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Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Crónica 2.2] La Hora de las Brujas - Concoret

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15/11/2019, 15:39
Artur de Aquilare

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


No era algo que le agradara, y no lo hacía, precisamente, porque pocos eran tan conscientes como el propio Artur de lo poderosas que eran las sombras. Por unos instantes el lasombra no dijo nada, permaneciendo serio, mirando hacia la espigada silueta situada en mitad de la oscuridad macilenta. Estuvo el lasombra a punto de invocar sus poderes de sombra, para compensar en algo la desventaja de estar en un lugar desconocido, pero finalmente, se contuvo.

Después de todo eran emisarios. Al escuchar a Seline, asintió, dando un par de pasos hacia delante.

- Mi nombre es Artur de Aquilare. Como bien dice mi compañera, venimos de Fourgères. Queremos audiencia con el señor del lugar, pues venimos de quien ostenta el poder de este dominio. ¿Sois Adeline, no es así? LLevadnos hasta él.

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15/11/2019, 18:31
Octavio

Sin mediar palabra, se colocó a un lado. Buscó estar donde no se le viera demasiado y desde donde tuviera una buena vista de los alrededores. Era un soldado, ese era su papel. Y el campesino había cumplido el suyo. No podía decir que le extrañase, pues había conocido docenas como él. 

-No se preocupe, buen hombre.-Dijo con la mano en el pomo de la espada en actitud relajada.- Somos gente de paz.

Dicho esto, siguió a sus compañeros hacia el castillo dejando que ellos llevaran la voz cantante. 

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17/11/2019, 17:30
Adeline du Terres Rocheuses

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Quien os esperaba era una mujer de ropas carmesíes, porte señorial y mirada serena. Mientras el graznar de los grajos se perdía en el exterior, vosotros os adentrábais con mayor o menor confianza en aquel salón que se había abierto para daros la bienvenida.

—Sed bienvenidos a Concoret, vuesas mercedes —dijo la mujer con una voz clara, ligeramente rasposa que delataba que no era de la región —. Entrad y sed bienvenidos a la morada del Señor del Castillo, extiendo su hospitalidad en su nombre para los hijos de la noche.

La mujer dio unos pasos hacia vosotros, el sonido de estos se propagó en el silencio del salón.

Así es, soy Adeline du Terres Rocheuses, chambelán y asistente del Señor. ¿A quién he de anunciar aparte de vos? —os miró uno a uno pausadamente. A pesar de la belleza exultante que demostraba, aquella mujer parecía trascender la mera belleza terrenal, era.. casi peligrosa. Inquietante. La mirada de Adeline se dirigió a las puertas por la que habíais cruzado —. Aguardaré a que vuestro curioso compañero deje de deambular, y acceda a la hospitalidad del Señor.

Notas de juego

Próximo post, el jueves 21.

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17/11/2019, 17:36
Narrador

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Mientras los demás accedían al castillo, tú decidiste quedar fuera. Pretendías buscar que uno de los grajos que parecía casi rugir sobre los tejados de los edificios te respondiera. Aunque claro, para ello debías acercarte a él.

Notas de juego

Los demás han entrado en el castillo, tú te has quedado fuera. Por ahora las puertas están abiertas. ¿Qué haces a continuación?

Próximo post, el jueves 21.

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17/11/2019, 17:42
Sybilla

Sybilla escudriñó la penumbra de aquella gran sala, y se introdujo en ella manteniéndose erguida y atenta, observando cada detalle con su mirada eternamente ennegrecida, y aminorando momentáneamente el paso, al reparar en la figura espigada que esperaba, a lo lejos. 

No habló. No lo consideró necesario. Tan sólo introdujo la mano en los bolsillos de su vestido y ensartó el anillo que había tomado Ingvar de manos de la chiquilla de Margawse en su dedo índice, y tras ello, avanzó. Había pesadumbre, a pesar de todo, en su andar, y una expresión indescifrable teñía su rostro pálido como la luna mientras avanzaba, retirando el embozo de su capa y descubriendo su faz, recogiendo las manos sobre su regazo de manera que fuese visible el símbolo del anillo. 

