Partida Rol por web

Tiempos Difíciles en el Norte

La ciudad sitiada

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01/08/2012, 18:13
Director

Cansada y triste por lo ocurrido en Ilmaryen, la partida llega a la ciudad de Fornost. A la entrada de la ciudad se cruzan con un grupo de personas que abandonan el lugar con sus pertenencias en un carro, el rostro triste y la mirada de resignación y tristeza que solo la proximidad de una guerra puede lograr en las gentes.

El guarda de la puerta reconoce a Faramis y los saludo con gesto pesaroso pues sabe del destino de Ilmaryen gracias a un mensajero que, como les contó el guarda, volvió al ver de lejos el humo que surgía de la ciudadela. Faramis le preguntó por el estado de Fornost y el soldado le informó de que la ciudad estaba en esos momentos en estado de pánico. Muchos ciudadanos y algunos desertores de la guarnición empezaban a huir camino de las Emyn Uial, las colinas al noroeste del Nenuial, donde los ricos tenían bellas mansiones de campo y se estaban formando algunas aldeas. La gente no soportaría otro ataque de trolls.

Según les informaba el soldado, la ciudad sufría un triste conjunto de males: saqueos, racionamiento, niños abandonados, ejecuciones sumarias de supuestos espías del enemigo, etc. El pánico se había adueñado de los habitantes de Fornost, que se agolpaban en las puertas. Las peleas, irremediablemente, comenzaban a sucederse en las calles. Los ricos hacía tiempo que se habían ido a sus mansiones al oeste del Nenuial, algunos se habían atrincherado allí con sus propios regimientos de mercenarios. De un simple vistazo se advertía que el ambiente en la ciudad era más gris y lóbrego que nunca.

Faramis decidió dirigir al resto a la mansión Eketta, donde los criados le informan de que su abuela ha partido ya a Bareketta, la magnifica mansión de campo del clan Eketta en las colinas del Nenuial. El joven comandante envía a un criado a buscar al Principe, y también le pide que avise a los sanadores para tratar las terribles heridas de Eoden y las heridas que algunos del grupo también sufren.

El principe Aranarth, a quien habían conocido en su anterior estancia en Fornost, llegó al cabo de media hora. Durante ese tiempo Faramis, Melyanna y el resto del grupo se asearon y se acomodaron en la mansión intentando liberar la tensión de las últimas jornadas.

Normalmente el Principe no visitaba a nadie, sino que concedía audiencias en su salón, pero la amistad de ambos comandantes empujó a Aranarth a la mansión Eketta, donde llegó lo más presto posible y se entristecio al ver el gesto de Faramis.

Aranarth, después de pedir información sobre la caída de Ilmaryen, discutió sobre abandonar la ciudad. Según creía el principe, la ciudad no soportaría el asalto de la horda de Angmar y no quería desperdiciar vidas humanas. Su intención es cruzara el Baranduin por Rood y quemar el puente. Annuminas podría ser un buen lugar para defender el vado contra los invasores. Éstos no podrán disponer de todas sus fuerzas contra el mermado ejercito de los arthedain.

Mientras explicaba por encima su plan, un capitán de la milicia entró en la mansión Eketta y se dirigió al Principe: -Un grupo de exaltados exige discutir con vos, señor. ¡Amenazan con quemar la ciudad!. - Le informó con urgencia en la voz. Aranarth, con gesto cansado pero decidido, postergó la charla para el día siguiente y se marchó dejando descansar al grupo.

Faramis, desanimado y muy cansado, comió algo con el resto del grupo y se retiró a su alcoba tras despedirse calladamente, dando licencia para que cada uno escogiera la habitación que prefiriese. Melyanna le seguiría rápidamente, dejando solos a los demás. Isten y Eoden fueron instalados en unas camas hasta su recuperación, el segundo sobretodo, tenía un estado de salud mucho más delicado que el primero. Los sanadores y Luzi se encargaron de tratarlos.

Al acabar la silenciosa cena, Matha muy triste y cansada también se retiró a su habitación entre bostezos y con el gesto de tristeza y preocupación que a todos les nublaba el rostro.

 

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01/08/2012, 18:41
Dimrod

Una vez estuvieron solos, Dimrod convocó a los personajes. Ante la gravedad de la situación se dirigió a ellos en los siguientes términos:

-Amigos, me temo que aqui acaba nuestro contrato. La dama Melyanna se encuentra ya bajo la protección del comandante, y tanto vuestro deber como en cierta medida el mío no tienen motivo de existencia más que la pura lealtad a la dama a la que sirvo y a su señor. Es por esto que os llamo: para ajustar nuestra deuda y quedar en paz.

