Partida Rol por web

Bajaste de nuevo y recogiste la túnica, la cual había puesto tu "súbdito", te adentraste tranquilamente en uno de los confesionarios y te dedicaste a mirar qué hacía el Cardenal. Él se encontraba solo en el altar, siguiendo con su sermón perturbador a todo su gran grupo de fieles.

 - El ciclo cada vez está más cerca de completarse hijos míos, vuestra paciencia tendrá su recompensa, no merecía Caín el castigo por matar a Abel? pues del mismo modo vosotros sois el sacrificio de la humanidad para demostrarle al mundo que merece un castigo eterno por seguir la senda del pecado, pero vosotros, vosotros caminantes de la luz y la piedad, vosotros tenéis la senda ganada directamente al paraíso, vosotros sois los verdaderos protagonistas... - promulgaba con tono de voz claro. 

Miraste el reloj, tenías aún 8 minutos...

Encerrado en el confesionario, me pregunto si conseguiré salir vivo y con éxito en la misión, no las tengo todas conmigo, todas las dificultades que he pasado hasta ahora para entrar en la iglesia y seguir de incógnito han sido un juego de niños comparando con lo que aun me queda por hacer.

Observo desde mi posición el altar y los alrededores por si hay algún guardaespaldas del cardenal cerca de el, preparo la pistola colocándola en una posición cómoda para su desenfundado. Tras eso salgo del confesionario y me acerco a uno de los bancos cerca de mi escondite. Y desde allí intento ver mas cerca si hay alguna puerta por donde el cardenal tenga manera de escapar si hago un asalto frontal. Mientras hago eso intento no concentrarme en el discurso de ese mal nacido, no quiero caerme dentro del influjo de sus palabras como les ha pasado al resto de los que se encuentran en la iglesia.
 

Me acerco hasta el confesionario tras no poder averiguar desde mi posición si son guardaespaldas o adeptos fieles, los que están colocados en el primera fila. Activo mi velo dentro y me voy acercando siguilosamente hasta estar a una distancia prudencial del Cardenal.

Activare mis habilidades de invocar compañero, para que dos aguilas atraviesen las cristaleras y se lancen en un ataque en picado sobre los hombres que están en el primer banco, distrayendoles y retardandoles el tiempo necesario para que pueda colocarme en la espalda del cardenal y apuntarle con mi arma.

Con un graznido previo, dos enormes águilas rompen las cristaleras de los laterales para atacar de manera abrupta a los hombres que había en la primera fila. Apenas pudieron ofrecer resistencia mientras se les veía caer al suelo entre algunas plumas que se habían desprendido de los esbeltos cuerpos de las aves.

El resto de feligreses, aterrorizados por el pánico, comenzaron a correr por todas direcciones, muchos de ellos comenzaron a huir de la iglesia en una jauría de gritos y terror.

Doukas se encontraba sorprendido, no entendía qué era lo que estaba sucediendo, no tardó en coger su comunicador, algo estaba planeando...

- Deja el comunicador en tu bolsillo, sino quieres que te llene la cabeza de plomo - digo colocandole la boca del cañon en su nuca - Ahora estate calladito y colabora si ansias salir con vida de aqui - termino diciendolo mientras le tengo agarrado para evitar que escape.

- Hijos mios - comence a gritar - Habeis visto como han descendido desde los cielos las bestias divinas para castigar a aquellos que sirven a los demonios. El cardenal no es un enviado divino, no vais a alcanzar el paraiso si haceis caso a sus palabras, sereis torturados por los mismos demonios que el quiere convocar con el pago de vuestras vidas - continuo diciendo mientras empujo al cardenal hacia la salida agarrandolo por el cuello con la otra mano - Hijo mio (refieriendome al primer encapuchado), abre la puerta para que todos tus hermanos puedan salir con vida. Os prometo que compensare vuestro dolor no con palabras sino con actos.

Doukas se quedó helado, no esperaba que de repente irrumpiera "algo", pero notó el cañón de la pistola, ese frío tacto era inconfundible. Tus gritos hicieron que a muchos de los feligreses el pánico siguiera, mientras que otros se dedicaban a arrodillarse, otros más escépticos te miraban desde la lejanía, de manera prudencial.

Tu siervo, no dudó en hacer caso a tus palabras, abrió de par en par la puerta y provocó que decenas de feligreses vieran la libertad, pudiste escuchar el grito de más de uno, posiblemente acababan de ver el cuerpo que cayó del campanario. Ahora tan solo quedabais Doukas y tu, al cual estabas dirigiendo lentamente hacia la salida.

La voz parecía gimoteante.

- Mátame... por favor... no merezco nada mejor que la muerte, dale ese consuelo a un anciano como yo, sé que he pecado, pero deja que sea nuestro señor el que juzgue mis actos... no le niegues la muerte a aquel que la desea, os lo suplico -

aquellas palabras te extrañaron ¿a caso sabía que estaba siendo apresado?¿prefería la muerte?¿estaba arrepentido realmente de sus actos y quería lo que se merecía?

Bueno como distracción no ha estado mal - me digo mientras aun sujeto con firmeza el cuerpo del Cardenal y aun sigo con el cañón del arma en su nuca. Sus palabras me inquietan, pero no es momento de dudas, no ahora, me obligo a recordar el terror del primer encapuchado, como se ha aprovechado de la desesperanza de la gente. Le necesitamos con vida para averiguar lo que quiere hacer y lo que ha hecho en otros sitios antes. Ademas si lo mato delante de sus fieles podría llegar a ser un mártir de la causa.

Sigo empujandole hacia la salida, agarrándole con fuerza. Quito el seguro al arma para que lo escuche bien y le digo en un susurro:

- Sigue adelante.

El hombre comenzó a sollozar de una manera más sonora

- Soy un hombre cruel, soy un hombre despiadado... - con el sonido del seguro comenzó a gimotear más alto. Casi todos los ciudadanos acababan de salir de la iglesia.

- He intentado aprovecharme de la gente para conseguir dinero... ellos... ellos me han dado todo lo que tenían y yo tan solo les daba esperanzas para vivir... cada vez que lo pienso me doy más asco pero... pero... esta ha sido la vida que elegí, y asumo toda la culpa... no quiero vivir así, con la conciencia sucia, no sé a donde me llevarás, pero los pocos años que me queden de vida serán un tormento ¿te gustaría a ti vivir eso? tan solo te pido ese favor...