Partida Rol por web

Tributo de Sangre (V)

Heraldos de Paz

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23/01/2009, 00:34
Bathalias de Emdelis

La paladina cogió las riendas de la mula y empezó a avanzar.

Merkus, Antor, id con ella, adelantad lo más posible, Ailara, Moravius y yo iremos detrás.

Se acercó al hechicero y bajando la voz propuso:

¿Podrías canalizar tu voz para que sólo le llegue al capitán? Así podrías avisarle de la emboscada, después seguid hacia adelante, yo iré el último de todos.

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23/01/2009, 00:43
Ailara Sotobosque

- Trataré de enredar a ambos grupos- señaló la joven a Moravius-, preparaos porque tendremos que correr tanto si funciona como si no.

Al ver como la mitad del grupo seguía avanzando, Ailara les dedicó una última mirada tras la que se apresuró a tomar un par de raíces secas de la bolsa que colgaba del cinto. Junto a ella, Mazgul observaba tranquila a los guardias acercándose a la emboscada. Aunque muchos lo dudarían, ella estaba segura de que la loba era completamente consciente de la situación.

Notas de juego

Si me dices que es complicado enredar a un sólo grupo, sólo lo intento con uno (supongo que conoceré mis limitaciones, más o menos); pero... ¡qué demonios! ya que lo hacemos vamos a hacerlo bien ^^

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23/01/2009, 02:27
Merkus

El bárbaro se había decidido a ir con Alfren apenas oírla mencionar su nombre. El ya había dado a conocer su parecer, fuese de forma rudimentaria o no lo había hecho. El instinto le indicaba que la mejor opción era alejarse cuanto antes de ese lugar, poner la mayor cantidad de tierra posible entre ellos y esos soldados, en especial porque éstos montaban a caballo y ellos tan sólo iban a pie tirando o empujando de un par de mulas.

Por lo mismo no puso peros a las órdenes del elfo y las acató sin chistar, aunque también era cierto que existía otra razón para obedecer y esa no era otra que la joven amazona*.

Notas de juego

*Se refiere a Alfren.

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23/01/2009, 09:29
Director

Los guerreros y el pícaro, atentos a que las mulas no hicieran ningún ruido que pudiera alertar a los que se encontraban en el camino principal, se alejaron.

Mientras Moravius consideraba las palabras de Bathalias respecto al mensaje y Bathalias se preguntaba si él mismo podría realizar aquel encantamiento, Ailara no quitaba ojo ni a sus compañeros que se alejaban con el cofre ni a la columna con el señuelo. Quería darles el máximo tiempo posible a sus amigos, pero sin arriesgarse a que los asaltantes cayeran sobre el capitán Neomen y sus hombres.

La druida clavó el cayado en el suelo y cerrando los ojos y, extendiendo una mano sobre las raíces secas que sujetaba con la otra recitó dos veces con un susurro:

- ¡Ehwaz naudiz teiwaz ansuz naudiz gebo laguz ehwaz! -

Abrió los ojos y los tres compañeros observaron el resultado. Al principio no parecía que el hechizo hubiera causado efecto, pero justo cuando la columna de soldados estaba unos metros del punto en el que los aventureros habían calculado que se produciría el ataque el caos se desató entre las ramas de los árboles y en el claro.

Los asaltantes, totalmente concentrados en su objetivo no notaron que las ramas, hierbas y raíces de la vegetación que les rodeaba se estaban cerrando alrededor de sus miembros hasta que fue demasiado tarde. Asustados, los hombres empezaron a forcejear con la maleza y a emitir exclamaciones y juramentos. Muchos de los ballesteros que estaban apostados en los árboles perdieron el equilibrio y quedaron colgados de las ramas como marionetas. Sólo un puñado de soldados y un caballero fueron lo bastante diestros como para escapar de la vegetación e irrumpieron en desorden en mitad del camino.

Para aquel entonces el capitán Neomén y sus hombres estaban más que sobre aviso. Los hombres del conde avanzaban alerta, en espera de una emboscada como aquella y actuaron con presteza. Cerraron filas en formación y sacaron sus ballestas, los asaltantes que se habían precipitado al camino se encontraron con dos filas de ballesteros que les atravesaron el pecho antes de que se dieran cuenta de lo que estaba pasando.

El capitán Neomén dio las órdenes pertinentes para, con cuidado de no quedar atrapados ellos también en la vegetación, acabar con los restantes emboscados o al menos mantener bajo control la situación cuando los enemigos consiguieran liberarse.

