Partida Rol por web

Una sonrisa, un gesto tan banal como al mismo tiempo relevante. Que el soldadito me dedique una sonrisa por mi comentario me dice mucho de lo cerca que he estado de mi blanco. No es modestia el decir que no he dado de pleno, sino más bien precaución, demasiadas organizaciones y demasiados individuos, conocer el mapa al completo es imposible, pero saber que he estado lo suficientemente cerca como para provocar ese gesto facial en Rogers ya dice mucho.

Mas son sus dos palabras, el tono y el sentimiento cargado y concentrado en ellas, las que atraen mi atención. El hecho de que llegue al punto de tener una conversación totalmente privada conmigo, algo que estoy seguro no se planteaba hace unos días, mientras me miraba a través del cristal blindado de Himalia. Sin duda jamás llegaremos a entendernos del todo, sobretodo si metemos la política y mi manera de intentar solucionar los problemas en la conversación, pero creo empezar a vislumbrar las primeras trazas de un entendimiento mutuo a otro nivel. Asiento a su última frase, ciertamente el comedor no es el mejor lugar para tener una conversación privada sobre esos temas, incluso siendo soldado parece saber cómo usar la materia gris de la parte superior de su cuerpo y eso ya es algo a tener en cuenta. - Si, ya lo veremos. - El gesto de mi rostro, así como la mirada que le dirijo a Kodai, indican que sin duda ese hombre me parece interesante.

Miro a Kodai tratando de buscar alguna señal de reconocimiento ante mi fingida metedura de pata, tras revelarle la verdad del asunto que teníamos entre manos -Comandante Kodai, he invertido toda mi vida en tratar de mejorar la humanidad, trabajando codo con codo con la única organización que parecía buscar algo parecido a este ideal. Mi mujer vivió y murió lejos de mí, demasiado ocupado con mis deberes autoimpuestos. Me he perdido cumpleaños, historias, festejos y pesares. Hasta he perdido a uno de mis hijos en situaciones desconocidas -remarco la última palabra con cierto sarcasmo y desprecio- Joder, Kodai... ¿Crees que después de todo lo vivido volvería al trabajo activo para convertirme en el perro faldero de las corporaciones? ¿En un simple matón que amenaza a los que no inclinan la cabeza ante ellos? 

Me detengo unos instantes, conteniendo la respiración, mirando a mi compañero apresado, dejando que reflexione antes de terminar.

- Se ha producido un robo importante, algo que puede tener consecuencias en el futuro de nuestra especie, Kodai, y creo que está usted implicado. Y si usted está aquí, conmigo, lejos de las garras de los agentes de las corporaciones que viajan en esta nave, es porque creo que tiene más valores e ideales que la mayoría. Cuéntemelo todo, comandante, pues creo que ambos compartimos un objetivo vital y que podemos ayudarnos mutuamente.

El viejo comandante retirado observa con atención a su homólogo, apenas unos años más joven, y por un instante se diría que puede percibirse la duda en su interior. Aunque al final baja la cabeza y niega con amargura.

- Me sorprende, Adama, casi estoy por dar verosimiltud a sus palabras -concede- Pero si lo que dice es cierto, me temo que está cometiendo un terrible error. Se ha posicionado usted en el bando equivocado. El ONUG está supeditado a las grandes corporaciones, como usted lo estará sin duda, en esta misma nave, a los representantes que han enviado para controlarle. Y si no sabe verlo, ese será su mayor fracaso -niega con la cabeza lentamente y añade- Como en su momento fue el mío...

Vuelve a alzar la vista para mirarle directamente a los ojos. Y en los suyos hay una profunda tristeza.

- Yo eché a perder toda mi carrera por intentar cambiar las cosas desde dentro, por creer que el ONUG era capaz de parar los pies a las MegaCorporaciones -se sincera- Pero ya es demasiado tarde, si es que alguna vez hubo una verdadera independencia gubernamental con respecto a quienes tienen el dinero... yo ahora podría ocupar un puesto en el almirantazgo, pero me creé enemigos y mire cómo he acabado, exiliado en un insignificante rincón del espacio -sus ojos se entelan por la emoción- Me quitaron el mando del Yamato y lo enviaron al desguace. Intentaron jubilarme con una generosa pensión y una plaza en alguna Estación Orbital Residencial de lujo, como la dichosa Elysium... ¿qué iba a hacer yo allí?

