Partida Rol por web

Las últimas horas habían sido duras, y habían ocurrido demasiadas cosas. Cosas que el destino hubiera podido empeorar. Los compañeros habían conseguido entrar en Tallin, y habían averiguado que estaba ocurriendo en aquel lugar, antaño esplendido. Seres humanos esclavizados, obligados a cavar en las entrañas de la misma ciudad, en busca de Isgar sabe que. Habían conseguido derrotar, y separar la cabeza del cuerpo de la princesa Mary, o lo que fuera en lo que se había convertido, liberando a los zombies del influjo a los que ella les había sometido. Pues era claro que Mary los controlaba.

Tras descender los muros de Tallin, intentando escapar de una ratonera de piedra, los compañeros consiguieron llegar, a pesar de sus heridas, hasta una casa de madera de dos plantas, no demasiado alejada del lugar donde descendieron sin control por la muralla.

La casa se encontraba en la esquina de una plaza, una plaza en la que se podía ver una fuente de piedra, y sin duda, en tiempos mejores se habría celebrado mercado, pues era amplia y espaciosa.

En la casa no quedaba nada útil, pues sus habitantes hacía mucho tiempo que habían desaparecido. Aun así, su puerta era de gruesa madera y parecía ofrecer mayor protección que una acampada a la intemperie. La planta baja era una enorme sala, con un hogar en el centro. El mobiliario brillaba por su ausencia. Un par de ventanas sin cristal, pero recios porticones permitían observar lo que sucedía en la plaza, y una pequeña puerta conectaba con un patio exterior, rodeado de una endeble y baja empalizada de tablones. En el patio se encontraba un retrete mal oliente de madera podrida.

Una escalera de vieja madera conectaba con el piso superior. Este estaba dividido por finos tabiques de madera, formando tres habitaciones, cada una con una ventana, y un montón de paja podrida, que seguramente con anterioridad habían sido lechos.

Los compañeros se encontraban cansados y hambrientos, y aquel lugar parecía tan bueno como cualquier otro para tomar un respiro.

Habían conseguido entrar en Tallin, ahora solo deberían conseguir salir.

Deja la mochila a un lado, no olvida las armas demasiado lejos. Se sienta, lentamente casi disfrutando de ello, luego reposa toda la espalda. Lejos de dibujar una sonrisa Lean se rasca un instante la cabeza y perfila un gesto en los labios que sugiere contrariedad. No tiene ganas de hablar, demasiados pensamientos danzan en su cabeza, y ninguno de ellos es lo suficiente divertido para animarle o aliviarle su pesar.

Ávidamente, busca el curioso carcaj de su espalda, del que saca de nuevo su pipa y algo de tabaco para fumar.

Da un par de largas y placenteras caladas mientras sus compañeros se acomodan.

Paz. ¿Paz? ¡Por la Gran Madre, llevan tanto tiempo corriendo de sobresalto en sobresalto que casi se siente ansioso sin nada que hacer! Durante unos instantes mira en derredor, confundido, sin saber muy bien qué hacer. ¿Dormir? ¿hablar? ¡Un ruido! ¿Qué era eso?

Es sin duda este un mundo nuevo, en el que los hábitos más mundanos se convierten en pequeños placeres extraordinarios y lo excepcional plaga nuestra rutina. No voy a desaprovechar la quietud del momento. Después de acordar en qué lugar pasaremos la noche y dejando a un lado mis enseres me siento sobre el suelo, cruzado de piernas. Inspiro con fuerza, expiro con serenidad. Busco el punto entre la calma y la consciencia, busco en mi interior el foco en el que la Gran Madre es más Fuerte, el epicentro desde el que irradia toda su sabiduría. Inspiro, expiro...

Todo está bien.

Después de ayudar al veterano elfo a reunirse con sus compañeros el bribón hechó una ojeada a la casa (cojeando, claro) mientras reflexionaba sobre la herida en la cabeza de Cromvar. Sabía de varios tipejos que de golpes similares dejaban de ser los mismos:

¿Qué fué de Herum "el envidioso"? De un tercer piso le cayó una maceta en la cabeza. Desde entonces llamaba "mamá" a las rameras de la calle.
¿Qué fué del borracho Ronald? De su mayor eructo cayó de espaldas... Y nunca más se levantó.
¿Qué fué del apestoso Îrm? Cayó del puente principal de la ciudad. A partir de entonces entró en la iglesia y se hizo monje.

