Partida Rol por web

Antes de que el orco pudiera volver a recuperar su posición para realizar una ataque idóneo después de darse cuenta de su error al considerar su equipamiento de igual calidad que el del enano, Vârkim dio un paso al frente para descargar su maza con fuerza, sabiendo que el orco ya no podría contar con su escudo para bloquear su ataque.

La honradez y la sinceridad en los comentarios de Isten me hicieron sonreír – Sois joven y de buen corazón, conseguiréis lo que os propongáis – Afirmé y me sentí viejo, yo debía de tener una edad similar a la suya, pero había vivido tantas cosas en los últimos mentes que mi corazón había envejecido.

Me centré ahora en el caballo y pensé una vez en mi hermana, no podía dejar de pensar en ella.

Nagredog recompuso la posicion. Aseguro sus pies en el suelo mojado y alzo su escudo para protegerse el cuerpo. Su arma estaba preparada en alto. Un nuevo enemigo se lanzaria pa por el.

No buscaba un primer golpe mortal, si no usar la misma tactica que tan bien le habia ido con el ultimo orco. Primero intentaria retener el avance con su escudo, mientras su arma desviaria la espada enemiga. Despues, tras el envite, lanzaria el peso de su martillo para intentar herir al repugnate ser.

El siguiente paso, una vez el orco se detuviera seria golpear con todas sus fuerzas.

Una de las piezas de cota lo cubria hasta algo mas abajo de la cintura, hasta medio muslo. Alli era donde se unia a la proteccion metalica. En ese punto fue donde la sagre fluia por la culpa de una cimitarra orca que habia logrado encontrar un hueco entre la greba y la cota. La sangre manchaba las ropas que el enano llevaba bajo la armadura. Debia ser un tajo importante, pero ahora no podia pararse a mirar, tenia que seguir combatiendo.

Varkim y el orco se movieron rápidos y casi atacaron al mismo tiempo el uno sobre el otro. Varkím fue algo más rápido y logró hacer frente primero al enemigo con su martillo. El golpe fue tan brutal que el el orco incluso salió despedido hacía un lado, rodando por el suelo y quedando completamente mareado sin saber donde se encontraba. Por si eso fuera poco, el golpe había roto su pierna izquierda y aunque lo intentaba torpemente, no podía ponerse en pie.

Nagredog por su parte fue a hacerle frente a un nuevo rival. Su estrategia era llamar su atención primero, dejar que le golpeara y después golpearle con toda su fuerza. El orco fue hasta él cimitarra en mano y le lanzó un ataque que el enano logró bloquear con su martillo. Después hizo retroceder al orco y el devolvió el golpe. El orco interpuso su escudo y logró amortiguar el golpe que finalmente recibió en un costado. Gracias también a la cota de malla que llevaba se salvó de algo peor y solo quedo en una contusión que le hizo componer una mueca nada agradable en el rostro.

Era hora de dejarse de contemplaciones, estaba cansado de luchar a la defensiva. Nagredog estaba herido y no podia permitirse el lujo de andarse con miramientos.

Tras el golpe al escudo enemigo, no dudo en volver a alzar su martillo, esta vez descargando en el toda su furia, aunando fuerzas y concentrandose en matar al maldito orco.

Lanzo su hierro hacia el orco, este intenaria interponer su escudo, pero el enano no permitira que de nuevo frustase su ataque.

La ventisca no cesaba, los copos de nieve volaban junto al aire rachado, y las flechas no valian para nada. Solo ellos, los ragers, podrian parar ese ataque. Los orcos intentaban penetrar mientras las lanzas amigas los atravesaban. Desconocia las bajas aliadas, no podia ponerse a pensar en ello. Concentrado intentaria acabar con todos los orcos que pudiese.

Con todo a su favor, Vârkim se acercó presto a acabar con la vida del orco, pero dado que cada vez parecía haber más enemigos el enano prefirió no dejárselo tan fácil a uno de ellos, por si le atacaban a traición como solían hacer. Así que en todo momento se mantuvo atento a desviar cualquier ataque que se produjera contra su persona.