Crispado, aprieta los puños hasta que los nudillos se vuelven blancos, evidenciando su frustración.

- ¿Acaso pretendían que me contentase con eso? ¡Hubiera sido como una muerte en vida! -su voz se vuelve un susurro- Por eso renuncié a todo y volví a embarcarme en cualquier nave dispuesta a aceptar a un anciano como yo a bordo... y por eso llevo años sin regresar a la vieja Tierra. Para mi ya no queda nada allí. Esa ya no es mi casa. Ya no es mi patria. -respira hondo y parece serenarse un poco, aunque la voz le tiembla ligeramente cuando pronuncia una última frase- Mi única aspiración ahora es morir en el espacio.
 

Las palabras de Kodai me rompen el alma y me unen a él en un vínculo creado por la experiencia de una larga carrera y, especialmente, por el dolor al descubrir que todo ha sido en vano.

Mientras respondo al comandante saco una pequeña libreta y un bolígrafo, objetos ahora primitivos en comparación con la tecnología punta que nos rodea. Trato de concentrarme en la tarea, en escribir y hablar con Kodai de dos temas totalmente opuestos. Para ello me tomo largas pausas, dando a entender que reflexiono cuando, en su lugar, deslizo con cuidado el bolígrafo sobre el papel.

La situación no es la que me gustaría, Kodai, pero el fin justifica los medios. Tengo claro que, pese a toda la maldad y avaricia que rodea a las corporaciones, estas son el motor de la humanidad, las que nos han aupado a nuevos logros ¿que me gustaría que tuviesen más ética? Por supuesto, no dejaré de reprochárselo y de estar presente para controlar que sus acciones sean justas y humanas -respondo al hombre dando a entender mi pesar ante la situación pero encontrando los puntos buenos de esta. Mientras tanto el bolígrafo dibuja varias líneas en la libreta, herramienta que me adjudiqué tras mi última reunión con Bester -La ONUG aún vive, viejo amigo, y aunque su poder puede ser inferior al de antaño aún sigue marcando un rumbo, un camino al que se han unido algunas corporaciones, obviamente por intereses egoístas. Pero ese robo del que le he hablado ha dado al traste con ese camino, con ese posible logro de la humanidad. Quiero que me diga todo lo que sabe, que reflexione. Daremos caza a su anterior nave y no quiero que peligre la vida de los míos. Si no colabora, me veré obligado a delegar las funciones del interrogatorio a terceros y, creame, es una opción que no deseo contemplar -concluyo mirando a Kodai y entregándole tanto la libreta como el bolígrafo.

Mi letra, empeorada por el paso de la edad, deja un mensaje claro al comandante apresado.

Aún hay esperanza para la humanidad. Debemos continuar luchando por un futuro mejor para nuestra especie. Tenemos que destruir a las corporaciones, su poder y lo que representan. Mi papel aquí tiene un único fin, boicotearlas desde dentro. No estoy solo. Dígame en voz alta algo de información sobre la otra nave sin revelar demasiado, creo que podrían estar escuchándonos. Deseo que me ayude en esto, la última misión de mi vida. ¿Puedo contar con usted?

Susumo Kodai adopta un gesto escéptico cuando oye las primeras palabras de Adama, alegando a la posibilidad de sacar algo bueno de las corporaciones. Resulta evidente por su expresión inicial que estaba tomando a su interlocutor por un iluso sin remedio… pero luego se muestra desconcertado cuando éste escribe una arcaica nota sobre papel y se la pasa.

Al leer el contenido, la sorpresa se refleja en su rostro. No se atreve a creérselo, pero esto no puede ser algún tipo de treta para obtener su colaboración, resultaría demasiado inverosímil… tal vez sea cierto y todavía quede alguna esperanza.

