Partida Rol por web

Hola Kazuma. ¿Cómo va todo por allí? ¿Encontraste a Miroku? ¿Todavía te siguen? - pregunto con tranquilidad.

Yo me caí de un árbol, pero no te alarmes, puedo sobrellevarlo uno de los chicos del otro grupo alivió mi caída, creo que me lesioné un poco, pero el otro chico sigue aquí, es el que acompañó al tal Miroku a su escondite. - mi timbre de voz denotaba un poco de dolor, pero sobre todo mucha tranquilidad y hasta algo de satisfacción.

- Estoy intentando seguir una pista, ¿tienes su número y podrías llamarle? - le contesté - No, ya no me siguen. Intenta no moverte demasiado, no sería conveniente que la lesión pudiera derivar en algo más grande - continué hablando con el -. Si no te importa Ken-kun, ¿podrías llamar ya a Miroku-san y esperar a que te cuelgue o contesté? En cuanto consigas algo, llámame y dime que ha pasado, si te ha contestado, si ha cortado o si han sonado todos los tonos hasta que se corta sola la llamada, gracias - las instrucciones parecían claras, esperé a la confirmación de Kenichi.

Acabo de llamarlo y aunque no me habló, estoy seguro que me escuchó con claridad, ya he hablado con él, huelga decir que no soy su persona favorita en este momento.

Creo que en este momento está atendiendo otra llamada, quizá está organizando a sus amigos y vengan a por mi, aunque descuida, no pueden agredirme sin romper las reglas y quedar todos fuera del juego.

Tu sigue adelante y trata de llamarlo para decirle que a su colega y a mi nos urge asistencia médica y que por favor ponga fin a esta locura presionando el botón rojo.

Buena suerte Kazuma, voy a descansar para mantener mis fuerzas.

Colgué el teléfono y volví a mis dos colegas contrincantes.

Parece que tanto uno de vuestros compañeros como el mío están lesionados - dije alzando los hombros -. Al parecer, Ken-kun intentando zafarse de su seguidor por los árboles, ha dado un traspiés y ha caído sobre vuestro compañero - dije -. Creo que a estas alturas, sabiendo que quiero explorar la cueva, lo mejor será que me dejéis, y os pongáis a buscar a mi compañero con más ansias si queréis que atiendan a nuestros accidentados compañeros.

Tomé aire y solte un leve suspiro.

- Por otra parte, me parece bien, Yusuke-kun que te quieras unir a nuestro bando y, aunque te apoyo, creo que lo mejor que podrás hacer es pedirle el favor a Ken-kun, es decir, llámale ahora, ve a buscarle y dirigíos al punto de inicio para hablarlo con el Sargento Manabu, y así hacer efectivo el cambio - le dije -. Siento no poder ayudarte ahora mismo.

Había recordado que era lo que se tenía que hacer para cambiar de bando y, aunque me pareció en principio que Yusuke actuaba de buena voluntad, me percaté rápido de la opción que se le abría separándome de la zona en la que estaba para ir a apoyarle en su cambio.

- Y ahora, si me permitís de nuevo, necesito explorar la cueva - dije avanzando de nuevo hacia ellos.

-¡Por favor, Kazuma! - insiste Yusuke. Se había mostrado tranquilo hasta el momento, pero ahora que le has dicho que hable con Kenichi parece más alterado que antes. Da un paso adelante, hacia ti. - ¡Obviamente, Miroku está dentro de la cueva! ¡Si me voy ahora con tu amigo para cambiarme de equipo, el juego terminará y yo perderé con mi equipo actual! ¡Y no quiero cargar con la estúpida deuda de otro! - parece algo desesperado... incluso te pone las manos en los hombros, como suplicándote.

