Partida Rol por web

Herman asintió mientras echaba una mirada hacia el bosque y, luego, hacia las montañas:

- Espero que el resto venga pronto porque sería una pena tener que recalentar este guiso.

Mientras tanto Valeria empezó a meditar.

- ¡Cuenta con ello!- exclamó la joven exploradora - Creo que ha llegado el momento de cambiar el nombre del Paso de los ogros por el Paso de los ogros muertos- añadió con media sonrisa pero sin bromear.

-Voy a pedir ayuda a mi compañera para poder llevarnos esta pieza hasta nuestro campamento- dijo mientras abandonaba el túmulo -pero tenga por seguro que enviaré a un chamán de los bárbaros para que le libere de sus ataduras y ponga por fin paz a su alma y a este lugar-.

De nuevo Nora y Luna se adentraron rápidamente en el bosque por el mismo camino por el que vinieron en dirección al campamento.

Un poco después, justo cuando el guiso estaba casi listo, Nora apareció entre los matorrales. Venía sin pieza alguna pero lucía una extraña sonrisa en el rostro. ¿Qué podría haberse encontrado en el bosque?

- Vaya... ¿y ahora viene todo el mundo a la vez? - dijo Hernan señalando el camino que quedaba tras ellos, por el que descendían Garlukan y Rob - Está claro que cuando el guiso está listo todo el mundo se apunta a comer.

El mercader se rió de buena gana mientras preparaba los cazos para servir la excelente comida. Y la verdad es que olía bien. 

- ¿Qué? ¿Qué encontrasteis en la cueva? - le preguntó a los recién llegados - ¿Y tú Nora? Pareces contenta por algo, pero no veo que hayas cazado ninguna pieza - se dirigió hacia la exploradora - Vamos, imagino que todos tenemos hambre después de tantas emociones.

El bárbaro avanzó hacia el mercader y frunció el ceño de forma muy expresiva. 

- Más ogros ahí arriba. - señaló. - no prudente quedarse aquí. -

Escueto como era habitual, el guerrero aún parecía presentar heridas tras la anterior refriega con el ogro que asaltó la caravana.

-Ya estoy de vuelta, Valeria. ¿Todo bien por aquí? Mmm, que bien huele, Herman. Sí, estamos hambrientas- dijo alegremente dirigiendo una mirada de afecto hacia Luna. Ahora tenía otra misión que cumplir y se complacía sólo con pensar en llevarla a cabo.

-Ya lo creo que he cazado -añadió fingiendo indignación- pero necesito de vuestra ayuda: he dejado un hermoso ciervo no muy lejos de aquí pero es tan grande que no puedo arrastrarlo yo sola-

Luego se giró preocupada hacia los dos compañeros -¡Garlukan!, ¡Rob! ¿Estáis bien? ¿Qué os ha ocurrido allí adentro?- y tras escuchar a Garlukan dijo con media sonrisa -¿Más ogros...? Puede que yo tenga la solución a eso: no os vais a creer con "qué" me he topado en el bosque.

Nora parecía una persona distinta, había dejado atrás su faceta seria y reservada, que la había acompañado durante todo el viaje, para descubrir ahora su lado más animado y juvenil.

Valeria dejó atrás el estado de comunión con su fe justo cuando Nora alcanzaba la linde del claro. No había calmado la inquietud que la charla con el mercader había sembrado, pero por el momento tenía el conflicto bajo control y aquello le bastaba. Cuando alcanzaran una población con un templo a Pinxopa, conversaría con alguna Sierva Dedicada* y terminaría de acallar sus dudas. Lo importante en aquel momento era que su compañera estaba sana y salva, y una extraña aura de felicidad la invadía.

-Bienvenida amiga! Oh, veo que los hombres también están aquí -dijo con un tono un poco regañón pero con afecto al ver aparecer a Rob y Garlukan, ambos de una pieza.

-Un ciervo? vaya! tendremos carne fresca para unos días! pero primero disfrutemos de un poco de comida caliente antes de despostarlo. Ya no da el tiempo para meterlo en la cazuela y si no podemos pasar la noche tan cerca de la montaña, será mejor darnos prisa con las tareas.