Entonces, por fin, aparece un feroz destello de alegría en su mirada. Y una sonrisa sesgada se dibuja en su avejentado rostro cubierto de un sinfín de arrugas… aunque el resultado final, paradójicamente, es que parece rejuvenecido. Como si le hubieran insuflado nuevas energías.

- No tengo conocimiento de ningún robo en este sector, de cualquier naturaleza... pero tenga en cuenta también que nunca he demostrado interés por incrementar mis ganancias, el dinero no sirve de mucho si lo único a lo que aspiras es a permanecer en una estación orbital -afirma con vehemencia- Debe creerme, las únicas irregularidades de las que tengo noticia se limitan al hecho de estar proporcionando combustible y soporte vital, en definitiva una base de avituallamiento remoto, a toda una plétora de naves no registradas que conforman una compleja red de transporte, explotación minera y contrabando -revela al comandante Adama- Todos esos vuelos no están registrados oficialmente, por tanto no existen ante el ONUG ni ante las grandes MegaCorporaciones que dominan los mercados… pero sin embargo mantienen una actividad constante en todo el Cinturón de Asteroides y más allá, en las órbitas transneptunianas. Y créame, no somos los únicos en haber convertido el proporcionarles abastecimiento en una parte sustancial de nuestro negocio.

Hace un alto para tomar aliento, mientras su mano anota algo al pie de lo escrito por Adama.

- Todo ese tráfico no es desconocido por el ONUG, por supuesto, los radiotelescopios pueden localizar muchas de esas naves desde los centros de observación oficiales -razona mientras adopta una posición relajada- Pero coincidirá conmigo en que los recursos de la Armada Estelar son dramáticamente limitados y ni en sus más ambiciosos sueños podrían permitirse enviar un Crucero de Combate para controlar la actividad de cualquier pequeña nave prospectora que esté ejerciendo explotaciones no declaradas en los lugares más remotos del Sistema Solar…

Tiende la libreta de nuevo a su interlocutor.

- Pretender controlar toda la actividad minera espacial en el siglo XXIII es, como se diría en los tiempos anteriores a la revolución industrial, intentar ponerle puertas al campo -se regodea en la impotencia de las Corporaciones para aplicar de facto la legislación que presionan al ONUG para aprobar y defender, en tanto que su marioneta ante la opinión pública- Siempre habrá un pequeño volumen de actividad marginal, ellos los llaman outsiders…  y desde una infinidad de estaciones orbitales menores les proporcionamos la infraestructura que necesitan para seguir operando ahí fuera -se incorpora en su asiento y refuerza su tono de voz con un marcado orgullo- Le aseguro que me siento orgulloso de haber colaborado a esto.

En la hoja de papel que le ha pasado, garabateado bajo las líneas que él mismo había escrito, hay una única palabra y toda una serie de coordenadas:

Por la expresión de Kodai al leer la nota veo que ha entendido lo que pretendo. Las palabras que pronuncia a continuación no hacen más que confirmarme que tengo un nuevo aliado en mi particular batalla. Observo la nota que me devuelve con cierta atención y algo preocupado pues no podré informarme de lo que ocurre en dicho sector sin tener que usar a terceros y, realmente, ya no me fío de casi nadie.

Le creo, Comandante Kodai, pues si se parece tanto a mí el dinero, como ha dicho, no le supone interés alguno -afirmo continuando con la conversación mientras garabateo algo más en el otro lado del folio -su información no termina de ser útil para lo ocurrido pero nos aporta un nuevo enfoque. Seguramente reciba nuevas visitas en los próximos días, espero que colabore igual que lo ha hecho conmigo. Ordenaré que le traigan algo de comer, comandante -le muestro la nota antes de salir de la improvisada prisión.

Deme tres días para sacarle de aquí sin levantar sospechas. No cuente demasiado a nadie. Tendrá un compañero de habitación peligroso pero no para aquellos que luchan contra las corporaciones.