Dimrod tomó un pergamino y algo de tinta.

-Bien, el contrato anterior se saldó en nuestra primera visita a Fornost, si mal no recuerdo, y se renovó hasta hoy. Vamos a ver, el trato era una moneda de plata por jornada así que...- Empezó a contabilizar los días transcurridos desde entonces. -Estuvimos cuatro días en Fornost y después partimos hacía Ilmaryen con la carreta de suministros, lo que nos llevó ochos días, allí estuvimos diez días, y los tres días empleados en volver a Fornost hacen un total de veinticinco monedas de plata para cada uno. Mañana recibiréis el dinero y podréis marchar libremente. Ha sido un placer contar con todos vosotros, estoy orgulloso de vuestra implicación en el tiempo que ha durado la misión de proteger a la Melyanna.

Notas de juego

Por cierto, ya tenéis las monedas apuntadas en la ficha.

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02/08/2012, 20:31
Emyr

Tal y como avanzábamos de regreso hacia Fornost no había más que desolación en el rostro de las gentes, todo tipo de tropelías se cometían en estos días, cosas que prefería no pensar.

En la ciudad sed olía que la situación parecía a punto de ser desesperada y nada cómoda, ya no estaba a gusto con la guerra, supongo que en mis rasgos se notaba la marca del veterano, del que ha visto demasiado.

Ya en la mansión cuando Dimrod nos dijo aquello no pude evitar sentir cierto desasosiego por haber finalizado con los servicios, una extraña sensación de desamparo, quizás era el momento de regresar al Sur, no me sentía en mi mejor estado anímico, pues ahora veía a la guerra en curso como algo incontenible, que iba a desbordar por completo la tierra media.

- Echaré de menos mi servicio a la Dama – Asentí a los cálculos de nuestra paga y esperé por si se precisaba algo más de nosotros hasta mañana, esperaría hasta entonces para decidir que rumbo emprender y si era necesario reaprovisionarme

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05/08/2012, 13:37
Nagredog

El unico motivo que movia a Nagredog era el economico, si , sonaba rastrero, pero asi era. Necesitaba el dinero para empezar de nuevo, en Khazad-dûm, seguramente.

 

Estaban llegando a Fornost, y alli solo se veia desolacion, miedo y resignacion. La guerra llamaba a las puertas de la ciudad, y muchos de sus habitantes huian. viendo lo ocurrido en Ilmaryen hacian bien, era una ciudad imponentente, si, pero no indestructible.

Sus cuatro murallas la protegian la ciudadela que se erigia en un alto promontorio. Cada muralla defendia una parte.
Tras la Puerta de Norburgo, la puerta de los reyes, adornada con los rostros de todos los monarcas anteriores, se abria una basta extension, un campo de batalla controlado entre murallas.
El segundo muro defendia la ciudad baja, lugar donde los artesanos creaban sus obras, lamparas increibles, alfombras preciosas, anforas de todos los tamaños..., pero tambien hogar de campesinos y agricultores. Edificios sencillos para gente sencilla.
La tercera muralla guardaba la ciudad alta, lugar donde nobles y burgeses vivian, imponentes edificios, casi palacios ostentosos donde se entremezclaban olores y ricas telas con joyas magnificas y alimentos excelentes.
La ultima muralla estaba junto al borde del promontorio, metros y metros por encima de la ciudad alta, alli estaba el palacio del rey Aranarth, junto a el otros palacetes de gente importante, como la mansion Ekketa, perteneciente a la familia de Faramis. Tambien habia lugares de culto y ocio.

Asi llegaron hasta la mansion de la familia Ekketa. Un bonito palacete ubicado en alli arriba, al resguardo de las cuatro murallas. Tras descansar las heridas fueron tratadas, los cuerpos limpiados y la mente poco a poco intentaba olvidabar los horrores de dias anteriores.

Dimrod se dispuso a saldar cuentas con todos los miembros de la escolta. Una moneda de plata por cada dia, una buena suma que iria directamente a la saca del enano gustosamente.

- Gracias Dimrod, agradezco el pago - dijo el enano al comandante. - Pero creo recordar que prometio una suma extra de tres monedas de oro si lo ayudabamos a huir en secreto con Melyanna, llevandola hasta Ilmaryen - solo pronuciar el nombre de la ciudad erizo el cabello del enano, muchos horrores habian dejado alli. - no quisiera parecer codicioso, pero esas monedas vendran muy bien a mi causa - como si tubiera una - ya me entiende.

