Partida Rol por web

La primera consulta, creo que es más apropiado 

Hacía solo una semana desde que habías llegado al complejo, en toda tu vida nunca te habían hecho tantas pruebas como en este lugar, algunas de las cuales desconocías por completo para que servían. Casi te daba miedo preguntar para que. Tras la primera semana de asentamiento donde conociste pocos mas lugares que tu pequeño piso de una habitación en la planta 76, la zona hospitalaria en la 62 y el macro super del centro comercial en la 81 había llegado el momento de conocer a la que a partir de ahora iba a ser tu médica destinada.  

Estabas en una de esas plantas a las cuales solo se accedía con un guardia cifrado al lado y un código especial. En una de esas habitaciones blancas impolutas tras el pasillo igualmente blanco con olor a desinfectante que tan poco humano te parecía. Aquello distaba mucho de la zona más civil, no solo por sus pasillos con cuellos de botella y nula señalización, si no porque tampoco te habías encontrado a nadie por el camino.  

Allí, sentada en esa silla cómoda con el acolchado negro, observabas el despacho casi vacío, salvo por un cuadro de un bodegón donde una composición de jarrón, uvas y peras con colores cálidos e irreales. Bonita forma de romper la armonía de las lineas sobrias del lugar. La habitación, ni grande ni pequeña, con una falsa ventana al fondo que mostraba una creciente tormenta, con el sonido de las gotas explotando contra el cristal incluso, creías que hasta podías oler la hierba mojada, tenía poco más que el escritorio macizo de madera lacada en blanco, las dos sillas, un armario con cerradura atrás pegado a la pared izquierda y una camilla a la derecha. 

La puerta se abrió y viste entra a una mujer, no demasiado alta. - Buenos días señorita Larter- te ofreció la mano con una sonrisa educada. La médico vestía una bata azul perfectamente planchada sobre un traje de dos piezas de pantalón de pinza negro y camisa crema con los botones irisados- mi nombre es  Elisa Aure, puede llamarme Elisa. La mujer tenía un identificador donde se leía su nombre con una franja naranja sobre el fondo azul - por favor póngase cómoda. Tras el saludo inicial pasó por tu lado para sentarse frente a ti tras cruzar sus piernas, con las manos sobre la mesa- ¿Cómo se encuentra esta mañana?

Y este es el día en que en realidad descubro que Titán no es lo que me dijeron, sino que se dedican a hacer experimentos chungos con humanos, o sí que tiene parte de verdad, y en realidad son los extraterrestres de otros mundos los que han esclavizado a unos pocos y los usan para atraer a otros… joder Hilv, con la de pelis malas de terror que has visto y te pones a seguir a un tío con pinta de malo por unas instalaciones secretas hasta el laboratorio de un médico…

Casi se sintió decepcionada cuando llegó a su destino y en la puerta había una mujer de aspecto normal en lugar del terrible alien que había esperado. También un poco aliviada no, no me había creído ni historieta, sólo un poco, ¿era una posibilidad no? Le estrechó la mano, joder, iba impecablemente perfecta, ¿cómo hacía para que no se le arrugara la ropa ni un poquito? Ella se había puesto hasta una camisa blanca encima de la negra habitual de tirantes que lucía, y hasta un pantalón más arreglado, y zapatos, pero seguía teniendo un aspecto desaliñado en comparación.

Encantada Elisa, llámame Hilv… se sentó en la silla, mirando con curiosidad hacia la ventana ¿Una tormenta? ¿Se podrá elegir el tiempo en tu ventana? Eso molaría un montón, tendré que preguntarlo me encuentro bien, siempre que haga mis ejercicios no hay problema se encogió de hombros aparentemente despreocupada, pero no podía olvidar que esta mujer decidiría si finalmente era apta o no para “saltar”.

Bueno, estoy segura de que ya se ha leído mi historia parecía repentinamente incómoda nunca le oculté nada al tipo que vino a hablar conmigo, ya saben lo que hay terminó la frase totalmente a la defensiva. 

