Partida Rol por web

No hubo ocasión de meditar la última revelación del mago. Solo de considerar que, en efecto, era posible que existiera una conexión entre todos aquellos acontecimientos, más allá de una estruendosa serie de causalidades.

No había reparado en esos cadáveres resecos por el paso de los siglos, tan diferentes de los irreconocibles cuerpos carbonizados que habían dejado los aldeanos de Helgen. No era la primera vez que se encontraba con los draugr; era imposible explorar un túmulo sin toparse con ellos. Un grupo tan reducido no le hubiera preocupado, pero la voz del monstruo de la armadura había hecho que se erizara el vello de los antebrazos.

—Todavía tenemos asuntos pendientes aquí —replicó a Nidryne, que clamaba por la retirada. Yo los tengo, al menos. Desenvainó su espada akaviri y se situó junto a Osbjorn y Uthgerd, recitando las palabras de un conjuro.

Su gente no combatía a los no muertos. Por fortuna, no se había criado en Páramo. No había aprendido a tener tales reparos.

Khaled usa "fuerza de toro" sobre sí mismo -> FUE 20.

—Esa es una buena pregunta—masculló Elynea tras la estupefacción de Osbjorn—. Y no sé qué demonios ha dicho pero dudo que nos esté invitando a un té.

Hasta donde ella sabía, los draugr sólo se encontraban en el interior de los túmulos nórdicos ejerciendo como una especie de guardianes pero por lo visto a aquellos les había dado por salir de paseo. Sensacional. La dunmer se situó detrás de sus compañeros, su lugar no estaba en la vanguardia. Hizo un pase con la mano murmurando una plegaria a Azura y un escudo de un pálido tono blanco la rodeó por un instante, luego se volvió invisible.

Iban a quedarse a luchar, al parecer. Y desde luego, el monje todopoderoso no estaba dispuesto a ayudar, salvo con mordaces comentarios sobre lo inútiles que eran todos. Fantástico. Sencillamente. Iba a ser una misión sencilla y estaban cruzando las putas puertas de Oblivion. ¡Karin se había ofrecido porque creía que iba a ser un viaje corto lleno de intriga política y que iban a poder detener la ejecución instigando al pueblo contra los Thalmor! Ahora el pueblo eran carcasas andantes con intenciones asesinas y el viaje corto había pasado por un engendro de cuatro brazos, asesinos élficos, una araña que lanzaba fuego y Thyra, sobre todo Thyra, maldita sea.

Y, por lo visto, en lugar de coger los caballos y salir con viento fresco a informar, era mejor morir como guerreros. No se quejaba, pero unos segundos antes le parecía haber escuchado que tenían que dar un mensaje a alguien...

- Nidryne tiene razón - dijo al tiempo que preparaba el arco -. Pero bueno, será una canción bonita, la nuestra

K’Dan no tuvo  tiempo ni de pensar en las palabras del psijic pues entonces hicieron acto de presnecia los draugr. No era la primera vez que el khajita se veía con uno estas criaturas, ni sería la última. Al menos mientras continuara con ese tipo de vida, pero en esta ocasión, la aparición de los muertos vivientes fue aún más inoportuna. Ya tenían demasiadas tareas por delante como para perder el tiempo con unos draugr  que se habían escapado de de su túmulo. Fuera, como fuera, los thanes se habían resuelto a luchar y K’Dan los acompañaría en la lucha.

—Nosotros podemos enfrentarnos a los draugr—respondió a Nydrine mientras observaba la situación—. Los próximos viajeros que pasen por aquí quizás no tengan tanta suerte.

Al igual que sus compañeros, K’Dan también se preparó para el combate. Estiró su pierna izquierda y flexionó la derecha cargando el peso en esta. Colocó su escudo cubriendo todo su torso, y llevó la mano izquierda, con la que sujetaba su lanza hacia las lumbares, haciendo que su arma cruzara toda su espalda.

