Partida Rol por web

Kasai, Capital de Minkai

La frenética actividad en la Capital de Minkai se ha visto alterada por la reciente tormenta que la ha asolado.
Arashi como se dice en el idioma minkai, cuando la tormenta gana tal magnitud que es capaz de causar graves daños a edificios y estructuras.

Era fácil ver varias casas con daños de gravedad, tales como tejados caídos, o incluso algunas casas de construcción más precaria, directamente derruidas.
En el puerto, los destrozos causados por la tormenta también eran fácilmente reconocibles, con las pasarelas rotas, y varios barcos aplastados entre ellos. Incluso, una embarcación había llegado a volcar por el fuerte oleaje, y flotaba ahora del revés sobre las aguas.

Aún era pronto para saber el coste monetario de todos esos desperfectos, pero seguramente no serían un grave problema para la boyante economía de Kasai.
Más difícil de reemplazar serían las vidas perdidas durante la salvaje tormenta, a causa de la caída de casas o por ser arrastrados por las enormes olas.

Aquella mañana, Kasai se levantaba con un ambiente enrarecido.
Era primavera, un mes donde los tifones y tormentas no solían atacar. Y mucho menos uno con esa violencia, que pocos en el lugar recordaban haber visto antes.
Aunque la tormenta había amainado, el cielo aún estaba gris, encapotado, y amenazaba con volver a descargar una nueva lluvia en cualquier momento. El mar, todavía embravecido, dibujaba olas que aunque no podían ni compararse en tamaño con las del día anterior, seguían golpeando el maltrecho puerto.

Numerosos lugareños trabajaban codo con codo para limpiar y reparar los desperfectos lo antes posible, pero la mayoría mantenía un ojo en el cielo por si volvía a desatarse otra tormenta.
Entre aquel caos de plebeyos moviendo maderas y reparando cosas, varios guerreros observaban sus movimientos dándoles instrucciones de vez en cuando. Los Samurai, famosos guerreros de Minkai, posiblemente eran capaces de vencer a cualquier ejército que les hiciera frente.
Pero nada habían podido hacer contra aquella tormenta.

Entre aquel ambiente enrarecido, algo estaba a punto de suceder. Algo que llevaría a unos pocos elegidos a un inesperado Viaje hacia el Oeste.

Aquella pareja de Shinobi habían cometido un grave error y no lo sabían.
Puesto que se habían separado del grueso que asaltaba el templo para atacar a aquella joven que subía sola por las escaleras que daban acceso a Eikō-ji.
Una muchacha que parecía incapaz de defenderse, o al menos así lo hizo entender el modo en el que reculó y se puso las manos sobre la cabeza como para protegerse de los ataques de los asaltantes.
Ataques que nunca llegarían…

Como si un rayo pasara por su lado, Keiko se adelantó y su katana relució con el poder del relámpago.
Con asombrosa precisión, golpeó a uno de los Shinobi que acosaban a la joven; el impacto fue tremendo y terminó con el estallido de un relámpago.
El cuerpo del Ninja, probablemente ya sin vida, cayó al vacío por el lateral de la escalera.
Su compañero, no correría mejor suerte cuando Seijuro atacó por el otro flanco y con un par de rápidos tajos destrozó al pobre desgraciado, el cual quedó tendido sobre la escalera.

La escena no terminaría allí, dado que desde lo alto, otro Ninja caería al vacío como si le hubiera fulminado un rayo invisible; en realidad, era la palabra divina de Shen Long.
A su lado, Hakko se puso espalda con espalda con el pálido monje, encima de la nube voladora. Del interior de su Dogi, sacó varios Shuriken que comenzó a disparar contra uno de los Shinobi voladores.
El susodicho recibió varios impactos que desviaron su rumbo hasta que chocó contra una de las paredes rocosas.
Quedaba un último perseguidor, pero no duraría demasiado.
Wufan sobrevoló los cielos encima de su Kintoun, y por arte de Magia su bastón se alargó hasta permitirle alcanzar a ese último Shinobi.
El bastonazo que recibió le hizo caer en seco hacia el vacío…

Psss, guapito. Hakko llamó la atención de Shen Long Ahí, ese tipo de ropas celestes… señaló a Alandrel. Seguro que nos va ayudar. dijo la Kunoichi.
Alandrel saludó con la mano a Hakko, pareciendo que ambos se conocían anteriormente.

