Partida Rol por web

Tributo de Sangre (V)

Heraldos de Paz

Cargando editor
05/02/2009, 12:03
Director

Todos sabían que Mazgul a veces actuaba por cuenta propia. Más de una vez la loba, impulsada por algún tipo de sabiduría ancestral, había actuado por cuenta propia. El animal parecía estar siguiendo la conversación de los compañeros y por su mirada parecía estar entendiendo que era causa de tribulaciones.

En uno de esos actos de independencia que la caracterizaban, Mazgul echó a correr en dirección al pantano. El movimiento fue tan rápido y les pilló a todos tan por sorpresa que cuando quisieron reaccionar la loba ya estaba a mucha distancia de ellos.

Los Prefgas se pusieron en guardia por la sorpresa, pero cuando vieron que el animal se alejaba volvieron a relajarse.

El cabecilla de los Prefgas que les habían escoltados habló:

- ¿Queda el asunto solucionado así? ¿Se queda la niña o viene? Sea lo que sea decididlo ya, Sarcess espera y no quiero que se impaciente. - estas últimas palabras no habían sido pronunciadas con temor sino con la impaciencia de alguien deseoso de hacer bien su trabajo.

Cargando editor
05/02/2009, 12:08
Director

Una dulce voz de mujer madura resonó dentro de la cabeza de la druida.

- Ve con ellos, separarte de la manada sería peligroso. -

No era la primera vez que oía la voz. Como en otras ocasiones Ailara hubiera jurado que se trataba de la loba, pero no tenía sentido. Mazgul era como una hermana para ella, pero no dejaba de ser un animal y no debería tener ese poder. ¿o sí?

Cargando editor
05/02/2009, 15:57
Alfren Niubar

Cuando Ailara dijo que permanecería junto a su loba, Alfren decidió que la acompañaría a pesar de la enérgica negativa de la muchacha en ese sentido. Aquel no era lugar para permanecer a solas y, además, podrían hablar tranquilamente. Sin embargo, todas las intenciones y planes se fueron al garete en el mismo momento en que Mazgul decidió que prefería correr libre por el pantano a cualquier otra cosa. El por qué la loba había optado por huir en vez de permanecer junto a su dueña era algo que se le escapaba a la paladina, pero no pudo evitar sonreír ante aquel grito de libertad salvaje.

Alfren se acercó a la muchacha y pasó el brazo por su cintura, estrechándosela con cariño.

- Estará bien, Ailara - le dijo con voz suave y sincera, al tiempo que le daba un beso en la mejilla -. Mazgul es demasiado lista como para que ese pantano suponga el menor riesgo para ella. Verás cómo cuando bajemos te estará esperando a una prudente distancia con la lengua colgando y una mirada traviesa. Ahora subamos. Cuanto menos les hagamos esperar antes nos reencontraremos con Mazgul.

Tras estas pocas palabras, se volvió hacia el cofre y tomó una de las asas.

- Venga muchachote - le espetó a Merkus, lanzándole un guiño pícaro -. Que yo note esos músculos que te dio tu señora madre - rió dando un doble sentido a la frase, para añadir en voz baja de modo que no la escucharan oídos prefgas -. ¿Te has fijado, Merkus? Aquí hay personal para formar un par de ejércitos por lo menos.  La mayoría Cuchillos Sangrientos, como el líder del grupo que nos ha escoltado. Pero hay un buen número de los otros, de los Caminantes de las Sombras. Y me ha sorprendido el tercer grupo de prefgas, todos ellos vestidos con túnicas. No sé qué podrán ser. Si miembros de algún culto o simplemente hechiceros o poseedores de algún tipo de magia. Tal vez Bathalias o Moravius lo sepan. Se lo preguntaré más tarde. Lo que me queda claro es que todos ellos forman un formidable cuadro de combate, perfectamente jerarquizado. Fíjate en sus atuendos y adornos. Sin duda, los colores y calidades marcan el rango de cada uno. Y la Torre es sencillamente inexpugnable. Ningún resquicio, ningún punto débil a simple vista, guardias por todas partes. La bruja se protege realmente bien en su torre.

