Partida Rol por web

Antes de comenzar a retroceder, sin embargo, alguien me chiva algo al oído, me llega el eco de un objeto, siento la historia, la manufactura... Y me vuelvo hacia la niña rapada. 

-Métele caña al depósito, muñeca -le sugiero. 

El depósito del lanzallamas revienta en una inmensa bola de fuego*. La potente explosión arrasa el espacio alrededor del bombero, haciendo que los muros que lo flanquean se derrumben y queden reducidos a un montón de ladrillos humeantes y vigas de madera carbonizada esparcidos por el suelo. Es tan fuerte que la onda expansiva alcanza incluso a los Despertados…**

Aún aturdidos por la violencia del impacto, con los ojos llorosos por el humo y las fosas nasales saturadas de olor a combustible quemado, alcanzan a ver un engendro de pesadilla emergiendo entre los escombros y las llamas. Poco queda ya de su atuendo de bombero, e incluso su piel ennegrecida deja ver el metal en aquellos lugares en los que se ha desprendido. No parece haber sufrido daño alguno, y sigue avanzando hacia ellos como si nada, mientras se arranca los restos de ropa que aun quedan sobre su corpulenta figura.

A pesar de estar viendo lo que sucedía, Oz tardó un segundo en reaccionar. Suficiente para que el depósito que cargaba el supuesto bombero explotase. El chico se movió por instinto y dio un paso lateral, colocando su propio cuerpo delante de Penélope. Respiró despacio mientras el fuego avanzaba rápido y sintió cómo la partitura vibraba a su alrededor. La realidad se estaba componiendo en ese momento. Era uno de esos momentos que podían cambiarlo todo. Podía escuchar la encrucijada crepitando en el aire. 

Al exhalar el aire moduló los labios en silencio. No era necesaria mucha potencia para contrarrestar una fuerza. Tan sólo había que conocer el lugar exacto donde aplicar un ligero toque. La nota precisa, el silencio que cambiaría la partitura. 

Lo que había empezado para James como una agitación sombría se convirtió de pronto en puro terror. De la explosión producida por la magia de Shoshana, surgía ahora algo terrible y enteramente desconocido, más parecido a una pesadilla que a nada de cuanto hubiera visto nunca. James sintió cómo le ardían los ojos a causa del humo y de la mezcla de impotencia y miedo que atenazaba sus miembros. ¿Cómo se podía parar algo así? Solo cabía una salida de aquel laberinto de llamas en que se había convertido la ciudad, y aquel espanto mecánico estaba junto a ella. Y se acercaba aún más.

Las armas naturales que podía encontrar allí —fuego, humo, derrumbes— todas parecían incapaces de detener a aquel engendro. Pero si alguno de sus compañeros podía afectar a aquella cosa debía saber dónde golpear.

El reflejo de las llamas y las volutas de humo y polvo lamían la superficie metálica de aquel mecanismo con aspecto de muerte mientras James lo observaba con absoluto espanto. Podía parecer invulnerable, pero nada lo era. ¿Dónde se escondía la posibilidad de acabar con aquella cosa?

El efecto de Oz se sintió como una bóveda alrededor del grupo que hizo de barrera ante la explosión. Por un momento preció detenerla pero, como un cristal a punto de hacerse añicos, vieron cómo la protección se resquebrajaba en los puntos más débiles, dejando paso a las llamas... La magia del músico no fue lo suficientemente fuerte para protegerlos a todos, pero sí les dio un instante para intentar ponerse a salvo.

Al escuchar a Shoshana dar la orden de ataque a la muñeca prestó mucha atención para ver qué era lo que sucedía y cuál no fue su sorpresa cuando escuchó el estallido sordo y tremendo del tanque del bombero. Vio por el rabillo del ojo al cellista proteger a Penélope y a James a Shoshana y pensó en Red. "Ay, no", se dijo mientras sintió su corazón encogerse por no saber en dónde estaba él y el impacto de la onda la tiraba hacia un lado; por suerte pudo poner sus manos y protegerse, percibió las llamas como una inmensa lengua que intentaba lamerla rodeándola, el calor y el fulgor se sintieron peligrosamente cercanos. Se preparó para soportar un dolor desconocido pero que parecía inminente, mas no llegó.