"Tienes que darle en sus puntos de poder"
"¿Qué puntos de poder? Están muertos, no tienen corazón ni tendones ni arterias que pueda perforar"
"Pero se mueven, y piensan... Claro que tienen puntos de poder, aprende a buscarlos, verás como caen más rápido"

Durante años había creído que a los muertos vivientes había que clavarles una flecha tras otras hasta que se descompusiesen, era algo que le habían dicho muchos arqueros, que no servía de nada apuntar con cuidado y buscar el corazón, porque a un muerto no le hacías más daño por darle en el corazón. Y un día, en unas ruinas, aquel desconocido le había dicho que sí. Suro le había acompañado, le había observado, y había visto como los muertos caían más rápido bajo sus flechas. Y había aprendido a observar como se movían los Draugr, y había aprendido las sutilezas de sus movimientos, y los lugares que ellos mismos protegían. Y aprendiendo a verlos había aprendido a atacarlos. Sí, en contra de lo que decían tantos y tantos soldados y aventureros, era cierto que tenían puntos vulnerables. Y sabiéndolo, había aprendido a atacarlos.

Suro se movió para buscar una buena posición de disparo contra el draugr más cercano, una desde la que con unos pasos pudiese dispararle a la zona del sobaco, uno de los puntos por donde pasaban aquellas líneas de poder que le permitían moverse pese a sus músculos y tendones putrefactos, si el disparo era lo bastante preciso...

—¡Dinok... no... lavok!

Aquellas palabras, pronunciadas por en el idioma de los dragones, hicieron tremolar el aire y reverberaron en vuestro pecho. El mismísimo alma de Nirn parecía doblegarse a aquellas palabras pronunciadas con una autoridad incontestable. El Señor de la Muerte Draugr soltó una carcajada que helaba la sangre en las venas e hizo girar la espada por encima de su cabeza mientras los Draugr tomaban posiciones a su alrededor.

—¡El Thu'um! ¡Ha utilizado el thu'um!

—¿Pero qué es ese Grito? No...

Se escuchó un rugido tremebundo, que despertaba en vuestros corazones un miedo primordial: el de la presa que se sabe acechada por el cazador definitivo. Escuchasteis una inmensa cacofonía, como el restallar de las velas de una docena de navíos en plena tormenta. Y visteis emerger pavorosamente, a lo lejos, a una montaña de músculos y escamas verdes.

Se alzó en vuelo a una velocidad sorprendente para una criatura tan grande, y batió las enormes alas para propulsarse en vuestra dirección. Pasó sobre vosotros oscureciendo el sol, en un vuelo rasante que hacía silbar el viento a vuestro alrededor como una horda de daedras aullantes, levantando guijarros y ceniza.

Lanzó un segundo rugido mientras daba la vuelta planeando en el aire, y por vez primera vez os disteis cuenta de que os habíais quedado paralizados por el pánico. ¡Un dragón! ¡Como en las leyendas y los cuentos para niños!

—Bok do muz ahrk fahliil oblaan het. Nu los bok do dovah.

—¡Oh, mirad eso! ¡Es... increíble! —dijo Uthgerd antes de soltar una carcajada fascinada.

Reacciones a esto e inicio el combate. Que si no era muy largo.

Un dragón. Después de perder el favor de Azurah. Después de haber cruzado Tamriel. Después de haber esperado hasta perder cualquier tipo de ilusión. Después de haberse encontrado a sí mismo. Después de haber encontrado el camino para volver a Azurah. Un dragón.

K’Dan abrió los ojos atónito y quedó inmóvil en su postura de combate, dándole un aspecto ridículo. Pero durante unos segundos que parecieron minutos, le fue imposible hacer otra cosa. Al final, el khajita parpadeó repetidas veces y sacudió la cabeza.

—Sólo nos queda morir bien—la voz de Karin resonó en su cabeza.

Hacía unos instantes, con la revelación del devorador del mundo el khajita se había rebelado antes la posibilidad de morir. No cuando Azurah había vuelto a su vida. Pero, ¿ahora? ¿Cómo enfrentarse a un dragón? ¿Cómo sobrevivir a eso?

