Partida Rol por web

El semiogro asintió con sabiduría ante las palabras del oni, procesando mentalmente la información sobre la supuesta competencia drow. Si estos eran simplemente comerciantes, podrían no ser una amenaza significativa. Sin embargo, la inquietud persistía, especialmente en relación con los brujos que podrían estar persiguiendo la Lección de Irori.

- Así que los drow son competencia, pero espero que no puedan superar la calidad de mi mercancía - dijo, reflexionando sobre la situación. Después de una breve pausa, Arashi continuó:

- Me retiro, tengo que estar entero para entrevistarme con su excelencia. Pasadlo bien, espero que los negocios me vayan bien y os pueda invitar a una ronda, ¿eh? ¡Hasta entonces!

Con estas palabras, el hechicero se retiró.

- Princesa Yeomi, no tiene porqué contraer matrimonio con una persona así. - dijo Seijuro impulsivamente, sabiendo que así contradecía a la tradición y a una de las mejores estratagemas de los gobiernos para establecer alianzas, y motivo también de disputas. No quería forzar ni incomodar a la princesa a contravenir los mandatos de su familia. Sabía que ella nunca podría volver a su casa si rompía el compromiso, cosa que en condiciones normales, y así parecía en este caso, eso era algo que no estaba en su mano. De otra manera debería abandonar su familia.

- Quizá puede ofrecer usted misma otro candidato… que su padre pueda ver con buenos ojos. Yo, no quiero dejar que pase usted el resto de su vida con alguien a quien aborrezca y no la trate como se merece usted, con amor incondicional y admiración, y que la haga feliz y la ayude a sentirse realizada… Yo… quiero que sepa, que… si usted quiere, y acepta, voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que así sea…

El samurái dejaba caer sus palabras a borbotones, sólo consciente de ellas a medida que le iban saliendo de la boca. Volvía a sentir aquél calor sofocante de momentos antes. Nunca había tenido que cortejar a una mujer. Era un objetivo obvio para ellas, le perseguían, y nunca tuvo que preocuparse por el matrimonio, que ya le vendría dado. Parecía perder el aplomo y se sentía vulnerable ante el posible rechazo de la princesa. Aunque tampoco se había postulado directamente, verdad? - Princesa, quiero que sepa que yo la trataría con amor incondicional, y admiración, y… quiero decir, si se diera el caso… usted no se merece menos que eso… - dijo acercándose a ella y bajando la voz. Al volver Arashi, de repente fue consciente de donde estaban, y que no estaban solos en la mesa ni lo habían estado durante toda la conversación.

Yeomi escuchó a Seijuro hablar sobre lo que ella se merecía, escuchándolo con cierto rubor y enarcando una de sus finas cejas de vez en cuando.
O… os agradezco vuestra preocupación… pero no creo que hayan muchos candidatos capaces de satisfacer a mi padre… contestó en primera instancia.

Luego, cuando Seijuro se ofreció él mismo como candidato, Yeomi hizo caer la jarra en la que bebía cerveza a pequeños sorbos.
La jarra era de metal, así que no se rompió, pero su líquido quedó desparramado por el suelo del local.

¡Eh! ¡Tuve que torturar durante días a un enano para que me enseñara a elaborar esta cerveza!
¡Como vuelvas a tirarla, te haré chuparla del suelo! se quejó Urgh el posadero, mientras preparaba otra jarra.
Resultaba que esa cerveza era la bebida más suave que tenía…

Lo… lo siento… se disculpó la Princesa con una reverencia al posadero.
¿Qué habíais dicho?… te miró y se le puso la cara roja como un tomate.
C… creo que el alcohol de este sitio os está afectando, Seijuro-san…
Buff… qué calor hace aquí, ¿eh? Creo que voy a dar un paseo… y se levantó, casi tropezando, para dirigirse hacia la salida del local.

- Oh no… princesa - exclamó Seijuro con arrepentimento. Se había dejado llevar. Quizá sí que le había afectado la cerveza. Maldita posada!. A punto estuvo de levantarse al ver que la princesa Yeomi salía a "dar un paseo". Miró a Arashi, que aún estaba de pie - No dejes que vaya sola por favor. Es peligroso - Habría salido él mismo, pero aún lo empeoraría. La había asustado y era capaz de salir corriendo si le veía salir tras ella.
- Qué he hecho… la he asustado.. que desastre dijo para sí mismo con un hilillo de voz.

