Partida Rol por web

Al oir los disparos de Francisco lo acompaño con disparos yo también. Apunto y disparo a los dos objetivos.

Los disparos de Katia son terriblemente precisos, y dejan noqueado al conductor, al acompañante, y con una rueda pinchada. Nadie puede hacer nada por evitar el accidente, y los tres ocupantes no pueden hace más que gritar y tratar de cubrirse.
Tal vez le llamasen el pardillo por hacerlo, pero uno de ellos llevaba el cinturón de seguridad puesto y sale ileso. Los otros dos se llevan un buen golpe, pero nada demasiado serio en realidad. 

Ángel apunta al coche de los chinos, asomando por la ventanilla con su M4 y su máscara. Puede que el cristal estuviese blindado contra balas, pero el enorme peso (comparativamente) de la granada del M203 atraviesa el cristal y explota en el interior del vehículo, haciendo que pegue un 'brinco', mientras los cristales estallan y salen trozos de ser humano, humo y fuego. Tras un par de movimientos erráticos, el coche se detiene en silencio, y pronto empieza a arder. No hay supervivientes.

El tipo que había salido huyendo del vehículo poco antes de la granada no sale mucho mejor parado, recibiendo la explosión en la espalda a muy pocos metros. Cae al suelo de morros, pero la protección corporal le ha salvado la vida. Quedar junto a los Ases probablemente no ayude a que dure mucho más.

Francisco apunta la ametralladora contra los coches, o más concretamente contra las armas y los brazos de los que se esconden detrás de los coches. Las potentes balas de la ametralladora despedazan el brazo de uno de ellos, que, completamente el shock, cae desangrándose con abundantes borbotones de sangre tras los coches. Otro de sus compañeros salva por el momento la vida, aunque también está herido de absoluta gravedad y no puede dejar de gritar. Su brazo derecho apenas cuelga por los tendones y unos trozos de húmero y bícep.

Uno de los otros dos desgraciados que estaban detrás de los coches recibe las balas de 9mm Marc en el casco, que aguanta lo suficiente como para proteger su cráneo, aunque los golpes le han sentado como duros impactos.

Lázaro y Tecnovirus corretean por el borde sur del polígono, encontrando una forma de entrar razonablemente a salvo de miradas indiscretas. Tanto ellos como Xavier se han mantenido por ahora en silencio... Lo que hace que algunos guardias presten más atención a lo que sucede en la entrada que a lo que sucede en el sur.

Los tipos que chocaron en el coche salen a toda prisa y se cubren por la zona. Por el momento no disparan, ya que no ven ningún objetivo al que disparar... Desgraciadamente para ellos, han de asomar la cabeza si quieren ver... 
Por su parte, los dos guardias que patrullaban el perímetro se tiran al suelo entre la maleza, esperando no ser vistos, o al menos ofrecer un blanco cuanto más pequeño mejor.

En el lado del equipo de asalto, la Browning, calculando que el furgón asomaría del Mc Donalds de un momento a otro, disparó junto a los árboles y el coche aparcado, rociando de mortífera balas esa zona... pero el furgón nunca asomó. La ametralladora se silenció, esperando el momento en que alguno de los ases asomase el trasero por alguna parte.

Los desgraciados que se cubrían de las balas detrás de los coches mantienen su posición con una bravura inusitada, y devuelven el fuego a Francisco, tratando de mantener el tipo. El que recibió tiros en la cabeza grita algo en chino y dispara una ráfaga corta contra el enorme tipo de la ametralladora, colocando las tres balas en el chaleco. Su compañero, ileso, resulta aterrado por la visión de su oficial y falla los balazos.
El oficial, con un brazo colgando y sabiéndose muerto, se expone por completo y dispara todo el cargador con una sola mano. No es de extrañar que las balas vayan a cualquier parte menos a Francisco.

Otros dos soldados asoman por la puerta del restaurante, parapetándose y tratando de disparar a Ángel ^{_{(Cuadr 11 y 12)}}. Ambos apuntan tan bien como pueden, pero de nuevo las balas rebotan por todas partes gracias a que Ángel se estaba cubriendo tan bien como podía.

En la parte del equipo de infiltración, por el momento los enemigos siguen atentos a sus posiciones. Solo un par de ellos las han descuidado para estar atentos al norte. (Marco verde)

- Parece que se lo están pasando en grande...

