Partida Rol por web

Nora se alejó del poblado junto a Luna siguiendo las huellas del chamán hasta llegar al puente. —Hasta aquí, mi fiel compañera— A veces le solía hablar a la pantera para reordenar sus ideas. —No hay marcas que nos indique el camino que siguió el hechicero de la tribu aunque todo parece indicar que se adentró en bosque. Voy a buscar a los demás—.

***

Al llegar les contó a Valeria y a Garlukan las averiguaciones que había hecho —Creo que deberíamos partir hacia el interior del bosque cuánto antes, puede que si nos damos prisa aún podamos descubrir alguna huella más. Por cierto, ¿dónde está Rob?—. La pantera parecía haber entendido la pregunta y, notando la presencia del mediano, se dirigió rápidamente hacia la choza del chamán. Nora la siguió corriendo y se adentró en su interior —Rob, ¿qué haces en el suelo? ¿has encontrado algo?—.

El mediano sonrió al ver las runas. Su zurrón ya pesaba algo más que cuando entró en la casa del chamán, pero las runas en esa trampilla dejaban claro que allí había algo más. "Probablemente algo que pueda justificar la desaparición de la gente de esta aldea", se dijo a sí mismo para justificarse el agacharse a investigar.

Mover las tablillas adyacentes a las que estaban grabadas no fue un problema para sus ágiles dedos. El truco consistía en acceder al contenido sin hacer saltar las trampas mágicas, para lo cual lo único que había que hacer era moverlas desde abajo, sin tocar la superficie tallada. Un pequeño trozo de alambre apareció en su mano como por arte de magia cuando empezó a quitar el polvo de las tablillas inscritas, justo en el momento en le que entró Nora.

- ¡Ssshh! - le reprendió cuando le preguntó la mujer. - Estoy buscando información sobre lo que podía estar tramando el chamán de la tribu. Puede que fuese él quien teleportase a todo el mundo para protegerles de algo, ¿no crees?

Volvió a su tarea, aunque la llegada de la exploradora le había descolocado un poco, pero no era la primera vez que se enfrentaba a una trampa de estas características.

Mientras aguardaba la respuesta del bárbaro, Valeria, brazos en jarra, elevó la voz para que Nora y Rob la escucharan desde dentro de la cabaña.

-Rob Zumbapié, deja de perder el tiempo buscando objetos brillantes y vamos al bosque! El rastro no es lo suficientemente fresco como para que podamos perder valiosas horas tonteando en el poblado. Si queremos hallar al chamán, deberíamos ponernos en marcha cuanto antes.

-Este chico no aprende más -murmuró por lo bajo-. Lo peor de todo es que si sigue así, llevará a Nora por el mal camino...

Garlukan agradeció el gesto consolador de la paladin Valeria con un asentimiento de cabeza. Sumiso en un inquietante silencio, el bárbaro acariciaba un collar de abalorios de su folclore, meditativo, como si tratará de hallar algún sentido a aquella desaparición.

- A veces chamanes van a lo alto de la montaña Pico de Dragón.... - dijo señalando con sus gruesas manos una dirección del horizonte, hasta una cordillera de montañas cercana. - Cuenta la leyenda que Crom envió un dragón blanco para vigilar tribus, y que si no realizar ofrendas cada año, dragón blanco cubrir de hielo todas aldeas como castigo.... - explicó el bonachón y fuerte bárbaro de Galisia.

- Tal vez.... tal vez... - añadió. 

Las tablillas se movieron en la dirección deseada por el pequeño ladrón aunque en el último momento una de ellas resbaló. Aquello podría significar un problema. Rob cerró fuertemente los ojos porque con la magia las cosas solían ser dolorosas y extrañas. Pero no pasó nada. Estuvo a punto de suspirar cuando recordó que a veces no eran inmediatas. ¿Una maldición? ¿Algo que se activaba en otro lugar? ¿Qué? ¡Estar en vilo era lo que más odiaba aquel mediano! 

Pero mientras seguía en vilo nada le impedía abrir la trampilla. Fue un tanto decepcionante encontrar dentro un pequeño cristal tallado con la forma de un halcón. No es que no fuera bonito pero desde luego no parecía valioso. Claro que también puede que fuera mágico. 

De hecho cuando el mediano lo tocó sintió una punzada extraña. 