Aturdida comenzó a toser mientras veía al autómata de metal seguir avanzando; un escalofrío de puro terror le recorrió la espalda. En ese momento tomó una decisión: -¡Escapen! ¡Vayan al club! -gritó haciendo un gesto a los demás y se plantó firmemente en sus dos pies como si en un rapto de locura fuera a pelear contra aquel gólem, pero no iba a combatirlo: solo a intentar que la pelea no ocurriera en absoluto.

Tomó su reloj y lo apretó en su mano izquierda, decidió intuitivamente que aquella sería la que dominaría el flujo de tiempo inverso. Luego las extendió sobre su cabeza y hacia adelante juntando dedo índice con dedo índice, trazó un círculo moviéndolas hacia los lados sincronizadas. Quería manifestar una burbuja -la visualizó envolviendo al robot- en la que el tiempo modificara su comportamiento y mecánica atada a las leyes de la Tierra, allí dentro el autómata iría más lento; esperaba conseguirlo... y si no lo conseguía al menos llamaría la atención sobre ella. Con un movimiento de sus manos le dio un empuje inicial a la burbuja que había visualizado haciéndola girar en sentido contrario a las agujas del reloj.

Todo sucedió muy rápido, demasiado rápido para su gusto. Red observó al bombero avanzar hacia ellos, apuntándoles con un arma, vio a Shoshana sobrecargar de algún modo ese arma y sintió el estallido y la onda expansiva que derribó muros y alcanzó al grupo. 

O lo habría hecho si Oz no hubiera generado una especie de escudo alrededor de ellos. Red se lanzó rápidamente hacia el centro del grupo, huyendo de forma instintiva de los cascotes, del fuego y de la muerte. 

Entre las llamas y el humo, vio a la figura humana avanzar hacia ellos, envuelta en fuego. Su piel ennegrecida y sus ropas se caían a pedazos, dejando ver un interior metálico que hizo que Red sintiera el terror de enfrentarse a un ser inhumano. 

Aún peor, vio a Blue plantarse enfrente del engendro metálico. Quería enfrentarse al monstruo, dar una oportunidad al resto y puede que sacrificarse en el proceso. 

Ok al enfrentamiento, pero ni hablar a lo de sacrificarse.

- ¡Escapad! ¡Vamos! - Hizo un gesto a los magos de la Ciudad Olvidada, y luego miró a Eve. - ¡Yo me encargo de Blue, escaparemos los dos! ¡Marchaos! - Ojalá les hiciera caso, porque podía teleportarse con Blue, pero no podría llevarse a otro con ellos.

Inmediatamente, se puso junto a Vesper, a su espalda. - Blue, estoy aquí. Detenlo hasta que el resto escape, yo me encargo de encontrarnos una salida. 

Podía hacerlo, podía moverlos a los dos. Todos los lugares son el mismo lugar. Pero necesitaba sincronizar sus auras. 

Blue levantó sus manos, y Red imitó el movimiento, a su espalda. Extendió las manos sobre su cabeza, juntó los índices. Dos que son uno. Separación. Círculo. Calculó el radio que formaban y lo proyectó, formando en su mente una burbuja imaginaria tridimensional alrededor suyo. No era suficientemente grande, y cuando Blue realizó un movimiento de sus manos, haciéndolas girar, Red las movió en perpendicular a las suyas, ampliando su propia burbuja, haciendo que creciera y englobándolos a ambos.

De algún modo, todo esto le recordó a la primera vez que habían bailado juntos.

James, delante, protegiéndola, se movió y Shoshana rodó con él. 

Mientras se levantaba del suelo, ilesa, creyendo vencido al monstruo, miró al chico envalentonada. Presa de la emoción del momento y viéndolo tan valiente, tan sexy y tan guapo, se le pasó por la cabeza darle un beso en la boca y llegó a inclinarse un poco hacia él, buscando mirarle a los ojos, solícita y acaramelada. Fue solo cosa de un segundo, quizá dos. Se le hizo un nudo en la garganta y le pareció que el corazón se le iba a salir del pecho y ya había desistido cuando la voz de Vesper apremiándoles a salir de allí corriendo la sacó de su embelesamiento poniéndole los pies sobre la tierra.