Pero antes de que Shen Long aterrizara para entablar contacto con el elfo, los hermanos Sumeragi y el propio Wufan, sucedió algo totalmente inesperado.
Una cadena de rayos golpeó a los Ninja que estaban asaltando las puertas, provocando una matanza.
Hasta nueve Shinobi cayeron ante los poderosos rayos, que había lanzado una figura que llegó desde el otro lado de las montañas, acercándose también a las escaleras que subían hacia el templo.
Con él iban una figura femenina de piel roja como el fuego y un Tengu que vestía con llamativas ropas probablemente occidentales.

Pese a las bajas causadas por la cadena de rayos de Arashi, los asaltantes seguían siendo docenas.
No sólo Shinobi, si no que por el sur se acercaban varias unidades de guerreros que portaban pesadas armaduras negras, con pinchos, siniestras máscaras o exagerados yelmos.

Un estandarte totalmente negro, con una flor roja como la sangre, cuyos pétalos terminaban en cuchillas lideraba su marcha.

La joven que habían rescatado los hermanos Sumeragi los miró asustada. La carga de ambos había hecho que cayera su capucha y revelara un rostro de facciones perfectamente hermosas.

Gra… gracias… yo… no entiendo qué sucede… murmuró todavía asustada, hablando en Minkai pero con un extraño acento que indicaba que seguramente era extranjera.

El Tengu aplaudió con sus manos llenas de plumas la exhibición de poder de Arashi.
¡Ouuu yeah! ¡Ooou… yeah! ¡Arashi (tormenta) desató la tormenta! dijo en un juego de palabras.

Miró a Lena cuando le preguntó cuáles eran sus órdenes.
Habíais presenciado cómo aquel grupo de espadachines eliminaba a un par de Shinobi y cómo había un par de nubes voladoras encima de las cuales sus dueños también habían causado bajas a los asaltantes.

Mmm… creo que haremos una paradita a ver si conseguimos nuevos reclutas… le dijo a la Oni, y comenzó a caminar hacia el tipo de ropajes celestes y cabellos plateados.

Uno por uno, voy contando los aliados

"He tenido suerte de poder contar contigo, Hakko. Descendamos y vamos con tu amigo Elfi" digo dirigiendome a Alandrel

"Hermanos Samurai!" digo dirigiendome a la pareja de kendoka que lleva colores y mon idénticos
"Y tambien el Tengu, y la Onix de las tormentas, Arashí."

"Yo rezo por vosotros, por la Perfección en todo lo que hacemos. Por el templo de Eikō-ji "

Los Shinobi no eran rival para Seijuro. Ni tampoco para su hermana Keiko, como pudo comprobar rápidamente. Su recién conocido compañero Sun Wufan tampoco se que daba a la zaga, y parecía que habían salido nuevos aliados igualmente poderosos de la nada. No tendrían mucho problema en acabar con los ninjas restantes. Pero al girarse vio un tremendo ejército acercándose. Y eso si que les superaba. Todo estaba yendo muy rápido.

- Muy bien hermana. - Le dijo a Keiko con admiración. - Creo que te debo una disculpa por no creer en ti. Pero ya hablaremos. - Y señaló con la espada al ejército que se acercaba por el sur.

Seijuro lanzó un grito para que todos sus aliados, y con quien compartía objetivo, le oyeran. Habló rápido.

- Si nadie tiene un as en la manga ese ejercito nos supera. Podemos dar el templo por perdido. Pero debemos encontrar el pergamino y ponerlo en lugar seguro. ¿Alguien sabe dónde está o quien lo tiene? - Miró al Omnyogi Alandrel -¿Tenemos una vía de retirada como la que hemos utilizado para venir? - Si así era sólo debían preocuparse de encontrarlo y "desaparecer".

