Partida Rol por web

The House of YES: Amenazas

4.0 La Ciudad Olvidada

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07/02/2021, 20:27
Director

Los artistas del HoY habían conseguido volver de la red virtual sanos y salvos, y se habían traído con ellos a Eve. Con Alix no tuvieron tanta suerte, le encontraron cambiado, con una chispa de locura en la mirada y la inconfundible influencia del Hubris, la soberbia de los Magos que se creen superiores al resto. Habían visto también la cara del enemigo, la Unión Tecnocrática, que había llegado hasta ellos atraídos por el evento qué ocurrió en Times Square cuando cruzaron, del que Alix había sido responsable. El grupo había conseguido escapar antes del fragor de la batalla, pero el pintor loco había decidido quedarse a combatir y proteger “su mundo”.

Tras eso trabajaron en el proyecto de ampliación del parque hasta el Bushwick Intel. Beat coló la lista de reproducción en las recomendaciones de Spotify del arquitecto, y al escucharlo, este decidió desechar su proyecto de torre de apartamentos de lujo, y pasó una noche febril diseñando el parque siguiendo las sugerencias que le inspiraba la música, ideas en las que Red y Blue habían trabajado y que el DJ había entretejido en los temas. Su entusiasmo al enseñarles el proyecto contagió a sus otros compañeros del estudio y lo presentaron en el congreso, ante el asombro del resto de asistentes.

Fue un éxito, a pesar del disgusto de algunos de los inversores que andaban a la caza de activos en la forma de unidades de apartamentos de lujo con los que especular. Era un proyecto rompedor que nada tenía que ver con el resto de las propuestas que se presentaron.

El diseño planteaba reutilizar los tanques, cortar sus techos, abrir ventanas, instalar rampas y pasarelas, escaleras, plantar árboles y plantas… Uno de los cilindros podría ser una sala de espectáculos, otro un jardín botánico, un estanque con peces de colores, o una pared de escalada. Se planteó incluso utilizar al más grande como un criadero de ostras, en el que producir millones de larvas y bobearlas directamente al Bushwick Intel, ayudando a limpiar el agua y restaurando el pasado de los puertos de NY como un próspero hábitat para los crustáceos.

Los medios se hicieron eco, y también las redes, que incendiaron la opinión pública. Se creó incluso una organización, llamada “The Tanks” en la que los defensores del parque intercambiaban opiniones, compartían propuestas y debatían sobre las posibilidades. Había detractores, por otro lado, ya que dejar los tanques supondría que no se podría limpiar por completo el suelo contaminado, e incluso dificultaría el proceso de evaluación de daños.

El grupo podría ayudar en esa parte, limpiar con su Magia la corrupción existente para que el proyecto siguiera adelante. Pero aun tenían tiempo para eso, más adelante, ahora era el momento de visitar la Ciudad Olvidada, que lindaba con el extremo norte de lo que sería el parque, al otro lado del Bushwick Intel. Debían avisar a sus habitantes, los Olvidados, prevenirles sobre los proyectos de los depredadores del ladrillo que amenazaban su morada y, tal como habían hecho con las manzanas que ocuparían las futuras zonas verdes más al sur, ayudarlos a dar valor a su reino para que sobreviviera a la bacanal que iba a traer la recalificación del terreno del Riverside de industrial a urbanizable.

Era por la tarde, una hora antes de la puesta de Sol, y los Invisibles se encontraron “por casualidad” en el espacio común. La Ciudad Olvidada era un laberinto de cemento, metal y ladrillo que mutaba siguiendo los deseos de sus moradores y visitantes (y a veces también los suyos propios) y tenía la costumbre de conducir a los Invisibles a una zona perdida entre los almacenes en la que reunirse. Llegaban a ella cuando alguien necesitaba algo de los demás, por muy lejos que se encontraran las dependencias de cada uno, y esa tarde todos habían acabado allí sin ningún motivo aparente.

Estaban Oz y Penélope, que eran los que llevaban más tiempo en la ciudad.  Eran jóvenes, y se movían bien en los bajos fondos. Penélope, la más antigua a excepción de Rá (que iba a su bola) y sus perros, era la líder. Ella adoraba a los espíritus de la cuidad; algunos oscuros como la adicción o la decadencia, pero también otros que encarnaban conceptos como la efusiva felicidad de una noche de fiesta.

Después de ellos la más vieja era la excéntrica y suicida Psycophompe, que había abierto su consulta de medium en uno de los almacenes. Tras conocerla se había instalado James, y por último había llegado la pequeña Shoshana.

Esta había ido un día a trabajar, y al poco de abrir se había presentado la policía. Shoshana no entendió muy bien lo que había pasado, algo de un cuadro robado, - Vuelve con tus padres pequeña, esto se arreglará pronto - le había dicho Manuela, su jefa, cuando unos agentes la metieron esposada en un coche patrulla.

Shoshana no sabía que hacer, necesitaba pensar, así que empezó a andar sin rumbo, siguiendo una bandada de pájaros, o la forma de las nubes. Al llegar a una zona de almacenes como castillos al lado del río, un gato se le cruzó y se metió por un agujero en la verja. Shoshana lo siguió, y cuando entró creyó que había encontrado el paraíso, pues el suelo del almacén estaba totalmente cubierto de montones de ropa de todos los colores. Tras pasarse horas viendo el tesoro que había descubierto decidió darse un paseo, y entonces encontró a los otros. Y descubrió que acababa de conocer a su nueva familia.

Notas de juego

Buenas, con esto ya podeis empezar los Olvidados, luego voy yo y ya nan, JuanCar y Queen.

un pequeño Edit no hace falta releer

Edit. Solo he cambiado a Sebastian por Oz. No hace falta releer

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08/02/2021, 00:13
Shoshana Lipkin

El altillo desde el que alguna vez algún jefecillo habría pasado media vida vigilando a sus acólitos currantes, se había transformado en su morada. Allí había subido una de las máquinas de coser que yacían en el "cementerio de máquinas" de la Ciudad Olvidada. El trasto era grande y complicadísimo pero estaba bien engrasado y se entendían bien. Y encima hacía un ruido parecido al que debían hacer las ametralladoras de la primera guerra mundial que le provocaba verdadero deleite. El resto de su mobiliario eran una gran mesa para cortar tela, una estantería grande para su ropa, sus peluches, sus muñecas, sus diarios de sueño y su modesta colección de cuentos y una hamaca que se había hecho ella y que estaba colgada de una viga.

