Partida Rol por web

Temeroso de que pudiese tratarse de una trampa o emboscada, pues había escuchado ya muchas historias de sobrevivientes de batallas contra criaturas que imitando voces de sus compañeros les guiaban hacia una emboscada, Firfin optó por hacer el alto. Para ello, lanzó una piedra los pies de Ronald, para que este mirase hacia arriba y le viese. Allí mismo le hizo señales de que hicieran el alto, se mantuviesen calmados y a su vez atentos a los alrededores. Intento entonces desde allí discernir el lugar y las voces, por si esta desvariando o si bien tenía razón y debían prepararse ante un súbito ataque.

—Regresemos entonces donde dejamos las mulas. Si hay más de esos seres por aquí, quizás se alarmen por la ausencia de sus congéneres y organicen una partida de búsqueda.— En realidad le preocupaba más pensar en Kraken solo con todas las sales, intentando, con su hábil lengua, convencer a los porteadores de que seguramente todos habían fallecido o se habían perdido y que era mejor regresar a la ciudad y repartirse el dinero.

──Ah, ah, ah, quemar, quemar, quemar, au ──.

Morkai daba pequeños saltitos, resentido por la quemazón aunque, por h o por b las gotitas solamente le habían afectado ahí donde tener una herida quedaba estético y guapi¹.

Total, que semejante resentimiento lo tuvo que desahogar tomando un leño de por ahí y machacando bien a gusto a los hormigosos esos, hasta que no fueron sino pulpa, mientras escuchaba distraído lo que contaban los otros.

Hasta que llegó a la palabra "hormiguero", momento en el cual imaginó eso mismo ──tantas y tantas veces se había pasado las horas muertas entretenido hurgando con un palito los hormigueros y estas hormigas eran tochas── y se quedó un poco a cuadros imaginando ejércitos de tipos como estos, bajó el garrote que había quedado en alto y goteando ácido, despacito y miró a los demás.

──¿Irnos? ──Miró alrededor con algo de miedito. ──¿Haber más? ──. Limpió con cuidado la espada en cualquier lao y enseguida estuvo presto para largarse.

Oten se aproximó a Rakard. Daba pena ver como el oso respiraba con dificultad, acuciado por aquella lanza que se había clavado rasgando todo un costado. El clérigo retiró con cuidado el palo viendo como el animal lanzaba un gemido al hacerlo. La mayor parte del daño la había recibido, sin embargo, del ácido sanguinoliento.

Aren, que acababa de ser liberado, se acercó para ver como estaba su amigo animal, tranquilizándolo mientras Oten imponía sus manos sobre Rakard. La fuerza sanadora de Kramor era para los valientes en la batalla y no cabía duda alguna que aquel título se lo había ganado a pulso el oso con su fiereza. Las heridas se cerraron y las quemaduras dejaron paso a algunas cicatrices. El oso se levantó sobre sus patas lanzando un rugido de agradecimiento para demostrar que aún podría continuar aquella aventura¹.

Así el grupo recogió sus pertrechos dejando atrás los cadáveres de los insectoides. No tuvieron que deshacer demasiado el camino antes de ver que las mulas —y sus porteadores— venían hacia ellos. Kraken acababa de salir de entre unos matorrales tras el grupo, tras cerciorarse de que eran realmente ellos quienes acudían al encuentro y no una trampa de alguna criatura mágica capaz de imitar voces.

Estaban de nuevo reunidos pero aquel percance les había costado un tiempo considerable. Además era probable que el hormiguero del que venían los artífices la emboscada estuviera cerca.

¿Qué haría el grupo? ¿Hacia donde iría para acampar?

-No podemos quedarnos aquí. Podría haber más de esos bichos al acecho, tal vez un nido entero. 

Stela no había envainado su espada. Su instinto guerrero le gritaba que lo peor estaba por llegar. 

-Debemos forzar la marcha y alejarnos de aquí. Íbamos hacia el norte pero si la guarida de esas criaturas está allí, deberíamos dar un rodeo hacia el este. 

— Has conseguido un amigo — comentó Aren al ver como el clérigo curaba a Rakard y este gruñía agradecido — Los animales no olvidan. El sabe que lo has curado. Y también aprendió que esos hormigombres pueden ser difíciles de golpear — se explicó mientras acariciaba la testuz del animal.