Valeria se sentó cerca de Gangas y comenzó a pasarle los cazos para servir la comida.

-Vamos, no sean tímidos... cuéntenme de sus aventuras, que yo he estado ocupada velando por la seguridad de este buen cocinero.

Rob se acercó silvando y fue directamente a olisquear la comida. En un momento en el que Herman se separó del fuego para empezar a servir los platos, aprovechó para llevarse una cucharada a la boca.

- ¡Ay! ¡Quema!... - exclamó, respirando fuerte por la boca para intentar enfriarla. - Si... "no prudente quedarse arriba" - repitió imitando el tono del bárbaro, aunque todos conocían lo suficiente al kender como para saber que él no se preocupaba mucho por la prudencia. Le dió un trago a su cantimplora para terminar de enfriarse la lengua antes de seguir hablando.

- Pero, ¡teníais que haber visto a Garlukan! Luchó valientemente manteniendo a raya a dos de esos ogros y, cuando estaban a punto de aplastarnos, se las apañó para derribar media montaña en la entrada de la cueva sólo con sus músculos. - Se paró un momento, pensando si el humano era lo suficientemente bruto como para provocar un desprendimiento liándose a cabezazos contra las piedras, pero aparentemente consideró que era adornar demasiado la historia, aunque en su fuero interno le creía perfectamente capaz de hacerlo.

Se volvió hacia la exploradora mientras esta se acercaba.

- ¡Eh, Nora! Como os digo, ya no hace falta preocuparse por esos ogros, pero ¿qué has encontrado en el bosque? - preguntó curioso. - ¿Luna no podía ayudarte a traer el ciervo? ¡Seguro que se lo está comiendo ella! Mejor, deja que recupere fuerzas, que luego va a tener que cargar conmigo. Pero, también puedes llevarte a Garlukan para que cargue con el animal. Fijo que puede, incluso con esa herida. Por cierto, alguien tendrá que intentar curarle antes de que intente usar uno de los remedios de su tribu, que seguro que hace que se le infecte. - El mediano hablaba rápido, saltando de tema en tema sin que pudieran seguir su hilo de pensamiento.

Volvió a meter la cuchara en el puchero, alejándose ágilmente de Herman que le miraba con intención de reprenderle. Pero, antes de llevársela a la boca, sopló un par de veces para enfriarla.

- ¡Ah! Sí... Encontré esto en la cueva - dijo dejando una mochila en el suelo. - Lo he estado mirando, es interesante: había una carta y una daga de plata - dijo dejando el objeto en el suelo y sacando la misiva de un sobre, que guardó con sumo cuidado en su chaqueta. Dice que la daga es un arma ritual del templo de Thora - explicó con seriedad. - ¿Conoces a esa diosa, Valeria? Su anterior dueño quería devolverla al templo para casarse con alguna de las sacerdotisas. Pero claro, llamándose Moris - dijo forzando la pronunciación del nombre con el que estaba firmada la misiva, Maurice - no podía tener suerte al cruzar estas montañas... ¡Ah! Y tenía también esta bolsa con doce monedas - añadió, vaciando el contenido en el suelo, junto a la daga de plata. Empezó a dividirla en cinco montoncitos. - Eso es dos para cada uno de vosotros y tres para Garlukan y para mí, que somos quienes se han jugado el pellejo para cogerlas. - Era todo un detalle por parte del mediano el incluir a Herman en el reparto, porque seguramente eso no estaba en las condiciones de su contrato, pero después de todo, si el mercader estaba haciendo la comida, también se había ganado una parte. Y, por supuesto, se había asegurado de que a Garlukan y a él les tocasen las mismas monedas que si no lo hubiera tenido en cuenta.

Tras el relato del parlanchín mediano el bárbaro se desperezó y esbozó un gesto de dolor, ya que aún tenía varías contusiones provocadas por el ataque de los ogros. No obstante eso no evitó que clavará sus ojos verdes y fieros en el mediano

- Diminuto no entiende bien cosas, eso que dice no pasó. Tuvimos que irnos porque dos ogros nos descubrieron, no hubo combate glorioso ni digno, solo huída. - señaló el honrado barbaro. - tapié entrada de la cueva tirando de raíz montaña. - continuó explicando. - el buen guerrero debe ser prudente, y yo no podía con ambos enemigos en mi estado. - concluyó Garlukan, quién parecía no dar demasiada importancia al hallazgo de la daga. 