Cargando editor
05/02/2009, 17:02
Moravius

Cuando Mazgul echó a correr, no le tomó mucho por sorpresa a Moravius, de algún modo esperaba que el animal hiciera algo así. Había que reconocer que era mucho más sabia que ellos. Se encaminó por donde les indicaban, mejor si estaban todos juntos y así era como estaban ahora. Se mantuvo atento a las gentes que los rodeaban, reconociendo que Sarcess no era ninguna tonta, que sabía cuidarse muy bien. Un ligero escalofrío lo recorrió de pies a cabeza, estaban en el mundo de ella y a merced de ella y eso no le gustaba. Echó una mirada a sus compañeros, mejor apurar el trámite.

Cargando editor
05/02/2009, 17:31
Merkus

Si Alfren se había molestado o no por la acción de Merkus, es algo de lo que el bárbaro no se enteró. De hecho los empujones que ella le dio para hacerse a un lado para el asmita parecieron caricias y grande fue el esfuerzo que tuvo que hacer para que su rebelde masculinidad no le jugara otra vez una mala pasada.

Lo siguiente que vio lo sorprendió. En su vida había visto cosa similar y deseó, por todos los dioses, salir pero es que ya de ese lugar maldito. Aquella bestia, montruo o engendro del demonio, lo que fuera, aprecía salido de la peor de sus pesadillas y en su fuero interno rogó para no tener que toparse con algo así nunca más.

A Merkus no le cupo duda que debían seguir al tal Prefga, les simpatizara o no, si querían salir con bien de esa debían hacerlo. Además ellos estaban dando muestras claras de conocer ese lodazal como la palma de la mano.

Trató, pues, de tranquilizar a la mula que estaba a su cargo ya que ésta, habiendo visto y presentido el peligro, daba la impresión de que nada conseguiría sosegarla, pero se equivocó, al menos así parecían las cosas de momento, porque a Alfren se le ocurrió vendar los ojos de las mulas consiguiendo así que éstas se calmaran.

Empezaron a caminar otra vez, siguiendo a esa suerte de guías y guardaespaldas que ahora tenían. Perdió la cuenta del tiempo transcurrido y es que en ese lugar era difícil determinar. Los minutos parecían horas y las horas días, asi que bien podían haber caminado apenas unos minutos y tener la sensación de haberlo hecho el día entero. Mirara a dónde mirara el paisaje no cambiaba en nada. Todo lo que los rodeaba tenía el sello de la muerte y la bruma en nada contribuía a mejorar la percepción. Cada paso que daba le dejaba muy en claro por qué ese lugar se conocía como el pantano de la muerte.

De pronto, cual velo que es descorrido, la niebla dejó de entorpecerles la vista. Quedó claro que esa niebla era tan antinatural como los prefgas, la bestia del fangal y sepan los dioses cuántos habitantes más de ese lugar.

La marcha siguió y aunque el paisaje no era tan terrorífico como el anterior, no dejaba de ser abrumador. Tiempo más tarde la torre se alzó imponente ante sus ojos. Miró en todas direcciones, estudiando, a su modo, el lugar. Les hicieron ingresar por uno de los puentes y como era de esperarse los guardias de éste les miraron con cara de pocos amigos, la misma con la que Mekus les miró a ellos. Les informaron que no podían entrar con animales, aquello inquietó a sus compañeros, claro que de ésto Merkus poco y nada se enteró. Ayudó a Alfren a bajar el cofre de lomos de la mula y unió las riendas de las acémilas. Alfren había encontrado dónde amarrarlas y él se encargó de hacerlo, siguiendo luego a la joven cuando ésta le espetó hacerlo.
 

-Sí, Merkus ve -respondió a la paladina-... Muchos son, sí -farfulló-... Merkus no sabe qué podrán ser,sólo sabe que no le gustan -sentenció.