Se mantuvo en silencio aún, mientras la mujer hablaba. Y una vez la hubo escuchado, se expresó- Además de Artur de Aquilarre deberéis anunciar a la dama Maëlys de Trebaul, a Octavio del clan tremere, y Selin, de tierras sarracenas. También a nuestro compañero ausente, Ingvar Lundson, emisario de Raynier, y a mí misma, Sybilla d'Aislinge, consejera de Margawse Menguy. 

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17/11/2019, 19:48
Ingvar Lundson

El camino a través del pueblo no aportó nada a Ingvar, salvo acentuar las sensaciones que habían puesto sus instintos en guardia desde que había vislumbrado la silueta de sus edificios. A través de las pieles que lo cubrían, en gangrel sentía el frío casi antinatural como un extraño entumecimiento de sus extremidades. Cada paso que daba, lo hacía con la mano en la empuñadura de su acero, como si esperara que los dokkalfar se lanzaran contra él en cualquier momento. Pero sin embargo, no sucedió nada, y el único ruido que escuchó además de las pisadas de la comitiva fue en omnipresente graznar de los cuervos.

Pero habitualmente, no era muy habitual que los cuervos graznaran de ese modo en mitad de una noche helada. Algo los había alterado, y ese algo parecía tener su centro en la fortaleza derruida. Al alcanzar la torre, vio cómo sus compañeros se detenían un momento frente al portó, que se abrió ante ellos como por arte de magia, e instantes después lo cruzaban. Él, por su parte, dudó unos instantes.

Por un lado, el impuso primario de entrar, de mirar el peligro de cara, parecía arrastrarlo al otro lado de las puertas. Y mentiría si negara que la presencia de la consejera de Margawse también hacía su parte. En otros tiempos, no se hubiera retrasado ni un momento. Pero no era poco lo que había aprendido desde que Raynier era su señor. Ni Konwal su… aliado, tal vez.

Alzando la vista al cielo, fijó su mirada ardiente en uno de los negros grajos, y de su boca surgió un graznido, indistinguible de los demás en el gran coro, dirigiéndose a él, tratando de que su voluntad se hiciera con la del ave. Al ver que esto no surtía efecto, elevó el tono de su graznido para hacérselo llegar.

-¡Cuervo! ¡Cuervo! Escúchame. ¿Por qué graznáis tanto y ahora? ¿Ha pasado algo? Dime, cuervo, si quien vive en el castillo tiene el cuerpo frío y su corazón no late… o si han llegado otros, de ojos plateados y orejas en punta. Dímelo, y te ofreceré rica carne.

Mientras lo hacía, vigilaba con el rabillo del ojo el portón del castillo. Pasara lo que pasara, debía estar dentro cuando se cerrasen esas puertas, así que comenzó a retirarse hacia ellas despacio, mientras aguardaba la respuesta del grajo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Ante todo, disculpas por la tardanza. He estado esta semana trabajando en Italia, volví ayer y estaba hecho puré. Me había acostumbrado a que los turnos fueran laxos y... bueno, eso, la próxima vez daré aviso.

Resumen de la idea:

-Animalismo 1 para saber qué están graznando los cuervos, si es que están "diciendo" algo. Es un uso pasivo.

-Animalismo 2 para convocar al cuervo si no soy capaz de dirigirme a él, que igual simplemente con pegarles un graznido en su idioma es suficiente. (0 éxitos) Pues grazno alto y/o me acerco un poco, de noche hay buena acústica. Es cierto que se me escuchará... pero sigue siendo un graznido.

-Animalismo 1 para hablar, lo dicho en la conversación y darle órdenes de responderme (3 éxitos). Tampoco me quiero demorar mucho más, sólo asegurarme de que no se trata de una trampa de los elfos oscuros, así que mientras me contesta, recupero la Ofuscación y entro.

Mi idea sería hacer esto mientras el resto de cosas pasaban, si me permites sobreponerme al turn-over. Lo dejo a tu criterio.

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20/11/2019, 12:49
Selin

Llega un momento en que las sombras desaparecen mostrando ante mis ojos a la dama de ropajes carmesí. Avanzo con cautela hacia la sala que ha abierto para nosotros, aunque ya hacía tiempo que mi mano había dejado de acariciar la empuñadura de mi arma, la inquietud que causa Adeline hace que en mi mente me muestre una y otra vez ese gesto que no vuelvo a realizar. Más importante es la cortesía que debemos mostrar y la hospitalidad que nos había ofrecido que cualquier otra ilusión que pueda creer.