Karin tenía razón. La muerte del guerrero. La muerte que tanto ansían los nórdicos. Skyrim había sido su último hogar, no uno acogedor, pero uno al fin y al cabo. No era inapropiado tener un final nórdico. Resignado, K’Dan suspiró mientras miraba a sus compañeros apesadumbrado y agarraba la lanza con fuerza.

—Muramos bien—murmuró.

El thu’um atravesó su cuerpo como un ser vivo, deteniéndose un instante para tocar cada hueso, cada músculo, cada órgano, haciéndolos vibrar como las cuerdas de una cítara. La visión que lo sucedió quebró el hilo de aliento que pugnaba por abrirse paso hasta sus pulmones.

Siguió el vuelo con toda la cabeza, los pies enraizados al suelo, tensando el cuello hasta que los tendones chasquearon dolorosamente. Un ser de proporciones ciclópeas, como una fortaleza alada de verdes muros escamosos. Voz retumbante como el trueno. Capaz de hacerle sentir diminuto, insignificante, una liebre observando con la mirada el acecho inevitable de un águila descomunal.

Muramos bien, escuchó decir al khajiita, haciéndose eco de las anteriores palabras de Karin. Si el dragón decidía descender sobre ellos, no había huida posible. Mas se negaba a dejarse morir. Una vez se encaraba el último aliento, no había buenas y malas muertes, solo agallas para desafiarlo y seguir respirando.

—¡Ignóralo, Uthgerd! —aulló al escuchar la extraña risa de la Indómita—. ¡Ignoradlo todos! ¡Los ojos hacia el enemigo inmediato!

No es momento de morir, sino de matar.

Suro se sintió a la vez fascinado y aterrado ante la visión del dragón. Se consideraba un tipo práctico, atado a la tierra, no especialmente imaginativo. Nunca había visto un dragón, como casi nadie, pero tampoco se había parado a imaginárselo. En sus juegos infantiles los enemigos contra los que luchaba eran cosas de su entorno: adolescentes abusones, perros rabiosos, cosas así. Y de adulto había tenido que aprender lo que eran los Draugr y los ingenios mecánicos enanos. De hecho, ahora que se paraba a pensarlo, ni siquiera había pensado en como serían esos enanos cuyas ruinas saqueaba a menudo.

Por ello le había costado tanto asimilar lo que decía aquel monje sobre el Rey de los Dragones como causante de la destrucción de la ciudad. En su imaginación, no cabía nada que fuese capaz de destruir una ciudad. Y ahora, ante él, una versión menor de ese monstruo de leyenda cobraba cuerpo, y sobrevolaba al grupo, seguramente dispuesto a matarlos a todos con un simple parpadeo de ojos.

Eso era mucho peor que los Draugr, que ya eran de por sí bastante malos.

Draugr, contra eso sabía como luchar. Se había movido para tener uno a tiro, al jefe de los Draugr, así que sacó una flecha de su carcaj para dispararle. Si había de morir, sería haciendo lo que sabía hacer. Además si tenía un objetivo inmediato, su mente no pensaría en el terror alado.

Karin boqueó varias veces como un pez. El viaje se las llevaba trayendo desde antes de empezar prácticamente. Pero que Kyne la castigara haciendo que fuera precisamente el Thu´um, la Voz, lo que acabara con ella, era una ironía dentro de la ironía dentro de la ironía. ¿Qué demonios pasaba en Sovngarde? ¿Se les había incendiado el salón de banquetes a los dioses y habían decidido entretenerse molestando a los mortales? 

- Hay días que es mejor no levantarse - murmuró, y acto seguido se echó a reír. Rió para sí sola y acabó carcajeándose como una maníaca. Era nórdica, maldita sea, ¿Qué forma mejor de morir que aquella?

Preparó el arco con una media sonrisa. Aquella iba a ser la mejor canción que jamás escribiera Karin Voz de Kyne.

Elynea no tenía la menor intención de morirse y descubrió que estaba  de acuerdo con Khaled y Karin, lo cual de por sí ya era más inusual que el dragón; el cual a Uthgerd le parecía increíble. A ella le parecía espeluznante.

