Partida Rol por web

El chico se sonríe y se rasca un poco la sien mientras mira como el padre se marcha sin querer jorobarle haciéndole de celestino. A él no se lo ve tan caballeroso, pero tampoco un bruto sin modales como otros de la fiesta. El guardaespaldas, que no se puede desdoblar, decide quedarse con el chico y mirar a la pareja.

Sonrío al hombre de las gafas ante su comentario.

- ¿Viejos? - pregunto. - No veo a muchos por aquí... Esos chicos carecen de la paciencia suficiente como para complacer a una señorita.... Y de la educación - añado halagada mientras me besa la mano.

Le cojo el brazo que me tiende mientras sugiere que le acompañe.

- Por supuesto - contesto a su pregunta, despidiéndome de su hijo con una ligera inclinación de cabeza. - ¿Ha probado ya los vinos blancos? - Le pregunto mientras caminamos hacia la mesa. Puesto que se mantienen a diferente temperatura, algo más fría que el tinto que ya ha tomado, es probable que los tengan en una mesa un poco más alejada del guardia de la casa. - Son típicos de esta región. Algo más suaves que el tinto, más apropiados para el calor veraniego - aunque aún no sea verano, espero que esté acostumbrado a climas más fríos - pero nada tienen que envidiar a un Barón de Ley. Si no los ha probado, se lo recomiendo - le digo con seguridad. - Por supuesto, también están los cavas catalanes, tan buenos como cualquier champagne francés, aunque se suelen reservar para celebraciones... Serán una buena elección para última hora de la noche - le digo como sugerencia.

Mientras hablo, me giro ligeramente hacia la mesa que sirve vinos blancos, algo más alejada del tipo que puede reconocerme. No tengo ganas de explicar que una chica como yo tiene que saber defenderse, aunque probablemente no sea demasiado complicado justificarlo.

Jajaja, bueno, ¿No me he teñido la barba, sabe...? Aaaaah... la paciencia y las buenas maneras son dos virtudes poco practicadas hoy en día....

Vassili parecía entretenido con la compañía, y asintió sin problemas cuando le sugirieron cambiar al vino blanco. Katia siguió hablando, y cuando llegaron a donde tenían unos blancos gran reserva, pidió dos 'del mejor'. La pobre chica que atendía no sabía lo suficiente de ruso, así que le pidió por favor que repitiera, y Vassili le repitió, pero en español. La somellier se disculpó y con la debida ceremonia, sirvió dos copas.

Vassili tendió una a Katia primero, y luego cogió la suya, que empezó a oler. Katia puede que no supiera mucho de cata de vinos, pero había visto a gente que sí sabía, y Vassili lo intentaba.

No sé yo si habrá mucho que celebrar al final, pero bueno... volviendo a temas menos espinosos, he oído del cava, aquí están muy orgullosos de él por un lado, y otros les hacen boicot Se encogió de hombros ligeramente, sin entenderlo demasiado, y paladeó un sorbo Aquí en España veo que tienen mucho alcohol suave, pero no tienen mucha tradición de alcohol fuerte, no...? Como mucho el Anís... Me hablaron de un Trriple Seko que dicen que es fuego para el esófago, pero no he tenido oportunidad...

Sonrió un poco. 
Pero dígame... ¿Qué combinados le gustan a usted...? No vamos a hablar toda la noche de mis gustos...

Karachenko se está acercando tranquilo, mientras enciende una pipa bien elaborada y con remates de plata. Sus tres matones le siguen de cerca.

Sonrío al hombre mientras me habla.

- Bueno, yo tendré que celebrar el haberle conocido, señor Zakharchenko... - le digo mojándome apenas los labios en el vino blanco mientras le miro por encima de la copa. Observo como el hombre reacciona a mi flirteo mientras continúo la conversación. "Vaya, así que no espera nada bueno de la reunión de esta noche, ¿no?"

- El cava... Bueno, algunos se empeñan en hacer de él una cuestión política, cuando no tiene nada que ver con ella - comento de forma casual. - En realidad sí hay bebidas fuertes; no sólo el chinchón, que es ese anís seco muy parecido al ouzo griego. En el centro y el norte de España son muy típicos los orujos o aguardiente, que llaman en alguna zona. Hay de todos tipos, desde licor de hierbas hasta un licor muy fuerte que prácticamente hay que quemar antes de beber... Pero es cierto que no son conocidos con un nombre genérico, como el whisky o el vodka. - Trato de recordar todo lo que he ido aprendiendo de vinos y licores en las fiestas a las que he acudido; he tenido ocasión de escuchar a mucha gente hablar de ello, así que algo se me ha ido quedando. Viendo los intereses de Vassili, con suerte sirve para impresionarle.