Cuando Ailara, Bathalias y Moravius se aseguraron de que los hombres del capitán Neomen no serían masacrados se apresuraron a continuar por el camino para dar alcance a sus compañeros.

Los sonidos de la lucha fueron amortiguándose conforme se alejaban por el sendero de leñadores que se había convertido ahora en su vía de escape. Con cada paso algunos dejaban tras de sí una parte de su alma, una parte de su orgullo, una parte de su honor. Todos sabían que aquel era su papel en esta obra y asumieron, desde el mismo momento en el que se les informó de la maniobra de distracción, que la única posibilidad que tenían era aprovechar el momento y seguir avanzando. Pero aún así…

Aquellos pensamientos fueron relegados a un segundo plano en cuanto el camino se hizo más escarpado y las rocas que les rodeaban exigieron toda su atención. Todavía no se encontraban por completo a salvo de una posible emboscada, quizás los enemigos del Conde hubiesen preparado un segundo encuentro. Además, aquellas colinas estaban sembradas de criaturas ladinas, dispuestas a obtener ventaja de cualquier despiste.

Bathalias avanzaba en cabeza, como siempre. Un poco más atrás sus compañeros custodiaban las mulas y aquel cofre que podría cambiar sus vidas para siempre. Tres mil ducados de oro era una cantidad tan elevada que jamás habrían podido imaginar hallarse tan cerca de una suma igual y ahora que la tenían ante sí, el destino les dirigía hacia un pantano infecto para entregarlos a una Bruja que decían que era tan peligrosa, que con sólo respirar a su lado de forma que la importunase podía llegar a matarte con una mirada.

Poco a poco, el cielo se fue oscureciendo y la senda le condujo hacia un valle tras el cual ya ninguna elevación volvería a impedirles el avance. Ante ellos se extendía el camino, que les conduciría hasta los pantanos. Tan sólo unas horas les separaba ya de su destino, pero la noche no perdonaba ilusiones. Debían detenerse y descansar, para afrontar al día siguiente la que sería la etapa más difícil de su viaje.

Notas de juego

Os recuerdo que todos los posts hasta el lunes a las 17:00 cuentan para la puntuación de esta semana.

Buen fin de semana sin umbría

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25/01/2009, 16:41
Merkus

Merkus caminó al final de la columna que formaban entre los seis. Por boca de los implicados él y los demás se enteraron de la suerte del capitán y sus hombres. No hubo salutaciones de parte del bárbaro, tampoco una sonrisa, la expresión de Merkus no acusó ni el menor grado de satisfacción o desagrado, pero aunque no dijera o hiciera algo para denotarlo, Merkus se sentía satisfecho, las cosas habían salido bien y ningún inocente había salido afectado... de momento.

Merkus pensaba en la enorme suma de dinero que había en el cofre y se imaginaba en la de cosas que podría conseguir para la tribu, pero en su interior sabía que esa no era la búsqueda que le habían encomendado, era un bárbaro, un guerrero, no un ladrón y aunque la tentación era grande, desistió en sus pensamientos. Además estaba Sarcess, no había que desestimar su poder ni tampoco el del conde y sus hombres. 

El sol se escondió y la noche cayó sobre sus cabezas, era hora de un merecido descanso. Detuvieron la marcha y buscaron cobijo. Tras alimentarse y beber para reponer fuerzas, Merkus se tumbó en suelo, boca arriba. No dormía, sólo descansaba y esperaba las órdenes de Bathalias para saber de qué modo se distribuirían los turnos de guardia.

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25/01/2009, 20:52
Ailara Sotobosque

Ailara se sonrió mientras se alejaban de la lucha, contenta con haber podido salir airosos de la situación y haber ayudado al capitán en la batalla. Es cierto que había sido una suerte que lo vieran y pudieran auxiliarles, y que en adelante sus caminos serían muy distintos, pero estaba segura de que tras esa escaramuza no tendrían tantos problemas.

