Partida Rol por web

Luego de que uno de los asesinos quedara paralizado por la Magia del elfo, los asesinos recibirían la peor parte.
Wufan atacó con su bastón, alargado para acortar la distancia, y le propinó tres potentes golpes a su enemigo que le mandaron irremediablemente al agua, probablemente muerto.

Asaltante 3: KO

Luego actuaría Arashi, que con su magia lanzó varios proyectiles de energía los cuales derribaron a los cuatro asaltantes que quedaban en pie excepto a uno.
Eso lo aprovecharía Lena para atacar a uno de los asaltantes caídos, propinándole tres potentes golpes con su Tetsubo, a los que milagrosamente pareció sobrevivir.

Asaltante 4: 44 y 6 Proyectiles mágicos, 50 PD

Finalmente Shen Long no se quedó de brazos cruzados, y lanzó un conjuro para potenciar vuestras capacidades.
Con uno paralizado, otro muerto y dos tocados en mayor o menor medida, los asaltantes entendieron que sus opciones de victoria eran prácticamente nulas, y parecía que su intención era la de lanzarse al agua.
No obstante, tanto Keiko como Alandrel quizás pudieran evitarlo.

Rodeada por aquellos extraños asesinos, posición en la que se había metido a sí misma muy a propósito, Keiko concentró su ki en la espada y soltó un grito mientras trazaba un kanji en el aire con la punta de Takahane. 

- ¡Escarcha, muerde a mis enemigos! ¡Kyōryokuna Tōshō!

Al momento, el filo de la ancestral katana empezó a refulgir con una suave luz azulada, mientras el acero parecía tornarse más pálido, y una bruma empezaba a levantarse de ella a medida que su temperatura descendía de manera sobrenatural. 

El ceño de la kensai se frunció casi imperceptiblemente, y entonces pasó a la acción, convertida en un furioso huracán de acero cortante. 

Partir la Seda.

Takahane centellea en un amplio arco, que traza una curva hacia el final para asestar un corte ascendente dirigido al cuello.

El Halcón Emprende el Vuelo.

Keiko salta usando el impulso ascendente, y la hoja de Takahane silba cortando el aire.

La Grulla Extiende las Alas.

Aterriza entre dos de los asesinos y encadena a la perfección dos golpes laterales, una a cada lado, tan rápidos que Takahane parece haberse convertido en dos alas de acero desplegadas de repente.

Plegar el Abanico.

Con un volteo, Keiko invierte el agarre de Takahane y asesta una estocada hacia atrás sin darse la vuelta, atacando sin mirar al  asesino que ha quedado a sus espaldas tras su salto. 

El Vacío ha entrado en ella. Es una con la espada. No existe nada fuera del combate. 

Conforme vea que empiezan a huir, tengo claro que no puedo permitir que vuelvan con la información. Voy preparando el mismo hechizo que hice el dia anterior, una orden imperiosa.

Pero ¿Realmente hace falta?
Keiko parece ser una con la espada, una con los elementos, con el Ying y el Yang de la tierra.

Así que tras ver como su brazo, su espada y su cuerpo se mueven en armonía, sólo puedo decir una palabra. Una sola.

"Ken-sai"
Ella es la verdadera Santa de la Espada. La Kensai. De los que nacen unos pocos cada generación.

Keiko hizo estallar en una explosión de escarcha a uno de los asaltantes, e incluso tuvo tiempo para rematar a otros dos más.
El último de los asaltantes quedó aturdido por la escarcha que ahora envolvía la Katana de la Sumeragi, por lo que fue rodeado por Wufan, Lena y Hakko.
Finalmente decidió soltar sus armas y entregarse.

Tanto él como su compañero paralizado por la Magia de Alandrel, fueron capturados.
¡Llevadlos a los calabozos! ordenó Alfredo a su tripulación, los cuales tenían sed de venganza al haber sido asesinado uno de sus compañeros por esos asaltantes.
¡Y calentad los hierros! añadió en un tono malicioso.

Los dos asaltantes fueron llevados a la bodega entre gritos (o mejor dicho piares) de alegría, mientras el Capitán y Alandrel registraban los cuerpos de los caídos.
Estas espadas… dijo el elfo, señalando una de las armas de los asaltantes …juraría que son de manufactura Hwanggot… comentó, mientras el Capitán asentía.