— Probablemente HAY un nido entero — se explicó el explorador al escuchar a Stela — con una reina a la que quieren alimentar con cualquier alimento que consigan — continuó — Así que la idea de poner distancia me parece muy buena. El este sería la mejor opción, pero si llegamos al río podemos quedar encerrados — dio su opinión — Pero tanto el norte como el sur significarían desviarnos demasiado, así que no creo que haya demasiadas alternativas —

Tras pensarlo un momento agregó — A mi me atacaron con algo venenoso. Creo que fue un proyectil, quizás el dardo de una cerbatana, pero la verdad es que no puede ver demasiado. Fue un ataque por sorpresa. Acampemos donde acampemos deberíamos estar atentos a ese tipo de ataques —

El explorador oteó el cielo. Faltaban aún un par de horas para que la luz cayese tanto que avanzar por el bosque pudiera ser un problema.

Firfin salio de entre las ramas tal como si hubiese estado siguiendo un rastro, e incluso, aunque vio a todos llegar y empezar a hablar, optó por hacerse como quien había estado analizando algo importante. Incluso recogió la tierra un poco bajo sus pies para sentirla con sus dedos, como si algo le llamará la atención. Y es que definitivamente no iba a romper años de reputación forjada con sangre y dolor (astucia y manipulaciones) declarando que se había confundido ante una posible emboscada; y menos aún dejando que la apariencia, no tan errada, de que se había escondido atemorizado en los matorrales, manchara su prestigio.

– ¿Donde han estado? – preguntó súbitamente mientras dejaba caer la tierra al suelo, aún sin ponerles suficiente atención. – Dejad de jugar a las escondidas con el oso, el viaje aún es largo y me parece que estamos en riesgo, a cada paso que damos el entorno me incomoda más. He viajado lo suficiente como para no reconocer cuando algo nos observa – exclamó el ladrón humano intentando darle un giro a la situación. Y es que maldito fuese Ronald, pues si bien no tenía la intención aún clara, el abofetearle en la cara con sus alegatos no le sentó nada bien. Más aún, ahora tenía una opción menos y una oportunidad desaprovecha para unificarse con los mezquinos enanos. Ya se las cobraría algún día. Firfin era un hombre de negocios, y no olvidaba cobrar las deudas.

Noren estaba recogiendo su hacha cuando Kraken llegó con las mulas y los demás. Se había olvidado completamente de ellos.

-Me alegra que estés bien- le dijo a Aren palmeándole el hombro -Te dije que con tanto verde alguien te confundiría por una hoja regordeta... ¡hormigas!- exclamó -Mejor que nos vayamos ya mismo. ¿Te llevaban hacia el norte? Creo que eso nos daría el lugar a evitar-

Estaba ofuscado por la inutilidad que había demostrado en el combate. Es cierto que no fue muy largo, más bien fue explosivo, pero de todas formas. Él era el encargado de la seguridad, y no había ayudado mucho.

Regresaron dando marcha atrás siguiendo a la inversa el rastro dejado por el oso en la maleza: ramas partidas, hierba truncada, arbustos arrancados… demasiado visible. Antes de lo esperado se topan con las mulas y los porteadores y Kraken que sale de entre unos matorrales.

Cruce de miradas entre Oten y  Kraken: el sacerdote recelo y suspicacia tan mal disimulada como el gesto de Kraken de quitarse tierra de las botas. No podía reprocharle nada aún pero su intuición tenía la certeza de que aquel humano era un ladrón mentiroso y cobarde que tarde o temprano, les traicionaría.

El sacerdote se acercó a donde estaban las mulas.

—Partamos, aquí estamos en peligro. Yo forzaría la marcha para ir al este.— Dijo y desde donde estaba, comprobó a simple vista el bulto que las sales hacían en las alforjas: parecía intacto.

— Sea entonces al Este — aceptó Aren sin pararse a analizar las extrañas miradas entre el clérigo y Kraken —Con un poco de suerte podemos rodear al hormiguero — continuó al escuchar a Noren — Tienes razón, pero aunque debamos evitar ese hormiguero debemos, igualmente ir al Norte, así que parece sensato alejarnos un poco del río antes de continuar en nuestra dirección original —

──Bonito──, iba diciendo Morkai. El palo que había usado a modo de garrote para volver pulpa al hormigote ese, gracias al ácido de su sangre, había tomado unas formas curiosas, se había desgastado de una forma harto curiosa. Pof, pof, iba dando con el palo a las cosas, medio jugando, medio impaciente por pelear un poco más (todo esto había sido muy rápido, demasiado, y le había sabido a poco).

──Ir al este. Amo Aren. Morkai se aburre. Amo, ¿no poder tú ser raptado otra vez? Luego nosotros rescatar──. Le brillaban los ojitos pensando en la de correrías que habría que pasar antes de volver a rescatarlo. Cuando se cansó del tema se entretuvo en pensar si lo que había bajo la armadura de Stela se parecería a los peluches que le facilitaban para desfogarse cuando trabajaba de gladiador.

-Al este será- dijo Noren secundando, o tercerando más bien.

El enano se mantuvo junto a los demás, siguiendo el orden de marcha que venían teniendo.