Finalmente, cuando la noche cayó y el cansancio empezaba a hacerse dueño de sus piernas, la joven detuvo la marcha para buscar el calor y la protección de Mazgul, jugueteando con ella mientras sus compañeros se detenían.
- Una pregunta- llamó la atención de sus compañeros. Tenía que decirles algo que venía preguntándose desde el mismo momento en que salieron de la fortaleza, pero no se había decidido hasta ahora-. ¿Cómo sabemos que no somos nosotros el cebo? Quiero decir, podría ser que no fueramos nosotros quienes llevasemos el oro, ¿quién sabe con certeza lo que hay dentro del cofre?- Pese a que sus ojos se dirigían a Bathalias, pues sobre él habían decidido que recaería el puesto de "jefe", sus palabras esperaban la respuesta de todos sus compañeros. Ailara no podía dejar de pensar que tal vez no llevasen oro en el cofre, tal vez sólo llevasen piedras o, aún peor, algún posible peligro para la hechicera con intención de dañarla y que de no salir bien traería funestas consecuencias sobre ellos. Creo que deberíamos abrirlo para cerciorarnos de que llevamos el oro.

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25/01/2009, 21:43
Alfren Niubar

Las horas habían transcurrido lentas desde que dejaran atrás al Capitán Neomen. El viaje se le había hecho largo, difícil por momentos, pero sobretodo duro. Una profunda frustración la embargaba y su estado de ánimo había ido empeorando a cada paso que daba. Sí, habían hecho lo que les correspondía. Sí, habían ayudado en la medida de lo posible al capitán y a sus hombres. Pero no saber cómo había acabado aquella batalla, la suerte corrida por quienes cumplían su papel de cebo y, muy especialmente, no haber desenvainado la espada por aquellos a los que podía haber ayudado, habían agriado su humor.

Cuando la noche llegó y se hizo evidente la necesidad de acampar, se limitó a soltar las alforjas y el cofre de las mulas y depositarlos en el suelo, atando a los animales al tocón de un árbol sobre el que luego se recostó, sentada en el suelo. Meditaba sobre lo ocurrido, arrancando con fuerza briznas de hierba del suelo, cuando le llegó clara la voz de la druida.

- Una pregunta. ¿Cómo sabemos que no somos nosotros el cebo? Quiero decir, podría ser que no fueramos nosotros quienes llevasemos el oro, ¿quién sabe con certeza lo que hay dentro del cofre? Creo que deberíamos abrirlo para cerciorarnos de que llevamos el oro.

Alfren se levantó, su humor aún más sombrío y se acercó al grupo.

- ¡No! - exclamó con fuerza -. No tenemos por qué dudar de lo que se nos dijo. ¿O acaso vamos a vivir siempre con el miedo a que en nuestras vidas se cruce un nuevo Dalherin? ¿Vamos a vivir siempre con la sombra de la sospecha pendiendo sobre aquellos que nos contratan? Es ridículo y... enfermizo. Se nos ha contratado para llevar ese cofre hasta la Torre Negra y será lo que hagamos. Hemos sido testigos de los riesgos que podemos llegar a correr y hemos comprobado que lo que nos dijeron es cierto. Hay quien no está dispuesto a que el dinero le llegue a Sarcess. El Capitán Neomen y su grupo bien pueden ahora estar muertos - dijo, la respiración agitada -, y habrán dado su vida por protegernos a nosotros y a nuestra mercancía. Se ofrecieron como cebo y han cumplido. Ahora nos toca cumplir a nosotros. Por mi parte no tengo por qué dudar de la sinceridad de la palabra del Secretario del Conde. De modo que no tengo la más mínima intención de comprobar su contenido. Y para seros sincera, me da igual que contenga oro o piedras. Más no valdría preocuparnos por la seguridad de esta noche, en lugar de hablar de intrigas y conspiraciones - concluyó tras recoger una pequeña piedra y lanzarla a lo lejos con furia -. Bathalias, lo mejor serían turnos de a dos y nada de hoguera. Seríamos demasiado visibles, tanto si nos buscan como si no - señaló antes de alejarse y volverse a recostar en el tocón.

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26/01/2009, 16:46
Director

Notas de juego

Veo que parece que vuestros PJs tienen de que hablar a la luz de la hoguera. Hoy no añado nada nuevo.

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26/01/2009, 17:10
Moravius

Moravius perdió demasiado tiempo pensando en lo que podía o debía hacer, por suerte para él, tenía las espaldas bien cuidadas por Ailara; al verla actuar de aquella manera, se sintió sobrecogido y un poco intimidado, la druida era de temer pero aquello le gustaba sin duda. Se sintió un poco defraudado de sí mismo por no haber podido actuar con la presteza de sus compañeros pero se prometió no perder tanto tiempo la próxima vez. Así que aunque satisfecho por lo conseguido con los "hombres cebo", permaneció en silencio sepulcral, siempre detrás de Ailara hasta que llegó el momento de descansar o al menos de intentarlo. Se sentó a la orilla del camino y esperó unos instantes antes de decir nada, escuchando con atención a las dos féminas.

