Partida Rol por web

Miles termina por hacerse a un lado dejando paso a Wallace hacia el resto de miembros del personal civil registrados, aunque esta claro que Wallace y McKay están fichados por la mirada que el militar les dedica. 

- Espero no reclamen a bordo la seguridad que aquí critican - deja caer, como el que no quiere la cosa

Superados algunos impedimentos y reticencias iniciales, el grupo de científicos y sanitarios civiles reclutado para este proyecto, la Consejera Wray, su asistente personal y el veterano militar que ejerce como su guardaespaldas personal, cruzan las compuertas de la zona de embarque del enorme Espaciopuerto Boston-Providence-Hartford.

Cuando dejaron atrás la zona pública todo se hizo mucho más solitario, pues esta sección el Espaciopuerto ya se ha compartimentado según destino y ahora estáis en un área privada para personal de la Weyland-Yutani con destino a los astilleros de la Estación Orbital Nostromo.

Circuláis por largos pasillos ahora solitarios, que conducen a los puntos de atraque de las Lanzaderas, también llamadas "naves de descenso" pues se limitan a entrar y salir de la atmósfera planetaria, algo que no es imposible para la mayoría de los vehículos espaciales de mayor tamaño, pero lógicamente comporta un coste de combustible muchísimo mayor.

Podéis ver algunas realizando la maniobra de despegue por los ventanales laterales. Hay modelos que requieren de un reactor "plataforma" que les impulse para tomar altura, mientras otros modelos son completamente autónomos. En vuestro caso, obviamente, se tratará de un vuelo privado en un vehículo corporativo moderno y confortable.

Cuando trabajas con los grandes, siempre tienes lo mejor. Y este misterioso protecto está respaldado por una insólita coalición en la que unen intereses la Weyland-Yutani (W-Y) y la Weltherrschaft Korporatsiya (WK), posiblemente las dos mayores Mega-Corporaciones que han existido nunca. Desde luego, no será por recursos...

Cuando ya estáis en la zona de embarque propiamente dicha, donde el diseño y el estilismo has dejado paso al utilitarismo y la maquinaria, empezáis a ver de nuevo cierto movimiento, aunque esta vez concentrado en los operarios que están supervisando la carga embarcada y revisando los últimos detalles del inminente despegue.

Un hombre con atuendo militar se os aproxima con aire decidido, haciéndose rápido evidente, por la familiaridad con la que se conduce, que forma parte de vuestro propio equipo:

- Ya tenemos al "niño" embarcado en esa Lanzadera - informa con tono engañosamente coloquial - Esos documentos acreditativos que nos proporcionó obran milagros, Consejera Wray, otras veces hemos tenido que bregar durante horas con la burocracia de los espaciopuertos para que nos permitan embarcar un exoesqueleto de combate...

No parece prestar la menor atención a los civiles recién incorporados a la comitiva, pero sí se dirige a Quaritch con camaradería:

- ¿Y a tí se puede saber qué te pasa? - pregunta con tono jocoso - Parece que te hubieran denegado un permiso después de seis meses de servicio...

La Consejera sonríe satisfecha ante quien aprecia su buen hacer y es que al final todo se basa en lo mismo: previsión, previsión y previsión. Adelantarse a lo que esta por venir.

- Siempre cuido de mi personal, y evitarles molestias innecesarias sin duda aumenta su rendimiento - aceptando de buena gana el comentario de Sysko y dejando que el personal civil lo escuche. Tendrían una reunión al respecto poco después de embarcar.

Miles parece satisfecho con la noticia del embarque, sin su "niño" no estaba dispuesto a subir a bordo y sin duda agradecía no tener que montar el numerito. 

Sysko nunca se cansaba de meterse con la pose de servicio de Quaritch y por si fuera poco esta vez todavía le duraba el cabreo por la arrogancia de los civiles.