-Mejor si esta vez no te alejas demasiado, Aren, que ya suficiente de sorpresas- agregó antes de que se alejara de nuevo el solitario explorador.

-Bien hecho, muchacho- le dijo al oso palmeando su fuerte lomo -Bien hecho...-

Decididos a esquivar tanto la posible ubicación del hormiguero como el caudal del río el grupo se encaminó hacia el este. Avanzaron hasta que la noche amenazó con hacer que se perdieran, momento en que buscaron un claro en el que acampar. El bosque los rodeaba por doquier aunque de vez en cuando, entre las copas de los árboles, veían a lo lejos las montañas que encerraban el valle.

Mientras montaban el campamento y se preparaban para las guardias vieron nuevamente las luces en la lejanía de las montañas. ¿Qué tipo de aquelarre se repetía cada noche en aquellos lugares? Sin embargo el grupo estaba tranquilo: aquello sucedía lejos —de momento— y hoy tenían una victoria que celebrar. Incluso Ronald, que solía estar siempre tenso desde que habían entrado en el valle, se mostraba relajado.

De vez en cuando había momentos para celebrar el seguir vivos.

Durante la cena en torno al fuego, Stela se sentó junto a Noren. Se veía que el pequeño guerrero se esforzaba pero carecía de experiencia real en combate. Normal que reclutasen mercenarios.

Bebió un trago de su petaca.

-Esa hacha tuya no es un arma cualquiera. ¿La ha forjado tu gente?-dijo para iniciar la conversación. Le tendió la petaca para que bebiera-Toma, es licor de ajembu. Lo destila un amigo mío. Quizás algo flojo para lo que estáis acostumbrados. 

Cuando por fin se detuvieron y plantaron campamento, el explorador paso revista a sus heridas y decidió que no eran tan importantes. Probablemente una noche de sueño lo dejaría en perfectas condiciones. por lo menos tan perfectas como podía desear un enano en el medio del valle de las sombras.

Observó como Stela se acercaba a Oten y comenzaban a hablar entre si "Cosas de Guerreros" no puedo menos que pensar, antes de concentrarse en tratar de poner en palabras lo que él quería expresar. Aren tenía algo muy serio que decir y no quiso dejar pasar la oportunidad de hacerlo. Dirigiéndose al clérigo del grupo, con el tono formal que solo los enanos eran capaces de darle a sus palabras, le explicó — Oten, hermano, lo que dije hace un rato fue en serio. Con tus acciones has ganado a un buen amigo, en realidad un mejor amigo, en Rakard. Si en algún momento pensabas que tenías una deuda de honor conmigo, no lo niegues, ambos sabemos a que nos referimos — se interrumpió a si mismo — la misma ha quedado saldada —

Sin embargo, la tranquilidad que se sentía en el campamento no daba pie a mantener el tono formal por mucho más tiempo, por lo que el enano cambió el tono y el objetivo de sus palabras, dirigiéndose a Kraken — Debo reconocer que extrañé tu presencia. Alguna vez me dijiste que, con tu honda, eras capaz de derribar a quien quisieras — le explicó recordando el momento en que se habían conocido — Uno de esos disparos hubiera venido bien cuando el resto del grupo atacó a esas hormigas. Quizás  resulte que no seas tan bueno con tu arma como habías dicho — Encogiéndose de hombros no puedo menos que zaherirlo — Seguramente la próxima vez que debamos enfrentarnos a algo puedas demostrar tu capacidad... o aceptar que mis flechas son más certeras que tus piedras — Más allá del intento de bromear, estaba claro que Aren había enviado un desafío. Lo que no tenía tan claro era si el humano se decidiría a aceptarlo.

Orgulloso como estaba de sus hazañas, Morkai tocó tanto las narices a Aren que al final recibió una mirada furibunda. Eso dejó al semiogro bastante tocado, y enfrió el cálido sentimiento que le unía al enano.

O sea, imaginemos el siguiente monólogo: ──Morkai salva Amo Aren. Morkai poderoso, ¿verdad? ──codazo, codazo, enano tambaleándose── Morkai pegar hormicosa bien, ¿eh? Amo Aren... ¿Tú ver cómo, cuando pegar hormibixo, cómo cabeza volar y caer en hoyo? Morkai inventar deporte. Morkai llamar hormighoyo, buen deporte. Morkai campeón mundial hormighoyismo.

──¿Verdad que si Morkai da con espada Amo Aren, Amo aren parte mitad y salpicar todo sangre? ──Risas. Y cuando decía estas cosas, imaginando que sus sentimientos eran top secret o algo, miraba de reojo a la guerrera. Esta le había protegido el flanco durante la refriega, y él ya imaginaba cosas.