Al cruzar mi mirada con la suya, realizo una inclinación a modo de saludo. Después espero en silencio al normando, igual que hace nuestra anfitriona, entrelazando mis manos y manteniendo una postura erguida acompañada de una expresión calmada.

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01/12/2019, 17:05
Narrador

Los grajos se silenciaron un instante al escucharte, algunos te miraron inquisitivamente, como si con sus inexpresivos ojos fueran capaces de transmitir emociones. Pronto algunos se unieron al coro de nuevo, no parecían acabar de entender la complejidad o longitud de tu pregunta, pero sus dones de sangre te pudieron dar a entender que os percibían como una amenaza como depredadores que erais los cainitas. No sentiste ninguna familiaridad respecto a lo que preguntaste, solo el renacer del coro de grajos que te seguían mirando alertados por vuestra presencia.

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01/12/2019, 17:09
Adeline du Terres Rocheuses

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Vuestra anfitriona se mantuvo silente mientras Sybilla os presentaba, pero su mirada se mantenía fija sobre la consejera de Margawse con una sutil sonrisa de pura curiosidad. En ese momento Ingvar atravesaba las puertas del salón principal, la mirada de Adeline abandonó a Sybilla para dirigirse al normando.

—Bienvenido, visitante rezagado —alzó levemente la voz, educada —. Entrad y sed bienvenido a la morada del Señor del Castillo, pues en su nombre os extiendo su hospitalidad para con vuesas mercedes —se inclinó levemente sin esconder su acento extranjero, sin duda no era bretona y, si apurabais, ni siquiera francesa.

Adeline volvió su mirada hacia un lado de la estancia, a continuación os miró con una sonrisa tranquila, tan amable como peligrosa, a juego con su belleza perfectamente cuidada.

Seguidme. Mas os ruego que no os desviéis del camino que os llevaré. Este castillo es antiguo, sus salas viejas y ruinosas. No quisiera que se perdieran los invitados de mi señor ni tampoco molestar a sus otros invitados —la mujer tomó un oxidado candelabro que una vez fue de reluciente hierro, ahora embutido bajo una oscura capa de ocre, que estaba coronado por tres velas.

Tomado, emprendió el camino hacia uno de los pasillos anexos del salón. Sus pasos eran lentos y solemnes, la luz del candelabro apenas lamía los confines de pasillos demasiado anchos como para ser iluminados completamente. No necesitabais ninguna fijación especial para sentir que en aquel lugar anidaba una densa aura maligna, una que corroía el suelo y se aferraba a las paredes.

—El Señor apenas recibe visitas. No desde que perdió a su querida chiquilla en trágico accidente —explicó con un tono didáctico —. A veces creo que no le importaría ver que este lugar se derrumbara sobre sus cimientos, pero afortunadamente estas últimas noches han despertado en el Señor el recuerdo de tiempos mejores.

Quizá la densidad del lugar, la imaginación pervertida que aquel lugar inducía, o puede que la sugestión, provocó que a veces os llegaran lamentos, risas o sonidos de metal venido desde las profundidades de la oscuridad de Concoret. Como si fuera a sincronía con esos efectos sonoros, Adeline se volvió hacia vosotros con una sonrisa sombría.

Es por aquí.

Notas de juego

Próximo post, viernes 6 (vamos a alargar un poco los tiempos debido a la irregularidad actuald)

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03/12/2019, 16:02
Ingvar Lundson

Tras una pequeña pero significativa pausa en la que la noche quedó en silencio, el coro de graznidos del exterior del castillo regresó, filtrándose a través de las grietas y la puerta abierta, y fue entonces cuando la fornida silueta del normando apareció de nuevo, dibujándose contra la oscuridad de la noche como si hubiese emergido de ella. El semblante del Gangrel era grave cuando se adelantó unos pasos para ponerse de nuevo a la altura del resto, pero esa seriedad desapareció tan pronto como la desconocida cainita le dio la bienvenida.

-Oh, os agradezco la bienvenida. -Contestó, dedicando una afilada sonrisa a la mujer. -Espero no haberos hecho esperar mucho. Detestaría haber demorado a quien se ha molestado en bajar a recibirnos en un ambiente tan… -Miró a su alrededor, con sus ojos ardientes como carbones encendidos atravesando la oscuridad que parecía emanar de los propios muros. -…acogedor. Pero decidme, ¿a quien tengo el placer de dirigirme? 