- No debemos quedarnos mucho aquí, estoy seguro que ogros vendrán. - dijo serio. 

Entonces metió su fuerte mano en su bolsa de viaje buscando algo, sin embargo tras no encontrarlo se sacó la bolsa para buscarlo mejor. Tras un minuto mirando cada recoveco de la rústica bolsa gruñó para sí. - Mi amuleto del tiempo, debo haberlo perdido. El amuleto puede predecir la suerte del tiempo... - dijo con el ceño fruncido, tratando de averiguar cuando perdió dicho abalorio supuestamente mágico. 

-¡Sí Garlukan, no debemos quedarnos aquí!- dijo Nora con impaciencia. -Cuando salí a cazar me topé por casualidad, y no muy lejos de aquí, con un misterioso y antiguo túmulo rodeado de menhires con runas mágicas. Al acercarme éstas brillaron y de repente apareció un espectro andrajoso de aspecto horrible. Dudé en acatarle o huir pero finalmente acabó confesándome su historia.-  Se sentó, cogió una cucharada de guiso, bajó la mirada y continuó con voz más pausada.

-Se llamaba Gor'ta'nak el Justiciero y fue hace tiempo el más grande cazador de ogros. Tras su muerte un bárbaro chamán quiso invocarle para pedirle ayuda y parar así el avance los ogros que volvían a sembrar el terror por todo el valle. Pero el chamán murió aplastado por un ogro antes de que culminara la invocación con éxito y Gor'ta'nak se quedó atrapado en ese lugar a la espera de que otro chamán concluya la invocación y pueda ser liberado.

Su misión es liderar una expedición que derrote de una vez por todas a los ogros del valle y, poder también así, regresar en paz al inframundo.- la exploradora se levantó de golpe y mirando a sus compañeros con el ceño fruncido añadió:

- ¡Debemos convencer al chamán del poblado bárbaro! ¡Necesitamos su ayuda!-

Rob negó con la cabeza al escuchar a Garlukan; estaba claro que este humano no se parecía demasiado a los que había conocido en la ciudad... ¡lo cual le resultaba tremendamente interesante!

- ¿Que no entiendo bien las cosas? - preguntó negando con la cabeza. - ¿Y eso lo dice alguien que no sabe conjugar como es debido? Las armas estaban desenvainadas para enfrentarnos a esos dos ogros y buscamos una posición mejor para el combate - repitió la narración, batiendo al aire la cuchara de madera como si fuese una espada. En una fingida estocada, aprovechó para meterla nuevamente en el caldero y llevársela a la boca. - En la entrada de la cueva, tiraste de esa raíz provocando un desprendimiento. ¿Usaste algo más que "la fuerza de tus músculos"? - Insistió usando sus palabras anteriores. - ¡Entonces sucedió tal y como lo estoy contando, mendrugo!

El mediano escuchó las palabras de Nora con interés. ¡Chamanes! ¡Espíritus! Eso prometía ser divertido... Y conocería a más gente del pueblo de Rob. ¿Serían todos tan extraños como el bruto bárbaro? Desde luego tenía que aprender a hablar como él para comunicarse correctamente con ellos.

- ¿Como ser amuleto tuyo? - preguntó a Garlukan empezando a practicar. - Y ¿cómo predecir suerte tiempo? Tiempo soler ser afortunado... - dijo sin estar muy seguro de que los bárbaros jugasen con las palabras de la misma forma que su gente. Dado lo literal que había sido su compañero hasta el momento, le daba la impresión de que no iba a ser así, lo cual sólo hacía que la perspectiva de encontrarse con gente tan sosa enturbiase ligeramente su entusiasmo.

Mientras los relatos se sucedían sin parar, la paladín intentó concentrarse y tirar de su memoria. El nombre de Thora le retrotraía a su infancia, una conversación escuchada a escondidas, mucha adrenalina por saber que estaba haciendo algo que no era debido.