Luego estaba el piso de abajo, unos cientos de metros cuadrados cubiertos de una capa de ropa de todo tipo que formaba como un océano estimulante en el que ella se zambullía a veces por mero placer para perderse como una polilla en un armario.

Llevaba poco tiempo allí pero tenía claro desde el principio que ese era su hogar. Además, la Ciudad Olvidada era un alguien que la había salvado y le estaba muy agradecida. Su vida se había vuelto del revés muy rápido pero ella era más fuerte que la mayoría porque aceptaba las cosas como son: pertenecía a una familia de supervillanos como Gru que la habían querido mantener al margen. La poli había intervenido y todos estaban en sin-sin, así que tenía que escapar de los servicios sociales —no sabía por qué, le sabía mal por los terapeutas que eran muy majos, pero tenía claro que los servicios sociales son algo de lo que se tiene que huir cuando las cosas se ponen feas— y montarse su propia base secreta para lo que fuera que quisiera hacer. En ese sentido tenía una especie de crisis, lógica en la gente que recién tiene la mayoría de edad: no quería ser supervillana sino modista, pero no quería defraudar a sus padres.

Para que ellos no se tuvieran que preocupar —bastante tendrían para hacerse un nombre en la prisión— les dedicaba canciones todas las semanas en un programa de radio que oía su madre todos los viernes sin falta. Lo hacía con mensajes encriptados como "mamá, ya tengo base secreta, no te preocupes."

Ella estaba convencida de que la gente que vivía en "comunas como esa" no creían en las etiquetas, lo que le ayudaba a ser más ella que nunca y no preocuparse por lo que pensaran los demás. Y lo mejor de todo es que entre su nueva familia estaba James-manos-grandes con el que ella creía, estaba flirteando. Un hándicap era Psicopompe. A esa le tenía un poco de respeto, más que nada porque estaba convencida de que la chica oriental estaba enamorada de James y que en cualquier momento podría surgir una disputa territorial entre ellas. Luchas de hembras por sus machos. Lo había visto muchas veces cuando veía documentales de animales en la tele, aunque los interpretaba a su manera, claro.

—Los humanos no somos tan diferentes a los rinocerontes o a los hipopótamos.

Le dijo una vez a su muñeca favorita, Leonora.

*

Ahora sonreía en la zona común. Vestía un suéter de pico, de rombos verdes y blancos, que le llegaba hasta los muslos, unas mayas beige y unos zapatones color "british racing green". Había saludado a James con un, ella creía críptico e interesante:

—Je,je jeje. Hola. James.

Y al resto con una sonrisa y las orejas rojas.

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08/02/2021, 00:47
James Bonnie

El refugio de James en la Ciudad Olvidada no era la gran cosa. Le bastaba —y parecía que la misma Ciudad lo hubiera sabido cuando le condujo allí—, con un rincón algo apartado que pudiera cerrar, que le dejara espacio para deambular y para sus exiguas cosas —que guardaba en un armario de metal que en su momento tal vez hubiera almacenado documentos— y, eso sí, un buen ventanal con vistas al río. Junto a él dejaba su planta, una que había encontrado al lado de un contenedor de basuras y que por algún motivo se había convertido en algo así como su compañera inseparable. Verla crecer o sufrir los más mínimos cambios le hacía meditar sobre las más variadas cosas —o bien dejar la mente en blanco—, y a veces la estudiaba con su magia, escuchando por ejemplo cómo la quintaesencia cantaba en ella y cómo la música cambiaba con la hora del día, con el clima e incluso habría dicho que con su propio estado de ánimo.

La otra cosa que se dedicaba a estudiar con su arte era la Ciudad Olvidada misma. Le gustaba pensar que de alguna forma la "cortejaba", que se hacían amigos íntimos, y en sus "citas" se dejaba llevar por ella a uno u otro sitio. Y cuando ella le hacía llegar hasta alguien, James mantenía una actitud expectante, como la primera vez que estuvo allí y habló con Margotte, es decir, pensando que en aquel encuentro había algo digno de ser aprehendido y que, si no lo encontraba, no era más que por su propia ceguera. Así había encontrado también a Oz y su chelo capaz de sobreescribir en el alma. O a Penélope, quien pese a su juventud le parecía poseer una extraña sabiduría. Shoshana sin embargo… Diría que fue ella quien le encontró a él. La chica le había guiado hasta allí y más tarde llegó ella misma, tan desorientada como la encontró en el metro aquella primera noche. Tan luminosa. Porque esa segunda vez tardó pocos minutos en comprender hasta qué punto había sido estúpido con ella en su primer encuentro y que se trataba en realidad de alguien "especial". Y sin embargo había en ella también una sabiduría extraña, como espontánea y salvaje, y James escuchaba sus palabras con atención, casi como si fuera un oráculo. Y en compañía de ellos u otros habitantes de la Ciudad Olvidada pasaba parte de su tiempo allí, echando un ojo de tanto en tanto a Margotte a quien temía realmente encontrar muerta algún día.

Otros días, sin embargo los pasaba casi íntegramente echado en lo que le servía de cama —un sofá lo suficientemente largo por fortuna para poder dormir estirado—, mirando el techo y perdido en vagas meditaciones, cuando no directamente en negros pensamientos. No había vuelto a hablar con Margotte acerca de la persona que querría haber encontrado la noche en que se conocieron, pero desde ese momento pensar en ella le taladraba el corazón. No podía sino imaginarla confusa, triste o bien atravesada por el dolor, reviviendo los peores momentos que él mismo recordaba u otros aún peores de los que él no hubiera sido testigo. A menudo terminaba refugiando su mente en la casa que desde niño aparecía en sus sueños, fantaseando con que en algún momento la encontraría allí y al mismo tiempo asustado de que el encuentro llegara a producirse. Pues seguía sin tener nada que ofrecerle y aquello lo atormentaba. ¿No era bastante el amor? No lo sabía. ¿Había sido bastante para él su amor? Realmente se sentía incapaz de saberlo.

***

Su mirada vagaba perdida en la luz reflejada sobre cristales rotos cuando vio llegar a la zona común a los demás. Era una reunión en pleno. Le dio un repaso rápido a Margotte buscando lesiones que no hubiera visto la última vez, y bueno, seguía viva. Saludó a todos en general con la mano y a Shoshana con una sonrisa que más asomaba a sus ojos que a sus labios.