Cuanta variedad de opiniones.

—Como siga hablando en raro me voy a poner a insultarlo en dunmer—gruñó poniéndose en guardia—. ¡A por el que ha gritado! Con un poco de suerte funciona el clásico truco de "muerto el perro se acabó la rabia".

Al menos esperaba que así fuera y la bestia se largara en cuanto ya no hubiera nadie que la reclamase, de lo contrario más les valía aprender en cuestión de segundos cómo diablos se mataba un dragón sin ser Dovahkiins.

El Señor de la Muerte emitió un débil siseo, como un aliento venenoso, y Suro sintió que se le helaba la sangre de las venas. Pudo observarlo mientras avanzaba por el campo de batalla, liderando la carga de los draugr. En su rostro macilento ardían unos ojos penetrantes y despiadados. El batidor miró a su alrededor y comprobó que había comprometido su posición avanzando demasiado: sus compañeros se habían quedado atrás.

—¡Aav Dilon! —rugió un draugr en la distancia.

El grito le devolvió al combate. Encajó una flecha el arco: él mejor que nadie sabía que un arco largo tensado completamente podía atravesar una coraza a ciento cincuenta pasos. Pero el Señor de la Muerte había cubierto con rapidez el espacio entre ambos y levantó el escudo en el momento preciso. Suro no pudo disparar antes de que se le echara encima.

La espada del Señor de la Muerte Draugr hendió el aire, repentina, saliendo de detrás de la cobertura del escudo. Los asombrosos reflejos de Suro le salvaron la vida como en muchas otras aventuras, y hurtó la pierna en el último momento posible para evitar el golpe.

Señor de la Muerte activa la postura Destello de la Guardia de Hierro como acción rápida. Carga hacia Suro utilizando Poder de la Roca 1. Pgs Temporales: 2. Reserva de Daño aplazado: 0. Maniobras concedidas: Extinguir las Llamas, Huesos de Piedra, Minotauro en Carga. Maniobras retenidas: Carga del Líder Militar, Golpe del Cruzado.

¡Turno de Karin!

Iniciativas

1. Señor de la Muerte Draugr (Destello de la Guardia de Hierro) — 25
2. Karin — 21
3. Draugr 7 — 16
4. Draugr 3 y 4 — 14
5. Draugr 1 y 2  — 12
6. Khaled (Fuerza de Toro) — 11
7. Osbjorn (Piel de Atronach de Hielo) — 11
8. Draugr 5 y 6 — 10
9. Suro — 9
10. Draugr 8 — 8
11. Uthgerd — 6
12. K'dan (Destello de la Guardia de Hierro) — 5
13. Elynea — 5

Los muros de 1 casilla de alto os llegan a la cintura, por lo que se consideran obstáculos bajos y proporcionan cobertura contra oponentes a un máximo de 6 casillas. El atacante podrá ignorar la cobertura si está más cerca del obstáculo que su objetivo.

Los muros de 2 casillas de alto ofrecen cobertura total. No se puede atacar a oponentes detrás de un muro de estas características.

Podéis subiros a aquellas casillas de muro que están en gris claro. Para subiros a un muro de 1 casilla de alto debéis invertir 2 casillas de movimiento en vez de 1 como sería normal. Para subiros desde el suelo a un muro de 2 casillas de alto necesitáis una acción de movimiento y una tirada de Trepar CD 10. Para hacerlo a un muro de 3 casillas de alto necesitáis una tirada de Trepar CD 15. Recordad que si el atacante está en posición elevada gana +1 al ataque cuerpo a cuerpo contra el defensor.

Los draugr que están subidos al muro tienen arcos y están numerados del 1 al 5 de izquierda a derecha. Los que están en tierra tienen espadas y están numerados del 6 al 8, de izquierda a derecha y de arriba a abajo.