Isten advirtió la pena en su rostro y dejó de sonreír orgullosamente como estaba haciendo ante los halagos de Emyr.

-¿Con que futuro soñáis vos, mi señor?- Siempre que se dirigía a Faramis o a alguno de los miembros de la escolta de la dama Melyanna, el joven escudero se mostraba muy correcto en el trato.

Varkin fue a rematar al orco y le golpeó con su martillo teniendo cuidado de no dar la espalda a ningún enemigo que quisiera pillarle desprevenido. Fue previsor el enano, aún a pesar de que el mar de picas de los raggers lo protegía ensartando a los orcos que cada vez en más número saltaban las caravanas.

Varkin bajó el martillo y golpeó al orco que soltó un quejido lastimero. El golpe no había logrado rematarlo y el orco instintivamente trataba de alejarse del enano a rastras lo más rápido que le permitía su maltrecha rodilla y su estado de aturdimiento. Lo que no era muy lejos.

Nagredog decidió que ya era hora de pasar a una ofensiva completa, pero el orco se adelantó a sus movimientos y le lanzó un buen ataque, recto y directo al cuerpo. La cimitarra no se clavó en el cuerpo del enano gracias a su cota de malla pero el golpe que le propinó fue lo suficientemente duro como para que Nagredog sintiera un fuerte dolor en el abdomen.

El enano replicó con un contundente golpe al costado, a Nagredog no le salían las cosas bien desde que se le había caído el arma pero notó que aquel golpe fue fuerte cuando impactó con el costado del orco. Aunque nuevamente la cota de malla que estos llevaban había salvado a ese repugnante ser de la muerte que sin duda se merecía. El enano expulsó todo el aire que tenía en los pulmones bruscamente y compuso una mueca de dolor, retrocedió un par de pasos dolorido y se llevó una mano al costado. No obstante aún se mantenía bastante integro.

En ese momento alguien lanzó un grito que quedó incompleto y una de las caravanas salió despedida por el aire hacía el interior del circulo como si alguien hubiese tenido la fuerza necesaria para hacer eso. La caravana cayó sobre un grupo de raggers que mantenían la posición en esa zona. Allí done antes había estado la caravana pudieron ver a través de la tormenta y el fuerte viento la silueta gigantesca de un troll de las nieves. Se escuchó un poderoso rugido y muchos orcos se colaron por esa zona aprovechando que el troll había abierto brecha.

Cada vez más orcos conseguían saltar por encima de las caravanas, por lo que cuando falló en rematar al maltrecho orco, y este intentaba huir arrastrándose, decidió dejarlo en paz pues ya no era una amenaza para el combate, como si eran otros de sus congéneres.

Dio unos pequeños pasos para afianzar bien la posición ante el siguiente orco que fuera hacia él, cuando un grito hizo que se girará. Uno de los trolls de las nieves había abierto una brecha, y los orcos aprovechaban para adentrarse en tropel.- Ahí es donde me necesitan.- Pensó, y tras mirar a su alrededor para comprobar que podía darse la espalda sin sufrir una ataque, se dirigió hacía aquella zona para ayudar a contenerlos.- Nagredog, Эи еюж.- Avisó antes a su compañero enano por si quería ayudarle en aquella difícil lucha, aunque con el fuerte viento y los gritos no sabía con certeza si lo oiría.

Le molestaba perderlo de vista durante el combate, aunque quizás simplemente fuera un momento, pero lo había visto luchar antes y sabía que era duro como una roca; no debía dudar en que le iría bien.

Las palabras de Isten me hicieron volver a la realidad - Sinceramente no lo tengo muy pensado – Por lo que me dediqué a meditarlo unos segundos.