Hola pequeña.

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10/02/2021, 10:12
Margotte “Psychopompe” Moreau

Se me va la cabeza. No sé cuánto tiempo llevo sin comer nada sólido, pero me empieza a pasar factura. Me paso los días echada en la cama, peleando con la muerte para que no se me lleve, escuchando los lamentos de los muertos. Los hay que nunca se callan, como un anciano en una residencia que se dedica a hablar con cualquier cosa que se mueva junto a él. Son muñecos con sensor de movimiento, sólo activos cuando se sienten estimulados por alguien con vida. 
También los hay callados. Pero no sé cuál de los dos me gusta menos. Los callados se sientan en los rincones, crean telarañas de tristeza, odio e ira, y confeccionan sus nidos en los aleros de las ventanas, como las golondrinas. Esos te miran, celosos de tu actividad, celosos de la sangre caliente que recorre tus venas. Les he dejado flores para que se las lleven. Mi casa parece un cementerio de flores olvidadas.

Cansada de las palabras, cansada de las auras pulsantes, cansada de los espíritus vacíos, me envuelvo en una manta y me arrastro hacia la zona común, esperando que, en presencia de los vivos, los muertos actúen con más decoro. Esperando que el calor de los seres humanos me consuele más que la gelidez espectral de los cadáveres.

Y tanto que hace calor aquí. Me sonrío interiormente cuando veo que el lugar ya tiene ocupantes, entre ellos James y la pequeña Shoshana, una chiquilla igual de adorable que extravagante.

-Hola, chicos, ¿interrumpo algo? -Pregunto maliciosamente, antes de dejarme caer sobre un sofá desocupado. Escondo mis piernas flacuchas bajo la colcha de pachwork que me dio una clienta como pago, y me arrebujo en ella hasta que sólo asoma mi cabeza, como si mi cuerpo estuviera envuelto en una crisálida, dispuesto a iniciar una metamorfosis de la que mi cara pálida y ojerosa no formará parte.

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10/02/2021, 20:49
Oz

El sonido aterciopelado del cello había estado desparramándose durante todo el día desde la zona en lo alto donde Oz tenía montado su nido. Era un espacio abierto, prácticamente vacío, solo con los muebles que él consideraba imprescindibles (cama, armario, una mesa, un espejo de pie y dos pufs enormes) y unos ventanales que cubrían toda una pared de suelo a techo. Estaba justo al lado del lugar que Penélope había reclamado como suyo y era habitual que los dos jóvenes compartiesen ambos con la naturalidad que da una confianza mutua completa. 

Había veces en que las cuerdas le pedían calma o sosiego, otras en las que sus dedos se movían con ejercicios aprendidos o dejaban sonar piezas clásicas. Pero había días, como lo era aquel, en los que la música no era exactamente una melodía, sino más bien un cúmulo de sonidos y sensaciones sincopadas que salían de las tripas del músico. Eran esos días en los que sentía el impulso de compartir, de mostrarse, de entregarse a través de las cuerdas, en alma y sentidos. Aquel era uno de esos días. 

Quizá era la Ciudad, que le advertía desde el interior de sus ojos cerrados, usando el púrpura y el verde oscuro, de que debía reunirse con los otros Invisibles, ya que en determinado momento sintió que la música había terminado. Sin aviso, sin acordes que lo anticipasen. Simplemente se acabó y sus dedos se detuvieron. Tenía una fina capa de sudor cubriendo su torso desnudo y una sonrisa de éxtasis prendida en los labios. 

Outfit

Cuando bajó para encontrarse con los demás llevaba unos vaqueros desgastados y un chaleco marrón claro. En el cuello una cinta de cuero granate y eso era todo, porque iba descalzo. La sonrisa le duraba, aunque se había tomado unos minutos para refrescarse, y se acentuó al encontrarse con los demás. Después de perderse a sí mismo durante mucho tiempo había terminado por encontrarse y era allí, entre aquellas personas, que se sentía en casa

Dejó un beso fugaz en la mejilla de Penélope al pasar por su lado, le dio un apretón afectuoso en el hombro a Shoshana y le hizo un gesto de saludo a James, llevando dos dedos a su frente. Luego se dejó caer en el sofá junto a Psychopompe y dio un par de palmadas amistosas en su pierna, o lo que él creía que era su pierna, porque entre tanta manta era difícil asegurarlo. 

—Hace un buen día, ¿verdad? —dijo, repasándolos con la mirada. Le gustaba cuando coincidían todos, había cierta sensación de trascendencia en esos momentos. 

Notas de juego

Edito una erratilla, no hace falta releer.

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10/02/2021, 22:52
Director

Llegaron a la Ciudad Olvidada guiados por Eve, ella conocía bien el lugar - todo lo bien que podía conocerse un laberinto con consciencia propia y tendencia a la metamorfosis -, pues había pasado un tiempo allí antes de unirse al crew del HoY. Entraron por el Autum Bowl; la pista de skate indoor que ella había ayudado a construir junto con unos chavales del barrio y que Alix había decorado. Y a partir de ahí, la ciudad los guío hasta el cubil de los Invisibles.

No hacía mucho que Eve los había abandonado, por aquel entonces eran sólo Penélope, Oz y Margotte (James y Shoshana aún no habían llegado) y desde el día en que se fue no había vuelto por allí. Por una parte, porque estaba muy ocupada con sus clases y sus entrenamientos y ensayos como bailarina en el club, pero también porque había habido un poco de mal rollo al final entre ella y Penélope, cuando les dijo que se marchaba. Todos habían ido alguna vez al HoY de fiesta, el sitio molaba un montón. ¿Pero cambiar la libertad de la Ciudad Olvidada por un curro, por muy cool que fuera? Penélope se sintió traicionada, no lo aceptó, y ni siquiera se despidió cuando Eve se marchó… En el fondo es una puta pija, siempre lo ha sido. Una pija a la que le gusta flirtear con “lado oscuro” de la vida, le había dicho a Oz, y le hizo prometer que él no haría lo mismo, que no la abandonaría.

