Partida Rol por web

Aki tenía aún sus preguntas pendientes en cuanto al plan, interrogantes a los que Kenichi aún no había respondido, pero de todas formas era cierto que no tenía mucho sentido hipotetizar ya sobre la situación y urdir planes antes de conocer todos los detalles. Así que Aki también se volvió de nuevo hacia Manabu, en esperas de la continuación de su explicación.

A Aki le daban mucho asco los chicos esos, y, por cierto, si tenían tanto empeño en saldar la deuda por la que se habían inscrito al juego, aparentemente una deuda real, serían unos adversarios temibles en la partida que se iba a jugar.   

-¡Menudos maleducados estáis hechos! - el Sargento Manabu señala con su espada desenvainada a Aki, Kazuma y Kenichi. El equipo contrario ríe al escuchar esto. - ¿No podéis esperar a que termine mi explicación antes de poneros a cuchichear entre vosotros? En fin... - el Sargento Manabu se encoge de hombros. - Vamos a seguir explicando. ¿Por dónde iba? Ah, sí. - dice, alzando un dedo. - "El equipo que primero encuentre a la persona escondida del equipo contrario será el ganador"... eso ya lo he dicho, ¿verdad? - el extraño personaje ladea su cabeza. - Vale, ahora vamos a dejar claras unas cuantas cosas.

El Sargento Manabu mira primero a un grupo, luego al otro, y asiente con la cabeza, cruzando las manos tras su espalda en pose de seriedad.

-En este juego hay algunas cosas que podéis hacer y otras que no. Vamos a empezar por las cosas que están prohibidas, si os parece. - dice, mirándoos a todos. - ¡Prohibición número uno: atacar a tus enemigos! - dice, alzando un dedo. - ¡Queda terminantemente prohibido usar la violencia contra miembros del equipo rival para que revelen la ubicación de la persona de su equipo que se está escondiendo, para que se inclinen a nuestro favor o, en general, para cualquier fin! En resumen, ¡la violencia está totalmente prohibida! Ahora... - el Sargento Manabu alza un segundo dedo. - ¡Prohibición número dos: la persona que se está escondiendo no puede cambiar de ubicación! Una vez se haya escondido, esta persona no puede cambiar de escondite. Debe permanecer en el mismo lugar hasta que termine la partida. - el Sargento Manabu vuelve a adoptar su pose de seriedad. - En caso de que alguien rompa las reglas, la deuda de su equipo se duplicará automáticamente y el equipo quedará eliminado del juego.

El equipo rival murmura tras escuchar las prohibiciones. El Sargento Manabu, por su parte, se aclara la garganta.

-Veamos ahora lo que SÍ que podéis hacer, ¿vale? - el Sargento Manabu alza un dedo. - ¡Uno: estar en contacto! - dice. - Cada uno de los participantes de esta prueba recibirá un teléfono móvil que le permitirá estar en contacto con el resto de participantes de la prueba, sean de su equipo o no. Podéis hablar entre vosotros siempre que queráis. - dice, y después saca su espada y apunta a la mesa con comida. - ¡Dos: comer! Una vez comience la prueba podréis comer hasta hartaros de esa mesa de ahí. - el Sargento Manabu mira a Kenichi y sus amigos. - Me da la sensación de que el Equipo C está más que hambriento, así que es una buena oportunidad... ¡Ah, pero recordad que el jugador que se esconde no puede moverse del sitio, así que tendrá que ser un amable compañero suyo el que le lleve la comida hasta su escondite! - el Sargento Manabu suelta una risita y alza tres dedos. - Sigamos... Esta acción está especialmente dedicada a la persona que se esconde... ¡Tres: rendirse! - exclama. - Los jugadores que tengan que permanecer escondidos son los que peor lo van a pasar en esta prueba, seguro... estarán solos, aburridos, sin poder moverse... ¡su papel es cualquier cosa menos divertido! - se encoge de hombros. - Así que les proporcionaremos un dispositivo con un botón que llamaremos "el botón de la rendición". Si la persona escondida lo aprieta, ¡el juego terminará! Claro, su equipo quedará eliminado de los juegos en ese mismo momento... Un poco cruel, pero sus compañeros podrían haber sido más considerados y entretener un poco más a esta persona, ¿no? - ríe el Sargento Manabu. - Ah, una cosa. Si cualquier otra persona que no sea la que se esconde pulsa el botón, éste no tendrá ningún efecto, ¿vale? - señala a todos los allí presentes. - Y ahora vamos con la última cosa que podéis hacer, y esto es algo que sólo los "buscadores" pueden hacer...