Entonces oyó al clérigo dirigirse a él y a todos sus aliados. Sus palabras, de alguna manera le infundieron valor y le dieron la confianza y total certeza que de esa saldrían.

Miró otra vez al ejército que se acercaba por debajo. Esta vez, desde esta altura, lo hizo con ojo clínico, sopesando las ventajas que les podía ofrecer el terreno para, por lo menos, ralentizarlos y ganar algo de tiempo. Parecía que la escalera era lo bastante estrecha cómo para obligar a un ejército tan grande a subir en filas de tres o cuatro, no más, lo que suponía un cuello de botella que los frenaría, pero no estaba seguro si aquellos disponían de trucos escondidos.

Entonces se dirigió a ellos la chica que estaba siendo atacada. Parecía bastante confusa. - Me parece que te has encontrado en mal sitio en el momento menos oportuno. No te separes de nosotros! - Y como si sirviera de algo se puso entre ella y el ejército que se acercaba a lo lejos.

La duda había sido despejada, al menos los que habían llegado con los shinobi no eran enemigos, o no lo parecían, y estaba claro que luchaban bien. De repente varios rayos hicieron que algunos enemigos cayesen desplomados al suelo, más aliados, umh. Desde el aire Wufan observó las tres figuras mientras contemplaba el escenario de modo estratégico, allá abajo había surgido todo un ejército que los iba a poner en aprietos... si es que podían con ellos.

Bajó hacia donde estaban sus compañeros mientras cambiaba el tamaño del bastón para comprobar que no había peligro y tras escuchar a Seijuro ofreció la nube.

- Puedo llevar a uno, el resto debe ser rápido si queremos escapar de eso.- Señaló a los guerreros bajo el nuevo estandarte.- Porque tampoco creo que podamos con ellos e intuyo que será mejor atrincherarse tras las puertas... - Pero en ese momento miró a Arandrel.- Salvo que tengas otro truco como el que nos ha traído aquí.

No obstante era cierto que habían venido a por el pergamino. Si se encontraba en otro lugar habría que buscarlo.

- ¿Y qué hacemos con esos? - El mago, al chica y el córbido no estaban muy lejos de ellos.

Lo dijo mientras tendía la mano por si alguien quería subir al Kintoun antes de volver a elevarse.

El samurai varón parece que ha traido a su hermana y al resto de su cohorte como séquito buscando lo mismo que yo

"No os preocupeis por el pergamino, yo tengo el Pergamino de El Amor, pues el maestro Zenkei quería que los reuniese todos"
"Si habeis venido a por lo mismo, con intención de protegerlos ¡Partamos de aqui!"

El demonio de su interior rugió exultante, exigiendo más sangre y muerte, pero en el último momento Arashi logró contenerse, su mente repentinamente más despejada bajo la influencia de las plegarias de Shen Long. Había estado a punto de continuar desatando la cólera de relámpago contra todos los ninjas, pero si los ojos no le engañaban al menos una de las shinobi parecía estar ayudando a los monjes y sus aliados. Si continuaba dejándose llevar por la ira acabaría por dañar a la misma gente a que pretendía ayudar. Con no poco esfuerzo obligo a la rabia a 

Mientras continuaba corriendo hacía la base de las escaleras se calo mejor la mascara hannya que cubría su rostro, deteniéndose tan solo para echar un vistazo por encima del hombro hacia el ejército que se aproximaba.  - ¡Rápido Lena-san, Rakio-sama, tenemos que llegar a las escaleras antes que ellos! - Dudaba mucho que unas huestes que luchaban bajo la bandera de un mítico dios malvado y atacaban templos fueran a ser respetuosos con los viajeros. Sentía que sus compañeros se hubieran visto arrastrados a aquello pero su mejor opción ahora era colaborar con el resto de defensores del templo.