Me pregunta sobre mis gustos y automáticamente pienso en alguna forma de continuar mi flirteo. Contestarle un "ruso blanco" sería demasiado simple para este hombre, por mucho que haga referencia a las canas de su barba.

- Bueno, hay un vodka que me resulta especialmente intersante. El Stolichnaya - digo haciendo memoria. - Es una bebida de gran tradición en su país y las botellas de más edad tienen un delicioso gusto picante al final. - Me inclino hacia él, como si fuera a hacerle una coincidencia. - Además, he de reconocer que tienen una botella con chocolate y coco que me vuelve loca... Desgraciadamente, tiene demasiada azúcar, así que no puedo tomarlo muy a menudo...

Me separo un poco y aprovecho que se acerca Karachenko para saludar con una ligera inclinación de cabeza, casi como invitándole a acercarse para devolver el saludo, pero manteniendo mi brazo alrededor del de Vassili para que mi acompañante siga sintiéndose el centro de mi atención.

Vassili parece gratamente sorprendido, y sonríe mientras la escucha. 
Oruho... y awardiente... eso es como "Agua" y "quemar" en la misma palabra, no? Desde luego promete, hahaha... 

Entonces llega Karachenko, y sus guardias quedan a unos pocos metros, mientras el traficante termina de encender la pipa, y suelta una bocanada de humo antes de llegar. Inclina la cabeza para saludar a Katia, pero aunque es un gesto de educación, parece tener prisa por hablar con Zakharchenko.

 Hola, Vassili. ¿Tienes un momento? 

 Claro, Boris. Mira a Katia y le pide que le disculpe un momento. Vassili no se suelta del gesto de Katia, sin embargo. Dime

 Iván me ha pedido que me ocupe de cuatro. Pensé que tú te ocupabas de lo suyo, Mihail dice que me lo mandas tú...

 Sí, sí, se me olvidó llamarte. Este mes llevo más de siete, y tal como está la cosa cada vez cuesta más, así que prefiero que te encargues tú esta vez.

 Bien, ningún problema. ¿Cúánto?

 Normalmente veinte, pero a Iván suelo hacerle quince, y si es mucho, doce

 Haré diecisiete, entonces.

 Vale, gracias... Levantó la copa como tomando aquél sorbo a su salud, y dio un traguito que paladeó lentamente, mientras escuchaba a Karachenko.

 Tengo una remesa de palos de golf, por si te interesa o conoces alguien que le interese.

 Mientras paladea, le hace un gesto como queriendo decir que continúe.

 Maderas y Putter, sobretodo, pero incluso algún Sand Wedge, si hiciera falta.

Los Putter eran palos para tiros cortos, los 'madera', aunque realmente ya no eran de madera, se utilizan para tiros largos, y los Sand Wedge, un palo específico para sacar la bola de unos pozos de arena comúnmente conocidos como 'Búnker'

 Menudo carrito. De que marca?

 Allison Kiril y variantes, sobretodo... los Madera son Tony Rolang Golf y Morrison 76, y los Sand Wedge son de Royal Pearson Golf.

Ninguna de esas es una marca de palos de golf que Katia conozca, y conoce UN MONTÓN. Si hubieran sido nombres en ruso, podría haber dudado si eran marcas rusas de alto estanding que no conociera, pero siendo nombres 'yankis', puede estar segura de que no hablan de palos de golf.

 Vaya, vaya... Conozco a alguien que quiere jugar al golf a lo grande. Si te hago el contacto, un veinte?

 Claro, un veinte estará bien.

Cuando estaban sonriéndose y se iban a felicitar por el trato, se oyó un disparo.

Me muevo hacia un lado sin soltar el brazo de Vassili mientras habla con Karachenko. Empiezan haciendo referencia al 4, el número que Gagarin le indicó a Mihail con la mano cuando le dijo que fuera a hablar con a Boris. No tengo muy claro en qué unidades están hablando, porque con esta gente lo mismo puede tratarse de miles de euros para un encargo de unas horas o millones si tienen que dedicarse varios días. De cualquier forma, para ellos parece algo relativamente rutinario si se lo pasan uno a otro como si fueran cromos. Pero lo realmente interesante es ver las relaciones que tienen, o fingen tener, por las "rebajas" que se ofrecen en esos trabajos.

