Partida Rol por web

-Yo puedo serlo, si es necesario -Keiko se dirigió humildemente a Arashi-. No llevo armadura que me lastre y tengo medios para salir de allí al instante si me pillan. Mi espada puede abrir las puertas del cielo. 

Sabía que probablemente Sun Wufan sería mejor que ella para esa tarea, pero Keiko estaba deseando hacer algo, lo que fuera, que hiciera avanzar la misión, y ante una tarea a la que podía contribuir, su deber era ofrecerse voluntaria.

Yeomi abrió los ojos como platos cuando Seijuro la abrazó por la cintura y se quedó inmóvil como si le hubieran lanzado un Retener Persona.
Pero el asunto no fue a más, y el Samurai la “liberó”, dejando su rostro enrojecido.

Escuchó que Keiko se dirigía a ella y miró a la Kensai aún medió despistada.
Ehhh… no. No os preocupéis, Keiko-san. Sus insultos son tan vulgares que no llegan a ofenderme. respondió, quizás con la intención de olvidar el desagradable asunto.

Arashi propuso a Wufan hacerle invisible, y Keiko se ofreció también para inspeccionar el lugar. Sería raro que el mandamás de Chu Ye recibiera a otro grupo ese mismo día, así que todo apuntaba a que deberíais esperar, por lo menos, hasta mañana.

En esas que el grupo de Oni que habían estado jugando a pulsos terminó su competición, cuando uno de ellos venció, entre gritos eufóricos de sus compañeros, golpes en las mesas, y gritos en Infernal que la mayoría no comprendisteis.

El ganador, uno con la piel de color gris azulado, y que era especialmente corpulento, se levantó triunfal y llamó al posadero.

¡¡Urgh!! ¡Trae Shochu de Fuego! ¡Esto hay que celebrarlo! le gritó, y entonces se fijó en vuestro grupo.

Ohhh, ¡¿qué tenemos aquí?! ¡Esclavas nuevas a estrenar! Mmmm… se relamió la boca mientras se acercaba a vosotros. Sus pasos hacían temblar ligeramente la posada, pues el tipo debería rondar los 2,50 y no sería de extrañar que sobrepasara los 300 kilos.
De hecho, si la posada no estuviera hecha para tamaño Oni, tocaría el techo con la cabeza.

¿Cuanto pedís por ellas? con sus enormes dedos señaló a Keiko, Yeomi y Yun Mei, aunque parecía que era a Arashi a quién le hablaba.

El semiogro, consciente de que podía hacer invisibles a sus compañeros si era necesario, se vio interrumpido antes de poder buscar un lugar discreto donde realizar la magia. Los oni presentes en la posada decidieron complicar las cosas al tomar por prostitutas a las damas, lo cual claramente era un equívoco.

- ¡Amigo! - exclamó Arashi, tratando de apaciguar la situación -, tu interés por las esclavas me llena de satisfacción. Esta mujeres han sido educadas para servir a su excelencia el señor Oni y a nadie más, por tanto no han de ser tocadas. Han sido escoltadas hasta aquí y luego serán escoltadas hasta su presencia. Pero reitero mi agradecimiento por tu interés; ha sido una excelente confirmación para mí de que serán del agrado de su excelencia. ¡Alabo tu buen gusto!

El semiogro estaba recurriendo a la mentira como un truco sucio, pero consideraba que era necesario en este momento para evitar un problema.

- ¡Así que festeja con ese Shochu! ¡Diviértete y sigue demostrando tu fuerza inigualable! - agregó, tratando de desviar la atención del oni de sus compañeras y así evitar un enfrentamiento innecesario.

La propuesta de Arashi le gustaba, no sería la primera vez que le tocaba pasar desapercibido, y menos en una posada. Pero el revuelo con los oni parecía que iba a poner todo patas arriba, al menos hasta la intervención del hechicero.

Si conseguía calmar los ánimos, quizá Keiko y el vanara tendrían la opción de descubrir algo. Prefería no ir solo, y más cuando la espada de la guerrera había demostrado ser extremadamente soolvente cuando las cosas se ponían feas.

Al escuchar las palabras del oni y verle relamerse los labios lascivamente, Keiko sintió que la embargaba una fría furia. Por debajo de la mesa, su mano se cerró en torno a la empuñadura de Takahane, con tanta fuerza que se le pusieron los nudillos blancos. Si aquel desgraciado intentaba ponerle la mano encima a cualquiera de las tres, sería lo último que haría con ella. 

La kensai agachó la cabeza para ocultar la dureza que se había asomado a sus ojos, intentando fingir que era por timidez y recato para no estropear las mentiras que le estaba soltando Arashi, mentiras que no le agradaban en absoluto pero que sabía que eran necesarias en la situación que se encontraban, por mucho que supusieran una afrenta a su honor y al de sus compañeras. 

Esperó que Arashi se librara rápidamente de aquel degenerado y sin que la cosa pasara a mayores, pero si había que luchar, estaba preparada para partir la seda.

