Partida Rol por web

La verdad es que la respuesta de Hoyt a Marston me ha descolocado bastante. O sabe mucho más de lo que dice o a él también se le va la olla.

—¿La peligrosa criatura del bosque puede atacarnos? Le pregunto a Marston

Miro a mis compañeros y les comento:

—Tengo la impresión de que si que puede que estemos en peligro. Deberíamos marcharnos? Aunque si nos vamos, tampoco creo que avancemos en la investigación...

—¿Qué dice Ud. Sr. Hoyt?

—Siempre al acecho, etá ansionsa de canne.

El padre Hoyt traga saliva al escuchar las palabras de Marston. La lluvia empieza a empaparle la sotana.

—No sabría qué decirle señor Danoff. Ahora mismo me encuentro en estado de shock. Estoy empezando a darme cuenta de que ciertas creencias que sólo creía localizadas en lugares apartados de África llegaron a América y se extendieron más de lo que habría podido imaginar. Dejo la decisión en el buen juicio y criterio de ustedes, al fin y al cabo son los especialistas en resolver casos difíciles.

Los habitantes de Stonecrest empiezan a marcharse a sus chozas a causa de la lluvia, sobre todo mujeres y niños. Algunos hombres se quedan cuidando de que no le suceda nada a Marston.

Digo por lo bajo, aunque en un tono que no admite discusión.

-Deberíamos irnos... Ya. Todo ésto me recuerda demasiado a Groenlandia, y la gente que conocía estas cosas no solía tratarnos bien. Aun me acuerdo de esos malditos esquimales y lo que nos echaron encima...

- Padre, desde siempre han existido los movimientos migratorios a gran escala. ¿Por qué con las creencias iba a ser diferente?

No sé lo que opinarán ustedes -dice en voz baja -pero todo esto me parecen supercherías, creo que deberían ir a hacer una visita al manicomio si es que no lo han hecho ya.

-Ésas supercherías, como usted las llama, despedazaron a varios hombres delante de mis ojos, entre ellos el profesor Norton, un arqueólogo que nos acompañó a Groenlandia. El señor Marlowe, que nos acompañaba, también podría corroborarlo de estar aquí. 

- ¿Que despedazaron? No puede ser, sería un efecto óptico...no me dirá que cree en ese tipo de cosas, un periodista serio como tengo entendido que es usted no puede creer en eso.

-Desde luego, el pobre profesor Norton, igual que otros tantos hombres que nos acompañaban, está bien muerto. El resto derribaron a tiros a ésa bestia, pero ya era tarde. Por no hablar de aquella otra cosa del templo... Sí, hay muchos seres extraños sueltos en el mundo, y no me extrañaría nada que nos topáramos con algo desagradable. 

—Sr. Collins, pérdoneme pero no entiendo nada de a lo que se está refiriendo.

—Yo también opino que son supercherías, pero si existe una criatura en el bosque, y yo me inclino por alguna especie de oso o jaguar, que pudo acabar con la vida de Hoyt y nos marchamos estaríamos perdiendo una buena pista de la solución al problema que nos trajo aquí.

—Si esta gente sobrevive aquí, ¿por qué nosotros no? Aunque por supuesto, yo no soy quien para poner en peligro la vida de otra persona.

Miro a Marston y le comento

—Marston, sería Ud. tan amable de dejarnos entrar en alguna de sus chozas para buscar refugio mientras llueve?¿Han probado a disparar a la criatura si realmente les pone en peligro? ¿Han perdido ustedes gente por la criatura del bosque?

Marston siente cómo la lluvia helada le va empapando la ropa.

—Puen quedarse si quieren. Sólo hoy. Depué dejá empá. Naiden de la tribu de la colina sufrió daño alguno, semos amigos. Naiden pué dañá al que aúlla en silensio. E Dio. Naiden pué dañá a Dió.

—¿Qué opinan compañeros? ¿Nos quedamos?

Miro con alarma a mi compañero, aunque luego recapacito y procuro adoptar un semblante más sereno.

-No creo que sea aconsejable, recuerde que tenemos muchas cosas que hacer...

- ¿No lo dirá en serio? ¡PERO CÓMO NOS VAMOS A QUEDAR AQUÍ! ¿SE HA VUELTO LOCO?

Cuando termino de anotar y dibujar cierro mi cuaderno de campo y participo en la animada conversación que mis compañeros han establecido con los subseres.

- En mi humilde opinión deberíamos trasladarnos de vuelta al hotel, una vez allí compartir impresiones y analizar todo lo que aquí ocurre y que el padre Hoyt nos explique algo de esos extraños cultos. Hay cosas en la noche que es mejor no ver.

—Ya sabe, padre, que yo no soy un tipo remilgado, he vivido en condiciones peores, así que me adapto a lo que sea. No obstante, no deberíamos abusar de la hospitalidad de estos sub..., quiero decir, buenas gentes. Usted decide.

—Deberíamos preguntar también a..., a..., bueno ya saben quién, el que nos espera —dice refiriéndose a Kellemport—. Por otra parte, ¿qué dice usted, señor Danoff?

Cada vez la lluvia es más molesta e inoportuna.

—Tenemos difícil preguntarle, y bueno, si quisiera quedarse no me importaría quedarme con él, pero nada, si la mayoría opina que es mejor volver, yo encantado con la decisión!!

Me hubiera gustado poder comprobar si realmente hay algún oso deambulando por aquí pero no pasa nada, seguro que cuando la investigación avance conoceré qué clase de animal asusta tanto a la gente de esta zona.

—Sr. Marston, quizá en otra ocasión podamos disfrutar de su hospitalidad. Encantado de haberle conocido!

Os despedís de Marston y os alejáis del campamento. Los ocupantes se van a sus respectivas cabañas para guarecerse de la lluvia, cae de lo lindo. Son las tres de la tarde, pero el cielo está gris, como si quedara poco para anochecer, y además estáis hambrientos.

Ahora que os habéis alejado lo suficiente, podéis hablar con tranquilidad. Os llevará un rato llegar hasta el coche que los del primer grupo dejaron aparcado, siguiendo el curso del río. Todavía tenéis tiempo de visitar el manicomio si así lo queréis. No hay que olvidar que si las relaciones entre Freygan y los ocupantes ilegales son buenas, éste se enterará tarde o temprano de vuestra visita.

—La primera toma de contacto ha sido aceptable. En nuestra próxima visita las conversaciones deberían ir dirigidas a sonsacar todo lo referente a las relaciones de estos sujetos con Freygan.

El padre Hoyt está visiblemente fastidiado, tanto por la lluvia como por no haber sacado nada en claro sobre la cuestión de su hermano.