El apretón fue sencillo, corto y suave, apenas una caricia antes de que la doctora se deslizase hacia su parte de la mesa, que diferenciaba al médico del paciente. Observó como tu mirada se distanciaba de ella mirando por la ventana- Aquí en Titan les gusta que nos sintamos como en casa, por lo que- se recostó un poco en el asiento- las temperaturas varían según la época del año, cambia la humedad, y el tiempo según el pronóstico de análisis.- Ahí estaba, una leve sonrisa como las que se les dedica a los niños cuando han visto algo nuevo, y les gusta. 

Cuéntame Hilv, ¿qué es lo que te pasa? Tengo el historial pero este no es más que un montón de información que no me da lo que realmente necesito y es lo que hay dentro de tu cabeza.- El tono aunque un poco neutro distaba mucho de ser el mismo de los médicos y técnicos que te habían tratado la primera semana. No intentaba ganarse tu confianza o eso parecía, solo empujarte un poco hacia un terreno menos agresivo. Romper el hielo. 

Es una pasada...

Lo era, en este lugar daban saltos hacia otros universos, pero como todavía no había llegado a eso, la sensación de que no parecían estar bajo tierra le había fascinado sobremanera, y tampoco ella se preocupaba en ocultarlo, estaba segura de que a todo el mundo le gustaba.

No le incomoda la relación médico paciente, estaba muy acostumbrada a ella, es más, se sintió más cómoda cuando ella ocupó la posición que le correspondía. Tuvo que admitir que su pregunta le sorprendió ¿acaso no era obvio lo que le pasaba? ¿A qué venía preguntárselo? Suspiró acariciándose el flequillo, de arriba a abajo pues me pasa eso, lo que pone en el historial no podía evitar seguir a la defensiva, no conocía a esa mujer que en algún momento no demasiado lejano mi cuerpo dirá basta y se acabó no pretendía ser áspera, así que se encogió de hombros, quitándole importancia a sus palabras con ese gesto hasta entonces, me cuido y sigo las instrucciones de los médicos para que la cosa no vaya a peor más rápido sabía mucho más de su enfermedad, pero eran cosas más técnicas, esas que no había que explicar a un médico creo que no me ha ido mal del todo no era de las que hacían ese tipo de declaraciones, había habido algo de desafiante orgullo en su tono, pero era muy raro que lo manifestara, porque, de alguna manera, sentía que si lo hacia la gente pensara que era en plan... no he me ha ido mal del todo para ser una enferma... y no era eso, todo lo que había conseguido le había costado mucho esfuerzo, pero no consideraba que fuera mayor o menor que el de otras personas.

Se dio cuenta de que se había quedado pensativa, quizás demasiado tiempo.

No creo que me pase nada especial dijo finalmente todos morimos, yo sólo intento aprovechar el tiempo lo mejor posible como los demás. 

Le sonreí cuando escuché sus palabras con respecto a las ventanas falsas- lo es, muchas cosas aquí son una pasada comparado con los sitios de donde venimos- había leído su historial por supuesto. De un pueblo pequeño, familia pequeña, mundo más o menos pequeño. 

Cuando le hice la pregunta pude notar como la rehuía, por lo que solo esperé a que terminase de hablar mientras observaba mis manos. - No, no te ha ido mal, pero has evitado responderme de verdad Hilv...-el tono era calmado, forjado en los años como médico que me habían dado la suficiente empatía como para analizar las reacciones. Sobretodo las de miedo.- No solo llevarás un control físico, tendrás que llevar uno psicológico, como todos los demás. En tu caso, no particular pero si en el tema de posibles activos para Cambios de Fase, ese control es mucho mas ferreo. - Hice una pequeña pausa, para que se asentara un poco aquellas palabras en su dura sesera, dura, y blanda de cierta manera- Porque verás cosas que no creías posibles, notarás sensaciones que en nuestro universo no existen, deberás de tomar decisiones que no te gustarán nada tarde o temprano...

Así que, vamos a ponerlo fácil Hilv, necesito que me hables, y te insistiré en ello hasta que se me rompa la voz, y a ti se te quiebre la voluntad- sonreí un poco más, cogiendo un par de caramelos de menta. -¿Quieres?