- Que te jodan Ben - su tono no era en absoluto hiriente, sino más bien propio de la confianza - ¿Cuándo vamos a estar en el aire? - quizá tuviera una ligera idea al haber lidiado con el personal

El técnico militar responde con una cínica sonrisa al exabrupto de su socio.

Parece que ya le ha cabreado alguien... no me gustaría estar en su pellejo.

- Pues me parece que la cosa es inminente, así que ya podemos ir embarcando, os estaba esperando para subir - explica sin perder el excelente humor que le acompaña los últimos días, desde que tienen un lucrativo contrato entre manos con una de las grandes - Además, me encanta viajar en primera, ya nos va bien probarlo alguna vez, para variar...

Miles asiente a Sysko dedicándole lo que parece una sonrisa, aunque ha durado poco... y sube delante

- Justo detrás de mi, por favor - da instrucciones a Camile Wray

Parece que el militar no se iba a cansar de buscar peligros hasta que estuvierais a bordo, o quizá ni aún así. 

Por fin habíamos dejado atrás el ver quién la tenia mas gorda, si el guardaespaldas musculado o el gordito valiente. Extrañamente, había ganado el gordito valiente. Aunque el precio había sido muy elevado, no parecía muy inteligente hacer enfadar a un tío con las aptitudes de Quaritch.

Fuimos avanzando y dejamos atrás la zona publica. Todo era mas...tranquilo. Cosa que agradecía. Era la zona privada de la Weyland-Yutani, esa ramera engreída y presuntuosa... y desde aquí se iba a la Estación Orbital Nostromo.

Vi por el rabillo del ojo lanzaderas despegando, a las cuales no presté demasiada atención, había visto muchas en mi vida. Lo que me preocupaba aquí era la inusual, tensa y, me atrevería a pesar frágil, alianza entre WK y WY.

- ¿Que podía ser tan grande e importante para que colaboraran? No podía ser sólo por la colonización.

Por fin llegamos a la zona de embarque. Un lugar de eficiencia, sin ninguna belleza. Algo que era de agradecer.

Al llegar, un hombre de color de aspecto imponente se nos acerca. Escucho la conversación con la consejara Wray.

- He memorizado lo de que evitar molestias aumenta el rendimiento...

Y luego con Quaritch, al cual parecía conocer bien. Al menos para andarse con bromas.

- Ahí te doy la razón. Viajar en primera es lo mejor, y no solo por los martinis y la comida, sino por el espacio y el silencio del que se puede disfrutar.

Cuando dijeron que ya embarcábamos y Quaritch indicó que nos pusiéramos trás él, me posicioné justo detrás de Wray, esperando pacientemente el embarque.

La situación ha sido estresante, pero al final se ha resuelto de forma bastante digna. Y desde luego Laura se alegra de haber tomado partido claramente a favor de Eli, incluso más allá de que le haya resultado simpático desde el primer momento, aun sin tener en cuenta que es su Asistente Sanitario y por tanto estuviese respaldando a un miembro de su equipo… esto era una cuestión de pura y simple justicia. Puede que el chaval se hubiera pasado de gracioso durante el registro, pero ese matón con galones no tenía derecho alguno a humillarlo.

Y en cuanto a la actitud de la Consejera Wray… en un primer momento se ha sentido desconcertada por el modo en que ha permitido hacer, cuando hubiera sido tan fácil ponerle fin desde su posición. Pero luego se ha dado cuenta de que no era tan sencillo, es la responsable de todo el equipo, pero es también una civil, tampoco debe resultarle fácil hacerse respetar por las cuadriculadas mentalidades militares. Así que no podía permitirse el lujo de desautorizar a su guardaespaldas personal. Esa mujer es lista. Ha permitido que las cosas siguieran su curso, pero luego se ha cuidado mucho de defender a Quaritch cuando éste se ha visto abrumado por la contestación colectiva y la presión social ante sus injustificadas pretensiones…

En cuanto al resto, bueno, como en cualquier grupo humano hay de todo, desde los que eluden posicionarse cobardemente hasta quienes dan la talla, como el Dr. McKay, aunque fuera impulsado por un ego de dimensiones cósmicas. Y la secretaria, esa joven rubia tan mona, seguramente sólo pretendía respaldar la autoridad de su jefa contra viento y marea. No podía esperarse otra cosa.