- Echare de menos  a mis compañeros, incluso a los que perdimos en el camino. No tardare mucho en irme, antes de que sea imposible, quien sabe cuanto tardara el ejercito enemigo en llegar hasta aqui, a no ser que tenga algo mas de trabajo para nosotros por supuesto. - termino diciendo Nagredog

 

Despues de despachar esos asuntos se retiro a su habiatacion para descansar, bien por primera vez en dias.

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09/08/2012, 12:31
Dimrod

-Tienes razón Nagredog, también tendréis esa suma extra. En cuestión de contratos los enanos sois igual de buenos que matando orcos. - Bromeó el veterano soldado. - Mañana recibiréis la cuenta y podréis marchar libremente.

Dimrod se levantó de la mesa con gesto cansado y derrotado, se llevó la mano al hombro malherido y hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida. -Voy a dormir, que paséis buena noche. Podéis elegir cualquiera de los dormitorios para dormir. Hasta mañana.

La mansión era la misma en la que habían descansado la vez anterior, pero se encontraba muy diferente. La baronesa había puesto mucho empeño en dejarla vacía cuándo huyo de allí para ponerse a salvo. Tanto era así que parecía que un grupo de ladrones habían puesto mucho esmero en su trabajo.

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10/08/2012, 11:13
Emyr

Ni recordaba ya el acuerdo que había dicho el enano, no dije más, si me correspondía algo por ello ya se me daría, supuse.

En la casa no había mucho que hacer, pero no me apetecía salir, enfrentarme a la cara de los ciudadanos asustados, no, prefería quedarme entre cuatro paredes, al menos un día más, mañana sería otro día y emprendería mi viaje, o a primera hora de la siguiente.

Ya se me ocurrió que hacer, repasaría mis armas, afilando las dagas y revisando el estado de mi nuevo arco.

- Voy a retirare, nos vemos mañana – Les dije a mis compañeros y salí de la sala.

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12/08/2012, 11:56
Nagredog

- Que asi sea, buenas noches. - despidio a Dimrod. Nagredog se quedaria un rato mas en la mesa, meditando y terminando la cena. Despues sencillamente, cuando todos se hubieran acostado, se iria a su habitacion, al misma que ocupara al ultima vez que estubo alli.

Por la mañana ya se ocuparia de sus asuntos, se interesaria por Eoden, revisaria sus heridas y haria algunas compras para el viaje. El dia siguiente recibiria una buena suma, la suficiente como para poder empezar de nuevo, iria al sur, a Khâzad-Dum. Era un buen lugar.

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16/08/2012, 20:13
Director

Pasaron una noche tranquila al fin después de mucho tiempo. Y lograron dormir largo y tendido en una buena cama también desde hacía mucho tiempo. El sueño fue reparador y durmieron hasta bien entrada la mañana. Cuando despertaron pudieron saborear un rico desayuno con pan tostado y mermelada que Matha se había encargado de preparar.

Estaban terminando el desayuno, cuando escucharon gritos. Faramis se levantó corriendo a la ventana y lo siguieron, primero Dimrod y luego los demás. El carruaje del rey, un elegante y robusto vehículo con todos los postigos cerrados, recorría aprisa y sin pausa la ciudad, saliendo de ella, acompañado por una escolta de jinetes. Los gritos fueron consecuencia de que casi atropellaron a un grupo de mujeres que cruzaban la calle cercana.

Desde las ventanas de la mansión Eketta podía observarse como el carruaje de Arvedui cruzaba la calzada y se perdía a la salida del distrito.

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16/08/2012, 20:24
Faramis Eketta

Faramis se apartó de la ventana y miró con gesto grave, primero a Dimrod y luego al resto. -Arvedui ha huido. Aranarth está solo. - Dijo con rotundidad.

Dejo la habitación y fue a reunirse con Melyanna para conversar con ella.

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16/08/2012, 20:30
Dimrod

Dimrod aprovechó el momento para dirigirse hacía el grupo. Les dio un pequeño cofre a cada uno con el dinero acordado.

-Espero que esta sea una justa recompensa por vuestros valientes esfuerzos. Nada nos une ahora sino la amistad que podáis tenerme. Sabéis como están las cosas aqui en el Norte: sabéis que no hay ya refugio más seguro y más  desesperado que el escudo del Príncipe. Es por esto que os ruego, amigos, que o marchéis ahora mismo, o permanezcáis a nuestro lado hasta que caigamos o nos alcemos sobre nuestros enemigos. - Permaneció a la espera de las respuestas de sus compañeros de viaje.

