Partida Rol por web

¡Mierda!- Parks sabía de memoria cada página de aquellas novelas pero les tenía cariño, las atesoraba como talismanes ya que le ayudaban a desconectar de la guerra en los escasos momentos ocio. Miró como los libros se abrían y revoloteaban como aves huidizas mientras el viento no paraba de arreciar cada vez con más intensidad. No acababa de comprender de dónde venía aquel vendaval que les sacudía a él y a sus compañeros y no sabía que hacer más que buscar un asidero para no terminar arrastrado.

Haciendo caso de las palabras de Grimm cerró los ojos, aunque estaba cerca de él sus palabras sonaban lejanas y apagadas.

-¡Demonios!, esto es una locura.-

Martin se acurruca junto a una de las columnas esperando a que el viento amainara, pero este sigue aumentando en fuerza e intensidad. Las manos que tiran de las correas y desenganchan las cinchas de las mochilas se hacen cada vez más presentes. Era imposible que el viento, por muy fuerte que fuese, soltara la hebilla de una mochila o abriera una cremallera totalmente cerrada.

Zarandeado de un lado a otro y cegado por el viento, James parecía una marioneta. De uno de los bolsillos internos de la gabardina del acomodado diletante sale disparada su castilla de pagas. Igual suerte corre Parks, pero esta vez las manos invisibles sueltan su estera.

El cabo, abriendo y entrecerrando los ojos consigue ver de nuevo. La gruta continua llenándose de polvo y el viento continua aumentado en intensidad, la única iluminación es la luz que se filtra desde la entrada. Pero si el viento sigue subiendo en intensidad puede que esta escasa luz llegue a bloquearse.

Recortándose contra la luz de la entrada se ven dos sombras avanzando, son  Mcnalley y Ryan. Los dos soldados consiguen llegar hasta la cuerda formada por las correas y el montón de escombros que conducen a la salida, aunque en el avance Mcnalley perdió un reloj de pulsera que llevaba escondido en el bolsillo.  Solo les queda un último esfuerzo para salir de esa maldita gruta. 

Poco a poco veo alguna cosa como dos siluetas allí en la entrada de las cuevas, no grito pidiendo ayuda al no poder distinguir quienes son.

Intento centrar mi mirada, recientemente recuperada visión, en ambas, pero vuelvo a perderla de nuevo al volvérseme a llenar los ojos de tierra. Para acabarlo de arreglar el viento vuelve a intentar abrir mis bolsillos y correajes.

Anthony cerró los ojos por causa del fuerte viento y se encontró avanzando a ciegas.

-Maldita sea, no veooo...-

Entonces notó que algo se escapaba de su mochila, cuando echó la mano notó que las correas que aguantaban la estera daban latigazos al aire. Genial, como si no bastara dormir al raso ahora no tengo nada que me aísle del frío suelo. Pensó el soldado que no recordaba la última vez que había dormido a pierna suelta. Pero era mal momento para pensar en dormir, debía aferrarse a las paredes para que el viento no se lo llevara a él también.

El polvo levantado por el viento me hace perder la visión durante unos minutos, parte de nuestro equipo es desparramado por nuestro alrededor, pero hasta no llegar a un punto donde el viento hubiese amainado abrir la mochila sería una locura.

- Tenemos que salir de aquí.

Cojo a uno de los compañeros que aun parecen cegados y los aproximo hasta la cuerda antes de empezar a subir por ella.

- Ahora una pequeña escalada y salimos de este maldito agujero.

Esto no es normal. La idea que hemos despertado los muertos pasa fugaz por mi mente, y eso me da un sentido empujón a mi voluntad. Si antes tenía ganas de salir de ahí, ahora me urge pues siento el abrazo agobiante de ese viento de los muertos, como si quisiera llevarme o retenerme aquí. Nada más deseo en ese momento que huir y me levanto con la misma fuerza del viento que empuja mis piernas en una carrera que se hace corta hasta la cuerda.

En su avance hacia la improvisada salida, compuesta por los escombros del derrumbe y por las improvisadas cuerdas, Richard pierde en algún momento del sendero el reloj de pulsera “que tenia de prestado”.

- ¡No mierd…! ¡Cof! ¡Cof! - farfulló ahogado a medias por el polvillo arremolinado.

Al carajo la cueva y el oro. Pensó el pelirrojo al tratar de enfocar sus esfuerzos en asir la cuerda y salir de allí pese a que el viento huracanado solo aumenta y sus efectos son poco mas que extraños para el.

Ese reloj estaba bien guardado. Volvió a pensar, dudando del “accidente”...

Aunque nada podría hacer, cuando el viento tomo represalias con Richard, impidiendo casi cualquier acción por mucho empeño que dejara en el camino.

Me dirijo hacia las cuerdas y me dispongo a trepar para salir de la gruta. Pero me resulta muy dificil con este viento aún así lo intento, agarro las cuerdas y hago un último esfuerzo.

El cabo era arrastrado de un lado a otro de la cueva como un muñeco de trapo, el viento lo había cegado e impedía que caminara con un rumbo fijo hacia la entrada. Anthony, a pesar de llevar gafas, también quedo cegado por el viento que seguía levantando el polvo acumulado durante años en la caverna.

Emmett  es capaz de llegar hasta la cuerda he iniciar el ascenso, pero a medio camino tropieza y rueda has al fondo de la cuerda. Puede que por la aparatosa caída o puede que fueran las misteriosas fuerzas que habitaban la cueva el cazo que Emmett portaba en su mochila sale despedido revotando contra las paredes.

