Partida Rol por web

Estoy cruzado de piernas, meditabundo

— El templo era un lugar de meditación. Aunque algunos de los maestros eran muy capaces, lo cierto es que pensando como militar o político, conquistarlo sería un peso muerto. No es un lugar donde situar tropas masivas ni obtener recursos al por mayor.

Con expresión grave, pienso en todo cuanto se ha perdido. No es oro ni plata. No es grano que alimente a la gente. Lo que se ha perdido son tesoros históricos y de gran importancia mística. Y un sinfin de vidas que no eran militares

— Está claro: No somos los únicos buscando los pergaminos, así que necesitamos reunirlos a gran velocidad, adelantándonos a nuestros rivales.

Entonces busco un mapa de Tian Xia, y trato de localizar los disitintos lugares.  Aun no puedo confiar completamente en todos los presentes, por más que quiera. Así que he de guardar algunos detalles en secreto.

Simplemente busco el lugar al que podamos llegar más deprisa

Su pregunta pareció caer en saco roto, absortos y agotados como estaban todos ellos tras las experiencias de aquel día, hasta que finalmente Keiko la respondió amablemente. Y la verdad resulto ser incluso peor que sus sospechas. Las palabras que le dijera aquel monje no podrían ser una coincidencia. Daiguro estaba retornando, y de algún modo su maldición estaba ligada a aquel retorno.

 - Gracias, Sumeragi-sama - El joven pronunció con dificultad las palabras. Se sentía como si acabara de ser electrocutado por uno de sus propios conjuros. 

Apenas fue consciente del resto de conversaciones, pero cuando Lena hablo se alegró de que la máscara ocultase su creciente turbación, además de sus facciones. ¿Eran sus motivos tan fáciles de leer? ¿O acaso Lena estaba viendo algo de ella misma en él, del mismo modo que lo veía él en ella? Sentía que le iba a estallar la cabeza.

- Agradecido, Lena-san. Me gustaría tener una conversación con vos cuando os venga bien. Y con usted también, Shen-dono - Necesitaba hablar con ellos, con Shen Long y con Lena, pero también necesitaba descansar e intentar poner un poco de orden en sus pensamientos. Le agradeció a Lena que le dejase el camarote y se retiro rápidamente al mismo.

Subió a cubierta algo más compuesto, habiendo cambiado su máscara por su sombrero/casco tengai. Ignorando aún bastante acerca de la naturaleza de los pergaminos espero en silencio mientras se decidía el rumbo a seguir. 

Lena despertó no más tarde que los otros, acudiendo a cubierta rápidamente y empezando a poner orden entre los tripulantes. Con algunos golpes de su testubo en el suelo y algunos gritos parecía estar haciendo un buen trabajo. Una leve sonrisa siempre asomaba en sus labios, parecía que había encontrado un trabajo bastante bueno.

Al ver que algunos se reunian decidió acercarse a ellos para ver que decían. El tema de los pergaminos le parecía importante y ya que les iba a ayudar (si Alfredo lo permitía) debería estar enterada del tema. Puede que fuera un poco corta, pero podía notar que la cosa era mucho más seria de lo que parecía. Permaneció en silencio sin nada que añadir ya que el tema era bastante ajeno a sus conocimientos, lanzando una mirada a cualquiera que decidiera hacer el vago en cubierta demasiado rato de vez en cuando.

Reunidos alrededor del timón que manejaba Alfredo, las dudas sobre cómo proceder florecieron rápidamente.
Aldariel trató de responder a las dudas, al menos de lo que sabía.
Es tal y como dice Sumeragi-dono… miró a Keiko, y luego a Arashi …no sé exactamente cómo, pero han estado reuniendo tropas por lo que parece.
Es probable que algún Clan de Minkai haya decidido apoyar su causa, de ahí su elevado número de fuerzas.
No tengo más información al respecto… se encogió de hombros.

Luego miró a Seijuro, quien preguntó sobre el uso de los pergaminos.
Los pergaminos son lecciones de Irori, cada uno de ellos relacionado con su nombre.
No sé exactamente qué pueden otorgar de forma individual, pero su verdadero poder se desata cuando están los doce reunidos.
Quizás… podríamos probar de usarlos en una situación desesperada, pero por ahora considero prudente no manipularlos. afirmó, mirando al guerrero.

Yeona miró a Sun Wufan con timidez, cuando se dirigió a ella.
Creo… creo que lo he visto…
Estaba en algún sitio bajo el mar, pero parecía como una ciudad… una ciudad bajo el mar.
Sé que no tiene mucho sentido, pero… se encogió de hombros algo avergonzada.