Estaba viendo el valle. A vista de pájaro, desde lo alto. Quedó fascinado un momento y luego sintió un leve mareo cuando el ave - porque estaba seguro que estaba mirando a través de los ojos de un ave - dio un giro brusco. Entonces vio la aldea, pequeñita, e incluso a los compañeros que estaban fuera. También vio el bosque en el puente. Y el sendero que iba hacia las montañas - ¿hacia unas minas?. Entonces vio algo más: el pájaro se estaba fijando en un punto en el bosque, en un claro junto a una gran charca. Había alguien allí: una figura humana tumbada junto a una piedra, ¿muerta? ¿descansando? Estaba demasiado alto para ver bien los detalles pero parecía un anciano semidesnudo.

Entonces la visión desapareció y Rob se mareó un poco más al estar de vuelta en sus ojos, con la figura del halcón en las manos. 

- ¡Wow! Mooola... - dijo Rob con una sonrisa mientras se guardaba la estatuilla del halcón en uno de los numerosos bolsillos de su abrigo, ignorando cualquier posible problema que pueda surgir de la trampa que había preparado el chamán para ocultar la estatuilla. Siempre había querido volar. Vale, no era tan guay como teleportarse, pero por un momento se había sentido como si él fuera un halcón y eso no estaba nada mal. De hecho, le hizo acordarse de un tipo de medianos con el que estaba emparentado, los pooka, que se decía que podían metamorfosearse en animales.

- Sí, sí, ya voy - contestó a Valeria y a Nora. - ¿Hacia dónde queréis ir? - preguntó, esperando la respuesta para compararla con la dirección del cuerpo tumbado que había detectado a vista de pájaro (literalmente). 

-Iremos hacia la cordillera, como ha indicado Garlukan. Si el chamán está vivo, es muy probable que haya buscado refugio en su santuario, fuente de su poder. Si nos apuramos, calculo que llegaremos antes del anochecer. Nora, tal vez deberías dejar que Rob monte a tu pantera -dijo Valeria en tono divertido, sabiendo lo que aquello significaría para el mediano-. Sus piernas son más cortas que las nuestras y no tenemos tiempo que perder.

Aunque estuvieran en medio de una situación desesperada, la paladín tenía mucho aprecio por el alocado kender y si podía colaborar con que tuviera unos momentos felices antes de meterse en un nuevo atolladero, así lo haría.

El grupo se puso en camino siguiendo a Valeria. El camino que conducía hacia las minas y, por lo tanto a las cordilleras de los santuarios, pasaba cerca del mismo bosque que Rob había avistado. Había un dicho de los enanos de la Montaña Tronada que decía 'todos los caminos llevan hacia la misma muerte'. Los aventureros esperaban que en este caso no se aplicase con tanta exactitud.

Mientras cruzaban el puente Rob tuvo de nuevo la extraña sensación de estar siendo observado. Miró hacia el cielo y allá, muy en lo alto, divisó un ave rapaz. ¿La misma por la que había sentido la visión remota? ¿Le estaba observando ahora a él? Pero si él tenía la figura ¿quién observaba?^1,2

Tras pasar el puente la exploradora exclamó —Ahora debemos dejar el camino y adentrarnos hacia el interior del bosque. Creo que el chamán se encuentra allí. Las huellas así lo indican. ¡Vamos!— La pantera se puso a la vanguardia y Nora corrió tras ella hasta perderse tras la espesa vegetación (y no, Rob no pudo montarla todavía, muy a su pesar...).

Nora tenía la certeza de encontrar al chamán dentro del bosque, así que no dudó en hacerlo. Si no fuera así, pensó, ya habría tiempo de visitar las cordilleras de los santuarios más adelante, como proponía la paladín y el bárbaro.

Valeria se detuvo ante la sugerencia de Nora de salirse del camino.

-Estás segura? El santuario queda para allá -dijo señalando la cordillera-. Y si el chamán ha querido llegar rápido hasta allí, debe haber seguido el camino.

La paladín confiaba en la habilidad de la exploradora para seguir huellas, pero también solía darle mucha importancia al sentido común y lo que su sentido común le decía era que, si tenía que huir hacia algún refugio, tomaría la ruta más corta y directa.

Garlukan no estuvo del todo seguro sobre si seguir a Nora al interior del bosque, sin embargo, y aunque fuese un bárbaro, su corazón era bondadoso y leal, y sabía que podía confiar en aquel grupo que poco a poco se iban convirtiendo en amigos más que en compañeros de viaje.

- Podemos mirar en bosque... pero sinó tal vez sería mejor ir a Pico de Dragón. - sugirió Garlukan apoyando la decisión de Nora, más guiado por su confianza que por que aquella opción le convenciera. 

Rob miró hacia el cielo, frunciendo ligeramente el ceño.

