Partida Rol por web

 - Tranquila, si pensara que las rubias lo sois una amiga psicóloga me habría ahorcado hace mucho tiempo - Respondió con el mismo tono divertido, colocando el arma de forma que no le entorpeciese - Ahí te dejo un motivo para invitarte a un par de cervezas en otro momento, deberte una tras un chiste que es de obligada compensación.

Nuevamente soltó una risa, sabiendo que su humor era nefasto pero queriendo tirar de algo sencillo para animar la situación e ir despejando mas las tensiones sufridas, si en aquella caja estaba el artefacto quizás por azar del destino esto sirviese para ayudar a Daniel con sus heridas o que pudieran salir del nudo en el que la misión se encontraba, con que fuera algo de luz sobre los misterios que la misión presentaba, le servía.

No sabía que cantidad de tiempo había transcurrido desde que mi cuerpo fue sometido al estrés de la operación, pero, lo que era seguro, es que mi mente ya comenzaba a funcionar como debía y con ello la fatiga y el dolor se hacían presentes en mi organismo y en mi conciencia, haciendo que mis capacidades se reduzcan en un porcentaje bastante significativo.

Me mantuve totalmente en silencio todo este tiempo, contemplando y observando cada detalle que esta escena me pudiese ofrecer, los ruidos, las grabaciones, los seres incorpóreos, etc. Y a pesar de tener centenares de hipótesis navegando agresivamente en mi mente, no exprese ninguna ¿la razón? era simple, el tiempo apremia y debía ser muy cuidadoso en expresar cualquier tipo de análisis situacional ya que un desperdicio de recursos intelectuales sería bastante lamentable, pero habia una cosa que, según yo, valia la pena decir.

-.¿Una baliza?-. digo al aire mientras me muevo lentamente y con sumo cuidado hacia las capsulas donde residían las mutaciones, no debo mentir, el proceso de modificación empleado me llamaba la atención y dudo mucho que mis ojos hayan ocultado aquel impulso-. Un tipo de instrumento que pueda generar diferentes tipos de ondas que estimulen el mal funcionamiento de nuestro cerebro, de las conexiones sinápticas entre células ciliadas y las presentes en el tallo encefálico y en los lóbulos occipital-temporal-. Toso para afinar mis cuerdas vocales-. Provocando alucinaciones de gran calibre relacionadas con sucesos psicológicos de gran impacto que hayamos sido victimas en el pasado-. Una mueca de dolor se muestra fácilmente en mi rostro-. Ahora, creo, también, que esto puede ser la razón de este escenario tan poco civilizado de rituales arcaicos… quizás dicha baliza estimulo ciertos comportamientos ritualistas y si aquello le sumamos la paranoia y tecnología de punta… bueno… ya hemos visto a los especímenes  resultantes en vivo y en directo ¿no?-. Suspiro mientras me acerco al panel de control que Kara había tratado de manipular-. No obstante ¿Cuál será el fin de aquel artefacto? ¿una forma de comunicación psíquica que nuestro cerebro primate no puede procesar correctamente generando todo este caos o un arma disuasoria de otra civilización? -. Miro a los soldados con mis pupilas cansadas y frías, un contraste perfecto de aquellos ojos que deslumbraban felicidad a causa de las drogas-. En cualquier caso, tengan cuidado con esa caja… dudo mucho que sea la fuente de nuestro infortunio ya que si  lo fuese, estos malditos salvajes hubiesen convertido la “baliza” en un tótem que se alojaría en las entrañas de este miserable lugar... mientras más sacro el objeto más protegido esta-. Digo sin esconder un tono despectivo hacia los antiguos habitantes de esta base mientras me pongo manos a la obra con el panel-. Sugiero que busquen algún tipo de varilla o herramienta a distancia para tratar de abrir dicha caja-.Finalizo, aguantando el dolor que es invocada de mis heridas recién tratadas, procurando de concentrarme lo máximo posible en esta tarea y ver si tengo la posibilidad de saciar esta maldita curiosidad que me ahoga en una desesperación intelectual…

Bastaba con levantar la tapa para abrir aquella caja sencilla de madera...así de simple. Dos bisagras pequeñas en la parte trasera. 