-¡¿Pero qué dices, imbécil?! - salta rápidamente el compañero de Yusuke, con los ojos abiertos como platos y una expresión evidente de rabia en su rostro. Parecía que hasta ese momento pensaba que lo que decía su compañero era un truco para engañarte, pero lo que acaba de oír le ha hecho cambiar de parecer... - ¡Cállate! - demasiado tarde, ya que ya te ha revelado la ubicación de Miroku. Aún así, Hikaru da un empujón a Yusuke, apartándolo de ti. - ¡Sabía que no podíamos confiar en ti! ¡Siempre tan callado! ¡Querías pasar de nosotros todo este tiempo!

-¡¡No es justo que tenga que cargar con la deuda de otro!! - le grita Yusuke de vuelta a su "amigo". - ¡Si tú estás de acuerdo con eso, perfecto! ¡A mí no me parece que alguien que me hace pagar parte de su deuda sea un amigo de verdad!

Ambos parecen dispuestos a enfrentarse... ¡pero la entrada de la cueva está ahora desprotegida!

Yusuke me suplicó que le acompañase para cambiarse de equipo, pero a mí seguía sin convencerme la idea, ahora que tenía a Miroku a tiro no podía dejar escapar la oportunidad.

En ese momento el compañero de Yusuke comenzó a increparle. No parecía una actitud demasiado correcta por parte de un amigo, aunque no compartiera la opinión de mi compañero en esta prueba, no podía evitar comprenderle, era duro sostener el peso de la deuda de otra persona, pero uno hace lo que tenga que hacer por un amigo o amiga.

En el momento en el que ambos parecen dispuestos a enfrentarse, la entrada a la cueva se queda desprotegida demasiado golosa para entrar.

Comienzo a dar leves pasos para rodear a los dos amigos enfrentados por la prueba y acercándome a la entrada de la cueva.

La espera se está haciendo eterna. ¿Cuánto tiempo llevas ahí, tumbado entre la hierba, sin poder hacer nada más que esperar y confiar en que nadie te encuentre? No tienes ni la menor idea. Tu estómago se queja de la falta de comida, pero de alguna forma parece que sus gruñidos se confunden con los sonidos de la naturaleza que te rodea.

Tu mente, por otra parte, no está demasiado centrada. El tiempo sin comer te está pasando factura, y también el cansancio. Después de estar tres días encerrado sin hacer otra cosa que dormir y esperar, no pensabas que tendrías tanto sueño... pero la tensión inicial de la prueba han dado paso al tedio, que unido a la falta de alimento y por lo tanto de energía, te provoca sueño. ¿Qué hora debe ser ya? No lo sabes, y tampoco te atreves a moverte demasiado para no alertar a nadie de tu posición, pero dirías que ya es de noche.

Estás más atolondrado de lo que creías, porque de repente eres consciente de que hay alguien caminando cerca de ti. Muy, muy cerca de ti. ¿Cuándo ha llegado aquí esta persona? Está muy cerca y camina lento, aunque no parece que se dirija directamente hacia ti. No, no sabe que estás allí. Va a pasar de largo, como otras personas han hecho antes que él. No tienes de qué preocuparte, te dices. Estás a salvo. No te ha visto.

Y entonces notas el contacto físico. Esa persona, quien quiera que sea, ha pasado muy cerca de ti... tanto, que ha tropezado con tus piernas ocultas entre la hierba alta. No te giras para verlo, forzándote a seguir disimulando hasta el final, pero aún así notas que esa persona ha tropezado y casi cae al suelo, trastabillando, y emite un gruñido de disgusto mientras se repone del tropiezo.

Tu corazón se acelera un poco. A tu espalda, la persona que ha tropezado con tus piernas se encuentra de pie, y tienes la terrible sensación de que ha clavado su mirada en ti. Tus temores crecen cuando notas que está caminando a tu alrededor y que, finalmente se coloca frente a ti. Apenas te atreves a levantar la mirada, pero lo ves delante de ti. El chico aparta las hierbas, sonriendo.

-Te encon... - comienza a decir.

Decides aprovechar la ocasión y dejar que los dos amigos arreglen sus problemas de forma violenta, de hecho ves que ambos están ya en el suelo forcejeando y gritándose mientras tú entras en la cueva con todo el disimulo que eres capaz de reunir. De hecho no te habría hecho falta tanto disimulo... los dos chicos parecen haberse olvidado totalmente de tu existencia, y sólo se gritan y echan en cara cosas del pasado que ni entiendes ni te interesan.

