Partida Rol por web

Es evidente que ha visto muchas cosas raras en vuestro grupo, y le hace estar cauteloso, quizá más por deformación profesional que paranoia o ganas de molestar. Por algún motivo parece tenerle al grupo cierta camaradería, como si asumiera que comparten algo más, más allá de ser los seis humanos.

Lux esperó pacientemente a que se dirigieran a ella para poder hablar, pero parecían muy entretenidos con el señor Robert. Supuso que lo considerarían el cabecilla de aquel grupo al ser un hombre. Quiso replicar, pero respiró hondo y mantuvo la compostura. Ya había vivido situaciones similares. 

- Buenos días, caballeros - saludó con una sonrisa encantadora mostrando cierta firmeza con educación - Mi nombre es Luxana Crownguard. No procedemos de estas tierras y lo cierto es que no sabemos muy bien cómo hemos llegado. ¿Decís que este lugar se llama Tierras Pétreas? 

Lux aguardó la respuesta del guardia mientras procedía a evaluar a aquellos caballeros. Aquello era... ¿un mago? ¿Qué había hecho exactamente? ¿Allí la magia se toleraba? Las preguntas peleaban por salir de la muchacha y Lux tuvo que hacer un gran esfuerzo de voluntad para no soltarlas todas de golpe. 

- No queremos importunar ni causar el menor daño a su tierra y a su reino- dijo la chica de forma sincera - tan solo queremos saber qué es lo que hacemos aquí, cómo hemos llegado y cómo podemos volver. 

Sus ojos se fijaron en el mago ¿Y si él les había hecho llegar? ¿Se debía su llegada a algún tipo de hechizo? ¿Qué sino habría provocado aquella niebla espesa que la había transportado a ese lugar?

- También nos gustaría conseguir algo de comida y cobijo - dijo la muchacha - sé que no es vuestra responsabilidad y no les pediré ayuda al respecto si tan solo nos dejan marchar. Entiendan, por favor, que nuestras intenciones no son malas. 

Al menos, parecía que el idioma no era una barrera, cosa que la alegraba profundamente. 

- Shogun. - parca en palabras, Raiden estaba más interesada en las monturas de aquellos hombres que en su procedencia o intenciones. Si eran guardias de la frontera necesitarían un salvoconducto, y no lo tenían. En Inazuma serían ejecutados inmediatamente, o simplemente expulsados de inmediato, pero quizás allí las leyes fueran diferentes. 

 - Que criaturas más magnificas. - no quiso evitar confesar nada que su compañera ya había dicho, simplemente suponía que hacerse los perdidos parecería una estratagema, más que la verdad. La sinceridad de la muchacha era tan loable como posiblemente estúpida, pero albergaba esperanzas de que su inocencia les abriese las puertas a mejorar su posición.

- Esta noche creímos estar a punto de ser atacados. - explicó, siendo claramente una víctima de aquel lugar - unos....no sabría describirlo, parecían buscarnos para darnos caza.

 ¿Reaccionaría bien una de aquellas criaturas a una caricia? Con un gesto firme indicaría si podía acercarse. 

- No sabemos nada de este lugar - secundó las palabras de Lux - y no nos sentimos cómodos sin un salvoconducto. 

 Ha sido una suerte que estuvieran aquí.

 Miró al jinete a los ojos. No lo decía con sorna, prefería gente civilizada, sobre todo si parecían soldados que criaturas monstruosas. El hecho de que utilizase el poder de algún tipo de visión, o "magia" no la sorprendió, pero tuvo que asegurarse de no reaccionar ante este hecho. Aquel lugar era terriblemente peligroso, para Inazuma, y para ellos. La magia, descontrolada, sólo podía causar daño y caos.