Cargando editor
05/02/2009, 18:34
Ailara Sotobosque

Ailara estuvo a punto de echar a correr el pos de Mazgul, mas una fuerza sobrenatural pareció retenerla y le impidió siquiera dar un sólo paso para alejarse de sus compañeros. Estaba segura de que habría alguna razón para que la loba hubiese decidido alejarse ahora de ella, aunque el porqué todavía escapaba a cualquier suposición que pudiera hacer.
- Entonces no hay más que acompañaros- anunció la druida reuniéndose con sus compañeros. Mazgul se reunirá con nosotros más tarde.

Cargando editor
05/02/2009, 19:39
Bathalias de Emdelis

La imponente torre apareció ante los ojos del elfo, que clavó estos en cada pico, en cada recoveco y en cada ornamento de la colosal estructura.

Ante la negativa de introducir animales, algo que ya debían haber supuesto, dejó que Ailara decidiera, pero Mazgul le tomó la delantera y corrió al pantano.

Seguro que si, saldremos y ahi estará, deseando darte un buen la metón, ya lo verás.

Alfren y Merkus desataron el cofre y se prepararon para cargarlo entre los dos.

¿Seguro que podeis con él, chicos?

Bathalais pasaba a su lado, colocándose en la delantera del grupo.

Entonces, si no necesitais ayuda, Moravius, ¿vendrías conmigo delante? y tu, Antor, ve cerrando junto a Ailara.

Lanzó un guiño a esta última y una sonrisa al resto del grupo, pese a que ese asqueroso escenario no invitara a ello.

Vamos, lo entregamos y nos largamos de aquí, no hay más.

Cargando editor
06/02/2009, 17:17
Moravius

Enseguida se acomodó junto a Bathalias y en verdad le parecía una buena idea que fueran ellos dos por delante, de algún modo era cuidar al resto del grupo. No se perdió ningún detalle de lo que aparecía ante sus ojos, aquel perfecto funcionar de huestes que les miraban como a bichos raros con toda la ironía que ello representaba y aquel gris e inmundo lugar; quizás un lugar inhabitable para sus cinco amigos y él pero el hogar de aquellas bestias. Se aferró bien al bastón, tenía la sensación de que pronto tendría que usarlo y en voz baja recitó unas palabras.

-Ante el tiempo, ante el miedo, siempre protegidos... Una compañía, un núcleo, un solo poder. Juntos, siempre juntos pase lo que pase. Siempre protegidos, ante el tiempo, ante el miedo...

No había titubeado a pesar de ser una frase que le habían enseñado hacía mucho, en otras condiciones, ni siquiera la hubiera repetido o muy probablemente la habría olvidado pero aquello era parte de lo que él era le gustara o no y salió sola de sus labios, esperaba que pudieran mantenerse juntos.

Cargando editor
06/02/2009, 21:30
Director

Al atravesar aquellas puertas sintieron un desagradable escalofrío. El vello de la nuca se les erizó y notaron como la temperatura bajaba de golpe. Allí adentro el frío era considerable, una sensación similar a la que podría provocar una amplia caverna situada a una cierta profundidad. Incluso era excesivo. ¿Para qué podían necesitar una temperatura tan baja? ¿Y como conseguirían mantenerla? Seguramente con magia, claro.

Sorprendentemente el edificio parecía mucho más amplio por dentro que por fuera y ni tan siquiera las formas del mismo guardaban relación. La piedra, que desde el exterior era negra, en su cara interior se mostraba en tonos grises y estaba cruzada por vetas que brillaban a la luz de las antorchas. El primer nivel de la construcción era diáfano y estaba ocupado por un gran número de prefgas que se dedicaban a todo tipo de tareas, la actividad era frenética. Tan pronto como estuvieron dentro de la torre el oficial hizo una seña y los caminantes de las sombras se dispersaron en diversas direcciones, sin duda para unirse a la actividad del lugar.