El semiogro se encontraba en medio de un ambiente que le resultaba desconcertante, tratando de comprender las acciones de la princesa, quien parecía estar decidida a abandonar la taberna en un momento en que se suponía que debían permanecer allí.

Con paso firme, se acercó a ella, procurando colocarse estratégicamente delante, como si quisiera ser el escudo que protegiera a la princesa de los posibles peligros que acechaban fuera de la taberna. En un tono suave y cauteloso, le habló en voz baja, tratando de transmitirle su preocupación.

- Princesa, no puede salir. Estamos en una ciudad oni llena de peligros. Pero si desea hablar de algo, estoy aquí. Soy todo oídos.

Sonrió divertido por la posibilidad de que pudiera charlar con una alta dama humana, algo que no había hecho apenas hasta ahora pues sus diferencias eran enormes.

Durante estos dias, Shen-Long sigue absorto en su meditación. En su abstinencia de los asuntos mundanos. La mente calmada se abstrae de lo mundano (Que mas quisiera yo...)

Sin embargo, los problemas de la Princesa, y los sabios consejos de Seijuuro, me traen de vuelta al mundo

"El Gran Maestro nos enseña que cada acción tiene una consecuencia, princesa. Vuestros actos cambiarán el mundo, sin dudar. Sin embargo, permitidme una de parábolas"
"Cuando una gota de preciada miel cae en el océano, cuya agua no es apreciada ¿Es el océano quien se mancha de miel, o la miel es la que se mancha de océano? Del mismo modo, si lo que os preocupa es la severidad de vuestro futuro marido, recordad que vos sois la princesa. La que tiene sangre real. Vos seríais la realeza y él vuestro consorte. No seríais su sierva, por ningún motivo"

"Eso si... ¿A santo de qué quereis salir a dar un paseo, ahora?"

- ¡¡¿PERO QUÉ DEMONIOS HA PASADO?!! - Wufan no salía de su asombro.- ¡¡¿OS DEJAMOS 5 MINUTOS SOLOS Y ESTO ES LO QUE HACÉIS?!!

El vanara observaba atónito la pelea, buscando a alguno de sus compañeros que necesitase ayuda.

Veo el corte que me han hecho. Uno que hace que la sangre no termine de manar de mi herida. Y sobre todo, manchando las sagradas vestiduras que me fueron entregadas. Con la seda de gusanos gigantes de hielo y tejido por las eternas doncellas de Tian-Xia.

"Lo que has hecho es un pecado a ojos de todas las deidades, diablos y todas las entidades"
"¡Recibe el juicio, malhechor!"

Conteniendo mis emociones y mis ansias de darle una somanta extremadamente dolorosa, simplemente busco derribarle. Hacerle daño no letal con mis puños, siguiendo algunas de las maniobras que los monjes aun hoy siguen realizando.

Y en eso veo que el gran Wufan, el sabio con fuerza igual al cielo, hace acto de presencia. Si nuestro amigo celestial sabe hacer una entrada ¡es esta!

Maldita magia — pensó Seijuro estando de pie delante de sus contrincantes sin poder moverse y totalmente a su merced. Se hubiera reído viendo a su atacante resbalando y fallando bochornosamente si no estuviera él mismo paralizado y en peligro de muerte. Todo el efecto sorpresa que esperaba causarles se había desvanecido como las flores del cerezo bajo una suave brisa matinal.

Al entrar en la posada junto a Sun Wufan, vio lo que el jaleo que habían escuchado desde fuera ya les presagiaba. Se había montado una buena trifulca ahí dentro, y sus compañeros estaban en el centro de ella. 

Keiko se quedó junto a la puerta, con la mano en la empuñadura de Takahane, intentando comprobar si aquello era una pelea de taberna a puñetazos, o si era una lucha a muerte con espadas y armas letales, y si sus compañeros y su hermano estaban en peligro, preparada para entrar en acción si ese era el caso.