Los tres jinetes se miraron entre ellos. No parecían dudar de sus palabras, pero les parecía extraño que no supieran cómo habían llegado. El gesto de Shogun fue respondido por un asentimiento por parte de Ingmar. Adelante. La bestia parecía un caballo de batalla, orgulloso y sabiéndose fuerte e imponente, pero permitió que le tocase con aquella altivez de esas monturas que se saben especiales. El jinete miró a Luxanna y le hizo un gesto de que se tranquilizara, como si no hubiera pensado que fueran una amenaza en ningún momento.

Tenemos refugio y suministros más adelante. No parecía dispuesto de entrada a compartir silla de montar con los extraños, pero por su forma de hablar, tampoco parecía descartarlo de plano, aunque habría que pedírselo. Bueno... Están en la frontera norte de Cormyr. Dijo, esperando que eso les diera una idea. ¿Tampoco? Diantres, ¿Son ustedes de Zakhara? Bromeó, como si fuera el lugar más remoto del que había oído hablar, y miró a las Tierras Pétreas. Hay muchas cosas ahí fuera que pueden emboscarle a uno por la noche. Muchas bandas han intentado domar esas tierras, y tanto en Rey, que en paz descanse, como la regente siguen ofreciendo un título a quien lo consiga. Se encogió de hombros. De momento siguen siendo sitios inhóspitos. Señaló la cordillera que se extendía al sur. Esa cordillera aísla el reino de este yermo lleno de monstruos y tribus salvajes. Normalmente los que vienen por aquí son bandas de mercenarios pagados por algún ricachón para establecerse y poder reclamar el título, o bien aventureros que van en busca de explorar la zona y a veces desenterrar alguna ruina antigua o algo así... es lo que creíamos que érais.

El mago miró al grupo. Habló tranquilo, pero con curiosidad.
Imagino que no habéis llegado a las Tierras Pétreas andando. ¿Acaso estábais jugando con portales? Preguntó.

Robert negó.
Ni sé lo que es eso, y seguro que si lo viera no lo tocaría. En un momento estaba donde debía estar, y al otro en mitad de esa nada pedregosa. 

El mago asintió pensativo. Capitán, si han aparecido espontáneamente quizá deberíamos enviar una patrulla por si ha aparecido más gente. El capitán asintió, valorando la propuesta. Recuerde los ruidos raros la otra noche...

- No somos quién para pedírselo, mucho menos para exigirlo, pero estando perdidos, nos gustaría ayudar. Si otros han aparecido aquí, sin causa aparente, pueden tener las respuestas que buscamos.

 Hemos tenido mucha suerte de que nos encontraseis antes que los peligros que acechan, y ayudar a un reino tan generoso y civilizado es tanto una señal de amistad como de agradecimiento.

 Desconozco si todos los que acaben aquí tendrán una naturaleza amable, les aconsejo prudencia. - acarició al animal, y aunque no le demostraba afecto, si reconocía su fuerza y la utilidad que sin duda tenía para la guerra, casi podría confundirse con cierta admiración, un claro reconocimiento. Su mano era firme, sin miedo, pero con respeto por aquella especial criatura.

 - ¿Podrían estos majestuosos compañeros acercarnos al lugar? - le preguntó a Ingmar - aunque seguro que no tendríamos inconveniente en acompañaros primero.

 El señor Robert tiene buena vista y nos ha mantenido a salvo, con saberes diferentes a los que haya podido ver en mi reino. Y la señorita parece ducha en muchos conocimientos diferentes, puede llegar a hacer un buen informe si encontrásemos algo.

 Yo necesito asegurarme de que no somos una carga. - pareció hablar de soldado a soldado. - Obedeceremos vuestro plan de actuación y vuestras leyes, pero sin una guía cercana, será difícil saber cuáles son y no causar problemas.

 Le pareció lógico. Miró a sus compañeros forzados, le interesaba poder ir a explorar la zona y encontrar a otros como ellos, si juntaban las piezas todo sería más sencillo. Quizás no tuvieran una oportunidad tan buena nunca, pero entendía que podían negarse, en cuyo caso, que les acercasen a un lugar seguro le parecía lo más apropiado, estaba cansada de caminar, aunque nunca lo admitiría.