Los cuales parecían un grupo bastante competente pero inconexo. Seguramente el ataque había sorprendido a varios viajeros y peregrinos en el templo. Era una suerte que algunos de ellos fuesen tan fuertes. Si lograban acabar con los ninja y hacerse fuertes en las escaleras antes de que llegasen los soldados tal vez tendrían alguna posibilidad, aunque remota. Esperaba que el tengu fuese capaz de convocar otra puerta dimensional, entre ambos tal vez podrían transportar a todo el grupo a una posición más defendible o segura.

- ¡Ha del templo!, ¡Somos amigos! -

La espada de Keiko había vuelto a su funda con el mismo movimiento que había usado para atacar, y ahora la menor de los Sumeragi, contemplaba con asombro y admiración el curioso y pintoresco grupo de desconocidos que se estaba formando a su alrededor. ¡Todos ellos parecían capaces de grandes cosas!

Keiko se volvió hacia la chica a la que habían protegido en las escaleras. No parecía una luchadora ni mucho menos.

-No te preocupes -le dijo con una sonrisa-. Ahora estás a salvo. Yo soy Keiko, de la familia Sumeragi de Kasai. Él es mi hermano, Seijuro. 

Luego miró en derredor. Los últimos recién llegados eran aún más extraños que el resto. ¿Eso era... una Oni?

-Y ellos... bueno... ¡No tengo ni idea! Pero creo que hemos sido enviados todos para un mismo fin. La Búsqueda de los Pergaminos de Irori, ¿no es así?

Se dirigió al hombre de pelo blanco, devolviéndole el saludo. Había dicho que ya tenía el Pergamino que se hallaba en ese lugar. Respondió a su propuesta de marcharse de Eikō-ji, exclamando:

-¿Estás diciendo que debemos abandonar el templo a su suerte? ¡Debemos protegerlo! ¡Esas son fuerzas de Daiguro! Ya hemos dejado de defender la capital... ¡No podemos permitir que Eikō-ji caiga! 

Luego miró de nuevo a su alrededor, dándose cuenta de lo pequeña que se sentía alrededor de tanto augusto personaje.

-¿No? -añadió, con un hilillo de voz.

Adariel miró a Shen Long cuando confesó tener el Pergamino del Amor, el cual había encargado recuperar a Hakko.
Pero la Shinobi había confiado el pergamino al sacerdote de cabellos blancos, en cuyo cuello era posible ver el colgante con el símbolo de la mano abierta de Irori.
Aquello pareció calmar al elfo, que asintió a las palabras del aasimar (pues Shen Long no era realmente humano).

De acuerdo.
Mi nombre es Alandrel Ryokatsu, enviado desde Jinin para reunir las Doce Lecciones de Irori. Asumo que los aquí presentes ya sabéis de qué va todo esto… miró de reojo el ejército con el estandarte de Hatsuki Bara (Rosa con Cuchillas).
…y si no, las explicaciones luego. Ahora debemos marcharnos de aquí. aseguró, mirando cómo se acercaban el trío formado por el Tengu, el corpulento hechicero enmascarado y aquella ¿Oni?

Los Shinobi que había asediando las puertas, cambiaron su objetivo y comenzaron a descender hacia vosotros.

Hakko le guiñó un ojo a Shen Long ante su cumplido, poco antes de que aterrizaran en las escaleras.
La Kunoichi se acercó a Alandrel y se dirigió a él con evidente familiaridad.
Le di el pergamino a Shen, es uno de los santurrones de Irori y estará a salvo en sus manos.
Tenemos un trato con Shen, así que os acompañaré. Hubiera estado mejor un viaje más íntimo y romántico, pero qué se le va hacer… dijo en un tono jocoso, riendo ante la sorpresa del sacerdote.

La joven a la que habían salvado los hermanos Sumeragi los observó con cierta timidez, aunque se animó a contestar.
Me llamo Yeo… Yeona. dijo, y a ambos os pareció que aquel nombre se lo acababa de inventar.

Los he visto. añadió en un tono enigmático Los pergaminos.
Los he visto y sé dónde están. Pero reunirlos es una tarea titánica.
No sé luchar, y tampoco soy una hechicera como vos… miró a Keiko, tras su espadazo relampagueante …pero de algún modo sé que debo hacer este viaje. El destino me ha elegido para ello. afirmó con un tono convencido.

