Partida Rol por web

Veronique despertó. Estaba completamente sudada y sentía un gusto amargo en su boca. Miró a su habitación, todo estaba como antes, salvo por las ventanas abiertas. Ella recordaba haberlas cerrado antes de acostarse ¿Las había abierto una mucama? Como sea, las cortinas se movían y entraba bastante niebla por la ventana.

-Miau

El maullido tomó por desprevenida a Veronique. Levantó la vista y vio a una gata persa de un blanco pelaje sentada en una silla de un rincón de la habitación. El animal miraba fijamente a Veronique, como si la estuviese evaluando en silencio.

Veronique lanzó un alarido cuando vió al animal. Después, refregó sus ojos y pasó sus manos por su cara. Cuando pudo ver con claridad, se dió cuenta que tan solo era un gatito.

Se relajó, mordió su labio interior y se sentó en su cama. Se quedó mirando hacia a la nada unos segundos, suspiró, salió de la cama y se paró. Se dirigió al gato y lo acarició ¡Qué susto me diste michino! Lo siguió acariciando y su mano se fue dirigiendo hacia el cuerpo del gato. Que hermoso...

Mientras estaba concentrada en el gato por su mente pasó un flash de la horrible pesadilla que había tenido. Sacó su mano bruscamente del animal y una expresión de terror se apoderó de su rostro. Oh... dios...

Caminó por la habitación lentamente mientras trataba de superar la extraña pesadilla. Pero, en su mente, pasaban flashes de la misma, generando punzadas de dolor en su cuerpo. Las imágenes aturdieron a Veronique, junto al dolor provocaron que ella cayera al piso. Llevó sus sus manos en su cabello y cabeza.

Cuando las imágenes cesaron y el dolor se hizo soportable, Veronique se levantó del suelo y se dirigió al baño. Una vez en el, se lavó su cara, buscando relajarse. Levantó su cabeza y miró su rostro en el espejo... Una mueca de terror atravesó su cara. Estaba horrible, demacrada.

Abrió la canilla de la ducha, se desvistió y entró en ella. Mientras el agua pegaba en su nuca y recorría su espalda, Veronique trató de despejar su mente.

Veronique se estuvo bañando durante varios minutos, tratando de relajarse y despejar su mente de semejante pesadilla que había tenido. Cuando notó que ya se le estaban arrugando los dedos de tanto estar en el agua, decidió salir tapada por una toalla. 

El gato ya no estaba en la habitación, seguramente se había marchado por una de las ventanas. La niebla seguía entrando, lo cual era sorprendente ya que el cuarto de Veronique estaba en el segundo piso y eran las 11 de la mañana. Su estómago comenzó a rugir y decidió que debía ir a desayunar. 

Veronique entró a su habitación e inmediatamente se acordó de su pesadilla. Trató de aclarar su mente y pensar en otra cosa, entonces se sentó en su escritorio, dejó su móvil a un lado y ojeó sus álbumes de fotografías buscando algunas de Jaz. 

Tenía impresas sus fotos preferidas, aunque sonaba un poco antiguo ya que ahora todos los fotógrafos tienen sus fotos en memorias o computadoras, Veronique valoraba mucho la sensación de una foto sobre el papel.

Se detuvo en algunas fotos, eran todas en interior, esta vez podría hacer algo en las cercanías del bosque, en el jardín o por allí. Mientras ojeaba las dejaba que su imaginación fluya...

Veronique se había entretenido mirando sus fotos, siempre solía sacar muchas fotos. Alguien tocó la puerta y se levantó de la silla para ir a atender. Su sorpresa fue grande al ver a André con la misma cara de soso de siempre, pero detrás, casi oculta, estaba Jaz. 

-Ehm... tu amiga... - Musitó André mientras daba un paso al lado para dejar a la vista a Jaz - Bueno... me voy

El chico se fue lo más rápido que pudo del lugar. Parecía incomodado, ya que no hablaba mucho con Veronique cuando peleaban. 

-¡Veronique! - Exclamó Jaz ni bien André se fue. Entró a la habitación y la saludó con un cálido abrazo - ¿Como estás? - Preguntó a modo de saludo. La chica desvió su mirada hacia la habitación de Veronique y levantó una ceja impresionada - Me encanta... - Murmuró para sus adentros.

Jaz dirigió su mirada hacia Veronique nuevamente - Esta casa está llena de gente! Tu hermana trajo otros dos invitados y que uno es un bombonazo y... ¿Qué hay de la tal Matilde? - Preguntó con una sonrisa mientras fruncía el ceño. 

Veronique abrazó con fuerza a Jaz. ¡Te extrañaba! Emmm... si. Estamos rodeados de personas aquí, Matilde es una prima y Alicia seguro que está con alguien del trabajo.

Veronique volvió hacia el escritorio. Ordenó los álbumes y buscó su camara. Puso algunos lentes en el bolso y lo colgó en su hombro. Por último, colgó su cámara en su cuello.

¿Vamos por ahí? Podríamos ir al jardín trasero... Veronique miró a Jaz, le sonrió y se dirigió a la puerta.

Veronique suspiró nuevamente cuando ingresó a la habitación. Dejó el bolso con su cámara y sus demás pertenencias. Cuando dió la vuelta, miró a las chicas. -Espero que se sientan cómodas...- Sonrió amablemente mientras se dirigió a su cama.