De repente todo parecía haberse dado la vuelta. Vio con pavor como aquella cosa salía de la montaña de escombros, ceniza y hierros al rojo y escuchando las instrucciones de Red y dispuesta a obedecerle sin perder un segundo buscó con la mirada a los otros encontrándose con que Margotte estaba ardiendo. Gritó aterrorizada.

—!Margotte!

Hizo un gesto con la mano, como si cerrando el puño pudiera apagar las llamas y sin esperarse a estar segura de si éstas habían obedecido a su orden se dirigió a James, convencida de que el músico callejero la sacaría de allí aunque fuera cargándola al hombro.

—¡James! ¡Margotte!

Después del disparo, tuvo un segundo para mirar acojonada hacia abajo, al bolsillo donde guardaba el ciervo de Shoshana. Pudo pensar 2 cosas antes de la explosión: "¿Ya le estamos intentando matar?", "Como el peluche me dispare en la tripa..."

El acento de Margotte quedó como un lindo lazo sobre una carta, decorando el estruendo de la explosión. Las pupilas de Eve se contrajeron y su cuerpo se tensó. Las llamas y sus muchos accesorios de piedra y madera chocaron con la cúpula de Oz, que se resquebrajó como un globo aerostático con el impacto. Una de las lenguas de fuego avanzó como una moto a toda velocidad hacia la rubia. No había tiempo de pensar. 

Eve se lanzó a agarrarse con ambas manos contra un poste sobre el que pudo realizar un giro en el aire para esquivar con suerte una viga ardiente de su tamaño. La viga parecía un espectro de llama. Siguiendo el impulso echó a correr contra una de las paredes de la ardiente Ciudad Olvidada, lanzándose a dar una patada contra el muro que la elevó. Realizó un salto mortal, esquivando el grueso de las llamas de la onda expansiva. Inmediatamente realizó un nuevo salto sobre sí misma, alejándose del fuego. 

Al parar y observar de nuevo vio las chispas inundar el aire. A lo lejos, enfocando la mirada, un monstruo de hierro. ¿Por qué no había sido capaz de detenerlo? Se había pasado toda la huida intentando reconectar con su yo interior y con el cosmos en su conjunto. No había hecho más que pensar gilipolleces. Sin quererlo le vinieron a la mente imágenes de los peluches, de la muñeca, del ciervo, del lagarto de Penélope. Y recordó a la Bestia. Aquella criatura que aparecía en algunas de sus meditaciones y la atacaba para destrozarla viva. ¿Es que al no haber meditado aquel día la Bestia se había apoderado de su espíritu? Le había robado su poder, quizá. Se vio tentada de ir corriendo a atacar con sus puños al robot, pero el miedo interno de sentirse desapoderada la detuvo. 

 ¡Yo me encargo de Blue, escaparemos los dos! ¡Marchaos!

Se mordió los labios. Pudo haberlo hecho, pero los gritos de Shos la alertaron. ¿Qué...? Corrió hacia ellas.

Milagrosamente salieron ilesos de la explosión, todos menos Margotte, que al intentar ponerse a cubierto tropieza y cae fuera del campo de protección de Oz, lanzándose contra las llamas como una suicida en su última y fatal decisión. El fuego la abraza, lamiendo su piel con decenas de lenguas abrasadoras.

La huida de aquel infierno había sido un juego de niños, hasta ese momento… al verla allí, con su ropa ardiendo, rodeados como estaban de restos de gasolina en combustión y cascotes humeantes, la posibilidad de no sobrevivir se había vuelto poderosamente real. La muerte en forma de engendro mecánico avanzaba hacia ellos con decisión, interponiéndose entre donde se encontraban y su única vía de escape hasta el río.

Shoshana consiguió debilitar las llamas que envolvían a su amiga, pero su voluntad no fue lo suficientemente fuerte como para apagarlas del todo. Tampoco tuvo éxito Vesper al intentar retener al cyborg. Sintió como las corrientes de cronos obedecían a su voluntad, como envolvían al engendro creando una burbuja a su alrededor, y como esta se deshacía, justo al tocarlo, como el agua que se evapora instantáneamente al caer sobre una superficie metálica al rojo. Algo no andaba bien, el efecto se había destejido del mismo modo que la primera barrera que había creado Eve, que el monstruo había atravesado como un cuchillo caliente cortando mantequilla. Daba la impresión de que, de algún modo, el constructo tenía cierta inmunidad contra los ataques mágicos.