La mala suerte se ceba con Mcnalley. El viento le sacude, mientras el polvo lo ciega y una cajetilla de cigarros sale volando fuera de su bolsillo.  En tal tesitura no es capaz de agarrar la cuerda he iniciar el ascenso.

Manson trepa con agilidad por la cuerda de la entrada alcanzando la pradera del campo de batalla. Durante el acenso, las misteriosas manos que juguetean con vuestro equipo consiguen soltar una de las cartucheras y un cargador con sus correspondientes cartuchos cae al fono de la cueva. Siguiendo a Manso va Martin el cual alcana la superficie con mayor dificultad pero sin perder nada de su equipo.

En la pradera del exterior el sol brilla en lo alto, y aunque hace frio, no hay nada de viento. En cambio en la cueva el viento siegue aumentando en intensidad pasando a ser un terrible vendaval que dificulta caminar o mantenerse en pie

Maldiciendo el golpe de mala suerte, en conjunto con la perdida del paquete de cigarrillos y la momentánea ceguera, Richard comienza a dar manotazos al aire hasta asir la cuerda que la vez anterior se había escapado de sus manos por el viento empecinado en dar batalla.
En esta ocasión el pelirrojo logra aferrar la improvisada cuerda con renovada energía para lentamente comenzar el ascenso.

- ¡Sube! ¡Sube!¡Sube!- repite en voz alta pasa si mismo a media que gana altura.

Con un poco de suerte muy pronto estará afuera de la maldita caverna, besando el lodoso suelo del bosque.

Aun mientras escalaba para salir de la caverna el viento seguía golpeando mi cuerpo, una vez mas parte de mi equipaje terminó perdido por el suelo del agujero. Parte de mis municiones terminaron diseminadas por el suelo, en ningún momento pensaba en bajar a por ellas.

- Vamos señores, ya casi estáis sobre las cuerdas, un pequeño impulso y estaréis fuera.

El polvo golpeó los ojos de Parks impidiéndole ver y, por consiguiente, alcanzar la cuerda que le llevaría a la salida. Entonces oyó unos golpes metálico que se alejaban, aunque no estaba seguro de lo que era podía imaginar que sus compañeros estaban perdiendo parte de los contenidos de sus mochilas.

El viento se hacía cada vez más fuerte y Anthony ya se veía arrastrado por el de nuevo al interior de esa extraña caverna. Entonces oyó a Manson dándoles ánimos ¿había alcanzado la salida?. Anthony se esforzaba por avanzar y buscar a tientas la cuerda que le ayudaría a salir, no era tarea fácil.

El viento me empuja de un lado a otro, me aplasta contra la pared para luego apartarme de ella como si quisiera devolverme dentro de la cueva, me zarandea y lanza tierra y polvo en la cara. Con los ojos entrecerrados y poniendo gran atención a mis movimientos, con mucho esfuerzo, consigo subir y salir al exterior de la cueva. Una vez arriba, me dejo caer al suelo, resoplando, atemorizado y exhausto. Miro al cielo, tranquilo y claro, pues aquí no sopla el viento, ni tan siquiera una leve brisa. En ese momento soy realmente consciente del embrujo del que he salido. Parece que la ira de los muertos se ha alzado sobre nosotros. Junto a mi sólo está James. Parece que esta vez también hemos sido los dos más afortunados. Temo por el resto de mis compañeros.

Suelto mi mochilla y la lanzo unos metros más allà del agujero.

Con el cuerpo a tierra, alargo mis brazos para intentar alcanzar al siguiente que trepe para ayudarlo a salir y que no sea por culpa del último metro de escalada que fracase.

- ¡Venga chicos, trepad! ¡Trepad!

Oigo los gritos de mis muchachos y parece que alguno ha logrado salir de aquí. Animado por ello, aunque completamente cegado me coloco de espaldas al viento comenzando a pasarme un pañuelo por los ojos. Al cabo de un rato comienzo a ver, de forma borrosa todavía, y me giro para volver a quedarme completamente cegado por una nueva nube de polvo.

Tienes que intentar orientarte de alguna manera, los ojos no hay manera. – ¡Chicos, si alguno ha logrado salir hacernos saber donde estáis!

Observo como Grimm y Parks, aunque muy cerca de la cuerda improvisada no consiguen dar con ella para trepar. Ryan tiene la cuerda agarrada pero sus intentos por ahora han sido infructuosos. Intento ayudar alentando a Ryan y ofreciendo mi ayuda en el último metro tirando de él, y también dirigiendo a gritos los pasos del cabo y Parks. Espero que con mis indicaciones consigan llegar a la cuerda.

Anthony logró alcanzar la cuerda y se aferró a ella con todas sus fuerzas ya que el viento le arrastraba con una fuerza antinatural.

Comenzaba a recuperar la visión, se frotó con la manga y comenzó a recuperar la visión poco apoco, los ojos le escocían y lloraban, seguramente estarían enrojecidos.

Dió unos últimos pasos hasta que llegó por fin al exterior donde se dejó caer al suelo al no notar ya la fuerza del viento. Entonces gritó a William y los demás aunque, quizá, se tratara de un esfuerzo inútil.

-Venga, subid hasta aquí, ya os queda poco ¡usad la cuerda!

Cegado, el granjero da vueltas por la cueva tratando de buscar la salida.