La cueva está oscura, apenas unos pocos rayos de luz entran en su interior. Te das cuenta entonces de que hace rato que estaba anocheciendo, y que la luz que entra en la cueva no es del sol, sino de la luna. Te llama la atención entonces una silueta de persona, sentada contra la pared de la cueva. Es la persona que buscabas.

-Supongo que hemos perdido. - dice Miroku, girando su cara hacia ti para mirarte con una sonrisa triste.

Por todo el bosque se escucha de pronto una musiquilla infantil, procedente sin duda de algún tipo de sistema de megafonía del que no erais demasiado conscientes. Los aparatos que emiten el sonido deben estar ocultos en los árboles, camuflados de alguna forma... aunque ahora mismo no sois capaces de localizarlos, pues ya es de noche. Han pasado muchas horas desde que comenzó el juego.

La musiquilla termina, y una voz familiar se escucha a través de los altavoces.

"¡Niños y niñas, la prueba ha terminado! ¡Reuníos todos a la mayor brevedad en el claro del centro del bosque!

No tardéis, que pasaré lista~"

Con dificultad me pongo de pie y llevo mi mano izquierda a mis costillas, luego observo a Tetsuya y le tiendo la mano derecha.

¿Gustas ayuda o prefieres echar a correr mientras yo intento llegar al punto de reunión? Tranquilo no tengo fuerza para correr, en verdad me lastime al caer. - digo con una sonrisa de medio lado.

Espero un par de segundos para ver si Tetsuya acepta mi ayuda, en caso se niegue, echo a andar con calma hacia el punto de reunión.

Tuerzo el gesto en una sonrisa empática hacia Miroku cuando me lo encuentro en el interior de la cueva. No me gusta reírme de mis contrincantes cuando pierden, sobretodo mis padres me enseñaron a ser respetuoso con los demás.

- Sí, vamos - le digo con calma invitándole a salir de la cueva cuando de pronto suena en la megafonía del bosque la voz de Manabu.

El juego había acabado, supuse que para Kenichi había sido más trepidante, y esperaba que Aki hubiera estado tranquilo y sereno. Al menos ahora podríamos todos, los perdedores y los ganadores, respirar tranquilos.

Salí de la cueva en compañía de Miroku y me encontré a los dos amigos enfrentados.

- Lo siento, deberíamos regresar - les dije de forma sincera.

Lo sentía por ellos, eso era verdad, pero no lo sentía por mí, había encontrado a Miroku y eramos los ganadores. Un paso más para librarnos de todo ese tedio de pruebas. A pesar de la victoria, durante el camino, me mantuve serio, ya tendría tiempo de celebrarlo con mis compañeros.

Aki se levantó penosamente, tratando de sacar las hierbas y la tierra de su ropa con las palmas de la mano. Aún no había mirado al chico quien acaba de anunciar de haberlo encontrado. Se sentía muy, pero muy desanimado, aunque aún no tenía de todo claro quien había ganado. Pero igual estaba desalentado por el cansancio corporal extremo causada por la inanición.

Y ahora tengo que volver al claro…, pensó apenado. Todo el camino que queda por recorrer. Espero que no me caiga de bruces y no me levante más.

“Hay dos posibilidades”, comentó en un hilo de voz al chico al que aún no había mirado la cara. “La primera: que ha ganado tu equipo porque me has encontrado. La segunda: que no me has encontrado a tiempo y que unos segundos antes mi equipo ha encontrado a vuestro chico escondido.”

Y hay una tercera posibilidad – le cruzó el pensamiento por la mente – que tú eres Kazuma o Kenichi… Fue un pensamiento que debería haberlo electrizado, y seguro lo habría hecho si las células de su cerebro aún hubieran estado en un estado para dejarse electrizar.