Siguen hablando de negocios, ocultando la conversación como si se tratase de golf. He escuchado a suficientes empresarios hablar de ese deporte como para saber que utilizan un código para comunicarse. Probablemente estén hablando de armas, por el tipo de palos al que se refieren (pistolas, armas largas y otras para uso especial, posiblemente escopetas o lanzacohetes). Anoto mentalmente los nombres para tratar de relacionarlos con la mercancía, teniendo en mente que dentro de aproximadamente una semana habrá un intercambio de armas por esclavos en el puerto. "Con la mala suerte que tengo últimamente, ambas cosas pueden estar relacionadas", me digo.

Me mantengo junto a Zakharchenko sin participar en la discusión, tal y como estoy acostumbrada a hacer en las fiestas mientras mis clientes se dedican a sus negocios. Pero de repente, una detonación hace que me sobresalte. Conozco demasiado bien el sonido de las armas de fuego como para confundirlos con el descorchar de una botella de cava, pero aún así intento mantener la calma mientras me giro para ver qué está ocurriendo.

La reacción del resto no es ni mucho menos tan calmada, lo que evidencia la tensión que estuvieron disimulando. La mayoría se acuclillan y o sacan sus armas, algunos se ponen detrás de otros, y unos pocos se quedan paralizados. La somellier se queda clavada en el suelo, con una copa en la mano, blanca como la leche.

Se oyen gritos de dolor en alguna parte, y otros guardias se empiezan a organizar, arremolinándose alrededor de algunos protegidos, pero la cosa no parece ir a mayores.

Vassili se ha tensado, y ha quedado mirando a un lado y a otro. Karachenko parece especialmente frío, y apenas se ha movido, continuando con su pipa como si nada, aunque sus guardias inmediatamente se han puesto alrededor de él y han sacado las armas: Pistolas y subfusiles ligeros.

Uno de los grupos de jóvenes se ha dispersado deprisa. Hay un chico de unos veintipocos tirado en el suelo, cogiéndose el estómago y retorciéndose en el suelo, y otro, de algo más de treinta, está con una rodilla en el suelo, sangre en la frente y una pistola en la mano. Alrededor de ellos hay cristales rotos.

 Yaroslav acaba de llegar con un subfusil ligero en la mano. En su manaza, el arma parece una pistola, y queda hasta ridículo.

El hombre de la pistola, cuando centra un poco la vista, tira el arma al suelo al ver a Yaroslav e intenta excusarse, pero el gigante le coge por el cuello y lo levanta del suelo. Lo mismo hace con el otro, que se retuerce de dolor.

 Karachenko parece seguir fumando bastante tranquilo

 Vassili recobra la compostura, dando unas palmaditas en la mano de Katia. Su hijo y el guardaespaldas han llegado a su lado, y se le nota que no está demasiado acostumbrado a la amenaza de las armas de fuego. 

Yaroslav llega con los dos junto a Gagarin, que los mira bien cabreado. Ambos saben que están en una situación crítica, y antes de ofenderle con súplicas, esperan que les de la oportunidad de explicarse, si bien todo parece bastante claro.

 Con quién venís Dice, frío. El del balazo responde que con Luka Novikov, y el del golpe en la frente, con Karachenko. Gagarin no quiere encargarse de los hombres de otros, esta vez al menos, así que hace un gesto para que se acerquen Luka, Boris...! Que cada uno se ocupe de los suyos.

Karachenko parece sorprendido de que fuera uno de los suyos, así que va apagando la pipa, con el ceño fruncido en un gesto de intenso enfado.

 Luka llega con su hija, hace un gesto como de disculpa hacia Iván, y se pone a hablar con su chico, con la pistola en la mano. ¿Qué has hecho, hombreee...? Dice casi con buen humor, como si hubiera sido una chiquillada. 

-Empezó a insultarme, señor... Y a usted y a su señora y a su hija, uno no puede aguantar tantos insultos.. y.. agh...

 Tranquilo, hombre... ¿Te duele? El lacayo asiente, apretándose la herida. Luka mira a Gagarin, que se encoge de hombros, y entonces Luka le dispara en el pecho, rematándolo. Solucionado. Ya no le duele.

 Su hija abre los ojos como platos, no esperando que su padre le disparase sin miramientos. Desde ese momento empieza a temblar, tensa, sin saber a dónde mirar, y mirando a los demás, como extrañándose, como queriendo decir: ¿A NADIE le parece horrible, solo a mi!?

Entonces llega Karachenko, con la pistola en la mano y la pipa en la otra. Su lacayo, aterrorizado, se intenta excusar.

-Señor, me golpeó prim-

 Karachenko le disparó en la cabeza sin atender a excusas, desparramando sangre y sesos por el suelo. Entonces mira a Gagarin e inclina la cabeza en señal de respeto. 