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20/08/2012, 19:46
Emyr

La noche pasó y tras un buen desayuno había que replantearse nuevas metas, parecía que aquí no se podía hacer mucho más.

- Pero señor ¿Resistir sin más? Yo creo que ya tuve suficiente asedio, y no es que me falte la valentía en batalla, pero lo de tener el corazón oprimido entre cuatro paredes esperando no es lo mío, me internaré por los bosques en dirección sur.

Pero recapacitando un poco… Tampoco quería parecer descortés - A no ser que disponga de alguna otra misión, sólo la amistad puede suplir mis ganas de partir de inmediato hacia el sur

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22/08/2012, 13:15
Dimrod

-Por amistad os lo pido, Emyr. - Dijo el curtido soldado. -Por la que podáis tener hacía mi persona, o hacía la dama.

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22/08/2012, 18:07
Nagredog

El enano se levanto tarde, habia disfrutado del reparador descanso. Caundo bajo a desayunar lo hizo en silencio, ensimismado en sus pensamientos. Su cabeza visualizaba el camino hasta Khazad- Dum. Esa misma tarde, tras la comida, marcharia tranquilo y caminaria hasta bien entrada la noche para alejarse lo mas rapidamente posible de aquella trampa. En ese pensaba, en la trampa que suponia encerrarse en esa ciudad. Si, era fortificada, pero ya habia visto el poder enemigo, sus armas de asedio, sus efectivos... Era una locura quedarse.

Y de repente, como si una señal le indicara algo, el propio rey Ardevui, huia de la ciudad.

- Si las ratas abandonan el barco... - penso para si

Despues de ver desde la ventana como el carruaje se perdia entre las calles y portalones de la ciudad, volvio a terminar su desayuno. Tras el, Dimrod efectuo el pago. Era una gran suma, ganada con heridas, sangre y sudor, era hora de seguir cada uno su camino.

Dimrod, ademas,  pidio que o bien escaparan antes de que la guerra llamara a las puertas de la ciudad, o que muriesen a su lado, al menos lo tenia asumido, iba a morir. Emyr cuestiono el poder resistir alli dentro, Nagredog estaba de acuerdo.

- Mi señor, mas alla de la amistad o el deber, es una locura intentar defender esta plaza con pocos los hombres de que disponeis. Con todos los respetos, no tienen la valentia de un principe - dijo mirando a Faramis - o la de usted mismo - refiriendose a Dimrod.

- Si quereis huir a las montañas, yo mismo llevare a Melyanna en brazos si es necesario - dijo afianzado - pero no me quedare para ver morir a la dama, a Faramis o a cualquiera de nosotros, muchos dejamos ya en el camino - estaba contrariado, entre enfadado y entristecido - Si pretendeis soportar asedio esperar aqui al enemigo, temo que marchare, estamos condenados aqui dentro - Sentencio al final, duras eran sus palabras.

 

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23/08/2012, 16:39
Emyr

No me había imaginado esa reacción de Dimrod, me sentí halagado por sus palabras, me sentía más atraído por ellas que por el dinero que pudiese obtener, y antes de que le pudiese responder uno de los enanos habló con acierto según mi parecer.

- Por amistad me tendréis, y por mi cariño hacia la dama también, me quedaré a vuestro servicio, pero tengo que reconocer que Nagredog tiene razón, esta ciudad no es ninguna fortaleza, no hay posibilidad de resistir, me quedaré si así lo consideráis, pero la dama no debería quedar expuesta al peligro

Bien, parecía que mi futuro inmediato se iba concretando de nuevo, y el peligro parecía parte importante en él.

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24/08/2012, 12:26
Director

Dimrod iba a contestar cuando Matha informó de que alguien se acercaba a la mansión, interrumpiendo así la conversación.

El príncipe Aranarth se presentaba en la mansión Eketta acompañado de dos jinetes con armadura y una compañía de lanceros. El príncipe se dirigió hacía la casa mientras que el resto continúo su trayecto, internándose en la ciudad entre la nerviosa población. Seguramente para poner algo de orden.

Aranarth lucía una sencilla corona de plata, y entra serio pero decidido en la casa donde le aguardaban todos tras verle llegar. Faramis y Melyanna habían bajado a donde estaban Dimrod y los demás al enterarse de la llegada del príncipe. Aranarth y faramis estrecharon los brazos y se sentaron a la mesa donde momentos antes los demás estaban desayunando. Aranarth les pidió que continuaran.