Ignorando su asombro y sin darles tiempo a observar lo que ocurría el oficial les guió inmediatamente hacia arriba a través de unas escaleras de piedra que conducían al primer piso tras atravesar unas puertas vigiladas por cuatro soldados. Este nivel se convertía ya en un laberinto de pasillos y estancias, principalmente para uso militar y defensivo. Llamaba la atención la carencia total de elementos ornamentales o destinados a proporcionar un mínimo de comodidad. Una nueva escalera y más puertas custodiadas. En este caso la ascensión se producía a través de un giro que bordeaba la Torre Negra. Ventanas sin cristal, simples huecos en la piedra, les permitieron observar desde la altura en la que se encontraban las enormes dimensiones del Pantano de las Pesadillas, que se perdía de la vista adentrándose en la niebla en la distancia. Ascendieron de esa guisa tres pisos más. Finalmente cuando la escalinata ya perdía su nombre atravesaron unas puertas sin vigilancia y enfilaron un sombrío pasillo. No había salidas laterales ni otros accesos al mismo. Acababa en un par de enormes puertas de madera y acero, negras como la noche.

El oficial se detuvo ante ellas, las señaló y a continuación se dio media vuelta para desaparecer escaleras abajo al fondo del pasillo, no si cierta premura.

Notas de juego

Debido a lo tarde del mensaje de hoy amplío el periodo en el que intervendré para responder hasta mañana a mediodía.

Cargando editor
07/02/2009, 01:03
Ailara Sotobosque

Ailara dio un respingo al penetrar en la torre al sentir el ambiente tan frío, tan mágico, tan antinatural. No veía una razón lógica para mantener una temperatura tan baja, a menos claro, que aquellos engendros mágicos fueran de sangre fría lo que les facilitase la vida; aunque seguramente se debiese a algún capricho inexplicable de su la bruja.

La joven caminaba ahora en la posición en la que le había colocado Bathalias, junto a Antor tratando de no pensar hacia dónde habría ido Mezgul aunque le resultaba imposible. Así, tras minutos de subir escaleras y tras haber evitado mirar por los huecos en la pared hacia el desolado paisaje, se encontró frente a la puerta contenta de ver algo más que el intenso gris de las paredes. Se detuvo y esperó a que sus compañeros avanzasen en tanto siguió con la mirada al oficial.

Cargando editor
07/02/2009, 02:13
Merkus

Merkus, que aún llevaba el rostro cubierto por el pañuelo, se lo quita y olisquea el aire. El castillo no huele como el pantano, pero tampoco lo hace a rosas. Sintió que un escalofrío le recorría la espalda, la sensación no le gustó, pero no dijo nada... entendible.

Subió las escaleras refunfuñando, el puño cerrado con fuerza sobre la manija del cofre. Las escaleras no tenían barandal, así que sin necesidad de pensarlo ni discutirlo, hicieron que las mujeres caminaran por el borde interno, del lado de la pared.

Los muros. El bárbaro observaba tanto muros como escalones. La piedra de la que estaba hecho todo ese lugar era extraña, los pocos rayos de sol que se colaban por las ventanas hacían que la roca emitiera suaves destellos de luz. Merkus no estaba interesado en saber cuál era el origen de esas piedras, ni mucho menos dónde podían conseguirse, no estaba pensando en ello. Para el asmita todo ese lugar había sido erigido con magia... mala magia y esa idea nada ni nadie se la iba a poder sacar de la cabeza. O al menos eso creía él, mal que mal nunca se sabe la de vueltas que tiene la vida.

Llegaron hasta el que parecía ser el último piso y el oficial nuevamente los condujo por un pasillo hasta llegar a una enorme puerta. Por lo que veía la única salida posible era aquella por la que habían entrado. Le hizo una seña a Alfren para que dejaran el cofre en el suelo, éste era pesado y los dedos le habían comenzado a doler. Se rascó la cabeza y se quedó parado, con los brazos cruzados, mirando la enorme puerta y luego a Bathalias.