- ¡Sí, Nora tiene razón! Hay alguien herido en el bosque, cerca de una charca... - les dijo a sus compañeros. - Deberíamos ir rápido y, si hace falta luego nos desviaremos hacia las montañas. - Los rostros interrogantes del grupo le dejaron claro que querían saber cómo había llegado a esa conclusión. - ¿Es que vosotros no habéis notado nada en la tienda del chamán? ¡Interesante! ¡¡¡Entonces es posible que me esté transmitiendo sus poderes sólo a mí!!! - Exclamó emocionado. - Eso o que dentro habían quemado alguna droga y yo he pasado más tiempo ahí respirándola, claro... Ser pequeño hace que esas cosas te afecten algo más - dijo encogiéndose de hombros mientras volvía a mirar los enormes brazos de Garlukan. - De todas formas, tenemos que ir al bosque como dice Nora.

Se puso en camino sólo para ver que Luna estaba mucho más adelantada. - ¡Eh! ¡Dile que me espere! Haz caso a Valeria, yo tengo las piernas mucho más cortas y no podemos retrasarnos ahora. ¡Por eso iba subido en el carro de Herman! - Obviamente, Rob no decía que también podía moverlas más rápidamente para compensar su escasa estatura, pero la opción de montar en Luna no podía ser desaprovechada, sobre todo ahora que contaba con el apoyo de la paladín para hacerlo. Girando la cabeza, le dedicó a Valera una encantadora sonrisa a modo de agradecimiento.

- ¡Oye! - dijo mientras se ponía al lado de Nora para intentar convencerla de que llamase a Luna. - ¿Te has fijado en ese pájaro de ahí arriba? ¿Sabrías reconocerlo? - La elfa, después de todo, había vivido mucho más tiempo que él al aire libre. - Creo que me está mirando como si fuera un ratón y no quiero tener que demostrarle que se equivoca. Hay un dicho en mi aldea que le vendría pintado al pelo... o a la pluma en este caso. "¡Ave que vuela, a la cacuela!" - Por si acaso, cogió su pequeño arco y una flecha, para poder disparar si se acercaba hacia ellos.

Viendo que al resto del grupo le parecía conveniente salirse del claro e internarse en el bosque, Valeria se encogió de hombros y se acopló a la propuesta.

-Vamos entonces... pero no nos retrasemos demasiado, que las horas de luz no durarán mucho más -luego respondió con una sonrisa alegre a la del mediano. Tal vez si conseguía montar la pantera, anduviera más tranquilo -no, menos alocado, se corrigió- el resto de la jornada.

Así el grupo se salió del camino para internarse en el bosque. Nora iba en cabeza y parecía tener muy claro que dirección tomar. En realidad el rastro era tan visible para ella y su fiel pantera como lo sería un camino empedrado para cualquier persona civilizada en una ciudad. 

Tras avanzar durante una media hora a través del bosque alejándose del camino - para desesperación de Valeria - alcanzaron un claro. El claro rodeaba a una gran roca que se alzaba alrededor de una enorme charca con vegetación a su alrededor. Tendría el aspecto de ser un sitio apacible si no fuera por el anciano que estaba tirado boca arriba junto a la charca. Podían ver su cuerpo casi esquelético surcado por un sinfín de heridas tapado sólo por un mísero taparrabos y una abundante barba blanca desmadejada. El individuo parecía estar inconsciente, con una mano rozando el agua mientras que en la otra aferraba un objeto que parecía totalmente fuera de lugar en aquella escena.

El tiempo transcurría y ellos se encontraban cada vez más metidos en el interior del bosque, alejándose del camino principal y la cordillera, provocando una creciente inquietud en la paladín. ¿Estarían yendo en la dirección correcta? Nora se sentía muy segura de sí misma, pero aquello no alcanzaba para devolverle la tranquilidad a Valeria.

Tras una media hora que a ella se le hizo eterna, alcanzaron un claro con un una charca, tal como había descripto Rob. Y tal como había predicho el mediano, un anciano yacía herido al costado del agua.

-Ahí! -señaló la paladina, un tanto avergonzada por no haber confiado lo suficiente en sus compañeros-. No hay tiempo que perder!

Corriendo, llegó hasta el anciano en busca de signos de vida. Creyó sentir un débil aliento, por lo que, sin dudarlo, impuso sus manos sobre su frente y se abrió al poder de Pinxopa.