Bien, cuanto menos este desagradable incidente ha servido para empezar a conocerse…

Aunque intenta disimularlo, Eli Wallace está bastante nervioso después del mal rato que ha pasado con el pedazo de animal ese. Aunque al final se haya salvado de la inspección de cavidades en el retrete, los chistecillos durante el primer registro le han salido bien caros.

Vaya una manera de empezar esta aventura, ya pueden pagar bien, ya, porque tener que convivir durante los próximos meses con ese tipo a bordo de un Crucero Estelar…

Sin embargo, a fin de cuentas ha salvado la dignidad. Gracias a haber sabido reaccionar y sin duda también gracias al apoyo de sus camaradas. Algunos de ellos. Desde este mismo momento adora incondicionalmente a la Dra. Roslin. Qué mujer, los tiene bien puestos. Y ese McKay también es un tipo bastante enrollado, aunque a primera vista le pareciese un memo estirado. Igual, a fin de cuentas, esto no esté tan mal, oye…

Esta situación ha sido terriblemente inapropiada, han conseguido que me sienta muy a disgusto con sus estúpidas disputas. Odio las escenas de conflicto. En especial las que pueden acabar con violencia. Si hay un protocolo, se sigue sin más... y si Wallace no hubiera intentado hacerse el gracioso con quién no debía, no hubiese ocurrido nada.

Serio y circunspecto, el Dr. Kavanagh sigue a la comitiva a bordo de la Lanzadera que les llevará a su destino.

Caminando cabizbajo y en silencio, como es habitual en él, John se apresura para no ser el último en subir a bordo. Siempre ha tenido claro que no es bueno ir en último lugar. Ni en el primero. Ni ser voluntario para nada. Ya se sabe, por lo que pueda pasar.

No debería haber firmado ese contrato. Por muy bien pagado que esté. Por mucho que mis investigaciones necesiten esa generosa subvención. Ya echo de menos a mi cerdi. Sólo estoy realmente a gusto en su compañía. Porque nadie más es realmente de fiar. Todos esconden algo. Me dan miedo los militares, son demasiado agresivos, su cerebro es primitivo y necesita reivindicarse intimidando a los más débiles. Y me dan miedo los revoltosos que les plantan cara, siempre buscando conflictos donde podrían evitarlos si no fuesen tan irracionalmente orgullosos. Es como si necesitasen mostrarse combativos para definirse, en aras de su su espíritu revolucionario. Los cambios son peligrosos, deberían saberlo, generan inestabilidad y tarde o temprando siempre se producen desgracias. Y esa mujer, la Consejera Wray, ella también me da miedo, dejando hacer y observándonos con sus ojos rasgados, como si sospechase de todos... hasta su secretaria personal me asusta, es demasiado atractiva, las mujeres tan guapas traen problemas, ya tendremos ocasión de comprobarlo.

Debería haberme quedado en casa con mi cerdi.

Una sonrisa triunfal se dibujó en mi rostro cuando vi como la balanza se inclinaba en dirección a Wallace. Estaba claro que gracias a mi intervención aquel macaco con delirios de grandeza había acabado por recular. Desde luego, ¿a quién se le ocurre cruzarse en el camino del doctor McKay?

Alcé ambas cejas, mirando a mi querida Venus, dedicándole una de aquellas sonrisas de "no es nada personal, nada de esto va contigo", antes de acabar por echar a andar por fin hacia nuestro destino.

-De nada.- dije, sencillamente, echando a andar en dirección a la lanzadera, colocándome en una posición estratégica cerca de la rubia, como no. Podía ser un buen momento para entablar una conversación "casual".