Después de inspeccionar la zona y preucuparse por Zzarat (estaba muy callado y sentado de una manera muy rara)
-Ey, chico, ¿te encuentras bien? -zarandeó al rátido hasta que este salió de sus reflexiones- ¿te apetece una partida de dados? ¿jugais a dados allá de donde vienes? -se dirigió al resto de sus compañeros- ¿Quien se apunta una partida de dados? Tranquilos, nos pueden atacar en cualquier momento, así que no apostaremos dinero

El refugio de la casa era lo mejor que habian encontrado, así que agradeció a los dioses el respiro. Dejó caer su cuerpo para sentarse con la espalda apoyada una de las paredes.

- Debemos descansar. Dijo como respuesta a la pregunta de Vast y al silencio de sus compañeros.- Da igual si no dormimos mucho, pero nos harán falta las fuerzas más tarde, asi que procurad descansar. sabía que les costaría pero debian intentarlo.

Dicho esto saco de su mochila las herramientas. Sacó del carcaj aquellas flechas que presentaban peor aspecto e intentó arreglarlas, pero esa noche la cabeza la sentía pesada y no consiguió concentrarse. Frustrado las guardó y se dirigió a la ventana para observar la ciudad.

Con un sobresalto salgo de mis meditaciones. Durante unos instantes miro a Vast perplejo, preguntándome si realmente es posible que exista alguien tan insensible con las intimidades espirituales de sus congéneres; pero mi pregunta se responde sola cuando me ofrece los dados para jugar. 

O, Gran Madre, ¡dame paciencia!

Los huesos cansados parecían, al fin, haber encontrado un momento de paz. La negra y vieja madera de la casa crujía con cada movimiento de sus huéspedes, como si emitiera un quejido sordo después de haberse acostumbrado a la soledad.

Los viajeros aprovecharon los escasos momentos de luz para llenar sus estómagos e instalarse lo más cómodo posible, dispuestos a descansar envueltos en el placentero manto del sueño. Un humo negro cubría el cielo, velando las tenues estrellas del firmamento.

Lamentos lejanos se oían como un murmullo, y entre ellos, parecían distinguirse leves gritos de desesperación. Los compañeros ya se habían acostumbrado, pero el aire portaba el olor de la muerte, el fuego y la sangre.

- Tenemos que hacer guardias- dijo Veidan, y el serio tono que utilizó frunciendo el cejo dejó claro que no era ni una pregunta ni una propuesta, sinó casi una orden y al mismo tiempo un leve reproche al despreocupado humano- Vast, utiliza la lógica, por todos los dioses. Como Cromvar ha dicho, necesitamos descansar todo lo que podamos, pero uno de nosotros debe vigilar en todo momento. En mi caso...- añadió dudando, y abrió y cerró la boca un par de veces evidenciando que no sabía como explicarse- bueno, yo no puedo hacer la primera guardia- resolvió sin más levantando los brazos con impotencia- cualquiera de las otras me parece bién- concluyó, mirando a sus compañeros inquisitivamente para que se organizaran.

Es ya tarde, es hora de descansar, la joven lleva un rato disfrutando del momento de calma y cuando se saca la pipa de la boca sus pensamientos tienen voz pero no es la suya, ni siquiera es su tono en que salen empleados. Lean ha estado apunto de ofrecerse de hacer guardia un rato mientras sus compañeros descansaran pero al oír al elfo antes y ahora al medio elfo ordenando levanta incrédula una ceja y se limita a devolver la pipa a sus labios para dar otra larga calada, como si nada hubiese pasado. “Debemos…tenemos… “ Tres días atrás no había visto en su vida un elfo, ahora casi desea que hubiese seguido siendo así. Como la primera vez que cruzó la mirada con E’lan en la posada no puede evitar pensar en una sola palabra para definirles: engreídos.

Entonces Lean sin prestar atención a lo que decidan sus compañeros* dedica unos minutos a poner orden los recuerdos de las últimas horas, aunque le cuesta el mismo esfuerzo que si fueran semanas.

