue Helena quien habló primero.

Se interpuso en medio. Él. Para que no me dieran a mí.

Aquello tenía sentido, por eso de las premoniciones, pero debía de admitir que el instinto de supervivencia del bicho debía de ser muy pobre si se metía en medio de un hechizo cualquiera para salvarle la vida. También admirable. No pudo evitar preguntarse si Bata habría hecho lo mismo, y se dio cuenta de vaya pregunta ridícula aquella.

Sin embargo, cuando sus ojos se posaron sobre Evelyn, casi sintió una punzada de pena. La bruja se había quedado pálida ante la mención de Lizeth. No la clase de palidez de un breve susto, sino de la que auguraba culpa en cantidades indigestas. Culpa y humillación, y probablemente más de una dosis de remordimiento. Apoyó la mano sobre la encimera cerrada en un puño, como si necesitara algo que la sostuviera en pie.

¿Lizeth Fawley? —inquirió Helena.

Evelyn se llevó las manos al rostro, apuntalando los codos sobre el mármol de la encimera, dándole la espalda a ambos. Sus dedos recorrieron los rizos de su cabeza hasta enredarse en su nuca. Resolló soltando el aire por la nariz.

No nos quedaba opción, Daire —musitó Evelyn.

Entonces Helena avanzó, dolida de mil maneras al ver a su amiga tan derrotada.

El Ministerio también está implicado, no sabemos cuánto o quién, y no sabíamos a quién recurrir. Así que lo hicimos nosotras. Pero no es lo que piensas. Ni siquiera sabemos cómo abrir la dichosa caja, o lo que hay dentro.

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24/10/2019, 17:54
Daire O'Connor

-Vale. Os creo.

Entonces Daire se sorprendió a sí mismo.

-Tenemos que actuar rápido -se incorporó, con actitud proactiva-. No tardarán en venir, saben que estoy aquí. ¿Tenéis otro refugio?

Notas de juego

A tomar por culo

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24/10/2019, 18:12
Evelyn Jackeline Selwyn

Su repentina proactividad no fue tomada con el entusiasmo que habría esperado.

¿Qué? ¿Por qué? —inquirió Helena, más preocupada que otra cosa, acunando al demiguise en sus brazos.

Evelyn se incorporó echando la cabeza hacia atrás antes de volverse hacia Daire; la determinación había regresado a su mirada.

No nos vamos a ninguna parte. Estamos protegidos por el encantamiento Fidelius. Aunque estuviesen mirando por esa ventana, no serían capaces de encontrarnos. Ni el Ministerio, ni los Caballeros, ni siquiera los vecinos. Aunque sepan que hemos vivido aquí toda la vida, ya no lo saben. La única razón por la que estás aquí es porque… Porque he salido por voluntad propia. —explicó con no muy buena disposición, gesticulando con las manos—. Esto no es el Howth, Daire. No somos tu cuadrilla. Esto es serio. Hay vidas en juego.

¿A qué diablos venía aquello?

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24/10/2019, 18:34
Daire O'Connor

-¿Lo dices por Allegra quizás? -Daire se sentó la encimera, como si aquella fuera su casa-. Ah, corta el rollo, ¿quieres? Hasta yo sé ver que no tenéis cara de alguien que tenga la situación controlada, ni mucho menos. Pero tampoco tenéis cara de merecer Azkaban. Nadie que se preocupe tanto por su macaco puede asesinar a alguien a sangre fría. Y tú podrías haber resuelto este asunto allí afuera, pero aquí estoy.

Se rascó la coronilla, como si quisiera desprenderse de aquella mala idea. La sensación de vértigo era ominosa. Pero se sentía eufórico, por alguna razón que no llegaba a entender. O sí.

-Mira, no hace falta que os fiéis de mí, ¿Vale? No me contéis nada que no queráis contarme. Pero dejadme ayudar.

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24/10/2019, 19:13
Narradora

¿Qué? —Las manos de Helena soltaron al demiguise, el cuál salió corriendo haciéndose invisible a mitad de camino, desapareciendo ante sus ojos. La bruja dio un paso hacia él, los ojos desmesuradamente abiertos—. No. Calla. ¿Allegra? ¿Allegra Pawl? ¿Allegra está…?

Su voz se rompió conforme preguntaba, temblando, primero asimilando lo que acababa de escuchar en unos segundos de desconcierto que se hicieron eternos. Después fue peor, inundándose de una rabia inusitada, una ira desmedida que tensó su mandíbula y sus manos, dirigiéndose hacia Evelyn en dos zancadas amenazantes.

¡Allegra está MUERTA! Y es… es… ¡Es culpa tuya, Eve! —chilló, soltándole un violento manotazo que fue respondido de inmediato con un empujón—. ¡Te dije que no lo soltaras!

¿Y qué íbamos a hacer? ¿Eh? ¿Quedárnoslo para siempre?

Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Helena, de desesperación, de rabia, de impotencia. Volvió a soltarle otro manotazo.