Sin embargo, justo en el preciso instante en el que, tras caminar hacia nuestro destino, me decidí a abrir la boca, alguien más lo hizo por mi, mencionando una palabra que llamó poderosamente mi atención: exoesqueleto.

¿Llevábamos un exoesqueleto a bordo? ¿Con que propósito?

Repasé en mi mente lo que sabía, o más bien lo que había deducido de aquel misterioso proyecto del que nadie me había facilitado información alguna y nada de lo que había sacado en conclusión incluía un exoesqueleto. Curioso. Muy curioso.

Así pues, me decidí a hacer algo que, afortunadamente, hacia pocas veces en mi vida: guardar silencio y escuchar, sacrificando aquella oportunidad de oro para hacer que aquella rubia acabara aquella misma noche rendida en mis brazos.  Una pena, tendría que esperar.

Entretanto... más me valía poner la oreja.

El proceso de embarque es sumamente sencillo, pues todos los trámites han sido cumplimentados por la todopoderosa intervención de las altas esferas de la WK. Y no cabe duda de que la Consejera Wray tiene las cosas bajo control.

Vuestra lujosa Lanzadera privada alza el vuelo rauda, para conduciros a un destino más allá de la atmósfera terrestre...

La Consejera Wray no tarda en ponerse en pie una vez todo está controlado a bordo. 

- Quaritch asegúrese de que todo esta en orden, no nos desviamos del rumbo previsto y que nadie interrumpa nuestra reunión si no es estrictamente necesario - no parecía claro que un militar fuera el más apropiado para determinar si el rumbo era el correcto, quizá solo fuera un innecesario encargo para mantener al militar alejado de la reunión y sintiéndose útil.

La falta de propósito es lo que lleva a los hombres a comportarse como animales y buscar problemas.

Miró a los demás

- El personal civil, que me acompañe a la sala de conferencias - breve y encaminándose directamente a la sala de conferencias de a bordo.

Peter dirige un susurro a Rodney que es perfectamente audible para el resto. Salta a la vista que estos dos se conocen de antes, claro que perteneciendo a campos cercanos de la ciencia seguramente ya habrán trabajado juntos:

- A ver si nos explican de una vez cual es nuestro cometido aquí - se queja - Estoy harto de tanto secretismo...

El embarque fue rápido. No me paso desapercibido que el Doctor Mckay se coloco a mi lado. Ese hecho, las miradas que me había dedicado y ego que parecía tener me indicaron que era el candidato perfecto. En toda misión de larga estancia venia bien contar con una o un par de marionetas que pensaran que te tenían en el bote, cuando era al revés. Los hombres tienden a hacer y a decir cualquier cosa por las mujeres a las que quieren impresionar y Mckay no seria la excepción. Y entre todos esos asquerosos y pomposos científicos era el que menos asco me daba.

Por lo que le sonreí cuando se coloco a mi lado.

- ¿Y cual es su campo de especialización?. Doctor Mckay. Un hombre de su talento sera experto en muchos, aun así habrá uno que se le de mejor.

Fuimos embarcando en una lanzadera privada muy lujosa.

Escucho el susurro de Kavanagh, el científico cobarde que hubiera dejado que sodomizaran a un compañero por no tomar partido.

-Que asco.

-No se preocupe Doctor Kavanagh. Su labor aquí le sera revelada en el momento adecuado. Tenga en cuenta que este secretismo es en virtud del buen desarrollo de la misión y de su propia seguridad. Dije con una amable sonrisa.

Una vez abordo la Consejera Wray mando a Quaricth a comprobar que todo este en orden.

- Espero que no les meta el dedo por el culo a los pilotos... pensé divertida y maliciosa.

Después ordeno que fuéramos a la sala de conferencias. Una sala cómoda y elegantemente decorada. Como mandaba mi función y mi papel, me coloque a la diestra de Wray.