Las visiones vinieron a mí en sueños… pero a veces si me concentro lo suficiente, puedo verlas despierta.
Quería hablar con el Maestro de Eikō-ji para que me ayudara a concentrarme…
bueno, y para saber qué eran esos pergaminos que veía, pero eso ya me lo habéis respondido vosotros… añadió algo más calmada.

Alfredo hacía ver que manejaba el timón para hacerse el importante, pero en realidad no hacía falta.
Algo que dijo Yeona le hizo reaccionar y dejó el timón para mirarla.
Eso no tiene nada de absurdo, baby. Hay una ciudad bajo el mar; Yashabaru. dijo, haciéndose el interesante.

Todo marinero que se precie, ha oído hablar de la nación bajo mar de Xidao, gobernada por unos hombres-pez bastante antipáticos llamados Locathah.
Yashabaru sería la capital de ese reino submarino… explicó.

Nunca he estado allí, si os lo estáis preguntando. ¡No sabéis lo horrible que es el agua salada para las plumas!
Pero, creo que podría llevaros hacia allí… claro que habría que bucear y tal… añadió, dejando claro que no iba a ser sencillo.

El elfo reaccionó rápidamente a las palabras del Tengu.
No tenemos elección.
O lo cogemos nosotros, o lo hará nuestro enemigo.
Mi Magia puede hacernos respirar bajo el agua… al menos de forma temporal.
Si los habitantes de Yashabaru nos reciben, es probable que tengan algo con lo que podamos respirar ahí abajo. dijo, ahorrándose decir lo que pasaría si no os recibían o lo hacían de forma hostil; era una locura todo aquello.

"El Maestro me confió una ruta, la más rápida para llegar a los pergaminos. Una teniendo en cuenta corrientes, clima y demás avatares del camino. Será necesaria un alma fuerte y un espíritu iluminado para poder resistir el viaje"

"Pero viendo la nobleza en vuestros corazones, se que cada uno de vosotros es un elegido. Elegido por el destino."

Me acerco a la carta esférica, el instrumento de navegación necesario para trazar rutas.

"Sin más que decir, si los cálculos de varias generaciones no se equivocaban, este es el lugar donde debiamos ir, a Yashabaru. Por la sabiduría que aquí se guarda"
"Así que mi voto es por descender aquí, con  magia, sabiduría y honor para hacerles comprender nuestra situación"

¿Una ciudad... bajo las aguas del mar? Keiko había oído leyendas sobre el palacio del Rey Dragón bajo las olas, pero... ¿Había realmente una ciudad subacuática? Cada vez tenía más la sensación de estar abandonando el mundo conocido y regido por la lógica y las leyes de los hombres y adentrándose en el reino de las leyendas y los mitos. 

-Si el Pergamino más cercano se encuentra en esa Yashabaru... yo también pienso que deberíamos hacernos con él cuanto antes. Pero... ¿cómo vamos a hacer eso? Aunque Alandrel pueda darnos agallas, como en el cuento de Urashima, ¿podremos hablar bajo el agua? ¿Y pelear bien, en caso de necesitarlo? 

Ella era buena nadadora, pues a menudo de pequeña se había escapado con Seijuro (¡y sin él!) a los estanques alimentados por cascadas justo en los límites de la finca de la familia Sumeragi, pero una cosa era nadar por un riachuelo cantarín o un estanque plácido, y otra descender a las profundidades submarinas. 

-¿Y qué pasaría si se agota esa magia mientras estamos ahí abajo?

Creía imaginar la respuesta, y era poco tranquilizadora.

"En ese caso, yo tambien podré conjurarla" adelanto.

Se que el problema es que bajo el agua, no nos podremos mover con la soltura y sutileza de la superficie. Pero eso no detendrá a nuestros amigos.

- Umh, umh...- Wufan no cesaba de refunfuñar y moverse nervioso hasta que al fin habló.

- Nos propones un plan que puede ser fatal, si ahí abajo no hay nada o no somos bienvenidos moriremos sin remedio, dejamos todo al azar y eso puede hacer que las fuerzas de Daiguro consigan las 12 Lecciones y acaben con todo lo que conocemos. No puedo más que oponerme.- Cruzó los brazos frunciendo el ceño. ¿Nadie se da cuenta de la locura que podemos cometer? Miraba alrededor para ver si alguien más era también consciente de los puntos ciegos de la propuesta.

Las razones personales quedaban enterradas bajo ese razonamiento, su odio al agua no tenía sentido si no tenían al menos garantías de sobrevivir y parecía que la idea de Alandrel San les podría llevar a la muerte directa. Estaban debatiendo la posibilidad de salvar el mundo y sin embargo ahora todo dependía de un fino hilo que podría romperse fácilmente.