¡Eran inocentes, Evelyn! ¡Se supone que estamos haciendo esto por… por evitar ESTO! ¡Para evitar que más gente muera!

¡¿Te crees que no lo sé?! ¡Me metí en este embrollo por ti!

Notas de juego

Si no vas a hacer nada, avisa, pero tiene pinta de ir a irse de las manos en breves.

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25/10/2019, 07:59
Daire O'Connor

Viendo que la cosa se iba de madre, Daire decidió interponerse entre las dos brujas. Dos brujas con varita, bastante alteradas. Otra más para la lista de grandes decisiones de aquel día.

-Y yo me meto por vosotras. Por favor: lo que hayáis hecho, ya está hecho. No la vais a traer de vuelta discutiendo. Ahora, ¿Qué hacemos para evitar que esto vaya a peor?

- Tiradas (1)

Notas de juego

No creo que Daire tenga tiempo para grandes discursos, pero la idea es intentar relajar la tensión un poco. Tiro manipulación+empatía porsiaca, ignóralo a voluntad

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25/10/2019, 13:01
Evelyn Jackeline Selwyn

Daire logró un instante de silencio donde la tensión se habría podido cortar con una daga tranquilamente. Ninguna de las dos lo miraba, atrapadas en la incertidumbre de la situación y las emociones desbordadas que manaban de los ojos de Helena, la una aferrada a la otra. A Daire nunca le había gustado ver a gente llorar, y en aquel caso, una desconocida y la situación en la que estaban, mucho menos.

Lo arreglaremos —trató de consolar Evelyn tras unos eternos segundos en los que Daire no estuvo seguro de hacia dónde iba a girar aquello.

Pudo ver la rabia y el desdén más allá de las cristalinas pupilas de la mujer.

La muerte no se puede arreglar.

Eso fue lo último que dijo Rosier antes de alejarse de allí. Sus pasos resonaron en la moqueta, primero firmes y después apresurados, perdiéndose escaleras arriba y terminando con un portazo de los que declaraban intenciones por sí solos.

Evelyn se quedó allí parada, de pie, todavía temblando por la intensidad que había ganado el momento. Cerró los ojos con fuerza para prevenir las lágrimas y casi sin darse cuenta su cabeza cayó lentamente dejando que sus cortos rizos colgasen, ocultando su rostro. Después siguió su cuerpo, que pareció perder fuerza hasta desplomarse lentamente, quedando sentada en el suelo de la cocina con una mano todavía agarrada a la encimera, como si necesitase algo que la mantuviese anclada a aquel lugar para no rendirse. Las palabras se le atragantaban.

Deberías irte, Daire. Solo… Márchate.

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25/10/2019, 20:13
Daire O'Connor

Daire sintió una oleada de resignación. Un "ahí vamos otra vez" que de otra vez tenía poco, pero replicaba una sensación recurrente: la vida es lo que pasa mientras te ocurren desgracias. Su habitual respuesta casaba con el refrán de "al mal tiempo, buena cara", y aquella no iba a ser una excepción.

-Puedo irme, sí. Coger esa varita y olvidarme de que te he visto. Decir que no he encontrado nada aquí, que vine para perder el tiempo. Me cuesta ver cómo eso va a solucionar nada de este embrollo.

Se acercó a la puerta sin recoger su varita, que todavía estaba en la encimera, cerca de Evelyn.

-No me quedaré aquí en contra de tu voluntad. Pero no entiendo por qué no me dejas ayudarte, Evelyn.

Seguía siendo él. Seguía siendo Daire. ¿Por qué le costaba tanto confiar en él?

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30/10/2019, 15:49
Evelyn Jackeline Selwyn

Evelyn resopló. No en un gesto hastiado, no en un gesto angustiado. Resopló como quien ya no sabía qué más hacer, perdida en una encrucijada sacada de Alicia en el País de las Maravillas, donde aquellas baldosas multicolor se desvanecían dejándola perdida en medio de un bosque sin más compañía que la suya propia.

La bruja se abrazó las rodillas, apoyando el mentón sobre estas sin llegar a mirar a Daire.

No es que no quiera tu ayuda, Daire. He salido a buscarte porque confío en ti. Pero eso también supone ponerte en peligro y eso no es lo que hacen los… —dudó un momento— amigos. Los amigos se protegen.

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30/10/2019, 17:20
Daire O'Connor

-Pues déjame protegerte.

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31/10/2019, 10:12
Evelyn Jackeline Selwyn

Una risa histriónica emergió poco a poco de la boca de Evelyn, como si hubiese contado un chiste que solo ella entendía. Sus ojos se volvieron hacia él con un gesto desesperado, todavía sentada en el suelo.

-Daire... -musitó con inusitado cariño en la voz. Por un instante vio a aquella niña pequeña de densos rizos oscuros que necesitaba como el aire gritar, dejarlo salir, dejar que el viento se llevara sus palabras y aquel desespero que apresaba su corazón. -Ni siquiera saber en qué te estás metiendo.