El Sargento Manabu alza sus brazos con alegría.

-¡Cuatro: cambiar de bando! - exclama. Los miembros del equipo rival parecen sorprendidos. - Si un jugador considera, por ejemplo, que su equipo no tiene posibilidad de ganar... ¡puede pasarse al bando contrario! Aunque, en realidad, puede hacerlo por la razón que le de la gana. - explica. - Sin embargo, aunque un jugador gane el juego habiéndose cambiado de bando, quedará eliminado de la competición. ¡Después de todo, su equipo original ha perdido! - declara alzando las manos. - Entonces os preguntaréis "¿qué sentido tiene entonces cambiar de bando?"... Juju, adivinad. - ríe el Sargento Manabu. - Si en el momento de terminar la partida alguien ha cambiado de bando y se encuentra en el equipo ganador... ¡su deuda se trasladará automáticamente a los miembros de su equipo original! Es decir, que podrá librarse totalmente de su deuda y hacer que sus compañeros carguen con ella. - explica con orgullo el extraño personaje.

Nuestras sospechas se confirmaban, la comida era un cebo, y algo me decía que los móviles que iban a darnos también estarían trucados.

Ya fuera que estuvieran pinchados o fueran a permitir al equipo contrario encontrarnos vía GPS, pero eso no era lo peor, este infeliz nos ponía en una situación difícil, pues estaba seguro de que el equipo contrario no había pasado por las mismas privaciones que nosotros.

Por eso, en cuanto Manabu termino la primera parte de su explicación, opté por chasquear mi lengua y cruzarme de brazos.

“Si el otro equipo no ha pasado por los mismos días de privación que nosotros, el juego es trucado desde el inicio en su favor y en contra de nosotros. No tiene ningún sentido comenzar un juego de competición si los equipos parten de unas condiciones voluntariamente desiguales”, murmura Aki por lo bajo, como si hablara a sí mismo, pero bastante alto para que Manabu, entre los dos equipos, lo pueda escuchar, pero tan bajo que probablemente los chicos del otro equipo no lo pueden escuchar.

Alza más la voz: “Por favor, Sargento Manabu” - el tono de burla al pronunciar el título queda patente - “digános si hay una línea única de comunicación entre los teléfonos, de manera que todos siempre pueden escuchar todo lo que alguien dice, o si se pueden establecer líneas individuales: por ejemplo, yo llamando a Kenichi y Kazuma sin que los demás se den cuenta de nuestra conversación.”

Las normas no parecen difíciles de seguir. Me mantengo en pie esperando a ver como continúa la historia.

De momento, tendremos un teléfono, se podrá comer, pero el que se esconda no se podrá acercar a la mesa, tendremos que decidir quien se esconde y como nos organizamos.

Lo importante ahora es tener claro que, a pesar que estemos en inferioridad y tengamos menos posibilidad de encontrar a nuestro contrincante, debemos mantenernos unidos. Seguro que hay alguna cosa para mantenernos malinformados para que pensemos que nos estamos haciendo la puñeta e intentar romper al grupo, espero que nadie se cabree más de lo necesario.

-Mira que sois desconfiados. - dice el Sargento Manabu encogiéndose de hombros. - Las llamadas que hagáis con los teléfonos sólo las podrán escuchar aquellos que estén en la llamada. Si Aki-kun llama a Kazuma-kun, entonces sólo Aki-kun y Kazuma-kun podrán escuchar la llamada a través de su teléfono. ¡Son teléfonos normales! - explica ladeando la cabeza. - Eso sí, la organización de los Juegos escuchará todas las conversaciones que tengáis con el teléfono, por motivos de seguridad. Ah, y los teléfonos no permiten la función de conferencia, así que no puede haber más de dos personas en una llamada. Tampoco permiten enviar mensajes de texto, ni conectarse a internet... de hecho, tampoco pueden hacer llamadas a ningún número que no esté participando en esta prueba. - el Sargento Manabu alza un dedo mientras anuncia las conclusiones. - Sirven únicamente para llamar a otros participantes de la prueba. Sólo eso. Si lo que querías saber es si los miembros del equipo contrario pueden escuchar lo que digáis por teléfono, la respuesta es no.