 - ¿Os parece razonable? - quiso entenderse con el jinete, pero también con Lux y Robert, llegar a los mejores términos sin revelar demasiado.

Lux fue a contestar al jinete, pero Shogun la interrumpió y soltó su discurso. En un momento la mente de la muchacha iba a toda velocidad y cada vez entendía menos. ¿Cormyr? ¿Zakhara? Lux no entendía nada de aquellos lugares ni sabría orientarse en aquellas tierras totalmente desconocidas. 

- No sé de qué tierras me habla, señor - dijo con educación - es la primera vez que oigo hablar de cualquiera de ellas. 

Sin embargo, el mago habló de portales ¿a qué se refería realmente con esa expresión? Lux lo miró con los ojos muy abiertos, tratando de comprender lo que decía. Realmente, aquel señor hablaba de magia directamente, sin tapujos, sin esconderse y como si fuera un simple juego de niños. El corazón de la joven se aceleró. 

- ¿Portales? - preguntó asombrada - Es la primera vez que oigo hablar de eso. 

Lux ahora no podía apartar los ojos del mago y dejó que Shogun tomase las decisiones, asintiendo a sus palabras y haciéndole ver que estaba de acuerdo con lo que decía. Aquello le daba mucho que pensar. 

¿Y si estaba en un reino donde la magia era bien vista por todos sus habitantes? ¿y si no tendría que esconderse más? ¿y si había venido aquí a encontrar la solución a la invasión de Sylas a Demacia? 

Por otro lado, Lux pensaba en las palabras de aquellos hombres cuando hablaban de su reino y decidió que ser diplomática y mostrar sus buenas intenciones sería lo mejor en esa situación. 

- Siento mucho la pérdida de su Rey - dijo cortésmente - Desconocemos, como bien dice mi compañera, de todo lo que acontece a estas tierras y lo último que queremos es ser descortés. Agradeceríamos cualquier tipo de ayuda. 

Lux pensó durante un momento. Sería mejor conocer el reino del que hablaban aquellos soldados y tal vez, podría ser un buen sitio para asentarse, al menos hasta saber un poco más del lugar y cómo volver. Lux decidió pensar que estaba en ese lugar para encontrar una solución para Demacia y de pronto sintió cierto calor en su cuerpo, por primera vez desde que llegó. Aquellos hombres hablaban de la oferta de un título.

- Disculpe mi indiscreción - dijo resueltamente - pero ¿podría ofrecernos más detalles acerca de qué hay que hacer para ganarse ese título del que habla y porqué nadie de lo que los han intentado lo ha conseguido? 

El jinete escuchó a ambas con atención y asintió con agradecimiento al pésame. Robert aún miraba a los grifos con cierta incredulidad. Bueno... ayer se oyó un ruido extraño. Un zumbido extraño y una explosión enorme. Parecía todo muy lejano, así que debió ser ensordecedor. Supusimos que algún otro grupo de aventureros liándola a lo grande en alguna parte, pero con lo que cuentan... Sacudió la cabeza. Podría haber gente en problemas.

El mago miró a Lux.
Portales, sí. Quién sabe lo que hay escondido en esas tierras. Hace milenios perteneció a las tierras de Netheril, el reino de las Ciudades Flotantes, así que, portales...? Se encogió de hombros. No sería lo más raro que podría uno encontrarse por allí.

El capitán volvió a mirarles. Si están perdidos entenderemos que busquen seguridad. Miró hacia adelante, a donde estaba el pequeño edificio anexo al puente al que se dirigían cuando fueron interceptados. Pero con esta nueva información, debemos ir en busca del origen de esos ruidos...

El mago volvió a interrumpir A lo mejor algún mago poderoso apareció aquí por accidente y tenga que ver con su aparición... inesperada.