Tras concluir el interrogatorio salgo y doy nuevas órdenes al sargento Pentecost.

Sargento Pentecost, establecerá usted una vigilante permanente en esta habitación hasta que yo ordene lo contrario. Nadie puede entrar y salir de aquí sin mi permiso salvo usted, el Brigada Rogers y Riddick. Organice las rondas y deje claro a sus hombres que no pueden entrar en la habitación. Usted debe ser el encargado de traerle la comida al Comandante Kodai -ordeno a mi fiel hombre, mostrándome tajante en varios aspectos.

Una vez dejado todo claro con Kodai y su seguridad camino con dos claros objetivos en mente, relatar la nueva información a los hombres de las corporaciones y charlar un segundo con Riddick para informarle sobre su nuevo compañero de celda.

Por la información de terceros me consta que Riddick pasa bastante tiempo en la bodega de carga así que me dirijo allí sin perder el tiempo.

El comandante Adama se cruza con Rogers y Riddick cuando recorre los pasillos del AURORA en dirección a proa...

Observo con atención a la pareja de hombres, tan distintos y tan similares. Me paro frente a ellos pues tengo cosas pendientes con ambos.

- Buenas tardes Brigada, buenas tardes señor Riddick -saludo con educación a ambos antes de centrarme en el primero- Rogers, ya tengo la información que me pidió, pásese a charlar conmigo cualquier día que tenga un rato libre -comento haciendo clara alusión a Riddick, su carga personal- Y ahora, si me permite, me gustaría hablar con el señor Riddick a solas. Se lo devolveré en no más de quince minutos, puede tomarse ese tiempo para relajarse en el comedor de tropa -pido permiso aunque no espero a su respuesta, simplemente camino y me quedo al lado de Riddick, hablándole a este- Vamos, demos un pequeño paseo por mi nave.

Adama aparece en los pasillos, por su manera de moverse y de mirar en dirección a Rogers y hacia mí, queda claro que tiene algo que decirnos. Saluda educadamente como siempre y yo no puedo evitar una sutil muestra de desagrado en mis labios y en mi mirada ante el término "señor". El viejo se dirige primero al soldadito, informándole de que ha conseguido algo de información que este buscaba, y que cuando quede libre de sus responsabilidades de perro guardián, puede pasarse para hablar con él. Cuanto tacto por parte del viejo para decir algo que todos sabemos. Nunca entenderé a qué tanta educación y protocolo, comportarse como un caballero no indica que lo seas, aunque en el caso del viejo no creo que eso sea aplicable... el honor parece formar parte de su código genético. Acto seguido le indica que va a hablar conmigo en privado, y sin esperar respuesta avanza hasta ponerse a mi altura. No puedo más que hacer lo mismo, asintiendo a sus últimas palabras y esperando en silencio a que decida ponerme al corriente sobre esta conversación privada.

Estoy seguro de que a Rogers no le agradara que me quede a solas con el viejo, pero aunque sea muy capaz de matarlo aquí y ahora... no tendría ningún sentido. Perderia más que ganaria.

Saludo al comandante con un gesto militar. - Señor - digo en respuesta a su propio saludo.

Escucho la información que nos da y parece evidente que no me gusta la idea de dejarle solo con el prisionero. No parece muy probable que vaya a suceder nada, pero aún así, parece un riesgo innecesario. Sin embargo, una vez más no voy a discutir sus instrucciones.

- De acuerdo, hablaré con usted cuando termine con Riddick - le digo finalmente. Después de todo, hay muchas más cosas que quiero comentar con él además de la información que tiene para mí.

Saludo nuevamente antes de girarme hacia Riddick. Hemos pasado suficiente tiempo juntos como para entendernos sin hablar. Mi gesto severo con el ceño ligeramente fruncido no deja de ser una advertencia por mucho que hayamos relajado nuestra relación y su media sonrisa sarcástica me pregunta en silencio qué ganaría él con eso.

- Nos vemos luego - digo sencillamente al prisionero.