-¿Bathalias quiere que abra gran puerta?

Cargando editor
07/02/2009, 13:30
Bathalias de Emdelis

El ambiente oprimía a Bathalias, que a pesar de estar en un lugar tan amplio físicamente se sentía como si hubiese entrado en una jaula.

Avanzaron por los pasillos y las escaleras, subiendo cada vez más y más hasta llegar a una enorme puerta de madera y acero, negra como la noche.

¿Este gusto por el negro tendrá algo que ver con su corazón?

El prefga les señaló el portal y después se fue por donde habían venido.

Todos se quedaron mirando, estupefactos, aquella enorme construcción.

Merkus, tras bajar el cofre preguntó si debía abrir la puerta.

No, compañero, es mejor no abrir nosotros a no ser que se nos indique, seamos educados.

El elfo, tras posar su mirada en cada uno de sus compañeros, se acercó y golpeó con su puño dos veces en la puerta.

Somos los emisarios del Conde Nesvind, traemos el oro del tributo, ¿podemos entrar?

Tras esto quedó callado y esperando una respuesta.

Notas de juego

Perdón por tardar tanto, el viernes no estuve por aquí.

Cargando editor
07/02/2009, 15:57
Alfren Niubar

El contraste entre el calor del pantano y el frío del interior de la Torre hizo que a Alfren se le pusiera la carne de gallina aunque el esfuerzo físico de subir el cofre junto a Merkus a lo largo de la larguísima escalera pronto acabó con el frío ambiente. Cansada y sudorosa, dejó el cofre en el suelo cuando así se lo indicó su gigantón favorito, aún extrañada de la rápida marcha de su acompañante que había puesto pies en polvorosa tan pronto les había indicado la puerta.

Cuando Bathalias llamó a la puerta y antes de que llegara respuesta alguna del interior, susurró con una media sonrisa:

- Sus propios hombres parecen tenerle miedo viendo cómo ha corrido ese escalera abajo. Efectivamente, debe ser una mujer temible. Os parecerá una tontería, pero tengo curiosidad por saber cómo será.

A continuación, se recolocó la cota a su gusto, comprobó que el olor a sudor no era especialmente ofensivo tras olisquearse de forma muy poco femenina, se pasó una mano por el pelo, y dejó descansar su mano sobre el pomo de Ígnea a la espera de que les atendieran.

 

Cargando editor
09/02/2009, 13:19
Antor PielGris

- No me gusta nada. No es bueno separase, nuestras habilidades se compenetran bien y ella sola... - Antor miró a la druida cuando iba a quedarse en la puerta y le mandó un beso con un gesto galante y que intentaba darle ánimos... justo en el instante que la loba decidió irse. Eso sorprendió enormemente al pícaro, pero de alguna manera le tranquilizó. Mazgul podía cuidarse sola perfectamente. Y eso dejaba todo mucho mas facil. Con la misma preocupación, pero con el corazón algo más ligero, entró juto a sus cmopañeros  en la fortaleza. Pero el pícaro estaba pensativo. Realmente no tenían opciones de salir bien de la fortaleza si la hehicera deseaba acabar con ellos por cualquier ofensa, real o inventada. Miró a Bathalias. Mejor que estuviera inspirado, puesto que la fortaleza no invitaba a imaginar una mujer bondadosa, o siquiera meramente justa. Así que su única opción era caerles en gracia.

En fin.... al menos había que reconocer que el lugar era impresionante. Incómodo, arisco y feo, pero impresionante. Uno supondría que la Hechicera más importante del mundo habría tenido un lugar maravilloso. Pero no era así. Aquel sitio carecía de toda comodidad. Casi sintió lástima.

Antor fue memorizando el camino que seguían, así como las veces que su guía se detenía, y los puntos en donde más sirvientes se encontraban, y cualquier punto en donde pudieran tratar de escapar. Lo hizo casi como diversión, puesto que temía que, de ir las cosas mal, de poco le iban a servir tales precauciones. Pero.... era difícil abandonar las costumbres de toda una vida.