Oz no lo veía tan mal, y en cierto modo se alegraba... Penélope y él habían sido muy amigos desde hacía mucho tiempo, pasaron muchos años siendo los dos solos contra el mundo antes de ir a la Ciudad Olvidada, y entre fiesta y fiesta terminaron enrollándose muchas veces. Pero no había un amor posesivo entre ellos, era una relación muy libre basada en su amistad. Sin embargo, cuando llegó Eve, su mundo se tambaleó un poco. Eve se había encaprichado por Penélope. Las chicas también se habían enrollado, incluso junto a Oz alguna noche en la que los tres iban puestos hasta las cejas. Pero Eve sólo buscaba a Penélope cuando le apetecía irse de fiesta y colocarse, y cuando no, pasaba de ella y se dedicaba a recorrer los edificios en ruina corriendo y dando brincos, pasaba tardes enteras en la pista de Skate, o desaparecía con alguno de los chavales que iban a la Ciudad Olvidada de vez en cuando.

Para Penélope, que tendía a un humor cíclico que la hacía cambiar la euforia por depresión sin previo aviso, la rubia era como su propia droga, y los cambios en la actitud de Eve hacia ella la desestabilizaban. A veces después de estar con ella se arrepentía, pero luego aparecía unos días después con su cara de angelita y esa sonrisa de niña buena tras la que prometía una noche de diversión, locura y excesos, y Penélope volvía a caer en sus encantos. Oz no siempre les había seguido el ritmo, pues se cansaba y se despedía antes. No tenía nada en contra de Eve, era así y la aceptaba, y se lo pasaba muy bien con ella, pero no podía dejar de preocuparse por su amiga.

- ¿Qué cojones haces aquí, Eve? - fue lo único que dijo Penélope a modo de saludo al ver aparecer a Eve, junto con Red y Blue.

Notas de juego

Edito: alguna errata

Edito: He añadido unas imágenes, incluyo un post nuevo con info para los artistas del HoY

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11/02/2021, 16:27
Vesper Blue Proctor

El repiquetear de la lluvia contra el techo de su invernadero la había despertado amablemente aquella mañana. A medida que salía de las sábanas tibias y frescas cuya dicotomía le recordaba aquella misma que envolvía a los cuerpos vivientes, siempre entre la luz y las sombras, la lluvia amainó su paso en una suave llovizna, casi imperceptible, como si las nubes supieran que Vesper debía salir al jardín y se propusieran dejar que la cuidadora de aquel vergel asistiera a la cita sin contratiempos.

Se calzó la ropa sobre el cuerpo desnudo parte a parte, disfrutando del roce; se enlazó las botas picudas ajustando vuelta por vuelta de los cordones, puso el agua para el café mientras algunos rayos del sol se colaban entre los montones de nubes como montañas móviles. El aroma a tierra mojada, a baldosas limpias y a canteros regados de fuera se mezcló con el del café haciéndose, nuevamente el contraste, esta vez fresco y caliente impregnó el aire preñado de silencios luego de la música de la noche anterior.

Trabajó a las hierbas con manos amorosas: susurró a la salvia, cantó entre murmullos al romero, agradeció a la lavanda, conminó al beleño a portarse bien y a la marihuana a seguir el camino que le plugiera e inspeccionó aquellas que necesitaba colectar cuando hubiera sol y poner a secar para reponer su herbolario, disfrutó de unos minutos en soledad y, como quien deja vibrar una oración al comienzo de la jornada, tímida y cautelosa se permitió sentir un poco de paz, como si acaso no le fuera lícito gozar de semejante placer...

Ese súbito e incierto momento enclavado entre la excitante decadencia del devenir y la abrumadora serenidad de lo pasado, llamado felicidad la envolvió. Y así se dejó flotar entre los lirios de la corriente como Ofelia durante unos instantes reposando sin pensar en absolutamente nada más que el viento límpido en sus oídos, la llovizna casi imperceptible sobre su cabello de cuervo y el embriagador aroma a petricor de su jardín. Se llenó de frío hasta que la sensación de anhelar el calor de Red la envolvió y volvió dentro.

Las ideas que habían trabajado junto con el mago para las reformas en el barrio habían llegado a buen puerto y aquello hacía que su pecho vibrara más fuerte al compás de los cambios que iban generándose en aquel rincón del mundo gracias a los locos de la House of Yes. Aquella pequeña gran victoria que había puesto de cabeza los proyectos de “los otros” le llenaba de valor y de entusiasmo, pero no quería festejar; todavía quedaba mucho por hacer…

Luego de rescatar a Eve poco a poco la vida comenzó a acomodarse de nuevo aunque con las salvedades que su lugar de pertenencia imponía, las actividades habían regresado al complejo cultural, había podido focalizarse nuevamente en sus estudios y lecturas y las puertas de su Empíreo habían estado abiertas para su pintor maldito como le había prometido en pos de asegurar que descansara como era debido o de que no descansara nada, pero por elección.

Aquel día irían a ver a los habitantes de la Ciudad Olvidada, habían estado dándole vueltas al asunto y habían decidido que debían unir fuerzas si es que aceptaban colaborar con ellos. Eve se había ofrecido a conducirlos y Blue, que iba con una falda de lanilla con vuelo, sus “botas de bruja” y una remera del Dark Side of The Moon the Pink Floyd vieja, disfrutó de cada salto, cornisa y puente que atravesaron mientras la ciudad cambiaba a su paso.

Cuando llegaron desde lejos observó a los que estaban allí y le pareció un grupo de lo más variopinto, eso siempre era bueno. Iba a saludar, alzó la mano y sonrió pero las palabras se le quedaron atragantadas cuando una de los habitantes de la ciudad mágica le preguntó a Eve directamente sobre su presencia allí. Decidió esperar antes de meter bocadillo y le dio una mirada vehemente a Red que parecía decir: “Vaaaya”. Como si no lo hubiera visto venir, Eve siempre tenía sorpresas eso no podía negarse.

Notas de juego

Hola :3

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11/02/2021, 16:38
Eve

No iba a ser un buen día. 

Desde aquella fiesta todo había comenzado a desbaratarse.

Su regreso al mundo material había supuesto un cambio de paradigma que no le dejaba sino el sabor amargo de un pasado que parecía de otro mundo. Habían perdido a Álix. Oh, sí y el pequeño detalle de que ahora estaban en guerra.

Y yo qué pinto en esta movida.

