Partida Rol por web

-Vaya...es decepcionante el camino que habéis escogido, jamas había visto tal insensatez. No niego que esperaba algo así de algunos, pero tú Septimus...pensaba que eras mas inteligente que los demás. Y por cierto, deberías guardar mas respeto hacia un superior...pero por esta vez lo dejaré pasar y te concederé tu deseo.

Lentamente desliza las manos hacia el cráneo que le cubre y sin ninguna prisa por acabar se despoja de él. Pero el rostro que se ocultaba detrás os hace palidecer de inmediato. Lo que surge no se parece apenas a un rostro humano; blanco como la tiza, dientes convertidos en auténticos colmillos, sin nariz y unos ojos amarillos con pupilas de gato.

La sola existencia de esa criatura es un agravio para la casa Tremere, un ejemplo de falta de control y ambición de poder desmedido por los que participaron en ese ritual. Han hundido la reputación de la Casa Tremere y no se puede permitir que sigan con vida.

No tienes ni idea de que criatura es, dado que has estado demasiado tiempo alejado de la Orden y nunca te has encontrado con nada parecido.

Parece que mi oferta no le ha parecido bien, una lástima, me habría encantado incrustarle ese cráneo en la cara... pero parece que está más interesado en Septimus que en lo que yo pueda aportar. Tengo que decir que eso estaba bien, aunque la idea de quedarme enseñándole el puño y que no se de por aludido, me molestaba.

Tras el cruce de palabras con mi compañero, parece que el desconocido está dispuesto a cumplir, servicialmente, con la petición de Septimus. Aquella cara era indescriptible, nada de lo que hubiera visto antes se le parecía, ni siquiera de lejos, ¿qué demonios era aquello? Parece que no tendré ocasión de averiguarlo ahora mismo.

-Qué feo eres, cabrón -y cumpliendo con mi amenaza preparo el puño para descargarlo-.

Su habitual sonrisa se le congeló en los labios y poco a poco se fue convirtiendo en una mueca de profundo desprecio.

-Monstruo. Jamás aceptaría a algo como tú como mi superior, por mucho que puedas haber formado parte de la casa Tremere algún día. - escupió Septimus. Un asco profundo surgió desde el fondo de su alma y se reflejaba en su rostro. ¿Por qué seguía existiendo si se supone que se los había destruido a todos hacía ya unos años? 

Y aunque sabía de lo peligrosas que eran esas criaturas por el poder que albergaban se dispuso a enfrentarse a él, aunque la acción del salvaje le dejó perplejo.

¡ZAS!

El puño de Oskari se estrella en su cara con un ruido sordo, pero no antes de que misteriosamente la capucha se ponga en su sitio sola, cubriéndole parcialmente el rostro. Parece que no se esperaba un movimiento así y ha recibido de lleno el impacto. Pero no protesta o chilla, ni siquiera se tambalea por la sorpresa y cuando retiras la mano te das cuenta de que no parece haberle afectado lo mas mínimo. Con una sonrisa de suficiencia se limita a lanzar una patada hacia atrás, donde a pesar de no haber nada parece toparse con algo sólido y derrumbarlo. Unos instantes después surge de la nada Excelsius, tirado boca arriba en el suelo.

Armand guarda unos instantes silencio y luego asiente

- Os agradezco vuestras palabras, y quedo obligado por vuestra generosidad. Sin embargo mis compañeros y yo prometimos dar con él... y además cuatro de nuestros compañeros están buscándolo. Si lo encontraran ellos solos sería un desastre. Permitidme que abuse algo más de vuestra paciencia, ¿podrías decirnos como encontrarlo o donde? ¿y el aspecto y ropas que llevaba cuando lo visteis?

Demasiado poderoso... Sí, eso ya había quedado claro desde el principio de la misión. Aquello les superaba ampliamente. 

Bueno, parecía que fuera lo que fuese lo que reconcomía la cabeza a Aigor no iba a ser de ninguna ayuda, y el embozado misterioso tampoco se había ofrecido a echarles una mano. Aunque quizás era porque no se lo habían pedido...

Caballero, ¿y vos no podríais ayudarnos a capturar a ese hombre? Parece que sabéis más acerca del peligro que representa que nosotros mismos. 

Dudaba que quienes les habían encargado la misión aprobaran que unos extraños se inmiscuyeran, pero Remiel creía que, para enfrentarse a a aquel monstruo, toda ayuda sería poca. 