Se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que realmente podía encontrarse cuando cambiara de fase. Una cosa era imaginarlo, pero así en plan peli guay, donde eres uno de esos personajes capaz de cargar con todo, capaz de disparar a un alien del tamaño de Godzila, engañar con tu propia astucia al taimado malvado que intenta esclavizar al resto del planeta o seducir al guaperas de turno... pero tenía toda la pinta de que ella no era una de esas protas y que la realidad era mucho más jodida de lo que podía pensar.

Esa mujer le hablaba claro, y eso le gustaba, era justo.

Hablaré tampoco tenía más opciones, bueno, si las tenía, pero no le gustaban hablaré con usted la doctora sonreía, pero la chica no. Volvió a desviar su atención hacía la ventana, pero enseguida regresó a la mujer que había cogido los caramelos, lanzando un pequeño suspiro que la relajó, había estado tensa sin darse cuenta.

Me da miedo que no me consideren preparada si quería sinceridad, Hilv se la daría, había descubierto a la fuerza que ocultar las cosas no conducía a ningún lado, y quería ver otros mundos, por encima de cualquier cosa, quería sentirse parte de algo mucho más grande por mi enfermedad, por mis limitaciones no era la más lista, y sus conocimientos en casi todas las materias eran limitadísimas, no llevaba mucho tiempo aquí, pero estaba claro que eran los mejores de su campo, y ella en cambio ¿qué sabía hacer? ¿tener buena puntería? Se le antojaba rídiculo en comparación me da miedo no estar preparada añadió en voz más baja.

No parecía querer los caramelos, aun así le dejé uno en su lado mientras yo quitaba el papel plasticoso y ruidoso del otro, para introducirlo en la boca dejando el envoltorio a un lado de la mesa, como si me importara poco o nada. Le dejé su espacio, evitando una mirada directa siempre y cuando ella no me hablase. 

Admitió que tenía miedo y me centré en sus ojos como si estos fueran un remanso de paz en medio de una tormenta- Nadie nace aprendido Hilv, es normal sentir miedo, más con tus capacidades, que por cierto son excelentes- hice una pausa medida, apenas un segundo- excelentes para alguien que va a tener una muerta prematura. Una pena, una lástima sin duda. - Apoyé la espalda en el respaldar de mi asiento mientras degustaba el dulce que bailaba en mi boca como si tuviese aquellos zapatos rojos ardiendo- Aunque...contamos con médicos muy buenos...- dejé caer, de forma sutil, pero que crearía una pequeña reacción en cadena que estallaría con la potencia de un bomba atómica.

Ni siquiera se había percatado de que le había preguntado si quería caramelos. Se había centrado tanto en sus palabras, intentando entenderlas con claridad, que no se había enterado de la aparente banalidad. Y es que cada pequeño gesto que hacía aquella mujer parecía meticulosamente estudiado, desde la forma de dejar el papel del caramelo hasta las pausas que hacía. Mentiría si dijera que no se sentía intimidada.

Encajó el golpe sobre su prematura muerte con todo el estoicismo que pudo, pero seguramente fue obvio para la doctora que le afectó. También pudo darse cuenta de que su postura en la silla se volvió más agresiva cuando Elisa se compadeció de ella. Sus siguientes palabras no hicieron sino avivar la recién prendida llama... tragó saliva, y se oyó a si misma respirando por la nariz más fuerte de habitual, las manos se aferraron con fuerza a los brazos de la silla.

No estoy aquí por los médicos su tono fue más desafiante sino por mis excelentes capacidades repitió las palabras que la doctora le había dirigido hace poco, omitiendo la coletilla. Hacía mucho tiempo que había aceptado lo inevitable, no iba a permitirse ningún tipo de esperanza, para nada, sólo quería vivir lo que hubiera sido dispuesto para ella. Acalló esa molesta voz interior que a veces pugnaba por salir, joven e inexperta en comparación con la Hilv real. No tengo miedo a morir reafirmó con marcado acento, con orgullosa aceptación, algo que había ensayado muchas veces, algo de lo que se había autoconvencido, aunque a veces sus pesadillas la contradijeran. 