Han venido a nado. Y el único sitio desde el que pueden haber venido es… miró a los barcos con forma de tortuga que se alejaban.

A lo mejor pretendían registrar el barco en nuestra ausencia… murmuró Alandrel.

Pues eligieron el barco equivocado. Menos mal que estabais aquí.
La pregunta es, ¿qué harán cuando se percaten de que sus hombres no vuelven? contestó Alfredo, dejando la pregunta en el aire.

Una sonrisa marcó el semblante del vanara.

- Wow, desde luego menudo despliegue.

La actuación de Keiko había sido de los más impresionante y Wufan se sentía impresionado. Hizo una leve reverencia hacia la muchacha. Luego cambió de tono.

- Así que por eso tan dóciles, tardamos poco en convencerlos, han utilizado nuestro mismo juego. Una pena no habernos infiltrado finalmente en su barco, hubiéramos desentrañado antes todo esto... ahora tocará tortura si queremos saber algo. Espero que entre su tripulación haya alguien ávido con la disuasión, no queremos que esto se convierta en una escabechina, solo saber qué traman a ser posible sin más bajas.

Era curioso pero le preocupaba el estado de los prisioneros tras haber reducido a algunos de ellos sin miramientos, parecía que tener que salvar la vida lo cambiaba todo frente a tener que quitarla.

- Esto retrasará nuestros planes de buceo, me temo. No podemos dar un paso más sin saber si esos barcos volverán o qué trama de verdad esta gente. Comentasteis que son pacíficos, esto no cuadra con eso. Aquí hay un misterio más grande de lo que esperábamos, es hasta posible que sepan de las 12 lecciones y hayan venido a por ellas con cualquier excusa, o que los estén utilizando para conseguirlas.

Keiko abandonó el Vacío y el mundo volvió a cobrar vida a su alrededor en toda su dimensión. Realizó el chiburi antes de envainar de nuevo a Takahane y volverse hacia sus compañeros. Devolvió tímidamente la reverencia que le dedicó Sun Wufan, antes de mirar a Seijuro durante un segundo. 

Luego volvió su mirada a los cadáveres que la rodeaban y a los intrusos derrotados que seguían con vida, mientras a su alrededor se hablaba de hierros al rojo vivo y...

-¿To... tortura? ¿Es necesario? Han sido vencidos... ¿No bastaría con interrogarles sin hacerles más daño?

Suspiro.

Me acerco a uno de los presos, dejando que a cada paso las lecciones divinas de Irori vayan permeando el suelo, el aire, y hasta los mismos rayos del sol

"No tienes por que seguir trabajando para los que quieren la destrucción de nuestro mundo"
"Este lugar está lleno de bondad, de nuevos comienzos. Y lo mejor de tí aun está por salir" le digo, contemplandole a la misma alma "Dime ¿Estás dispuesto a ser un hombre mejor? ¿A aprender la nobleza de la misma Kensei?"

"Cuentanos, Quien os mandó, y para qué"

Lena calmó su ira y su cuerpo volvió a la forma de siempre. Bostezó sonoramente antes de acercarse tambaleándose al lado de Shen Long. Usando el tetsubo como bastón en el que apoyarse, observó a los prisioneros con esos cansados ojos. Un gruñido leve emanaba de ella, aunque era bastante complicado saber si venía de su cuello o de su barriga. Se encontraba entre profesionales y hasta que no le dieran la orden no iba a actuar.

Arashi asintió en silencio a la apreciación del sacerdote sobre la esgrima de Keiko. Tenía una destreza increíble para alguien tan joven, al igual que Wufan. Apenas podía seguir con la vista los golpes de ambos. Los asaltantes no habían sido rival.

- No sabría deciros, Sumeragi-dono, a Wufan-dono no le falta razón. Un poco de tortura va de maravilla para soltar la legua de los cobardes. Y esta escoria no se merece otra cosa si rechaza la piedad de los cielos - se aseguró de hablar lo suficientemente alto como para ser escuchado por el prisionero, su voz resonando siniestramente tras la máscara - Además ha pasado ya tiempo desde el último desmembramiento, y las ejecuciones siempre levantan la moral de la tripulación - en realidad le asqueaba profundamente la idea de torturar a un ser vivo, pero suponía que el vanara había sacado el tema para meterle el miedo en el cuerpo al prisionero. Igual que estaba haciendo el. 