Murmura algo para si mismo en el mismo idioma extraño antes de contestar-A mi pesar, me temo que no puedo ayudaros en vuestra misión, pues no poseo poder alguno para enfrentar a ese ser. Lo único que puedo daros son palabras, escuchadlas con atención; el fuego es su enemigo, así como la luz del sol. Veloz y de fuerza hercúlea, no dejéis que os sorprenda. La sangre es su alimento, usadla como cebo si queréis atraerlo.

-Os deseo suerte-añade mientras se levanta. Su acompañante hace lo propio y le entrega una serie de fardos, que parecen pesados-Que Dios esté con vosotros.-y suben por las escaleras hace su habitación

Ahora si que empiezo a estar impresionado y mi boca abierta, acompañando a mi cara de sorpresa, lo demostraba mejor que cualquier frase que pudiera decir.

-¿Quién eres? ¿Y qué se supone que eres tú? Esto no es natural ni humano, me atrevería a decir.

Su siguiente movimiento es dar una patada al aire, que algo se cayera al suelo y apareciese Excelsius. Menudo grupo de batida habíamos formado, y ahora estábamos los tres, solos, a su merced. Mientras el resto estaría disfrutando de una cama mullida y, probablemente, de cerveza. 

Observando al hombre retirarse a sus aposentos, Remiel repasa en voz alta sus consejos; quizás compartir sus ideas con Aigor y Armand le ayude a encontrar la mejor forma de enfrentarse a su presa.

Pues vaya unas advertencias más raras... dice que no sabe quién es la persona (o el ser) al que perseguimos, pero parece  que el caballero está muy bien informado acerca de sus fuerzas y sus debilidades, ¿no?... 

Remiel bebió de su copa, esperando que se le aclararan un poco las ideas.

Por lo que parece, esta criatura es más fuerte durante la noche; ¿no sería más lógico, por lo tanto, tratar de atraparle de día? Dice el hombre misterioso que nuestro enemigo es demasiado poderoso para nosotros, y que es en las horas oscuras cuando su fuerza está en su punto álgido. Propongo, por lo tanto, resguardarnos de él durante la noche y salir a cazarle cuando el Sol ilumine las calles. No se lo pongamos aún más fácil. 

Es entonces cuando Remiel tiene un lúgubre presentimiento.

¡Por los rayos de Júpiter! ¡Nuestros compañeros están allí fuera! ¡Deberíamos advertirles del peligro que corren paseando de noche por la ciudad! ¡Tenemos que encontrarles antes de que lo haga la Criatura! ¡Vamos!

Remiel se levanta y se dirige hacia la puerta, dispuesto a encontrar al resto del grupo.

Armad mira como Remiel se levanta y hace el gesto de seguirle, pero luego niega con la cabeza

- Esperad Remiel... recordad el instrumento que nos dieron. Podríamos necesitarlo  - el mago mira a Aigor- Sube y que Papagena y Barry dejen lo que estén haciendo de inmediato. Y vengan con el artefacto que nos dieron en la alianza. Corre, nuestros sodalis pueden estar en peligro

El tiempo apremiaba, pero Armand tenía razón. Con un leve asentimiento, Remiel esperó a que los demás bajaran de las habitaciones para salir a buscar al resto de la tropa.

Si nuestro Enemigo es tan poderoso como nos han dicho, lo último que debemos hacer es separarnos e ir cada uno por su lado. Si queremos tener alguna posibilidad de vencerle, debemos permanecer unidos.

Armand miró hacia arriba. Indiscutiblemente tenso. Indiscutiblemente preocupado. Indiscutiblemente esperando

- Por el amor de.... ¿tanto tiempo necesitan para bajar? ¿qué estarían haciendo tan importante? - y a pesar de la gravedad del momento, o tal vez por ello mismo, no evita una ligera y sardónica sonrisa matizada por la gravedad del susurro que sólo puede escuchar a su lado Remiel - Apresuraos  

Con parsimonia vuelve a colocarse la mascara de hueso, no sin antes dirigiros unas palabras-Marius era el nombre que me dieron cuando ingresé la Casa Tremere, si te place úsalo. Y si a estas alturas no sabes en que me he convertido, pregunta a Septimus, el sabrá orientarte-una risa socarrona se desliza por los huecos de la calavera.

-Sería un grato placer mataros si de mi dependiera, pero mi superior os quiere vivos-chasquea la lengua con desagrado-al menos por el momento. Y supongo que como seres estúpidos que sois, aún querréis recuperar el libro enfrentándoos a mi, ¿no es cierto?