Red y Blue planeaban ir a la tarde a convencer a los habitantes de la Ciudad Olvidada para que se alistaran a su ejército. Eve iba a llevarles allí, pero una vez en el laberinto mutante, la rubia sería otra mente más a la que persuadir hacia el frente de batalla.

Estaba en su cuarto, tirada en el suelo, reposando su espalda contra la cama baja. El paisaje estaba adornado por distintas prendas tiradas de mala manera, unas sábanas sin hacer y una cámara enganchada a un trípode. El dispositivo estaba caído pero intacto, como una escultura arrancada de su pedestal a base de cuerdas y fuerza humana. 

La cámara era testigo de uno de sus muchos intentos de entenderse con el mundo virtual. Había intentado grabarse, sin un guión ni una idea clara. De hecho, sin ninguna clase de intuición que la ayudara. Quizá si se grababa podría aprovechar aun esos rastros ya casi desvanecidos de fama, desde que su rostro invadiera todas las pantallas de Times Square. Pero ¿para qué? ¿Buscaría a Álix? Él había decidido irse. Y más importante aún, ¿acaso ella quería hacerle volver? Quizá simplemente quería verse de nuevo, en los ojos y en las bocas de los demás. 

No tenía ni idea de cómo grabarse. De hecho era bastante inútil en torno a lo digital, comparada con cualquier otra persona de su edad. El trípode lo había tirado de un empujón y hacía días había roto un móvil, reduciéndolo casi a polvo. Ella no creía, en lo más profundo de sí, ser capaz de volver a entrar en la Red. Su voluntad la traicionaba. Buscaba aquel desierto, pero solo encontraba imágenes del Sáhara en Google Images. 

No quería buscar la ayuda de Beat. Tampoco enfrentarse al lloriqueo de Penélope.

Espiró por la boca. Sujetaba un porro recién liado con la mano derecha. Lo miró con desinterés y finalmente... decidió levantarse. Seguramente lo que le pasaba es que aquella mañana no le había dado tiempo a meditar. Por intentar grabar el puto vídeo. Salió de su cuarto dispuesta a quitarse la misión de Red y Blue lo antes posible. Así podría retomar su ejercicio. Disciplina, mente, cuerpo, eso era todo lo que necesitaba. 

*

Realizó el camino poco habladora. Reía con la naturalidad de siempre, pero no inició ningún tema de conversación. Aun así, al llegar al punto exacto de la Ciudad Olvidada, todos pudieron notar su presencia. Joder ¡y tanto que sí! Eve era especialmente bella. O dicho de otra manera, había algo especialmente bello en su belleza. 

¿Qué cojones haces aquí, Eve?

- No seas maleducada -dijo sin atisbo de dulzura. Sabía que podía permitirse ser dominante con Penélope. Por mucho mosqueo que la morena quisiera aparentar, estaba hecha para agradar a la rubia- He traído a unos amigos que quieren hablaros -remató el corte con una sonrisa muerta, moviendo solo los labios. Solo cabía esperar que Penélope reculara y al rato volviera como un cachorrito buscando su cariño.

Tras despacharla, Eve paseó su mirada de forma rápida sobre los demás. Oz estaba sentado con medio cuerpito al aire, mostrando afecto a una especie de yonki moribunda envuelta como un bocata en papel albal.

Las cosas que hace este niño para fingir que no es maricón.

Su mirada cruzó la silueta de Shoshana y regresó antes de haberse alejado de ella, como la aguja de un reloj atascada. No había sabido leer de qué palo iba con un solo vistazo, así que le dedicó unos instantes. Tanto que apenas se fijó en James. 

Permaneció de pie, esperando a que los demás hablaran, sin ganas de tomar las riendas de las debidas presentaciones. Finalmente sus ojos volvieron a tomar contacto con los de Penélope. Esta vez sí le sonreían, como queriendo perdonarla. Como un angelito que te promete el cielo después de hacer que te quemes el culo con las brasas del infierno. 

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12/02/2021, 01:39
Redmond Fox

--= 1 =--

Lo primero que notó al despertar fue el olor. No el de la pintura y los compuestos químicos que solía aspirar en su estudio, sino el de las plantas del vergel de Vesper en la azotea del House of Yes. 

No.

No exactamente.

Era el olor de ella, impregnado en la manta que cubría su cuerpo, en el propio ambiente de la habitación. El olor de la cueva de la bruja.

Ella no estaba. Como las rosas, cuya vida era tan breve, se había desvanecido. Pero, al igual que ellas, había dejado tras de sí el intenso aroma de su presencia.

Había comenzado a asociar su persona a la tranquilidad de despertar sin pesadillas. No es que se hubiesen desvanecido por completo, oh, no. Seguían acechándole, al límite de su percepción. Pero ella conseguía mantenerlas a raya muchas noches. Las suficientes como para no dejarle hundirse en esa espiral autodestructiva, sostenida por las drogas, que lo iba matando poco a poco. 

Se puso su ropa interior y unos pantalones. Al otro lado de la cortina que separaba el santuario de Blue de su vergel, Red pudo verla, atareada saludando a sus plantas. Cerró un poco los ojos y después se puso sus gafas de sol, mitigando la incomodidad que le provocaba la luz que se filtraba desde el exterior.

Noto una punzada de incomodidad en el fondo de su cabeza. A sense of impending doom. En el cerebro, los centros dedicados a la memoria y al olfato estaban muy cerca los unos de los otros. Un olor puede transportarnos de forma casi instantánea a un instante en el tiempo, a una sensación, a una persona. Y la fragancia del santuario de Blue le traía a Red sensaciones de paz (y de placer).

Pero hoy tenían que hablar de guerra.

--= 2 =--

La Ciudad Olvidada era un puzzle maravilloso. Red no había estado allí más que un par de veces, aunque conocía a algunos de sus habitantes. Y desde su primera visita había notado el poder de este lugar. Mientras Eve les guiaba a través de sus cambiantes pasillos, Red miraba a un lado y a otro desde detrás de sus gafas rojas, con una leve sonrisa y las orejas casi estiradas, como las de un perro fascinado por un aroma excitante y desconocido.

Las señales eran tan evidentes. El patrón general era cambiante, ondulante. Bailaba. Vibraba. Por supuesto, no para el ojo mundano. Ese solo vería un gran edificio medio en ruinas, lleno de espacios vacíos, basura y desperdicios. Pero para el ojo despertado, la estructura se sostenía no solo por columnas de cemento y ferralla, sino también por los rayos de luz que penetraban por los agujeros del techo y las paredes. Eran como telarañas hechas de fotones, dotadas de una solidez ultraterrena, y dando forma y apoyo a un patrón a la vez fuerte y maleable. Fascinante.