 Bueno, ya puede seguir la fiesta! Dice levantando la pistola, como si no pasara nada. Que no decaiga!

Para entonces, la hija de Luka ya está vomitando detrás de un seto, a donde ha ido a toda prisa agarrándose la boca. Si había alguna comparación con Gaga, ésto la ha borrado de un plumazo.

Los camareros y las compañeras de Katia están horrorizados, y tratan de hacer como que no ven nada, como que no ha pasado nada y como que van a poder dormir tranquilos las noches siguientes.

Gagarin hace un gesto para que sus chicos se lleven a los muertos y hagan algo con la sangre y los cristales. Aunque la música sigue y el deejay trata de que la cosa se vuelva a animar. Gagarin también echa una intensa mirada de desaprobación a Katia cuando sus miradas se cruzan durante un instante.

Los grupos vuelven a dispersar, y aunque la gente está tranquila, parece que el corte de rollo ha sido monumental. Se nota que ahora hay unos cuantos menos que le dan al vodka. Por lo que pueda conllevar.

 Vassili vuelve a acariciar el brazo a Katia. Y así, querida Katia, es como se malogra una preciosa velada. Suspira y se va llevando a Katia lejos de ese escenario ¿Estás bien...? Pregunta con interés.

Aguanto la respiración cuando veo a los dos hombres que han montado la trifulca. A pesar de haber reconocido el sonido del disparo, no creí que nadie fuera tan idiota como para pegarle un tiro a un rival aquí. No me hace falta mirar a Yuroslav para saber cómo van a terminar esos dos chicos.

Aprieto con fuerza el brazo de Vassili cuando veo cómo empiezan a aparecer las armas. "No puede estarme pasando lo mismo por segunda vez", pienso, reprimiendo las ganas de meter la mano bajo la chaqueta de Zakharchenko para hacerme con algún arma. Pero la presencia del inmenso guardia de Gagarin es suficiente para enfriar los ánimos. Cuando Karachenko camina hacia su secuaz y Luka hace lo propio me obligo a apartar la mirada, sabiendo lo que ocurrirá a continuación. - ¡Oh!... - exclamo cuando escucho las detonaciones de sendos disparos.

Por un momento me quedo mirando a la hija de Luka. Al parecer alguien en toda esta fiesta sigue teniendo un mínimo de decencia. Es algo importante a tener en cuenta en un futuro.

- Pen... pensé que era una botella de cava o un cohete... No creí que fueran a... - Aguanto nuevamente la respiración al contestar a Vassili, forzándome a ahogar la voz mientras lo hago. Miro el vaso, fingiendo plantearme si apurarlo de un solo trago para pasar el momento o si dejarlo a un lado porque mi estómago no podría soportarlo. Obviamente me decanto por la segunda opción.

- No. No estoy bien... - contesto. - ¿Cómo...? - Inspiro con fuerza, girando la cabeza un momento para sobreponerme. - Pero no tardaré en sobreponerme. Esa chica... - digo volviéndome hacia la hija de Luka. - Está realmente afectada... - Comento esperando la respuesta de mi acompañante. Intento mostrarme afectada, aunque tratando de sobreponerme para animar la fiesta, que se supone que es para lo que me han contratado. Sin embargo, puede ser un buen momento para "empolvarse la nariz" y charlar con la hija de Luka antes de volver con Vassili alegando que con él me siento más segura. Desde luego, si esta es la forma de Gagarin de darme algo de tiempo, es tremendamente eficiente... Y despiadado.

Vassili se queda al lado de Katia y la escucha asintiendo. Katia puede notar en su mirada un hilo de desconfianza cuando le propone marcharse a atender a la hija de Luka, pero probablemente haya una docena de cosas a qué atribuir la desconfianza, como el hecho de que Vassili mantenga la calma, que sea uno de ellos, o tal vez sea algo de disgusto.

Vassili termina por asentir lentamente, y habla tranquilo. 

Claro... toma algo de aire, y trata de calmarla. Es algo muy desagradable de ver... Y vosotras muy jóvenes para tener que verlo. Suspiró mientras le soltaba el brazo, y la miró a los ojos.

Te veo luego. Dijo para despedirse.

Katia sigue los pasos que ha viso dar a la hija de Luka, y se interna en unos setos hermosos y escasamente iluminados. A los pocos metros descubre (a tiempo) un charco de vómito, y escucha el sollozo ahogado de la chica, que encuentra sentada en un banco metálico bastante bucólico.