Por fin, tras haberse espolvoreado, levantó la cara para mirar la del chico.

El Sargento Manabu espera pacientemente en el claro del bosque en el que os relató las normas horas atrás, con las manos cruzadas a la espalda y con su sempiterna sonrisa dibujada en su rostro de muñeco. La mesa de la comida del claro del bosque está mucho más llena que al principio, y la luz del sol que iluminaba la zona ha dejado paso a la de la luna, pero más allá de eso no parece que haya cambiado mucho más.

Los primeros en llegar son dos jugadores de distinto equipo, pero que caminan prácticamente el uno junto al otro.

Poco después, dos más. Éstos no caminan el uno junto al otro, pero por el tiempo y la distancia que los separa se diría que estaban juntos cuando echaron a caminar hacia el lugar de reunión...

El resto de participantes forman el último grupo en llegar. Sin embargo no llegan todos juntos, sino que lo hacen en tres tandas: primero uno, luego dos, y luego otro. El primero y el último tienen marcas en la cara... está claro que alguien los ha golpeado.

El Sargento Manabu da una palmada en el aire cuando os ve a todos finalmente reunidos, y os mira las caras a todos. Vuestros rivales no parecen demasiado contentos... aunque vosotros no es que seáis un ejemplo de salud y alegría precisamente.

-¡Felicidades, niños y niñas! ¿O debería decir sólo "niños"? - el Sargento Manabu se encoge de hombros. - ¡El Escondite de la Amistad ha finalizado! ¡Y estoy seguro de que no hace falta que os diga qué equipo es el ganador, ¿verdad?!

Igual dígalo, después de todo, no es oficial hasta que Usted lo diga sargento. - respondo de mala manera, pues al ver a Aki en el claro, no me resulta difícil deducir lo ocurrido.

Al final mi esfuerzo no había servido de nada, me lastime las costillas sin necesidad. - Maldita sea, su número nos jugo en contra, al menos ahora podremos ver a las chicas de nuevo. 

Mii-chan y Sayuri-chan, espero que estén a salvo. - pienso un tanto malhumorado y esperanzado por igual.

Lleguo al claro del bosque junto con los tres compañeros y no tan compañeros del otro equipo, confiado en que se haya dado el fin del juego porque yo hubiera descubierto a Miroku y con algo de miedo de que alguien del otro equipo halla pillado a Aki.

Me da un pequeño vuelco el corazón al ver a Aki junto a Kenichi y otros dos integrantes del otro equipo ya en el claro, ¿no será a el a quien han pillado primero?.

Me coloco junto a mis compañeros y escucho lo que va diciendo Manabu. Todavía se atreverá a alargar la agonía de desvelar quien ha sido el ganador.

- ¿Qué tal estáis? - les pregunto a Aki y a Kenichi.

Espero al lado de mis amigos a que Manabu de el nombre de los ganadores del juego.

Yo magullado, pero viviré y ustedes que tal lo están llevando chicos. - respondo con calma al comentario de Kazuma.

Al menos con esto, estamos más cerca de terminar con este infierno y con algo de suerte, descubrir a los infelices que nos hicieron esto.

Aki, pese al comentario de Manabu, aún no tiene idea de quién es el ganador de este juego. Aún no puede explicarse cómo el chico del otro equipo había podido encontrarlo, porque había sido tan improbable que, entre todos los lugares, las plantas y los árboles del bosque escudriña justamente el arbusto en el que Aki se había escondido.

Sin embargo, al momento que el chico lo encontró, habían declarado el juego terminado, y Aki estaba casi seguro que había sido incluso un poco antes de que el chico lo halló – desde luego, seguía esperando que sus amigos habían descubierto primero al otro chico escondido.

A la pregunta de Kazuma responde: “Voy bien, más o menos” - lo que es falso, porque se siente fatal tras el largo tiempo de inanición, y de hecho se lo puede ver en la cara extremadamente pálida. Apenas logra mantenerse en pie.

“¿Quién es el ganador, Manabu?” pregunta en un hilo de voz, pero audible.