Y si todo fallaba siempre podía recurrir a su magia para intentar engatusarle. No era algo muy horonable, pero seguía siendo mejor que la tortura. 

​​

Si algo estaba claro, era que el trío de barcos Hwanggot se alejaban cada vez más y ya prácticamente eran invisibles si no se usaba el catalejo de Alfredo para verlos.
Así que no parecía que fueran a planear un ataque.

Los polluelos habían tardado nada y menos en poner los hierros al rojo. Uno de sus compañeros había caído en la infiltración de esos hombres, y ahora querían sangre.
Alfredo se acercó para tomar uno de esos hierros, aunque se detuvo cuando Shen Long se dirigió a los asaltantes, intentando convencerles de que colaborar era una forma digna de redimir sus actos, y transmitiéndoles la seguridad de que si hablaban, el sacerdote iba a garantizar su integridad física.

Uno de ellos, comenzó a hablar tímidamente, en el idioma Tian-min de Minkai, aunque con un fuerte acento.
Nosotros… Almirante Kim Hyeon nos envió para comprobar si Princesa Yeomi está en el barco.
Si nosotros encontrar, tengo que usar esto… con cuidado para que no pareciera que iba a sacar un arma, sacó de su cinto un fardo envuelto firmemente. En su interior había una cajita de metal, que evitaba que el agua entrase.
Al abrir la cajita (sin cerrojos ni nada más allá de un pasador) reveló un cohete de pirotecnia, de los que se usaban en los festivales para alumbrar el cielo, así como yesca y pedernal para encenderlo.

Con esto el Almirante saber que nosotros encontramos a la Princesa y atacar este barco hasta recuperarla.
Cada uno de nosotros tiene un cohete igual. Si nosotros no volvemos, podrá pensar que nos habéis matado porque ocultáis a la Princesa… dijo, aún sin saber que realmente estaba allí. …dejadnos ir. Nosotros le contaremos que no encontramos a la Princesa y que el resto cayeron al enfrentarse a vosotros, que los tomasteis como intrusos.
Así Almirante dejará en paz a vosotros… sugirió el tipo.

Alfredo miró a unos y otros, y se encogió de hombros.
Se han alejado pero aún podrían volver. Dejarlos ir no me gusta, pero es posible que sea nuestra única opción de deshacernos de los pesados estos. respondió El Capitán.

Alandrel asintió.
Ya han muerto suficientes personas por un malentendido.
Dejemos que se vayan los dos que quedan en pie, y confiemos en que hayan visto de lo que somos capaces y hagan todo lo posible para convencer a su Almirante de que no le conviene enfrentarse a nosotros… dijo el elfo.

Hakko guardó su Ninja-to, y le dio una palmada a Shen Long en la espalda.
Uyyy, estás tan guapo cuando te pones tan serio… dijo en un tono jocoso, sabiendo que el aasimar no estaba acostumbrado a ese tipo de cumplidos.

Yun Mei se cruzó de brazos, esperando una decisión, aunque se intuía que no le gustaba la idea de dejarlos ir sin más.

Aunque por fuera intento mantenerme serio, posiblemente alguien como Hakko vea que sus comentarios me consiguen sonrojar bastante.

"Hakko-San... de veras que eres un caso" le murmuro en un instante de humana complicidad. Aunque ninguno seamos humanos.
Desde luego, la pícara puede distraer los pensamientos de cualquier hijo de la carne ¡Pero es condenadamente efectiva en todo cuanto hace!

"Acércate, guerrero" le digo al preso

Sacando mi Dorje, una especie de varita mágica de acero, curo algunas de sus heridas.

"Jura que no revelarás nada acerca de la Princesa Yeoni, pues ella ha sido elegida por todos los dioses de Xian-Tia para una misión importante. Una que protegerá nuestro reino, así como a tí y a todos tus seres queridos"

"Ahora tú tienes una parte importante en esta mision. Debes de guardar el secreto. Juga por las vidas de todos bajo el cielo y en la tierra que guardarás secreto de cuanto viste. Y protegerás la libertad de la princesa"

Así dejo que la bendición caiga sobre él, mientras demando su honor.

Esta vez se dirigió directamente a los prisioneros.