- Umh!!- Seguía contrariado frente al resto.

- De acuerdo, esperaremos a encontrarnos apurados antes de intentar utilizar las lecciones individualmente. - respondió a Alandrel.

Ciertamente Seijuro ya estaba pensando que todas las leyendas conocidas en realidad no eran leyendas sino realidad. Y no le sorprendería nada encontrar ese reino submarino. Tampoco le apetecía mucho meterse ahí, debajo el agua no era el ambiente en el que se movía con más soltura precisamente, aunque tampoco era mal nadador. Lo que más le preocupaba era tener que dejar su katana en el barco. No se la llevaría, puesto que el agua salada la arruinaría, y debajo el agua tampoco contaba poder luchar en condiciones con ella.

- Da igual por donde empecemos, deberemos pasar por todos los sitios tarde o temprano. Voto por ir a Yashabaru ya mismo. Aunque a mí tampoco me gusta tener que meterme ahí. - añadió posando la vista en Sun Wufan, que era el que parecía más dubitativo, para empatizar un poco con él. Y se giró hacia el resto, - Qué sabemos de los Locathah? Les puede afectar la amenaza de Daiguro? Qué puntos en común podemos tener con ellos? Prefiero tenerlos de aliados que a tenerlos de enemigos en la situación delicada en la que estamos.

La opinión de Arashi sobre los clanes samurái era totalmente diferente a la que tuviera hace años, pero aún así la idea de uno de ellos uniendo fuerzas voluntariamente con Daiguro le revolvía las entrañas. Recordaba bien a las tropas que habían intentado cercarle en el templo, pero se habían retirado sin comprobar si realmente tenían algo de samuráis, además de sus armaduras.

Espero en silencio mientras se decidía el rumbo a seguir, intentando no pensar demasiado en la mención a sus destinos que hizo Shen Long. Adentrarse en aquella ciudad submarina sonaba arriesgado, sobre todo si sus habitantes resultaban hostiles. Su propia magia tan solo podría ayudarle a respirar a él mismo, y solo durante periodos muy cortos de tiempo; por no hablar de que varios de sus otros conjuros podían tener efectos impredecibles al ser utilizados bajo el agua. Pero no pudo evitar sonreír al recordar la leyenda mencionada por Keiko, había sido de sus cuentos favoritos de pequeño.

 - Supongo que al menos el tiempo transcurrirá allí de la misma manera, y que las horas que pasemos en Yashabaru no contaran como semana o años en la superficie - aunque si las leyendas sobre Daiguro eran ciertas quien sabe cuantas otras podrían serlo - Pero las fuerzas de nuestro enemigo deberían tener las mismas dificultades que nosotros para llegar hasta la ciudad, y eso contando con que supieran de su localización. Es probable que el pergamino del templo de Lushan que menciono antes Alandrel-sama corra más peligro -

Algunos de vosotros no veíais nada claro el meterse ahí dentro del mar y bucear hasta encontrar la ciudad de los Locathah.
Ciertamente, era una locura.
Si fallaba la Magia, moriríais en el acto.
Y si había cualquier incidente ahí abajo, probablemente también, ya que ninguno de vosotros era precisamente una criatura marítima acostumbrada a moverse bajo el agua y a usar sus capacidades allí.

Pero aún así, no podíais dejar el pergamino a su suerte. Sabíais que el enemigo tenía brujos a su servicio, y si tenían manera de saber dónde estaban los pergaminos, seguramente irían a Yashabaru.

Alfredo respondió a Seijuro.
Son seres que prefieren no relacionarse con nadie ajeno a su especie.
No creo que sean malvados por naturaleza, pero desde luego tampoco son buenos.
Hace un tiempo tuve un encuentro con una de sus patrullas, que buscaban mantener seguras sus fronteras… bueno, no fueron muy amables. Pero aquí sigo, así que tampoco fue tan mal, ¿no? respondió, encogiéndose de hombros.

Alandrel tomó la palabra, mirando también al mayor de los Sumeragi.
La amenaza de Daiguro afectará a todo el mundo conocido. Una vez se extienda, no sólo las tierras de Tian Xia, si no los mares e incluso las tierras más allá, correrán peligro.
Debemos convencer de ello a los Locathah. Espero que sepan lo que tienen en sus manos… dijo, algo dubitativo, puesto que no podíais estar seguros de si sabían sobre Daiguro y las Doce Lecciones.