Está sentada con algo en la mano, cogido entre las dos palmas, y se balancea suavemente adelante y atrás mientras murmura algo a trompicones. Se encuentra muy nerviosa, pero da la sensación de que lo ha estado mucho más. Cuando mira a Katia llegar, su primer instinto es ponerse tensa, y enseguida se le pasa, pero no pasa de nuevo al sollozo... si no a una especie de inquietud y desconfianza. Sus mejillas están chorreadas de lágrimas, y sus ojos evidencian que hasta que llegó Katia estaba llorando.

¿Que... quieres...? Dice, jugueteando con lo que sea que tenga en las manos.

Me alejo de Vassili un momento, sabiendo que me habrá notado algo rara, pero ¿quién no lo estaría después de esto? Después de todo, hay tantas formas de afrontar la muerte y la violencia como personas. Sin embargo, es probable que a partir de ahora me vaya a tener bastante más controlada que antes de este incidente.

- Volveré pronto - le digo. - Por favor, no te vayas sin mí... - añado casi en tono de súplica. Después de todo, pretendo quedarme a su lado alegando que hace que me sienta más segura. Otra mentira más, pues alrededor de toda esta gente nadie está realmente seguro.

Camino por el jardín en dirección a la hija de Luka, y no me cuesta encontrarla sentada en un banco. Me mira con desconfianza y su primera reacción es casi agresiva. Nada que me sorprenda, salvo por el hecho de que esté tan afectada por ver a su padre matar a alguien.

- ¿Estás bien, cariño? - digo cogiendo un pañuelo de papel del bolso y tendiéndoselo mientras me acerco. - Será mejor que no dejes que te vean así - le digo con voz tranquila. - Este mundo ya es lo suficientemente duro como para que los hombres se den cuenta de que tienen otra forma más de hacernos daño... - Intento aproximarme a ella desde el único punto que, por ahora, sé que tenemos en común. Una chica en un ambiente tan machista como la mafia rusa, seguro que a menudo se ha sentido dejada de lado.

- Me llamo Katia - le digo poniéndome a su lado. - ¿Puedo...? - pregunto señalando al banco con intención de sentarme.

La chica no parece prestar demasiada atención a Katia en su primer tramo de discurso, pero al menos no parece venir de parte de nadie a exigirle que vuelva a la “fiesta”, así que se relaja, y cuando se presenta y le pide permiso para sentarse, simplemente se encoge de hombros, y en un gesto algo sutil, se mueve un poco, dejándola algo más de espacio, como si en el fondo quisiera compañía, o algo parecido.

Milenka… aunque dudo mucho que tú te llames así. Vosotras os cambiáis el nombre. Dijo, y pretendió ser fuerte, manteniéndose sin hablar, pero sus nervios seguían a flor de piel, se balanceaba levemente, y a veces abría los ojos y los cerraba, como si quisiera quitarse de la mente la imagen de su padre disparando al pecho a su agente, y los sesos y la sangre de la cabeza del hombre de Karachenko desparramándose sin que mediara palabra. Lo que llevaba entre las manos era una cruz ortodoxa, que no parecía ejercer la influencia deseada. Finalmente no pudo aguantar más y estalló en lágrimas de nuevo, y también en palabras, pronunciadas entre gimoteos y sollozos.

No soy estúpida… No soy estúpida, vale…? Preguntó como si quisiera convencerse a sí misma y dar explicaciones a la única persona que ahora la acompañaba Sé que mi padre es un mafioso… y un putero acabado y le pone los cuernos a mi madre, y que esnifa, pero… Gimoteó, no pudiendo continuar durante unos segundos sniff… pero pensé que esto… ESO… eso pasaba cuando… cuando le jodías… Sollozó entrecortadamente no por… sniff… No por una pelea… No con toda esa gente… ¡No burlándose!

Miró a Katia con los ojos llenos de lágrimas, con la esperanza en vano de que le diera una explicación.

Sacha me llevaba al colegio hasta hace dos años…! No me creo que… lo haya matado por darle un botellazo a otro tío…! Mi padre no es… no es un asesino…! Tiene casinos, prostíbulos y eso… pero eso son negocios, no creí que… Recogió el sabor agrio de vómito de su boca y mirando en otra dirección, escupió.

La cruz se le cayó de las manos y Milenka quedó mirando al suelo, lamentándose, con las piernas cerradas y apretadas, y las gotas de lágrimas cayéndole en la falda. Tras unos segundos, empezó a acariciarse los brazos y volvió a lloriquear.