Hilv era una niña envuelta en una coraza de acero. ¿No éramos todos de cierta manera eso? Observé con tranquilidad como se comportaba ante mis comentarios, por desgracia, no solo era su médica en lo que se refería a su salud física, y tenía que evaluar si sería apta o no realmente para los saltos. Su respuesta no me pilló por sorpresa. 

Estás aquí por tus habilidades, si, excepcionales habilidades que no queremos desechar. Si quieres- miré hacia la puerta por un segundo, como si algo se me hubiese pasado por la cabeza, o tuviese una duda que me reconcomía- podemos aprovechar que estás aquí, para estudiar tu enfermedad. En Titan no solo hacemos los saltos Hilv, también curamos enfermedades, creamos y modificamos lo que tenemos para mejorarlo. Hice una pausa desviando la mirada hasta su pecho y luego su cabeza- Puedes ayudar mucho más de lo que piensas... Le sonreí francamente- Se que no le tienes miedo a la muerte, no siempre, como yo. A veces viene y va ¿Haremos algo que deje huella en este mundo? ¿Nos recordará alguien?- entrelacé los dedos encima de la mesa- Dime Hilv...¿Quieres dejar tu semilla en algo más que en los saltos?

Asintió conforme a lo de estar aquí por sus habilidades, esperando que con eso quedara zanjado el tema que hacía referencia a su presencia allí, pero la doctora volvía a hablar de su enfermedad, y eso hizo que sintiera el impulso de levantarse y salir por esa puerta. Había pasado por unos cuantos psicólogos, no era una novata en esto, pero esta mujer hablaba de algo parecido a la esperanza, y ella no quería eso, la había tenido, su familia la había mantenida viva durante años

Tiempo perdido, tiempo que no tengo

¿La doctora temía a la muerte? Eso había creído comprender, pero sus motivos eran confusos para la chica, aspiraciones demasiado grandes para alguien nacido en un pequeño pueblo, ella no sentía ese tipo de temores creo que no la sigo doctora dijo echando el cuerpo hacia delante, con la mirada fija en ella no sé que pretende hablando de mi enfermedad, diciendo esas cosas parece que quieran hacer de mi una especie de cobaya o algo así dejó escapar un gruñido excelentes habilidades que no querían desechar, pero que realmente no le interesaban sintiendo que de pronto todo tenía un poco más de sentido no les interesas tú, sino tú enfermedad... le entraron ganas de vomitar. 

No era receptiva, no aún. Dejé salir el aire que guardaban mis pulmones como si aquello fuese una tarea imposible- Te lo voy a explicar de forma simple, ya que comprendo que ahora mismo estés pensando en irte por esa puerta. Tienes no solo la posibilidad de ir de salto en salto, si no de ayudarnos a encontrar una cura a lo que tienes. Porque si alguien tiene esa potestad, aparte de tu al negarte, somos nosotros. Contamos con los mejores médicos, los mejores investigadores, somos pioneros en salvar vidas Hilv, sabes de sobra eso, todo el mundo sabe que nos dedicamos a eso. No se como no pudiste pensar que también esto tenía que ver con tu enfermedad.- Levanté una mano, a sabiendas de que se lo tomaría como una ofensa- Yo no valoro tus capacidades como saltadora, eso lo hará tu instructor asignado, valoro tu estado físico y emocional. Está muy bien no querer mejorar después de tantos años arrastrando con la enfermedad, y ahora puede que no lo comprendas, pero nosotros, como individuos, estamos aquí para una finalidad. ¿Por qué no servir para las dos cosas?- la miré con tranquilidad bajando la mano- no me digas nada, no hace falta, piénsalo con detenimiento. Nos veremos en una semana. 

Cada palabra que la doctora pronunciaba se le iba introduciendo en su cabeza de una manera dolorosamente efectiva. Y para colmo le decía que había sido imbécil por no pensar que esto iba con su enfermedad. La chica siempre se había sentido orgullosa de lo que era capaz de hacer, de lo que había conseguido a pesar de sus limitaciones, pero ahora mismo se sentía como una auténtica mierda.