Tras terminar de hablar, los ojos de Ingvar siguieron la trayectoria de los de la mujer, ojeando el mismo lateral de la estancia como si en las huecas sombras pudiera esconderse algo. Como si sus ojos ardientes pudieran ser suficientes para atravesar el velo de la oscuridad de los dokkalfar. Sin embargo, cuando ella volvió a hablar para mencionar a otros invitados, no pudo evitar intervenir de nuevo.

-Correré el riesgo de ser indiscreto. -Comenzó,  Pero son tiempos agitados, y está en mi misma naturaleza el ser desconfiado. ¿Puedo preguntaros quiénes podrían ser esos otros invitados de vuestro señor a los que debemos guardarnos de molestar? ¿Miembros de la estirpe… tal vez?

Mientras aguardaba la respuesta, comenzaron a avanzar por los pasillos siguiendo la tenue luz de las velas, una que apenas alcanzaba a iluminar, dando la persistente sensación de que eran las sombras las que contenían su avance y trataban de llegar hasta la llama. La sensación de maldad, de hostilidad, era mucho peor que la que ya emanaba el pueblo, y despertaba alarmas instintivas en su mente. Era imposible no sentirse amenazado.

-Coincido en que las últimas noches han sido de lo más intensas. -Contestó a las palabras de su guía animadamente, evitando conscientemente que su voz se redujera a un susurro, pero incluso así sus palabras parecieron ser tragadas por el lóbrego ambiente como si estuvieran rodeados de gruesos cortinajes. -Pero, aunque me alegro de que vuestro señor se sienta rejuvenecido, en Fougueres diría que se sienten notablemente menos satisfechos con el devenir de los acontecimientos. ¿Qué es lo que ha ocurrido aquí exactamente, mi señora? ¿Qué ha despertado al Señor de Concoret?

Finalmente, cuando las llamas del candelabro se detuvieron al indicar ella el camino, Ingvar ralentizó sus pasos, dejando que fuesen el resto los que se adelantaran para colocarse en la retaguardia del grupo, con su ardiente mirada desafiando a la densa oscuridad que les pisaba los talones, listo para intervenir, de un modo u otro, si algo sucedía.

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05/12/2019, 18:03
Artur de Aquilare

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Artur de Aquilare permaneció en silencio mientras atravesaba esos largos y lúgubres pasillos. Ni la educación, ni la maldad, ni las sombras, parecían afectarlo. Después de todo, el lasombra las percibía como lo que realmente eran: armas políticas encaminadas para forzar en el visitante la duda y el temor.

Pero las sombras no afectaban al lasombra. Después de todo, eran su casa. Y podía usarlas para defenderse incluso contra quienes eran más fuertes que él en sangre y años, como había demostrado hacía pocas noches en aquel enfrentamiento por la existencia de la regente de estas tierras. 

A pesar de todo, las palabras de la chambelán Adeline du Terres Rocheuses le preocupaban. La existencia de otros visitantes implicaba con alta probabilidad, dada la situación bélica, que la usurpadora deseaba obtenerle como aliado. Las implicaciones de tal posibilidad eran graves. 

En todo caso era casi una fortuna que el impetuoso (aunque debía reconocer que no carente de astucia) Ingvar participara en la conversación, casi empeñado en demostrar cuán poco el opresivo ambiente calaba en su ánimo. Ello, por supuesto, decía mucho sobre él. Pero no era malo. No, no lo era.

- La dama ya se presentó mientras os esperábamos, Ingvar. Se trata de Adeline du Terres Rocheuses, chambelán y asistente del señor de Concoret- dijo a su compañero, evitando así que la chambelán se viera forzada a repetir su presentación, luego, sin embargo, miró a esta, sin volver a intervenir, esperando a que respondiera, o no, a las preguntas del gangrel. 

Iba a ser una noche interesante. Y solo restaba por saber si todos los presentes sobrevivirían a la misma. 

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05/12/2019, 22:28
Selin

Espero pacientemente hasta que nuestra anfitriona rompe el silencio dando la bienvenida al normando. Me giro hacia él para así atender a lo que tiene que decir, y lo cierto es que también estoy interesada en el resto de invitados que han escogido este remoto lugar en las mismas fechas que lo hemos hecho nosotros. Es extraño.

