Partida Rol por web

En cuanto vi la lavandería me lancé hacia las sábanas y comencé a anudarlas, no podía creer en la suerte que estaba teniendo aunque sabía que más pronto que tarde se acabaría.

No tardé en darme cuenta de que no servía de nada hacer una cuerda. Sin la mujer no dudaríamos allí fuera más de unas pocas horas y la posibilidad de irnos con ella se había esfumado cuando decidió coger a Ella como rehén.

Cogí el botiquín y lo desancle de la pared y lo abrí para comprobar su contenido antes de guardármelo a la vez que trataba de escuchar lo que pasaba fuera de la habitación.

Teo tuvo que disparar, porque ella le disparó también a él dándole en el costado izquierdo. La mujer se desestabilizó por el impacto en una de las piernas y justo en ese momento Ella sacaba una especie de bolígrafo negro que clavó con saña en el estómago de la mujer, atravesando o pareciendo atravesar la ropa. 

Marko aprovechó para coger a Ella de un tirón. 

Apenas habías empezado a anudar las suficientes sabanas cuando oiste no uno, si no dos disparos , el primero mas grave que el segundo y algo de movimiento fuera.

Había recibido un tiro, como tantas otras veces, el dolor fue intenso y localizado al principio, como si de un aguijón fino se tratase para pasar después a dolerme toda la zona. Apreté los dientes, lancé un suspiro contenido y mantuve mi arma al frente, preparado para lo imprevisible.

Observé lo que hizo Ella, no sabía qué era, pero me pareció cojonudo, clavarle algo puntiagudo a quien te intenta secuestrar siempre es cojonudo. Marko me la apartó de la línea de tiro así que clavé mi mirada en la de ella ​-¡Suelta el rifle, ya!- grité listo para rematarla si no obedecía.

Le clavé el bisturí lo más fuerte que pude, sin saber si ella llevaba alguna protección o no. Cuando Marko me dio la mano me agarré a ella y me impulsé para volver dentro.

Vi como Teo amenazaba a la mujer, parecía herido. Mi objetivo era alejarme de ella.

Dos disparos que resonaron en mi cabeza, mientras yo corria en direccion a Ella. Un reflejo metalico que se hundia en el cuerpo de nuestra actual enemiga, mientras yo avanzaba hacia Ella, nuestras manos se unian y de un fuerte tiron conseguia meterla de nuevo dentro y la apartaba de cualquier posible represalia, poniendome en medio.

Teo grito algo que no entendi, como contestacion a lo que ella habia dicho, mientras el rifle se convertia ahora en mi objetivo. Era un arma y nosotros estabamos precarios de ellas.

En cuanto escuché los disparos conecté el comunicador interno de las armaduras y pregunté.- Ella, ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- Las cosas se complicaban más y más. Dejé de anudar sábamas para coger el botiquín y desanclarlo de la pared y tratar de guardarme su contenido.

Aquello fue una lluvia de balas. Reaccionó muy mal ante el ataque y la ultima posibilidad de que le arrebatasen a Ella por lo que realizó un barrido con una ráfaga de proyectiles que toparon con paredes, armaduras y carne. Pero no solo ella disparó, si no que en el último momento cuando Marko iba a elevar el cañon de un golpe para evitar mas disparos Teo accionó el gatillo atravesando el cuerpo de la mujer, que trastabilleó malherida apoyándose contra la pared. 

No...-alzó una última vez el rifle, con la necesidad de que si ella no salía de allí con vida, vosotros tampoco. 

Ella, ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- escuchásteis por el comunicador de parte de Mike segundos antes de que las balas silbasen.

Un bisturí, vendas, jeringas, pastillas que no sabían para que se usaba y...de golpe la lluvia de balas que resonó en toda la habitación como si fuese una caja de chapa. Alguna atravesó la pared, casi dándote en su camino. Una ráfaga, de al menos doce o quince detonaciones seguidas antes de escuchar algún quejido del otro lado. La dirección era clara, seguramente vendrían del lado de la mujer que quería llevaros fuera y con dos personas malheridas, una sin mano y otra sin armadura, las posibilidades de no acabar mal, eran muy bajas. 

Por ahora no había respuesta. 

Tenía segundos antes de que todos los aliens de la planta se acumularán a nuestro alrededor, podía hacer lo que había visto hacer a Vash la última vez que escuchamos disparos, cerrar la puerta y esperar que pasara el peligro, pero de qué servía un médico si cuando había compañeros heridos los dejaba tirados a sus suerte.

Inmediatamente, salí de la sala para acudir a socorrer a mis compañeros heridos. Posiblemente estuviera firmando mi sentencia de muerte, pero si no lo hacía tenía claro que estaba firmando la de ellos.