Partida Rol por web

La baronesa abrió la puerta del pasillo y tras pronunciar lo que para Emyr fueron unos susurro para sí misma, la volvió a cerrar y comenzó a girarse hacia...

Ahora o nunca, sigilosamente me moví hasta llegar a la puerta principal, debía se escapar cuando antes.

La puerta estaba cerrada, saqué mi juego de ganzúas intentando hacer el menos sonido posible, sabía que la Baronesa andaba cerca, la situación era tensa.

La baronesa que no estaba del todo convencida de que el ruido de las escaleras fuera el habitual crujido de la mansión se dirigió hacia estas. Cuál fue su sorpresa, cuando vio que Emyr intentaba, según pensaba ella, eludir de nuevo sus obligaciones como sirviente y dejar de nuevo tirada a Melyanna.- Sabía que no eras de fiar...¿Cómo has abierto la...?, Bah!, da igual, sube a la sala de estar de los criados a esperar a tu señora. Ella decidirá tu destino a su vuelta.-

Una criada acompañó a Emyr hasta la estancia, y después se quedo vigilándole en el pasillo toda la noche como le había ordenado la baronesa.

Estaba en la mismísima puerta, supongo que me estresé al intentar abrir la cerradura y me demoré demasiado pues la baronesa vino a indagar y me sorprendió, por suerte tuve en tiempo justo para esconder el juego de ganzúas.

Agaché la cabeza cuando fui acompañado de nuevo a la estancia de los criados, apretando los dientes por mi mala suerte, la criada se quedó en la puerta haciendo guardia, me asomé a la ventana para ver si me veía con ánimos de saltar desde allí.

Emyr llegó a salir al tejado de la mansión, pero no consiguió definitivamente atreverse a saltar ya que tenía miedo que el fuerte viento que soplaba en aquel momento hiciera que su caída no fuera la deseada.

Así, que simplemente volvió a entrar a la casa y se echó a su lecho, pensando por donde andaría ya el grupo a esa hora.

A la mañana siguiente, una enfurecida baronesa entró a la habitación de malas maneras y cosió a preguntas al eriadoriano.- Dime, ¿dónde está Melyanna?..., ¿no habrá ido a...?-

Así que Emyr, ahora tenía que recorrer un largo y peligroso camino sólo y sin todo su equipo, ya que la mayoría se lo había guardado el grupo para facilitarle la huída. Unicamente, portaba sus ropas habituales, sus dagas, su juego de ganzúas y dinero para poder comprar las provisiones que necesitaría hasta alcanzarlos.

Bueno, la había cagado pero bien, durante la noche llegué hasta la mismísima puerta, estuve muy cerca, pero no lo conseguí.

A la mañana siguiente la baronesa directamente me echó, pero casi fue un alivio, al menos el haberme quedado sirvió para que su hija pudiese escapar.

Durante la noche medité sobre la opción de comprarme un joven caballo, a parte de que así alcanzaría antes el grupo, me hacía ilusión, así que lo primero que hice fue ir a ver a el mercader con el que casi había fraguado una amistad, quizás el tuviese alguno, de no ser así quizás el me indicase donde.

El mercader le recomendo un establo donde había buenos animales y le comentó que los caballos tenían un precio de tres monedas de oro y cinco de plata. Lo que era un buen precio para la calidad de los animales. Le dijo que su yerno había comprado un magnifico ejemplar en aquel establo y estaban muy contentos con el redimiento del caballo.

Cuándo llegó al establo, siguiendo las indicaciones del mercader, efectivamente pudo comprobar que se trataban de animales de muy buena calidad y en el precio se incluían los elementos necesarios para montar al caballo, tales como la silla, los arneses, etc.