No es un asesino…

"No es una asesino. Apenas...", pienso con sarcasmo ante la insistencia de la chica. "Seguro que es todo un angelito..." Pero desgraciadamente me va a tocar partir una lanza en favor de Luka, porque ahora mismo Boronov es mucho más peligroso para nosotros que cualquiera de los que están aquí.

Asiento cuando comenta el cambio de nombre. Es evidente que cualquiera que esté en este mundillo no querrá que le localicen fácilmente, aunque tampoco creo que esta gente tenga demasiadas complicaciones en comprarle a la agencia mi dirección y nombre si quisieran hacerlo. De momento, tendré que intentar no darles ningún motivo para que les entre ganas.

- Creo que tampoco le han dejado muchas más alternativas - le digo a Milenka. - El señor Boronov no parece el tipo de persona que deje pasar un altercado en una reunión como esta... Y, por lo que he visto, todo el mundo obedece cuando Boronov insinúa algo.

Me encojo cuando habla de los prostíbulos de su padre. - Lo siento. Esas chicas... Supongo que no me gusta pensar que podría haber acabado como ellas... - Le digo a la muchacha sin faltar a la verdad ni un ápice. Con un poco de suerte, en un momento en el que parece algo más sensible, se plantea lo que realmente está haciendo su padre y, quién sabe la influencia que puede tener sobre él. En el peor de los casos, sólo estoy plantando la semilla de un árbol que nunca va a crecer.

Le pongo la mano en el hombro en un gesto para darle ánimos y me levanto nuevamente.

- Ven - le digo tendiéndole la mano. - Vamos a "empolvarnos la nariz". Es una pena ver ese rostro cubierto de lágrimas, y antes o después te exigirán volver a esa fiesta, así que mejor hacerlo demostrándoles que eres tan fuerte como ellos - le digo con una sonrisa.

Milenka seguía intentando negarse a sí misma lo que acababa de ver, tratando de que su mundo no se fuera al cuerno, pero no podía negarse lo evidente... Para Karia, eran evidentes dos cosas: que no era el primer hombre que Luka mataba, y que se había tomado muchas molestias en que su hija viviera apartada de sus negocios. ¿Porqué entonces había hecho algo como eso? ¿Tan seria era la reunión?

Aquellas dos cosas eran evidentes también para Milenka ahora, y le estaba costando asimilarlo: Una no acepta algo así en cinco minutos, pero no parecía una niña tan tonta como para seguir pretendiendo que no era así.

Cuando Katia mencionó que aquello debía ser por estar Boronov presente, Milenka frunció el ceño.

Estamos aquí por Boronov... y por Gagarin. Boronov sí es un tipo malo. Todo el mundo susurra cosas sobre él... sobre la Gran Guerra Patria, el NKVD y la KGB. Todo el mundo le tiene miedo a ese viejo decrépito... Ojalá se muera pronto... Miró a Katia. No... le digas a nadie que he dicho eso, por favor... Se... suponía que venía para dar a todo el mundo la sensación de que la cosa iba a ser tranquila... si no las hijas no vendrían, así los demás invitados pues... eso...

Ante el comentario sobre las chicas, Milenka calló y bajó la mirada, pero sí siguió a Katia cuando se levantó. Ambas fueron al baño, adentro de la casa. Milenka parecía conocer someramente el lugar, ya que fue con pocas dudas al servicio.

En el interior el lujo era tremendo, con antigüedades, y numerosas vitrinas que guardaban recuerdos de la Unión Soviética, fotografías familiares y con amigos, de la juventud... Visto con mirada inocente, parecía la casa de un ruso rico, nostálgico de la Unión, pero nada más excéntrico o que levantase sospechas sobre los oscuros negocios que le daban aquél tren de vida.

Por supuesto, guardias armados se apostaban ante aquellas puertas por las que los invitados no debían pasar, dejando acceso a un bar interior con algo de música, los baños, una biblioteca y una sala de estar bastante tranquila.

El baño tenía unos hermosos acabados en mármol, era sumamente espacioso, bien iluminado, y con un gran espejo de una sola pieza. Las dos mujeres lo encontraron vacío, y Milenka cerró el pestillo. Cuando se miró al espejo suspiró al verse con el maquillaje destruido.

Vaya pinta... Murmuró. Aquello no tenía remedio, había llorado y se había frotado los ojos y cogido las mejillas, así que comenzó a desmaquillarse para comenzar de nuevo.

Mientras estaba en ello, miró de reojo a Katia un par de veces.