No lo dijo como recicla, sino como una obviedad. Pero en el fondo llevaba haciéndolo prácticamente toda su vida, meterse en cualquier lado sin medir los riesgos de lo que hacía. Y hasta entonces había funcionado salvo por algunos accidentes sin demasiada importancia. Sin embargo, aquel trémulo cosquilleo en su nuca le decía que aquello era diferente, que no era la boca del lobo que había esperado...

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31/10/2019, 18:47
Daire O'Connor

Daire sonrió, y fue a sentarse al suelo con ella.

-Ni pajolera idea. Probablemente el Daire del futuro se esté acordando de mis ancestros. Pero es su problema, no el mío.

Y así era. Daire tenía miedo a la muerte, como todo el mundo, pero nunca dejaba que ese miedo tomara sus decisiones por él. Otros destinos menos funestos le resultaban completamente ajenos, no tanto por indiferencia sino por ignorancia: el largo plazo era una tierra extraña y foránea en la que no acababa de sentirse cómodo.

-Míralo de esta manera: de saber en qué me meto: ¿Tú crees que iba a cambiar de opinión?

La pregunta, por supuesto, era puramente retórica.

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31/10/2019, 19:51
Evelyn Jackeline Selwyn

La cabeza de Evelyn resbaló hasta apoyarse en el hombro de Daire; un gesto pesado y angustioso pero que buscaba el confort de lo conocido. El mago pudo sentir sus rizos, el quedo suspiro de su aliento, y por un instante le pareció que no había pasado el tiempo, que seguían en Howth donde todo parecía tener sentido en aquella rebeldía juvenil.

Nos persigue gente peligrosa, Daire —susurró como si tuviese miedo de que fueran a escucharles, aunque el encantamiento Fidelius -bien hecho- impedía totalmente que cualquier tipo de desliz ocurriese—. Les hemos robado lo que buscaban, para que no cayese en sus manos. No van a tardar en deducir que ha sido Rosier y… 

Sus palabras murieron en un sollozo ahogado, y de detrás de la mesa se materializó levemente el demiguise, mirándolos con aquellos enormes ojos dorados y emitiendo un suave gemido. Parecía tantear acercarse. El brazo de la bruja agarró el suyo, emitiendo un largo y tembloroso suspiro en un intento de calmarse. Le hacía falta gritar… Pero allí no estaban en su piedra sagrada marcada por flores.

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04/11/2019, 23:53
Daire O'Connor

Tuvo que abrazarla, intentar reconfortarla de la única forma que sabía: torpemente. No era consciente del peligro que les acechaba, de lo alargado de la sombra que se cernía sobre ellos, pero aquel timbre en su voz, aquellas lágrimas. Un escalofrío ominoso recorrió su espinazo, y el árbol volvió a aparecer en su cabeza. Sus visiones siempre habían sido fieles, pero su capacidad de descifrarlas era, como poco, mejorable. Una vez dentro de aquellas raíces... ¿Qué utilidad tenía el haber sabido que se enredaría entre ellas?

No lo tenía. Pero ya que estaba dentro, mejor que el árbol no ardiera.

-... Y no podrán encontrarnos aquí -completó, entre susurros, intentando mostrar un convencimiento que no sentía. Mejor le habría salido el quedarse callado, porque tarde o temprano el Ministerio les encontraría, y su promesa sería en vano. Con el Ministerio venían "ellos", fueran quienes fueran. Los enmascarados. Los asesinos.

Si era cierto que estaban enfrentadas a ellos, entonces Daire había elegido el bando correcto.

Recordó una tarde de Agosto, hacía una vida. Uno de los últimos años, cuando sus travesuras se habían refinado lo suficiente como para granjearles un breve permiso por parte de Hogfrey para pasar la tarde en el puerto. La isla de la Academia era un lugar mágico, sin duda, pero acababa por quedarse pequeño para un grupo de adolescentes inquietos. Pasear entre muggles era un cambio agradable, y tomar un 99' sentados en el extremo del puerto, intentando ver las focas, era suficiente aliciente para ignorar el furioso viento. Recordaba que a Liz se le había volado el cono, y había decidido pagar las risas de Daire propiciando que el suyo acabara en su regazo. Los dos estaban forcejeando en una batalla de cosquillas cuando la voz de Evelyn les había interrumpido. "Dejad de hacer el ganso. Se pone el sol". Y había sonado al típico comentario de Evelyn, pero también a algo más. A nostalgia, a tristeza. A que aquel no era un atardecer más. A una despedida.

¿Había sido aquello otra premonición, que no había sabido ver? Pues bien, el sol se había puesto. Pero él se seguía sintiendo un poco ganso.

Fue entonces cuando se acordó del Demiguise, al detectar sus ojos fijos sobre él. El pobre lo había pasado tan mal como las brujas, sino más. Mientras su mano izquierda acariciaba el hombro de Evelyn, su derecha se extendió con suavidad hacia la criatura, invitándole a acercarse.