Escuchó la educada petición de Bathalias. Y esperó acontecimientos

- Si - respondió a Alfren con una sonrisa- Yo también tengo curiosidad. Realmente ese sirviente ha fastidiado el ambiente. Todo tan perfecto y tétrico para que el pobre salga casi atropellado del lugar. Una lástima

Cargando editor
09/02/2009, 16:36
Moravius

Todo el lugar estaba cargado de densidad, esa era la palabra que Moravius daba a la sensación que tenía al entrar en ese lugar tan obscuro y tan lleno de secretos, al menos para ellos. Parecía que habían pasado muchos días desde que dejaran atrás el pantano cuando en realidad, no habían pasado ni horas y no podía decidir cuál de los dos ambientes era el peor. Siguió al Prefga tal como los demás, hasta el momento en que aquel les señaló la puerta y huyó; porque ante los ojos de Moravius, esa cosa simplemente había huído como un cobarde, la dama a la que habían ido a ver, al parecer no tenía buena fama ni entre sus amistades. Esbozó una sonrisa y se paró justo detrás del cofre, por si de pronto les jugaban alguna jugarreta. Observó a todos y cada uno, intentando dilucidar cuáles eran las sensaciones de sus compañeros pero con sólo ver sus rostros, pronto supo que quizás eran las mismas de él. Apretó bien el bastón en caso de que fuera necesario y aguardó mientras respondían del otro lado de la puerta; nunca deseó tanto una contestación y en verdad, él también sentía mucha curiosidad por conocer a Sarcess, aunque algo le quedaba claro: era fría.

Notas de juego

Disculpen pero vengo llegando y no pude ver antes, espero que esté en tiempo y si no, al menos no los voy dejando colgados. ^^

Cargando editor
09/02/2009, 17:58
Director

Las puertas se abrieron hacia dentro sin aviso alguno y sin emitir el más mínimo sonido. Nadie había tras de ellas para tirar de sus dos hojas y tampoco pudieron vislumbrar mecanismo alguno que las controlase.

Ante ellos se mostraba una enorme estancia de forma circular. Una vez más tuvieron la sensación de que la edificación era más grande por dentro que por fuera. Ocho columnas en círculo sostenían un techo abovedado cuya parte central estaba coronada por una cristalera en diversos tonos rojizos que aportaba al ambiente un cierto toque de irrealidad. El suelo estaba formado por un mosaico de baldosas blancas y negras que serpenteaban de manera aparentemente aleatoria pero que se unían y se entrelazaban en diversos puntos creando diseños en espiral. Las paredes estaban construidas en el mismo tipo de piedra que el resto de la torre, con un tono grisáceo y vetas brillantes, con la salvedad de que en esta habitación las zonas pulidas superaban con creces a las apagadas. No había ventanas, al menos no de las que pueden detectarse a simple vista. Cuatro puntos de luz sumaban intensidad y calidez a la que lograba atravesar la vidriera del techo. Se trataba de cuatro gigantescos candelabros de hierro ennegrecido, con la forma de un hombre curvado hacia delante que a duras penas conseguía sostener sobre sus espaldas una enorme bandeja sobre la que sobresalían con gran intensidad las llamas. Las estatuas resultaban pasmosamente realistas. A pesar del calor que emitían los braseros el ambiente resultaba tan frío como en el resto de la Torre.