Si... tan... Dejó una pausa. Iba a comenzar de mala manera, así que volvió a hacerlo. ¿Porqué me consuelas...? Soy la... hija de un mafioso, y... no soy una clienta. La miró de reojo de nuevo antes de mojarse la cara, y luego continuó. Pensé que... pese a todo, nos despreciaríais... Además no es que te haya echado una mirada muy agradable cuando has llegado... Lo... lo siento por eso... quería mantener a mi padre alejado de mujeres... Mi madre sufre por eso... y... pensé hacerle de bulldog, aunque fuera una noche...

Y ahora que llevo un rato fuera, debe estar ya con alguna zorra en el regazo.... O... o no... quién querría acercarse a un hombre que ha matado a otro como si contara un chiste...?

Milenka puso las manos en el lavamanos, apoyándose. De nuevo las imágenes mentales de Sacha rematado por su padre, y Karachenko baleando la cabeza de su hombre le revolvieron el estómago.

Niego con la cabeza, incapaz de creerme que haya confundido los nombres de Boronov y Gagarin... La adrenalina de las dos muertes y el estrés de esta fiesta me deben de haber pasado más factura de lo que debía. Dentro de lo malo, me ha dado algo de información interesante sobre el anciano mafioso y añadirá realismo a mi interpretación de una simple escort que no está completamente cómoda en esta fiesta.

- En realidad me refería a Gagarin... Aún no controlo bien todos lo nombres - digo encogiéndome de hombros con naturalidad. - Pero ese tipo inmenso trabaja para él, ¿no? No creo que le hubiese dado muchas alternativas a tu padre y a ese otro hombre si no hubieran mostrado respeto al señor Gagarin.

Miro a la chica mientra se empieza a quitar el maquillaje. - No te preocupes, tengo algo por aquí que te quedará estupendamente - digo sacando del bolso una sombra de ojos a juego con su pelo rubio, no muy diferente al mío. - Espera - añado retirándole el pelo y ayudándola a maquillarse.

Escucho a la chica mientras me pregunta, desconcertada.

- ¿Despreciaros? - pregunto sorprendida. - No mucho más que a mí misma... -  Le digo con sinceridad. - Después de todo, yo tengo trabajo gracias a los invitados a esta fiesta. - Dejo que la lógica haga su trabajo, por una vez, sin manipular la conversación más allá de lo debido. - Eso no quiere decir que apruebe lo que hace tu gente, pero sería hipócrita por mi parte decir que os desprecio. - "Aunque, si pudiera, acabaría con la mitad de los asistentes a esta fiesta ahora mismo". - Si lo piensas, creo que no somos tan diferentes... A ninguna nos gusta esto, pero no parece haber ninguna salida clara. - Añado no sin cierta brutalidad en el comentario. Después de todo, quiero que piense sobre él, y es una de las razones por las que estoy aquí, además de poder sacarle algo de información. - Por eso me he acercado para consolarte; porque si yo estuviese en tu lugar habría agradecido alguien que me dedicase una palabra amable sólo por quién soy y por cómo actúo, independientemente de quién sea mi padre... Y porque necesito recordarme a mi misma - y a ti - que, a pesar de estar hoy aquí, puedo ser una buena persona y tratar de ayudar a los demás.

Termino de maquillarla y saco una tarjeta de mi bolso. - Toma, por si necesitas charlar algún rato... Y no te preocupes, que por eso no cobro - añado con un guiño. - Pero tendremos que volver antes de que nos echen de menos... Tu padre querrá que le acompañes a esa reunión y yo tengo que asegurarme una cita  con el señor Zakharchenko para esta noche - le digo a Milenka.

Milenka escucha atentamente a Katia, con interés, y permite que la escort la vuelva a maquillar. Al hablar de Yaroslav, asiente (Cuando no está actuando sobre su cara para no echar a perder el maquillaje)

Sí, Yaroslav... "Nisti" (Oso, en ruso) Su guardaespaldas.

Tras la charla sobre hacer lo correcto, Milenka parecía un tanto atosigada. Comenzaba a aceptar quién era su padre, de manera que ahora lo que estaba era triste, pero por ahora ya había gastado muchas lágrimas. Cogió la tarjeta de Katia y la leyó, y después miró a Katia. 

Yo... Cogió aire. Gracias. Esta debe ser la calidez latina de la que hablan... Por primera vez, un asomo de sonrisa quiso aparecer en sus labios. Gracias. La perdió de nuevo al mirar la puerta del baño, y asintió breve y rápidamente cuando le dijo que debían salir de nuevo.

Conforme salían de nuevo, empezó a escucharse la megafonía encenderse y bajar el volumen de la música. La voz de Gagarin sonó al micrófono.