Desconfiar no estaba tan mal, en especial cuando les habían jugado tan chueco la última vez pero como bien decía Alfren, no podían vivir toda la vida en el desconcierto. Además, fuera lo que fuera que llevaran en ese cofre, les iban apagar por llevarlo a Sarcess y eso es lo que tenían que hacer. Una suspicacia pasó por su mente, sonrió de medio lado y se apartó el cabello de la cara, no podía ser así y además, ni siquiera era bueno mencionarlo o el asunto se pondría peor en lugar de calmarse. Mejor era que descansaran, dejaran lo de abrir el cofre para otro momento y que se hicieran las guardias, así que lentamente se levantó apoyándose en su bastón, parecía que de pronto los años se le habían venido encima sin tregua pero ese no era el semblante del mago.

-Me ofrezco para hacer la primera guardia si les parece y coincido con Alfren, nada de hogueras, sería llamar demasiado la atención.

Y aguardó para saber quién le haría compañía si le daban aquella primera guardia, quien quiera que fuera, no dudaba que lo pasaría bien. Se enderezó cuan alto era y dedicó una sonrisa a Ailara, estaba orgulloso de ella y no había tenido tiempo de decirlo, ya llegaría el momento, siempre llegaba y la vida era así: no antes, no después.

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26/01/2009, 18:48
Antor PielGris

Antor había estado pensativo buena parte del viaje, pero de bastante buen humor. Al fin y al cabo se las habían arreglado para avisar a los guardias, sin llamar la atención sobre ellos mismos, y con eso no sólo había cumplido su misión, sino que también habían podido satisfacer las aspiraciones de justicia de algunos de los miembros de su grupo.

Por su parte el no haberse quedado a combatir no le afectaba en absoluto. El capitán Neomen le había caido simpático, pero no lo suficiente como para combatir por él en sus batallas, y después de todo esta guerra no era suya, ni tampoco de sus camaradas. Les habían contratado para un trabajo, e iban a hacerlo. No había nada más, ni nadie podía reprocharles nada. 

Sonrió un instante pensando en lo bien que había manejado Ailara la situación y lo apropiado de su sortilegio. Verdaderamente le hacían sentirse joven. 

Al llegar a descansar, sin embargo, surgieron las primeras desavenencias. Antor, que se había sentado y estaba cortando con cuidado su bigote con una de sus dagas, escuchó con atención las palabras de ambas mujeres, y la posterior respuesta de Moravius. Finalmente se decidió a intervenir

- Alfren, tal como yo lo veo no se trata de hacer algo deshonroso. Simplemente de confirmar que lo que hay en el cofre es lo que debe haber. Si fuera de otra manera... bien, nadie puede asegurar lo que haría la hechicera, pero a buen seguro no sería nada bueno. Creo que podría abrir la cerradura y volver a cerrarla una vez confirmemos que todo está correcto. Y si veo que no es posible abrirla sin dañarla, me abstendré de hacerlo. Pero en esto estoy con Ailara: debemos saber si lo que hay en el cofre es lo que nos dijeron que había. Al menos si es posible hacerlo sin perjudicar a nuestro cliente. Si no, lo dejamos estar, y punto. Así es como yo lo veo, aunque desde luego la elección corresponde a nuestro intrépido líder, puesto que me temo que hay cierta disparidad de criterios. En todo caso creo que la cosa va bastante bien. Yo entiendo que Ailara y yo podríamos hacer la segunda de las guardias, y aunque estoy de acuerdo en no hacer fuego pienso que sería conveniente lograr algo de calor, y un método para asegurarnos que las alimañas del bosque no se nos acerquen. Y si no podemos lograr eso con el fuego, alguna otra cosa tendremos que inventar. - una sonrisa se perfiló en los labios de Antor- En cuanto a la cuestión de las guardias Ailara y yo debemos hacer la de la mitad de la noche. Y por cierto, que me agrada estar nuevamente en camino con vosotros, amigos míos. Ya empezaba a sentirme viejo en las calles de esa maldita ciudad, y no hay nada mejor que estar nuevamente en pos de la aventura con tan buena compañía.