Se estaban adentrando en un Laberinto, en busca de su centro, y Red se alegró de estar acompañado por Eve. Si no hubieran sido invitados, podrían perderse con mucha facilidad si el espíritu guardián del edificio, su locus, lo deseara. Red sonrió, mostrando los dientes.

Sería tan excitante que eso sucediera y tuvieran que abrirse paso siguiendo el hilo de Ariadna de nuevo hasta la salida.

--= 3 =--

No le eran desconocidos ni el joven de aspecto delicado que se sentaba en el sofá, ni la mujer cuya esencia era muerte, a la que el primero acariciaba la pierna. Oz y Psychopompe. Él había visitado en alguna ocasión la House of Yes. A ella su fama la precedía.

A su lado, dos personas que no conocía. Ella los observaba desde su mundo. Él parecía ser un sufridor. Entre ambos existía una conexión sutil. O, en realidad, no tan sutil.

Penélope, por supuesto, les recibió con los brazos abiertos. Sobre todo a Eve. Eran como el día y la noche. Opuestas e inseparables. Red notó la mirada de Blue sobre él cuando ésta escuchó las palabras de la líder de los Invisibles de la Ciudad Olvidada. Giró un poco la cabeza hacia su bruja, enarcó una ceja ligeramente y sonrió un poco. 

Hoy vestía todo de negro, pantalones, zapatos, americana... la única nota de color la ofrecían sus gafas, con cristales de espejo rojos, que reflejaban la imagen de todos los presentes. Parecía que Eve consideraba que era mejor que hablaran ellos. De acuerdo. Dio un paso al frente - Hola, Penélope. - dijo, mientras ponía sus manos con sus dedos entrelazados frente a él, en una posición relajada. - Hola a todos. - añadió, mirando a la congregación de habitantes de este fabuloso complejo. - A algunos no os conozco y puede que vosotros tampoco a nosotros. Mi nombre es Redmond Fox, aunque todos me conocen como Red. Ellas son Vesper Blue Proctor y Evelyn Fox. - añadió, con una sonrisa. Nadie llamaba Evelyn nunca a su "prima". Pero era una presentación formal. Había que ser educados. - Vivimos y trabajamos en la House of Yes y somos, al igual que vosotros, Artistas. - De algún modo, consiguió que la primera a de "artistas" sonara con mayúsculas.

- Venimos a hablar y a advertiros de una amenaza que se cierne sobre la Ciudad Olvidada y la House of Yes. Una ante la que ya hemos perdido a un amigo. - Alix se había quedado atrás cuando se enfrentaron a la Tecnocracia, y su futuro era más que incierto. - Esperamos que no para siempre, pero no podemos saberlo.

- Decidnos, - detuvo su vista en los presentes, estudiando sus reacciones - ¿alguno de vosotros ha oído hablar de la Unión Tecnocrática?

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12/02/2021, 12:49
Director

Notas de juego

Os pongo unas imágenes que tenéis de los proyectos del River Side, cortesía de Beat, por si queréis usarlas. Se las podíais enseñar a los Invisibles. En esta primera el primer complejo y tal vez incluso el segundo estarían sobre lo que es ahora la Ciudad Olvidada.

Esta segunda sería al sur del parque.

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12/02/2021, 13:16
Vesper Blue Proctor

Notas de juego

Gracias máster! ¿Estos proyectos son los que no queremos detener, verdad? Ya se me ha hecho lío... Lo que queremos en HoY es que sea todo parque, ¿no es cierto?

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12/02/2021, 13:53
James Bonnie

No esperaba que a la reunión acudiera más gente. Y a decir por la abrupta respuesta de Penélope tampoco ella a pesar de conocer a los visitantes. James observó la reacción de su compañera con interés buscando hacerse una primera idea acerca de cómo tomar aquello. Pues aunque si la misma Ciudad los había guiado hasta allí tenía ya una prueba del interés del encuentro, de alguna forma se sintió violentado al ver unos extraños en el que solía ser su punto de reunión. Sin duda aquello se tuvo que reflejar en el aire inquisitivo y algo adusto de su mirada cuando dio un vistazo rápido sobre los recién llegados hasta detener su atención sobre el tipo que había tomado la palabra.

Le hizo gracia la forma, podría decirse “formal”, en que presentó a todos con nombres y apellidos y su ceño se frunció al escuchar que también eran “artistas” y que había algún tipo de amenaza. Había en aquel hombre algo familiar para James, no en el sentido de haberlo visto antes –cosa que no creía que hubiera ocurrido-, sino algo que podía reconocer aunque no supiera ponerle nombre. Tal vez fuera por ese arte de que hablaba, tal vez porque le parecía distinguir algo en su estilo. De la House of Yes no sabía nada, pero llamó enseguida su atención la referencia a que habían perdido un amigo. Pensó que se refería a que había muerto hasta que dijo que esperaba que no fuera para siempre. Iba a decir algo al respecto, pero esperó primero a que terminara lo que tenía que decir.

James negó con la cabeza con gesto reconcentrado: no creía haber oído aquel nombre tan rimbombante jamás. No sabía si le sonaba a banda de tecno a secta o a multinacional.

No, nunca —negó tomando la palabra mientras observaba si había alguna señal de reconocimiento por parte de sus compañeros—. Pero si habéis perdido a alguien tal vez pueda ayudaros a saber al menos dónde está —propuso no sabiendo muy bien hasta qué punto aquello era cierto. Había algo en las palabras o tal vez el tono de Red que daban la impresión de creerlo fuera de todo alcance—. Pero dinos —inquirió mirando en realidad a los tres desconocidos por igual—, ¿qué amenaza es esa?

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12/02/2021, 19:28
Shoshana Lipkin

Se había mantenido observando como interactuaban, sonriente, curiosa, dispuesta a no esforzarse en entender hasta que no tuviera más información, hasta que el tipo de negro y gafas raras nombró la amenaza de una "unión tecnocrática".

Ella estaba cómoda cuando descubría al sueño haciendo haciendo incursión en la vigilia. Al fin y al cabo su arte, si se le llamara así, trataría de eso, de hacer mezclas entre ambos elementos, que ella consideraba artificialmente separados.