Kara no pudo evitar reir. Era un chiste muy malo, pero era un chiste. Hecho en un momento de tensión en el que se agradecía algo de distensión.

- Te tomo la palabras. Me debes una cerveza cuando volvamos a Titan - dijo alzando la caja para ver si tenía alguna inscripción debajo o algo extraño. Miró de reojo al médico al verlo más activo

- Me alegro de que estes más recuperado, Daniel - No había entendido la mitad de sus palabras, pero no dijo nada. Era una hipótesis que esperaba que Kreig analizara al ser el que estaba al mando. Bajó la caja para volver a mirar a Samuel - El cierre es sencillo. Es decir, no hay. ¿Lo abrimos ahora o cuando lo analicemos? -

Samuel esperó a que Daniel diera algún otro diagnostico y volvió a comprobar el aire que les quedaba, avanzando nuevamente hacia la puerta que debería dar a la cantina de mala muerte si este lugar seguía correspondiendose con el Titán que conocía él.

 - Deberiamos darnos prisa....¿Doc, como van tus pesquisas? - Preguntó, avanzando hasta la puerta lentamente y comprobando si se podía abrir y que podría haber en su interior - No quiero retrasarme mas tiempo del debido en este cuarto, en cuanto comprobemos la caja y que es algo seguro, seguiremos y...sinceramente estoy deacuerdo en lo que dijo sobre el "origen" de toda esta locura, posiblemente este en un lugar mas protegido que en un laboratorio con una trampa de hilo.

Daniel toqueteó la consola hasta acceder a algo que las encendió o que al menos, mostraron algo que antes no estaba. Era una grabación de voz que se puso en automático. 

-Señal de socorro dejada para los miembros del complejo por si alguien viene a recogernos. No recuerdo mi nombre, solo se que tengo una identificación con un código que me deja copiar mensajes en otras consolas y que se activará o debe de activarse cuando alguien que comprenda esto toquetee...pues eso...esto- parecía muy confuso, era un hombre, jóven con la voz algo cascada- Nos despertamos hace dos días, supongo que éramos mas, no lo se, había un saco de dormir al lado mio, y otro guardado en una sala de cajas. Tengo un golpe en la cabeza y hay muchas cosas que me bailan.- Tosió un par de veces de forma seca.- He aislado la comida que encontré en la cocina en esta sala, porque es la única que cuenta con un blindaje. Se que hay mas cosas, que no gente pululando, los escucho por los conductos de ventilación- esos que no hay por ningún lugar- en especial de la planta superior- en la que no habéis estado-, pero no los entiendo. Me quedaré aquí a la espera de noticias o que pueda recuperar mi memoria. Hay una trampa cable al lado del contenedor, no se para que. Hay una caja, pequeña, pero solo eso. No comprendo que hace algo protegiendo una caja donde solo hay una piedra. 

Cambio y...bueno, ¿corto? Cambio y corto. 

-. Para nada-. Responde el serio doctor a la soldado, al mismo tiempo que hace una leve reverencia con su adolorido cuerpo para luego volver a manipular la consola-. Muchas gracias a usted por su asistencia señorita Tharson ya que, sin esta, lo más probable que en estos momentos estaría siendo víctima de un tipo de un choque séptico o de una variante de este, sufriendo una dolorosa y patetica muerte-. El cansado doctor se detiene por un segundo para meditar, moviendo sus claras pupilas nuevamente hacia la mujer para posteriormente posarse en Kreig-. Van por mi cuenta… las cervezas-. Finaliza con cierta dificultad, como si sus cuerdas vocales hubiesen olvidado la interacción recreacional.