El capitán asintió a su compañero con un gesto que le daba la razón y la voz cantante en esos asuntos. Si nos desean acompañar, hay sitio en los grifos. De lo contrario, el camino hasta el puente debería ser bastante seguro, sólo han de seguir el río como estaban haciendo.

La cara de Robert era un poema.

La incredulidad de Lux iba en aumento. Miraba a los dos hombres que hablaban pasando la mirada de uno a otro, tratando de dar con la pista que le indicase cómo había llegado aquí y el porqué, pero conforme avanzaba la conversación se encontraba más perdida. 

- Un fuerte estruendo, dice - repitió la muchacha tratando de estrujarse el cerebro para resolver la situación, como si en esas palabras se hallase la verdad de todo -  ese sonido del que me habla ¿puede haberlo provocado un portal abierto por alguien, en teoría, un ma... mago?

Dijo aquella palabra con miedo, inspirada por el temor del propio seno familiar del que procedía. Para Lux la respuesta estaba clara, quería saber quién la había traído a ese lugar y para qué, por lo que prefería buscar al causante con aquellos nobles señores, pero sus modales y educación recibida le impedían abandonar a sus compañeros, encontrando también cierta seguridad al hallarse en grupo. 

- Por mi parte preferiría ir con ustedes para saber si esa persona a la que buscan es el mago que nos ha transportado a este lugar. Me gustaría también conocer las razones por las cuales hizo eso - dijo la muchacha con voz firme. Estaba claro que necesitaba respuestas. - también me gustaría volver a mi tierra y tal vez él o ella pueda... - divagó. Recobró la compostura y volvió a ponerse firme - pero no quiero separarme de mi compañeros. 

Miró a Robert y a Shogun con una mirada interrogante. Esperaría a que ellos expusieran sus intereses y entonces decidiría. Tal vez ellos no quieran mantenerse como grupo, aunque aquella opción no tenía lugar en la mente de Lux.

- ¿es posible que un "mago" haga confluir portales desde diferentes lugares a uno?

Se preguntó Raiden mientras observaba a las criaturas aladas más que a sus interlocutores. Eran tantas las posibilidades.

- De todos modos, si puede haber gente en problemas, esa es la prioridad.

 Debemos ayudar en lo posible.

Secundó las palabras del jinete, con el que se sentía más cómoda. Aunque el mago de guerra había sido igualmente cuidadoso y dispuesto, había algo que los separaba...quizás era una criatura más dispuesta a servir, o que era más un posible consejero que una persona con mentalidad bélica. No quiso prejuzgarlo.

- Vayamos - siguió a la interrogación de Luxanna. A lo que le continuó una mirada asintiendo a Robert, que hacía bien en mantener un perfil bajo.

 Quien sabe si encontraremos peligros de este mundo...o de otros.

 Quizás, en el fondo, sólo tenía deseo de no tener que volverse a cruzar con una criatura ponzoñosa como aquel simio indeseable.

El grupo de jinetes enseñó a montar a los recién llegados, explicando qué hacer y qué no hacer, y añadiendo una serie de correas que les servirían de apoyo.

El mago respondió a Lux mientras tanto.
La creación de un portal no debería ser tan ruidosa... Sin duda fue otra cosa. Subió al grifo y ayudó a Lux a subir detrás de él, usando una correa como estribo. Ahí, tenga cuidado. Aseguró el equipo para que nada se cayese.

Robert hizo un gesto presinándose y murmuró algo al subir al grifo: "Y yo que pensaba que subirse a un Waco era temerario.." Miró dos veces más al animal, y cuando el soldado le ofreció si quería quedarse en tierra, el soldado resopló y subió, asegurándose de quedar bien sujeto.