En medio del caos que se iniciaba, Arashi observó cómo se desencadenaba un combate contra los semidemonios, marcado por la intención de aprovechar la ventaja de la sorpresa. Era un movimiento arriesgado, pero el semiogro sabía que podían doblegar a sus enemigos en cuestión de segundos.

Centrando su concentración, Arashi desató su poder mágico, lanzando un cono de hielo que envolvió a los semidemonios, infligiendo graves heridas derivadas del frío. El impacto gélido dejó su huella en los cuerpos enemigos, y el semiogro pudo percibir la eficacia de su ataque.

A pesar de la brutalidad del enfrentamiento, atacar de esta manera, anticipándose a los problemas, generó emociones encontradas en el interior de Arashi. Por un lado, su lado ogroide adoraba esta forma de actuar, encontrar el enfrentamiento y derrotar a sus enemigos. Por otro, una sensación amarga se infiltraba en su conciencia, recordándole la complejidad moral de las decisiones que tomaban en esta misión para salvar el mundo.

El caos en que se había convertido la posada sorprendió a Keiko y Wufan cuando regresaron.
Lo que allí vieron correspondía a un combate a muerte, con varios contendientes heridos, Seijuro que parecían inmóvil, y Arashi que acababa de lanzar un Cono de Frío que destrozó (o congeló) media posada.

¡¡ME CAGO EN TODO!!

Urgh salió de detrás de la barra hecho una fiera, con un Tetsubo entre manos.
¡¡PARAD, PARAD HIJOS DE PERRA!! exigió, dándole un golpe a una mesa, la cual se hizo añicos entre un gran estruendo.

El cono de frío había dejado al Tiefling Hechicero medio congelado, y a sus compañeros presentando graves heridas por el frío.
Estaba claro qué bando era el vencedor.

¡Nadie me jode la posada y se va de rositas! os gritó a todos.

Luego se centró en Arashi.
¡Tú! ¡Esa mierda de hielo ha destrozado medía posada! ¡Ya estás quitándolo y soltando la pasta que van a costar esas mesas! exigió, amenazando al Semiogro con su arma.
Yeomi disipó la Magia que retenía a Seijuro, mientras tanto.

Alandrel se acercó al posadero e intentó calmarlo.
Señor… disculpad el erróneo comportamiento de mis compañeros… se han dejado llevar por su lado más salvaje… le daremos 100 monedas de oro, para arreglar los desperfectos. y miró a Arashi, esperando que se rascara el bolsillo.

Los Tieflings intentaron marcharse.
¡Esto no quedará así! amenazó uno de ellos, pero entonces la puerta de la posada se abrió de un portazo que la desencajó, ante la desesperación de Urgh.

Una patrulla de seis guardias entró con cara de mal humor.
¡¿Qué leches ha pasado aquí?! exigió el que iba en cabeza.

¡Estos mierdas casi me revientan la posada con una pelea! contestó Urgh.

Los guardias os miraron, así como los restos del hielo, y las heridas que presentaba cada uno.
Nadie altera el orden en Jyito, ¡idiotas! ¡¿Acaso os creéis que esto es un pozo de gladiadores?!
¡Quedáis todos arrestados! O, ¡pagad la multa por alterar el orden! sus compañeros le miraron confundidos.

Son… mmm… cien… no, mil monedas cada uno. ¡Venga! ¡O pagáis o visitaréis las mazmorras del castillo! exigió, dándole un golpe con su enorme hacha al suelo, para hacerse notar.

El semiogro observó los supuestos destrozos causados por su conjuro, evaluando el alcance de los daños.

- Hay pocos daños; el conjuro era un cono de frío. Congela, y los platos o la madera no se ven afectados. Solo esa escoria que tan mal nos estaba mirando. Como bien sabéis, esas criaturas son traicioneras. Vienen a buscar problemas a la ciudad.

Explicó, destacando la naturaleza selectiva de su hechizo y justificando la confrontación con los semidemonios.

- Amigo, esa multa es impagable. Nadie tiene mil oros encima. Pero puedo pagar 200 por la multa por todos nosotros, más 100 para el posadero, en total 300. Es lo que tengo.

Hizo el gesto de sacar una bolsa de monedas.

- ¿Todos contentos así?