Al final algo le intriga por lo que se acerca a Zzara’t y le pregunta: -El otro día en la taberna, después del ataque, cuando hiciste esa especie de “viaje”…- Deja unos segundos para que el rátido se sitúe antes de proseguir. –Hablaste de una presencia muy poderosa, contaste algo así como que tenía una aura mágica y malvada y afirmabas que era el “señor” y quién controlaba nos sé que de unos engendros y esos lobos mitad demonios que avistamos allí. ¿Crees que se trataba de la harpía a la que hemos cortado a la cabeza? O… ¿aún sigue allí fuera?-

La más que comprensible preocupación por las guardias acaba por hacer también mella en él. Al fin y al cabo, están todos juntos en esta casa y si bien han podido escapar... Bueno, iba a decir ilesos pero se da cuenta de que no es la palabra más adecuada teniendo en cuenta los percances de algunos de sus compañeros... Han podido, como decía, escapar con más o menos holgura y soltura del peligro, pero no quiere esto decir que estén a salvo. Lean hace una pregunta muy lógica mientras Vast intenta tomar la iniciativa de la distribución de los turnos. Es sin duda esta una chica lista, mucho más de lo que deja entrever su máscara hosca y taciturna. -Así es, Lean -respondo mientras asiento-, era Mary esa mística fuerza que sentí cual nefasta titiritera controlando a las Aberraciones que son insultos ante los ojos de la Gran Madre.

La joven asiente. -Bien, al menos tu habrás conseguido tu cometido.- Le dice, e incluso parece que le dedica una fugaz sonrisa con ternura aunque con cierto matiz de melancolía.

Da un par de caladas y medita las palabras del rátido un buen rato, luego prosigue: -Pues si todas estas bestias ahora andan sueltas y sin nadie que tire de sus cadenas... a saber que es lo que haran no solo a los prisioneros...- Una pausa se le hace necesaria a pesar de sus sangre fría. -...y al resto del país. Eso sin olvidar esos engendros mitad lobos tan terribles... pero, y ahora vienen mis dos preguntas; ¿sabemos que buscaban allí? ¿puedes hacer otro "viaje" hoy, o si vivimos mañana, y averiguarlo?-

Lean aún tenía una tercera pregunta, por la cual no estaba segura de querer conocer la respuesta así que dudó y tardó en formularla. -Y siendo mucho más egoísta y como favor enorme... ¿hay forma, con los mismos medios, de saber si mi padre esta o sigue...aquí?-

Las respuestas de sus compañeros sorprenden a Vast ¿Nadie le interesa hacer una alegre partidita a los dados?. Por primera vez desde que empezó la aventura, Vast se dió cuenta que estaba rodeado de desconocidos.

Habían sobrevivido a la malvada y terrible Mary, Maldito Rahnn, ¿cómo se las ingenió para casarse con una mujer con semejantes pechos... vale es mi tatarabuela, pero se le tiene que reconocer lo que salta a la vista. A cientos de muertos y a una maldición echada en una cuerda ¿Y no tenían ganas de hacer nada?. Genial, un descanso que tenemos y nos lo pasaremos sentados y callados como unas acelgas.

-Vale, ya me ofrezco yo para la primera guardia -le jodía la pasividad del grupo. Se suponía que estaban vivos ¿En qué se diferenciaban entonces de los zombies? ¿por que respiraban? Los peces-babosa también respiran y todo el mundo sabe que están muertos*

Cromvar agradeció silenciosamente el ofrecimiento de Vast. Un leve asentimiento con la cabeza y se dispuso a dormir en un rincón que le pareciera menos duro.

- Despiertame en las horas más oscuras. Quizas mis ojos me sirvan mejor que mis manos hoy. No era un elfo propenso a los desastres, era hábil y diestro, acostumbrado a trepar desde hacía siglos entre los árboles de su tierra... y un simple descenso por una cuerda casi lo mata. Calmó la furia, porque no podía dirigirla hacia nadie más que a si mismo: - Idiota! sabes bien que un error siempre puede ser fatal... más en esta tierra maldita!.

Dejó que el zumbido sordo que oía en la cabeza lo adormeciera, confiado de que alguien velaba por el sueño de ellos.