Sí, le agradezco su guía— respondo inclinando la cabeza hacia Adeline cuando nos pide que la sigamos.

Seguidamente, comienzo a caminar tras la mujer de ropajes carmesíes. El interior del castillo me resulta extrañamente perturbador y tal vez la malignidad del ambiente es lo que asustaba al villano, o quizás simplemente había sido nuestra visita a horas en las que es mejor permanecer en el hogar y no queriendo llegar a un lugar como este.

¿Y cuándo fueron esos tiempos, señora?— pregunto interesada por si es realmente cierto que en estas tierras algunas vez pudo haber algo de paz y tranquilidad, también puede ser que lo que gustara al Señor de Concoret fuera la guerra, en ese caso serían malas noticias—. No conozco estas tierras, llevo poco tiempo— me excuso.

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06/12/2019, 17:56
Sybilla

Sybilla mantuvo la mirada, sin dibujar ninguna expresión concreta cuando sus ojos negros como ala de cuervo se toparon con los iris curiosos de aquella mujer. Unidas las manos sobre su regazo, mantuvo la postura hasta que fue momento de avanzar, dejando que fueran otros quienes formulasen las preguntas.

La consejera caminaba junto al grupo, en silencio, mirando alrededor. La tristeza, y una extraña y profunda melancolía, parecían apesadumbrar sus pasos, y desdibujarse poco a poco su rostro- No hace tanto que estas salas eran magníficas. Antes de que el Señor perdiese a su chiquilla, en una noche de diciembre como esta, ¿no es así?- dijo, en algún momento, antes de que los lamentos y las risas desquiciadas le provocasen un escalofrío, silenciando su voz, momentáneamente- ¿De qué trágico accidente hablamos, mademoiselle?- preguntó, antes de que que la mujer volviese a mirarlos, con aquella sonrisa llena de promesas oscuras. 

Sybilla dibujó una expresión temerosa y confusa, pero se mantuvo firme. Cualquiera que fuese el papel de aquella mujer en la corte del Señor de aquel castillo, debería averiguarlo. 

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06/12/2019, 18:53
Adeline du Terres Rocheuses

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Los pasos de Adeline resonaban sobre la piedra de los pasillos del castillo, la densa oscuridad no cedía un paso ante el avance de la luz de las velas. Las risas lejanas se distorsionaban, se mezclaban con los lamentos y gritos venidos desde algún lugar profundo de aquel lugar. Habiéndose adelantado Artur a presentarla, la mujer simplemente asintió para atender a la siguiente pregunta del gangrel.

—Los verán pronto, monsieur Lundson. Quizá le resulten familiares —apuntó con una sonrisa sibilina, puede que hasta maliciosa. Al decir esto, algo en Ingvar le puso los vellos de punta. Su instinto ya alerta, se afiló aun más, sentía su Bestia bramar en sus adentros. Unos pasos más, Adeline atendió a su siguiente cuestión con aquella calma cortés, siniestra —. Las visitas, claro. El Señor nunca ha acogido tantos miembros de las cortes bajo su techo, ni siquiera en los buenos tiempos. Sé que si por él fuera, no los recibiría, pero.. sabe que los tiempos están cambiando. Incluso él, que se encuentra anclado en el pasado.

Adeline os hizo atravesar una estancia amplia, parecía una suerte de antesala cuya anchura os dejaba en medio de una isla de luz en plena oscuridad. Susurros y lamentos os llegaban desde los confines de aquellas tinieblas, sonidos como de arañazos desesperados arrastrándose por el suelo y las paredes. La mujer acabó deteniéndose frente unas puertas que daban final a la sala, volvió su atención a Selin y, luego, a Sybilla.

Los tiempos felices de mi Señor. Yo aun no le servía. Este lugar cobijaba fiestas y celebraciones, promesas de gloria y leyenda. El Señor cortejó una dama que era la más hermosa de cuantas pudo encontrar en sus tierras y más allá de ellas, pero entonces.. la fatalidad. El Abrazo se truncó y un gran dolor azotó a la elegida —miró a Sybilla significativamente —. Y en horrores, el Señor fue incapaz de dar muerte a lo que más amaba, y abandonó su chiquilla para que el sol la consumiera. Eso ensombreció el ánimo de mi Señor, pero yo lo encontré, he podido ayudarle con mis humildes atenciones. Pero la herida en su alma es.. profunda.