- No me gusta mucho la idea de soltaros, nada nos asegura que no nos traicionéis. Umh, deberíamos votar esta decisión, para mí enemigo bueno es enemigo muerto.- Seguía con el mismo tono.- Pero la decisión deberá ser secreta, reunámonos en otro lado.- Con esto se aseguraba poder explicar sus palabras, necesitaban una garantía que les permitiera saber de verdad que no los atacarían, quizá desterrar a los prisioneros a otro plano unos meses, negarles temporalmente el habla y la escritura o algo similar sin llegar a matarlos, no parecían ya una amenaza y tampoco debían eliminarlos a sangre fría, aunque si asustarlos. Si, quizá sea eso lo que necesitan, un buen susto para no estar tentados a vendernos.

En todo caso solo podría exponer esto en privado si conseguían hablarlo.

Necesitaba un trago, sin duda. Comenzó a valorar la posibilidad de pedírselo a la tripulación, debían llevar a bordo algún licor y no creía que se lo negasen, antes de lanzarse al agua sería una buena opción, o durante la noche si tenían tiempo de descansar. Si, esta noche será un buen momento para celebrarlo si iban a poner en peligro sus vidas. Se desquitaría antes por lo que pudiera pasar. Echó un vistazo alrededor, las mujeres del grupo emanaban una gran belleza aunque reconocía que se había sentido atraído especialmente por alguna de ellas. Quizá junto al alcohol podría compartir algo más, se había unido al grupo esperando la gloria y sin duda llegaría pero en este momento no estaba tan seguro de que fuera a resultarles fácil o que no hubiera ninguna baja, hasta ahora no se habían enfrentado a enemigos que pudieran abatirlos pero recordaba bien el ejército que habían dejado atrás y que por unas horas no habían llegado antes al templo.

Umh, dura es la vida del héroe!!

Volvió a mirar a los prisioneros esperando que no hubiera más de camino o alguna sorpresa similar antes de que anocheciera. Y mucho menos antes de volver de ahí abajo.

No se quitaba en ningún momento la idea de sumergirse.

A Keiko le impresionó la reacción del sacerdote Shen Long. Si de verdad los intrusos eran hombres honorables que cumplían con su deber, mostrarles bondad y hacerles sentir partícipes de la misión sagrada encomendada por los dioses sería la mejor garantía de que guardaran silencio. En verdad, era un hombre muy sabio... además de apuesto, como había remarcado Hakku de manera tan descarada.

Entonces Sun Wufan declaró una solución más drástica, y Keiko temió con el corazón en un puño que fuera a cumplir su amenaza. Ella misma había matado a algunos de ellos, pero aunque lamentaba la pérdida de sus vidas, había sido en combate, en cumplimiento de su propio deber de proteger a sus compañeros y a la misión. Pero ejecutar a prisioneros a sangre fría era muy distinto... 

...y entonces se dio cuenta de la treta de Sun Wufan. ¡Pretendía asustarles para que aceptaran con más facilidad la propuesta de Shen Long! Y cuando el vanara celestial les emplazó a hablarlo en privado, quedó claro del todo que esas eran sus intenciones. 

Keiko había demostrado que sabía luchar, pero sentía que aún le faltaba todo por aprender del mundo real, del mundo fuera de la mansión familiar donde había vivido toda su vida. Tendría que aprender, y más le valía hacerlo rápido, si no quería que en algún momento u otro su ingenuidad pusiera en peligro en misión.

A solas con sus compañeros, miró a Seijuro, Sun Wufan y a los demás, antes de preguntar:

-Vamos a dejar que se marchen tras jurar su silencio, ¿verdad? Como ha dicho Shen Long-Sama...

Arashi revisó los cuerpos de los asesinos caídos, y del incapacitado,  tomando de los mismos el resto de cohetes de señales para asegurarse de que no ocurriese ningún accidente. 

 - ¿Y como se supone que tenéis que volver con el Almirante? ¿Acaso tenías algún punto de encuentro establecido? - Por buenos nadadores que fueran dudaba que aquellos tipos pudiesen dar alcance a un barco a braza. O eso o algo les estaban ocultando. Debían de estar muy desesperados por encontrar a Yeona si enviaban a sus hombres en incursiones tan suicidas.

Cuando se retiraron para hablar el hechicero relajo su amenazante postura, no parecía que el prisionero necesitase alicientes para ver la lógica y la virtud de las palabras de Shen Long.