El embarque fue rápido. No me paso desapercibido que el Doctor Mckay se colocó a mi lado, por lo que le sonreí.

- ¿Y cual es su campo de especialización?. Doctor Mckay. Un hombre de su talento será experto en muchos, aun así habrá uno que se le de mejor. Comente con una mirada amable.

Fuimos embarcando en una lanzadera privada muy lujosa, como era de esperar para el equipo de Wray.

Escucho el susurro de Kavanagh al Doctor Mckay.

- No se preocupe Doctor Kavanagh. Su labor aquí le será revelada en el momento adecuado. Tenga en cuenta que este secretismo es en virtud del buen desarrollo de la misión y de su propia seguridad. Dije con una amable sonrisa.

Una vez abordo, la Consejera Wray mando a Quaricth a comprobar que todo este en orden y que el resto entráramos en la sala de Conferencias.

- Una sala cómoda y elegantemente decorada. Como manda mi función, me coloque a la diestra de Wray.

Y entonces, como era de esperar, la magia se obró, y mi inigualable encanto personal hizo que aquella belleza rubia de proporciones perfectas me dirigiera la palabra, como no podía ser de otra forma. Normal.

¿Quién podría resistirse a mi personalidad?

Sin embargo, no convenía mostrarse excesivamente interesado, aunque a aquellas alturas sospechaba ampliamente que tanto Venus como yo teníamos un objetivo común que nos incluía a ambos y a una habitación cerrada con llave.

Esbocé una media sonrisa torcida, una de esas de tipo interesante, y miré a mi rubia acompañante por el rabillo del ojo, con una mueca de profunda satisfacción que no me molesté en ocultar. Por fin alguien que reconocía mis innumerables talentos y méritos-  Oh, por favor, llameme Rodney -dije, como gesto de condescendencia. Un privilegio que no tenían muchos. - Desde luego, alguien como yo es capaz de manejarse con bastante facilidad en los diferentes campos de la ciencia, algo que desde nunca resulto demasiado difícil para mi. Sin embargo, la Física ha sido lo que me ha acompañado principalmente durante toda mi vida, y es ella quien debe agradecerme mis innumerables descubrimientos. - le respondi, con una fingida modestia que poco casaba con mis palabras. -Si quiere, más tarde, podría hablarle sobre algunos de ellos... -dije, en una clara invitación a continuar aquella charla de una manera más sosegada y privada.

Y entonces, como no podía ser de otra manera, el inepto de Kavanagh se metió donde no le llamaban, interrumpiendo aquella interesante conversación que estaba manteniendo con Venus.

 Maldito botarate impertinente.  De todos los momentos en los que podías interrumpir, como de costumbre, con tu mediocridad, has tenido que elegir precisamente este.

-Tal y como dice Ve... la señorita Vickers, "Peter" -dije, con un marcado retintín al usar su nombre de pila que dejaba claro mi profundo malestar por su impertinencia- Estoy seguro de que no tardarán en informarnos de qué estamos haciendo aquí exactamente, algo que, en algunos casos, incluso yo me pregunto. - añadí, en una clara alusión a su presencia en aquella nave.

Y justo en aquel momento, entramos en aquella sala, que me paré a escrutar durante algunos segundos, acabando por asentir imperceptiblemente. No está mal. Ahora solo falta un buen desayuno.

Por desgracia, cuando me disponía a volver a entablar conversación con la rubia, ésta pareció recordar que la habían contratado por alguna razón, y se coloco junto a Wray, abandonándome a mi suerte en medio de aquella elegante sala.

Así pues, hice lo único que podía hacer en un momento como aquel: buscar un lugar bien dispuesto en el que ocupar un asiento que me permitiera tener una buena visualización de aquella mesa, y desde el que ocupara una buena posición desde la que dirigirme al resto si fuera necesario.

Cosas que uno debe tener en cuenta, ya se sabe.