Luego de aquello, Daniel pone en funcionamiento el panel y pone suma atención al delirante audio-.Mmmmmm…-. se queda pensando mientras de vez en cuando su rostro muestra leve signo de dolor y agotamiento-. Fascinante… si todo es cierto estamos a la vista de una tecnología bastante molesta... me encanta... ¿que pasaría si alteramos dicha Baliza? con el supuesto que existiese, claro esta... ¿Que efectos obtendriamos? ¿sera factible su busqueda?-. Expresa motivado, moviendo su cabeza de arriba hacia debajo de una forma lenta y tranquila-. En cualquier caso… Sugiero que busquemos dicha comida para un análisis microscópico para ver si estamos en presencia, además, de nuevos seres patógenos y que la supuesta “piedra” sea analizada para observar si emite algún tipo de frecuencia y/o radiación puesto que la explicación de un homo sapiens en estado de delirio no es muy confiable ¿no?-. Daniel forma su característica sonrisa frívola a la vez que mira el nivel de oxigeno de su equipo-. Obviamente haremos eso una vez salgamos de este cultivo de bacterias-. Finaliza mientras se acerca al grupo cojeando para luego sacar unas pinzas y proceder, si le es permitido, a tomar dicha “piedra”.   

Kara apartó la caja de las pinzas. - Cuando acabe de analizarla me la devuelve, de acuerdo? - no creía que pudiera cogerla con aquel instrumento tan pequeño pues se imaginaba una piedra más grande, pero no dijo nada más.

Sólo cuando Daniel confirmó que se la devolvería le expuso la caja sobre sus palmas y le dejó abrirla

Me acerco hacia la caja que Kara me ofrece con amabilidad, todo estaba listo o eso pensaba…

Antes de abrir el paquete, busco, en mi inventario, algún detector electromagnético… rápidamente me doy cuenta de que, por mi irresponsabilidad, no tenía a mano ningún tipo de equipamiento que pudiese cumplir con el objetivo citado-. Mierda…-. digo en voz baja con una notable cara llena de frustración-. Al menos que ustedes, señor y señorita, tengan algún detector de frecuencias de onda o de radiación, el análisis será imposible de hacer-. Expreso con una cara totalmente oscura y llena de frustración-. Pido mis más sinceras disculpas por mi irresponsabilidad e ineptitud-. Indico para luego poner mis neuronas, que aun no se encuentran a su cien por ciento, a trabajar-.Lo que podría hacer es aislar el contenido de la caja, con el supuesto de que este cupiese en uno de mis recipientes para muestras patógenas, y esperar que las probabilidades estén a nuestro favor y que dicho instrumento este libre de cualquier actitividad y, en caso contrario, esperar a que el recipiente como nuestras armaduras sean capaces de protegernos de esta-. Indico mientras miro a Kara directamente a los ojos para saber su opinión para posteriormente girar mi cuello y advertir a Kreig para recibir su autorización para proseguir… ya saben… protocolo militar y esa clase de jerarquía ineficiente... si es que me permites mi más sincera opinión sobre aquello.

Samuel hizo un asentimiento con la cabeza antes de volver junto con sus compañeros y dirigirse a Richard.

 - Dejame el TETsi, en cuanto comprobemos la caja haré que se patee la siguiente sala un poco. - Comentó mientras se quedó expectante de lo que podía contener dicho recipiente de tanto en tanto su mirada acababa dirigiendose al paquete de tabaco que había pisoteado, torciendo el rostro bajo su casco, no en una mueca de desesperación sino de frustración por la ansiedad del no fumar - Debimos traer algún tipo de analizador como complemento.

Sus últimas palabras era una queja amarga, algo que anotarse para el próximo salto.

Samuel se hizo con el TETsi mientras Daniel abría la caja. En su interior, una pequeña figura que apenas llegaría a los cuatro centímetros de ancho por diez de largo tan negra como el mismísimo abismo, de hecho, aquello parecía ser lo mas antinatural del mundo. Apenas su figura era grande, pero llamaba tan poderosamente la atención que todos acabasteis revisando aquella largura informe con bordes perfilados en la luz de otros objetos. ¿Vantablack quizás?

Tu mirada se perdió en el negro, en la oscuridad, y con ella tu mente.