Al otro lado de la habitación, tal y como se entra por sus puertas, había una enorme cama redonda que fácilmente podía alcanzar los cuatro metros de diámetro. Estaba vestida con sábanas negras y éstas cubiertas a su vez con suaves y largas pieles de animales de los más diversos tipos de pelaje. Cojines y almohadones se desperdigaban sin orden ni concierto por su superficie. Tras ésta, y ocupando toda la parte posterior de la estancia, tres pesados cortinajes ocultaban sendas aberturas en la pared que quizás comunicasen con otras estancias. Eran tan anchos como altos, un mínimo de tres metros, y de detrás del primero de ellos se escuchaba con claridad un gruñido grave y constante, que por momentos ganaba fuerza hasta convertirse en rugido, para volver a descender paulatinamente. La criatura que emitía aquel sonido debía tener un tamaño considerable.

En el centro de la estancia había cuatro prefgas, dos enormes cuchillos sangrientos, un caminante de las sombras y uno del tercer tipo que, a la vista de su túnica y los objetos que portaba debía tratarse sin duda de algún tipo de hechicero. La calidad de la ropa y el equipo de los cuatro parecía indicar que eran sirvientes de muy alto rango. Los cuatro examinaron a los compañeros de un rápido vistazo y se hicieron a un lado dejando a la vista a una quinta ocupante de la estancia.

Sobre la cama se recostaba una figura tan atractiva como perturbadora. En el momento en que las puertas se abrieron se encontraba tumbada boca abajo, con la barbilla apoyada sobre las palmas de ambas manos y la miranda fija en su dirección. Su boca se movía lentamente a un lado y otro aunque sin masticar, lo que sugería que podía estar saboreando algún tipo de dulce. Tenía el pelo negro, largo y suelto, cubriéndole casi por completo la espalda. Su piel era blanca como la leche y su rostro poseía una belleza singular, del tipo de belleza exótica que no deja indiferente a nadie, y que es a su vez tentación y castigo. Sus rasgos eran angulosos y muy definidos, lo que unido a la lividez de sus ojos, dos ascuas de rojo sangre, casi dos luceras bordeadas de blanco, impedían a quien la contemplase olvidar su poder y condición. Tras de sí, las piernas se elevaban y descendían en un ritmo alegre que recordaba a una niña pequeña. Iba vestida en cuero negro, ropas ligeramente adornadas pero para nada acordes con su aspecto. No hacía falta una gran claridad de pensamiento para reconocer en ella a la bruja, Sarcess, aunque sí les sorprendió a alguno de ellos su aspecto, muy similar al de una joven de apenas dieciséis años.

- Adelante. - dijo Sarcess con voz seductora.

Notas de juego

Los cuchillos sangrientos llevan espadas, dagas, lanzas, cota y escudo.

El caminante lleva espada corta, daga, chaleco de cuero y un anillo.

El otro lleva un bastón y múltiples anillos.

Todos los equipos son de manufactura excelente y muy probablemente mágicos.

Cargando editor
09/02/2009, 19:15
Alfren Niubar

Una vez abiertas las puertas, Alfren se agachó para tomar una de las asas del cofre y avanzar junto a Merkus detrás de sus compañeros. En el corto recorrido que habrían de hacer hasta lo que resultó ser una cama, miró curiosa a su alrededor, pues nunca había visto nada igual. Su mirada se detuvo por unos segundos en los extraños candelabros, cuyo realismo le llamó poderosamente la atención.

Lo que parecía la guardia personal de la bruja, formada por tan solo cuatro miembros, estaba reunida frente al inmenso lecho todo él cubierto de sedosas pieles. La flor y nata de estos monstruitos, pensó, fijándose en su fuerza y equipo y sin despreciar su escaso número, lo cual a su juicio, los hacía aún más peligrosos. La bruja no confiaría su seguridad y vida a ningún incapaz. Por no hablar de su gran poder, según se rumoreaba.

Cuando finalmente se detuvieron, se adelantó con su compañero para depositar el cofre a los pies de la cama de la bruja. Fue entonces cuando la vio. Hermosa, seductora, fascinante, y… falsamente inocente en su apariencia perversa y buscadamente juvenil. Por unos segundos no pudo evitar sentirse vieja, poco femenina y dueña de un físico nada atractivo. Sintió por un instante que no se merecía el derecho de contemplar aquel incomparable rostro en el que ardían dos rubíes demoníacos, pero la sensatez regresó pronto a Alfren quien sospechó que todo aquello debía ser fruto de algún hechizo mágico. Divertida ante su reflexión, que hablaba de la inseguridad de la bruja en algo tan estúpido como el físico y olvidando la propia inseguridad que le había hecho sentir hacía nada, se echó a un lado, dejando espacio a Bathalias.

