Partida Rol por web

- Agente Bester, le recibo y espero que usted haga lo propio. -respondo tratando de imaginarme mandándole un mensaje al propio Bester- Para este tipo de cosas le permití participar en la misión, aunque no deja de sorprenderme. Manténgame informado de todo.

La voz engolada del informático llega al equipo de infiltración a través de la estática de los comunicadores:

—Oh, no se preocupe, comandante. No creo que una vieja estación como esta cuente con un sistema demasiado sofisticado... —Se escucha entonces cómo Baltar comienza a teclear a un ritmo frenético en su terminal. Para un momento y suspira—. Vamos allá.  

Y así comienza la infiltración en el sistema electrónico de la estación Olvido. 

—Bien, Tricia, es el momento —le dice a la IA cuando deja de teclear—. Mándale ya el mensaje a McKay y prepárate para burlar las defensas de la estación orbital y de la propia AURORA, como hablamos¹. Sea cuál sea el resultado del ataque informático, hoy será el día en el que empezará todo —por segunda vez, se dice para sí—. Necesito saber también qué están haciendo Lucy, Mr. Smith y la Consejera. Avísame cuándo consigas localizarles.   

La Inteligencia Artificial contesta de un modo un tanto atípico, con una voz átona y sin modulación que resuena en tu mente desde el implante neural en que está ubicado su hardware:

- Iniciando proceso de migración.

Sólo entonces te haces consciente de que debe haber desinstalado la mayor parte de sus funciones para facilitar el proceso de copiado en la CPU principal del AURORA.

Y eso implica que no vas a contar con su apoyo para lanzar este ataque informático...

El antiguo niño prodigio y supuesto genio de la informática en enfrasca en su duelo con los sistemas de seguridad de esa estación orbital rescatada del desguace para ser convertida en nido de contrabandistas y miembros del crimen organizado...

- Claro que puedo leer lo que pienso, Señor Riddick. Y no hace falta que *grite* tan alto, no es necesario, de verdad. - Hizo una pausa, momento que coincidia con Bester mirando de Reojo a Rogers. - Hablaremos más tranquilamente sobre este tema cuando volvamos, Riddick. Ahora hágame un favor y actúe como le indique. Yo puedo saber lo que el enemigo piensa, cómo se mueve y dónde esta. No pensará que Adama estaba enviando solo a un político ¿Verdad? -

- Le escucho, Comandante. Puedo notar las mentes de los hombres en el interior de la estación. No se mueven por ahora, no creo que nos hayan detectado. Le mantendré informado pero, recomendaría no usar los canales de radio convencionales por... pura seguridad. -

El menudo agente de la ONUG se limitó a esperar que abrieran la compuerta y que ese genio del que todos hablaban cumpliera con las expectativas, y de paso sus obligaciones, no permitiendo a las alarmas saltar y avisar a toda la maldita estación de su presencia. Mientras, miró a Riddick un momento, comprobando lo que estaba haciendo y después a Rogers, para acabar mirando hacia la pared y cerrando los ojos.

—¿Tricia? —lanza la pregunta al vacío, pues Seis no va a darle ninguna respuesta en ese estado.

Porque claro, ¿es la migración? ¿O alguien se habrá adelantado a sus planes?

Niega con la cabeza y aparta las dudas de su mente. Si hubiera algún problema, Tricia le habría alertado con anterioridad. Ahora estaba él sólo contra Olvido. Y puede que lo estuviera también contra el servidor central. Pero con Young fuera de escena, se las apañaría. Aún sin Tricia para apoyarle.

Manda entonces manualmente el mensaje a McKay... y da comienzo a la operación.

—El todo por el todo —murmura para sí, una reminiscencia de su adolescencia como hacktivista antisistema. 

Los dedos de Gaius se mueven a toda velocidad en el teclado de su terminal en el puente de mando ante la atenta mirada de los oficiales allí congregados. El programa de los drones parece funcionar a pleno rendimiento, reduciendo las deficiencias en las comunicaciones a apenas una milésimas de segunda.

Así sí que puedo trabajar.

Comienza la intrusión. Afortunadamente la estación civil no cuenta más que con las medidas estándar de una nave de su condición. Empieza a atravesar las capas interiores del firewall, superando los hielos defensivos con facilidad y esquivando los programas guardianes con las utilidades desplegadas en paralelo que había instalado en el ordenador central del AURORA.

Ya casi está…

El doctor Baltar se emplea a fondo para no levantar las alarmas de los sistemas y, en breve, se hace con el control de la estación orbital "pirata" conocida como Olvido... 

El ordenador central de la Estación Orbital Olvido queda bajo el control del singular genio informático. Ahora puede modificar las directrices que gestionan el cierre de compuertas, los sistemas de videovigilancia... incluso el soporte vital.

Todo ello sin que nadie a bordo se haya percatado de la intrusión, al menos hasta que empiecen a detecar anomalías en el funcionamiento, claro, y alguien se conecte al sistema para comprobarlo. Entonces se desataría un duelo cibernético que contrastaría las habilidades de los dos (o mas) implicados en esta fase de guerra electrónica.

La compuerta externa de la destartalada estación orbital emite un destello de luz verde y de sus márgenes emerge una vaharada de aire a presión que rápidamente se disipa en el vacío del espacio, corroborando que se ha producido una descompresión de la cámara estanca a la que debe dar acceso. La puerta está abierta y el camino aparentemente despejado.