 

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26/01/2009, 22:06
Alfren Niubar

¡Ja! - respondió sarcástica Alfren, sin molestarse en acercarse al grupo -. Antor, nos conocemos desde hace tiempo y eres un buen tipo al que aprecio, pero ya sé lo que para ti es deshonroso y no. Y si tenías dudas, haberlas planteado en su momento. ¿Creías que nos engañaban? ¿Por qué, entonces, no te negaste a aceptar el trabajo? Y si pensabas o sospechabas que en el cofre había algo que no fuera el dinero, deberías haber pedido que nos mostraran su contenido cuando aún estábamos en el Castillo. Abrirlo ahora para ver qué hay dentro no es jugar limpio, lo mires como lo mires. Confiar en la palabra de quienes nos contratan forma parte de nuestro trabajo. Si no lo hacemos, más vale que nos vayamos buscando otra forma de ganarnos la vida. Cuidar cerdos sería una opción igual de sucia que lo que estáis intentando hacer.

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26/01/2009, 22:40
Bathalias de Emdelis

Bathalias parecía cansado.

El correr tras el grupo una vez acabada la ayuda al señuelo le había agotado, y empezaba a notar su longeva edad.

El sol empezaba a ocultarse tras las montañas que delimitaban el valle y decidieron finalmente parar a dormir.

Tras escuchar las palabras de la druida y observar como se estaba desarrollando el debate decidió actuar.

Yo también lo pensé, y pensé decírselo a Neomen, pero salió casi a la carrera y no me dio tiempo de pedirle ver los cofres.
De todas formas, tenemos que llevarlo, nos tienen que pagar tanto si son monedas como si son piedras o sea lo que sea, y eso nos conviene.

Respiró hondo, se pinzó la nariz con los dedos, cerró los ojos y al volver a abrirlos una sonrisa, un intento de relajar a sus compañeros, se dibujó en su rostro.

Ahora, si os parece bien, que Ailara y Moravius hagan la primera ronda, así descansarán de un tirón lo que quede hasta la mañana y eso seguro que lo agradecen más adelante a la hora de lanzar sus conjuros, por lo que pudieron explicar hace décadas era así...

Conjuros... Eliah... Si supieras cuanto te echo de menos...

Una sombra cruzó por la cara del elfo, que de repente había recordado a su difunta esposa, pero intentó seguir lo más risueño posible.

Antor, ¿Te parece que tu y yo hagamos la segunda? Miraremos el cofre, a ver si es muy difícil de manipular, pero no haremos nada hasta mañana cuando podamos hablar del tema con vosotros más detenidamente.

Alfren, Merkus, creo que vosotros deberíais hacer la última, sois los más robustos y seguramente podreis resistir más tiempo despiertos.

De todas formas, si hay algún problema despertadnos, dormiremos rodeando el cofre y sin hoguera, ¿os parece bien?

Giró la cabeza a uno y otro lado para mirar a la cara a todos sus compañeros.

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27/01/2009, 00:24
Ailara Sotobosque

La joven estaba a punto de contestar a Alfren, pero las palabras de Bathalias eran claras y ella estaba de acuerdo: lo llevarían sí, pero si antes podían saber qué hay dentro del cofre para estar prevenidos mejor.

Por otra parte tampoco tenía mucho que decidir acerca de las guardias, así que asintió con la cabeza al comentario del elfo.
- De acuerdo, acompañaré a Moravius en la primera guardia pero dejaré que Mazgul descanse- a pesar de que la druida sabía que su compañera podía ayudarles perfectamente en las guardias, prefería dejarla descansar esa noche. El día siguiente sería muy duro, y nadie sabía qué peligros podrían encontrar en el cenagal.

- Tened cuidado con las chinches- se despidió para alejarse unos metros, dejando a sus compañeros descansar tranquilos y pudiendo así admirar sola la puesta del sol. No le gustaba montar guardia en plena noche, prefería descansar entre los árboles sin preocupación de qué pudiera pasar, pero comprendía que su misión requería tener todos los sentidos puestos en el camino; sólo así podrían evitar ser atacados como el capitán Eomen.

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27/01/2009, 03:49
Merkus

-Mmmm abrir cofre no ser buena idea -pensaba Merkus ya medio adormilado-. Cofre poder estar sellado por conjuro que sólo bruja poder romper...