Como son muchos, tiraré una sola vez por todos los draugr. Esa tirada será "la tirada central", y el resultado para los dos primeros draugr en actuar que queden en pie. Después de esos dos, el tercero tendrá un +2 a la tirada central, el cuarto -2, el quinto +2, el sexto -2, el séptimo +4 y el octavo -4. Por ejemplo, he sacado un 12 en la tirada de iniciativa (teniendo en cuenta sus bonos), eso significa que un draugr actúa en iniciativa 8, dos que actúan en 10, dos que actúan en 12, dos que actúan en 14 y uno que actúa en 16.

Karin se detuvo, buscando el mejor momento para actuar.

Los draugr se abalanzaron sobre Suro blandiendo sus armas y, desde el muro, los arqueros dispararon una primera andanada de flechas. Los proyectiles silbaron alrededor del explorador, y dos de ellos acertaron en el blanco: el hombro izquierdo una y en antebrazo derecho la otra.

Las cifras totales de los ataques de los arqueros serían: 22, 22, 24, 20 y 26. Gracias a que Suro tiene cobertura por el avance del Señor de la Muerte y el Draugr 7, sólo le aciertan con 24 y con 26. El draugr que carga a melee tiene un resultado total de 19 y no le da por los pelos.

¡Turno de Khaled, Suro y Karin! Osbjorn jugará después de vosotros salvo que queráis lo contrario.

Iniciativas

1. Señor de la Muerte Draugr (Destello de la Guardia de Hierro) — 25
2. Karin — 21
3. Draugr 7 — 20
4. Draugr 3 y 4 — 19
5. Draugr 1 y 2  — 17

6. Draugr 5 y 6 — 15

7. Draugr 8 — 12

8. Khaled (Fuerza de Toro) — 11
9. Osbjorn (Piel de Atronach de Hielo) — 11
10. Suro (23 puntos de daño) — 9
11. Uthgerd — 6
12. K'dan (Destello de la Guardia de Hierro) — 5
13. Elynea — 5

Ha habido cambios en las iniciativas porque en las fichas que estaba utilizando no estaba incluido el bono por Iniciativa Mejorada en las Inis de los Draugr. Ahora todos los draugr mueven en bloque después de Karin (que en este caso ha retrasado turno por resaca).

Karin se dio cuenta de que no podía seguir parada. Había intentado permanecer a la espera, lista para moverse a las indicaciones de Khaled, K´Dan o especialmente de Suro, que tenía mucha experiencia con muertos vivientes, pero se dio cuenta de que la situación empezaba a caer por su propio peso y tenía que hacer lo posible, aunque fuera poco. Se desplazó hacia el lateral, tratando de apartarse de las líneas de lucha más obvias y de dispersar un poco los blancos para que los arqueros (y el dragón) no lo tuvieran tan fácil. Además, así a lo mejor conseguía un buen tiro para tratar de descerrajar a aquel rey horrendo.

En cualquier caso, vio las flechas acosando a Suro y trató de encontrar en su corazón la chispa de Kyne, la inspiración del viento que recordara al explorador nórdico la promesa de Sovngarde si aquella era su última batalla y se ganaba su lugar en las salas ancestrales.

Fue un día como pocos aquel que vio la liza

Ante montañas de huesos, escombros y ceniza

Mil carcasas humeantes bajo un sol sin calor

Mil almas agonizantes condenadas al terror

Ojos que miran sin ver vieron que llegaron tarde

Los guerreros que buscaban su destino en Sovngarde

Frente a una sombra de fuego arrancada del pasado

Frente a unos ojos de hielo de un viejo rey olvidado

Y contra ellos resistieron Thanes de Carrera Blanca

En las ruinas de Helgen, donde los muertos bailan

La familiar energía mágica se afianzó entre las fibras de sus músculos, hinchándolos hasta hacerle sentir demasiado grande para sus ropas y armadura. Planeaba hacer partícipe de su conjuro a Uthgerd, pero no había tiempo. Los draugr ya estaban enzarzándose en combate cuerpo a cuerpo con Suro.

Impulsado por otro conjuro, cubrió en cinco zancadas la distancia que lo separaba del cazador, y propinó un tajo descendente al draugr más cercano.