A la carrera, Arashi, Lena y Alfredo llegaron por fin a las escaleras, seguidos por el ejército pero con la ventaja de avanzar más rápido al ser menos numerosos.
De hecho, parecía que las pesadas tropas con armaduras negras se detenían, quizás para evaluar mejor el terreno, o quizás con algún otro objetivo.

El caso es que el variopinto trío llegó donde se reunían el resto de componentes de aquella especie de grupo que comenzaba a formarse de forma un tanto improvisada.
Bufff… si es que ya es mala suerte… primero la tormenta y luego esos atormentaos… murmuró, mirando de reojo las tropas que comenzaban a formar frente a las escaleras.

¿He oído que os queréis marchar de aquí? Ahh, ¿es que pensabais que no te iba a oír, elfo? Porque vuestras orejas puntiagudas pueden ser muy agudas, pero no son nada en comparación al oído de un pájaro… Tengu en este caso… comenzó a decir, haciendo que Aldariel le mirara confundido.

Si venís con nosotros, os podemos sacar de aquí. Tengo un barco en el puerto de Kitaichi. Sí, hoy es vuestro día de suerte, os llevaré gratis… dijo el Tengu, alzando el pico con aires de grandeza.

Aldariel ignoró a Alfredo momentáneamente y se fijó en los Shinobi que bajaban a grandes brincos.
Gesticuló con sus manos mientras recitaba unas palabras arcanas.
Entonces, en medio de la escalera apareció un muro semitransparente, contra el que comenzaron a chocar los apresurados Ninja.

Sacadnos de aquí pues. respondió el elfo al Tengu, que con aire triunfal recitó unas palabras arcanas.
Un arco Torii se formó frente a él, dentro del cual se veía un paisaje distorsionado.
Con un gesto de la mano, os invitó a entrar.

Ummmn, nuevos compañeros, algunos secretos, sorpresas inesperadas... todo pintaba a que la propuesta inicial de Alandrel San se estaba convirtiendo en algo más importante. La chica incluso había dicho que sabía dónde estaban los pergaminos, así que ya no sería difícil encontrarlos... recuperarlos ya sería otro asunto, pero para eso estaban aquí todos ellos, un variopinto grupo que de algún modo extraño había demostrado una simbiótica conexión durante la batalla.

Sin perder más tiempo Wufan se internó en el portal que el Karasu Tengu les ofrecía.

Saltó al otro lado sobre la nube echando un último vistazo al ejército que de lejos estaba asediando el templo y que en breve descubriría que ya no contenía lo que estaban buscando y sin duda los perseguiría.

Solo confiaba en que el Yōkai pudiera ocultar su rastro.

De alguna manera se habían acabado reuniendo los más extraños personajes de la zona, y de alguna manera había una conexión entre ellos. O por lo menos con los textos sagrados, para defenderlos. El sacerdote que les dio la bendición tenía el pergamino del templo así que por fuerza tenía que confiar en él. El resto ya tendría tiempo de sondearlos más tarde, ahora era el momento de salir corriendo de ahí.

Su hermana, se estaba dejando llevar por el ímpetu del momento y quería defender el templo, pero ellos no podían defenderlo. Todas las decisiones debían suponer un sacrificio, y el templo, si es que el ejército decidía atacarlo sin el pergamino, era una pequeña pérdida comparada con los manuscritos que ellos debían encontrar y defender, así que apremió a todos sus compañeros a pasar por el arco Torii, empezando por su hermana y la tal Yeona, la cual acompañó atrevidamente con la mano rozando su espalda, y que ya acabaría contando su historia sin invenciones ni vacilaciones.

- Vamos, no hay tiempo que perder.

Seijuro se quedó al lado del portal para asegurarse que todos acababan pasando por el aro. Él, o el mismo Arandel, que lo creó, serían los últimos a pasar.