Parece que el doctor Baltar ha cumplido con su parte. Y al final no vais a necesitar ese soldador de vacío.

- De acuerdo. Nosotros ya tenemos acceso a sus sistemas informáticos. Trataré de obtener información sobre nuestros enemigos y nuestros hombres y se lo comunicaré de inmediato. Reduciremos nuestras conexiones al límite para evitar ser descubiertos. 

- Bien hecho Baltar. Imagino que el acceso a imágenes de las cámaras de vigilancia no provocará sospecha alguna. Obtenga toda la información posible y veamos cuales están en el camino de nuestros hombres. Para evitar que los detecten podríamos congelar la imagen los segundos necesarios... -propongo al eficiente informático bajo mi mando.

La compuerta da paso a una cámara estanca que, tras el hermético cierre del acceso exterior, vuelve a bombear una atmósfera supuestamente respirable en la estancia antes de permitir el acceso al resto de la estación orbital...

Parece que Gaius Baltar está logrando poneros las cosas fáciles. Incluso la cámara del circuito interno de seguridad, que unos ojos adiestrados como los vuestros no tardan ni un instante en localizar sobre la compuerta opuesta, semioculta en uno de los rincones, tiene el piloto de grabación apagado. Aunque claro, confiarse en exceso nunca ha sido saludable...

El genio de la informática deja escapar una risilla nerviosa, propia casi de un científico loco de las viejas holopelículas, mientras sigue tecleando de forma compulsiva. Parece que se lo está pasando en grande, aunque su concentración es tal que no contesta con palabras. Pero al instante aparece una imagen en el holoproyector central del puente de mando.

Es fácil reconocer a Riddick, ataviado con la armadura de combate presurizada, abriéndose camino en el interior de la estación orbital Olvido. Y tras él pasan sucesivamente Steve Rogers y Alfred Bester. No hay sonido, pero es obvio que se trata de un sofisticado prirateo de la señal del sistema de videovigilancia, enviado desde la estación en la que se están infiltrando.

Tiene sentido. Aunque la señal sea muy débil, teniendo los códigos de acceso se puede rastrear cualquier emisión, incluso desde esta distancia. Y todo sin correr riesgos, pues no estáis emitiendo nada en absoluto desde la AURORA.

- Si no les importa, yo iré en segundo lugar. - Habló el menudo agente de la ONUG, señalando hacia la compuerta ahora abierta. Esperó a que pasara el primero, para hacer él mismo lo propio mientras mantenía fija la mirada en el eje central de la estación, alzando la vista y bajandola, como si buscara algo.

Agathon era uno de esos soldados que habían marchado a la estación, y que él conocía. Uno de aquellos en los que ya había depositado una llave para entrar en su mente. Sería el más fácil de localizar de los rehenes. Mucho más eficiente que las maquinitas de Baltar. Y para que Steve no lo descubriera, tenía intención de decirselo a Riddick y que fuera él quien lo dijera.

Respiro aliviado cuando la compuerta se abre. Le indico a Bester que pase al interior mientras separo un poco los drones del acceso, asegurándolos a la estructura de la estación en una zona suficientemente separada de la compuerta y las escotillas próximas para que no puedan verse desde el interior o en un examen de superficie no demasiado detallado.

Una vez los dejo colocados, sigo a Riddick y al agente de la ONUG al interior de la estación. Espero que no hubiera nadie vigilando esa cámara de seguridad o la telemetría de esa compuerta justo en el momento del corte, pienso. A pesar de estar bastante seguro de que el informático hará su trabajo casi a la perfección, el retraso de la señal desde el drone hasta el AURORA puede permitir que alguien que esté mirando por casualidad uno de los monitores perciba algo raro y, si son suficientemente paranoicos, es posible que manden a alguien a investigar.

Asiento a las palabras de Bester. Ciertamente es preferible que vaya en medio la persona que tiene menos experiencia en este tipo de misiones. - Tú dirás, Riddick - le digo al otro hombre mientras me coloco en la retaguardia, vigilando que nadie se acerque por detrás.

Cuando Alfred Bester se concentra, ya libre de las tensiones de estar flotando en el espacio fuera del casco de la nave, y expande sus excepcionales sentidos para captar mentes... queda sobrecogido por la cantidad de psiques individuales que está percibiendo. Debe haber casi un centenar de personas a bordo de esta descartalada estación orbital, que desde luego dista mucho de estar abandonada.

Aunque la mayoría están alejadas, casi todas en torno al eje central de la estructura y las cubiertas superiores. Además, tienen un patrón de pensamiento singularmente disperso. No siguen ningún orden motivacional concreto, no trabajan en equipo. Aunque desde luego todos tienen claro que hay que respetar cierta jerarquía, según el más primario de los modelos de interacción humana: obedecen la ley del más fuerte y el hombre fuerte aquí es Kaiju, arropado por sus leales. Incluso se atrevería a aventurar que buena parte de las conciencias que capta no están en plenitud de sus facultades, muchos de ellos parecen... drogados. Y si hubiera de definir un extracto de sus pulsiones, algo que concentre la mayor parte de sus pensamientos, lo primero en sus prioridades es la ambición personal, la avaricia, el ansia por consolidar su bienestar más inmediato. Y lo segundo, sin duda el sexo. Una gran parte de los individuos a bordo de esta casa de locos están perdidamente cachondos, y se dejan llevar por sus instintos más primarios.

Aunque por lo que ha podido captar, ninguno está alerta, cuanto menos en las proximidades.