Lázaro masculla entre dientes mientras sigue trotando cual cervatillo en dirección norte. Al llegar a la carretera echa un vistazo desde las sombras y, si no lo ve demasiado concurrido, la cruza a la carrera internándose en el estrecho callejón que hay tras ella, parándose un momento al llegar a la esquina de la siguiente nave en busca de alguna idea sobre la mejor manera de infiltrarse en la nave objetivo.

Siempre es bueno llevar cinturón de seguridad... pienso al ver al tipo que ha salido ileso... Y casco...

Apunto a la cabeza del tipo que está ileso y veo cómo salta por los aires llenándolo todo de sangre. Por un instante me plateo seguir despejando la zona, pero no es ese mi objetivo, sino sencillamente obligarles a traer gente hacia este lado del polígono, despejando la entrada a Lázaro y Tecno. Por otro lado, todos los guardias parece que van armados con rifles de asalto, así que es probable que esté demasiado cerca para el alcance de esas armas.

En vez de seguir disparando, me inclino sobre la moto y acelero, avanzando hacia el sur mientras me separo de la vía para aprovechar el mayor alcance de mi rifle comparado con sus armas y siguiendo el plan todo lo posible antes de que a los guardias de esa esquina les dé tiempo a reaccionar, localizarme y abrir fuego. Lo que está claro es que ni el grupo de asalto ni yo podemos permitirnos quedarnos parados.

—Estos hijos de puta no se saldrán con la suya —el peligro acechaba por el arma pesada que nos estaba disparando así que habría que salir echando leches y desaparecer rápidamente del ángulo de tiro. Mi idea era alejarnos ya hacia la gasolinera y que no pudieran hacernos diana.

—¡Agarraos! —además procuré abrir fuego sobre uno de los ilesos.

Tras disparar contra una de las ventanillas con el M203, los chinos del coche con el que nos habíamos cruzado apenas si tuvieron tiempo a reaccionar antes de que la granada explotase en el interior y acabase instantáneamente con todos ellos, con la onda de choque alcanzando también con contundencia al chino que había intentado escapar… y mientras tanto, los disparos de Francisco y Marc, castigan también a los que se parapetaban tras los coches más adelante. Desde luego, nuestro objetivo había sido cumplido con creces: habíamos atraído la atención de los chinos y las balas no tardaron en llover sobre la furgoneta, aunque por suerte, el blindaje de esta aguantaba, y la Browning, al estar ocultos tras el McDonals, no podía alcanzarnos.

Sin apenas dudar, apunté con el rifle a los desgraciados que, parapetados en el restaurante, habían disparado, sin mucho éxito, eso sí, hacia mí, decidido a mostrarles como tenía uno que disparar mientras confiaba en Marc para que nos sacase de allí y seguir llamando la atención de los chinos por todo el lugar... excepto por donde Lázaro y compañia se estaban infiltrando para encargarse de los malditos explosivos.

Tras disparar contra una de las ventanillas con el M203, los chinos del coche con el que nos habíamos cruzado apenas si tuvieron tiempo a reaccionar antes de que la granada explotase en el interior y acabase instantáneamente con todos ellos, con la onda de choque alcanzando también con contundencia al chino que había intentado escapar… y mientras tanto, los disparos de Francisco y Marc, castigan también a los que se parapetaban tras los coches más adelante. Desde luego, nuestro objetivo había sido cumplido con creces: habíamos atraído la atención de los chinos y las balas no tardaron en llover sobre la furgoneta, aunque por suerte, el blindaje de esta aguantaba, y la Browning, al estar ocultos tras el McDonals, no podía alcanzarnos.

¡Espera!- le dije a Marc -¡Foxtrot, cúbreme! Voy a encargarme del desgraciado de la ametralladora- le indiqué a Francisco, tras lo cual, aproveché el momento en que dejaban de disparar para, rápidamente, salir del coche y avanzar hacia la pared del McDonals, llegando hasta la esquina y confiando en que Francisco me cubriese mientras yo me ocupaba de la Browning.

Aprovechando la oscuridad y que, lo más probable es que el tipo estuviese esperando un coche y no a uno en solitario, me asomé con cuidado por la esquina, de rodillas tanto para estar más estable al disparar como para ofrecer un blanco lo más pequeño posible, y, con la granada explosiva cargada en el M203, apunté hacia la ventana desde donde asomaba el cañón de la Browning… y disparé.