El bárbaro se removió en el suelo, acomodándose para dormir. Barthalias había dado ya los turnos de guardia y eso era todo lo que le importaba saber, así que el guerrero, acostumbrado a dormir dónde lo pillara la noche y valorando cada preciado minuto que podía dedicarle al descanso, se entregó rápidamente a los brazos de Morfeo.

Si alguien, fuera por casualidad o curiosidad, observó al bárbaro dormir, seguramente se encontró con algo que le sorprendió, y es que cuando Merkus dormía parecía otro. Las facciones se le suavizaban y si no fuera por las heridas y la morena piel curtida por el sol, podría haber tenido la sensación de estar observando a un niño dormir... un niño bastante crecidito, pero niño al fin.

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27/01/2009, 07:44
Antor PielGris

- Gracias por los piropos Alfren - dijo Antor sin que aparentemente las palabras de su compañera le hubieran molestado en absoluto- Tienes razón en que tenemos un concepto distinto de la deshonra. Eso sí. Te prometo que  no tengo la menor intención de dedicarme ni ahora ni en un futuro al noble negocio del cuidado de cerdos. Son animales sucísimos, ¿sabes? Y sabrosos por otra parte, sobre todo con un poco de buen vino y una salsa bien preparada. No te enfades, compañera. Es normal que queramos cerciorarnos que todo está bien. Pero si para ti es una cuestión que afecta a tu honor, no tengo problemas en dejarlo pasar. Sobre todo porque tienes razón en que confiar en quienes nos contratan forma parte de nuestro trabajo, aunque reconozcamos que no todos son de fiar, como bien se ha probado en los últimos tiempos - tras su discurso escucha a Bathalias y un desencanto fingido se dibujó en su rostro- Por los dioses... y yo que con sumo cuidado había decidido compartir mis horas de guardia con Ailara para poder tener a una druida experta en magia protegiéndome, a un lobo guardándome las espaldas y a una preciosa mujer a quien contarle viejas historias e ir lentamente, como una serpiente, seduciendo. Esto no se hace viejo amigo. - dijo guiñando un ojo a Ailara- De acuerdo. Al margen del pequeño detalle señalado me parecen bien las guardias.

Y dicho esto alisó el terreno debajo de él, cogió ramas secas, se cubrió con las mantas, que después cubrió con el follaje y se dispuso a dormir hasta que fuera su turno de guardia, dando mientras preparaba su lecho tiempo para que alguno le replicara, si es que era su deseo

 

 

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27/01/2009, 09:03
Alfren Niubar

Alfren se limitó a lanzar un bufido de mal genio. No entendía la obsesión de algunos de sus compañeros por querer saber qué había dentro. Y, curiosamente, a Bathalias pareceía no desagradarle la idea de manipular la gran caja. Se levantó, cogió el cofre y lo arrastró hasta el centro de la zona elegida para dormir.

No tenía sueño y miró con envidia al gigantón de Merkus que dormía plácidamente. Su pecho subía y bajaba lentamente y su rostro, con el relajo del sueño, parecía más dulce. La piel le brillaba oscura a la luz de la luna y Alfren sintió el mordisco del hambre de sexo.

- Lo que me faltaba. Estoy que muerdo, sin sueño y, encima, con ganas de... - murmuró con rabia. Se tumbó en el suelo, se cubrió y cerró los ojos con fuerza, esperando que el sueño llegara lo más rápidamente posible.

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27/01/2009, 14:32
Bathalias de Emdelis

Bueno, Moravius, Ailara, quedais al cargo, despertadnos en un par de horas.

Bathalias empezó a preparar su lecho a un lado del gran cofre que contenía las monedas, con la cabeza pegada a la de Alfren.

No lo vamos a abrir, solo vamos a ver si no es muy complicado, ya deberías saber que todos tenemos voz en este grupo y que no tomamos las decisiones a la ligera.

Una vez del todo tumbado se colocó sobre el lado izquierdo, mirando la carga y sacó el colgante que siempre llevaba de debajo de su camisa.

Era un mechón de cabello de su esposa, muerta hacía ya tanto tiempo... pero siempre a su lado mediante ese recuerdo.

Se acercó el cabello a la nariz y se relajó respirando profundamente y aspirando ese olor, que tanto le recordaba a los bosques de Emdelis, cuando aún estaban juntos y todo era felicidad...

Una vez estuvieron todos acostados, menos el hechicero y la druida, se percató de que la paladina aún estaba nerviosa y respiraba con brusquedad, así que buscó en los recovecos de su memoria, buscando una antigua canción que tantas veces había cantado a sus hijos y nietos cuando éstos tenían que dormir.