Shogun ocupó la segunda silla detrás del capitán, que la ayudó a subir, y tras asegurarse de que estaba bien sujeta y que todos los demás también lo estaban y habían recogido sus melenas en coletas, ordenó alzar el vuelo.

Los animales tomaron bastante altura para poder planear más tiempo, y pudieron ver las pedregosas tierras, sólo salpicadas por unos pocos ríos y praderas. Entre ellos se organizaron para mirar y orientarse, identificando algunos focos de humo como poblados de 'Osgos' o 'Grandes trasgos', y también de 'gigantes'. En el cielo volaban unas pocas criaturas con forma de dragón relativamente pequeñas, de unos 6-8 metros de envergadura que cazaban en solitario y evitaban al trío de grifos, pero sin perderles demasiado de vista por si se separaban... cosa que definitivamente los jinetes no iban a hacer.

Tras algún rato identificaron lo que parecía una 'hoguera' junto a un río, pero al acercarse lo que vieron les dejó sorprendidos. Una estructura metálica destartalada humeaba. Era demasiado pequeña y estrecha para parecer una choza, y algunos trozos se habían esparcido por las cercanías.

Lux puede ver, a aproximadamente un kilómetro, los restos de un dragón de color azul, mucho más grande que los que han ido viendo (Que además eran verdes o pardos), de mucho más de quince metros, desparramado en una ladera, sobre un gran charco de sangre.

 Todos aquellos cambios resultaban algo frustrantes, no obstante, le preocupaba poco que existiesen aquellas criaturas mientras se mantuviesen en aquel lugar y no pusieran en jaque la paz de su mundo. La experiencia de volar era diferente a la de caer al vacío o planear, en pocas ocasiones se podía remontar la caída si no era por grandes corrientes de energía anemo que reorganizaba el viento en corrientes estáticas. Aquellas criaturas sin duda podían volar, y allí eran toda una ventaja. Observó en silencio las criaturas terrestres, sus tribales organizaciones y creyó entender cierta indiferencia en los que los guiaban hasta su destino, sólo, en algún caso, podría decirse que mostraban precaución por las otras criaturas que volaban.

 desde las alturas se gobierna.

 Se aclaró, recordando sin melancolía la posición del palacio en el shogunato, a la misma altura que el gran santuario, todos lugares desde los que contemplar con seguridad, sabiendo que nadie puede alcanzar la cúspide, reflejo inequívoco de la divinidad.

 Volar en Grifo se le antojaba divino, o en el peor de los casos, una señal de importancia, propio de nobles. Aunque ninguno allí había demostrado ser más que siervos.

- ¿Una forja? - exploró sus primeras impresiones en voz alta al contemplar la humareda y las partes metálicas, ¿eran chimeneas metálicas?

 No quiso hablar de autómatas, pero un semoviente de los Fatui era su segunda opción. Se cerraba a la posibilidad de que ellos hubiesen llegado hasta allí en mejores condiciones que ella.

 - Ha estallado. - expresó con confianza pero interrogante, como si aquella pequeña forja hubiese desperdigado su carcasa metálica en todas direcciones y el fuego de su interior ahora consumiese la hierba o el carbón. Una pequeña fragua, ¿pero que hacía allí una fragua?

 Quizás fuese otra cosa.

Robert frunció el ceño.

Se ha... arrastrado. Dijo señalando un surco que llevaba hasta la estructura y desde lejos parecía un corto camino. El soldado miró a Shogun y a Lux. Estaba claro que algo pasaba por su cabeza, que tenía alguna ligera idea, pero no tenía claro si decirlo o no en voz alta. Lux se percató que el mago también había visto la mirada de Robert, no así el capitán, que seguía acercándose.

-Cierto... Quizá estaban llevando esa estructura al río a rastras cuando explotó. Razonó el capitán.