Las ganas de llorar se juntaron con la bilis de su estómago en su garganta. Se tragó todas sus respuestas, manteniendo el control y la disciplina que había adquirido a lo largo de los años. Se levantó de la silla como si tuviera un resorte, empujando esta hacia atrás con la fuerza que había contenido en sus brazos, dedicando una mirada bastante explícita a la doctora sobre lo que pensaba de ella y de todo lo que acababa de decirle.

Se dejó conducir de vuelta a la zona común, y desde allí, corrió hacia el apartamento que le habían asignado. No quería haber ido corriendo, tampoco quiso dar un portazo, ni dar aquellas patadas a una de los altos taburetes de la cocina. Se repetía a si misma que ya no era una niña mientras vomitaba en el fregadero el indicado desayuno que había tomado, mientras sollozaba como una idiota que hubiera descubierto que a su idealizada pareja sólo le interesaba su cuerpo. Se sentía engañada, decepcionada, furiosa... La tomó con la puerta del mueble en la que se guardaban las sartenes.

Terminó su periplo tumbada bocabajo en el cómodo, elegante y funcional que Titán había puesto a su disposición gracias a su puta enfermedad. Una que no sólo no se conformaba con matarla, sino que encima se había empeñado en joderle su tiempo, una lucha que creía haber ganado, una batalla en la cual creía haber obtenido alguna recompensa, pero estaba claro que no era así, estaba claro que Hilv Larter valía lo que la valía la enfermedad que Hilv Larter tenía... 

Apartamento de Hilv, al día siguiente. 

Si el día anterior ya fue una verdadera mierda con la visita a tu médica personal, el de hoy no parecía ir a mejor. A las 7:00 te llegó un mensaje indicando que debías permanecer en tu domicilio de 9:00 a 11:00 para una reunión y toma de contacto con tu instructor; Virmin Kalif. 

El día parecía que iba a ser soleado, incluso el sonido de los pájaros llegaban tenues desde las falsas ventanas. ¿Qué tiempo haría realmente fuera? 

El timbre sonó a las 9:05.

No salió de casa en todo el día, se lo pasó autocompadeciéndose a su misma. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y se odiaba a si misma por hacerlo, pero no había podido evitarlo, gran parte de la ilusión con la que había llegado había sido destruida por la doctora Elisa Aure sin mucho esfuerzo. No había querido pensar demasiado en lo que le dijo, todavía no estaba preparada para hacerlo. Había visitado a suficientes médicos durante la fase de diagnóstico, y todos habían coincidido en una cosa. No había cura para lo que ella tenía, pero al menos le dijeron que si se esforzaba, podía llevar una vida casi normal. Creía haber superado esa normalidad, pero ya no lo tenía nada claro. 

El mensaje la despertó, lo último que deseaba era una reunión con otra persona que le dijera cosas que no quería oír. Por supuesto se había planteado dejar Titán, pero no había tomado ninguna decisión al respecto. Decidió hacer sus ejercicios antes de que llegara el instructor, uno que ya le caía mal sin conocerlo, simplemente porque el humor de la chica no era el adecuado. 

Abrió la puerta a las nueve y siete. Ya duchada, se había puesto unas mallas negras, una camiseta fucsia y negra y unas zapatillas de deporte blancas, luciendo su habitual coleta, pero sin ningún tipo de maquillaje, ni siquiera la habitual oscuridad alrededor de sus ojos. 

Dos minutos, dos minutos y la puerta aun no estaba abierta. Suspiré pesadamente mientras esperaba a que la chica me abriese la puerta ¿Se habría dormido? No creo, tendría que estar nerviosa, igual era eso. Igual se estaba vistiendo o repasando que todo estuviese limpio, decente, ordenado e incluso igual había preparado café. Una sonrisa un poco más ancha se dibujó en mi arrugado rostro. Café. 