Buenas noches, amigos, damas, caballeros... un segundo, por favor. Su voz sonaba algo apagada. Sé que Ivanna no era amiga de muchos por aquí, y que... no estáis aquí por ella. De todas formas, un poco a forma de 'memoria', quisiera poner el último tema antes de que comience la reunión en su memoria.

Subido a la tarima, hizo un gesto al deejay, y comenzaron a sonar las primeras notas de un tema rockero.

Música

Es un tema americano... y su favorito. Sonrió con nostalgia, y empezaron a vidriársele los ojos. Creo que es el único que ha sonado en mi casa... tanto y tan fuerte. Suspiró hondamente Les dejo con Highwy to Hell... y nos vamos viendo dentro. Muchas gracias a todos.

Tratando sin demasiado éxito de disimular su pesar, bajó de la tarima y se fue a perder entre la gente.

Katia tenía unos tres o cuatro minutos para pegarse a Zakharchenko si quería un asiento en la reunión.

Milenka, lejos de tener tanta prisa, comenta con Katia en voz baja. Ivanna Gagarin... ésa si que era una bestia sádica... La conocí una vez, daba miedo, y le gustaba juguetear con pistolas y esas cosas....

"Igual que a tu padre", pienso despidiéndome de Milenka con una gesto de cabeza. Con suerte la chica puede convertirse en un contacto que sea útil en algún momento. - Tengo que irme ahora si quiero tener trabajo esta noche - le digo encogiéndome de hombros. - Llámame en algún rato libre si quieres charlar, ¿ok?

Empieza a sonar AC/DC y busco con la mirada a Zakharchenko, sabiendo que no me queda demasiado tiempo para unirme a él antes de que vaya a esa reunión. Alejándome de la hija de Luka, camino hacia Vassili sorteando a la gente con habilidad nacida de la costumbre.

- ¿Me echaste de menos? - pregunto cogiéndole el brazo con suavidad. - Yo a ti sí... Esa chica no podía creerse que su padre hubiera... hecho eso... y me ha hecho darme cuenta de que a tu lado me siento mucho más protegida - añado en un susurro sólo para sus oídos, teniendo que elevar el tono por encima del solo de guitarra de Angus Young.

Milenka asiente a Katia, agradeciéndole el rato que ha pasado con ella.

Vassili ve llegar a Katia mientras habla con su hijo y uno de sus guardaespaldas. En el momento adecuado, cuando parece que termina de explicarles que se mantengan callados, la As le asalta de nuevo. El mafioso parece confuso un instante, como si no la esperase.

Vaya... Bueno, es una niña, ha sido algo bastante fuerte. Mira de nuevo a la escort de arriba abajo, y le acaricia la mano del brazo con que le coge. ¿Y tú como estás...? Susurró un poco. No puedo decir que me haya gustado tampoco. Este tipo de 'demostraciones' de crueldad y violencia... y no digamos con público. Suspiró.

Miro a Vassili, encogiéndome de hombros.

- Incómoda - confieso. - Normalmente estamos acostumbradas a ver todo tipo de cosas en estas fiestas... "Ver y callar" - añado con una sonrisa de resignación. - Pero suelen acabar con gente en escenas embarazosas, no... muertos - confieso. Niego con la cabeza. - No somos tan tontas, ¿sabes? Sabemos a qué se dedica la mayoría de la gente de esta fiesta y no tenemos demasiados problemas en aceptarlo. Pero una cosa es saberlo y otra muy distinta verlo en directo. ¿Por qué...? - dudo un momento antes de continuar la pregunta. - ¿Por qué no se los han llevado fuera de aquí antes de pegarles un tiro? ¿Es acaso un mensaje para todos los demás?

Tomo aire con fuerza una vez y trato de relajarme mientras lo exhalo lentamente. Sé que Vassili está intrigado por mi reacción, porque estoy acostumbrada a mantener la sangre fría y probablemente la muerte de dos mafiosos debería haberme afectado más, pero no puedo hacer nada para cambiarlo y mi mejor opción es hacerle ver que el autocontrol es parte del trabajo de una escort. En el peor de los casos, estará lo suficientemente intrigado como para mantenerme cerca. Después de esta fiesta voy a tener que mantener un perfil muy bajo durante unos días.

- ¡Pero nos pagan para animar la fiesta! - digo finalmente después del suspiro, recuperando el tono habitual y agarrándome de su brazo mientras trato de fingir la más absoluta normalidad, dejando que se note que es una reacción forzada. - Con todo este... jaleo... he perdido mi bebida. ¿Me acompañaría por otra, señor Zakharchenko?