-...preocupante. Ya es el tercero de los hombres de la... Ninde que desaparece... ese "canto de sirena". ¿Como pueden creer... en sacrificio... el éxtasis? -el susurro de una matrona llegaba entrecortado a los oídos de una Valeria niña. Otra respondía igual de bajo e igual de preocupada.

-... sacerdotisas bellísimas... inhumanas, sedientas de sangre... Thora representa lo salvaje en su estado más puro, deberían prohibir... ¿¡Qué haces tú ahí!?

Valeria dejó a un lado sus recuerdos para intervenir en la conversación.

-Garlukan, técnicamente el mediano tiene razón. No ha dicho nada que no fuera verdad. Sólo que, a veces, puede inducir a que uno crea que las cosas fueron ligeramente diferentes. No te preocupes, ya te acostumbrarás.

-En cuanto a ti, pequeño bribón... -dijo señalando a Rob con la cuchara en tono serio -no deberías andar hurgando entre las pertenencias de los difuntos. Deshazte de esa daga cuanto antes, nada bueno puede salir de los adoradores de Thora -luego hundió la cuchara en su cazo para terminar su porción.

-En fin, si ya han acabado su comida, sigamos adelante. No quiero enfrentarme a una horda de ogros enardecida y si Nora dice que en el pueblo de los bárbaros podremos hallar la solución a esta plaga... Mataremos dos pájaros de un tiro: dejar al señor Gangas a buen recaudo para comerciar y encontrar al chamán que pueda traer a ese héroe caído de regreso con nosotros.

Garlukan escuchó con suma atención el relato de la exploradora, como si estuviera describiendo algo de suma trascendencia. Cuando finalizó el relato el bárbaro galisio se levantó.

- ¡Gor'ta'nak! - exclamó con entusiasmo como si ese nombre lo hubiera aprendido nada más nacer. - Si has hablado con Gor'ta'nak, afortunada eres delgada humana... en Galisia está prohibido entrar en túmulos de caídos sin permiso chamanes, traer mala suerte en batalla y suponer falta de respeto a los que fueron enterrados con honor. - empezó a explicar. 

- Leyenda dice que justiciero alzarse una vez más para erradicar ogros de todo el valle y región, y así la paz llegar a nosotros... - añadió con tono grave. - Trofeo no ser importante ya - añadió en referencia al orondo mercader que en aquel momento ni pinchaba ni cortaba. - ¡¡¡¡Debo traer a chamar e invocar Gor'ta'nak, guerra contra ogros ganar ahora!!!!! - finalizó dispuesto a partir de inmediato con el fin de llevar aquellas nuevas a su tribu. 

Rob sonrió satisfecho cuando Valeria le dio la razón, aunque no le había gustado demasiado ese "técnicamente" que la mujer había decidido añadir. Lo anotó mentalmente para devolvérsela a la paladín en algún momento.

- ¿Deshacerme de la daga? ¿Así, sin más? ¿Sin ni siquiera una explicación lógica? - Preguntó. Como si en algún momento la lógica hubiera tenido algún tipo de influencia en su forma de comportarse. - Es un arma bonita y seguro que a un licántropo no le haría mucha gracia que le hirieran con ella. Además, tal vez pueda encontrar algún elfo que esté dispuesto a intercambiarla por otra de verdad. A los elfos le gustan este tipo de cosas, ¿sabes? De todas formas, pensaba que querrías devolverla al templo de Thora... - Se quedó pensando un momento. No era muy típico de Valeria despreciar artefactos sagrados para ninguno de los dioses. - ¿O es que esa diosa no se lleva bien con Pinxopa?

Al fin, el mediano cogió su tazón y empezó a comer de él en vez de hacerlo del caldero de Gangas. Miró atentamente a Garlukan, esperando que le contestase su pregunta sobre el amuleto, pero se encogió de hombros cuando, en vez de eso, empezó a contar una historia de su tribu. Estaban en guerra con los ogros, lo cual confirmaba su sospecha sobre que ambos eran más o menos igual de brutos; después de todo, uno sólo guerrea con sus semejantes.

Pero súbitamente, a todo el mundo le entró prisa por recoger y salir a toda velocidad hacia la aldea.