La puerta se abrió y allí se encontró Hilv con un hombre en vaqueros claros y camisa celeste, un poco más alta que ella, de complexión normal que le miraba como lo hacían los abuelos de tus amigos.- ¿Hilv? - te ofreció la mano.- Soy Kalif, su instructor. Vamos a tener una pequeña entrevista para ver que esperamos los dos de cada uno, para así poder fomentar un buen aprendizaje. Aunque bueno, usted es mejor con el arco que yo sin duda- una pequeña broma, del hombre afable. Demasiado. Demasiado afable. 

Le estrechó la mano con desgana tras observarlo sin disimulo ¿de qué va este tipo? O más bien, ¿de que van aquí? ¿Ahora mandan a un simpático abuelito? Desde luego el tal Kalif no le cayó bien, no era su culpa, pero la chica estaba bastante afectada por lo sucedido el día anterior. Odiaba que la engañaran y manipularan, y eso era lo que habían hecho. 

Se dio media vuelta y entró en lo que era el salón, dejando la puerta abierta por si el abuelo quería pasar sin decir una sola palabra. Estaba segura de que estaría al tanto de lo sucedido el día anterior. Se dejó caer en el sillón, subiendo los pies al mismo. La casa estaba más desordenada que nunca, no se había molestado en recoger el taburete del suelo, también había algo de ropa esparcida entre una de las sillas y el suelo. 

Pregunte lo que tenga preguntar y terminemos. 

¿Acaso importaban las preguntas? Ya le habían dejado claro cual era el papel que esperaban de ella en este sitio. 

No empezábamos con bien pie desde luego. Entré en la casa que distaba mucho de lo que podía esperar. No me habían hablado de alguien, fruncí el ceño sin cerrar la puerta, de hecho casi que no di mas de un paso tras entrar en su territorio cuando el mordaz comentario que me hizo mirarla.

Creía que iba a ver a una militar no a una puta adolescente condescendiente- se puso recto y apretó los labios- que menos que un café al menos. Esto no es una escuela coleta de caballo, ni un pub, ni tu puta casa- le puso ese apelativo hasta que se mereciese que la trataran como una persona, osease, cuando ella lo tratara con un poco mas de respeto- no he venido a perder mi tiempo aquí, así que, cuando quieras algo, me llamas, el número está en tu tablet personal. Esa que tienes enterrada entre las bragas y el vaquero- si el hombre había parecido afable, había perdido todo ese aspecto en menos de un segundo. Me di la vuelta y salí por la puerta, pegando un portazo. 

¿Ahora venían con esas? 

Probablemente en cualquier otro momento esas palabras le hubieran molestado, pero no hoy, pocas cosas podían llegar a afectarle más que lo que había descubierto el día anterior. Obviamente era consciente de que se estaba comportando exactamente como había dicho aquel hombre, un estúpido acto de rebeldía...

!Pues posiblemente le habrán informado mal sobre lo que iba a ver! Le gritó justo antes del portazo capullo de mierda ya está Hilv, ni un puta semana has durado en este sitio, tus padres estarán orgullosos de su hija, y ahora podrás regresar a cualquier universidad a tirarte cinco años pensando en los tíos buenos a los que te gustaría tirarte y yendo a estúpidas fiestas hasta que un día tu puto cuerpo diga basta y hayas desperdiciado los pocos años que tienes odiaba la puta voz !Joder! !Puta hostia! Se levantó del sillón, y tras apartar las bragas y el vaquero, cogió la tablet y buscó el número de aquel tío. 

Respiró hondo mientras marcaba ¿Señor Kalif? Dijo cuando descolgaron soy Hilv Larter, siento mi comportamiento esperaba que continuara todavía cerca y que no hubiera decidido expulsarla de manera fulminante, cosa que no le hubiera sorprendido en absoluto le pido que regrese y hablemos, por favor se reconocía mucho más en esa actitud, pero eso no quitaba que siguiese estando jodida. 

Comenzó a recoger la ropa al mismo tiempo que hablaba, preocupándose al menos de arrojarla sobre la cama y recolocar los muebles que no estaban en su sitio correcto.