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24/08/2012, 12:38
Principe Aranarth

-Mi padre se ha marchado al norte. - Les dijo pesaroso. -Está muerto de miedo, Faramis. Se ha llevado el Palantir, los Tesoros y una compañía de mis mejores hombres. Huye al páramo, al hielo, temo por su vida... - Durante unos segundos todos guardaron silencio, huir dejando a su pueblo abandonado no era propio de un Rey y todos lo sabían. - Había pedido ayuda con el Palantir a Gondor y a Círdan, pero nadie ha acudido. Llevamos varios días repeliendo ataques esporádicos de montañeses, trolls y lobos. Rogrog nos aplastará si no nos movemos con fuerza y decisión. -Pese a lo pésimo de las noticias que traía el príncipe un brillo apareció en sus ojos cuando miró a Faramis y le dijo lo siguiente. -Tu compañía de Raggers está a tu disposición, amigo.

Al escuchar aquello, Faramis levantó algo más la cabeza, con cierto animo incluso. Por su expresión parecía que había vivido días de gloria a la cabeza de su compañía.

- Estaban repartidos por las diferentes guarniciones menores de los alrededores, pero los hemos reagrupado y están deseando servirte, Faramis. -Añadió el príncipe.

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24/08/2012, 12:48
Faramis Eketta

Faramis se levantó de un salto de la silla y olvidando por primera vez lo ocurrido en Ilmaryen. No habían visto sonreír al joven señor desde hacía mucho tiempo.

-¡Vayamos pues a darles la bienvenida! – dijo enérgicamente. -¡Muchachos, a los caballos!. - Les dijo a los demás ajeno a la conversación que habían tenido con Dimrod. -Me gustaría que conocierais a mis antiguos soldados, su valentía solo es comprable a la vuestra.

Antes de partir subió a sus estancias de nuevo y volvió envuelto en una grandiosa capa roja.

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29/08/2012, 11:03
Vârkim

Toda la aventura estaba cogiendo un tinte dramático que no le gustaba a Vârkim, además haber estado tan cerca de su Padre y volverlo a perder... pero estaba vivo y por lo visto había huído de sus captores y estaba en un grupo de mercenarios o algo parecido, al igual que él. Pero..¿lo habría buscado su Padre? esa idea le atormentaba, años después de su separación descubrir que su padre es libre le hacía venir nuevas preguntas. Pero se habían alejado del norte y la cosa parecía que tendrían que volver a retirarse.

Estaba a punto de comunicarle a Dimrod su intención de apoyar la idea de Nagredog de huir a las montañas donde el número del enemigo no fuese una ventaja cuando llegó el principe con sus nuevas noticias que ilusionaron de nuevo a Faramis.

Vârkim se colocó al lado de Faramis y mirándole a los ojos dijo:

- Dudo mucho que puedan compararse a dos enanos, pero conozcámolos.

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29/08/2012, 12:13
Nagredog

Nagredog sonrio con la contestacion de Vârkim. Realmente dos enanos hacian mucho daño. Por otro lado los hombres de confianza de Faramis sin duda serian algo excepcional.

Cuando Eketta volvio, envuelto en su llamativa capa roja, recordo la fama de orgullosos de los hombres. Los acompañaria, sentia curiosidad por saber que eran esos Raggers, soldados de elite sin duda, estaba deseando conocerlos. Despues, aprovechando la salida, buscaria una montura, un buen poni, nada queria saber de enormes caballos, y algo de comer para marchar tras el almuerzo, sin perder mas tiempo. Al sur, a Kâzad-dum, a comenzar una nueva vida lejos de todo aquello, de la guerra.

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29/08/2012, 15:48
Director

El grupo fue a conocer a los soldados de Faramis, después de haber pasado tanto con él que menos que aceptar su invitación. Encabezados por Faramis y Aranarth el grupo cabalgó hacía los barracones, para ello tuvieron que atravesar la ciudad.

Tal y como sospechaban, y como pudieron comprobar, la moral estaba por los suelos y la esperanza era escasa. El principe gritaba consignas de esperanza a su pueblo y les salduaba solemnemente. Instaba a la gente a marchar cuanto antes al oeste, pero sin embargo, pedía ayuda a todo hombre sano para enfrentar al Oscuro. Algunos le vitoreaban, pero la mayoría no cambiaba su expresión nublada por la garra de la desesperanza.