Lena se mantuvo al lado de Raiko con la guardia alta, preparada para saltar a bloquear cualquier golpe sopresa que le pudieran lanzar. Le gustaba confiar en la gente, sabía que la mayoría era buena por naturaleza, pero en ese instante era mejor no confiarse demasiado. Cuando se reunieron en las escaleras, levantó la cabeza y desde su altura hechó un vistazo a los nuevos integrantes del grupo de Rakio. Su rostro de enfado pasó rápidamente a una sonrisa cuando su tetsubo golpeó el suelo. Se apoyó en él y con la mano indicó a todos los otros que pasaran antes que ella dentro del portal.

-¡Blanditos primero!-Dijo sin ánimo de ofender, y de forma bastante alegre-Ya tendremos otra oportunidad para saldar las deudas de hoy.

Una vez pasaron todos, siguió ella pero no sin antes hechar un vistazo hacia atrás. Darle la espalda al enemigo no era algo que le gustara hacer y en ese mundo de magia era más peligroso de lo que parecía.

¿Pergamino del Amor? ¿Las Doce Lecciones de Irori? Era lógico que el sacerdote se preocupase por poner a salvo las reliquias del templo pero el resto parecían igual o más interesados. Tal vez su presencia en el templo no era tan casual después de todo. Pero no era momento para preguntar por aquello.

 - Un placer conocerles, pueden llamarme Arashi - su educada reverencia concordó poco con su aspecto - Ignoro cual es la situación en el interior del templo pero Sumeragi-sama tiene razón, no deberíamos abandonar el templo a su suerte - era agradable encontrar un samurai que se preocupase realmente por la gente - Al menos deberíamos ayudar a evacuarlo -

Le desesperaba haber llegado hasta allí para ahora irse estando en las mismas puertas. Aún así tenía la sensación de que la persona que había acudido a ver estaba justo a su lado. Y extrañamente el sacerdote parecía compartir la opinión de que era mejor irse cuanto antes. No fue hasta ver como los ninja cambiaban su objetivo que empezó a sospechar que allí había mas en juego de lo que sospechaba.

 - Pero si el motivo de su ataque es obtener el pergamino del que habláis entonces quizás los monjes de Eikō-ji tengan más posibilidades de ponerse a salvo si lo alejáis de aquí -

Espero a ver la decisión del aasimaar, cruzando el portal una vez Shen Long lo hubiese atravesado.

"Ya ayude un poco, desde dentro. A evacuar" aclaro, se que el maestro estara luchando y acabando con tantos shinobi que sua negros corazones deben de estar llenos de pavor. Y que la.magia que deje ayudandole impedirá que le ataquen a traición.

"El mismo maestro me ordenó abandonar el templo y partir a buscar el resto de pergaminos" digo, aunque claramente no estoy en absoluto conforme con tener que abandonarles a su suerte. Sin embargo el destino de todo el continente está en nuestras manos.

"Limpiemos el camino y partamos de aqui"

De todos aquellos recién llegados, el único que hizo el menor caso a Keiko fue el hombre alto y fornido, de rostro enmascarado, que había desencadenado la tempestad sobre los enemigos del templo. Incluso Seijuro desoyó sus palabras y se apresuró a conminarles a todos a huir por el torii mágico.

Keiko no era estúpida, sabía que un pequeño grupo, por poderosos que fueran sus miembros, no podía vencer a un ejército entero, pero huir y abandonar a los monjes y a los demás pobladores de Eikō-ji le dejaba un enorme regusto amargo. E incluso el enmascarado finalmente también se mostró partidario de marcharse.

Pero sus palabras no carecían de razón. Si lo que aquel ejército quería era el Pergamino, y se lo llevaban de allí, quizá dejaran de tener motivos para atacar el templo y se retiraran. Aquel pensamiento le hizo más tolerable la idea de irse.

Cogió la mano de la chica, Yeona, y le dijo:

-No te separes de mí, ¿de acuerdo?

Y siguiendo las instrucciones de su hermano, corrió con ella hacia el Torii mágico, cruzando al otro lado.