- Si lo que nos ha dicho es cierto matarlos o encerrarlos no nos sería de ayuda, sus compañeros nos buscaran igualmente - y le desagradaba la idea de ejecutar a alguien indefenso - Sera mejor dejarles ir y confiar en que no nos delaten, aunque sea un riesgo - dudo un poco antes de continuar hablando a regañadientes - Si la labia nos falla podría usar mi magia para hacerles creer que son nuestros amigos y volverles más receptivos. Pero eso tan solo nos daría una docena de lunas, antes de que se desvaneciese el efecto -

 ¿Tal vez debieran consultar con Yeona todo esto? Al fin y al cabo estaban hablando de sus compatriotas, y era ella a quien buscaban. La pobre tenía derecho a saber al menos lo que había ocurrido.

Lena, que empezaba a recuperarse del cansancio causado por sus poderes, les miró de arriba a abajo antes de escuchar con atención las propuestas de sus compañeros. Aún con el equilibrio algo perjudicado, habló como cual se acababa de despertar.

-Si los matáramos tampoco les confirmaríamos que la princesa esta aquí, solo que somos buenos guerreros con poca paciencia-Hizo una pausa para cambiar el peso de pierna-Y de lo primero estoy segura al cien por cien.

Tras decir eso se tambaleó un poco para acercarse a Shen Long, quien parecía ser el cabecilla en ese momento, y le susurró al oído la idea que tuvo. Intentó no tocarle para no enfadarle, ya sabía como se ponía la gente importante ante el contacto. Interpuso una mano entre ellos y los enemigos para que no le pudieran leer los labios, casi como si cotillearan.

-Los podemos dejar ir, pero les debemos dar una razón para que no quieran que sus camaradas vuelvan, o al menos sin un ejército. Un espectáculo mágico o algo así...

"Es lo que he hecho" digo acercándome a Lena, la encantadora simpar "Ahora son cómplices en nuestra noble tarea para salvar los reinos"

""

Uno de los dos asaltantes miró a Arashi cuando le preguntó cómo debían volver con el Almirante.
Nuestra misión era informar en caso de hallar a Princesa. No importa cómo regresar. respondió.

Alfredo negó con la cabeza.
Ohh… menudo líder está hecho ese Almirante… ¿así que dejó a sus hombres a su suerte? Cuánto liderazgo… dijo en un tono fastidiado.

Alandrel miró a los dos prisioneros y luego a Arashi.
Su misión era descubrir si la Princesa está aquí. Cómo regresar no era prioritario para ellos. De todos modos, aún estamos cerca de la costa, las aguas están calmadas y podrían haber vuelto a sus barcos nadando si como parece son buenos atletas. opinó sobre los prisioneros.

Hechizarlos para ganarse su amistad puede ser una buena opción.
Un seguro, más bien.
Aunque creo que con las palabras de Shen Long-san será suficiente. afirmó, mirando al aasimar.

La intervención de Lena puso tensos a los prisioneros, o quizás simplemente estaban asustados…
¡No! ¡No es necesario matarnos! ¡Nosotros comprendemos que Princesa Yeomi necesaria para salvar Tian-Xia! aseguró uno.

¡Nosotros convencemos a Almirante Kim Hyeon de que no estar aquí! añadió el otro.

Alfredo se encogió de hombros.
Por mí se pueden largar… si nos traicionan y vienen al ataque, les arrasaremos. Además si sospechan que la Princesa está aquí, no creo que se atrevan a dar cañonazos como locos. Si no a intentar abordarnos… y eso no lo van a tener nada fácil… dijo sonriente.

Alandrel asintió.
Dejémosles ir, tenemos otras cosas mucho más apremiantes ahora. afirmó.

Hakko bostezó y se apoyó en uno de los palos, rascándose la cara de un modo un tanto felino… o zorrino…
Mientras que Yun Mei parecía de acuerdo con su Capitán.
Los barcos tortuga de los Hwanggot son temibles contra embarcaciones estándar. Pero el Valeroso está armado con cañones del oeste, que pueden destrozar sus barcos sin demasiados problemas.
Sus cañones no tienen la misma potencia y necesitarán acercarse para hacernos daño real. Y como dice El Capitán, no harán tal cosa si creen que la Princesa está a bordo.
Y eso sin contar con la Magia de la que disponéis aquí…
Así que podemos dejarles ir tranquilos. afirmó, convencida de que era seguro hacerlo.