El Sargento Manabu da una palmada como para llamar la atención de todos.

-¡Bueno! Volviendo al tema de cambiar de bando... - dice, mirando a todos los participantes de ambos equipos. - No es tan fácil como querer cambiar de bando y ya está. ¡Hay un requisito! - el Sargento Manabu alza un dedo. - En caso de que alguien quiera unirse al bando contrario, antes tendrá que comunicármelo. Yo estaré en el punto de abastecimiento en todo momento, - dice, señalando la mesa de la comida. - así que no tendréis problemas para encontrarme. Y ahí viene el requisito: por lo menos un miembro del equipo contrario debe apoyar el cambio de bando del jugador. Por ejemplo, aunque Kazuma-kun quisiera pasarse al equipo contrario, - dice, mirando al susodicho. - no podría hacerlo si ninguno de los miembros del otro equipo quieren que lo haga. - dice, mirando al otro equipo. - Pero bastaría con que uno solo de ellos lo apoyara para que pudiera hacerlo. ¡Es decir! - dice, dando una palmada. - Lo único que tiene que hacer la persona que quiera cambiar de bando es venir a verme en compañía de un miembro del equipo rival que apoye este cambio. Basta con informarme de ello. ¡Pensadlo bien, porque luego no podréis volver a vuestro equipo original!

El Sargento Manabu da una vuelta sobre sí mismo.

-Ah, por si os lo preguntáis... si alguien cambia de bando y su nuevo equipo pierde, esa persona volverá a su antiguo equipo tras la prueba... ¡cargando con la deuda media del equipo perdedor! - dice, tapando su boca de muñeco con su mano, como si estuviera conteniendo la risa. - ¡Y ya está, eso es todo! A no ser que tengáis alguna duda, empezaremos ya con el juego. - el Sargento Manabu saca su espada y apunta al cielo con ella. - ¡Tenéis cinco minutos para escoger quién será la persona que se esconda de cada equipo! ¡Y no, todavía no podéis comer!

Trago saliva cuando Manabu da comienzo al tiempo para escoger a quien se esconderá.

- Yo me esconderé, Aki- kun, Kenichi-kun - digo con tranquilidad -. Puedo aguantar algo más, y por lo menos yo me he ido alimentando con las galletas saladas esas - añado -. Podréis aprovechar vosotros para llenaros un poco el estómago y luego podréis buscar a nuestro contrincante.

Espero entonces a que mis compañeros me den el visto bueno, para comunicarle a Sargento Manabu nuestra decisión.

Aki oyó aliviado que al menos sus conversaciones telefónicas no serían espionadas por el equipo adversario, aunque echaba en menos la función de una llama de conferencia entre los tres que habría facilitado muchas cosas.

Escuchó las explicaciones sobre el cambio de bando, pero sin darlas mucha importancia, su atención se perdió incluso a la mitad, porque no las consideraba pertinentes.

Evidentemente, ninguno de los tres soñaría jamás, ni en sus sueños más abstrusos, con traicionar a sus amigos y cambiar de bando. Y no tenía las más mínimas ganas de acoger en su equipo a alguien de esos cazafortunas despiadados que se habían inscrito en el juego de propia voluntad e iban a apuñalarte en las espaldas al momento que menos lo sospecharías.

Había estado por proponerse a sí mismo como la persona que tenía que esconderse, pero Kazuma se adelantó a él y por un momento – o maldición de la flaqueza del cuerpo humano – se sentía aliviado por no tener que aguantar más el hambre y la sed terribles. Sin embargo, luchando con toda la fuerza del espíritu que le quedaba contra el cuerpo, dijo: “No me opongo, Kazuma. Pero si tú tienes dudas, o crees que puedes emplear mejor el papel de cazador – y francamente, yo lo creo así – me propongo yo al escoger el rol más bien pasivo del quien va a esconderse.”

Yo voy a cazar, eso me gusta, ahora Aki, quítale la batería al móvil para que no te rastreen. - digo dando por sentado que la mejor alternativa para nosotros, eran dos cazadores con constitución física fuerte sometidos a continuos entrenamientos.