Francisco recibió los impactos de las balas apretando los dientes con fuerza. Por suerte se había cambiado el chaleco antibalas por uno nuevo, pero igualmente aquello le dejaría marcas, que se añadirían a las que seguro que tenía ya por el anterior tiroteo en la estación de tren abandonada.

Aquellos jodidos mafiosos de ojos rasgados estaban empeñados a resistirse a lo inevitable. Pero se iba a encargar de dejarles las cosas claras.

Ángel le había pedido que le proporcionase cobertura, y sin duda eso es lo que iba a hacer. Tumbándose en el suelo de la furgoneta, lanzó un rugido de ira mientras disparaba una tremenda ráfaga de disparos contra los dos mafiosos que se estaban parapetando en la puerta del restaurante.

Katia consigue volar otra cabeza más y se aleja campo a través de las vías, bajando un trecho para poder tener otros ángulos de tiro.

El equipo de asalto continúa con la matanza. Ángel se asoma a través de las ventanas del McDonalds, y puede alcanzar a ver el ventanal desde donde asoma el largo cañón de la Browning, apuntando hacia la zona, esperando ver asomar al furgón para continuar ametrallando. Apunta, y con una sorprendente precisión alcanza la ventana, estallando en el marco y haciendo que el cañón quede desviado en otra dirección. Desde ahí es imposible saber si la ametralladora ha sido destruida, lo que es seguro es que ahora está apuntando hacia el suelo y nadie está reorientándola.

Por su parte, Francisco ametralla la entrada del restaurante, tirando al suelo a los dos chinos que estaban disparando desde allí a pesar de sus esfuerzos por cubrirse, y dejando la entrada con un aspecto bastante espectacular. Los chalecos les han salvado el pellejo, pero no están en condiciones de continuar la lucha.
No es el único que dispara desde el furgón... Marc logra alcanzar el brazo del único que quedaba sin tener heridas graves, y se lo deja completamente inútil. Otro que probablemente preferirá marcharse a casa.

En el lado sur la cosa sigue tranquila... pero eso no hace que algunos de los novatos no teman por sus vidas. Algunos guardias abandonan sus puestos buscando otras coberturas que no les expongan por la espalda contra los Ases que vienen del norte, lo que provoca que algunos oficiales les discutan enérgicamente para que vuelvan a sus puestos. En mitad de la confusión, Tecnovirus pasa como una sombra la calle, y Lázaro, más torpemente, justo detrás de él. Ambos saltan la reja y quedan en la parte trasera de la nave más meridional del conjunto. Un par de cámaras de seguridad vigilan las puertas traseras que dan acceso a las naves, y también el corredor que permite llegar al arsenal.
Se pueden intentar esquivar o pasar bajo ellas a toda velocidad, o dispararles con un arma silenciada. Otra opción es intentar desconectarlas, pero es sin duda más lento.

Xavier ve movimiento en el arsenal...

Los cuatro chinos que han sobrevivido a duras penas al paso del equipo de asalto se cubren tanto como pueden, esperando a que el trío de lunáticos pasen de largo.
Los otros cuatro que habían sido tiroteados por Katia empiezan a hacer fuego de supresión contra la zona donde la As estaba hacía unos segundos.

La puerta de personal del almacén de los explosivos se abre y salen dos hombres con pesadas cajas metálicas. Ambos llevan todo el equipo de un militar profesional, incluidos cascos con gafas de visión nocturna y fusiles de asalto con lanzagranadas. Al abrir los arcones, empiezan a montar con rapidez y práctica dos RPG, dispuestos a detener a ese furgón a cualquier precio.

Mientras tanto, la persiana metálica del almacén se va abriendo, como si tuvieran que sacar algo más grande.

Por lo que respecta al resto de novatos, parece que hay bastante confusión. Si la cosa empeora, a lo mejor han de usar alguna técnica de comisario soviético para mantener el orden en sus filas.

- Con el Cristo que se está montando no creo que nadie preste especial atención a dos tipos que pasan corriendo, seguramente si las destruimos de un par de tiros llamaríamos más la atención... ¿Qué te parece si intentamos pasar corriendo aprovechando algún ángulo muerto?