- Pero, ¿os habéis vuelto locos así de golpe? - dijo mirando el tazón de comida. Juraría que él no había añadido ninguna de sus hierbas al caldero. - Los ogros no van a bajar hasta aquí; se quedaron encerrados en la cueva - le explicó a Valeria. Y hay que traer al ciervo que cazó Nora, si es que no se lo ha comida ya Luna... Necesitaremos más provisiones para llegar hasta su aldea - dijo mirando al bárbaro, al que había visto comer en más ocasiones y sabiendo que ahora no había probado bocado por la emoción, seguramente esta noche comería el triple para compensarlo. Al menos se había tomado el bocadillo que le dio mientras bajaban de la montaña. - Me parece bien dejar allí a Herman comprando su licor mientras nosotros traemos al chamán y nos vamos a "desfacer entuertos" - dijo utilizando una antigua expresión. - ¡Pero terminemos de comer tranquilos!

- Si no he entendido mal la historia de la joven exploradora ese ciervo está ahora en el túmulo junto a un espectro despertado. Y aquí nuestro amigo el bárbaro nos dice que meterse en esos túmulos sin la bendición de un chamán igual no es una buena idea.

El viejo mercader se había levantado recogiendo el caldero y los cuencos dispuesto a lavarlos en un riachuelo cercano antes de empaquetarlos para seguir el camino.

- ¿Estáis seguros de que es buena idea ir a recoger a ese ciervo? No se yo, no se yo... 

-No es que no se lleve bien con Pinxopa... Thora es una diosa impredecible y muy, muy caprichosa. Tal vez devuelvas su daga y termines nadando en monedas de oro, o tal vez le indique a sus sacerdotizas que la daga se ha encargado de traer a su propio sacrificio y terminen despanzurrándote en el altar como recompensa a tu buena acción. Por eso mejor perderla que encontrarla, amigo mío.

Valeria ayudó a Gangas a limpiar los utensilios de cocina, para poder levantar campamento más rápidamente.

-Creí que recogeríamos el ciervo de camino. ¿Acaso no vamos en la misma dirección? -la paladín se encontraba desorientada-. ¿Acaso el túmulo no se encuentra de camino a la aldea? Oh, Garlukan, no temas por ofender a tu dios, rezaré a Pinxopa para que interceda ante él por nosotros, que no es nuestra intención molestar a los muertos. Pero el mediano vuelve a tener razón. Un poco de carne fresca no nos vendrá mal. Y por cierto... -se acercó un poco más al guerrero, para examinar sus heridas, sin percatarse de que ese acercamiento podría ponerlo incómodo.

-A ver... qué tenemos aquí...*

Valeria se sentía nuevamente en sintonía con su diosa. Quizás fuera el momento de intentar curar al bárbaro. ¿Quién sabía que peligros les aguardaban?

Valeria observó con el ceño fruncido las heridas. Aunque el bárbaro quería disimularlo, aquello debía estar doliéndole mucho. El enfrentamiento había sido más duro de lo que sus palabras habían dado a entender, ahora comprendía por qué la premura por dejar atrás el valle de los ogros.

-Permíteme -dijo con suavidad y apartó la parte de la armadura que no le permitía abarcar la totalidad de una fea contusión en el costado de Garlukan, para luego apoyar su mano.

Cerró los ojos y susurró una oración a Pinxopa, sintiéndose una vez más en comunión. La calidez del poder de la diosa que hacía evocar el calor de un hogar familiar cuando la noche caía y los integrantes de la casa se reunían frente a la lumbre para disfrutar de esos momentos de compañía antes de dormir para recibir la siguiente jornada, la atravesó íntegramente. Y fue a través de su mano que alcanzó el cuerpo de su compañero, sanando parte de sus heridas y reconfortando su corazón.

Garlukan asintió a las palabras de Valeria cuyo criterio parecía siempre respetar y permitió que esta sanara sus heridas con los dones de su diosa. 

- Sea como sea, debemos irnos ya de aquí... - dijo serio sin perder de vista a la paladina y mostrando un rostro parecido a la gratitud. 

Luego el bárbaro volvió a clavar sus ojos azul cristalino en el cielo. - Lastima no tener amuleto... no poder prever tiempo. - añadió refiriéndose a aquel amuleto druídico que había extraviado.