El capitán Rogers, ahora con su rango militar rebajado al de brigada, retrocede por el pasillo, esta vez sin la compañía del preso que recogieron en la penitenciaría orbital de Himalia. Y cuando ve al representante de la Weyland-Yutani, se aproxima con paso decidido para decirle algo... 

Saludo al represetante de WY y me acerco a él con paso firme.

- Señor Smith, me alegro de verle - digo cuando estoy a su lado, aunque sin mostrar ningún tipo de emoción, mucho menos "alegría". - Llevo varios días con intención de hablar con usted, pero la vigilancia de Riddick me ha impedido encontrar tiempo para hacerlo en un horario razonable... ¿Tiene un momento? Hay varias cosas que me gustaría comentarle.

Observo a mi alrededor durante un instante.

- Aunque tal vez los pasillos no sean el lugar más apropiado - añado con tranquilidad. - ¿Podríamos hablar en su despacho o, si lo prefiere, tomando un café en la cantina?

Camino con Riddick por la nave mientras le hago un par de preguntas sin demasiado peligro -Y bien, señor Riddick, ¿que tal su estancia en la Aurora? Se que no es su lugar ideal pero, dado su comportamiento ejemplar, creo que podremos charlar sobre posibles quejas, si tiene alguna.

Por fin llegamos a la bodega de carga y, una vez allí, observo que todo esté vacío antes de hablar.

Riddick, la otra celda de su habitación ahora está ocupada por un viejo comandante, el señor Kodai. Él es un aliado potencial de nuestra tarea -confío a mi aliado -creo que él está trabajando con alguien para luchar contra las corporaciones. Mire, le voy a ser sincero, estoy tratando de traer a más gente a nuestro bando pues cada vez tengo más clara nuestra odisea. El problema es que solo puedo confiar ciegamente en usted, Riddick, pues sé que su dedicación no es interesada. Usted ya lleva un tiempo aquí así que creo que puedo preguntarle ¿que piensa de Bester y Rogers? ¿crees que accederán a unirse a nuestro bando? ¿crees que son de fiar?

Espero la respuesta de Riddick pues, en el fondo, él es la piedra sobre la que deseo levantar mi revolución. Su convicción es firme y tiene aliados, todo lo que puedo desear y esperar.

Adama es el primero en ponerse a caminar y yo simplemente me pongo a su altura a la espera de que comience a hablar. Estudio sus facciones mientras lo hace, para intentar sacar lo máximo posible de este hombre, mi aliado hasta el momento… el único habría que decir. Su primera pregunta me sorprende, obligándome a abrir ligeramente los ojos, en un gesto casi imperceptible mientras dejo pasar el “señor”, sin duda Adama no va a perder las formas por más que lo intente. – Ninguna. – No soy de los que se quejan, si alguien tiene un problema pronto descubrirá que no soy de los que van llorando al oficial superior.

El camino se me hace conocido, sobretodo cuando acabamos ante la puerta de la bodega de carga, para una charla confidencial el sitio es jodidamente grande pero no seré yo quien ponga pegas a esta reunión. Entramos y tras observar como Adama mira cada detalle del lugar en busca de la más absoluta soledad, se gira para ir al grano. – Pues no parecía tenerle mucho aprecio que digamos. Aparte que tiene usted una extraña costumbre, trayendo a sus posibles aliados a esta nave encadenados. ¿Era necesario con Kodai? – Es un chiste malo, pero era inevitable que saliera a la luz. Dejando claro que entiendo mi posición pero puede ser que Kodai no esté tan de acuerdo con respecto a la suya. La posibilidad de que trabaje con alguien, luchando contra las MegaCorps lo coloca en un nivel de interés incluso más alto que antes. Sin duda ese hombre merece que le dedique al menos una conversación.