El viento agitó su cabello cuando aquel majestuoso animal se puso en marcha. Lux agradeció las correas que la sujetaban y gracias a la seguridad que aquellas le brindaban, pudo dedicarse a observar tranquilamente las bastas tierras que se extendían bajo ella. Por un momento, se permitió soñar con cosas exóticas al contemplar aquellos dragones. Le inspiraban cierto temor, pero tuvo que reconocer que era una imagen preciosa. 

Cuando Shogun habló de la forja, Lux forzó la mirada tapando su mano del viento, para observar la escena. No sabía muy bien qué podía ser aquello.

- Tal vez eso haya ocasionado el ruido del que nos hablasteis - dijo la maga.

No obstante, otra imagen en los terrenos captó su atención. Entornó los ojos con ahínco para contemplar bien la escena y lo que vio le produjo desazón.

- ¡Allí! - dijo en voz más alta de lo que pretendía - ¡Mirad! ¡Allí mismo! Hay un... un dragón gigantesco azul. ¡Parece que está muerto o herido! 

La chica dejó escapar un "oh" descorazonador al ver el charco de sangre que se extendía bajo el cuerpo inerte de aquel maravilloso ser. 

- Es enorme... - dijo con la voz un poco apagada.

Los jinetes reaccionaron a la visión del dragón muerto primero con alegría, pero enseguida con una gran preocupación. A un gesto del capitán, todos descendieron hasta unos cuantos metros del objeto. De repente los tres parecían de lo más alarmados, mirando alrededor y arriba esperando no encontrarse algo. El capitán no tardó en dar explicaciones.

Es el dragón que consideraba estas tierras su terreno de caza. Es buena cosa que esté muerto, pero lo que sea que le haya matado podría estar por aqui... será mejor no llamar la atención más de lo necesario.... ¿Dónde va usted?

Robert se acercaba al objeto aferrando fuerte su rifle. Parecía inquieto, pero no en el sentido anterior de encontrarse algo desconocido que desafiase a lo que creía que era "normal", si no todo lo contrario... como si temiese encontrarse algo que conocía bien.

El mago del grupo lanzó dos hechizos protectores sobre si mismo y se cubrió de un tenue aura de color azulado. 

Oiga! Repitió a Robert, que se subió al ala y asomó a la apertura superior del objeto apuntando con el arma, como si pudiera encontrar una amenaza dentro. Al no encontrar nada ni nadie, comenzó a revisar el exterior, empezando a relajarse un poco, acariciando el objeto y luego dándole unos golpecitos al metal mientras mantenía apoyada la oreja sobre él, y otras comprobaciones.

Al llegar también junto al objeto, el capitán, ya mosqueado, miró a Shogun y Lux. ¿Y a su compañero qué le pasa?

El mago lanzó un tercer hechizo y miró al objeto, abriendo mucho los ojos con sorpresa.
-Capitán... No hay nada de magia, ni siquiera residual. Cero.

-Ni la vas a encontrar, no vuela con magia. Respondió Robert, rompiendo su silencio. Es una especie de... reactor. Consciente de que no sabrían a qué se refería, explicó. Un vehículo aéreo de combate, pero nunca había visto ninguno como este, ni de éste metal. Por la cabina, era de un solo piloto... Como los que se diseñan para combate contra otros... vehículos aéreos. Miró hacia donde estaba el dragón y subió a la cabina.

El capitán y el mago se miraron sin creerle demasiado.

- Solo... solo... - trató de explicar al jinete - son demasiadas cosas nuevas para él, señor. 

Observó el comportamiento errático de Robert y cuando procedió a dar aquella explicación miró perpleja al dragón que yacía delante delante. O tal vez fuera más correcto llamarlo "no dragón". ¿Se trataba de algún artilugio similar al hextech? Lux dejó de lado toda prudencia, sabiendo que el mago que tenía al lado alardeaba de hacer magia y le permitían vivir. Pensó que ella recibiría el mismo trato y trató de detectar algún tipo de magia oculta. Era una bendición poder hacer eso libremente. Tal vez incluso pueda mejorar su potencia.