Tras esa pausa proseguí – He entablado cierta amistad con mis compañeros, los enanos y el humano, pero cuando acabe esta guerra… y como comenté antes de nuestro encuentro… sentar la cabeza, con ello quiero decir que, quizás buscar a alguien con quien compartir el resto de mi vida y lejos de las armas, un lugar tranquilo, quizás una granja o no se… lo que surja

Thander pudo ver como el carromato que se encontraba a su lado izquierdo salió volando al interior del círculo y un enorme troll hacía aparición en aquel lugar. Miró sorprendido a aquella enorme criatura pero reaccionó rápido. Gritó a su compañero:

-Eleovar!! a la izquierda, hay que cerrar el círculo. Evitar que rompan la formación!! 

Rápidamente Thander se movió. Estaba asustado pero sabía que debían detener el avance de aquella criatura o podría romper la formación y sería el fin de los ragger. Con el brazo agarrotado intentó atravesar a la criatura con la punta de la lanza, pero los nervios y el miedo le hicieron acometer un golpe muy desviado. Quiso protegerse más que atacar. El resultado fue un golpe errado y la consiguiente consecuencia.

Aprovechando el grito del troll, y el posible despiste de su actual enemigo, Nagredog volvio a la carga contra el orco que tenia delante. Sabia que tenia que andarse con ojo, la herida de la pierna no dejaba de sangrarle y las multiples contusiones y cortes menores que aparcian por todo el cuerpo lo debilitaban. Necesitaba un momento de calma, taponar la herida, recobrar el aliento.

Su golpe no fue certero, el escudo cubria bien su cuerpo, pero el dolor le impedia luchar como debia. Tenia que recuperarse a toda costa o no lograria sobrevivir a aquello.

Lanzo su martillo contra el orco timidamente, mas preocupado por detener el filo enemigo que de hacerle daño.

El troll entraba con todo, ese ser los haria daño, tenian que acabar con el, y Nagredog no estaba en su mejor momento. Habia que reestructurarse, cambiar las posiciones, defenderse. Era algo qaue tenian claro los raggers, ya estaban en ello mientras Nagredog continuaba frente al orco, recibiendo golpes.

Nagredog y el orco intercambiaron golpes sin que ninguno de ellos lograra alcanzar al otro. La cimitarra del orco chocó contra el martillo de guerra del enano y justo a continuación, el martillo golpeó el escudo del orco que alzó el brazo para detener el débil ataque del mermado enano.

Varkim había decidido dejar a su suerte al orco al que había dejado malherido e ir a contener la fuerza del troll de las nieves que había lanzado la caravana por los aires. La lanza de un ragger se encargó de que la suerte del orco no durara mucho tiempo y se clavó entre los omóplatos de la criatura para darle fin.

Mientras el enano corría hacía la posición donde el troll rugía y golpeaba a todos los que se encontraban cerca suya, un orco de los que se habían colado por el hueco ahora abierto saltó hacía Varkin con la cimitarra por delante e intenciones poco saludables. Sin embargo el enano había ido preparado por si esto ocurría y alzó su martillo para detener la cimitarra del orco y neutralizar su ataque.

Los raggers intentaban recomponerse tras la incursión del troll y atacar a la criatura y a los orcos que se colaban en el interior del circulo que ellos defendían con todas sus fuerzas y toda su voluntad. Thander era uno de esos raggers y aprovechó su posición cercana para gritar instrucciones a sus compañeros y clavar la lanza en la piel peluda y blanca del troll, pero la punta de su lanza no logró alcanzar el blanco.

Su compañero hizo caso a sus indicaciones y se dirigió a la izquierda para cubrir aquel flanco. Pero el troll se fijo en él y cargó con toda su brutal fuerza contra Eleovar. El troll iba armado con una maza fabricada de manera basta con gruesas ramas de árboles y recubierta de puntas y clavos endurecidos al fuego. Descargó toda su brutal fuerza contra el ragger y lo lanzó por los aires con un grito feroz.

Entonces algo terrible ocurrió, dos carretas más volaron en distintos puntos del campamento y dos nuevos trolls aparecieron por allí. Afortunadamente, estos no habían tenido la ocurrencia de lanzar la carreta contra el interior, pero habían abierto brecha igualmente. Los orcos se colaban como querían y los raggers junto a los milicianos que defendían la caravana tenían que dividirse para abarcar la defensa de todo el campamento. Además, ahora tenían un troll al norte, otro al sur y otro al este del campamento.