Pero aquello no parecía una señal del sueño sino un sueño mismo y sospechó que se habría quedado dormida, lo cual la animó mucho —y la hizo sonreír— pues en el sueño ella no necesitaba más información que la que tenía. Allí podía participar del discurso, trabajar los conceptos, como si de una antena al inconsciente colectivo se tratara. Así que aplicó esa técnica. Lo peor que podía pasarle es que estuvieran en la vigilia y que sus palabras sonaran raro. Un riesgo que debía correr tarde o temprano.

—¿De qué tripulación sois?

Se sentó en un brazo del sofá junto a Margotte y se cruzó los brazos, muy seria, tratando de parecer —y por lo tanto, resultar— muy segura de sí misma.

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13/02/2021, 00:06
Redmond Fox

Los Invisibles comenzaron a hablar. El primero fue uno de los que no conocía. - Sabemos dónde lo dejamos. Pero no podemos volver a por él. - Iba a decirle que no era asunto suyo, que recuperar a Álix era su responsabilidad, su tarea. Y que lo más difícil no sería traer de vuelta su cuerpo, sino su mente. Pues Álix llevaba mucho tiempo desatado. Después, se dio cuenta de que había llegado aquí a tender puentes. Y que toda ayuda era bien recibida. Asintió. - Gracias. Podría venirnos bien tu ayuda. No te he visto nunca por la House of Yes, ¿cómo te llamas?

Antes de poder hablar sobre la Unión Tecnocrática, la otra persona a la que no conocía de este pequeño grupo se dirigió a ellos, preguntándoles por... ¿su tripulación? La chica se sentó, muy seria y formal, en el sofá junto a Oz y Psychopompe. 

- Somos navegantes en los mares del destino y pertenecemos a la tripulación de la House of Yes. Nuestro barco no está hecho de metal y motores diésel, sino de luces de neón, corazones libres y velas tejidas con música. Y te invito a visitarlo cuando quieras. - dijo Red, observando a la mujer del pelo rapado con seriedad. - Dime, mujer cuyo nombre aún desconozco, ¿cuál es tu tripulación y en qué mares navega?

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13/02/2021, 00:32
Shoshana Lipkin

Se acarició el mentón atendiendo a la explicación del navegante. Velas movidas por la música ¡House of Yes! ¡Claro! ¡Todo encajaba!

—Tendría que consultar mi cuaderno de bitácora pero me crucé con muchos de vuestros pasajeros hace... Bueno… —habría apuntillado que en los sueños las coordenadas temporales solían ser poco útiles y llevar a confusión, que allí había que tratarlo todo como espacio, pero despierta era incapaz de traducir en palabras ese saber—. Muchos de vuestros pasajeros… Sí, lo dibujé. Viajo con mi... ciborg, y eso.

Se rascó la nuca pensativa. Frunció el ceño y miró a su alrededor dándose cuenta de que estaba despierta.

—¡Ostras!

Notas de juego

Perdonad si contesto ya, no quiero atropellar pero creo que respondiendo a la pregunta antes doy más juego que el que quito. De todas formas si a Máster/jugadores os parece mejor que espere lo quito sin problemas.

Narrador: sin problemas, si hay conversaciones o aludidos por mí podéis seguir. Cuando dije dos posts por semana me refería a mínimo. Todos sois buenos jugadores así que os dejo a vuestra bola.

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13/02/2021, 00:50
James Bonnie

James —contestó a la pregunta directa del hombre. Era consciente de que no se había presentado, pero ahora tuvo la impresión de que la cuestión de los nombres era algo de verdad importante, así que no le importó hacerlo—. No, nunca he estado allí.

Escuchó con atención el intercambio entre Red y Shoshana. La verdad es que le agradó que respondiera a la chica en sus en sus propios términos (o al menos lo intentara. Aunque de todos modos, ¿qué es exactamente un corazón libre?), y de esa forma ella pareció entender de dónde venían o al menos de qué estaban hablando. Por la descripción habría dicho que era algún tipo de club nocturno, pero eso debía ser tan solo algún aspecto externo, dado que se habían presentado a sí mismos como magos y la Ciudad los había llevado hasta allí. Vivían y trabajaban en la House of Yes, había dicho, de modo que el lugar debía ser tanto su hogar como la Ciudad lo era para ellos.

Empezó a hacerse una idea del tipo de amenaza de que podía estar hablando.

Notas de juego

ídem que Cusa.

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13/02/2021, 01:14
Oz

Oz supo que habría problemas en cuanto vio la melena rubia de Eve hacer su entrada en el cuartel general. Su mirada se dirigió hacia Penélope con una expectación que no tardó en recibir aquello que esperaba y, de ella, volvió a Eve para oír su respuesta, que no se hizo esperar. Puso los ojos en blanco. «Y ahí vamos ooootra vez», pensó. Se había terminado la tranquilidad. 

Saludó con una sonrisa y una mano alzada a Red y Blue, sin levantarse del sofá, y se acomodó en una postura indolente para escucharles. Él sí que había estado en varias ocasiones en la House of Yes. El ambiente que se respiraba allí le resultaba cómodo, inspirador. No lo suficiente como para tentarlo a mudarse, pero sí para ir de tanto en cuando y zambullirse en sus colores. 

Sonrió para sí mismo con la salida de Shoshana, pero a la pregunta de Red, negó con la cabeza. No le sonaba ese nombre y, sin embargo, le pareció que reverberaba de algún modo en la partitura. Era la sensación de tener algo en la punta de la lengua y no ser capaz de recordarlo, uno de esos momentos en que la realidad intenta mostrar las notas de la melodía que la conforman. Se distrajo tratando de escuchar y tardó unos instantes en prestar atención de nuevo a lo que decían los demás.

—Ni idea de esa Unión —dijo, también le daba vueltas a eso de que habían perdido a alguien, temporalmente. ¿Sería alguien que conociese?—. Eh, pero sentaos —invitó, haciendo un gesto con la mano para señalar otros sofás—. No os quedéis ahí de pie. Para una vez que venís a visitarnos, al menos poneos cómodos. 