- ¿Qué quiere decir todo esto? - les preguntó a los jinetes de grifos mientras miraba al dragón muerto. Le recordaba a la mascota de aquel miserable bardo, más por el color que por la fisiología, y que ambos eran dragones en cualquier caso. Estaba lejos de haber sido corrompido por el caos, más bien, se trataba de una víctima de una de esas máquinas infernales. Máquinas de la humanidad, del viejo mundo, de aquellas que utilizaban proyectiles (o eso concluyó buscando sin éxito las garras y los brazos de aquel objeto estampado en el suelo) - Si esa máquina - había cierto asco en el término - ha aplacado a esa criatura, quizás sea buena noticia que se haya estrellado. - sentenció. Aquellos avances tecnológicos iban totalmente en contra de su propia filosofía de vida y no lo ocultaba, incluso podría entristecerle que una criatura viva falleciera por causa de un semoviente o una máquina.

- Entonces hay que encontrar a ese piloto. - sentención la Shogun - ¿hay algo sospechoso dentro de la nave anemo? - era una forma de referirse a objeto del aire - si ha huido, cargará con lo justo.  - sopeso, valorando lo que cualquiera en una guerra haría.

 No dejaría que fuese Robert el único que comprobase la anemo-nave, pero tampoco pensaba dedicar mucho tiempo a rebuscar allí, no tenía necesidad de encontrar nada. Si lograba coger algo más de altura sobre la estructura metálica, miraría hacia los horizontes, en busca de alguna criatura humanoide que pudiese ser aquel piloto.

 El dragón le generaba menos curiosidad, había derrotado criaturas más grandes y peligrosas, y aquel estaba muerto. No obstante, sabía que algunos comerciantes valoraban algunos elementos de su cuerpo para elaborar figuras a favor de la Shogun o elementos decorativos para el santuario.

 Raiden no perdería la oportunidad de hacerse con cualquier elemento que le resultase valioso en aquel gigantesco cadáver, ya fueran escamas, garras o dientes.

 - Su territorio de caza, ¿has dicho? - preguntó, confusa - ¿no protegía nada más? - se extrañó.

Para nada. Dijo el capitán, observando la máquina, con el mismo convencimiento que asco mostraba Shogun al decir que era una suerte que se hubiera estrellado. Con una o dos de estas, no tendríamos que preocuparnos más de estas lagartijas voladoras psicópatas. Suspiró. Aparte de controlar su territorio, seguro que tenía alguna cueva cargada de tesoros... O eso es lo típico, según se dice. Aparte, con sus escamas se pueden hacer buenas armaduras. Si os animáis... Supongo que podemos buscarla e ir a medias. Antes que se lo queden los trasgos, mejor para nosotros no? Se sonrió.

La Shogun subió a la cabina, encontrando una infinidad de botones y señales difíciles de comprender. Un pitidito sonaba insistentemente, igual que algunas luces rojas brillaban aquí y allá, y varias pantallas rotas mostraban interferencias y parpadeos. 

Con curiosidad, el capitán también subió a observar la cabina sin estorbar a Shogun, tremendamente extrañado.
-¿Que no encuentras magia, Bran? Dijo mirándole. A ver si te vamos a tener que mandar a la academia básica de magos.

-Escuela. Corrigió el mago. Y estoy seguro de que no hay nada de magia en ese aparato... Demonios, es el primer hechizo que se aprende!

Robert parecía estar siguiendo un rastro. Probablemente el del piloto.

El tercer soldado mencionó que era buen momento para que los grifos descansasen, y advirtió que los 'Dracos' se estaban reuniendo sobre el dragón, probablemente para alimentarse sin tener que cazar.

Shogun cree oír una voz en alguna parte de la cabina, entrecortada y como si sonara dentro de una caverna metálica. Parece venir de un casco blanco que está tirado en el suelo frente al asiento.