Puso la mano sobre las puertas, empujó suavemente y estas empezaron a ceder. Tras ellas había un poco de luz, susurros de conversación que se detuvieron cuando, finalmente, éstas se abrieron.

Sed respetuosos con vuestro anfitrión, visitantes.

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06/12/2019, 19:10
Narrador

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


El salón que debiera ser del trono estaba mejor iluminado que todo el recorrido que habíais atravesado hasta llegar a él. Velas añejas iluminaban lo suficiente como para que el cuerpo principal de la estancia estuviera mínimamente iluminada, pero las paredes seguían bañadas en la penumbra. Dentro había una larga mesa de banquete, preñada de toda clase de vajilla de indudable calidad, pero a juego con el horror que anticipaban los lamentos y gritos, sobre los platos se podían apreciar órganos de toda índole. Corazones, pulmones, riñones.. toda clase de vísceras que horriblemente aun parecían palpitar y supurar sangre.

En el salón habían cuatro figuras, dos sentadas una junto a la otra en la mesa, de aspecto rudo y fiero. Algo más alejada de la pareja, había una hermosa dama de porte regio, se limpiaba los labios de sangre. En una posición central, preponderante, en un trono de madera negra, había la figura de un hombre de una belleza marchita, apagada, con ropajes góticos tan densos como el aura que desprendía el castillo. Su mirada era torva, oscura, parecía perdida en un algún lugar lejano que no estaba ahí, pero cuando entrasteis se clavó en vosotros con el ánimo de un depredador.

Uno de los dos hombres rudos, se levantó abruptamente cuando os vio entrar. Ingvar lo reconoció de inmediato.

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06/12/2019, 19:28
Einar Olafsson

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


—¿Qué hace esa escoria traidora aquí? —espetó el hombre mostrando los colmillos, con una reacción que casi parecía abocada a lanzarse a por Ingvar —. ¡No nos dijo que tendríamos que soportar al perro traidor de Ingvar! —se quejó, pero antes de que diera un paso, el otro hombre rubio detuvo en seco el avance del primero con una autoridad que frenó a este.

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06/12/2019, 19:32
Torborg Olafsson

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


—Detente, hermano. No ofendas a nuestro anfitrión en su casa. Hazlo, y yo mismo te cortaré la cabeza. ¿Queda claro? —dijo con una frialdad salvaje, aunque fijarse en sus ojos era enfrentarse a un abismo bestial y peligroso. Las palabras de este retuvieron al primero, luego compartió una mirada con el anfitrión que miraba fijamente al grupo sin decir nada.

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06/12/2019, 19:36
Guiscard du Guingamp

Castillo de Concoret, principios de enero

—Primeras horas de la noche—


Antes de continuar, Adeline os presentó a todos tal como os habíais presentado ante ella. Sus palabras acabaron introduciendo aquel hombre que era el Señor de Concoret, Guiscard du Guingamp. Este no parpadeaba, ni se molestaba en mostrar el más mínimo rasgo de humanidad, pero esos ojos abiertos y oscuros repararon entonces en Sybilla. Apretó los labios con fuerza, hasta el punto de empezar a sangrar. Uno de sus manos empezó a apretar y retorcer uno de los brazos del trono hasta astillarlo.

—Ella.. Me prometió que no.. ¡QUE JAMÁS VENDRÍA!—su voz era rasposa, desagradable. En un arranque de furia acabó por partir los brazos del trono y lo lanzó contra una de las paredes con una fuerza desproporcionada. Contra todo pronóstico no se escuchó el sonido de la madera chocar contra la piedra, sino contra algo más orgánico, e incluso se escuchó el lamento de algo, o alguien, que permanecía en las sombras.

Guiscard se levantó enfurecido y se marchó del salón con una exhalación de ira inhumana. Con él parecía ir un coro de lamentos que se acrecentaron llenando el silencio ominoso del lugar hasta que Guiscard desapareció en la oscuridad, y solo quedaron sus quejidos desesperados. Adeline se mantuvo incólume a la reacción, los dos gangrel contemplaron atónitos lo que sucedía y la dama presente no pareció sorprenderse.

Adeline os invitó a pasar.