Además, la astucia de Aki y su cuerpo delgado, le permitiría encontrar un escondite bastante bueno y de difícil acceso para el enemigo.

Yo no me fío ni media palabra de esos. - señalando al cielo - ni de esos otros. - señalando al otro equipo.

Enciende el móvil sólo a las 3 y 6 de la tarde para poderte llamar a esas horas, toma mi reloj, yo usaré el del móvil, coordinaremos tu alimentación a esas horas.

Confía en nosotros, cazaremos a su colega sin descanso hasta dar con él, sin importar lo que nos cueste.

“Tampoco me fío de ellos; por ejemplo, Manabu ha ignorado completamente mi comentario que no partimos de condiciones iguales con el otro equipo, como nosotros estamos aún dañados por los efectos de la inanición, efectos que incluso no desaparecerán por completo con la primer re-alimentación, mientras que el otro equipo evidentemente está bien nutrido…”

Aki sacude la cabeza, tratando de desviar sus pensamientos de su foco al parecer todopoderoso, la comida, y enfocarse en lugar en la cuestión de la que tratan ahora. “Pero justamente por fiarme tan poco de ellos no veo mucho sentido en encender el móvil sólo a horas específicas. Piénsatelo. Si quieren rastrearme, es decir, si mi móvil es trucado, captarán la señal al momento que lo encienda, ¿no lo crees? Desde luego, no pienso que sea una precaución útil dejar mi móvil apagado la mayoría del tiempo. Hasta podría resultar peligroso para nosotros, si tenéis que advertirme urgentemente de algo.”

Volviéndose otra vez a Kazuma: “Creo que Kenichi tiene razón y que tú tienes una mejor constitución física para echarte a la caza que yo. Pero como te propusiste el primero para el papel del quien se esconde, dejo la decisión a ti.”

- Como queráis, entonces Ken y yo nos encargaremos de descubrir el paradero del escondite del equipo contrario, mientras que Aki, buscarás un buen sitio para esconderse - digo ante la insistencia de mis compañeros.

Seguían hablando de no fiarse de la organización, estaba claro que no se podía fiar demasiado de ellos, pero toda esa desconfianza ya había hecho mella en ellos, y ahora era todavía peor, en los otros juegos contaba con el apoyo de Miirei y Sayuri, al menos para mantener la calma, ahora estaba yo solo con este par de desconfiados.

- Venga, dejad de una vez las desconfianzas, si no habéis comido nada es porque no habéis querido, aprended a asumir vuestras propias elecciones, yo tengo hambre, pero no creo que la misma hambre que tenéis vosotros, y no creo que esos cinco estén en perfectas condiciones, muy probablemente hayan recibido más comida y bebida, porque son cinco, pero no creo que haya sido mayor cantidad que nosotros, haced el favor de concentraros en el juego, y en ganar, si perdemos solo porque estáis más pendientes de lo que hace la organización del objetivo del juego, recordad que, en contra de nuestra voluntad o no, estamos aquí para ayudar a uno de los cinco que necesita pagar una deuda, yo no se quien es, pero desde el principio acepté entrar en el juego y ayudar a esa persona, a pesar que me pareciera injusto la forma en la que nos han hecho pasar por todas las pruebas y aunque piense que, a veces, las reglas no son justas.

Dicho esto, callo y suspiro mirando hacia el suelo y negando con la cabeza, la vuelvo a levantar y vuelvo a hablar.

- Pues ya está decidido, digamosle al Sargento Manabu que Aki-kun será quien se esconda - añado un poco más calmado.

“Vale”, confirmó Aki.

A pesar de él, sus ojos ya estaban por vagar otra vez en dirección de la mesa provista ampliamente con manjares suculentos.

“Sargento Manabu, yo seré la persona quien se esconde”, anunció.  

¿Podemos comer ahora? - pregunto, echando mano de la mochila, listo para guardar todo lo que pudiera para Aki.

Estaba cansado y hambriento, pero lo suficientemente lúcido com para no apartar la vista del otro equipo y observar quienes guardaban comida en sus bolsillos o en su mochila, pues sabía que uno de ellos me conduciría a su escondite.