Arashi intentaba resolver la situación de la manera más pragmática posible, asegurándose de que las consecuencias no fueran desproporcionadas. Su propuesta apuntaba a cerrar el episodio de manera pacífica.

Me acerco a este hombre con una de esas expresiones francas pero poderosas. De las que no admiten discusión

"De hecho, la pelea la iniciaron ellos. Los daños los iniciaron ellos" digo haciendo gesto a los tieflings "Y creo que su jefe, el que los manda, tendría dinero suficiente para pagar esa multa... y los impuestos que nos pides"
"¿Que tal si les diriges la atención a ellos, caballero?"

Wufan seguía apartado mirando la situación, esperaba que Keiko hiciera lo mismo, aunque sabía que su hermano estaba metido y no dudaría en actuar si era necesario. Él haría lo mismo, pero quería sacar ventaja de no haber estado con el resto.

- Espera, no entres con ellos, si los apresan ¿quién los va a sacar de ahí?

Parecía que al menos tendrían una oportunidad si todos acababan en los calabozos.

Con calma, se sentó en una de las mesas como si fuera un cliente más y bebió directamente de una de las jarras, olvidando las copas.

Keiko frunció el ceño al ver el despliegue mágico de Arashi, a la vez que la asombraba que fuera capaz de provocar semejante chorro de escarcha y frío gélido sin dañar a nadie que no quisiera. Si estaba recurriendo a un conjuro de semejante poder, era que la cosa era seria de verdad. 

Iba a adelantarse para sumarse a la refriega cuando llegaron los guardias, que más parecían matones, y Wufan aconsejó fingir que no tenían nada que ver con ello. 

Keiko asintió y se sentó frente a su compañero, fingiendo que bebía también.

-Si les encarcelan y les llevan al castillo, vamos a tenerlo complicado para sacarles de las mazmorras... -respondió a Wufan en un susurro-. Incluso invisibles, esos oni pueden olernos. 

Se quedó mirando disimuladamente como Shen Long-Sama intentaba convencer a los guardias de que los responsables de la pelea eran los otros. Esperaba que lo lograra, porque de lo contrario no tenía claro si iba a ser capaz de dejar que arrestaran a sus amigos sin hacer nada.

- No te preocupes, tengo algunos trucos más escondidos bajo la manga.

Ya habían experimentado la aguda percepción de los oni y esta vez el vanara estaría preparado, había otros modos de llegar donde querían.

El Oni miró molesto a Arashi, y le acercó el rostro a escasos centímetros.
Aunque el Semiogro era grande, el Oni le sacaba casi un par de palmos.
¡¿Qué mierda es esa?! ¡¿Vienes a Jyito a comerciar y no tienes ni mil monedas?! ¡Una de dos! ¡O eres una farsa de comerciante o eres un embustero! ¡Y odio a los farsantes y embusteros! dijo, enseñando los colmillos al Hechicero.

Shen Long irrumpió intentando evitar que el Oni usara su enorme No-Dachi serrado, ante lo que el infernal lo miró de reojo.
¡¿Y?! ¡Ellos empezaron, vosotros continuasteis! ¡Me importa una mierda eso! ¡Además, esos infernales inferiores (los Tieflings) ya han venido antes por aquí! ¡Algo habréis hecho para que os ataquen primero!
¡Mierda de llorón! miró a Shen Long, sobre el cual se acercaron otros dos enormes guardias, cerrándole la salida …además tú… acercó su rostro al aasimar, oliéndolo …apestas a mierda celestial… dijo, y sus compañeros gruñeron molestos, aferrando sus armas.

De repente sonó un estruendo en la posada, haciendo que los Oni que iban a jugar a la piñata con Shen Long, se detuvieran.
Un estruendo que ya reconocisteis como un arma de fuego.

Yun Mei sostenía una de sus pistolas, todavía humeante.
Una de las paredes presentaba un generoso boquete.

¡¿Pero qué haces, puta?! ¡No jodas mi posada! Urgh se abalanzó sobre la humana, intentando agarrarla, pero antes de que llegara la contramaestre con su otra mano le disparó en la rodilla, haciendo que el Oni posadero cayera sobre una de sus mesas, la cual “planchó”, quedando tendido en el suelo.