Adama realiza otra confesión, indicando que busca más gente para la odisea en la que nos hemos embarcado, un viaje sin vuelta en su caso… y otra acción contra las MegaCorps en el mío. Le miro antes de pasar la mirada al hangar y pasar una de mis manos por mi corto cabello, frotándolo un par de veces mientras mis ojos se pierden en las paredes metálicas del hangar. – No he tenido el placer de una conversación con su loquero hasta el momento, si llega a darse, le comentare mis impresiones. En cuanto al soldadito. Rogers. – Un lento suspiro, suave sale de entre mis labios. – Sin duda parece cortado por el mismo patrón que usted, solo que unos cuantos años más joven. Cree firmemente que a través de los organismos existentes puede cambiarse el mundo, que la ONUG tiene algún poder real para darle la vuelta a todo esto. Lo consideraría un aliado valioso, sobretodo porque si acepta no parece de los que duden del camino elegido y dudo que nos traicionara. Pero si quiere convencerlo de cambiar de bando, o al menos estar dispuesto a hacer algo moralmente reprochable, la tarea es simple: imagine que necesitaría para convencerse a sí mismo hace cuarenta años. Es un idealista, no será sencillo, pero si lo consigue… será un aliado inestimable. – Me callo mientras vuelvo a mirarle, esa es mi apreciación. Cambiarlo de bando no será fácil, para nada… pero si se le consigue abrir los ojos a la oscura y podrida verdad, no solo esa leve mugre que hay en la superficie, no, lo que hay realmente en el fondo. Entonces sin duda tendrá una oportunidad de convencerlo. - Lo bueno es que sabe que este mundo está podrido y corrupto. Así que le diría que echase un vistazo a los campos de batalla en los que ha estado Rogers, que los estudie no como un miembro de la ONUG, sino como una MegaCorp y viera si esas acciones estaban justificadas o por el contrario fueron realizadas para el provecho de estas. Hágale saber que su duro trabajo siempre será utilizado, de una u otra manera por las MegaCorps, a la mínima posibilidad y muéstreselo en su pasado... eso podría decantar la balanza incluso del mas idealista.

Súbitamente se activa el intercomunicador del comandante, ubicado en un emblema de su solapa y que funciona también como localizador personal siempre que se encuentre a bordo de la nave. La voz levemente nasal del teniente Gaeta es fácilmente reconocible:

- Puente a comandante Adama, los sensores han localizado un prospector modelo Shakhter-4 con probable rumbo a la vieja Tierra, suponemos que se trata de la Valentina Tereshkova, bajo el mando del capitán James Cole, pero todavía no hemos contactado. Se requiere su presencia en el puente.

Riddick responde a mis peticiones e información, haciendo clara muestra de su sardónico humor, fruto de una mente torturada y violenta. Pese a querer hablar con él largo y tendido una llamada solicitando mi presencia en el puesto de mando me obliga a acelerar las cosas.

- Maldita sea, debo marcharme Riddick. Escúcheme, creo que puedo poner al señor Rogers en nuestro bando y, en teoría, Bester es de los nuestros, sabiendo ya cuáles son mis planes. Parece que sus ideales son muy parecidos a los nuestros aunque se asimila tanto a mi forma de pensar que me hace desconfiar por sí está diciendo exactamente lo que quiero oír. Usted se quedará ahora en sus estancias y cuidará de nuestro común aliado, Kodai. No le cuente demasiado, si yo fuera de las corporaciones habría puesto micros en casi toda la nave, especialemente en las habitaciones -aconsejo mostrándole la sala en la que nos encontramos -por eso le he traído aquí, no creo que pongan micros en esta zona. Tenga cuidado y cuídese, es mi mayor aliado en esta causa. Vamos -le urjo a partir para no hacer esperar a Gaeta y al resto.

Una vez de vuelta al lugar donde espera Rogers le doy unas órdenes claras -Señor Rogers, acompañe a Riddick a sus habitaciones y quédese allí, dejando que el señor Pentecost pueda librar de su guardia. Cuide que nadie entre en esa estancia pues las vidas de Riddick y del comandante Kodai son nuestra responsabilidad. El único que puede entrar hasta que le de nuevas instrucciones es el sargento Pentecost para traer comida. Volveré a por usted en cuanto termine -concluyo marchándome al puesto de mando, dejando claro al Brigada que nuestro compromiso de charlar sigue en pie.