 

 

 

Cargando editor
09/02/2009, 19:57
Ailara Sotobosque

Ailara, que se había quedado atrás despistada observando cómo se iba el lacayo de la hechicera, se apresuró a avanzar cuando las puertas se abrieron. Al parecer en la torre todo funcionaba mágicamente, lo cual era algo que le asqueaba pero ante lo cual no podía hacer nada. El poder de la bruja era muchísimo mayor de lo que podía esperar, y tendrían suerte si lograsen salir de allí sin que algún capricho de ésta los llevase a la muerte una vez hubiesen entregado el cofre.

Así, con paso rápido, la joven se apresuró a entrar a la sala circular. Inicialmente dio un respingo al ver los candelabros, tomándolos por seres humanos reales y, aunque no tardó en descubrir que eran metálicos, el escalofrío no desapareció. Prefería no pensar cómo había conseguido dotar de tanto realismo a las estatuas. Sin embargo, pronto sus ojos quedaron prendidos de la figura de Sarcess. La druida se había esperado una vieja y ajada anciana como las de los cuentos populares, no una bella doncella más joven incluso que ella misma. Mas no sólo su cuerpo había sido corrompido por fuerzas arcanas. Los ojos colorados eran completamente artificiales. Nada en la naturaleza podía tener unos ojos así, cual llamas ardientes.

Lentamente, Ailara se hizo a un lado para ver cómo sus compañeros se acercaban con el tributo. Si todo iba bien, podrían marcharse de allí muy pronto.

Cargando editor
10/02/2009, 02:24
Bathalias de Emdelis

Nada más abrirse las puertas Bathalias entró en la sala con el paso lo más firme posible.

La estancia estaba llena de detalles, desde las miles de vetas que recorrían las paredes, el suelo, decorado con baldosas negras y blancas, las columnas, la rojiza cristalera...

Pese a ser un lugar tan temible tenía cierto toque en el que se podía vislumbrar finura, delicadeza...

Al posar los ojos en los pebeteros no pudo evitar sentir un escalofrío.

Espero que eso no fuese gente tiempo ha...

Una vez los cuatro guardias se apartaron pudo ver la enorme cama, donde descansaba la bruja, probablemente divertida con un caramelo o algo similar.

Los ojos del elfo recorrieron toda la figura de la chiquilla, pues no creía que llegara a la edad madura humana aún.

Se detuvo un segundo en los ojos, rojos como brasas, que hicieron que se le olvidara el resto de lo que había visto.

Al instante se dió cuenta de lo descortés que estaba siendo, bajó la mirada rápidamente, hasta donde las sábanas se tocaban con el suelo e hincó la rodilla derecha en el suelo mientras Alfren y Merkus dejaban el cofre en el suelo.

Saludos, Reina Hechicera de la Torre Negra de Ybress, este es el tributo del Conde Nesvind de Riaghul, que lamenta enormemente su retraso.

Vamos, chicos, seguidme, clavad la rodilla y evitad mirarla, y, sobre todo, manteneos en silencio a no ser que os pregunte, sobre todo tú, Alfren...

Este deseo se iba repitiendo una y otra vez en la cabeza del anciano elfo, que se mantenía a la espera ,con la cabeza agachada, de que le dieran una respuesta y se llevaran en cofre.

Cargando editor
10/02/2009, 14:40
Director

Notas de juego

Como algunos van a contrapié en el posteo y considero que esta escena tiene bastante importancia voy a esperar a ver la reacción de todos antes de seguir, así que retraso el post hasta mañana.