Entonces, tanto los hermanos Sumeragi como Shen Long, vieron unos puntos que se aproximaban en el horizonte.
Alfredo también pareció darse cuenta, y puso en tensión a la tripulación.
Un Tengu con un catalejo subió a uno de los palos y enseguida comenzó a gritar como un poseso.
¡¡Ba… barco a la vistaaaaaaa!! ya era de voz pública que se acercaban hasta tres embarcaciones.

Eran bastante más pequeñas, lo cual significaba que también más rápidas.
Hicieron una maniobra para rodearos, de la cual Alfredo trataba de escapar con fuertes timonazos y maldiciones en el idioma Tengu.

Cada vez más cerca, pudisteis ver la forma de las embarcaciones.

Su aspecto asemejaba a una especie de dragón marino, y ni cortos ni perezosos comenzaron a disparar sus cañones, aunque claramente fallando a propósito; querían advertiros.
En la superficie recubierta por placas de metal, no había ni un sólo hombre, casi pareciendo que los barcos se movían solos.
Además de su velamen, llevaban un estandarte que por suerte no era el Hatsuki Bara ni nada con aspecto tétrico.

¿Hwanggot? ¿Qué demonios les pasa a estos?… preguntó Alfredo, sin esperar respuesta.

Keiko, que estaba cerca de Yeona, vio cómo está abría los ojos como platos al reconocer las embarcaciones, y asustada, corría hacia la bodega del barco para esconderse.

"P.. Pero ¿Barcos de guerra? Aqui" digo alarmado

"Creo que mas de uno de nosotros tenemos algun nimbo volador ¿Es así?"
"Si ese es el caso, podríamos sumergirnos para buscar los pergaminos mientras El Osado se va a un lugar seguro, y luego huir en nuestros nimbos" sugiero

- De acuerdo, primera opción: convencer pacíficamente a los Locathah. - Respondió Seijuro a Alandrel.

Mientras estaban hablando y discutiendo los pasos a seguir Seijuro vió un punto en la lejanía del horizonte, pero cuando iba a abrir la boca para avisar vió que su hermana y otros compañeros ya se habían dado cuenta también y estaban dando la alarma. Era un barco de guerra y se puso a dar cañonazos. Sin esperar más tiempo Seijuro se fue corriendo a su camarote a coger las armas que habia dejado ahí. Necesitaría el arco y las flechas, pero también cogería su katana Tenrai por si se daba un abordaje, la cual colgó de su cinto.

De vuelta a cubierta se cruzó con Yeona, que bajaba corriendo con cara de espanto. La paró cogiéndola con las dos manos. - Que ocurre Yeona? Sabes quienes son?

La oni colocó su mano delante de su frente para intentar ver mejor a los barcos que se acercaban, tragando sonoramente al oír los cañonazos que ya se dirigían en su dirección. Levantó la vista para ver que hacían los otros, sobretodo los que tenían acceso a poderosa magia. En ese momento y, si no había un abordaje, su mayor utilidad sería probar suerte a golpear una bola de cañón con su tetsubo como si fuera una pelote de bésibol.

-¡Alfredo-san! ¿Órdenes?-Preguntó desviando la mirada hacia él-Algunos de aquí podemos volar, pero luchar en su barco no parece una buena idea. Podríamos enviar un grupo para negociar, o al menos distraerlos mientras preparan una escapada. O queda el chapuzón...

Keiko frunció el ceño al avistar aquel extraño barco de aspecto tan macizo y pesado, justo antes de percatarse de la expresión de miedo en el rostro de Yeona al verlo. La siguió escaleras abajo, y justo en ese momento apareció Seijuro. Cogió a la chica por los hombros y la increpó.

Fue con ellos e intentó suavizar el interrogatorio de su hermano.

-No te preocupes, Yeona... No dejaremos que te pase nada... Nosotros te protegeremos. Pero si puedes contarnos quienes son y qué quieren, eso nos será de mucha ayuda. 

Sin embargo, no había separado la mano de la empuñadura de su katana, y de hecho la estaba aferrando con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos. ¿Más enemigos? Seguía teniendo ganas de poner a prueba su kenjutsu de verdad, pero tan solo acababan de empezar su misión y ya se les acumulaba el trabajo. 

"Gentes, creo que esta es la bandera del Reino de Hwanggot. Y sólo he oido buenas cosas de ellos. Acerca de cómo son una nación bondadosa y pacifista. O al menos en teoría."

"Lo cual contrasta con todos esos cañones, y con que nos han DISPARADO"
"Supongo que lo suyo sería reunirse en sendas barcas, como en terreno neutral, y hablar"

"Creo en la bondad de la gente, pues es la enseñanza de Iori al fin y al cabo"