¡¡¡¡Te voy a matar, putaaaaa!!!! el posadero se levantó ardiendo de furia, pero esta vez el guardia que había hablado reventó otra mesa con un espadazo.

¡¡Ya basta!! ¡¡Urgh, quieto o cerraremos tu local!! ¡¡Como nos toques los huevos con tus lloriqueos, te enviaremos a la fragua a sudar!!
¡¡Vas a reparar los desperfectos con el dinero que estafas con tu Shochu asqueroso!! ¡¡Mira que es flojo tu Shochu!! el posadero se retiró como un perro regañado, y el guardia se acercó a Yun Mei.

¡¿Qué coño es eso?! señaló una de las pistolas.

Se llama pistola. Precisamente venimos a venderle armas como esta a vuestro Señor. Y esta es la más pequeña de todas; esperad a ver los arcabuces o los cañones, capaces de echar abajo esta posada de un disparo… explicó Yun Mei.

El Oni alzó sus cejas… o lo que tenía en su lugar.
¡¿Y dónde están esos… ca… ca lo que sea?!

En nuestro barco. Resulta que son así de grandes y pesan como tres hombres… pero alguien tan fuerte como vosotros, seguro que puede moverlos sin problemas… acarició ligeramente el fornido brazo del Oni, que hizo una mueca similar a una sonrisa.

¡Haber empezado por ahí, joder! dijo el guardia, satisfecho …¡esas armas tienen que ser nuestras!
La mierda de exploradores dijeron no se qué de unos comerciantes con armas de fuego, pero esto es mejor de lo que esperaba.
¿Todos esos vienen contigo? os señaló con desprecio.

Sí, todos ellos. Menos esos… señaló a los Tiefling que habían asistido al Hechicero como habían podido.

Ah… esos… el guardia se acercó al trío de infernales, los cuales empezaron a decirle algo en el idioma Infernal.
El Oni hizo una mueca de desagrado y ni corto ni perezoso partió en dos al Hechicero de un tremendo espadazo que aún tuvo potencia para partir un trozo de suelo.

Los dos Tieflings restantes se quedaron paralizados por el miedo.
¡Odio a los lloricas por encima de cualquier cosa! ¡Le está bien merecido! ¡Sois una vergüenza de infernales! ¡Os vencen cuatro niñatas y un afeminado celestial y encima os ponéis a llorar de que han sido ellos los que han empezado y no se qué de un compañero asesinado y bla, bla, bla!
¡Largaos!
¡Y llevaos lo que queda de vuestro compañero, menos su bolsa, que no quiero escuchar a Urgh lloriqueando que tiene que limpiar! los dos Tieflings obedecieron, marchándose a toda prisa con los restos de su compañero.

El guardia le dio un buen lametón a su No-Dachi; su peculiar forma de limpiar el filo de sangre.
Agarró la bolsa que había pertenecido al Tiefling y la zarandeó como sopesando su contenido, antes de guardársela.

Caminó hasta la salida de la posada escoltado por sus hombres, pero se detuvo para mirar a Yun Mei.
Seguidme. Os llevaré al castillo, quizás mi Señor os reciba.
Soy Toruk, jefe de patrulla.
!Bienvenidos a Jyito! dijo en una especie de tono alegre.

- Y ese es uno de ellos.- Le dijo Wufan a Keiko señalando a Yun Mei y enarbolando una enorme sonrisa.- Vamos.

El vanara se acercó al grupo y soltó un comentario.- Habrá que llevar cuidado con estos tipos, no se lo piensan dos veces para hacer picadillo a cualquiera.- Ya más cerca de Yun mei.- Sabes cómo metértelos en el bolsillo, eh.

De algún modo, el hombre mono estaba tranquilo, ni siquiera preguntó qué había pasado, o quiénes eran los tieflings. Sin embargo algo si le escamaba que alguno de los oni de antes pudieran cortarles el paso. Acercándose a Arashi señaló en susurros.

- ¿Tienes algún conjuro para pasar desapercibidos? Creo que el olfato de esta gente haría que nos pudieran reconocer a Keiko y a mí si nos encontramos con viejos conocidos más adelante.