Lanzó una pequeña carcajada, un poco vergonzosa. -No hay más que esa silla.- Dijo señalando la del escritorio. Las demás sillas, estaban ocupadas con las valijas y ropa desparramada. Se sentó delicadamente en la cama, y bajó la mirada hacia las sábanas.

Jaz se sentó en el suelo con despreocupación, apoyó las manos en él y se acomodó el pelo, poniendo un mechón detrás de su oreja. Le sorprendía la cantidad de lujos que había en la casa y cómo Veronique se había acostumbrado tan fácilmente a ellos. Siempre solía ser una persona independiente que no le pedía nada a nadie.

- ¿Vero? - Jaz se aclaró la garganta - ¿Que problema tienes con André? Parece que no se llevan muy bien...

Veronique frunció su ceño pero mientras se acomodó en la cama adoptó una expresión más relajada. Se acostó, boca abajo, colocando sus pies en las almohadas y su cabeza en el final de la cama, acercándose así a Jaz que se encontraba en el piso.

Luego, dijo: -Nada en especial...- Puso sus manos debajo de su mentón y agregó: -Yo me comporté como siempre, y bueno, él se enojó, supongo que eso pasó.- 

Juana entró a la habitación así como así, no parecía ser como las otras mucamas, se notaba a simple vista que era nueva en su trabajo. 

-Aqui les traje la merienda, chicas - Dijo con una sonrisa en su rostro.

Dejó una bandeja de plata sobre una mesa. En ella habían tres vasos de submarinos y otra bandeja más pequeña con varios tipos de facturas, medialunas y bizcochos. 

-Espero que lo disfruten - Comentó mientras abría la puerta para marcharse - Si necesitan algo más, pueden pegar el grito. Duermo en la habitación del lado y se supone que este es mi tiempo libre. Pero la verdad es que no tengo mucho trabajo que hacer casi nunca, así que no se preocupen por molestarme.

Luego de retirarse, escucharon cómo se abría una puerta cercana en el pasillo y alguien entraba a la habitación contigua. Más tarde pudieron escuchar que alguien estaba viendo una novela mexicana en el televisor.

-Oh, Rosaura, no he estado jugando con tus sentimientos - Dijo la voz masculina

-¡Pero, Luis Mario, tu has escuchado lo que Eduarda ha dicho! - Dijo la voz femenina

-¡Mentiras! ¡Mi hermana no quiero que estemos juntos!

-Entonces sólo queda una cosa por hacer...

-¿Qué cosa, Rosaura? - Preguntó la voz masculina

-Que me ames, tonto...

Y luego una musiquita realmente patética que anuncia una pausa en el programa.

Veronique miró de reojo como la mucama dejaba la bandeja. Se levantó de la cama, y cuando Juana se retiró llevó la bandeja al piso, cerca de donde estaba Jaz. Cuando escuchó el televisor, lanzó una pequeña carcajada, ahogada por su mano, que ocultaba su boca.

Se sentó y arrimó la bandeja hacia ella y Jaz, en el piso. Miró a Francesca, y le sonrió amablemente para que se sentara. Tomó un submarino de la bandeja y bebió un pequeño sorbo. No tenía nada para decir. 

Francesca y Jaz se sentaron alrededor de la bandeja. Ambas tomaron su submarino y comenzaron a beber. Jaz le hacía varias preguntas a Francesca sobre su edad o con quién vivía. Veronique pudo observar cómo la chica respondía de la misma manera que había hecho cuando ella la conoció. Francesca no era una persona que le gustase hablar mucho de ella.

Por suerte para la pelirroja, si es que podía llamársele suerte, algo sucedió. Se escuchó el sonido de un disparo. En el baño. Ambas invitadas quedaron perplejas y dirigieron su mirada rápidamente hacia Veronique.

-¿¡Qué diablos ha sido eso?! - Preguntó Jaz bastante alterada.

Veronique observó como la conversación fluía sin decir nada. Estaba un poco incómoda, ya que hubiera deseado hablar con Jaz en privado. -Hacía taaaaanto que no nos veíamos...-

Cuando oyó aquel sonido o disparo, no pudo evitar saltar bruscamente de su lugar y encoger sus hombros. Se llevó la mano a su pecho, dejó la taza de submarino bruscamente en la bandeja y se levantó. 

Esperó a que Jaz y Francesca lo hicieran y se dirigió hacia donde provenía el sonido, el baño. Abrió la puerta lentamente.

Jaz y Francesca se habían levantado de un salto al igual que Veronique. Cuando ésta se dirigió a abrir la puerta del baño, ambas la escoltaron detrás de ella. Finalmente, Veronique abrió la puerta por completo, pudo inspeccionar que en el baño no había nadie. Corrió la cortina de la bañera y tampoco. Se dio vuelta y las chicas la miraban con nerviosismo.

Se dirigieron nuevamente a la habitación y allí estaba. Un niño con los ojos rasgados hacia abajo estaba comiendo una factura, sin prestarle atención a las 3 chicas.

Veronique estaba un poco preocupada, el sonido que había provenido del baño parecía muy real. Cuando volvió hacia la habitación, caminó mirando al piso. Cuando levantó la vista, tenía demasiado cerca a ese niño.

Lanzó un alarido que aturdió hasta a ella misma. Se quedó sin respiración, mientras las lágrimas nublaban su vista e impedían ver con claridad al niño. Trató de inhalar, pero su garganta se cerró impidiendo el paso del aire.

Unas repentinas náuseas invadieron su estómago haciendo que se encorbe, con los ojos extremadamente abiertos, su maquillaje contrastaba más de lo normal con su preocupante palidez.