Tras las reflexivas palabras de Emyr el grupo quedó en silencio, tal vez pensando en el fin de la guerra y en un futuro de paz y tranquilidad. Cabalgaron entre la blancura del camino y los campos circundantes hasta que finalmente llegaron al puesto de guardia tras largas dos horas y media al trote.

La hora de comer ya había pasado y el hambre les hacía rugir las tripas. Unos soldados les dieron el alto pero al ver la librea de los raggers que llevaba Emyr, les dejaron pasar y les trataron con deferencia.

-Bienvenidos. ¿Qué os trae por aquí, mis señores?.- Preguntó el sargento de la guarnición cuando llegaron hasta él.

Como había imaginado llegar hasta el troll sin ver interceptado su camino por un orco era prácticamente imposible. Al menos tal previsión, que ojala hubiera sido errónea, le había procurado no verse sorprendido por aquel ataque repentino y haber sido capaz hasta de detenerlo sin mucho esfuerzo.

Sabía que si quería ayudar a los raggers a neutralizar al troll, primero él debía, sin remedio alguno, de hacer lo propio con aquel orco. Así que enseguida se puso a completar aquella tarea lo más rápido posible, descargando con fiereza su maza, aunque sin dejar de lado su seguridad, sobretodo ahora que ya había 3 brechas abiertas en el perímetro, con 2 trolls más de los que preocuparse por si fuera poco.

Thander vió volar a su compañero por los aires. Aquel ser monstruoso había barrido de su lado a su compañero. Todo pasó rápidamente. La llegada del troll, el aviso de Thander, el cambio de posiciones, él y Eleovar haciendo frente a la enorme criatura y la embestida de la bestia que hizo volar a su compañero.

-¡Eleovaaaaar! Gritó el ragger cuando su compañero desapareció de su visión.

El guerrero miró con odio a la criatura y decidido enarboló de nuevo su lanza intentando hacer retroceder a la criatura. Sin embargo al ver salir despedido a su compañero le hizo sentir miedo y decidió al igual que antes preocuparse de su protección antes que del ataque. De esta forma su segunda lanzada mordió el aire de nuevo.

Nagredog no podia entretenerse con aquel orco, debia terminar con el e ir a por los troll. Eran enemigos temibles y peligrosos, su muerte tal vez amedrentara a todos los demas orcos que seguian llegando sin cesar. La cosa no pintaba bien, las carretas ya no protegian el avance y pronto estarian completamente rodeados. Si al menos fuesen capaces de matar a esos trolls de las nieves...

Mientras pensaba en todo aquello dando un rapido vistazo alrededor, su mirada se volvio a clavar en el orco que tenia delante. Una vez acbara con el, correria para ayudar a Varkîm.

Alzo por tanto su martillo en un intento de eliminar al asqueroso ser que tenia delante. Esta vez no se andaria con tonterias, atacaria con todas sus fuerzas, arriesgando su propia vida.

De nuevo volvió el silencio, pero tampoco me resultaba incómodo, ello me permitía reflexionar o disfrutar simplemente del camino.

Finalmente llegamos al puesto de guardia – Saludos, acompañamos a la mediana ofreciéndole nuestro protección, Faramis nos indicó que la llevásemos hasta este puesto de guardia, y que a partir de aquí podía proseguir hacia la comarca, decidme, ¿Es más seguro su camino de aquí en adelante? ¿Puede unirse a alguna caravana o gozar de la protección de algún soldado? – No iba a dejar el destino de Matha al azar, quería asegurarme que quedaba en buenas manos.

Isten mostró la carta que Faramis les había dado y se dirigió al jefe de la reducida guarnición.

-Faramis os emplaza a asignar un soldado como acompañante para la mediana, que la suba a su grupa y la lleve a donde desee. -Explicó el joven escudero.