-Diosa que todo lo puedes, encarnación del abrazo de una madre y el pan traído a casa con esfuerzo por el padre, tu que velas por los débiles y necesitados de un hogar, guía mi mano para ayudar a este pobre hombre a resistir la llamada de la muerte y quedarse con nosotros un tiempo más, que su misión en este mundo aún no ha terminado.

Mientras rezaba, sentía que el poder fluía a través suyo pero, a contra corriente, un veneno oscuro y poroso se iba introduciendo en su cuerpo. Es que nada es gratis en la vida y cuando una pedía tanto, tenía que estar dispuesta a dar mucho a cambio.

Transcurridos unos segundos, el poder de Valeria se agotó y con él, su resistencia. La paladín sintió que su visión se nublaba y que pronto se desvanecería. Pero antes de perder el conocimiento, sus ojos repararon en una pequeña escultura con forma de llama de una aleación desconocida, que el anciano sujetaba con fuerza.

^{Escultura que sujeta el anciano.}

Nora se quedó mirando el pájaro que le señaló Rob para averiguar por qué el mediano sentía tan repentina preocupación por ese animal, a simple vista, tan normal. Pero al protegerse de la luz solar con la mano y entornar lo ojos le vino a la memoria un recuerdo sobre él.

***

Al ver cómo Valeria se ocupaba del anciano le reconfortó gratamente. Cierto que le habían encontrado gracias a ella y a Luna, pero solamente el poder la imposición de manos de una paladín como Valería era capaz de sanarlo con tanta rapidez en ese momento. La dejó descansar tras el esfuerzo. Pero luego se acordó de Rob y de sus palabras. Él también conocía la ubicación... ¡y sin rastrear las huellas! Se dirigió hacia al mediano con clara intención de interrogarle.

—¿Cómo supiste dónde se encontraba el chamán, Rob? Dime, ¿qué te ocurrió en la choza? ¿de qué poderes hablabas antes?— un torrente de preguntas salieron de la boca de la niña, poco habitual en ella, más dada al silencio. Pero necesitaban respuestas urgentes a todo aquello para poder encontrar rápido a Herman.

Rob miró a la elfa, encogiéndose de hombros y subió la mano para acariciar el lomo de Luna ahora que iba a su lado.

- Fue una cosa rara cuando salisteis de la casa del chamán. ¡Podía volar, Nora! ¡Lo veía todo a vista de pájaro! Sentía el aire en mis plumas y todo era pequeñito aquí abajo - separó los brazos, como si fueran unas alas y sonrió al recordarlo. - Vosotros estábais ahí, en la aldea abandonada, y había unas minas o algo parecido en las montañas - digo para informar a Valeria, que había insistido en ir en esa dirección. - Pero mis ojos de rapaz se fijaron en la charca y en el cuerpo tumbado... - Se paró a pensar un momento. - Igual me había convertido en un buitre que buscaba comida - comentó, dubitativo.

Eso le produjo una sensación extraña. ¿Le entraría hambre al encontrar a ese anciano que había visto? Rob esperaba que no, porque se había encontrado con caníbales alguna vez en uno de sus viajes y tenía muy claro que no quería ponerse un hueso atravesando su nariz.

- Todo pasó de repente, cuando Valeria entró a buscarme, pero claro, al salir miré hacia arriba para ver si mi yo-pájaro estaba por allí y ví a ese ave que volaba haciendo círculos a nuestro alrededor.

Al fin llegaron al claro y el mediano entró lentamente, mirando con cuidado al hombre tumbado, sin atreverse del todo a acercarse. Cuando lo observó con un poco más de calma y se convenció de que no lo veía como a una presa se acercó corriendo junto a Valeria que ya estaba a su lado.

- ¡Qué bonita! - dijo cogiendo la estatuilla que el anciano sujetaba en la mano. El hombre la aferraba con fuerza y a Rob le costó que la soltase a pesar de que el tipo estaba inconsciente. - ¿Creeis que servirá para teleportarnos con Herman y la gente del pueblo? Con esa forma ondulada como una carretera de montaña dada la vuelta... ¡Y distintos colores!... ¿Tú para qué crees que sirve, Valeria? - Miró a la paladín y se dio cuenta de que la mujer parecía mareada. - ¡¡GARLUKAN!! - Gritó. - ¡Ven rápido! ¡Creo que Valeria no se encuentra bien! - dijo preocupado inclinándose sobre ella. - Toma, come esto - dijo dándole algo de comida a la humana, lo último que le quedaba de la ración que le había cogido en la montaña, pues el bárbaro había dado cuenta del resto en el camino desde la cueva de los ogros. - Te sentará bien.