Are anne omniohmanah... are anne omniohmanah... etir sephorin milonathae... ilanue efor unbiarhoe...

La melodiosa voz del elfo resonó en los oidos de sus compañeros, relajándolos más allá de lo que creyeron posible en tal situación.

La antigua canción del bosque en el que nació llenaba de paz los corazones y las mentes de quienes lo rodeaban, pues para ello fue escrita, como una canción de relajación, una canción que tantas veces había cantado que a veces pensó que la había escrito él mismo.

Notas de juego

Conjuro diario.

Calmo a los que estén más cerca de mi (Alfren tiene la cabeza al lado).

Como me encanta inventarme el élfico.

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27/01/2009, 14:54
Director

Notas de juego

Dificultad 4, no tienes que tirar. Salvo que alguno de los otros pretenda resistirse al efecto del hechizo, surte el efecto deseado. Creo que no has hecho ningún otro hechizo, así que aun te queda otro más.

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27/01/2009, 17:05
Moravius

Se levantó de donde estaba y aguardó en silencio mientras los demás se ponían de acuerdo. Meneó la cabeza sutilmente, no le gustaba que hubiera esas desaveniencias en el grupo aunque era del todo normal, todos pensaban de manera distinta y no podían simplemente tirar para un solo lado como ganado, se conformó diciéndose que aquello era parte de la peculiaridad de cada uno.  A él no le importaba abrir el cofre, quería confiar aunque eso le diera más de un dolor de cabeza, quería confiar en aquellos que lo habían contratado al menos en lo tocante al contenido del cofre pero al final haría lo que se decidiera en conjunto porque tenían también bastantes razones para desconfiar respecto del cofre como él ya lo había hecho respecto de otras cosas.

No quiso interrumpir a Ailara y se sentó un poco lejos de ella, mientras miraba en la dirección por la cual habían venido. Definitivamente no sabían de dónde podía llegar un posible ataque y era mejor ver en todas las direcciones, al menos lo más que se pudiera. Echó una mirada al grupo que dormía, ojalá pudieran descansar pues les iba a hacer falta. En su mente empezó a tararear una cancioncilla que le recordaba a su niñez, a tardes de alegría estando con su madre o con la familia en su totalidad; quizás una de las pocas cosas que Moravius había disfrutado de niño, una de las cosas que no le habían sido impuestas. Bajó la vista unos instantes, no estaba cansado porque estaba acostumbrado al esfuerzo fisíco pero algo en su interior le indicaba que no todo estaba bien.

-Mañana a estas horas ya habremos terminado con esto...

Se consoló diciéndose eso y continuó mirando al final del camino, Bathalius, Merkus, Alfren y Antor, parecían dormir tranquilamente luego de las palabras del elfo, se sonrió, esperaba que aquello no hiciera efecto en ellos.

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27/01/2009, 18:20
Director

Uno a uno, aquellos que tenían el privilegio de poder dormir en primer lugar se quedaron dormidos. Ailara asistió a una puesta de sol en la que algunas nubes dispersas crearon una sinfonía de morados y naranjas. Justo cuando el último rayo de sol se reflejaba en los ojos verdes de la druida, la luna hizo su aparición en el otro extremo del horizonte en perfecta sincronía con su ardoroso hermano. El astro de la noche estaba en una fase cercana a la luna nueva, así que no les sería de mucha ayuda. Poco después Ailara regresó al campamento para hacer la guardia.

Quizás no fuese lo que esperaban, e incluso puede que ni tan siquiera lo desearan, pero la primera guardia pasó tranquila y sin incidentes. Los únicos acompañantes de Ailara y Moravius fueron las estrellas y las criaturas de la noche, que no por hacer suyos los momentos sin luz en la tierra resultaban más terroríficas que las diurnas. Una lechuza jugueteó durante la mayor parte de la vigilia con ellos, asegurando el inquieto sueño de sus compañeros. El ave se acercaba a poca distancia del campamento, ojeaba fugazmente a aquellas extrañas criaturas que se tumbaban en el suelo alrededor de aquella caja, para luego elevar el vuelo dejando tras de sí el perturbador sonido de su aleteo.

Al terminar la guardia Ailara despertó a Bathalias para darle el relevo mientras Moravius ya se estaba acomodando como mejor podía. Este a su vez se encargó de hacer que el pícaro saliera del mundo de los sueños.