Seijuro estaba sentado ya, echando en silencio un trago a su cerveza cuándo se les acercó ese energúmeno musculoso de Oni insinuando que las chicas del grupo eran unas furcias. Entre las que estaban su hermana y la intachable princesa. Eso le enfureció por dentro, y a punto estuvo de levantarse y restituir el honor a esa posada indigna.

Pero Arashi se le adelantó. Y menos mal, porqué había estado bastante convincente, a pesar de que no le hacía nada de gracia hacer pasar a sus compañeras por rameras.

Volvió a reclinarse a la silla, aparentando indiferencia, a esperar la respuesta del Oni.

La oni se puso ya tensa cuando oyó el grito de celebración, mucho más al ver que se acercaba. No tardó nada en agarrar su tetsubo y girarse antes de que la respuesta de Arashi le hiciera parar en seco. Confiaba en él, había sido un compañero desde ese día que frió a tantos ninjas con los poderes de la tormenta, así que, con dificultad, decidió ignorar la rábia que ardía dentro suya y simplemente se detuvo detrás suyo. El peligro no había pasado, ni mucho menos, pero estaba deseando que la labia de Arashi mezclada con el nombre del governante de esas tierras les hiciera cambiar de idea.

El inmenso Oni puso cara de decepción al escuchar a Arashi.
¿Qué? Joder… ya es mala suerte.
Pero supongo que el Señor de Chu Ye se sentirá complacido; traes buen material. dijo, mirando a las chicas.

Ven. Toma algo con nosotros.
No sé de donde vienes, pero no pareces uno de los nuestros.
Explícanos dónde podemos secuestrar a furcias como esas… y le dio una palmada al Semiogro esperando que le acompañara a su mesa.

Al parecer Arashi había hecho un amigo con sus acertadas palabras, y el caso es que tras el comentario del oni, al vanara si le parecía que el hechicero se parecía a los moradores de este lugar.

Lo que si estaba claro es que el hechizo tendría que esperar, y si Keiko y él iban a tratar de averiguar algo sin ser vistos, no iba a ser en breve.

- Bueno, centrémonos entonces en esa bebida.

Ya más calmado, volvió a saborear la fuerte cerveza que servían en la posada.

Arashi mostró una sonrisa satisfecha al oni, aparentando normalidad.

- Enseguida estoy con vosotros. La vida hay que disfrutarla. Sólo tardo un minuto - comentó al oni, tratando de mantener la calma y evitar levantar sospechas.

Se acercó a Sun y Keiko, hablándoles en un tono más bajo.

- Si nos metemos en el pasillo, os podré hacer invisibles. Así, quizás, podamos enterarnos de algo nuevo sobre los drow o los tiflin.

Pensó en guiar a sus compañeras hacia un lugar más tranquilo, escondido a la vista, listo para realizar su magia y desentrañar más secretos

- Por mí bien, incluso puede ser divertido.

Miraba con complicidad a Keiko, si era tan sigilosa como parecía no dudaba en que algo podrían averiguar, o al menos descubrir por qué habían elegido precisamente esta posada, si es que no era la única.

Keiko asintió a las palabras de Arashi, y susurró en respuesta a Wufan en el mismo tono cómplice.

-Estoy segura... y aunque no lo fuera, cualquier cosa será mejor que seguir escuchando a ese tipo asqueroso preguntándome en cuantas rebanadas sería capaz de cortar un miembro de Oni. 

Se dispuso a seguir a Arashi a donde tuviera planeado llevarles para hacerles desaparecer con su magia. 

Seijuro se quedó en la mesa con la princesa Yeomi y Mei, para no levantar más sospechas, consciente del plan de Arashi, Wufan y su hermana Keiko. Los últimos momentos habían sido tensos y el silencio ahora era incómodo y sentía que algo tenía que decir.
- Princesa Yeomi, siento lo que ... ha sucedido antes. Esa señora ha sido muy desagradable. Yo sólo quería apretarla, apartarla! y evitar un enfrentamiento... - dijo corrigiendose ràpidamente por el desliz en referencia al momento en que la cogió por la cintura. - Espero que no la haya violentado, y que me perdone por no defender su honor como se merece.

Gracias a la Magia de Arashi, Keiko y Wufan se volvieron invisibles.
El hechicero se apresuró en regresar con sus nuevos colegas Oni, los cuales le invitaron a una bebida local llamada “Shochu de Fuego”.
En cierto modo era parecido al licor de batata de Minkai, pero su graduación era mucho más elevada, y su elaboración un misterio dado que tenía un color rojo fuego en lugar del transparente habitual del Shochu. Por si fuera poco, olía a algo rancio como ceniza o quizás azufre, humeando ligeramente.