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13/02/2021, 11:24
Eve

Desatendió la conversación con poco interés, aunque se le clavó una risita en la mandíbula cuando Shoshana intervino. Al ver que Red le seguía el rollo se perdió un poco la diversión, aunque no podía parar de maquinar sobre la chiquilla rapada. Su diálogo poético y rimbombante era algo a lo que se había acostumbrado en el House of Yes. Quizá lo había empezado Álix, o quizá Arthur, o Red, o Blue. Ella a veces entraba en ese juego, era algo así como un lenguaje común al que se habían acostumbrado. Eran bonitas las situaciones en que la cercanía hacía que se crearan términos y juegos de palabras que al final generaban toda una regla de códigos que podían hacer que un grupo de amigos pareciera que hablaba ruso o alienígena. Eve y Diabolique eran las más deslenguadas y probablemente si la travesti hubiese estado alli, la rubia habría soltado una risa de garganta y comenzado el bullying a Shoshana, como si de una malota de insti se tratara. 

No se lo pensó dos veces ante la oferta de Oz y fue directa a tirarse a su lado, llenando el cupo del sofá que parecía ser el más cómodo de todos. Pasó un brazo tras la nuca del músico y le tocó el pecho con la otra mano. 

-Hola guapo, me gusta tu correa -le dijo, ni alto ni bajo, con el pelo salvaje decorando su mirada y una sonrisa ultraterrena. Si es que todo lo que hacía Eve parecía una brillante foto de portada de revista o la escena erótica y ralentizada de la chica del prota (o la mala) de cualquier blockbuster.

Notas de juego

edito: solo para mejorar 2 chorraditas de la escritura ;D

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13/02/2021, 11:54
Margotte “Psychopompe” Moreau

Antes de que James y Shosanna puedan responder a mi broma bienintencionada, Oz aparece con su habitual desparpajo y se deja caer en el sofá junto a mí, moviendo el cojín sobre el que estoy sentada y casi precipitándome hacia él. Me protejo cubriéndome aún más con la manta, pero el chico se toma el movimiento como una invitación, y palmea mi pierna con confianza.

-Niño, tienes que pagar para eso -le advierto, sonriendo de medio lado.

Pero la paz y la camaradería duran poco, exactamente lo que tardan en llegar unos cuantos personajes que con su sola presencia acaban crispando a Penélope.

Penélope: ¿Qué cojones haces aquí, Eve?

Eve: No seas maleducada. He traído a unos amigos que quieren hablaros 

Intento contener una sonrisa irónica. Me suena a visita de Mary Kay, testigos de Jehová, o vendedores de seguros. Y juzgando en función de su ropa, la gravedad de sus expresiones, y la confianza que desprenden, voto por lo segundo o lo tercero. Qué pena, necesito una crema de noche que disimule que nunca me he puesto una crema de noche.

El que viste y se mueve como una estrella del rock comienza el discurso, y ahora sí que sí que tengo que cubrirme la boca con la manta para que no me vea contener una risa floja.

Red: Decidnos, ¿alguno de vosotros ha oído hablar de la Unión Tecnocrática?

Así que Testigos de Jehová ha ganado la apuesta. 

Miro de soslayo hacia mis compañeros, esperando que alguno les diga amablemente que no estamos interesados, y les indiquen dónde se encuentra la salida, pero siempre se me olvida que mis camaradas son jovencitos impresionables, y por supuesto, James acaba cayendo en la trampa.

James: Pero dinos¿qué amenaza es esa?

Y por si fuera poco, Shoshanna se interesa también, pero con sus propios términos.

Shoshanna: ¿De qué tripulación sois?

¿Estoy a tiempo aún de fingir que no hablo su idioma? 

Red: [...] sino de luces de neón, corazones libres y velas tejidas con música. Y te invito a visitarlo cuando quieras.

Oh, vaya, no son testigos de Jehová. Son Hare Krishna. Me ha confundido que no llevaran túnicas de colores.

Oz: No os quedéis ahí de pie. Para una vez que venís a visitarnos, al menos poneos cómodos. 

¿En serio?

Está claro que alguien tiene que actuar como si fuésemos adultos de verdad.

-No, no os podéis sentar -mi voz sale suave y seria, con un marcado acento francés-. No estamos interesados en... lo que sea que vendéis. Es muy interesante ese rollito que habéis montado con los nombres y todo eso: Blue, Red... buenos juegos de palabras en plan Boyband. Sí, la performance está interesante, pero no nos interesa, gracias.

Me pongo en pie lentamente, dejando la manta tras de mí, sobre el sofá, y mostrando así las múltiples capas de ropa gruesa y negra que cubren mi cuerpecillo delgado.

-Estos niños tienen clase mañana y se tienen que acostar temprano -me encojo de hombros-. Pero en este sitio hay un montón de grupitos de ingenuos que estarán deseando unirse a vuestra secta, causa, fanzine, o lo que sea. Probad con ellos. 

Notas de juego

Outfit, pero en negro.

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13/02/2021, 12:39
Redmond Fox

Hay que confesar que la respuesta de la muchacha le dejo un poco preocupado. ¿"Pasajeros"? Muchos Artistas terminaban demasiado perdidos en sus mundos como para interactuar de modo correcto con la sociedad. Se iban alejando de la realidad, del consenso, retrayéndose cada vez más a sus mundos. La obsesión era un problema casi tan grande para un Artista como el orgullo. A Álix le había sucedido algo así, y Red se preguntó si la joven "navegante" podía estar en una situación similar.

Antes de que pudiera responder adecuadamente, la mujer pequeña que olía a muerte presentó un nuevo frente hostil. Aún más que el de Penélope, porque no se enfrentaba a uno de ellos, sino a todos en conjunto. Red se quedó mirándola y metió sus manos en los bolsillos de la chaqueta. No hizo intención de sentarse (*).

- Ah, pero puede que dentro de poco no haya "este sitio". Os quieren cerrar el chiringuito, Psychopompe. - Era sin duda la medium de los Invisibles. No la había visto nunca por la House of Yes, pero Eve le había hablado de ella en alguna ocasión. - Derribarlo. Tirar abajo la Ciudad Olvidada y levantar en su lugar fabulosos bloques de oficinas, enormes rascacielos con pisos de lujo. Centros de operaciones de la Unión Tecnocrática. - Se encogió de hombros. - Mi boyband está dispuesta a ayudar a evitarlo. 

Notas de juego

(*) No hago referencia a si Eve se ha sentado o no, por si lo cambiáis.