El mundo se había vuelto rojo e hiriente. Un grupo de personas, una treintena, con bolsas a su espalda avanzaban. Los cielos se agitaban, la arena trataba de sumergirles, de atraparles, como si fueran dedos muertos que pretendieran retenerlos allí, con ellos. De vez en cuando sus pisadas en mitad de la tempestad levantaban la tierra y veían un cráneo blanquecino irreconocible, mordisqueado por el árido tiempo, deforme por el continuo golpeteo de la arena.

La feroz cortina de tierra y viento que lo rodeaba agitaba los cabellos, removía las ropas y hacía tintinear los aceros u abalorios sin nombrar los miedos. Silbaba una tonada de perdición y de vacío. Y cuando callaba uno creía escuchar su propia voz, llamándole al corazón de la tormenta. Las pocas veces que los vientos arreciaban levemente pudieron contemplar un paisaje árido, yermo, de grotescas montañas de tierra roja que se alzaban ominosos, desafiantes, sangrientos monolitos erigidos para dioses sin sombre o crueles diablos. Y los cielos, tan inmensos como espeluznantes. Cielos lejanos donde un sol amarillento y enfermo dejaba caer su inmunda fluorescencia sobre un mundo en el que nada crecía.

Volviste, pálido y tembloroso, solo para otear de nuevo la habitación y aquellos que te acompañaban. 

Tu mirada se perdió en el negro, en la oscuridad, y con ella tu mente.

El mundo se había vuelto rojo e hiriente. Un grupo de personas, una treintena, con bolsas a su espalda avanzaban. Los cielos se agitaban, la arena trataba de sumergirles, de atraparles, como si fueran dedos muertos que pretendieran retenerlos allí, con ellos. De vez en cuando sus pisadas en mitad de la tempestad levantaban la tierra y veían un cráneo blanquecino irreconocible, mordisqueado por el árido tiempo, deforme por el continuo golpeteo de la arena.

La feroz cortina de tierra y viento que lo rodeaba agitaba los cabellos, removía las ropas y hacía tintinear los aceros u abalorios sin nombrar los miedos. Silbaba una tonada de perdición y de vacío. Y cuando callaba uno creía escuchar su propia voz, llamándole al corazón de la tormenta. Las pocas veces que los vientos arreciaban levemente pudieron contemplar un paisaje árido, yermo, de grotescas montañas de tierra roja que se alzaban ominosos, desafiantes, sangrientos monolitos erigidos para dioses sin sombre o crueles diablos. Y los cielos, tan inmensos como espeluznantes. Cielos lejanos donde un sol amarillento y enfermo dejaba caer su inmunda fluorescencia sobre un mundo en el que nada crecía.

Volviste, pálida y temblorosa, solo para otear de nuevo la habitación y aquellos que te acompañaban. 

Tu mirada se perdió en el negro, en la oscuridad, y con ella tu mente.

El mundo se había vuelto rojo e hiriente. Un grupo de personas, una treintena, con bolsas a su espalda avanzaban. Los cielos se agitaban, la arena trataba de sumergirles, de atraparles, como si fueran dedos muertos que pretendieran retenerlos allí, con ellos. De vez en cuando sus pisadas en mitad de la tempestad levantaban la tierra y veían un cráneo blanquecino irreconocible, mordisqueado por el árido tiempo, deforme por el continuo golpeteo de la arena.

La feroz cortina de tierra y viento que lo rodeaba agitaba los cabellos, removía las ropas y hacía tintinear los aceros u abalorios sin nombrar los miedos. Silbaba una tonada de perdición y de vacío. Y cuando callaba uno creía escuchar su propia voz, llamándole al corazón de la tormenta. Las pocas veces que los vientos arreciaban levemente pudieron contemplar un paisaje árido, yermo, de grotescas montañas de tierra roja que se alzaban ominosos, desafiantes, sangrientos monolitos erigidos para dioses sin sombre o crueles diablos. Y los cielos, tan inmensos como espeluznantes. Cielos lejanos donde un sol amarillento y enfermo dejaba caer su inmunda fluorescencia sobre un mundo en el que nada crecía.

Volviste, pálido y tembloroso, solo para otear de nuevo la habitación y aquellos que te acompañaban.