Hacerse el remilgado no era una opción en aquella mesa rodeado de Oni que estaban mostrando su particular hospitalidad.
Así que Arashi bebió y notó como si se hubiera tragado una antorcha ardiendo.
El licor abrasó también su estómago, aunque sobreviviría a ello.
Lo que no entendía el Semiogro era cómo podían aquellos Oni vaciar una tras otra las jarras metálicas en que se servía la bebida.

La Princesa Yeomi miró a Seijuro enarcando una ceja ante su error al elegir sus palabras.
No hay de que pedir disculpas, Seijuro-san.
Esa mujer usó sus artimañas para haceros perder el control.
Me conformaré con saber que la próxima vez no permitiréis que se os acerque. dijo, restando importancia al asunto.

P… por cierto… no os he preguntado por vuestra esposa… ¿o quizás aún prometida?
Siendo el heredero del Clan Sumeragi, seguro que vuestro padre os habrá encontrado ya una mujer… preguntó, mirando al Samurai tímidamente.

Arashi llevó a sus labios el brebaje, y el Shochu de Fuego pareció deslizarse por su garganta como un líquido mortal.

- Es excelente, vosotros sí que sabéis disfrutar a lo grande - elogió, aunque no pudo ocultar del todo las dificultades para soportar ese castigo. Le faltaba el aire.

Arrojó una mirada alrededor, tomando nota de las reacciones de los presentes en la posada. Luego, con una sonrisa que apenas escondía su malestar, preguntó:

- Contadme entonces, ¿qué celebramos? ¿Va todo bien por la ciudad? ¿Todo bajo control? Me ha inquietado la presencia de esos drows aquí. Sé que son traicioneros.

Sus palabras se deslizaron con astucia, como si estuviera tejiendo una tela sutil para sonsacar a los presentes, una tarea que, al igual que beber del Shochu de Fuego, se presentaba como un desafío arduo.

— No, no tengo esposa. Y sí es cierto que mi padre está en contacto con otros clanes para para un enlace que aumente el poder de la familia...
Seijuro cada vez empatizaba más con la rebelión de su hermana, entendía que no aceptara el matrimonio concertado pensado para ella. En su momento le pareció una chiquillada irresponsable, pero ahora lo veía diferente, desde un punto de vista de unión no únicamente funcional sinó también sentimental. Pero él acabará siendo el cabeza de familia. Tenía obligaciones con respecto al clan y no podía escaparse y huir cómo había hecho Keiko. Tampoco se le escapaba que la manera de decidir sobre su futuro era ofrecer su propia propuesta al clan. La princesa Yool Yeomi encajaba perfectamente en los dos sentidos, pero sabía también que ella debería tener sus obligaciones.
— Pero yo... No estoy convencido con las... candidatas... — dijo titubeando. Ninguna de ellas poseía todas las virtudes de la princesa, que era capaz de poner nervioso al samurái — Y usted, princesa? Una mujer en su posición que viaja sola...
A Seijuro se le erizaba el pelo al pensar que podia estar comprometida con otro, o peor, que el enlace ya se hubiera consumado. Era una sensación extraña. Estaba sintiendo celos?
Sin darse cuenta aguantó la respiración aguardando su respuesta.

Arashi aguantó el Shochu de Fuego como un valiente, lo cual le valió una fuerte palmada de aprobación en su espalda.
¡Ese es nuestro amigo enmascarado! dijo.

Luego llegó el turno de responder a tus preguntas.
¿Celebrar? Nada en especial, aprovechamos nuestro rato libre.
Nunca se sabe cuando a Yudrak (el Señor de Chu Ye) le puede dar por mandarnos a la guerra. respondió uno.

Seguro que no pasará mucho hasta que nos envíe a atacar a alguien.
Últimamente vienen muchos forasteros de esos con túnicas… creo que son de una secta rara. Bah, supongo que deben ofrecerle algo muy valioso a nuestro Señor para que no los haya matado aún. explicó el ganador de los pulsos.

Los Drow vienen a veces. Venden esclavos traídos de occidente y cosas mágicas. Supongo que están aquí por lo mismo… explicó el mismo.

La Princesa Yeomi miró sorprendida a Seijuro ante su respuesta.
Supongo que no pasará mucho tiempo hasta que os encuentre una esposa… respondió, con los ánimos no muy altos.

Pero aún decayeron más cuando Seijuro le preguntó por su estatus matrimonial.
Mmmm… no me apetece mucho hablar de ello. Pero soy la Princesa de Hwanggot, por supuesto que mi padre tenía decidido ya con quien debía casarme.
Es un hombre de la nobleza de mi reino, con buenos contactos en Lingshen, Po Li y Bachuan… supongo que el candidato ideal.
Claro que… la única vez que lo vi me pareció un hombre frío, severo y cruel con la servidumbre… cerró los ojos y bajó la cabeza.

No sé… estar aquí me hace pensar que puedo cambiar mi destino… que puedo elegir mi futuro.
Pero a veces me pregunto si mi huida no estará causando problemas a mi padre o a mi gente… dijo finalmente, con la mirada perdida en el horizonte.