Volvió a blandir el hacha que aun colgaba de su cinturón, y al verlo más de cerca pudieron percatarse de su corpulencia; parecía un campeón de halterofilia, con los músculos de fibras metálicas asomando entre jirones de piel sintética ennegrecida. James no pudo detectar ningún punto débil en su estructura, pero, pese a su aparente invulnerabilidad, sí que fue capaz de ver que su patrón se encontraba debilitado, que la explosión le había afectado más de lo que parecía.

– ¡Entretenedlo! Puedo sacaros a todos – grita Penélope, al tiempo que se agacha y saca una bolsita de tela que había cogido en la sala común.

Aturdido como estaba por efecto de la explosión, absorto ante la visión de aquel esqueleto metálico, James no pudo ver que Shoshana se le acercaba. Sin embargo sí la escuchó gritarle y llamar su la atención sobre Margotte, a quien al girarse encontró envuelta por las llamas.

Al verla se sintió inundado por una nueva ola de terror. Corrió hacia la chica mientras se sacaba la chaqueta a trompicones hasta que llegó a su lado y se arrodilló junto a ella, rodeándola con la tela.

—Margotte, soy yo, ¡no corras! —le advirtió. Aquella maldita ropa de lana no se apagaba así como así y permaneció con ella echándola al suelo para que éste hiciera parte del trabajo mientras intentaba sofocar todas las llamas tan rápido como era capaz. Mientras sus manos se movían frenéticas, los ojos le ardían efecto del humo, el calor y la desesperación.

Observo con fascinación cómo casi a cámara lenta el depósito del falso bombero revienta ante el ataque de Shoshanna y su muñeca, pero esa misma fascinación me juega una mala pasada, me impide reaccionar a tiempo, y la llamarada me alcanza como si un dragón escupiera fuego en mi rostro, lanzándome contra una pira de escombros en llamas.

Aturdida, tardo unos segundos en abrir los ojos tras el golpe, pero en cuanto lo hago, me percato de que mi ropa está en llamas. Estoy en llamas. Lanzo un chillido al aire que se interrumpe por un ataque de tos, mientras me golpeo frenéticamente, tratando de apagar el fuego. Y cometo el error del principiante: me dejo llevar por el pánico. Me estoy prendiendo fuego, voy a morir calcinada. He visto a los fantasmas de aquellos quemados vivos, y no son precisamente felices. Voy a ser una de ellos. Se me van a derretir los ojos en las cuencas y voy a portar unas lágrimas negras de por vida. 
Me golpeo contra las paredes. No puedo gritar, no puedo respirar. Una lengua de fuego se introduce por mi garganta, arañándolo todo con su tacto áspero, aplastándome los pulmones. Me arde la piel. Duele. Quema. No puedo respirar. 

No puedo abrir los ojos, pero aun así siento que algo me cubre, y acto seguido un peso me empuja contra el suelo. Pataleo, histérica. No me puedo ir así. No me puedo ir así. 

-Agua -jadeo. Me tienen que poner debajo del agua inmediatamente, para apagarme, para paliar el increíble dolor que embarga mi piel ahora mismo, para calmar mi árida boca- ¡AGUA!

Exhaló el aire cuando la onda expansiva se atenuó a su alrededor. Tocaba correr, eso pensó, y asintió a las palabras de Red. Pero ante el grito de Shoshana, Oz buscó a Margotte con la mirada y sus ojos se abrieron como platos. La posibilidad de arder de verdad se hizo real en ese instante, demasiado real, y por un momento a Oz le costó respirar. 

Vio a James correr hacia ella y reaccionó con una sacudida de cabeza. No había tiempo para pensar, había que actuar. Así Oz salió detrás de él mientras se desprendía del chaleco. 

—Mierda, mierda, mierda —iba diciendo por lo bajo al situarse a su lado y usar la prenda para ayudar a James a apagar las llamas.