-¡Por supuesto que no! - el Sargento Manabu se apresura a interponer su espada entre Kenichi y la mesa de la comida, una vez más. - ¡Nada de comer hasta que el juego haya empezado! ¡Y para que empiece, todavía faltan unos pocos detalles! - explica el extraño personaje, girándose después hacia Aki. - Está bien. Aki-kun será el que se esconda. En cuanto al otro equipo... - el Sargento Manabu se gira hacia el equipo contrario.

-Seré yo. - dice uno de los chicos con gafas del equipo contrario. Sus compañeros asienten ante su decisión, y lo mismo hace el Sargento Manabu.

-Entonces los que se escondan serán Aki-kun y Miroku-kun. - asiente el Sargento Manabu, con las manos ahora tras la espalda. - Está bien, entonces. ¡Ya casi estamos listos para empezar! Pero antes de eso... - el Sargento Manabu se acerca medio tambaleándose a cada uno de los participantes, uno por uno, y les entrega un teléfono móvil.

Se trata de un modelo bastante básico, no es ni mucho menos un smartphone. Todos los teléfonos parecen ser iguales, del mismo color y sin ningún tipo de marca distintiva. Todos tienen las mismas funciones, que son las que el Sargento Manabu ha explicado hace un rato, y la única diferencia entre ellos es la etiqueta con el nombre de cada participante que hay en el reverso, para que el Sargento Manabu le entregue a cada participante el teléfono que le corresponde. En la Agenda del aparato están registrados los teléfonos del resto de participantes, tanto del mismo equipo como del propio, por nombre.

-Guardadlos bien, ¿eh? - os dice el Sargento Manabu, asintiendo satisfecho después de haber entregado todos los aparatos. El extraño personaje entonces alza su espada, y también la voz. - ¡Bien! ¡A partir de este momento, disponéis de quince minutos para que Aki-kun y Miroku-kun busquen un lugar donde esconderse y se escondan! ¡Después de eso, el juego dará comienzo oficialmente! Y no, Kenichi-kun. - dice, mirando a éste. - Todavía no podéis comer. Eso será después de que empiece el juego... Ah, y una cosa más: sólo un miembro del equipo puede acompañar a la persona que se va a esconder a buscar un escondite, ¿vale? El resto deben permanecer aquí. - os advierte, y luego carraspea. - ¿Listos? - pregunta, mirando alternativamente a ambos equipos. - ¡Adelante!

Aki emitió un suspiro saliendo del profundo de su corazón. Como lo veía, no podría comer durante todo el juego.

“Pensémonoslo bien. Que alguien de vosotros me acompañe sólo tiene sentido si queréis aportarme comida y bebida. Pero, desde luego, seríais vigilados por algunos del otro equipo y sólo los llevaríais a mi escondite. Además, perderíais un tiempo imprescindible. No podemos dar esta ventaja al otro equipo, quienes, por supuesto, no tienen a nadie que alimentar. Desde luego, tendré que hacer de tripas corazón y aguantar.” La resolución se plasmó en su cara ya casi blanca por la pérdida de fuerza sufrido durante el ayuno de los días pasados. “Dejadme ir sólo y mientras tanto vosotros pensáis en una estrategia para buscar al Miroku ese.”

En realidad Aki, creo que es buena idea que alguien te acompañe, aunque la decisión final es tuya. - le respondo a mi amigo, mientras me paro a su lado y manipulo mi móvil, mostrándole mi pantalla sólo a Aki.

Y bien. ¿Qué dices Aki?¿ Escoges a Kazuma o a mí? - pregunto guardando mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón, confiando en qie Aki haya captado el mensaje.

Cuando me pero al lado de aquí, rápidamente ingreso al menú principal del Smartphone y desactivo el botón de ubicación, dejando inhabilitado el gps.

Luego, le muestro la pantalla a Aki y un par de segundos después, apago la pantalla con el botón de apagado y guardo el móvil en mi bolsillo.

En mi opinión, el mensaje era claro.

No hay mucho más que hacer por nuestra parte más que esperar que Aki decida.

- No estaría nada mal que alguien te pudiera dar comida, pero al final la elección es tuya - le digo a nuestro compañero que será el que se oculte del otro equipo.

Mientras tanto observo al otro equipo para ver si puedo pillar algo sobre como se van a organizar.