Notas de juego

Próximo post, el viernes 13

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06/12/2019, 21:26
Sybilla

Sybilla quedó pretrificada, al entrar en la sala. El espanto se dibujó en su rostro, al contemplar cómo la vajilla que antaño había servido su propia comida cuando aún respiraba y caminaba cada día entre las lujosas paredes de aquel fastuoso castillo, servía ahora aquella suerte macabra de comida que no era sino la pantomima de un festín. Su expresión se contrajo en sorpresa y profunda desazón al contemplar la mirada, ahora torva y oscura, de aquel que había jurado cuidar de lo suyo, de aquel que le había prometido que renacería como una mariposa, y sin embargo tan sólo le había arrancado las alas para abandonarla en el claro de un bosque, ataviada con aquel hermoso vestido de seda azul, bajo el cobijo de unos tristes lirios blancos y la dolorosa imagen de la luna llena.

Sintió el mismo dolor que entonces, y se escuchó a si misma, en sus adentros, gritando aquel nombre mientras era consciente de cómo la abandonaba. De cómo la dejaba a su suerte, después de haberle arrebatado su vida, su familia, su honra y su juventud. E incluso su esencia. El dolor de aquella pérdida irreparable se arremolinaba en su pecho, oprimiendo su corazón muerto, mientras la espesa náusea producto de aquel escenario ascendía por su garganta, como el alquitrán, contrayendo su cuerpo en lo que acabó siendo un grito ahogado y mudo, en medio del cual trató de mantener la compostura que a duras penas se erigía en su figura. 

La consejera sintió que se ahogaba. Que se mareaba entre la inmundicia de aquella sala. Trastabilló, durante un instante, e hizo el esfuerzo de ponerse recta y mirar alrededor, con la mirada llena tristeza y decepción, reparando entonces en la presencia de aquellas otras tres figuras, comprendiendo. Miraba acto seguido hacia Ingvar, largamente, tomando una de sus manos entre las suyas, apretándola, con aplomo y advertencia- Ha llegado la hora de demostrar que podemos sobreponernos al recuerdo, y que no caeremos ante la provocación del pasado...-dijo, mirando entonces hacia el lugar por el que había desaparecido Guiscard- Plantéate si vale la pena el riesgo, Ingvar. Yo acabo de decidir, que no lo vale. No siento nada más que tristeza, indignación y lástima. -comentó, sintiendo cómo se le quebraba la voz con aquella última palabra, soltando al normando, mientras dirigía sus pasos en pos de la estela de lamentos que había dejado Guiscard tras de si, con intención de seguirlo. 

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07/12/2019, 10:39
Artur de Aquilare

- Esa mujer murió- las palabras de Artur de Aquilare fueron pronunciadas en voz baja, y cerca de Sybilla, antes que esta abandonara el lugar. No iba a fingir el asturiano que lo sabía todo, pero sí era cierto que algo así se esperaba desde el momento en que la consejera mostró tanta prevención por este lugar. En todo caso, era obvio, la situación era algo más que explosiva. Tal como era de prever emisarios de la usurpadora estaban aquí, y Sybilla era motivo de odio y dolor para el gobernante de este lugar con lo que poco era de esperar que nada bueno sacaran. En todo caso, dejarla marchar en pos del señor del lugar que, obviamente, prefería no verla ahora mismo, no parecía el mejor rumbo de operaciones. No le puso la mano encima, ni le replicó pero sus palabras fueron claras- Todos tuvimos nuestro dolor cuando fuimos trasnformados. Y no pretendo medirme con el suyo, dama Sybilla. Pero su señora espera que sea capaz de cumplir su voluntad, y no está sola en esto. Ni su existencia ni la de nadie es un verso suelto, ni la ha mantenido para que la quemara en fuego de oropel, o en recuerdos de un pasado imposible. 

No esperó el castellano la reacción de Sybilla, sino que se irguió y miró al resto de invitados, y en especial a la mujer que aún no había pronunciado palabra. Con cortés y lejana elegancia inclinó ligeramente la cabeza

- Creo no tener el gusto de conocerles, mis señores, mi señora. Y lo cierto es que como por ahora no parece que vayamos a pelear, preferiría con mucho saber a quien me dirijo y poder disfrutar de una conversación mientras nuestro anfitrión se ocupa de otros asuntos. Como ya les ha dicho la chambelán, soy Artur de Aquilare, de los magister castellanos. ¿Con quién tengo el placer?